sábado, 24 de enero de 2015

Pobreza: ¿aspirina o bisturí?
Revista Mercado 16 10 06
https://mercado.com.ar/economia-y-politica/contra-la-pobreza-aspirina-o-bisturi-2/

https://mercado.com.ar/economia-y-politica/contra-la-pobreza-aspirina-o-bisturi-2/?fbclid=IwAR1DtuGHbvAwmwQ9-p1peLQ3Bb8qgFTQ1Db8s3JwPfuWKgOrIvgQeu87epI

La lucha contra la pobreza en el Conurbano –que es donde se concentra el 80% de la existente en el país- ha sido y es infructuosa... y lo seguirá siendo en tanto no damos un golpe de timón. Para rectificar el rumbo, primero debemos saber qué parte de la derrota se debe a la ineficiencia e ineficacia de las políticas sociales (PPSS) o, como se conjetura en este trabajo, a la propia existencia del Conurbano bonaerense (“el conurbano”), el principal exponente de un desequilibrio territorial ya estructurado. La disyuntiva planteada se fundamenta en datos de la dura realidad. A pesar de haber utilizado una cantidad de opciones en PPSS, más que un aumento o disminución temporal de los índices–habitualmente determinados por vaivenes macroeconómicos que poco hablan de la verdadera situación en los hogares- los resultados han ido confirmando una cristalización de la pobreza.

En la búsqueda de mejores condiciones de existencia, las familias pobres migran hacia las villas y asentamientos del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Lo hacen en una proporción de 2 a 1 a favor del conurbano con relación a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). En destino las espera una vida hogareña y barrial igualmente riesgosa... pero con algunas facilidades que antes no tenían: acceso a la salud y educación en forma gratuita, conseguir un plan, cartonear y/o hacer changas. Proveniente del Impenetrable formoseño, una mujer del tercer cordón razonaba así: “aquí vivo tan mal como allá pero por lo menos puedo llevar a mis hijos al hospital”. La brecha en la “calidad de vida” no solo atrae en el interior, también lo hace en los países vecinos. Ese flujo incesante retroalimenta la concentración poblacional, y el desequilibrio territorial se incrementa. Se establece una secuencialidad problemática que puede ser desplegada de la siguiente manera:

Desequilibrio territorialàmigración poblacionalàconurbanizaciónàpobreza

Para el populismo, más que un problema a resolver, el conurbano es una ventaja (1). Si el objetivo perseguido es persistir y crecer como fuerza política -primordialmente en ese entorno - el peronismo necesita que se mantengan la pobreza, la marginalidad y la exclusión. Se evita así la dispersión de los votos al especular con la dádiva que genera clientelismo. Pruebas al canto: recientemente, por iniciativa de un diputado camporista, fue instituido el “día nacional de la identidad villera” como si los habitantes de la miseria tuvieran que sentirse orgullosos de su condición. Para el kirchnerismo “está todo bien”, como se dice ahora, y la presidenta repite el santo y seña en las cadenas.

En cambio, para la oposición, el abordaje del problema no es solo fruto de una responsabilidad ética. Ciertas características del funcionamiento del sistema de la pobreza son motivo de atención, expresada en preocupaciones y propuestas, por parte de políticos y académicos críticos del gobierno. Uno puede conjeturar que, al sentir que el kirchnerismo ha llegado a su fin, la posibilidad de un cambio de comando en el próximo turno haga que se asocie la pobreza en el conurbano con una papa caliente.

La pobreza es un conglomerado de índole compleja; un sistema multidimensional que puede ser representado por un poliedro con muchas facetas. Se puede distinguir, en primer lugar, la familia directamente afectada, pero también el entorno donde la pobreza se manifiesta. Están los intereses que se ponen en juego: políticos encarnados en los punteros, de los sucesivos eslabones de las burocracias a cargo de la implementación de los programas sociales (diseño, ejecución, evaluación) y hasta el medio académico que destina muchas horas al estudio de la misma. Por último y no menos importante, la opinión pública y la de los medios sobre uno de los aspectos de mayor incidencia en la marcha y el futuro de nuestra sociedad. La diversidad de puntos de vista hace posible abordar el flagelo de la pobreza en sus distintos aspectos.

Preocupa, obviamente, el tema del hábitat lo que se refleja en propuestas relacionadas a la vivienda. No menos importante es la atención que se le presta a la cuestión referida a la ocupación, o sea, de qué manera deberían vivir los beneficiarios de programas sociales si estos cesaran con sus prestaciones. Por razones de tiempo y espacio, aparece una nueva dimensión: la formación del cuarto cordón, que no haría más que agregar una constelación de nuevas necesidades. Por último, no podía faltar la propia concepción de las políticas sociales; si son solo asistenciales o creadoras de oportunidades de progreso. En lo que hay acuerdo es en que algo hay que hacer, no dejar que las cosas vayan siguiendo espontáneamente sus propios derroteros; es decir, se debe impedir que la pobreza se cocine en su propia salsa como sería, por ejemplo, no hacer nada para morigerar las penurias en asentamientos y villas buscando, con esos mecanismos perversos y autoritarios, desalentar las migraciones desde el interior o países vecinos o lucrar con situaciones anómicas.

Una salida por la positiva nos dice que se deben mejorar las condiciones de vida en los lugares de origen de las familias, el NOA, el NEA, Paraguay y Bolivia, para retener la población y recuperar una parte de la que ya se ha ido. Eso implica generar fuentes de trabajo mediante la federalización productiva, acceso a una vivienda digna, fuerte inversión en salud y educación. Y agregar unas cuantas décadas de acción ininterrumpida en ese sentido; o sea, políticas de estado. Muchas de las personas que viven miserablemente en el conurbano, las de más edad, es triste decirlo pero es así: morirán sin haber podido poner una flor en las tumbas de sus antepasados que yacen en el terruño. Contrario sensu, entre las familias más proclives al cambio y con ansias de progreso, con políticas creíbles y una comunicación de nuevo tipo, se debe incentivar el vuelo de la imaginación para movilizar las expectativas.

