miércoles, 28 de noviembre de 2018


G20: emergente autopoiético de la globalización.

publicado en la revista Mercado

https://mercado.com.ar/mercado-plus/g20-la-autopoiesis-de-la-globalizacion/?fbclid=IwAR2oDcJLMyoqLMHyTg5AB2brdRag1sFdyup7D9z7iueccs7jx3YrhHx7hu0


En 2008, el G20 irrumpió como un cisne negro en Wall Street debido al colapso de la burbuja inmobiliaria que puso en vilo a toda la economía mundial. Habiendo sido creado en 1999 -como foro de cooperación y consulta entre países desarrollados y emergentes- el Grupo de los Veinte despertó de su letargo de una década, se puso la crisis de las hipotecas al hombro, y en tres meses la encaminó con medidas tan drásticas como desusadas en los países del norte. El G20 es una creación sui generis. Por su configuración, se sale de los cánones establecidos sobre las formas de ejercer el poder, en este caso al nivel global, y se define más por lo que no tiene que por lo que muestra. Veamos.
No se apoya en una estructura; es un organismo que se maneja con formatos no asimilables a lo convencional, tan alejados de lo inter-nacional como del multilateralismo. Carece de sede y autoridades permanentes: el G20 se establece cada año en un país distinto, el que estará a cargo de la presidencia pro-tempore, constituyendo una troika con el país que lo ha precedido en la función y el que lo sucederá. El anfitrión se hace cargo de organizar las actividades mientras dura su rol. No tiene programas; hace suyos, para impulsar políticas, mecanismos pertenecientes a distintos organismos multilaterales a los que subsume en la práctica. Finalmente, no toma decisiones. Solo hace recomendaciones, las que están plasmadas en las declaraciones finales de cada cumbre anual de los líderes… pero tampoco esas recomendaciones son de aplicación obligatoria.

¿Qué poderes posee entonces el G20 –presidido por la Argentina durante 2018- para que su influencia en la escena global (aunque difusa no por ello menos determinante) sea tan eficaz? ¿Cómo se explica que en tan pocos años se haya ubicado cómodamente en la cúspide del poder mundial?

Configurar un marco teórico no puede ser una labor individual ni se hace de la noche a la mañana. Sí es necesario comenzar con un conjunto pertinente de observaciones con vistas a un encuadre conceptual de la problemática. Ahora bien. Si me propusiera buscar una aproximación de los porqués del fenómeno, me orientaría preliminarmente por el lado de la autopoiesis.

La noción de autopoiesis proviene de una resignificación operada en el ámbito de la biología. Fue el chileno Maturana el que la promovió, y su difusión traspasó los límites de dicha ciencia para incursionar en terrenos de las disciplinas sociales. Así, tiempo después, el sociólogo alemán Luhman la utilizó para sus desarrollos teóricos. Se dice que fue uno de los encuentros transdisciplinarios, entre ciencias duras y blandas, más fructíferos del siglo pasado.

La clave del enfoque es que ha permitido el abordaje cognitivo del fenómeno social desde el acto mismo de su aparición. Así, observador y observado quedan, por consiguiente, integrados en el proceso creativo del conocimiento. 

La teoría dice que las propiedades que caracterizan el fenómeno autopoiético, referido al estudio de la célula, el lugar donde por primera vez se identificó, son por lo menos cinco: autonomía, emergencia, clausura operativa, auto construcción de estructuras y reproducción. La primera propiedad nos dice que la célula ya no es un componente constituido sólo de átomos o moléculas, sino una forma específica de combinación de dichos componentes. Por la segunda, las células dependen, en su operación, de la forma en que están organizadas y de cómo esta organización se lleva a cabo. Con respecto a la tercera, un conjunto autopoiético es un sistema cuya operación es cerrada -siempre debe volver sobre sí mismo- mientras que sus componentes son producidos al interior de un proceso recursivo que transcurre dentro de una retícula clausurada (autorreferencia). Por la cuarta se dice que dado que la operación de la célula está clausurada, no puede importar estructuras: ella misma debe construirlas. No existe una intervención causal del entorno en el sistema sin que el mismo sistema la provoque; todo cambio de estructuras -trátese de procesos de adaptación o de rechazo- es, en última instancia, autoinducido. Por último, autopoiesis significa determinación del estado siguiente del sistema a partir de la estructuración anterior a la que llegó la operación. Para wiki “autopoiesis es un neologismo que designa la cualidad de un sistema capaz de reproducirse y mantenerse por sí mismo”.

Haciendo un traslado al terreno de la interpretación del fenómeno G20, vemos lo siguiente.

·        *El G20 no es una organización constituida solo por la suma de líderes sino que estos se atienen a una forma de funcionamiento que los integra y potencia.
·       *Su operación depende de la forma en que está organizado y, por la proveniencia de sus componentes, genera su propio entorno con el que establece una relación de interdependencia.
·       *Su dinámica es autónoma y su funcionamiento recursivo y autorreferente. Siempre vuelve sobre sí mismo y no tiene instancia exterior en quien legitimarse. Genera sus propios contenidos.
·       *El G20 no es una estructura; es un espacio funcional de convergencia consensual. Así, el concepto de autoconstrucción, deberá entenderse como producción de dinámicas propias, mediante operaciones ad-hoc. No existe una intervención causal del entorno sobre el sistema en tanto el mismo sistema no la provoque: todo cambio interactivo es, en última instancia, autoinducido.
·       *El funcionamiento del G20 implica una continuidad que se expresa en la propia evolución de la realidad, a la que influencia, cuyos feedbacks son a su vez el motor de su dinamismo.

Una de las claves para entender la existencia y el funcionamiento del Grupo de los Veinte, es que actúa en el ámbito de lo global; esta disquisición sirve muy especialmente aunque no solo para la economía y la producción. Entre China y EEUU puede haber conflictos por una botella de bourbon, una Harley Davidson o un rollo de acero, pero nunca sobre un bien o servicio que forme parte de las cadenas de valor transnacionalizadas, ámbito en el que tiene lugar el grueso de la actividad comercial. Eso se ve claramente, leyendo las declaraciones finales de las 12 cumbres habidas hasta ahora. Todo lo bilateral, que es donde habitualmente se pone el foco, forma parte del pasilleo, lo cual es obvio que ocurra desde el momento en que todos los líderes del mundo conviven durante un par de días en la intimidad y con la laxitud con que se desenvuelven las cumbres. Pero nada de esas negociaciones constituyen la esencia del G20 aunque tengan lugar en paralelo.

En algún momento, sea desde la autopoiesis u otra referencia, la ciencia política y la academia en general deberán ir bocetando ideas sobre este fenómeno que como se ve no cuadra dentro de lo establecido, su existencia no parece ser efímera ni su eficacia despreciable. En su evolución, también la comunicación pública podrá abordar los problemas esenciales del mundo por encima de los paradigmas inter-nacional y endo-céntrico. El problema es quien gira, si el sol o la tierra.  Se impone ubicar la imaginación en un espacio desde el cual hoy en día se generan las líneas motrices que prefiguran más que conducen los fenómenos de la globalización. Es un desafío estimulante desde el propio punto de partida.


 Ing. Alberto Ford. albertoford42@yahoo.com.ar. Noviembre, 2018

lunes, 8 de octubre de 2018


Lo esencial…

Crisis en chino significa peligro y oportunidad. En nuestro país ha dominado la primera de las acepciones. El que se quema con leche cuando ve la vaca llora. Atentos a la historia, los argentinos temblamos cuando pasan las cosas de estos días. Sin embargo, por primera vez, es el segundo de los términos el más promisorio. Cibernética viene del griego kubernesis que denota comando. El gobierno, ha asumida la crisis como propia aunque sus raíces se pierdan en el tiempo. Y la está manejando sin peligro de la estabilidad política ¿Por qué la crisis es una oportunidad?
. No se busca el atajo. La crisis es tomada como tal y se buscan soluciones de fondo
. Hay procesos de transparencia que afectan a corporaciones que asfixian a la sociedad
. Están en marcha obras de infraestructura de conectividad con implicancias territoriales estratégicas
. La discusión y el compromiso de todo el arco sobre el presupuesto no tienen antecedentes
. Se avecinan cambios sorpresivos en el sistema político

Los del Club del Helicóptero siguen esperando. La crisis –ya una de las más grandes de nuestra historia - ha sido asumida como propia por Cambiemos, aunque en realidad el problema viene de más lejos. El devenir económico y social argentino es una larga ristra de este tipo de conflictos recurrentes, sobre lao que hemos adquirido una vasta experiencia; cualquier gobierno sabe cómo superarlos al toque; solo se trata de tener condiciones externas favorables -como en el caso del último gobierno peronista- o por otros medios, por ejemplo, poniendo a andar la impresora de billetes. En cualquier caso, ¡pum!, una explosión de consumo y otra vez, como por arte de magia, desaparecen las preocupaciones… hasta que se desata la próxima crisis. Es la saga de la decadencia argentina de los últimos 80 años.

