lunes, 2 de septiembre de 2019


¿VIAJAR MEJOR O VIAJAR MENOS?


Con el accidente de la estación Once de Setiembre hace ya dos semanas se ha ubicado en los primeros lugares de la agenda la crisis del transporte ferroviario. Cristina, en su extensa alocución con motivo de la apertura de las sesiones legislativas de 2012, le dedicó un buen párrafo a los trenes. La novedad es que en esta oportunidad también sacó a flote la controvertida cuestión del tren bala. Ambos aspectos, el traslado de residentes del conurbano bonaerense que ingresan a trabajar a la ciudad de Buenos Aires así como los trenes de alta velocidad, que se están expandiendo en el mundo a ese ritmo, son claramente dos extremos de una problemática cuya complejidad y alcance amerita un tratamiento pormenorizado y transparente. Se busca con ello evitar las ambigüedades del primer trazado de rieles que comenzó en 1857: tanto acompañó el establecimiento y despliegue del modelo agroexportador –lo más presentable que tiene la historia argentina en materia de crecimiento y desarrollo- como fue causal del desequilibrio territorial (y consecuentemente demográfico) que ha llegado a ser el principal obstáculo estructural de nuestro país.
La odisea de todos los días
Por supuesto nadie tiene derecho a viajar como ganado. Pero es materia opinable si las dificultades del traslado desaparecerían mejorando la logística. Hay problemas gravísimos como la falta de seguridad, el mal mantenimiento de los fierros, el incumplimiento de las normas, la mugre que denigra, el amontonamiento sofocante; a eso se suma la acción de vándalos, provocadores, pungas y boludos. Imaginemos por un momento que todo eso se resuelve. Hace unas semanas se difundió una amena producción sobre el tren Expreso del Oriente, el más lujoso del mundo; si ese tren se pusiera en el conurbano, ¿desaparecerían las falencias anotadas? El drama principal, el decisivo, es otro; es el que ignoró el gobierno, la oposición y los medios en ocasión de la tragedia del Once: la absurda y carísima costumbre de millones de personas que cada día se ven obligadas porque no tienen otra alternativa a destinar en promedio cuatro de sus mejores y más productivas o para el solaz horas diurnas con el fin de trasladarse a ocupar puestos de trabajo de poca monta.
El problema del conurbano no es solo cómo se viaja sino porqué se viaja.

