sábado, 11 de septiembre de 2021

 

Geopolítica: la grieta global se ensancha


La retirada norteamericana de Afganistán tiene diversas implicancias. Una de ellas es el anuncio del abandono por parte de EEUU de sus cruzadas intervencionistas basadas en la ideología del destino manifiesto; otra, el ruido que ha introducido su accionar -inconsulto las más de las veces- entre sus socios, y que es resistido por algunos de ellos. No menor, es la forma en que la retirada –equiparada a la derrota en Vietnam- ha repercutido en Asia. Se pone en evidencia el mayor protagonismo de la Organización de Solidaridad de Shanghái, que actuaría de contraparte a la revitalización del G7. Todas movidas que pueden ser encuadradas en las modificaciones geopolíticas que van ocurriendo en este 2021, un año atípico en el que se verifica una notoria aceleración del proceso globalizador.

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El ingreso de Irán a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), al día siguiente de la retirada de EEUU de Afganistán, es un hecho de enorme relevancia en la geopolítica mundial. La OCS es una organización intergubernamental fundada el 15 de junio de 2001. Está constituida por: China, India, Kazajistán, Kirguistán, Pakistán, Rusia, Tayikistán, Uzbekistán y ahora Irán (Afganistán es observadora pero se espera su pronto ingreso al igual que Turquía que tiene la categoría de “socia de diálogo”). La sede se encuentra en Pekín y su presidente es un ruso, una dualidad que también se da en los idiomas oficiales. En la OCS están representados alrededor de 3.350 millones de habitantes, o sea un 43% (¡) del total de la población mundial.


La países que integran la OCS están pintados de color verde (Irán aún mantiene el azul de observador)


Si bien sus autoridades han afirmado que no existe la intención de convertirla en un bloque militar, la OCS está, según esas mismas declaraciones, enfocada hacia la seguridad regional, señalando como principales amenazas el terrorismo, el separatismo y el extremismo; asimismo, en su seno, fue creada una institución dedicada a la lucha contra el tráfico internacional de estupefacientes. ​Sin embargo, a pesar de los preanuncios, los ejércitos de los países miembros han llevado a cabo maniobras conjuntas tanto en el marco de la alianza como, en el caso de Rusia y China, en forma bilateral.

¿Por qué es importante el paso dado por Irán? Su ingreso a la OCS facilita nada menos que el traslado por Afganistán de toda la riqueza petrolera del medio oriente. La construcción de enormes gasoductos será la expresión palmaria de la nueva configuración regional. No es que faltase petróleo en el oriente y sur de Asia -el ingreso creciente del fluido proveniente de Siberia o del Mar Caspio lo certifica- pero lo cierto es que, en forma sustentable, y a costa de Occidente según algunos cálculos de suma cero, los países de la OCS empiezan a mostrar una supremacía energética preocupante.

La retirada de EEUU de Afganistán marca el inicio de otra era. No por lo que pueda pasar en Afganistán –bastante previsible como veremos enseguida- sino por los reconocimientos de Biden en cuanto a los errores de la política norteamericana y la intención de enmendarlos. Es un cambio trascendente. Ocurre luego de un largo periplo de fracasos, provocados por la interpretación tajante de un mandato autoimpuesto conocido como destino manifiesto, una vieja concepción de la idiosincrasia política americana consistente en que

“determinados aspectos de la doctrina del Destino Manifiesto, particularmente la creencia en una «misión» estadounidense para promover y defender la democracia a lo largo del mundo, continúa teniendo una influencia en la ideología política estadounidense…Uno de los ejemplos más claros de la influencia del concepto de Destino Manifiesto se puede apreciar en la declaración del presidente Theodore Roosevelt en su mensaje anual de 1904…Si una nación demuestra que sabe actuar con una eficacia razonable y con el sentido de las conveniencias en materia social y política, si mantiene el orden y respeta sus obligaciones, no tiene por qué temer una intervención de los Estados Unidos (por el contrario) la injusticia crónica o la impotencia que resultan de un relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada pueden exigir que, en consecuencia, en América o fuera de ella, la intervención de una nación civilizada y, en el hemisferio occidental, la adhesión de los Estados Unidos a la Doctrina Monroe (basada en la frase «América para los americanos») puede obligar a los Estados Unidos, aunque en contra de sus deseos, en casos flagrantes de injusticia o de impotencia, a ejercer un poder de policía internacional”[i]

Esa concepción ha fracasado, por lo menos cuando las intervenciones han sido armadas. Sin embargo, no siempre les fue mal a los estadounidenses al utilizar otro tipo de medios. El éxito a partir de los setenta del proyecto Trilateral con respecto a China contó, sin lugar a dudas, con un rol protagónico de los EEUU. Kissinger fue el artífice. Uno de los secretos de ese procedimiento fue dejar afuera de la convocatoria, en forma ostensible, a cualquier elemento que pudiera asociarse al Complejo militar industrial. Dispuso, en contraposición, tres armas poderosas: tecnología, inversiones y cuotas de comercio. En ese menester, EEUU es imbatible. La lección será aprendida ante una eventual intervención en el futuro inmediato. Y ya no será en cualquier lugar del mundo.