La sorpresa en el Club es que, a diferencia de otras veces, un gobierno no peronista sigue en pie, navegando en la tormenta, y con un apoyo internacional nunca visto. Ese condimento tal vez sea uno de los secretos: el componente externo de la legitimidad que, en épocas de tiempo real, se expresa de una manera más eficaz y efectiva. Así, hace unas semanas, cuando el oleaje comenzaba a arreciar, Macri recibió, simultáneamente, la llamada telefónica de los máximos líderes mundiales. ¿Es ese un tema menor, como para que pueda quedar afuera -o mencionado como al pasar- en los análisis de la estabilidad política de Cambiemos?

Ese apoyo externo, más un aval local, en parte desconcertado pero que sigue siendo decisivo, es lo que le da a la gestión de Cambiemos una tonalidad inédita. Mientras controla el timón lo mejor posible, suceden cosas que no son circunstanciales en dos dimensiones: la transparencia y la conectividad. En ambos casos, las ocurrencias, algunas francamente sorprendentes, no podrían imaginarse al margen del clima generado con la derrota del peronismo. Sin el abordaje de esas dos cuestiones estratégicas, carecería de sustento duradero cualquier tipo de políticas que se puedan encarar en otras áreas –la energía, la pobreza, la educación y el cambio de paradigma socioeconómico- cuyas soluciones distan de ser flash. Veamos.

Esperando su nombre

Lava Jato en Brasil, el precursor Mani Pulite en Italia[i], en la Argentina los cuadernos Gloria han desatado un vendaval cuya trascendencia aún es imposible medir. Ya, desde hace diez años, esas acciones reconstituyentes de tejidos socio económicos nacionales necrosados, forman parte de una gigantesca movida global influenciada por el G20. Aunque la magnitud del latrocinio ejecutado por los peronistas es inédita, por cierto la corrupción vernácula viene de más lejos. Sería necesario remontarse al contrabando en tiempos de la colonia, o al préstamo de la Baring Brothers, por tomar algunos casos emblemáticos. Al respecto, hay un antecedente tan curioso como poco difundido. Sarmiento, a quien no le faltaba chispa, acuñó el neologismo “atalivar” como sinónimo de corrupción. Se refería nada menos que a Ataliva Roca, hermano del general, que tuvo una destacada actuación pública por aquellos años. Los ejemplos se fueron sucediendo, cada vez con mayor dramatismo, en la misma medida en que los fracasos argentinos, en cuanto a proyectos de país, adquirieron el sentido de la irreversibilidad.

Sin embargo, el tema de la transparencia tiene con Cambiemos una característica singular, casi revolucionaria: se está atacando la estructura corporativa de la sociedad argentina, que es la verdadera configuración desde donde nace y crece la corrupción. Lo que está bajo la lupa ya no son casos aislados; es la actuación de importantes sectores de poder, a todos los niveles, cuyas acciones ilegales no eran un secreto, pero nunca, como subsistemas sociales, habían sido tocados. Y la cosa no parece detenerse[ii].

Peaje porteño

Desde que comenzó a perder importancia el Virreinato del Perú y, al mismo tiempo, privilegiarse el Rio de la Plata para el comercio de la corona española, Buenos Aires se fue constituyendo en el receptor de toda la movida geopolítica del subcontinente. Así, la concentración territorial implicada fue deviniendo en amontonamiento demográfico hasta llegar a lo que es hoy el conurbano bonaerense.

El desequilibrio territorial y poblacional es y fue siempre el principal problema estructural de la República Argentina. De esta afirmación no hay dudas en tanto se aplique un marco teórico basado en las ideas de la dinámica de los sistemas acuñadas por Jay Forrester[iii]. Lamentablemente no es lo que pasa. Todavía se siguen tomando medidas con la esperanza de arreglar el Conurbano (cuando no con fines clientelares) como si se lo intentara en el Titanic momentos antes del choque. Esto no quiere que no haya que asistir con paliativos para darle a la gente lo que la gente necesita y quiere. Pero un desarrollo de nuestro país implica, insoslayablemente, un federalismo productivo que dé oportunidades de progreso a las familias más pobres, para que no haya emigración o, en el mejor de los casos, haya vuelta y re arraigo. Una tal política necesita de una infraestructura de conectividad en red, que supere el radio centrismo informativo-comunicacional que se fue generando desde la colonia, consolidándose con el modelo agroexportador, y que el peronismo cristalizó. Y eso Cambiemos lo está haciendo, a la vista de todos, sin que los logros (algunos impresionantes) sean correctamente ponderados.

Todo un símbolo. Se podrá pasar por Buenos Aires, por primera vez, sin pagar peaje. El Paseo del Bajo y el RER permitirán atravesar la Reina del Plata (urbe querida de porte global) sin la obligación de bajar. La conexión de las autopistas Illia y Balbín, y de toda las líneas ferroviarias debajo del Obelisco, lo hacen posible. Hace falta perspectiva histórica para valorar la importancia estratégica y simbólica de tales obras que, por otra parte, no están solas. La construcción de una red de trama y urdimbre, como si fuera una manta en lugar de un embudo, se expresa en diversos proyectos. El más grande, el Plan Belgrano, conectará las provincias del Norte entre sí y les dará salida al Asia Pacífico. El tren de Vaca Muerta a Bahía Blanca, que es una expresión de la trama, ya es una realidad. Se construyen rutas y autopistas en la PBA que no llegan hasta Buenos Aires. Se ven obras de infraestructura en todo el país que, miradas bajo esta lupa, tienden claramente a la desconcentración geográfica. Y la más resonante por su carácter estratégico: las low cost. Ya no será necesario pasar por Aeroparque para volar de Corrientes a Tucumán. En todo caso, las obras comprometidas se llevarán a cabo anunció el ministro del área desde Nueva York.[iv]

El tren se ha puesto en marcha

Para superar la decadencia en nuestro país hace falta un giro copernicano. No hay sector de la vida de la sociedad donde no se registren atrasos. Justamente, estas falencias se hacen patentes cuando las comparamos con la situación de otros lugares no solo del mundo sino incluso endógenas. Ahí están, para certificar lo dicho, las empresas unicornio (valen más de U$S 1000 millones), cuya convivencia con otras de las que pululan en las cámaras empresarias en la búsqueda de prebendas para operar en mercados cerrados, se hace patética. Ya hay con el gobierno de Cambiemos signos de reactivación en las economías del interior, que están necesitando trabajadores para poner en marcha un concepto federal de producción, sobre todo mirando a los potenciales mercados asiáticos.

Por su parte, en la educación se comienzan a dar pasos con respecto al bilingüismo y mejoras en la enseñanza de la lengua y la matemática. Lamentablemente se choca con gremios imbuidos de concepciones arcaicas, incapaces de entender que el principal actor del sistema educativo es el alumno, alrededor del cual se debe construir una dinámica que forme y premie a buenos docentes para que puedan desarrollar su actividad en edificios convenientemente acondicionados.

Sin embargo, el proceso de cambio más significativo se comienza a dar en el imaginario social donde conviven las ideas que inspiran el accionar de los individuos. Una serie de factores están poniendo en tela de juicio cuestiones establecidas. ¿Cuántas cosas comenzarán a ser distintas a partir de la evidencia de un fracaso estructural como el que ha explotado a partir de la derrota del peronismo? Veamos algunas: estado empleador; aislamiento nacional; mercado cerrado; proteccionismo; sustitución de importaciones; corporaciones prebendarias; exacción agraria; regulaciones por doquier; renuencia a la innovación; transporte irracional; gremialismo mafioso; justicia cómplice; desequilibrios territoriales; concentración poblacional; federalismo retórico; y un largo etcétera. Sin duda, por más disímiles que sean estas variables, hay invariantes que permiten ver la repetición de patrones conceptuales que, aunque se puedan identificar distintas escuelas ideológicas, no dejan de configurar un sistema. La receta del nacionalismo burgués en cualquiera de sus expresiones llegó a contener cada uno de los ingredientes anotados.