La reconfiguración territorial y poblacional no necesariamente implica el masivo traslado de personas ni que obren de inmediato las reubicaciones de las familias que libremente opten por iniciar una nueva vida. Haciendo un símil con el tablero de un aeropuerto: las luces se prenden y apagan pero están siempre en el mismo lugar; sin embargo esas olas visuales contienen información que comunicada fehacientemente facilita la toma de decisiones en el momento oportuno. Las familias pueden ir haciendo sus cálculos y los programas anti-pobreza intensificando sus propuestas las que deben ser cada vez más tentadoras y atractivas. Empero, el tiempo insumido hasta el logro de resultados sustentables, implica que hay un mientras tanto en el que se debe asistir a las familias para que su situación no empeore a límites denigrantes, capacitarlas y convencerlas de que algo nuevo es posible; que muchas cosas se están modificando en el escenario global por más alejadas que parezcan de su dura cotidianeidad. No es infrecuente –por parte de políticos, académicos y gente de medios-la ilusión (que rara vez muestran los beneficiarios) de que en esos contextos degradados la asignación de recursos por medio de intervenciones estatales bobas, principalmente pero no solo subvenciones y planes, pueda ir abriendo un camino de soluciones. Los duros datos de las estadísticas y sobre todo la observación en el terreno, demuestran cuál es el verdadero impacto de eficacia (ni hablar de la eficiencia) de las políticas sociales en curso aunque se enmascaren los resultados especulando con la efectividad del relato. Por lo que se está viendo, escuchando y leyendo en estos últimos tiempos, el qué hacer amerita un debate más fino y fructífero en el ámbito de la oposición. No olvidar que hasta ahora el conurbano ha sido un agujero negro con capacidad suficiente como para fagocitarse las mejores intenciones.

Introducción

Mitigar la pobreza es una imposición de los principios éticos básicos de Occidente, así como del simple auto-interés. En el largo plazo es improbable un mundo ordenado si el alto ingreso de una de sus partes coexiste con una pobreza extrema de la otra, mientras cobra vida “el mundo único” de la comunicación, de los problemas mutuos y de la interdependencia. Richard N. Cooper, Karl Kaiser, Masataka Kosaka, Robert R. Bowie, 1977 (2)

En el conurbano conviven es un decir millones de familias de clase media (baja, media y alta) con otras en situación de pobreza; el conjunto se apretuja en una minúscula porción de tierra en tanto se la compare con las dimensiones de la provincia de Buenos Aires (PBA) y el país. Es el lugar de las desmesuras; por su población, un solo distrito, La Matanza, es la quinta “provincia” del país, y supera la suma de los habitantes de cinco provincias argentinas. Comparando las densidades de población surgen las siguientes evidencias: mientras que a nivel país hay 10 habitantes/Km2, en el AMBA ese índice se eleva a 4942 habitantes/Km2. Un dato especialmente relevante es que casi el 5,6% de los hogares del área residen en villas o asentamientos, con una incidencia mayor en el conurbano (6,4%) que en la CABA (3,3%) (3). O sea, de cada 3 familias pobres integrantes del AMBA, una vive en la CABA y dos en el conurbano. Son el sujeto de este trabajo.

El mapa de la pobreza en el AMBA se profundiza según una matriz centro/periferia que, entre otras cosas, refleja la importancia diferencial con que es considerada la situación de la población situada en la parte más baja de la pirámide social. Mientras que en la CABA, villas y asentamientos son motivo de atención permanente por parte del gobierno local, iglesias, ONG’s, universidades y medios -es decir, están en la vidriera- al atravesar hacia la periferia los tres llamados cinturones del conurbano se va desplegando la opacidad de un ecosistema formalmente ingobernable, asimilable a una dinámica de self-organization, en el que el estado brilla por su ausencia, y la conducción corre por cuenta de diversos grupos marginales, muchos de ellos de corte mafioso. Aunque muchas disquisiciones no se suele hacer entre los distintos tipos de pobreza (a lo sumo la utilización de algunos indicadores económicos y sociales demasiado genéricos como para reparar en particularidades), ciertas características de su funcionamiento son motivo de atención, a través de preocupaciones y propuestas, por parte de políticos y académicos, en particular los que militan en el campo de la oposición.

En un trabajo girado el año pasado (4) un cuadro daba una idea bastante clara de las asimetrías que se pusieron en evidencia  en los últimos dos siglos y medio entre Buenos Aires y Córdoba en materia de crecimiento poblacional


año
número de habitantes
    Buenos Aires
            Córdoba
1778
43 165
44 506
1821
200 000
85 000
1847
320 000
90 000
1853
500 000
150 000
1869
495 107
210 508
1895
921 168
351 223
1914
2 066 948
735 472
1947
4 273 874
1 497 987
1960
6 766 108
1 753 840
1970
8 774 529
2 060 065
1980
9 766 030
2 407 754
1991
12 594 974
2 380 041
2001
13 827 203
3 066 801
2010
15 625 084
3 308 876
Estoy hablando de dos de los tres distritos más importantes del país en los que se ha ido dando una desproporción poblacional que en la actualidad llega a ser de 5 a 1. Por su parte, con la paulatina formación del conurbano bonaerense, la relación de habitantes entre el conurbano y el interior de la PBA es más de 2 a 1. En suma, 2/3 de esa brecha de 5 a1 entre dos de los tres distritos más poblados del país es absorbido por ese agujero negro que todo lo fagocita. No es oportuno hacer un análisis más a fondo  de porqué se produce lo que sin ambages se podría denominar una “aberración territorial”; empero, como se analiza en el trabajo citado, son los intereses del puerto de Buenos Aires, amasados en un matrimonio de conveniencia entre factores endógenos y exógenos (solo inquietado de vez en cuando por alguna rencilla de poca monta) los que dieron lugar al incesante tendido de ese vector centrípeto por donde han transitado en un solo sentido los principales flujos del país (no solo económicos) que forman parte de la riqueza y la pobreza desterrada. En su medida y armoniosamente. Mientras el modelo de sustitución importaciones funcionó, los migrantes podían encontrar trabajo aunque las condiciones de vivienda hayan sido siempre malas. Luego todo cesó, y las esperanzas no satisfechas fueron configurando una pobreza creciente que se fue extendiendo en el conurbano como una metástasis.

 Los comportamientos de la pobreza

Hay un  grado de determinación característico de la parte pobre de la sociedad, sobre todo si ese sector, en la ordenada más ancha de la pirámide, alcanza una masa crítica de presencia social como es la que se advierte en las villas del conurbano. ¿Cómo se manifiestan esas determinaciones?

