miércoles, 5 de junio de 2019


Claves

Aunque la situación en curso, tanto adentro como afuera del país, sea muy confusa e inquietante, no podemos contentarnos con designarla. Sabemos que todo tiene una causa. Sin embargo, como en este caso, el hecho de que esas relaciones de causalidad se desenvuelvan en sistemas tan complejos como complicados, con infinidad de variables interactuando, hace que uno, en tren de explicar a veces lo inexplicable, nunca llegue a saber del todo bien dónde está parado. No siempre las cosas son así; hay momentos más apacibles. Pero no es este el caso. Que Trump se pelea todos los días con Xi, monopolizando las primeras planas de los diarios; que el peronismo gana las elecciones provinciales dando la sensación de que se regenera; que los precios de las góndolas nos apabullan; que tantas cosas que preocupan a diario a los argentinos…
En este trabajo abordamos algunos de las características de este momento con el fin de contribuir a un enfoque de mayor complejidad, que contemple relaciones entre distintos sucesos que no siempre se muestran a primera vista. ¿El entredicho comercial entre China y EEUU llega ser una guerra? ¿Está en juego el sistema económico internacional? ¿El auge del nacionalismo pone en riesgo el multilateralismo? ¿La globalización se ha detenido? ¿Las migraciones -aunque sean fuente de mano de obra barata para el país receptor- empiezan a ser contenidas? ¿Cuáles son los ejes principales que explican esta fase de la globalización? ¿La Ruta de la Seda es solo un negocio chino?
La situación de nuestro país, connotada por la inminencia electoral, aunque en apariencia tabicada, no deja de sentir las influencias exógenas que, en realidad, más allá de apariencias y subterfugios, siempre estuvieron presentes. En ese contexto, la pregunta del millón es: ¿fracasó Cambiemos?

1.    Un mundo sobresaltado

Guerra comercial. Las primeras planas por estos días están ocupadas por el contencioso entre las dos potencias con mayor PBI del mundo. Se ha desatado entre ellas, sobre todo por la acción de Trump, una guerra comercial que amenaza, según se dice, convulsionar las economías del planeta. Tanto EEUU como China, en contraposición, han incrementado los aranceles sobre una parte de los productos comerciados entre ellos. Empero, por lo menos desde la información disponible, no aparece claro qué parte de los bienes o servicios son los afectados por las medidas proteccionistas. Del tenor de esa especificación depende la eventualidad de cuánto y qué parte de la economía mundial podría ser afectada.

El comercio internacional. Hay productos cuyos componentes provienen de distintos países; forman parte de las llamadas cadenas globales de valor. Por el contrario, hay otros, de innecesaria integración trasnacional, cuya factura tiene lugar adentro de las fronteras. Es muy probable que los del primer grupo -por estar sujetos a complejos sistemas de intercambios de información e insumos- normalmente no puedan quedar afectados por salvaguardas a tal punto restrictivas que lleguen a comprometer el funcionamiento industrial de varios países al mismo tiempo. En cuanto al tipo de productos cuestionados según mencionan las noticias (bourbon, motocicletas, aluminio y acero), los efectos de sus eventuales interdicciones no parecen ser significativos. Incluso, en el caso del acero, existe un Foro global sobre exceso de capacidad del acero (GFSEC) de la OECD patrocinado por el G20.

Globalización remanente. Desde sus inicios, hace ya cincuenta años, el proceso global ha ido dando resultados asombrosos. El 85% de lo población mundial hoy está por encima del “U$S1/day”, y se dirige rauda a fortalecer las clases medias de los países no solo desarrollados sino también emergentes. Ese prodigio ha sido la consecuencia de las políticas macro llevadas a cabo desde los setenta del siglo pasado, sobre todo en China, el país más superpoblado, y ahora también en la India. Pero aún quedan afuera mil millones de personas que no gozan de los beneficios de la globalización. Esa tarea pendiente no puede llevarse a cabo si no es con políticas nacionales, de factura micro, que a través de diversas modalidades sean capaces de crear los puestos de trabajo decente necesarios para su inclusión.