 Al igual que ocurrió con las tres anteriores, la actual revolución industria (4.0) está rediseñando el mapa socioeconómico a nivel global. Las manifestaciones de ese tipo de cambios epocales se comienzan a sentir en la realidad de cada uno de los países, de acuerdo a su grado relativo de desarrollo. Al respecto es interesante reparar en la siguiente observación hecha por un analista. “La revolución industrial 4.0 se diferencia de las anteriores en cuanto a la concentración de la riqueza y el predominio de la burguesía, incluso en el poder político[v]. El nacionalismo burgués tiene dos componentes definidos. Uno de ellos, el “nacionalista”, está puesto en la mira -más allá de las unanimidades que su puedan alcanzar en cuestionamientos tan genéricos- en los sectores más avanzados de la sociedad, proclives a la construcción de una Argentina global. El otro, el de la burguesía como factor de poder, no ha sido considerado tradicionalmente al margen del bastardeo conceptual característico de los enfoques esquemáticos de la izquierda. No es fácil el desafío. Si toda larga marcha comienza por un pequeño paso, todo cuestionamiento sistémico despunta en los meristemas que anticipan el cambio de paradigma. Puede que sea oportuno irse preguntando sobre el grado de complejidad que conlleva la crisis que estamos sufriendo los argentinos; cuán cerca del hueso se está hincando el cuchillo.

Cuál es la salida

Un viajero pasa frente a un castillo en el que se ven unas ovejitas pastando sobre un paño de césped muy parejo y de un verde intenso, de esos que solo se ven en el norte de Europa. Intrigado, le pregunta al jardinero cómo se puede lograr tanta perfección.
-Es muy sencillo, regamos cuando no llueve y cada 15 días largamos los animales”. 
-  ¿Pero solo con eso alcanza?
- Si, nada más -contesta el jardinero-; eso sí, lo venimos haciendo con regularidad desde hace 300 años”

El planteo de cualquier proyecto debe tener en cuenta por lo menos dos variables: las relaciones de poder que juegan para ponerlo en movimiento y el tiempo que demandará lograr las soluciones.
Un escenario de país deseable, como hemos dicho, debe partir de un enfoque territorial. No hay soluciones sustentables, si no se dan sobre un hábitat equilibrado y comunicado en red. Todo lo demás es palabrerío, ignorancia, o especulaciones de manejo clientelar. El federalismo productivo que se debe poner en marcha implica una relación de fuerzas que refleje, en forma duradera, una voluntad mayoritaria para una distribución en red de las facilidades al alcance de la población. Por cierto una condición muy difícil –o imposible- dada la situación actual de predominio porteño cristalizado desde hace siglos. Es donde actuarán –al igual que en el pasado con otros cambios de estructura que han sacudido a la sociedad argentina - los influjos globales que tiendan francamente a la reconfiguración reticular de los flujos informativo comunicacionales. Y a ese objetivo hay que sumarle unas cuantas décadas para el logro de resultados tangibles y convincentes. Pero el proceso se ha puesto en marcha. En mucho depende del presupuesto nacional y la asignación de recursos para obras de infraestructura de conectividad. Un país en el que se incentiven políticas estatales donde corresponda, de acuerdo a un plan estratégico, para la creación de puestos de trabajo privados, construcción de viviendas, facilidades de salud, educación y seguridad. Obviamente, la cuestión política es la locomotora para mover el tren de la historia argentina.

Situación política

El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha sucedido. W. Churchill

No hay nada más pasajero que este tipo de crisis recurrente, no así los cuestionamientos implicados cuando se quiere actuar en serio; la diferencia de la presente con las anteriores, es que, en el ambiente creado con el triunfo de Cambiemos, se están destapando ollas que habitualmente permanecían cerradas. La magnitud de las revelaciones, sin antecedentes, obrará para que el optimismo que se genere en sectores determinantes de la sociedad, sea mayor que el desconcierto que provocan las dificultades actuales. Esa confrontación de sentidos opuestos es la que condicionará los resultados electorales el año que viene. En ese contexto Cambiemos no sufre problemas insolubles, a diferencia del peronismo que sí los tiene, como se ve en una lectura objetiva de sus desventuras en curso.

Desde hace ya unos años vengo vislumbrando, por cierto en soledad, la muerte del peronismo. La conjetura estaría más justificada en la actualidad por la dispersión sin vistas de aglutinamiento que sufren por varias razones, entre ellas la permanencia desacostumbrada en el llano, y ahora ya no la sospecha sino la evidencia de una corrupción que, en la realidad, ha sido inherente al peronismo desde su nacimiento. El problema del peronismo, es otro, y no tiene solución. El movimiento creado por Perón fue funcional desde su inicio -como un traje a medida- a la consolidación del movimiento nacionalista burgués que se puso en marcha, con perfiles más nítidos, en la década del treinta. Por cierto el peronismo no ha sido la excepción en esos largos años de decadencia, pero su prédica (salvo en la gestión menemista aunque no en los aspectos sustanciales referidos a la estructura económica social que no fue tocada) no ha tenido contradicciones. El peronismo no sabe hacer otra cosa. La gente más lúcida de ese movimiento lo ha dejado. La pregunta es cómo se reconfigura el sistema político argentino siendo que los peronistas, todos unidos, todavía siguen siendo la primera minoría.

Tomamos dos nociones de las ciencias duras y las hacemos vulgatas: salto cuántico y mitosis[vi]. La primera para diferenciar de grieta, tan difundida en los últimos tiempos. Con el triunfo de Cambiemos se ha producido un salto cuántico. El primero y único ocurrió luego de Caseros, en 1852, cuando la derrota de los rosistas los hizo desaparecer de la historia. La grieta, por el contrario, se da en un plano y presupone alternancia. Fue lo que ocurrió con la Revolución Libertadora en 1955. El peronismo fue derrotado pero retornó. No es el caso de la derrota actual. ¿Cómo se está metabolizando? 

Hoy el peronismo es CFK (quién lo duda salvo Clarín que miente, ja). Lo demás son flecos desprendidos de un tejido que ya cumplió su vida útil. Empero, CFK es residual y está ubicada en el nivel cuántico inferior; no puede ascender aunque tampoco lo quiere. El resto está disperso. Esta dispersión preludia la frustración que les espera el año que viene, la que se irá prolongando en el tiempo en su descomposición creciente. En ese devenir, las divisiones se irán cristalizando para certificar la imposibilidad de la recuperación.

Los peronistas que se avergüenzan de CFK, se irán acumulando en un espacio progre pero que no podrán comandar. No tienen figuras que resistan un carpetazo. Y aquí la novedad: ese espacio progre (o como se lo quiera denominar), irá surgiendo (en realidad ya lo está haciendo) de una mitosis de Cambiemos. Es el mismo espacio, surgido de la derrota del peronismo, el que les dará lugar a los peronistas dispersos para que se congreguen junto a otras fuerzas que no han tenido nada que ver con ellos.

Por el lado de Cambiemos, aunque serán menos conflictivas, no quiere decir que las alternancias no deparen sorpresas. En primer lugar Macri: es altamente improbable su reelección. El capital político que le resta se irá gastando en administrar la crisis hasta el final de su mandato. Ya es Carlos Pellegrini. La ventaja que tiene sobre CFK no es tanta ni tampoco es esperable una ampliación de la misma, a medida que la economía comience a recuperarse, recién entrado el año que viene, como reconoce el propio gobierno. De ser así, su lugar, obviamente puede ser ocupado por una sola figura excluyente aunque en la fórmula se expresaría el mayor equilibrio que va mostrando la coalición. Si se da un cambio de figuras como el imaginado, la gestión del próximo gobierno no puede quedar al margen de las nuevas influencias exógenas. ¿La vuelta a una especie de populismo (¡se aplica en circunstancias tan disímiles!), pero de tono global, en línea con la prédica de Francisco? Si fuera así, la nueva administración se sustentaría en una base social algo distinta. Por su parte, en la PBA no habrá cambios en cuanto a las fuerzas que compondrán la fórmula; puede haberlas en el orden.

La ciudad de Buenos Aires es una incógnita. Y la figura de Lousteau es clave para imaginar escenarios probables. Afiliado a la UCR, y por eso formalmente integrante de Cambiemos, a pesar de haber enfrentado con éxito las posiciones del PRO, éste, hasta ahora, ha devenido en un obstáculo insalvable (¿o un pretexto?) para su integración a la coalición. En suma, una situación dilemática llena de aparentes contradicciones. Puede pasar lo siguiente. Que de una u otra manera, se produzca en alguna instancia un enfrenamiento como el de diciembre de 2014. Fue cuando Lousteau, junto a los partidos Coalición Cívica ARI, Partido Socialista Auténtico, Partido Socialista, Unión Cívica Radical y Confianza Pública, encabezó un frente electoral que, luego de diversas peripecias, se enfrentó al PRO con resultado parejo. Pasados unos años, la evolución de los acontecimientos, y sobre todo la crisis del peronismo, puede introducir modificaciones según las siguientes variables todas con referencia al diputado de los rulos:

1)      Las posiciones podríamos decir no carentes de ambigüedad con respecto al gobierno y al PRO,
2)      la misma actitud con respecto al peronismo como se nota ostensiblemente en los últimos días,
3)      el antimacrismo creciente de sectores afines al peronismo que puedan aumentar, por oposición, las simpatías hacia su figura,
4)      Las posturas coincidentes de la UCR en la ciudad de Buenos Aires críticas con respecto al gobierno y al PRO.