Lo más evidente de todo es lo económico. Cualquier inyección monetaria al sistema de la pobreza conlleva el sino fatal de su gasto para la sobrevivencia; obviamente en ese estrato se carece de capacidad de ahorro. La asistencia en esos casos tiene un doble significado. Evita situaciones extremas por falta de recursos; junto a otro tipo de asistencias materiales es la clave para capear el temporal aún en condiciones muy difíciles (sin llegar a ollas populares salvo como acto de protesta). Por otro lado, es una herramienta de equidad distributiva (básicamente ingresa lo mismo en millones de hogares) y, lo menos tenido en cuenta, el significado de esa liquidez en tanto respiro para otra parte de la pobreza como son los circuitos marginales del consumo (almacenes de barrio, microemprendimientos, cuentapropistas, etc.). Hay que considerar que cada mes se están movilizando cantidades muy grandes de dinero (ahí no hay retracción en el gasto; la plata que entra sale de inmediato, aunque por la inflación se pueda comprar cada vez menos). El otro aspecto a considerar es el de las reacciones colectivas. Es tema de discusión. Cuando algo va mal, siempre aparece el augurio de desbordes desestabilizantes en el ámbito de la pobreza. Me da la impresión de que no es así, por lo menos en los marcos de la legalidad (Hay una parte minoritaria, la delincuencia derivada de la pobreza, que se justifica en la necesidad de dar de comer a sus hijos). La manifestación colectiva –principalmente piquetes o asaltos a mercaditos- está todo manejado por las organizaciones del ramo (y la multifuncionalidad de los punteros). Lo presencia en la escuela, si aguanta y perdura, está motivada en una parte importante según los casos por el servicio de comedor (a pesar de que se mantiene latente la ambición de darles otro futuro a los hijos por medio de la educación en tanto no haya  desahucio). En el caso de la salud privilegian cruzar la avenida General Paz para asistir a los hospitales de la ciudad de Buenos Aires. Las viviendas precarias las construyen con lo que hay a mano –por lo menos al principio- y luego son sometidas a una manutención mínima (en algunos casos con la incorporación de materiales que entrega el gobierno con fines clientelares) que excluye toda ornamentación, huertas, árboles frutales o animales de granja. La pobreza siempre se siente de paso aunque esté asentada sobre terrenos ubérrimos. Con respecto al lugar de residencia, las familias pobres se van extendiendo como dendritas en los lugares vacios (5). Hemos visto en los últimos tiempos con qué velocidad se arman asentamientos transitorios que en algunos casos llegan a ser villas cuando no hay represión; es un operativo relámpago en el que está todo regimentado con la bendición o implementación de ONG’s que actúan en esos ámbitos. Son muy bajas las posibilidades de elegir lugar de residencia; el pobre se instala donde deciden los punteros con predominio territorial; así, pasa a engrosar un capital electoral a ser negociado en el mercado negro del populismo (curiosamente una ONG afectada a la vivienda pobre plantea construir “donde las familias quieren vivir...las personas no sólo definen qué tipo de casa quieren tener, sino también en qué barrio levantarla”(6)

Al alcanzar masa crítica, la pobreza en el conurbano se cristaliza; más que una función pasa a ser una estructura paradójicamente resistente al cambio. Ello no obsta para que esas potencialidades mutacionales se vayan yendo como las opciones de una vida poco fecunda, lo que sumerge aun más a la familia en un destino de inmovilidad. La pobreza termina siendo un estilo de vida al que no es del todo malo pertenecer (el mencionado decreto de La Cámpora sobre la identidad villera da sustento a la quimera).

Si bien, como veremos, al nivel de los hogares se notan distintos comportamientos y expectativas, hay invariantes con respecto a la forma de reaccionar frente al medio externo que interviene. ¿El estímulo moviliza realmente? El hogar pobre es un estructura altamente homeostática queriendo significar con ello que la reacción operada toda vez que se la afecta hace que ese organismo se acomode rápidamente a la nueva disposición en el diagrama de las fuerzas resultante, para terminar quedando más o menos como estaba al principio. En esas circunstancias opera un sentimiento bastante extendido que es el de la resignación por el cual, la inexistencia de  expectativas esperanzadas hace que el descreimiento habitual se afirme en la idea de que nada puede  cambiar porque efectivamente nada cambia. El hogar rápidamente se restablece en su posición habitual haciendo gala de una resiliencia (7) crónica producto de la desesperanza.

La reacción homeostática del hogar pobre frente a desequilibrios momentáneos así como el reacomodamiento posterior resiliente, ameritan la constitución de mecanismos adaptativos en la dotación de recursos de sobrevivencia que pueblan el imaginario de la familia. Como cualquier cuerpo vivo, la pobreza pensada como sistema construye sus propios mecanismos autorreferenciales y justificatorios. Obra de esa manera para hacer más llevadera una situación dura y configurar, en un juego de recursividades, un componente de sentido al que ni siquiera se le confiere un carácter transitorio. Hay fatalismo, y sobrellevarlo implica crear mecanismos de compensación/contención. Esta simbiosis es abarcativa; no solo se refiere a la estructura en sí sino que, invasivamente, compromete a todas las partes integrantes y sus interrelaciones con el entorno. 

Inventada con buen suceso por dos biólogos chilenos, Maturana y Varela, la noción de autopoiesis (8) ha sido utilizada por el alemán Niklas Luhmann para configurar un nuevo paradigma teórico referido a sistemas sociales. No le fue fácil; el intento dio lugar a una disputa entre los propios biólogos para ver si correspondía extender el uso de dicho concepto más allá de su entorno original. Uno decía que sí y el otro que no. Para Maturana “el ligar la autopoiesis como una opción epistemológica más allá de la vida celular, el operar del sistema nervioso y los fundamentos de la comunicación humana, es claramente fructífero”. Finalmente, como ocurre en estos casos, la realidad va dando su veredicto. La aplicación de la idea de autopoiesis a los sistemas como el que nos preocupa “implica que el carácter autorreferencial de estos sistemas no se restringe al plano de sus estructuras sino que incluyen sus elementos y relaciones, es decir, que él mismo da vida a nuevos elementos de los que consiste” (La autorreferencia es posible cuando existen dos niveles lógicos, un nivel y un meta-nivel...). Aunque un sistema autopoiético se mantenga en desequilibrio, es capaz de conservar una consistencia sistémica al metabolizar permanentemente la energía de su medio”; en este caso, los impactos que reciben las familias incluso, paradójicamente, y en no pocas oportunidades, las adversidades que obran para incrementar el sentimiento fatalistas pero también una cuota de resistencia sorda, las ayuda a desenvolverse en situaciones hostiles. En contra de lo que se cree, el pobre no es resentido (estereotipos como D'Elía son solo eso); tiene una gran capacidad para superar pálidas y absorber los infortunios con los que siempre ha coexistido.