 Nacionalismos. En la última Davos China sorprendió con la defensa del libre mercado. Luego de estar encerrada toda su historia, sobre todo en los últimos 50 años de renacimiento capitalista, de repente, como en un juego de espejos, adopta la posición de sus favorecedores –los que relocalizaron sus industrias en suelo chino-, acérrimos partidarios del comercio irrestricto, y que ahora reniegan de sus tradicionales posiciones ideológicas. La novedad demuestra que no todos los países van en la misma dirección (es previsible que la Argentina, luego de décadas de ser el país más encerrado del mundo, también comience a abrirse). Pero en líneas generales, el reverdecer de los nacionalismos, deberá mostrar un fuerte componente económico: la necesidad del desarrollo de sistemas productivos de características más locales que puedan crear nuevos puestos de trabajo para la inclusión de sus desfavorecidos. El reacomodo puede implicar la reactivación del uso de viejas denominaciones de origen (por ejemplo, el viejo “made in USA” o el no menos prestigioso  “made in Germany”) para recomenzar la fabricación de productos -con mayor uso de mano de obra y ahora la asistencia de nuevas tecnologías, dos variables entre las que no hay ninguna contradicción- que desde hace cincuenta años comenzaron a provenir del lejano oriente. Por lo pronto, las empresas transnacionales están fuertemente compelidas a repatriar capitales a sus países de origen, imposición que, como muestran las estadísticas, está teniendo una respuesta positiva y verificable en los EEUU.

Trump. El fuerte apoyo con el que ganó las elecciones provino del centro de los EEUU. Es su capital, y ahora debe resarcir a sus votantes de los prejuicios causados por el traslado a China a partir de los años setenta del siglo pasado de las industrias mano-de-obra-intensivas, en áreas enteras de la producción. Sin embargo, como todo tiene que ver con todo, las relaciones de causa y efecto no son lineales. Por ejemplo, los commodities agropecuarios que China ha comprado hasta ahora en EEUU, se ven afectados por el arancelamiento, y los farmers se quejan. Es lo que está pasando estos días con las variaciones del precio de la soja. Cuando los precios se reacomoden, el conflicto puede favorecer a los productores agropecuarios del Cono sur de América.

Pared en la frontera con México. Una bravata del presidente norteamericano de improbable realización. Sin embargo, la lectura polisémica de la amenaza nos puede estar diciendo otra cosa. Hasta ahora EEUU ha sido receptor de una inmigración de baja calificación laboral que le ha permitido llenar los baches que ha generado el ascenso social derivado de la innovación. Ese período puede estar finalizando. Si se lo ve desde la lógica del párrafo anterior, los puestos disponibles o a crearse serían demandados por los  propios votantes de Trump. No casualmente, cuando hay protestas por el arancelamiento chino, Trump retruca: “fabríquenlo en EEUU”. También puede ocurrir que, a través de la maquila, y otras diversas formas, centrifugar las producciones mano-de-obra-intensivas en este caso hacia países en desarrollo del hemisferio americano. Igual que como se hizo a partir de los setenta con el sudeste asiático.

Macrorregiones. Para combinar las variables en juego (nacionalismo, proteccionismo, creación de empleos, menor pobreza, promoción social, etc.), al mundo se lo ve dividido en macrorregiones, en cada una de las cuales hay por lo menos un país líder; en el caso del hemisferio americano, son los Estados Unidos, en combinación, en un futuro no muy lejano, con la Argentina, en tanto esta comience a recuperar el prestigio perdido y concretar aportes en materia de recursos humanos para la cooperación. En la misma tónica, Turquía, Rusia, Sudáfrica, Alemania, son países que van a ir ejerciendo crecientes roles de un liderazgo soft en sus respectivas macrorregiones o áreas de influencia.

Conectividad. Es la política más importante en este momento en el mundo. El motivo es simple de formular: se está redibujando el planeta; de una configuración radiocéntrica, características de las formaciones económico-sociales previas a la globalización, se está pasando a un dibujo de trama y urdimbre, como si fuera una manta, lo que permitirá conexiones punto a punto, desde cualquier lugar a cualquier otro, sin mediaciones dependientes. El proyecto de la Ruta de la Seda está inspirado en los consensos del Grupo de los 20, cuya mayor responsabilidad en su ejecución le cabe a la República Popular China (por tenencia recursos, capacidad técnica, ambiciones y un premio a su labor de recomposición capitalista de los últimos cincuenta años). Los fundamentos de tamaña política deben ser buscados en sofisticadas nociones provenientes de la dinámica de los sistemas, un sistema coherente de planificación mundial, cuyos principios motores estuvieron a cargo de Jay Forrester (MIT) en los lejanos sesenta del siglo pasado. Luego veremos la importancia que tiene para nuestro país una tal política, al igual que para los 36 jefes de estado y representantes de 170 países, entre ellos nuestros Canciller, que hace pocos días se reunieron en Pekín para ajustar detalles de los proyectos que se están llevando cabo, por ahora en Eurasia y África, con valores que alcanzan los U$S 500.000 millones, con un horizonte previsto de U$S 4 billones (12 ceros!).