Ese cóctel de sentidos contrapuestos puede dar lugar a la aparición de un cisne negro (oxímoron, el anuncio le hace perder el carácter de inesperado): que, en el marco del proceso electoral porteño, por mitosis se generen condiciones para la constitución de la fuerza que hemos denominado progresista en el nivel cuántico superior abierto por Cambiemos (obviamente sin las presentes hegemonías), pero en confrontación y complementariedad.


Ing. Alberto Ford
La Plata, octubre de 2018









[i] En realidad, el inicio de estos correctivos en los máximos niveles del poder, se dio en Holanda, en los setenta, cuando se hicieron públicos los manejos sucios del abuelo político de Máxima, el Príncipe Bernardo, tan seductor como coimero, con el affaire de los aviones de la Lockheed.
[ii] Cerrando este trabajo, se publica hoy una nota sobre uno de los casos de opacidad corporativa más dramáticos de la historia argentina sino el que más por sus implicancias, el de los laboratorios medicinales (ver: Olivera Francisco, “Se corta la cuerda con los laboratorios”, La Nación, pág. 37, 18 10 06). Ya era público el contencioso pero ahí se da la información con mayor detalle. El gobierno de Cambiemos viene manteniendo ásperas negociaciones con los laboratorios por la provisión de medicamentos al Pami. Las mismas son llevadas por Lopetegui (con el celoso asesoramiento de Mario Quintana, un especialista en el tema por ser el creador de Farmacity, de quien Carrió ha dicho que era “la persona más inteligente del gobierno” hasta su salida del gobierno, lo que no estaría al margen de este conflicto). En lo que se dice ha sido un verdadero intento de golpe de estado, los laboratorios nacionales, nucleados en Cilfa y Cooperala, amenazaran con dejar sin remedios al PAMI, que consume el 40% de los medicamentos del país. Haciendo uso de una facultad estatuida, las dos cámaras propusieron en forma unilateral romper el contrato que formalizaba las relaciones con el Pami, y que parece no les resultaban tan favorables como en otros tiempos. Mostrando una hábil capacidad negociadora, el gobierno de Cambiemos acepto la ruptura, y a partir de ahora el PAMI acordará con las empresas individualmente, terminando con los manejos corporativos (los c.). Al respecto se puede ampliar: 1) ningún laboratorio sintetiza las moléculas (genéricos) que comercializa, las que son importadas prácticamente sin excepción, 2) es muy grande la variación de los precios de las distintas marcas por un mismo medicamento, 3) los médicos (en su gran mayoría, conozco excepciones) son cómplices de esos manejos sucios por medio del Ana Ana (ver en wiki una nota sobre esta práctica tan difundida como discreta, en la que se dice fue una de las razones, por su oposición y los problemas insolubles que le causaron a su Fundación, del suicidio de René Favaloro). Por cierto en gran parte esta expresión de la corrupción corporativa había sido sacralizada por los peronistas (Alderete 1997, y la laxitud frente a la aplicación de la ley de Ginés González García por la que los médicos deben recetar el genérico, que ahora, con Cambiemos, se retoma)
[iii] La Dinámica de Sistemas nace en los años 60 con el libro “Industrial Dynamics” de Forrester, continúa en los 70 con importantes libros como “Urban Dynamics”, y se consolida definitivamente con el informe del Club de Roma sobre los “Límites del Crecimiento” de Meadows. Hoy el planeamiento global –por ejemplo, megaproyectos como la Ruta de la Seda, una expresión “de pe a pa” emergente de la existencia del G20- se formulan aplicando estos principios y no privilegiando los intereses “nacionales” de China (que obviamente saca su tajada) ni de la multitud de países involucrados en todos los continentes.                           
[iv] El ministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich, aseguró que los principales bancos del mundo confirmaron su intención de participar en el fideicomiso que hará de instrumento financiero para el inicio de la primera etapa de Red de Autopistas y Rutas Seguras mediante el programa de Participación Público Privada (PPP), otro patrocinio del G20. El ministro estuvo reunido en EEUU con las máximas autoridades de Citibank, Banco Itaú, Goldman Sachs, JP Morgan, Deutsche Bank, con la compañía suiza de servicios financieros UBS, el Banco Mundial, el BID y otros organismos financieros. El Día, 7/10/18
[v] Castro J., Clarín económico, pág. 18, 30/09/18 (subr. AF)
[vi] La primera hace alusión a dos espacios paralelos que se influencian pero no se tocan. Los elementos que los pueblan pueden saltar de uno a otro, según que se ascienda o se descienda en una dimensión témporo espacial. La mitosis es cuando se divide una célula en dos.

martes, 12 de junio de 2018


16 11 09 TRUMP EL DÍA DE SU ELECCIÓN

Ayer, el día antes de la elección en EEUU, le dije a mi compañero de oficina: “No me cierra que gane Clinton”. Acostumbrado al juego, fui más a fondo: “Trump debe ganar”. No dije “va a ganar” o “quiero que gane”. Carezco de una bola de cristal… y mis gustos van por otro lado. La aseveración sobre el determinismo era tributaria de una lógica. Si ganan los demócratas, pensé, es más de lo mismo. Lo de Trump es otra cosa que trataré de sintetizar.
El inicio de esta historia está en los acuerdos con China de la década de los setenta. Sin duda, la operación logística más grande de la historia. Sectores enteros de la producción de EEUU (vestimenta, herramientas, juguetes, etc.) fueron trasplantados a Oriente en la búsqueda de mano de obra barata. El problema fue para millones de trabajadores norteamericanos. Perdieron sus fuentes de trabajo que no pudieron ser suplantadas por empleos de menor calidad y remuneración en el área de los servicios. Son la clientela de Trump.
EEUU fue el país más favorecido y el más perjudicado con el avance de la globalización. La diferencia es que los ganadores se transnacionalizaron. Las empresas americanas conservaron la denominación de origen pero levantaron vuelo hacia el exterior. Es un amplio sistema de pertenencias que se ubica en las costas, este y oeste. Son los que perdieron con Hillary. Pero sus posiciones no se verán afectadas. La crisis se estacionó en el centro del territorio. Son los que ahora asomaron y le dieron la victoria a Trump.
Mi duda estaba en quien ganaba; las encuestas daban parejo. Lo que parecía una determinación era la plataforma de Trump. Fuera que él la llevara a cabo, sin traicionar, o Hillary se diera vuelta como Menem (aunque improbable no se podía dejar de considerar). Esa plataforma tiene tres pivotes: la inmigración, las tasas de la FED, y la matriz productiva. Cada uno con un tratamiento diferenciado.
Empecemos por el más previsible: las tasas. Inciden sobre el sistema financiero mundial (entre otras implicancias, regulan  las corrientes de inversión que esperamos en nuestro país). Hay dos datos insoslayables. El primero es que la FED es independiente del ejecutivo de EEUU. Y como en ese país se respetan las instituciones, por más promesas con intención de cumplir que se hayan hecho en la campaña (los ahorros de la clase media están implicados), no son esperables variaciones sustantivas. El segundo es más decisivo. El G20. La liquidez mundial (en billones) va a ser crecientemente “inducida” a inversiones al interior de los países, con tres pasos: bonos, infraestructura y producción. Los factores ya están el escenario. Los “panamá papers” blanquean a ahorristas, evasores y ladrones que deberán volver a casa. En nuestro país (sumando lo de los colchones) esos recursos ya están en la compra de instrumentos financieros que han aumentado abruptamente las reservas. El segundo, es la infraestructura. El PPP (public private pertnership) está en vías de rápida aprobación. Trump también tiene en carpeta su Plan Belgrano.
Los inmigrantes. En forma creciente, las migraciones son una moneda de dos caras. La más obvia, mano de obra barata; menos, los migrantes como factores de modernización cuando se repatrían. El caso de Turquía con Alemania, funciona así. Son canales de comunicación donde circulan diversos flujos, no tanto personas en un solo sentido como lo fue hace muchos años.
“Vamos a producir el iPhone en los Estados Unidos”, dijo Trump en campaña. Todo un símbolo. Y va a ser así. China va a tener que aumentar los sueldos y activar su mercado interno (nuevamente el G20). Dejará de ser el destino obligado de las empresas que quieren producir barato para vender caro (La muñeca Barbie es puesta en el puerto chino a menos de U$S 1 y se vende en EEUU a U$S 10. La diferencia de U$S 9 queda en alta mar para las traders y en tierra para el comercio minorista americano). EEUU se va a reindustrializar poniendo el acento en lo nacional. Se van a volver a fabricar puertas y ventanas, camisas y remeras, martillos y tenazas (no hay que descartar que Bill Gates arme algunos proyectos en esos rubros).
Ahora saldremos de la lógica sistémica para internarnos en la futurología. La plena globalización que comenzó con la caída del muro del Berlín (un 9 de noviembre), y se despliega con la victoria de Trump (un 9 de noviembre), tiene una etapa previa que son las macrorregiones: Sahel, Eurasia, Cuenca del Mar Negro, Europa, sudeste asiático, etc. Todas ellas conviviendo con decenas de otras configuraciones. Eso va a implicar ciertos grados de “encierro” (siempre dejando de lado la parte globalizada de la economía que anda cerca del 70%). Eso implica abordajes coordinados a nivel global, como por ejemplo la conectividad de las infraestructuras. EEUU y Argentina tiene características comunes que pueden dar lugar a acciones compartidas con vistas a la modernización del hemisferio americano. Claro, son cosas que se ponen en marcha con la vista en muchos años pero empiezan por anuncios, en general intimidatorios como la cuestión de los inmigrantes. Otro aspecto es la lucha contra la pobreza y la creación de trabajo de calidad. La acción del papa Francisco está claramente enfilada en ese andarivel.
La Estatua de la Libertad no se va a caer, ni Curry va a dejar de hacer varios triples por partido. “No los voy a decepcionar” dijo Trump (cualquier parecido). Pero en este caso será así. Argentina se irá viendo favorecida en forma creciente con el comercio con EEUU. Es cierto que partimos muy de abajo: ni limones nos compraban los amigos. En fin, veremos.