El conurbano quema

Al sentir que el kirchnerismo ha llegado a su fin y se acreciente la posibilidad de un cambio de comando en el próximo turno, uno puede conjeturar que la oposición, previendo las dificultades, asocie la pobreza en el conurbano con una papa caliente.

La pobreza es un conglomerado de índole compleja; un sistema multidimensional que puede ser representado por un poliedro con muchas facetas: las familias directamente afectadas, el medio donde la pobreza se manifiesta, los intereses en juego (políticos encarnados en los punteros, los sucesivos eslabones de las burocracias a cargo del diseño, ejecución, evaluación de los programas sociales y hasta el medio académico que destina muchas horas al estudio de la misma) , la opinión pública y la de los medios. La problemática de la pobreza en el conurbano es uno de los aspectos de mayor incidencia en la marcha y el futuro de nuestra sociedad. Puede ser abordado desde distintos ángulos.

El tipo y calidad de la vivienda es una variable clave. Por lo menos es lo que más resplandece desde los medios, y destaca su importancia en la radicación o el desarraigo del pobre, según cómo se mire. Aunque en general el hábitat es planteado en forma separada, como si fuera un problema que se pudiera resolver al margen de la constelación dimensional que lo rodea, la reivindicación de poseer un techo digno es una constante en el imaginario de las familias de villas y asentamientos (9). Es cierto que los tiempos cambian. Ahora las viviendas no son de lata y cartón como hace medio siglo; la incorporación paulatina de la mampostería ha generado condiciones de habitabilidad no extremas, pero ello no quiere decir que hayan sido eliminados otros factores que atentan contra la mínima comodidad: espacio insuficiente, promiscuidad, ausencia de servicios sanitarios (ni hablar de externalidades como la inseguridad, falta de servicios urbanos, etc.). Acceder a una vivienda digna es para las familias pobres un reclamo universal. No existe plataforma política o de organizaciones sociales que no haga una reivindicación en tal sentido. Es una consigna infaltable en las campañas electorales. Según Javier González Fraga  “la pobreza se combate con viviendas... vivienda se parece a hogar, y hogar se parece a familia” (10); para lograr la secuencia, el economista propone un plan en cuotas para la construcción de la vivienda popular de 50 m2 pagaderos en 50 años con una cuota ínfima menor que el alquiler de una pieza en una villa. La pregunta es si efectivamente la vivienda cumple el rol que se le asigna. En la ciudad de La Plata, se han levantado casas de dos plantas, de buena construcción, que se pueden ver al final de la autopista viniendo de Buenos Aires. A su frente, en improvisados palenques, pacen atados ejemplares de esa sufrida raza de petisos que a diario, con lluvia o viento, tiran sin descanso el carrito de los cartoneros por las calles de la ciudad. Hace años que la situación permanece estable sin haberse modificado y no se vislumbran  perspectivas de serlo.

Para comenzar a salir de la pobreza hay que tener un trabajo digno. Puede ser más o menos formal en sus primeros tramos, con una particular tolerancia a este aspecto para no matar al bebé en la cuna. Las políticas sociales deben ser eficaz herramienta para dotar al beneficiario de los recursos necesarios para desenvolverse en el mercado laboral. Por su trabajo debe recibir una paga que alcance para mantener a su familia. Una política social no puede concebirse en sí misma al margen de otras variables que hacen a la evolución de la familia. Según Orlando Ferreres, “la macroeconomía, nacida de la crisis del 30, ha desarrollado un arsenal de medidas para paliar los efectos de las crisis cíclicas y para encontrar el camino que recupere el sano crecimiento del producto bruto y del empleo”(11). La obra pública –sobre todo el gigantesco plan de infraestructura que todo indica se va a empezar a construir a partir de 2016- es una eficaz generadora de empleo aunque siempre transitorito y normalmente lejos del hogar;  así, no es lo mejor para el arraigo familiar pero es un mal necesario. Al respecto, el economista hace mención al proceso iniciado en los años treinta para construir rutas paralelas a las vías férreas. Así nació Vialidad Nacional. Decenas de miles de Km de caminos pavimentados  fueron  privando de sentido al ferrocarril  (la infraestructura metáfora del modelo agroexportador) hasta su nacionalización en condiciones de obsolescencia en la década siguiente.

Quienes apuestan al progreso ven las políticas sociales como una herramienta para incentivar a las familias a salir de la quietud de la pobreza. Está claro que no el caso del populismo; en su versión peronista la historia ha demostrado no solo que no resuelve la cuestión de la pobreza sino que la cristaliza irremediablemente, porque hay intereses en ese sentido. Ese partido, que ha gobernado nuestro país en muchos tramos desde su nacimiento en la década del cuarenta del siglo pasado, ha demostrado palmariamente que en su accionar hay tres componentes infaltables: corrupción, clientelismo e inmovilidad. Para Iván Petrella “El fracaso de la lucha contra la pobreza de los últimos veinte años no se debe sólo a la ineficacia y la corrupción; se debe también a una manera equivocada de concebir la política social” con independencia de en qué parte del espectro ideológico se encuentre su gestión. Según el sociólogo del PRO “no hay dos modelos - el neoliberal y el populista- sino más bien uno solo que concibe a la política social tímidamente, como un paliativo para aligerar el impacto de decisiones económicas, y a los sectores más vulnerables como objetos pasivos de las políticas socioeconómicas. Son dos caras de una misma moneda que hay que dejar atrás” (12). En la nota Petrella se extiende en la valorización del tipo de intervenciones en las áreas de la pobreza y da cómo ejemplo de  “intervenciones sociales rupturistas y contundentes a favor de las personas y los barrios” dos casos: uno, la creación de universidades en el conurbano, en tanto “aseguren la excelencia, no estén contaminadas por el clientelismo y no confundan la academia con la militancia”; el otro, la apertura de una casa de la cultura en la villa 21 de barracas, como extensión del ministerio de cultura de la nación, siempre que haya sido realizada “sin demagogia y sin deformación proselitista”.