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En este punto comienza a cobrar entidad la cuestión de la geopolítica. Para contextualizar los cambios que despuntan con claridad en este año -abruptos como corresponde a una fase de aceleración de la globalización- conviene refrescar su significado.

La geopolítica es el estudio de los efectos de la geografía humana y la geografía física sobre la política y las relaciones internacionales. La geopolítica es un método de estudio de la política exterior para entender, explicar y predecir el comportamiento político internacional a través de variables geográficas.​ Es una ciencia que se ocupa del estudio de la causalidad espacial de los sucesos políticos y de los próximos o futuros efectos de los mismos. Se nutre especialmente de otras disciplinas tales como la historia, las relaciones internacionales, la geografía política, la ciencia política, sociología y antropología. Realiza el estudio del medio ambiente, de acuerdo a sus características económicas, culturales y recursos de un estado. La geopolítica se centra en el poder político en relación con el espacio geográfico. En particular, las aguas territoriales y el territorio terrestre en correlación con la historia diplomática. Académicamente, la geopolítica analiza la historia y las ciencias sociales con referencia a la geografía y la política.[ii]

Rastreando en los orígenes de la noción, se llega al geógrafo inglés Halford John Mackinder, quien, en 1904, termina su ensayo más provocativo, El pivote geográfico de la Historia, en el que usa la historia para ilustrar la importancia estratégica de la geografía. En ese texto clásico, elaborado en el marco de la consolidación de la expansión victoriana, y atendiendo a la preocupación del imperio por el conocimiento pormenorizado de la geografía mundial, se dice:

«Quién controle Europa del Este dominará el Pivote del Mundo, quien controle el Pivote del Mundo dominará la Isla Mundo, quien domine la Isla Mundo dominará el mundo»…la “región pivote” (pivot area) de la política mundial es esa extensa zona de Eurasia que es inaccesible a los buques, pero que antiguamente estaba abierta a los jinetes nómadas, y está hoy a punto de ser cubierta por una red de ferrocarriles[iii]

Es como si Mackinder hubiera previsto que China iba a recuperar la tradición de la vieja Ruta de la Seda dotándola con los recursos constructivos que hoy provee la Revolución C&T, no solo en materia de ferrocarriles sino también de puentes, autopistas, puertos, redes informáticas,, etc. Para Mackinder existe un gran continente «la Isla Mundo» dividida en 6 regiones:

·         Europa Costera (Oeste y Centro Europa),

·         Asia Costera (India, China, Sudeste Asiático, Corea y Este de Siberia),

·         Arabia (Península Arábica),

·         Sáhara (Norte de África/MAGREB)

·         Sud-Centro del Mundo (Sudáfrica/SAHEL) y el más importante el

·         Centro del Mundo o «Heartland» (Eurasia) lo que denominó el Pivote del Mundo en su ensayo de 1904

La tesis fue escrita hace más de un siglo. Guerras, revoluciones, derrotas y fracasos, diversos intereses han modificado los mapas… pero los territorios no se han movido. Tampoco se moverán como consecuencia de los sucesos de estos días

Una serie de factores nos dicen que en Afganistán no se van a cumplir los pronósticos sombríos que le auguran. Obrarán por lo menos: 1) el eficaz rol “componedor” de Putin (recuperación de Crimea, frizado del separatismo en el este de Ucrania, punto final de la guerra en Siria, arreglo salomónico en Nagorno-Karabaj, acercamiento India con China, etc.), 2) la determinante presencia de tres países-satélites rusos en la parte norte de la frontera afgana, 3) los intereses petroleros iraníes que necesitan de territorio afgano para el paso de sus oleoductos a China, 4) la necesaria tranquilidad de China en relación al problema üigur, 5) la influencia china sobre Pakistán y el papel que esta pueda jugar con los Talibán y en el mundo musulmán. Esos condicionantes más una fuerte presión diplomática de Occidente, anticipan que los Talibán irán atenuando o disimulando sus prácticas fundamentalistas al interior del territorio y, sobre todo, impedirán la exportación de acciones terroristas que afecten a cualquiera de sus vecinos.  