jueves, 7 de junio de 2018


Como era entonces

Se atenúa la situación de crisis vivida en los últimos días en nuestro país, cuyos efectos se han manifestado -y lo harán con mayor intensidad luego del mundial- más en el ámbito de la política que con relación a las variables socioeconómicas. Los cambios van a tener múltiples expresiones pero, de ninguna manera, es esperable un desborde de los acontecimientos. Continuará el gradualismo como modo de ejercer la gestión, tanto frente a los efectos deletéreos de la herencia recibida (que se manifestarán durante mucho tiempo y que no son solo responsabilidad del peronismo) como en la construcción de una Argentina global, lo que tardará años y décadas, ojalá algunos menos que los que demandó la instalación y desarrollo del primero ciclo largo de crecimiento a partir de 1862.

Parecía que se caía el obelisco, tal la conmoción que estuvimos viviendo en los últimos días, pero ese monumento símbolo de la porteñidad sigue en su lugar. La crisis que ocupó la preocupación de tantos argentinos tuvo más impacto en el imaginario social que en las variables socioeconómicas. Y es razonable. La Argentina no gana para sustos; vivió a los saltos en los últimos ochenta años. A lo largo de los cuales, es pertinente reconocerlo, el peronismo ha jugado un papel protagónico.

Ninguna crisis desata procesos. Puede afectarlos de distinta forma, retardarlos, acelerarlos, pero no generarlos. El sentido de los acontecimientos, siempre es debido a causas más profundas que anteceden o sobreviven a los momentos de convulsiones, ya sean aparentes o reales.

En estos días las variables y los indicadores no están quietos pero tampoco descontrolados. La realidad económica y política, se ha visto sacudida hasta la conmoción… pero con toda seguridad se restablecerá en los próximos días según el curso que venía trayendo. Sobre todo que viene la copa del mundo. Ni hablar si los resultados son los que deseamos todos los argentinos. Luego de ese paréntesis, lo dominante será la apertura del proceso electoral.

Primero mirar hacia afuera. Comencemos con lo más importante: la deuda externa y la disponibilidad de recursos hasta el final del mandato de Cambiemos. Hemos visto en otro trabajo[i] que el %/PBI de la deuda argentina es menor al de los países vecinos (solo es superado apenas por Brasil). Por su parte los países desarrollados poseen coeficientes mucho mayores[ii]. Tampoco la situación de nuestro país es crítica en materia financiera.  En primer lugar, están los recursos provenientes de la exportación de granos producto de una cosecha que ya se estima excepcional. En segundo lugar, el préstamos de uso eventual que se está por negociar con el FMI en los próximos días [a pesar de ello ya aparecieron en la calle carteles (post-verdades, la opinión por encima de los hechos) para “no pagar la deuda”]. Sumadas, una y otra fuente, garantizan liquidez de las cuentas públicas hasta donde alcanza la vista. No menos importante, es la repatriación, sin prisa pero sin pausa, de los ingentes depósitos off shore que los ahorristas argentinos irán trayendo en una dialógica conflictiva entre el interés y la desconfianza. Esos recursos hacen un recorrido con paradas en letras, plazos fijos, acciones pero, en forma creciente, irán desembocando en los PPP. Otra dimensión de las relaciones externas, es la balanza comercial. Notoriamente deficitaria, se diferencia de la última gestión peronista: las compras son predominantemente bienes de capital que pueden hacer más competitiva a la industria nacional.

Internamente, el déficit fiscal. Más lentamente de lo que podríamos desear, el déficit se va reduciendo. Argentina bajó en plena crisis su meta de déficit fiscal para 2018 al 2,7% del PIB desde el 3,2% previsto. Comparativamente, vemos el %/PBI de déficit de algunos países: España 9,4, Grecia 9,4, Francia 5,2, Irlanda 13,4, Reino Unido 8,3, Brasil 8,2, Uruguay 3,7, Chile 2, etc. No es que mal de muchos, consuelo de tontos, pero es bueno saber dónde uno está parado.
  
El desbalance que tanto preocupa a los analistas tiene una explicación de peso: los subsidios. ¿Hay alguna posibilidad de reducir la asistencia a los sectores menos favorecidos de la sociedad  cuando el sistema económico y productivo aun no puede generar empleo en cantidad y calidad (aunque también haya adelantos en este sentido)?. Cuidar la situación de la pobreza para evitar desbordes es una prioridad estratégica.

En lo referente a la inflación. La hay y en una proporción mayor a las expectativas y las promesas. Pero nada que se parezca a un caballo desbocado. Los índices, a diferencia de la última gestión peronista (se ha bajada a la mitad con relación a lo heredado), son confiables, pero no siempre reflejan el desorden no fácilmente atinable de una política comercial caótica: las provocadoras ofertas de los supermercados, hacen imposible saber cuál es el precio real de las cosas. Esa incertidumbre, sin embargo, no impide que las familias que lo necesiten elaboren sus propias estrategias de sobrevivencia, y puedan cambiar, tantas veces como sea necesario, sus hábitos de consumo, en particular de alimentos (la ropa está imposible pero no por la inflación), preservando, en general y sin distinción de clases sociales, la calidad de la ingesta. En la Argentina, por donde se mire, no hay desabastecimiento ni necesidades básicas insatisfechas; los programas sociales tienen recursos de sobra para asistir donde sea necesario. Y en esto no hay milagros ni malos entendidos. Lo dice la excelente relación, de ejercicio cotidiano, entre Carolina Stanley y Juan Grabois, que es el representante de Francisco.

Una visión estratégica

Un cambio de paradigma no se puede verificar solo con el día a día. A lo sumo, la secuencia de acontecimientos sirve para evidencias las tendencias. Sin embargo, la visión de los escenarios de arribo amerita herramientas epistemológicas de cierta complejidad; en ellas no pueden faltar las que hacen posible realizar recorridos conceptuales más extendidos, tanto hacia adelante como hacia atrás.

Por tomar un caso: la infraestructura de conectividad. Una verdadera revolución planetaria. En la cumbre de China del G20, en 2016, Macri dijo que la conectividad es la clave del momento. ¿Qué quiso decir? Conectividad, referida a la comunicación, es una noción que refleja la forma en que se establecen interacciones a todo nivel. Comunicación es información en tránsito, no solo la de las redes sino, en un sentido más general, una diversidad de flujos materiales y virtuales de intercambio (comerciales, turísticos, poblacionales, aspiracionales, etc.), que operan sobre el territorio y las personas que lo pueblan.

Nuestro país es un caso prototípico. Su infraestructura informativo comunicacional, en forma de embudo, es una consecuencia del modelo agro-exportador cuya producción debía salir necesariamente por el puerto de Buenos Aires. No fue el único vector con esa dirección y sentido. La fuerza centrípeta generada por una multiplicidad de factores convergentes se venía manifestando desde la época de la colonia; esa fuerza, descontrolada y a la larga relacionada a intereses espurios -como fue la concentración poblacional con fines electorales promovida por el peronismo -  fue la que provocó el principal problema estructural que afecta a nuestro país: el desequilibrio territorial y su consecuencia demográfica.