 
En sectores de gran concentración urbana, como la villa 31 de Retiro, la valorización de los terrenos da lugar a residencias en propiedad horizontal (13).



Mientras, en el Conurbano hacia el interior, las configuraciones villeras se extienden como dendritas; la expansión explosiva y descontrolada ha alcanzado distancias de hasta 40 Km de la General Paz (14).

En esos lugares hay mucha gente que consume hasta cuatro y cinco horas por día de su tiempo para cumplir con el trabajo en Buenos Aires. La consecuencia es obvia: si ya es preocupación la existencia de los tres primeros cordones en los que se diseminan los bolsones de pobreza que pueblan villas del Conurbano con más razón lo sería el nacimiento de un cuarto cordón; aumentaría la distancia a recorrer por parte de los trabajadores con el consecuente gasto de tiempo, salud, dinero e infraestructura de transporte. Para Fabio Quetglas “la primera actuación es evitar la constitución de un cuarto cordón y, en ese sentido, el fortalecimiento de una política de hábitat popular y transporte público calificado en las ciudades distantes a 50/80 km del centro de la Capital son un factor clave”(15). Entre las motivaciones de la gestación de un nuevo cordón está el factor omnipresente, es decir, la gente que se acerca al conurbano corridos por la miseria; de lo contrario “nuestras áreas metropolitanas estallarán en la medida que no cerremos la brecha de desigualdad regional” sigue diciendo Quetglas. En ese contexto el “Norte del país merece un tratamiento territorial específico” para evitar asimetrías que son muy notorias lo que de llevarse a cabo con políticas adecuadas podría dar lugar a un “desarrollo territorial más equilibrado”, teniendo en cuenta que no todas las regiones del interior son igualmente expulsoras.

No es una falencia solo local la baja tasa de eficacia de los programas sociales. Gustavo Grobocopatel relata su experiencia emprendedora en África, un continente al que se han derivado desde hace muchos años grandes recursos de la cooperación internacional. Uno podría esperar resultados alentadores, sin embargo en la nota se destaca que “decenas de ONG, fondos de empresas privadas y organismos multilaterales que trabajan para ayudar a sostener estas comunidades...han colocado mucho dinero, construido escuelas y hospitales, son múltiples los programas, pero no han logrado transformar la realidad”.  Para el empresario   ”no deberíamos combatir la pobreza con prácticas y políticas que la consoliden...el proceso debe incluir un ordenamiento territorial, fruto de consensos previos, que debe contemplar una dimensión ambiental superpuesta a una dimensión social que permita la convivencia sinérgica entre una agricultura familiar en comunidades con otra forma de mayor escala” (16)

 La paradoja

Dijo Epiménides: “todos los atenienses mienten”. Si por ser ateniense Epiménides mentía, entonces no debería haber sido cierto lo que él afirmaba de que “todos” mentían; por lo menos habría alguno que dijera la verdad. Pero si Epiménides decía la verdad, entonces se contradecía: ya no “todos los atenienses eran unos mentirosos”.

Es una paradoja pero también una maldición. Si los servicios (educación, sanidad) son mejores en un lugar que en otro; si las posibilidades de trabajo de cualquier tipo existen; si el medio ejerce un atractivo simbólico; toda vez que se evidencien esas distinciones, necesariamente las familias que estén viviendo mal buscarán mejorar su condición. Así se genera la paradoja.  A medida que crezca (y se note) la dotación de recursos destinados al conurbano, el resultado será el siguiente: la dilución del pretendido efecto benéfico por su propia dinámica de retroalimentación que termine por negar lo conseguido. Es el ingresa al tobogán. Los programas devienen piezas de utilería; mantienen su vigencia artificial (y sobre todo sus burocracias) sin tener en cuenta los resultados. El conurbano bonaerense lo padece con relación al interior y ahora países vecinos.  Por eso su tasa de incremento poblacional es la mayor del país.

Se dice que las paradojas no tienen solución, por lo menos desde el polo que las genera y en el plano donde se expresan. El espacio donde se expresan es el país y sus vecinos. La generatriz,  un sistema de fuerzas expresadas por un conjunto de vectores centrípetos desplegados a causa de un desequilibrio territorial ya estructurado. La actuación de esas fuerzas, que terminan siendo bobas (de actuación espontánea, sin comando) se retroalimentan por sí mismas sin ningún tipo de regulación y pasa lo que la cibernética ya sabe de hace rato: terminan en la parálisis (se descarta la explosión salvo manipulaciones); se produce un proceso de creciente inmovilismo a veces febril pero sin destino. El cuerpo de la pobreza se descompone con la anomia que la caracteriza.

B. SALIDA

Las paradojas no tienen solución, pero tienen salida. Para ello hay que dar a luz otros polos de poder y establecer nuevos espacios de acción. En este caso, el espacio alternativo debe ser la posibilidad concreta de reinsertarse en el mundo global y establecer relaciones de nuevo tipo con los países hermanos; concebir una macrorregión social sudamericana y apoyarse en los factores exógenos de alcance global, básicamente el comercio a este nivel, y las facilidades que brinda la cooperación internacional bien ejecutada (17). El polo regenerador: un proyecto no populista a partir de 2016. Veamos.

Acceder a los escenarios deseados en una política a largo plazo no implica que debamos esperarlos sentados a que se formen solos. Hay muchas cosas para hacer en el mientras tanto sin las cuales el “largo plazo” es como un horizonte que se va alejando a medida que intentamos acercarnos a él. El problema es que lo que está en juego es la situación de millones de familias y sus posibles soluciones. Se debe mejorar la salud y la educación todo lo que se pueda, poniendo más el acento en la funcionalidad de una infraestructura ya existente, con los debidos reacondicionamientos, que en la construcción de nuevos escuelas y hospitales que luego no pueden ser equipados. Es humano alimentar ilusiones de que una determinada intervención nos acerca a la meta deseada. Puede pasar lo contrario, que nos aleje. Tomemos el caso de la vivienda que siempre urge. ¿Qué conviene una casa o una solución habitacional? Esta última mejora la habitabilidad sin llegar a soluciones definitivas, y tiene el sello de lo provisional que, dados determinados condicionamientos, se debe transformar en el ambiente favorable para la concreción de una oportunidad. En cambio, la primera va más allá que el parche pero tiene una condición irreversible: ancla en un lugar a la familia donde carece de perspectivas. Si esa misma vivienda, a la que cualquier familia argentina tiene derecho, se levanta en el lugar adecuado, entonces cumple una doble función: responde a una justa reivindicación, pero al mismo tiempo deviene punto de partida para incrementar las opciones de progreso para el núcleo familiar. El ejemplo va a otra cosa obvia o no tanto: algo que se quiera transformar debe arrancar de una inquietud estimulante; el auto conformismo o la resignación no movilizan.