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El formato del poder global se está reconfigurado levemente sin que los progresivos reajustes modifiquen la filosofía y el sentido de su accionar. Así, su núcleo más exclusivo, el del consenso, no se verá afectado. Lo prueba la sustentabilidad de ese espacio que ha venido funcionando regularmente desde 2008, constituido por los líderes de los 20 países que aportan el 85% del PBI global. El G20, por ahora, seguirá fiel a sus fundamentos. De ahí para abajo, se verán activadas las contradicciones. Es en el nivel subsiguiente a aquella zona de consenso donde habrá una batalla como para alquilar balcones: los países desarrollados, agrupados en el G7, harán valer su poder real -a pesar de sus persistentes desatinos- en contra de los emergentes de la OCS, sustentados en una abrumadora presencia territorial tal como se muestra ut supra. Es de esperar que en su puja ambos bandos nos brinden una clase magistral de geopolítica, ingeniosa y refinada. (la creación del AUKUS ha planteado una encarnizada batalla diplomática -inédita, insólita e inesperada- entre Francia, con el acompañamiento manifiesto de la UE, y los integrantes de la naciente criatura geopolítica: EEUU,  Australia y UK)

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De hecho el know how del poder global es de Occidente; sus contenidos salen de institutos como el Chathan House, Atlantic Council y otros think tanks. El hecho puede ser posible a partir del potencial de los países desarrollados, sin duda mayor que cualquier otro conjunto si se mira el poder desde un punto de vista integral. La concreción de esos estudios y recomendaciones, han obrado de hilo conductor inapelable de la globalización, sobre todo desde los hitos fundacionales que se pueden distinguir en los setenta con el establecimiento colectivo de la Comisión Trilateral; sus catorce informes iniciales son sin duda la biblia de la globalización. El G20 es un clon, engendrado tres décadas después, con una representación más formal -no obstante la informalidad del agrupamiento- y, sobre todo, ostensiblemente pública. Sin embargo, la reciente cumbre del Grupo de los Siete (G7) -formado por los países desarrollados que integran el G20- aporta un matiz diferencial: por el hecho mismo de su realización resalta la presencia del otro, el que queda afuera o del lado de allá, o sea, China y Rusia, que también forman parte del G20. La cumbre, que tuvo lugar en Carbis Bay, Cornwall, la península del sudoeste de Inglaterra que apunta hacia América, contó con la presencia física de la Reina Isabel lo que le dio a la convocatoria un contenido simbólico a tener en cuenta.

Es explicable la necesidad de los países desarrollados de tener una herramienta operativa más exclusiva que no esté supeditada al difícil proceso (o en algunos casos la imposibilidad) de alcanzar acuerdos en todos los temas y procedimientos de la agenda global. En el G20, aunque las recomendaciones se adoptan por consenso y se firman documentos alusivos que de inmediato se hacen públicos (lo que implica un inevitable compromiso por la manera abierta en que se exponen), no todos sus integrantes ponen el mismo celo en el cumplimiento de lo establecido, sobre todo los países emergentes. En todo caso la tasa de eficacia en promedio es aceptable y creciente, siendo que el proceso del G20 es fuertemente autopoiético, pero, como se ve, no suficiente para todos.

Un recorrido por la declaración salida de la cumbre de Carbis Bay muestra cuáles son los temas y la forma de abordarlos que constituyen el fundamento del proceder de quienes ocupan el lado de acá de la grieta. De esa manera, y por la fuerza de los hechos, el G7 se transforma en una especie no explicitada pero fáctica de buró político del G20.

Pero el hecho más significativo, el que define de cuerpo entero la nueva configuración del poder global, se produjo al día siguiente de la finalización de la Cumbre de Carbis Bay. Fue en Ginebra (¡Suiza!), donde el presidente Joe Biden se reunió durante dos horas no con el líder chino Xi Jinping sino con el presidente de Rusia, Vladimir Putin. De esa manera la grieta quedó establecida, lo mismo que sus administradores, y el futuro rol de EEUU como desarrollador para nada resulta desmerecido por la debilidad de su política exterior demostrada cuando se inspira en el “destino manifiesto” (la pelota no se mancha).[iv]