Sin cambiar la configuración de embudo comentada más arriba, no hay desarrollo federal. Esa transformación se ha iniciado con un conjunto de proyectos de variado tipo. Uno de los principales, el Plan Belgrano, permitirá sinergizar las provincias del norte, habituales feudos del peronismo. La conexión horizontal y la salida al Pacífico darán lugar a un cambio copernicano en los medios productivos, y, en consecuencia, las condiciones de vida y de trabajo para los sectores más pobres de esa meso región. Por su parte, el desarrollo del ferrocarril en sentido horizontal le restituirá al camión la dimensión que le corresponde y que nunca se debió haber obviado. En el caso de la zona metropolitana, bicisendas y metrobuses irán creando las condiciones para desarticular o racionalizar las obligadas trayectorias periferia centro. Y los tres más importantes de todas: las low cost, el RER y el Paseo del Bajo. Por primera vez, desde la creación del Virreinato del Río de la Plata, se puede y lo será más en el futuro pasar por Buenos Aires sin paradas obligadas.

Las low cost, son líneas aéreas que vienen a romper el statu quo.  Por ese medio, resistido con uñas y dientes por el establishment  de la aviación comercial, en particular los sindicatos, los viajeros provenientes de un conjunto creciente de lugares del interior pueden alcanzar sus destinos, de cabotaje o internacionales, sin escalas innecesarias. En la dimensión virtual claramente operan las redes, que ya están on line, con la asistencia de dispositivos móviles, para satisfacer las necesidades de la mayoría de las personas. En conjunto, esas y otras facilidades son una verdadera contribución al inicio del proceso de desconcentración territorial.

Esos cambios paradigmáticos se deben enfocar desde una dimensión territorial y espacial. Por tomar un caso, la construcción de la parrilla ferroviaria, una alegoría del modelo agroexportador, fue un emprendimiento con muchos actores que se tomaron el tiempo necesario para consumarlo. Ese proceso, que contribuyó como ninguno a la modernización nacional, duró casi un siglo. Comenzó en 1857 con el primer viaje de La Porteña -una locomotora inglesa importada a las apuradas para dejar sin argumentos a los que sostenían que los trenes debían ser tirados por caballos- uniendo a partir de ese momento, dos veces por día, a 25 Km/h, la estación Parque, ubicada donde ahora está el Teatro Colón, con el barrio capitalino de Floresta. Recién en la época de la nacionalización, un siglo después, alcanzó su máxima extensión de 62.000 Km que la hacía una de las redes más largas del mundo.

Es cierto que las cosas ahora son más rápidas y existen plataformas virtuales, no  físicas, cuya instalación lleva menos tiempo, no obstante lo cual el cambio de la configuración conectiva no se puede realizar de la noche a la mañana. Pero una cosa es segura: las ocurrencias de la sociedad argentina, lo que forme parte de su historia, estarán determinadas, en forma más o menos mediatizada, por la organización de su sistema informativo comunicacional. Lo mismo que en el Titanic: la totalidad de lo que pasaba a bordo estaba en relación a las condiciones de flotabilidad de la nave. Desde la dinámica de los sistemas, los conjuntos se comportan de esa manera,  aunque no siempre se revelen con claridad las cadenas de relaciones causales y los efectos provocados por su acontecer.

2019

En un trabajo anterior[iii] dejamos entrever que la “crisis” había tenido más de electoral que de problemas económicos y financieros, fehacientes o no previstos. La evolución a los pocos días del desate demuestra que efectivamente es así. No solo el mundial, también la culminación exitosa de las negociaciones con el FMI y la visualización  de los pequeños cambios - a favor y en contra- que se vienen dando, repondrá la vista del colectivo en la evolución gradualista, sin prisa pero sin pausa, de la situación.

En el universo de las políticas las cosas sí han cambiado.

El triunfo pírrico del peronismo, en la pulseada de las tarifas, tiene varios componentes. Ellos son: 1) el proyecto de retrotraer las tarifas se contradijo con el espíritu de lo que había sido aprobado con respecto al presupuesto 2018 por los mismos peronistas, 2) no puede haber una oposición racional a la decisión de terminar con los subsidios a la producción de los servicios para asignarlos al consumo. Nace así, con Cambiemos, la tarifa social; se termina con la absurda situación de que los usuarios de clase media pagaban por la luz menos que un café, 3) el manejo de las tarifas es una prerrogativa del poder ejecutivo no del legislativo, 4) como dijo Carrió ante la inminencia de su aprobación, “es una ley que no existe porque el veto fue anunciado desde el principio”, 5) se mostró un peronismo indiferenciado y confuso (salvo Urtubey) a ser comandado, toda vez que fuera necesario, por Cristina Kirchner, 6) el veto tiene un costo no grande que puede ser saldado con el capital político que dispone Macri, que para gastarlo lo tiene; por otra parte, el veto está muy bien visto afuera, que es donde al final se hacen las cuentas decisivas.

Para Cambiemos, mirada territorialmente, la crisis significó una sutil reacomodación de la verdadera correlación de fuerzas. Estamos ante un cambio epocal, de paradigma, como no ha conocido la Argentina moderna. Ese cambio demandará el tiempo que sea lógico para ver resultados tangibles y satisfactorios. El problema es la paciencia: no todos los cambios sucederán en el corto plazo. Lo que sí es posible ver son las tendencias, en particular las de afuera y su reflejo en la endogeneidad. Por lo pronto, Cambiemos ha puesto en marcha los tres desafíos principales para destrabar el camino.

1     1Desmontar las corporaciones y el correspondiente espíritu corporativo que anida en la sociedad argentina. Hace falta revelar la corrupción y erradicarla. Como todo pasa, hay ocurrencias que permanecen poco tiempo en las pantallas o las primeras planas. Por ejemplo, está el caso de las licitaciones de las obras de infraestructura de conectividad, financiadas con el PPP. Es insólita la brecha abismal, que apareció al abrir los sobres, entre la eventual ponderación de los presupuestos que habían sido pronosticados por las burocracias estatales encargadas de organizar la licitación versus las ofertas no cartelizadas hechas por las empresas: ¡50% de diferencia entre unas y otras! (Sería bueno indagar con algún tipo de sumario cómo funcionan en la mentalidad de esos administradores los reflejos del pasado). Estamos hablando de uno de los bolsones de corrupción más significativos que ha afectado a la obra pública a lo largo de la historia, desde lo público y lo privado actuando de consuno. En general, en diversas esferas de la actividad económicosocial, están en marcha procedimientos judiciales en pos de la transparencia.

         2. La industria, en actitud resistente hasta ahora, ha sida favorecida, en lo referido a exportaciones, por el aumento del dólar. El empresariado se va acomodando. "Si hay un ajuste lo vamos a tener que pagar todos, incluidos nosotros", dijo hace unos días el presidente de la UIA, en París, con motivo de una reunión relativa al G20. Una industria competitiva en un mercado abierto es un objetivo insoslayable para la modernización de nuestro país (esto no se contradice con protecciones temporarias para la incubación de industrias nacientes). Esas empresas deben estar en condiciones de abrir sucursales en otros lugares del mundo en lugar de obrar de cancerberos de un mercado cerrado, no competitivo y renuente a la innovación. De aquí saldrán los millones de puestos de trabajo, directos o indirectos, que se tendrán ir creando para el retroceso de la pobreza.

3      3.  El otro andarivel decisivo es la construcción de infraestructura de conectividad. Ningún proyecto de Argentina global es sustentable sin modificar la configuración radio céntrica de nuestro país, que ha dado lugar al desequilibrio territorial y demográfico cuya expresión más clara es el conurbano bonaerense. El gobierno de Cambiemos está actuando en esa dirección, y sus tendencias y resultados se irán viendo con el transcurso de las gestiones sucesivas, habida cuenta de que ese tipo de obras, su financiamiento y administración, constituyen (o lo serán pronto) políticas de estado.

--o0o--

Todo está como era entonces. O sea, estamos mal pero vamos bien. Una de las críticas que se le hace a Cambiemos es que no puso negro sobre blanco el verdadero estado de la herencia recibida. Puede que sea así, sobre todo desde el punto de vista comunicacional… y político. Efectivamente, las cosas en la Argentina distan mucho de lo que podrían ser de acuerdo a su innegable potencial. Pero la situación se ha revertido, es evidente, con la derrota irremediable del peronismo. Sin embargo, no sería justo cargarle todas las culpas a ese movimiento, ni siquiera a su última versión. Es el nacionalismo burgués, estúpido, diría Bill Clinton. Ahí está la clave: en el cambio de paradigma que ha sustentado la decadencia nacional de los últimos ochenta años. La puesta en marcha sin retorno de las tres políticas estratégicas que se cuentan en este trabajo, es la condición sine qua non para llegar al escenario posible, probable, deseable y factible de una Argentina global. Habrá que tomarse tanto tiempo como sea necesario… estamos hablando de años y de décadas aunque no estemos acostumbrados a pensar en esas dimensiones.