Expreso del Oriente tren en la India
El calvario que representa esa retahíla interminable de viajes agotadores es como la metáfora absurda de una forma de hábitat cuyo deterioro ha llegado a límites intolerables. Es la consecuencia de un centralismo que se puede representar por medio de un vector centrípeto que mide el flujo de recursos (y expectativas) que desde la periferia al centro ha venido alimentado el unitarismo porteño, sin interrupciones, a lo largo de nuestra historia. En el país el federalismo es pura hipocresía; es una formulación conveniente, de la boca para afuera, a la que se recurre asiduamente toda vez que hace falta pero que luego no tiene correlato en la práctica. Curiosamente, en las últimas décadas los más concentradores han sido los gobiernos peronistas en cualquiera de sus vertientes, y el kirchnerismo es una expresión exacerbada de esa característicai.
Este centralismo ha dado lugar a una acumulación entrópica de recursos en el área metropolitana sin ninguna capacidad de administrarlos racionalmente si es que eso fuera posible. El amontonamiento demográfico en el conurbano no solo se nutre de connacionales corridos por los bolsones de pobreza y miseria del interior; ahora también hacen su aporte los países vecinos. El 50% de las víctimas del Once eran de esa procedencia.
En suma: si en la evaluación del accidente del Once no se tienen en cuenta las razones más profundas de lo ocurrido y la necesidad de poner en marcha en algún momento el proceso de formulación de políticas de estado estratégicas -que pongan la atención en el mediano y largo plazo al tiempo que en el presente hagan lo necesario para mejorar las condiciones de los usuarios- no se va a lograr otra cosa que un poco más de lo mismo: echar un funcionario, una intervención dudosa de la justicia, comprar vagones usados, quemar algunos de ellos, hacer como que se controla el funcionamiento de los trenes, la seguridad mirando para otro lado, los comunicadores poniendo el grito en el cielo hasta que se extingue el tema … en fin, lo de estos días. Los problemas, por su parte, seguirán incólumes. Y de las víctimas, ni hablar.
Rechazo universal.
Si se hiciera una encuesta sobre la agenda nacional pocos temas mostrarían una mayor imagen negativa que la del tren bala (también llamado tren de alta velocidad, TGV, AVE, y otras denominaciones según los países). Este prodigio de la tecnología, cuya tasa de crecimiento en el mundo es altísima, pecó de inoportuno: cuando le llega su hora -ya no en la países desarrollados sino en los emergentes y hasta en alguno en vías de desarrollo- está a cargo del transporte de la nación uno de los funcionarios de este gobierno más sospechados de corrupción. Es decir, el proyecto cayó en el lugar pero no en el momento preciso.
Sin embargo, el tren bala no concita rechazo por la posibilidad de corrupción sino por otras razones. Se aduce por ejemplo que los pasajes del tren bala serán caros y no estarán al alcance de todos, cómo vamos a encarar un gasto de tamaña magnitud con lo poco que se les paga a los maestros, y los índices existentes de desocupación, pobreza, marginalidad y exclusión y además primero habría que reponer el tren en los pequeños pueblos que languidecen por culpa del levantamiento de los ramales. Cabe preguntarse si todos los países que están llevando adelante proyectos de TGV tienen estos problemas resueltos.
Turquía, Sudáfrica y Brasil ya los tienen funcionando, Uzbekistán (¡?), allá perdida en el Asia Central, está construyendo con tecnología española un tren bala que unirá Taskent con la histórica y turística ciudad de Samarcanda. México enlazará DF, Querétaro, León y Guadalajara. China está probando trenes para correr a más de 500 Km/h; ha tendido 13.000 Km de vías y piensa llegar a 16.000 en 2020; desarrolla la tecnología del maglev (levitación magnética) que Obama ha propuesto adoptar en su país. En Japón y los países europeos los TGV se deslizan raudos por las vías troncales. El ex guerrillero y candidato a presidente Marco Enríquez-Ominami imaginó unir de un tirón los extremos de Chile con el tren bala. Los proyectos ya formulados llegan a unos 120.000 km de vías para comunicar 25 países de Europa y Asia en 2025. ¿Estarán todos equivocados?
Argentina tiene:
  1. una tradición ferroviaria infrecuente,
  2. extensión territorial,
  3. Recursos tecnológicos como el manejo de la superconductividad, nuevos materiales, y el potencial desarrollo de mecanismos de generación de altas energías que son la base del maglev.
Es decir, pudiendo ser jugadores de la primera hora, por distintas razones este gobierno no ha sido capaz de actuar en consonancia con otros países emergentes del G-20 y superar las dificultades propias de proyectos de esta magnitud. Tampoco la oposición, la opinión pública o los comunicadores han logrado diferenciarse haciendo oír una voz más imaginativa; el proyecto del tren bala no fue defendido ni siquiera por los eventuales beneficiarios directos. Efectivamente, todo el planeta, incluidos territorios insulares mediante túneles, será conectado con trenes de alta velocidad en un futuro no lejanoii.
Obstáculos Epistemológicos
En 1857 hubo un enfrentamiento parlamentario en el Senado de Buenos Aires por la concesión del Ferrocarril a San Fernando (BA). La mayoría de los senadores se oponían ante el monto de la garantía estatal acordada a la empresa adjudicataria sobre un capital de 800.000 duros; les parecía excesiva para la capacidad de la Nación. Sarmiento, que defendía el proyecto, responde que la suma era exigua y que si se la pedían a un banquero de Londres este respondería: "vayan a ver al prestamista del barrio". Luego de golpear repetidamente el pupitre decuplicando la apuesta el temperamental sanjuanino dijo: "no he de morirme sin ver invertidos en los ferrocarriles en este país no digo 800.000 duros, sino 8.000.000 de duros". Cuando Sarmiento dejó la presidencia en 1874, el capital invertido en los ferrocarriles era de 40.090.354 duros. Habían logrado sortear las influencias de los poderosos lobbies de propietarios y conductores de carretas.
El caso más patético de los que se citan cuando se discute de ferrocarriles es el de los pequeños pueblos. Comparemos las siguientes fotografías.