No puede normalmente ser producto de la espontaneidad el tránsito paulatino desde un estadio de pobreza en el sentido de otro donde puedan asomar otras condiciones de vida. El ascenso social es un proceso de alta complejidad (por eso mismo también es de trámite complicado) que, en los grandes números, no se da sin la proclividad de un entorno. Avanzar en proceso hacia el fin del populismo implica políticas de estado revolucionarias en ese sentido: integrales, legitimadas, transparentes, consensuadas y, sobre todo, muy inteligentes, al nivel de los países más desarrollados. Pero además requiere de una condición singular del grupo familiar que emprende la travesía. Es alcanzar, con la debida ayuda externa a cargo de los medios adecuados –públicos o de la sociedad civil- un estado de ánimo anhelante del grupo familiar, en particular de quien en el hogar posee el mayor ascendiente, que podemos identificar preliminarmente con un campo de fuerzas donde los potenciales generen una tensión transformadora de alta intensidad y baja resistencia. Así, una dinámica de nuevo tipo  irá tomando forma; la familia tiene que sentir que no le están metiendo el perro cuando le dicen que algo distinto está por pasar para involucrarlos en forma positiva. Eso es ambiente favorable, un estado de ánimo colectivo que se instala a partir de la política y la comunicación. Se equivoca quien piense que la gente sencilla no puede llegar a distinguir con claridad la diferencia entre una política populista, clientelar, de otra que no lo es. Es cuestión de terminar definitivamente con la hipocresía.

La posición anterior puede chocar con algunas concepciones podemos decir “paternalistas” sobre la pobreza. Una de ellas, la de la iglesia católica se expresa en la conocida labor de los curas villeros. Sin duda, una política social dirigida a erradicar la pobreza (no los pobres), teniendo en cuenta lo duro que pueden ser algunos tramos en la aplicación de las mismas,  requiere de una labor de contención que bien es realizada por esos curas que han adquirido indudablemente en los últimos años (sobre todo por el acicate de otras iglesias alternativas si se las puede llamar así por sus características notoriamente truchas) una experiencia que las hace muy útiles ahora y, sobre todo, en la aplicación de políticas estatales de mediano y largo plazo.

Los curas villeros son una base de información y gestión por demás interesante y hasta imprescindible en un proceso serio de reconfiguración (obviamente una dimensión temporal que a la iglesia no se le debe pasar por alto preparada como está para pensar la labor pastoral no solo en el aquí y ahora). La misión que actualmente despliega la Iglesia en los lugares de apostolado adquiere un carácter emotivo por la actitud desprendida y sumamente riesgosa de curas, monjas y laicos (hasta la temeridad en algunos casos) pero de relativo impacto en lo referido a una intervención transformadora para erradicar la pobreza. El diputado Vera probablemente sea el que mejor interpreta el pensamiento de Francisco con relación a los pobres. Su discurso sensibilizador, en muchos sentidos capaz de desenmascarar sin anestesia las agachadas del poder, no parece, empero, ir mucho más alla de ese sin duda imprescindible cometido esclarecedor.  Es parte indisoluble de una lucha integral en contra de la incapacidad de los sistemas económicos de dar trabajo para todos y todas a pesar de la dotación de recursos que se dispone en la actualidad.

Se dice que el tren de la historia pasa una sola vez. Sin embargo, la realidad muestra que, al ser circular el diagrama de las vías, siempre se da otra vuelta. El actual proceso globalizador (G), que como a un guante está dando vuelta el planeta, es totalmente inclusiva por definición, de lo contrario no sería global. G es el primer sistema en la historia que quiere hacer de cada terrícola un consumidor. Eso requiere que todos tengan un lugar en el tren. El tire die (18) no va mas. Pero está claro: no es lo mismo viajar parado que subir primero y ocupar un asiento. Con esto quiero decir que el proceso de erradicación de la pobreza no necesariamente debe ser febril; por el contrario, tiene que ser pausado con metas establecidas a lo largo de un largo período y, sobre todo, teniendo en cuenta los tiempos de cada familia. Se trata de una labor política basada en la eficiencia, la eficacia y la efectividad. Ello implica en primer lugar administrar correctamente los recursos, no porque sean escasos (esa limitación ha desaparecido en el mundo de la abundancia que estamos viviendo donde la fase limitante de la ecuación económica ha pasado a ser la demanda) sino por un problema de alteridad, el respeto al otro que trabaja y produce o que todavía no dispone de lo necesario para mejorar su calidad de vida. Quien administra bien lo que recibe, hará lo mismo con lo que da, valorando lo suyo y elevando la autoestima, una condición necesaria para dar la batalla contra la pobreza. 
La segunda cuestión es el logro de resultados tangibles y transformadores en la reconfiguración familiar. Acá lo importante no es solo competir sino ganar los partidos. Eso, finalmente, hará que los relatos sean efectivos, despojándolas de toda prédica tan altisonante como vacía, en su impacto positivo tanto en los beneficiarios como en la opinión pública. Así se cerrará el círculo virtuoso de las “3E”

Con referencia al manejo de los tiempos dela política, en procesos de tanta sensibilidad como el que estamos tratando, es necesario introducir (y precisar) una variable no siempre bien utilizada: entropía social (19). Si bien habitualmente se usa esta noción como un sinónimo de desorden, la entropía es en realidad una propiedad de los procesos que se refiere a dos aspectos de los potenciales de realización: la velocidad con que pasan las cosas y las opciones que le restan a un sistema dinámico para llegar a una meta prefijada. Con respecto a los procesos generales (grupales) y particulares (nivel familia) es muy importante tanto la correcta detección de los potenciales de realización de un conjunto dado, como la forma en que esas potencialidades van dando lugar a hechos que marcan avances en la ruta de la reconfiguración sistémica. Si un grupo está muy degradado se dice que su entropía es alta; dispone de poca capacidad de alcanzar determinados logros comparando con otros donde su entropía es baja. Al mismo tiempo, si en otro caso se anda a tientas y locas, abuso de prueba y error, sin tener en cuenta que no son números sino personas y familias las involucradas en los cambios, entonces diremos que la gestión del proceso es altamente entrópica, porque va dilapidando las oportunidades con una pobre tasa de realización (baja eficiencia, baja eficacia). La entropía es una noción que se puede usar en distintos casos, por ejemplo, el impacto esperable de una inversión/intervención.  En el caso del conurbano bonaerense, una situación de altísima entropía, nos muestra que todo recurso que se destina es rápidamente absorbido por un agujero negro en el que las tramas políticas y urbanas existentes son los aspectos más visibles de su inviabilidad.