Institucionalidad. Es un tema de gran amplitud en el escenario global. Juegan dimensiones nacionales, macro y micro-regionales, multilaterales, de poder global, de funcionamiento transparente, etc. El estado nación (EN) hace unos cuantos años que está en jaque. Allá por los setenta se los empezó ver, por un lado,  demasiado grandes y alejados de los problemas cotidianos de la gente, y, por el otro, demasiado chicos, casi aldeanos, para entender y encarar los desafíos de la globalización. Obviamente, 200 años de un mundo organizado en base a EN no se puede desmontar de un día para el otro. Sin embargo -sin que desaparezca el escudo, la bandera y el seleccionado de futbol- lo cierto es que en todo el mundo se está produciendo procesos de centrifugación hacia arriba y hacia abajo de las funciones estatales. Un verdadero vaciamiento progresivo de las competencias gubernamentales a nivel de cada país.

Se cuestiona desde los niveles más altos el multilateralismo. La prédica de Trump es una evidencia; el Brexit otra. Europa está que arde. Las euro-burocracias enquistadas en Bruselas,  los arrebatos nacionalistas, la inmigración ilegal, los cuestionamientos a la democracia liberal, los conflictos sociales, el terrorismo, etc., constituyen un cóctel explosivo que amenaza el orden establecido en los años de la posguerra.

La transparencia, uno de los platos fuertes de la XIV Cumbre del G20 a desarrollarse en Osaka este mes, pone en la pantalla todos los manejos plenos de opacidad, discretos o secretos, que han caracterizado, desde siempre, las prácticas del poder. Internet es como la metáfora. Cada vez menos, se podrá prescindir del acceso al conocimiento y a la participación de las amplias masas en todo el mundo, en su medida y armoniosamente. Un sincericidio cada día para la democracia formal.

2.    ¿Fracasó Cambiemos?

Llegado al tiempo electoral (como si en la Argentina hubiera otro tiempo) los gobiernos se someten a críticas destructivas. Se ven los faltantes y no lo que se ha logrado. En el caso de Cambiemos no hay excepciones. La pregunta del título, provocativa, tiende a hacer un repaso somero de la actual gestión. La imagen es siempre subjetiva. Depende del marco que guía al observador. Mi visión es la siguiente. Hay tres aspectos que signan la gestión y su entorno: 1) el propio acceso de Cambiemos al gobierno lo que implica un cambio de paradigma, 2) el inicio del desmonte de las corporaciones, cuyo símbolo son las acciones en curso contra la corrupción, 3) la suplantación de la matriz de conectividad desde lo radio-céntrico a lo reticular. Pero primero veamos lo que le falta al vaso medio lleno.

Una visión unilateral

Los problemas, que no son pocos pero que ocupan el centro de gravedad de las preocupaciones, en general son parte de la herencia; no han sido creados por esta gestión. A lo sumo esta gestión no ha podido resolverlos o, inéditamente, no ha recurrido a las salidas fáciles. No hay que dejar de tener en cuenta que una decadencia de ocho décadas no se remonta de la noche a la mañana. Vemos algunos de ellos.

Un caso emblemático -que nos deja sin aliento cuando recorremos las góndolas y comparamos los precios incluso tan cercanos como son los de la semana anterior- es el de la inflación. A pesar de que comienza a decrecer, desde que se desató la crisis el año pasado, los guarismos se mantienen al mismo nivel. El año 2018 finalizó con una inflación anual del 47,6%, según informó el Indec. De este modo, la inflación terminó en el nivel más alto desde 1991, en los inicios de la administración Menem, cuando la variación de precios fue del 84%. Pero en este 2019, la inflación ya baja a 40%, y se espera que la tendencia bajista permanezca según la visión del FMI. En el kirchnerismo, el pico de inflación se registró en 2014 con el 38,5 %, el segundo más alto en Latinoamérica luego de Venezuela. La inflación histórica en nuestro país ha sido muy alta en las últimas ocho décadas. Si bien en algunos casos hay factores externos determinantes, el flagelo es característico de un aparato productivo y comercial que provoca las caprichosas y nocivas variaciones del sistema de precios. El costo argentino, donde inciden cuestiones de prebendarismo y la corruptela sindical y empresarial, es uno de los obstáculos principales para nuestro desarrollo y la salida plena al mundo.