cosecha en 1910 cosecha en 2011
Se puede ver el rol que le cupo a la incorporación de tecnología en el aumento de la productividad. Hace cien años la cosecha en una chacra movía una cierta cantidad de personas de las cercanías para hacer lo mismo que hoy hace un contratista que ni siquiera es de la zona. Cambiados progresivamente los métodos productivos, ¿quién podía dar trabajo en esos lugares a los que fueron desplazados por el progreso? La realidad demostró que la pregunta no tuvo respuesta positiva, y la gente se vio obligada a emigrar a las ciudades. El levantamiento de los ramales fue el tiro de gracia para los pequeños pueblos víctimas de un proceso de modernización que afectaba la modalidad del transporte. Ese fractal que une difusamente los intereses privados con el estado ya había comenzado a actuar aun en vida de los ferrocarriles.
Desde 1931 se comienzan a construir carreteras paralelas a las vías. El ferrocarril se veía obligado a convivir en desventaja con los nuevos intereses ligados al transporte (caucho, gasolina, asfalto, automotor, etc.) visiblemente más afines a los EEUU. Cuando Perón nacionaliza a precio de oro (y con oro: los lingotes depositados en el Banco de Inglaterra producto de la venta de corned beef durante la guerra se quedaron sin venir al país) los ferrocarriles ya no solo eran obsoletos; también habían perdido el sentido primigenio: llevar al puerto la producción agropecuaria. Así habían sido concebidos. Salvo en las líneas troncales el traslado de persona y de encomiendas no era la actividad principal; es más, a los crotos no se les cobraba pasajeiii. A medida que se incrementaba el uso del camión, las cuentas fueron dejando de cerrar para el transporte ferroviario. Los más perjudicados eran los pequeños pueblos que habían desarrollado un conmovedor y perdurable imaginario alrededor de la estación.
--o0o--
Estamos ante el inicio de una nueva fase de reconfiguración del transporte ferroviario. Ello depende de condicionamientos globales como ocurrió en todos los países del mundo en el siglo XIX ante los influjos de la modernidad. Como pasa con toda innovación inicialmente los servicios son caros y para pocos (pasó con los celulares o la computación donde la ley de Moore nos dice que cada dos años la capacidad de los equipos se duplica y el precio baja a la mitad; hoy hay celulares y computadoras en todos lados). El problema es si prima la razón populista de enrasar para abajo (una filosofía que como se fue viendo con los años no se circunscribe al peronismo) o una nueva razón de estado para el desarrollo estratégico. Dijo Gandhi una vez: la India es demasiado pobre para darse el lujo de no invertir en C&T (con los años Bangalore le dio la razón). Es una buena enseñanza para ver cómo utilizamos para el desarrollo los cuantiosos recursos que están entrando a la Argentina y que lo seguirán haciendo aun con altibajos durante muchos años como consecuencia de una situación internacional que muestra un sentido determinado.
Ing. Alberto Ford


Ringuelet, marzo de 2012

i Es cierto que para ejercer un poder concentrado hay que tener con qué y los gobiernos peronistas por razones que no cabe analizar en este trabajo parecen haberlo tenido. En el caso del kirchnerismo actúan por lo menos cuatro factores fundamentales:
a) La cultura del encierro y la desconfianza del kirchnerismo. Su expresión más encumbrada es la relación de la presidenta con el gabinete cuyo funcionamiento ha cesado. De ahí para abajo, esa modalidad funcional y estructural de aislamiento se reproduce con sus variantes o invariantes como un isomorfismo matemático. La presidenta toma sus resoluciones en soledad: la candidatura a vicepresidente de Boudou la decidió sin consultar y en contra de la opinión de su propio hijo.
b) los manejos en la coparticipación que han reducido a su mínimo expresión la autonomía de las provincias. Toda erogación se decide arbitrariamente desde una caja central.
c) la total ausencia de una política productiva federal, cerca de las materias primas, capaz de crear fuentes de trabajo en el interior que provoquen un giro virtuoso en el periscopio de las expectativas. En el caso de la maquila de Tierra del Fuego el aporte de la industria nacional se limita a las cajas y folletos de los equipos; todos los componentes vienen del extranjero. La fábrica de calzado deportivo en Las Flores (BA), plena pampa húmeda, no depende de la producción agropecuaria de la zona.
d) la política de subsidios a la oferta que aparte de generar la sospecha de prácticas corruptas cristaliza una pobreza que se ancla al territorio metropolitano.
ii A medida que aumenten su velocidad los TGV le irán mordiendo el mercado a los aviones de cabotaje. Con la tecnología existente hoy en día un viaje “puerta a puerta” Buenos Aires Salta tardaría el mismo tiempo en ambos medios. En menores distancias, por ejemplo a Mendoza o Córdoba desde Retiro, se llegaría más rápido con el TGV. El tren estaría entrando en Rosario mientras en Aeroparque estamos haciendo el check in. Y no son equivalentes las comodidades que ofrece un tren moderno con las de los habitáculos de Aerolíneas
iii Se denominaba así a los peones golondrinas que viajaban gratis en los vagones de carga por un decreto del gobernador de la provincia de Buenos Aires José Camilo Crotto que no tenía nada de croto porque provenía de una familia pudiente.

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