¿Qué hacer?

Abordar la cuestión de la pobreza en el conurbano implica la formulación y puesta en práctica de políticas de estado de largo plazo que tiendan a equilibrar las cargas demográficas por medio de un rediseño territorial

Encarar problemas de desequilibrios gestados a través de tantos años como es el caso del conurbano bonaerense excluye acciones y el logro de resultados solo a corto plazo. Tampoco puede limitarse el enfoque a la manifestación principal de esos desequilibrios, el conurbano bonaerense, al margen del entorno–provincial, nacional, regional- del que forma parte. Un abordaje a escala del problema fortalece la necesidad de estrategias de estado referidas a cuestiones de alta complejidad; el  territorio es una de las principales. Se puede enumerar políticas inmediatas (luego de este fin de ciclo político) otras de mediano y largo plazo, algunas de las cuales son motivo de discusión en las fuerzas políticas y sociales que se preparan para el pos kirchnerismo. Ellas son en una serie no excluyente

FEDERALIZACIÓN PRODUCTIVA
Creación de puestos de trabajo en el interior. Industrialización de las materias primas cerca de las fuentes de producción.
EL ROL DE LA FISCALIDAD COMO FACTOR RECONFIGURANTE
Círculos concéntricos de fiscalidad decreciente para orientar las inversiones hacia los lugares postergados. Promover radicaciones industriales evitando las concentraciones en los centros más poblados. Fuerte impulso a la industrialización de los pequeños pueblos.
MATRIZ TERRITORIAL RETICULADA
Compensar el diseño radiocéntrico de las comunicaciones propia del modelo agro exportador con el trazado en red de tramas y urdimbres para que Buenos Aires deje  de ser el receptor de todos los flujos
REGIONALIZACIÓN DE LA PBA
Una concepción que promueva el desarrollo equilibrada de todo el territorio provincial. Política de hecho para el área metropolitana con aporte sustancial de la CABA en materia de transporte, salud, educación, etc.
SERVICIO CÍVICO DE FORMACIÓN.
Para jóvenes Ni-Ni aprovechando la infraestructura militar ociosa. Terminalidad educativa, formación profesional, microemprendimientos.
REUBICACIÓN DE LAS CÁRCELES
Instalaciones penitenciarias modernas. Lejos de la familia, en lugares despoblados y clima frío. Facilitando el traslado de sus seres queridos en condiciones dignas de vivienda, salud, educación cuando así lo requieran. Formación de microempresas entre el preso y sus familiares para atender las necesidades de las cárceles. Nuevos pueblos.
ERRADICAR EL NARCOTRÁFICO
Los procesos de síntesis, extracción y refinamiento de drogas son totalmente controlables en tanto se desee su eliminación. Los precursores imprescindibles para la producción provienen de grandes empresas de las cuales hay unas pocas en América Latina.
COOPERACIÓN CON LOS VECINOS
La migración de los países que viene a ofrecer su fuerza de trabajo demanda a cambio servicios de educación y sanidad. Una activa cooperación de nuestro país en esos renglones con los vecinos actuaría para mermar la presión migratoria. Emprendimientos como La Salada pueden contribuir a generar puestos de trabajo en los lugares de origen de los migrantes.
DESCENTRALIZACIÓN DE LA CABA
En la medida en que lo púbico y lo privado potencien su actitud desconcentradora, puede ser un alivio indirecto al conurbano por el hecho de disminuir la carga horaria de viajes diarios de los trabajadores. Las empresas privadas, sobre todo las grandes, pueden aumentar su contribución al despeje, al trasladar sus instalaciones administrativas fuera de la avenida General Paz
UN PUERTO SIN CONTEINERS
El puerto de Buenos Aires debe ser solo para turismo y esparcimiento. E l movimiento de conteiners debe ser reubicado en puertos fluviales y marítimos
TRASLADO DE LA CAPITAL
Las capitales de los países desarrollados no son ribereñas. Despojar a la región metropolitana de burocracias improductivas, puede permitir darle a la microrregión un perfil más moderno y a la gestión estatal ser más eficiente y eficaz en su nueva localización.


Comisión nacional/regional para erradicar la pobreza

En un plazo lo más breve posible la lucha contra la pobreza debe alcanzar estatura macrorregional. Obviamente debemos inspirarnos en la forma en que la UE encara la cuestión de la pobreza y las migraciones. Avanzando en el sentido de la cooperación regional, desde el país vemos la necesidad de poner en marcha un conjunto de políticas que formen parte de una concepción integral de lucha contra la pobreza para lograr su paulatina erradicación a lo largo de las próximas décadas.

El tratamiento de la pobreza deber ser pormenorizado, a nivel de cada familia. Para ello existen bancos de datos que pueden ser utilizados para una eficaz tarea de promoción de las oportunidades de progreso en cada hogar. Existe hoy en nuestro país, en sus institutos y universidades, la capacidad suficiente para dotar de las herramientas más modernas para la implementación y gestión de una política como la que estamos imaginando. En el caso de un programa de “erradicación de la pobreza/reubicación de la población/desarrollo local ” -con el nombre que sea - se requeriría un trabajo específico de diseño de las variables a controlar y la formulación de los indicadores adecuados para realizar las mediciones; los mecanismos de recopilación de la información y su ingreso a las bases de datos; de los modos de hacer corridas para simular escenarios; para diseñar los programas en función de los objetivos gubernamentales; para elaborar pronósticos. Preliminarmente, podemos ver cómo se pueden gestionar alternativas de flujos y reflujos poblacionales, resultados de las medidas impositivas implementadas, marcha de las inversiones, variación de las oportunidades de negocio a lo largo del territorio, creación de puestos de trabajo, evolución de indicadores convencionales, etc. En suma, un modelo de circulación de oportunidades, implementado en forma transparente en el más alto nivel, puede ser una herramienta para comenzar a construir el país de la segunda vez con un aprovechamiento al máximo de las excepcionales condiciones que se nos presentan en esta fase inicial de la globalización.