La pregunta simple es, ¿qué gobierno no sabe cómo poner a andar la máquina de hacer billetes, repartirlos y provocar un shock de consumo? La gente va al supermercado, llena el changuito, y una sensación placentera le hace olvidar al instante las penurias de la vida diaria. Así nos ha ido. La diferencia de Cambiemos es que se propuso encarar soluciones de fondo para no volver al pasado. Poner a funcionar el INDEC, a diferencia del peronismo que lo desactivó en el último turno, es una muestra de que las políticas que se están poniendo en movimiento -y provocando los primeros resultados alentadores- se hacen a la luz del día, sin subterfugios.

En cuanto a recesión, hay un reciente informe del Banco Mundial que es lapidario: después del Congo,  Argentina es el país que pasó más tiempo en recesión en los últimos 70 años. Si bien el organismo internacional intenta mostrar algo de optimismo -"Hacia el fin de las crisis en Argentina”, reza el título del documento- la conclusión es que desde 1950 el país creció tan solo 2,7%, lejos del promedio de la región. Entre 1950 y 2016 el organismo computa 14 recesiones (definidas como episodios de uno o más años consecutivos de crecimiento negativo) para Argentina. Con la de 2018/2019 llegaríamos a la recesión número 15. Esto implica que Argentina pasó el 32% del tiempo en recesión, una de cada tres años. Además, Argentina creció tan solo 2,7% desde 1950, contra 3,7% en promedio de la región. El Banco Mundial puntualiza que "esta volatilidad macroeconómica sucedió luego de haber sido una economía de ingresos altos a comienzos del siglo XX. Argentina es el único país que luego pasó a ser un país de ingreso medio y que no ha podido salir de esta categoría hasta ahora".

En el caso del dólar, el desafío es domarlo, pero no se puede ignorar que su cotización responde a varias causas cuya resolución no es patrimonio exclusivo del gobierno. Por su parte, la pobreza es estructural, y desde la gestión se la asiste con una diversidad de políticas asistenciales a la espera de soluciones de fondo cuya consecución está más allá de un período. Sin embargo, resolver la pobreza no depende de acciones contra sí misma, al margen de políticas productivas capaces de crear puestos de trabajo genuinos en todas las regiones del país. En ese mismo sentido, la desocupación depende de una diversidad de factores que caracterizan  a una producción tironeada entre el statu quo y el aumento de la competitividad para salir al mundo. Esto es así… aunque la campaña electoral dé lugar a visiones encontradas muchas veces carentes de realismo. En todos estos abordajes está descartada la magia y la instantaneidad. Las soluciones dependen de políticas de mediano y largo plazo. Ahora veamos algunos de los logros de carácter estratégico, sin antecedentes en la historia. 

El vaso medio lleno

Es un lugar común decir que fracasó el gobierno de Cambiemos. Según como se lo mire, muestra algunos logros que nunca habían sido alcanzados en la historia de nuestro país. Veamos algunos de ellos.

El agro, los servicios y las industrias derivadas del campo, la energía, el turismo, los emprendimientos TIC´s y en otras áreas, están funcionando con niveles cercanos al primer mundo; sus resultados no pueden ser desmentidos, salvo por ignorancia o mala intención; son fuertes puntos de apoyo para iniciar la recuperación. También en la economía y las finanzas hay novedades. La balanza comercial se ha equilibrado. Las reservas están en el nivel más alto de la historia, luego de que el peronismo dejara las arcas vacías. En cuanto al déficit fiscal se van cumpliendo las metas acordadas con el FMI.

La transparencia

Atalivar fue un neologismo acuñado por la picardía de Sarmiento para denotar corrupción. Se refería nada menos que al hermano del General Roca, de nombre Ataliva, cuya carrera se gestó a la sombra del principal hombre de la generación del 80. En todas partes y tiempo se cuecen habas. Ahora, después de tantos años, el clima creado por la derrota del peronismo, hizo que la justicia actuara vigorosamente en casos de corrupción, resultando en el encarcelamiento de 100 empresarios y funcionarios cómplices. Un hecho inesperado, sin antecedentes y de una importancia no enmascarable con posverdades. Es cierto que la corrección es generalizada en nuestra sociedad: la parte del comercio que paga IVA es ínfima y todos compramos con total naturalidad lo que es un despojo que afecta a todos los argentinos (sin ir más lejos, en Chile, por lo menos desde hace treinta años, te dan factora hasta por compras mínimas en un quiosco). Pero lo iniciado con el clima creado por el triunfo de Cambiemos, no podrá ser detenido en ninguna circunstancia. En la agenda de la próxima cumbre del G20 en Osaka, el tema de la corrupción y la devolución de lo robado, ocupara uno de los principales lugares.