Ing. Alberto Ford
La Plata, junio de 2018





[i] http://ingenieroalbertoford.blogspot.com/2018/05/la-crisis-argentina.html
[ii] https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Deuda_externa_por_pa%C3%ADs
[iii] http://ingenieroalbertoford.blogspot.com/2018/05/la-crisis-argentina.html

jueves, 17 de mayo de 2018

La crisis argentina. Compleja pero no tan complicada

El trabajo tiene dos partes. La primera hace referencia a algunos aspectos de la crisis desatada en estos días. Sobre todo se tiene en cuenta la evolución de ciertas variables económicas y financieras que se han visto afectadas, y los puntos de vista que han dado lugar a una diversidad de manifestaciones. La segunda, se interna en un somero ejercicio prospectivo con relación a las elecciones de 2019.

Complejidad no es lo mismo que complicación. Más acá de los comunes ancestros etimológicos, el uso ha ido diferenciando ambas nociones; así, han llegado a no tener nada en común, salvo cuando se recurre a ellas en forma indiscriminada. La cantidad de aspectos interactuando en un sistema y la manera en que lo hacen, se mide por la complejidad. Se dice que una situación es compleja cuando hay muchas piezas en el tablero que se mueven en forma dependiente o por sí mismas, dando lugar a una trama de relaciones no simple, más bien enmarañada. Es la parte cuantitativa de la complejidad medible por medio de una ley (Ashby). O pueden no ser muchas, pero con relaciones no lineales e intermediadas entre esas piezas o elementos; es el costado cualitativo de la complejidad. En cambio, la noción de complicación es más intuitiva, remite a la dificultad para hacer algo. Esta introducción es puesta para justificar el título de este breve trabajo referido a la furibunda e intempestiva crisis que nos abatió a los argentinos en los últimos días y sus derivaciones.

Yo veo dos aspectos que están actuando con cierta independencia. El orden fáctico de la realidad, evidenciado en el trascurso económico y financiero, y lo político, referido cada vez más a las elecciones del año que viene.

Hay que decirlo de una: las negociaciones con el FMI no tiene demasiada incidencia en la realidad a diferencia de lo que pasa con el imaginario social; este último al rememorar crisis de dramáticas resoluciones. Para quienes lo vivieron, es imposible no recordar el 2001 sin conmoverse. Es como hablar de los nazis en Alemania. Hacerlo es necesario pero sus cargas, en los sentimientos, son inevitables. Por el contrario, desde los impactos en el devenir económico y financiero, la crisis en curso amerita otro tipo de sintonía más fina.

Las misiones del Fondo

Argentina, sin interrupciones, está asociada al FMI desde 1956. Nunca dejó de pagar la cuota. Ello no quiere decir que la relación no haya sido conflictiva. Con el peronismo lo fue, y Cambiemos recibió esa herencia que hubo de superar para evidenciar que Argentina se proponía ser un país en serio. Con ese fin, desde el primer minuto del nuevo gobierno de Cambiemos, se restablecieron las comunicaciones. En estos tres años han venido delegaciones técnicas del FMI a revisar las cuentas públicas: el famoso artículo cuarto. Sus estadías han sido prologadas, no menos de diez días; la última trascurrió el mes pasado. Se infiere que las requisas fueron a fondo. Nadie dijo nada en ese momento, más allá de la comunicación oficial o alguna mención periodística.

Con referencia a la anterior misión, la del año pasado, en el portal del FMI se informaba el 30 de octubre de 2017, que “una misión del Fondo Monetario Internacional se encuentra actualmente en Argentina para llevar a cabo la Consulta del Artículo IV”. Más información sobre cuestiones claves con respecto a la Consulta del Artículo IV con Argentina se encuentra en https://www.imf.org/external/country/arg/argfaq.htm.  En Internet se puede ver que el monitoreo del artículo IV es un procedimiento normal en todos los países del mundo.

En realidad, el problema más de “fondo” es otro: el FMI, como todos los organismos multilaterales, ha sido subsumido en el G20. La razón es lógica. Los países que lo sustentan, son los que se sientan a la mesa del G20. Eso quiere decir que las burocracias del FMI no tienen la independencia que solían mostrar antaño (como ejemplo, buscar en Google el tono con que Bernardo Grispun, en los primero años del advenimiento democrático, discutió con el economista catalán Joaquín Ferrán, en la oportunidad representando al Fondo).

Esta semana, cuando nuestro país inicia las negociaciones en Nueva York, lo hace en un contexto caracterizado por una inédita catarata de comunicaciones de los países que cortan el bacalao, apoyando el curso seguido por Cambiemos. Ninguno faltó a la cita. Entonces, la negociación se hará en un contexto de ambigüedad, entre los arraigados reflejos de las burocracias, y las expresiones taxativas de los países que financian el fondo. No es difícil imaginar el resultado de las negociaciones.

En segundo lugar, el “stand by” -de “alto acceso” como se denomina técnicamente- tiene el carácter de optativo. Es un reaseguro. Para el país, “el crédito es “una medida preventiva de financiamiento, porque no necesita el dinero hoy” como se informó desde el gobierno. Argentina ha logrado recomponer las reservas del Banco Central (desde 0 que dejó el peronismo hasta los más de U$S 60.000 millones que hay ahora disponibles). En un ambiente de supuesta corrida cambiaria, esta semana el Banco Central puso a la venta U$S 5.000 millones de dólares a precios fijo, y los inversores solo compraron la décima parte.

Tercero, el préstamo, de uso eventual, tiene muy baja tasa, 4% anual en dólares. Compárese con la tasa del 16% que, por igual servicio, el comandante Chávez le cobró al peronismo, negociado que la anterior gestión presentó como un acto de soberanía para que las cuentas públicas no fueran investigadas por el FMI (ahora se sabe el porqué del celo). 

El porqué del gradualismo

En otro trabajo hemos visto que lo esencial de la irrupción de Cambiemos se puede visualizar en tres andariveles: 1) la infraestructura de conectividad y el cambio de la matriz territorial, 2) el desmonte de las corporaciones y la transparencia de los procedimientos, 3) la reconfiguración del modelo industrial y energético. El primero remite al desequilibrio territorial y demográfico que desde la creación del Virreinato ha ido transformando al país en una cancha inclinada, cuya manifestación más dramática es la inviabilidad del conurbano bonaerense. El segundo, hace alusión a que la sociedad argentina está totalmente asentada en corporaciones caracterizadas por diversos procedimientos ineficientes e ineficaces, y un conjunto ilimitado de prácticas corruptas. El tercer andarivel, se refiere a los cambios que hay que hacer en las modalidades productivas, de bienes y servicios, para insertar como sociedad abierta a la Argentina en la globalización. El abordaje de otros aspectos de la gestión –incluidos algunos de carácter estratégico como la disminución de la pobreza o la modernización de la educación- están dependiendo de la puesta en marcha y el logro de soluciones sostenibles a esos problemas ya establecidos[1].

 El avance del proceso de reinserción de nuestro país en el mundo depende de mantener la paz social, sobre todo en los sectores de menores ingresos. Eso se llama subsidios con la consiguiente e inevitable carga del déficit fiscal. La cordial y sostenida relación entre Carolina Stanley, ministra de desarrollo social, y el delegado del Papa Francisco, Juan Grabois, revela que la convivencia en ese ámbito no es conflictiva. Las claves para que ese vínculo, de mil facetas, se desenvuelva en un clima de tranquilidad, son entre otras las siguientes: planes descansar, tarifa social para los servicios, SUBE, relativa estabilidad de precios en artículos de la canasta básica (aceite, leche, harina, arroz, polenta, diversas carnes, etc.). La inflación no debe afectar más allá de un punto el poder adquisitivo en la parte más baja de la pirámide social.