Ing. Alberto Ford
La Plata, 24 de enero de 2015







[i] Una anécdota personal. En una oportunidad hablando con un puntero peronista en una villa (en la que había formado una ONG ambiental que presidía en torno al ahora afamado Arroyo “del” Gato luego de las inundaciones de 2013), lo quería convencer de la importancia de la reubicación poblacional en condiciones dignas. Hasta que en un momento se sinceró. “Este es mi capital –me dijo- si la gente se va a otro lado pierdo los votos”
[iii] http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo68/files/Boletin_AMBA_UCA_web.pdf
[iv] 14 06 19 Plano inclinado
[v] Hace unos cuantos años una inmobiliaria llamada KANMAR, hoy desaparecida, hizo pingües negocios vendiendo en cuotas terrenos en zonas inundables a gente de pocos recursos.
[vi] Fundación pro vivienda social, ver: http://www.lanacion.com.ar/1757215-escuchar-a-las-familias-necesitadas
[vii] del verbo resilio, resilire: "saltar hacia atrás, rebotar", entendida como la capacidad de volver al estado natural, especialmente después de alguna situación crítica e inusual, como lo demuestran “los grupos sociales para sobreponerse a los resultados adversos, reconstruyendo sus vínculos internos, a fin de hacer prevalecer su homeostasis colectiva de modo tal que no fracasen en su propia sinergia” ver: http://es.wikipedia.org/wiki/Resiliencia
[viii] http://es.wikipedia.org/wiki/Autopoiesis
[ix] Definiciones. Asentamientos: Grupos de personas asentadas irregularmente sobre predios estatales o privados que no pueden ser urbanizados, ni destinados a un uso residencial. Se localizan, en su mayoría, debajo de un puente, a la vera de las vías del ferrocarril, en una plaza pública, en un predio baldío, en terrenos inundables, etc. Las construcciones son muy precarias y no cuentan con servicios urbanos. Las condiciones habitacionales son, de hecho, de absoluta transitoriedad
Villas: Asentamiento poblacional no planificado, de trazado irregular, surgido de la ocupación ilegal de terrenos fiscales, cuyas viviendas originalmente de materiales de desecho son mejoradas a lo largo del
tiempo por sus habitantes y van incorporando servicios públicos y equipamiento comunitario por la acción del Estado, y/o de instituciones de la sociedad civil. Las villas de la CABA se encuentran,
en su mayoría, en proyecto de urbanización e incorporación a la trama urbana y poseen saneamiento básico (provisión de agua potable, disposición de excretas y de residuos), sin las condiciones y
calidad del servicio del resto de la ciudad http://turismo.buenosaires.gob.ar/areas/hacienda/sis_estadistico/definiciones.pdf?menu_id=33950
[x] http://www.treslineas.com.ar/gonzalez-fraga-hablo-comerciantes-lomenses-sobre-crisis-financiera-n-503578.html
[xi] http://www.lanacion.com.ar/1752919-subsidios-o-infraestructura
[xii] http://www.lanacion.com.ar/1750631-la-politica-social-de-las-oportunidades.Iván Petrella, es director académico de la Fundación Pensar y legislador de Pro.
[xiii] El uso de mampostería más el oficio de albañiles que han levantado media Buenos Aires, ha dado lugar al fenómeno del crecimiento vertical de villa. Para la presidenta, como destacara en su oportunidad, el abandono de  la chapa y el cartón es un signo de progreso. http://www.conexionbrando.com/1752852-un-atajo-para-la-justicia-villera
[xvii] Ha habida casos extremos como la donación llave en mano de una hospital con barredora de nieve incluida para un país del centro del África.
[xviii] Referencia a la película de Fernando Birri filmada en Santa Fe en 1960 en la que los chicos de un barrio pobre se ponían a la par del tren cuando este disminuía la velocidad al pasar por un puente sobre el Salado y le pedían a los pasajeros que les tiraran una moneda de diez centavos (“tire die” sin acento en la e)
[xix] En este trabajo se adopta una visión de la entropía que apunta a configurar una herramienta de evaluación para optimizar la utilización de los recursos que se destinan a intervenciones territoriales. Aunque existe una idea que la asocia al desorden y al caos, aquí se entiende a la entropía como “una propiedad de los procesos referida a la disponibilidad de opciones realizables y/o la velocidad con que dichas opciones se van realizando”. Así por ejemplo, diremos que con una vida por delante, un recién nacido tiene baja entropía porque está todo por hacerse en materia de opciones realizables; por el contrario, quien ha decidido suicidarse tiene alta entropía porque solo le resta el tiro del final; no dispone de otras opciones. En este caso nos referimos a la entropía como variable de estado, una noción sincrónica que da la pauta del potencial de realización que muestra un sistema en un momento dado. Existe otra forma de aplicar la noción de entropía. Imaginemos un joven prometedor, lleno de posibilidades, cuya vida disipada hace que queme sus opciones en forma compulsiva. Diremos que su crecimiento es aceleradamente entrópico; todo lo hace a tontas y a locas desperdiciando su tiempo y logrando en la ecuación de insumos y productos una baja eficiencia y eficacia. Por el contrario, veamos el caso de otro joven con las mismas oportunidades, pero que las va realizando en forma ordenada, con prudencia e imaginación, privilegiando la utilidad al ponderar su accionar en cada paso para prever sus consecuencias; diremos que su entropía crece más lentamente. En esta otra modalidad se concibe a la entropía como variable de cambio. La entropía siempre es positiva y su cuantificación – aún intuitiva porque aplicada a la marcha de la vida personal o los procesos sociales no cuenta con una manera de medirla como sí se lo puede hacer en los dominios de la termodinámica- permite tener una dimensión de cuál va a ser el comportamiento de los recursos que comprometamos en un proceso y los resultados esperables.