La conectividad

Un concepto  de cierta complejidad. Se refiere, en general, al trazado que siguen por el territorio o el espacio los flujos informacionales. Pueden ser rutas y caminos, vías ferroviarias, acuáticas o aéreas, tendidos eléctricos, el acceso a Internet y otras redes, etc. Es la dimensión fundamental para poner en marcha procesos de desarrollo al condicionar el hábitat y la forma en que están diseñadas sus conexiones. En nuestro caso, el principal problema estructural es el desequilibrio territorial y demográfico; es consecuencia de una configuración radiocéntrica que ha caracterizado históricamente la matriz comunicacional de nuestro país[i]. Si  se mira desde este punto de vista, se verá que la obra pública del gobierno de Cambiemos –aparte de su terminación y no peculado- tiende a una configuración reticular. Por ejemplo, las ´nuevas rutas de las “low cost” que no están obligadas a pasar por Aeroparque, las salidas al Asia Pacífica por pasos cordilleranos, nuevas autopistas que no desembocan fatalmente  en la Capital Federal. Y la obra pública más importante de la historia argentina: el Paseo del Bajo inaugurado esta semana. ¿Por qué semejante ponderación? Es la primera vez que se puede conectar el sur con el norte en forma directa, sin pagar peaje al tradicional centralismo porteño (dicho esto sin menoscabo de la ciudad Buenos Aires, maravillosa urbe convertida hoy en ciudad global). Todo un símbolo indicativo de un cambio de configuración que, como hemos dicho más arriba, es el principal cometido en la actualidad de las políticas globales.

3.    Un nuevo despertar

El carácter técnico de estos instrumentos (se refiere al decálogo propuesto por el gobierno para el consenso) se deriva entonces del consenso mundial alcanzado en esta fase del capitalismo. Puede interpretarse que tal vez no sea lo que los países quisieran aplicar, sino lo que deben aceptar como reglas de juego impuestas por las naciones poderosas. Eduardo Fidanza, La Nación, 11/05/2019

Argentina ha iniciado el segundo ciclo largo de crecimiento de su historia. El primero se extendió desde las postrimerías de Caseros, a mitad del siglo XIX cuando cae el rosismo, hasta la firma del pacto Roca Runciman, en la década del ´30 del siglo pasado, momento en que Inglaterra nos deja de lado en el comercio agropecuario, que fue la base del modelo agro exportador. Así, la modernización Argentina, configurada al son de los productos primarios del campo, se vio  abruptamente detenida; como es admitido habitualmente, comienza una decadencia que llega hasta nuestros días.

Hemos dicho ciclo largo. Eso quiere decir que el proceso abierto con la derrota del peronismo y el salto cuántico que tiene lugar con el triunfo de Cambiemos, da comienzo a un cambio de paradigma signado por la muerte de un modelo económico social para dar paso a otro naciente, en sintonía con los vientos que recorren el mundo global. Ese hecho puntual, de connotaciones estratégicas, adquiere un carácter simbólico. No quiere decir que el peronismo sea el único representante del modelo en extinción. Muchas partes del ideario del modelo nacionalista burgués, que rigió la decadencia de ocho décadas, son aún hoy mayoritarias en la sociedad argentina y en sus principales instituciones. El otro gran representante -inspirado en una defensa de la soberanía nacional que hoy ya no corre ningún peligro- fue el partido militar, prácticamente desaparecido de la escena.