Ahora bien, el déficit fiscal se puede mantener con apoyo externo sin que ese apoyo deba implicar nuevas o distintas intervenciones a las vigentes. El tema de la deuda se debe ubicar en el contexto correcto. El porcentaje  de la deuda externa argentina con relación al PBI (36%) es menor al de sus vecinos: Uruguay (50%), Chile (66%) y Paraguay (58%) y solo es mayor al de Brasil (30%). En el caso de los países desarrollados, ese porcentaje está por encima de los valores regionales: EEUU (98%), UK (283%), Alemania (148%), Japón (74%), España (97%), Irlanda (780%), etc. Léase: hoy, a diferencia del pasado, la deuda externa es una variable irrelevante que es monitoreada  por un organismo multilateral cuyo poder está totalmente por debajo del G20 (ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Deuda_externa_por_pa%C3%ADs)

Las finanzas de un país pueden ser representadas por un poliedro con mil caras. Por tomar un caso, el del déficit fiscal. Obviamente, ese desbalance debe ser transitorio, pero, en tanto se cuente con espalda para sostenerlo, ese tiempo de espera debe ser usado para transformaciones estratégicas, como las comentadas. Lo mismo se puede decir del déficit comercial. Si las importaciones -a diferencia de la época peronista que consistían en contrabandear conteiners con chucherías chinas- ahora son bienes de capital para aumentar la competitividad de la industria y los servicios, tiene sentido mantener el déficit tanto tiempo como sea necesario para el logro de ese otro fin superior.

En resumen: ni el Fondo es lo que era, ni el monitoreo de las cuentas públicas una novedad. El dólar se irá acomodando, no al ritmo que esperan los industriales prebendario, sino, en consonancia con los cambios globales, de manera de ir capeando la tendencia inflacionaria paro no afectar los ingresos de los sectores menos pudientes. Y de paso como un chaleco coercitivo para afectar a los empresarios responsables de la decadencia argentina de los últimos ochenta años y, de esa manera, forzar su modernización y aptitud competitiva global. Evitar cualquier tipo de políticas de shock tiene que ver con el nuevo momento que vive la Argentina, donde los sectores más cuidados son los pobres, y la pobreza el principal objetivo social estratégico. El cometido de disminuir la pobreza por parte de Cambiemos es incondicional, y no está sujeto a ningún tipo de especulación clientelar. Las diferencias con el pasado son obvias. A veces, y no es difícil que ocurra, se cae en juicios apresurados con respecto a la pobreza… y los pobres. Hay que decirlo: la culpa de la pobreza se debe buscar en la incapacidad del sistema económico y productivo de generar puestos de trabajo dignos en cantidad y calidad. Cuando ese objetivo se alcance en la cuantía necesaria como para revertir las tendencias decadentes, comenzará otra historia con otros desafíos; no antes.

Se dice también que no hay inversiones, que ellas tardan más de lo esperado, que el clima entre los inversores externos puede verso afectado, o que el FMI puede condicionar la operatoria de los proyectos de participación público-privada (PPP). En primer lugar no es cierto que no haya inversiones en curso; las hay y son cuantiosas, sobre todo en el ámbito de la energía. Al respecto una anécdota.

Hace muchos años, cuando en EEUU no existía la FED, los bancos se manejaban con autonomía, se bastaban a sí mismos. Había algunos poderosos, como el de J P Morgan, y otros no tanto. Uno de ellos, ante la amenaza de verse afectado por una fuga de los depósitos, fue a pedirle ayuda al más fuerte. Luego de la presentación desesperada, Morgan le empezó a preguntar por la familia, y sobre otras cosas no relacionadas a las tribulaciones del pobre. Como este se sentía cada vez peor, porque no se podía enfocar en el tema, Morgan lo invitó a dar un paseo. En la calle principal del pueblo, ante la mirada de los transeúntes, Morgan le dijo: “deje de preocuparse, no le va a pasar nada malo, el problema ya está resuelto”. Efectivamente, así había ocurrido. Los depositantes, al ver al banquero pobre caminando junto a J.P. Morgan, se convencieron de que tenía el respaldo suficiente. Los depósitos no fueron tocados y desapareció el peligro de la corrida bancaria.  
                  
Macri esta semana ha recibido el apoyo explícito, mediante llamadas telefónicas, de la totalidad de los miembros del G20. Nunca había ocurrido algo así en nuestro país. Con ese aval, que no es circunstancial, Argentina está en condiciones de superar cualquier tipo de situación relacionada a las necesidades de financiamiento externo.

El otro tema se relaciona con los PPP. Este programa es uno de los hijos dilectos del G20. Se está aplicando en todos los países del mundo; en algunos casos, cuando han arrancado antes, amenguando su utilización; ello es así porque el programa está orientado principalmente a  la infraestructura de conectividad, con respecto a la cual no todos los países muestran las mismas necesidades que, por tomar un caso, el nuestro. Obviamente, el FMI no tiene ninguna posibilidad de incidir en ese programa -el más importante de los existentes a nivel global- más allá de alguna intervención técnica dentro de las atribuciones del Fondo.  Al respecto se puede afirmar que los U$S 300.000 millones de depósitos de argentinos en el exterior, progresivamente irán volviendo al país –a través de una dialógica conflictiva entre el interés y la desconfianza- y se van ir orientando en gran parte al financiamiento de obras con el PPP, que es donde rendirá más el dinero.

Con respecto a la tardanza, cualquier inversión que no sea financiera, por ejemplo, de tipo productivo, que son las que nos interesan, amerita una serie de pasos proyectuales. Muchas de esas inversiones están en curso (normalmente tardan en concretarse años). La composición mencionada en bienes de capital de las importaciones, está diciendo justamente lo que está pasando en la parte de la industria nacional no renuente a la innovación. El otro aspecto, el de las decisiones estratégica de los inversores. Esas movidas no están decididas con el diario del lunes en la mano; el futuro, tan lejano como lo quieran los interesados, se hace presente en sus pantallas cada vez que es convocado.

Reelección sí, reelección no

No es casual, o podría ser vista así desde sus consecuencias, que la crisis se haya destapada en el tercer año del mandato de Cambiemos y que, su propia evolución, incida en la elección de 2019. Al respecto, y por unanimidad, las apuestas han sido, en lo que respecta a las candidaturas principales de Cambiemos, por la reelección. Ahora, con las eventuales consecuencias de la crisis, y algunas encuestas de última hora, la reelección, por lo menos de Macri, ha comenzado a ponerse en duda.

Mirando las cosas con patrones conceptuales de antaño, o a la luz de experiencias sucedidas, tanto las reelecciones como las alternancias, son posibles. Sin embargo, y en este interregno de duración indefinida pero no ilimitada, la aparición de Cambiemos en el firmamento político es la posibilidad de modificar puntos de vista establecidos. Lo sucedido en el sistema político de nuestro no es la consecuencia de una simple alternancia, como ha ocurrido tantas veces en el pasado.

Haya o no reelecciones de las personas (personalmente, incluso desde bastante antes de los sobresaltos de estos días, pienso que no las va a haber por otras razones que escapan a estos comentarios), lo que se ha producido en nuestro país es lo que denomino un salto cuántico, es decir, el establecimiento de un meta sistema cuyo único antecedente es la caída del rosismo en el siglo XIX, con la consiguiente desaparición de esa expresión política. Haciendo una comparación isomórfica, la constatación tiene que ver con lo que le está pasando al peronismo.

De la misma manera que Cambiemos, como espacio político, representa una mutación de paradigma, el peronismo, en su totalidad, es una expresión del pasado nacionalista burgués condenado a la desaparición. Eso no tiene nada que ver con los peronistas, que aparte de ser muchos, se irán reubicando bajo distintas formas[2].

En medio de la crisis de estos días, se menciona la posibilidad de hacer un pacto tipo “gran acuerdo nacional” o similar al de la Moncloa. No es esperable que ello ocurra, habida cuenta de que la principal fuerza de la oposición –Cristina Kirchner- no se avendría a tal alternativa. Sí se irán haciendo diversas combinaciones con gobernadores, individualmente o en pequeños grupos, con fines determinados, como por ejemplo el achicamiento del déficit, o configurando mayorías parlamentarias circunstanciales para aprobar iniciativas legislativas específicas, etc.

 De lo que no se puede dudar es de que Cambiemos llegó para quedarse, más allá de los liderazgos que se vayan sucediendo, o las reconfortantes crisis de crecimiento que sufra en su evolución. A modo de metáfora, hemos acudido al concepto de mitosis, un procedimiento que estudia la biología, que hace alusión a la división de la célula para su duplicación; en ese sentido; la ciudad de Buenos Aires puede ser una caja de Pandora. En general, el espacio establecido en la parte superior del sistema político (que se diferencia cuánticamente de la configuración pasada, en el marco de la cual se debate infructuosamente el peronismo) obviamente con el tiempo irá planteando escenarios de alternancia. Estos pueden adoptar diversas formas; no está claro cuál de ellos terminará por imponerse. Las opciones están abiertas. Sin embargo, nada de lo que pueda pasar se parecerá a lo que fue característico durante los ochenta años de la decadencia nacional.

Ing. Alberto Ford
La Plata, 16 de mayo de 2018





[1]al respecto ver: http://ingenieroalbertoford.blogspot.com.ar/2018/04/mayonesa-cortada-la-muerte-del.html
[2] Ver cita en pág. 1