El cambio se ha iniciado y no será detenido bajo ninguna circunstancia. No tanto por razones internas -en un contexto de gran volubilidad y descreimiento-, sino por la determinación de una suma de factores exógenos que como decía Fidanza en el acápite “puede interpretarse que tal vez no sea lo que los países quisieran aplicar, sino lo que deben aceptar como reglas de juego impuestas por las naciones poderosas”. Por ejemplo, la sola actitud de Trump haciendo que el FMI otorgue el crédito más grande de su historia a la Argentina –un país flojo de papeles- es una muestro de cómo el poder mundial puede afectar el curso de los acontecimientos[ii]. A su vez, el apoyo irrestricto por parte de todos los líderes mundiales cosechado por el presidente Macri con motivo la de la cumbre del G20, demuestra que ese crédito no tiene fisuras. Obviamente, esa actitud favorable, demostrada en forma reiterada a la luz del día y sin ambages, tiene fuertes condicionamientos estratégicos que no se limitan a las responsabilidades de una sola administración del signo que sea. En las nuevas condiciones globales, sería muy ingenuo y una muestra de primitivismo político pensarlo de otra manera.

Pendientes

La situación preelectoral está llena de incertidumbres, de una forma que no recuerda antecedentes. Lo que no es incierto, mirado desde afuera del país, son las condiciones a las que se verá sometida la continuidad del proceso abierto con el triunfo de Cambiemos.

·         Terminar con las mafias sindicales. Reforma laboral
·         Sacar los ñoquis. Modernización del estado
·         Acabar con la evasión. Reforma impositiva
·         No jubilar sin aportes. Reforma previsional
·         Terminar con el proteccionismo y el prebendarismo empresarial. Producción y productores competitivos de cara al mundo
·         Equilibrar el territorio. No más federalismo retórico
·         Distribuir la población. Atenuar la pobreza en el conurbano
·         Transparentar el gasto. Corrupción decreciente
·         Desperonizar el país. Modernización política
·         Un largo etcétera…


La pregunta es: ¿Quién tiene la suficiente densidad política como para meterse en la cueva de los lobos? Esos cometidos, que el influjo global seguirá imponiendo a la Argentina, inexorable e insoslayablemente, serán abordados para su cabal cumplimiento. Tenemos por delante un fuerte condicionamiento del que nadie, sin excepciones, se podrá distraer. Borrón y cuenta nueva[iii].

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La forma en que estos condicionamientos externos tendrán lugar, las distintas secuencias y turnos sobre la base de lo cual se desenvuelvan, será uno de los grandes enigmas que depara el futuro institucional del cercano y mediano plazo en nuestro país. Por lo pronto, de la forma que sea, el imperativo democrático y la defensa del proceso abierto y sus características fundamentales, es lo que dará el impulso vital a las fuerzas modernizadoras en el proceso electoral que irrumpe impetuosamente.


Ing. Alberto Ford
albertoford42@yahoo.com.ar
La Plata, 1 de junio de 2019



[i] Su manifestación más dramática es la parte pobre o indigente del Gran Buenos Aires. Si esa malformación no se empieza a cambiar, será estéril toda medida de gobierno. Actúa la maldición del conurbano: cuanto mejor, peor. Si se destinan recursos para elevar el nivel de vida, más familias se sentirán atraídas para huir de la pobreza del interior (ahora también de países vecinos) y las mejoras se verán evaporadas.
[ii] Ayer se informó que Henry Kissinger, el principal influencer en el mundo de los últimos cincuenta años, manifestó de la forma que él acostumbra, su interés en que el FMI siga asistiendo a la Argentina con lo necesario https://www.clarin.com/politica/henry-kissinger-pidio-argentina-fmi-preocupado-expansion-china_0_h2FCdJRhL.html
[iii] El análisis político, sensibilizado por el lanzamiento de la principal fórmula peronista, comenzó a especular con un eventual cambio del signo de la administración. De las especies echadas a rodar, la más curiosa es la que vislumbra una alternativa inédita para nuestro país: la gestación de los llamados héroes de la retirada. Se hace mención así al enfoque del politólogo español, Javier Cercas, autor del libro Anatomía de un Instante, que refiere a líderes que, habiendo pertenecido a una dada tendencia política, cuando llegaron a tener poder, contribuyeron a destruirla. La figura remite a dos figuras claves en el desmonte tanto del franquismo como de la Unión Soviética, Adolfo Suárez y Mijaíl Gorbachov. Obviamente, el analista se refieren al rol que Alberto Fernández podría jugar, no se sabe de qué forma, bajo la estricta vigilando de su celosa cancerbera. Ver: https://www.infobae.com/opinion/2019/05/26/la-tragica-encerrona-que-inevitablemente-aguarda-a-alberto-fernandez/?fbclid=IwAR34bev6tsEgqB71VN4F7U8qE2fqtSBqEmKDHNnBjQTOqddyhokmyLSuCMI