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Para entender la constitución del poder, a partir del núcleo de consenso, es pertinente visualizar espacios de acción escalonados en degradé que interactúen pero sin mezclarse, por lo que mantienen su autonomía. En cada nivel los elementos que los recorren (factores políticos) sostiene entre sí relaciones de confrontación/complementariedad que se caracterizan por ejercer su accionar en esa particular dimensión. Pero se da una curiosa ambigüedad cuando un misma factor (persona o institución) puede ocupar dos andariveles distintos, y actuar en función de ello; depende de qué sombrero tenga puesto en cada momento. La paradoja fue analizado por Robert Putnam (1988) en su genial trabajo (de reminiscencias cuánticas) Diplomacia y políticas domésticas: la lógica del juego de los dos niveles. En el G20 los líderes asumen y actúan en su condición de tales pero no representan a sus países; sin embargo, no por ello dejan de ser presidentes o primeros ministros, lo que también conlleva obligaciones específicas que hasta pueden contraponerse con las que asumieron en el nivel superior.

El poder global mantiene con el poder económico una relación de bucle, expresada en relaciones de causalidad circular; se influencian recíprocamente. Lo que hoy se presenta como una guerra económica/comercial, en realidad encubre otro tipo de contenciosos. Sin embargo, a fuerza de redundar, está instalado que la contradicción principal de la época sería el contencioso comercial entre EEUU y China. Desde la teoría de la información, la redundancia es ruido y el ruido desinforma. Veamos.

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La publicitada guerra comercial entre EEUU y China afecta a una parte minoritaria del comercio internacional, apenas llega a una cuarta parte, que son los bienes y servicios de consumo final. El 75% del comercio restante son las cadenas globales de valor (GVC), que están constituidas por las partes necesarias para ensamblar productos finales. Sobre las GVC existe, aparte de un gran desconocimiento y descontrol[v], el acuerdo tácito de que no se tocan, por lo menos por ahora (se pararían los proceso de  fabricación a nivel mundial como pasa ahora parcialmente con los chips y los automóviles).

Un dato importante de la interpretación geopolítica en los inicios del siglo XXI es el supuesto rol de China en el concierto global: se le suele atribuir pretensiones hegemónicas. En realidad, más allá de la especulación, no hay razones objetivas que justifiquen tal presunción. Salvo en vetustas bibliotecas marxistas, no se interpreta que el potencial económico pueda fatalmente generar poder político. La visión economicista –unidireccional, compartimentada, no compleja- de los procesos históricos trae confusión por la fuerza de la costumbre. Por supuesto, China tiene sus ambiciones; justificados o no, los recuerdos imperiales se mantienen vivos. Pero su interés más nítido, posible y deseable, es el de incrementar las facilidades para el comercio. Y tienen lo necesario para realizar la pretensión: la Ruta de la Seda es la infraestructura que la potenciará. Por lo demás, China no tiene ascendiente ni siquiera en su Hinterland. De los 20 países con los cuales comparte fronteras (14 terrestres y seis marítimas) solo mantiene relaciones de confianza con Pakistán y de vasallaje con Corea del Norte. Con los demás tiene o ha tenido conflictos. Pero nunca invadió ni ocupó territorios, más allá de alguna escaramuza fronteriza de poca duración con Vietnam o la India (el Tíbet aunque discutible es una reivindicación nacional). En suma, la influencia no es del país chino propiamente dicho sino de la fenomenal experiencia que está desarrollando, pensada como modelo a emular. Son dos cosas bien distintas desde el punto de vista de la geopolítica. Con los chinos hay resquemores pero en la zona nadie les tiene miedo ni esperan una intervención militar de sus poderosas fuerzas armadas, una posibilidad remota que a veces se deja traslucir en análisis poco consistentes.

Con respecto al conflicto üigur. Tiene una fuerte repercusión en Occidente a partir de algunas exageraciones que lo desvirtúan. Así, los encierros coactivos de miembros de la etnia en Sinkiang son vistos como un genocidio aunque no se haya registrada una sola muerte. Dicho sea de paso, el procedimiento no se diferencia, salvo en la eficacia, de lo que fue en nuestro país el reclutamiento obligatorio del servicio militar hasta la muerte del soldado Carrasco. El estado chino, además de exigir fidelidad al partido comunista y fortalecer la conciencia nacional, prepara a los üigur para el trabajo por medio de una reeducación en sus hábitos (Sinkiang es una de las dos cabeceras territoriales de la Ruta de la Seda; la otra es Xi'an donde está el ejército de terracota). En suma, dentro de lo esperable, se puede decir que es un conflicto moderadamente bien manejado siendo que es una situación de gran sensibilidad. Con algunas características: se busca modificar la correlación demográfico por la introducción progresiva de la etnia han en el contexto de una fuerte acción regional antiterrorista. Estratégicamente, con las décadas, el Asia Central irá tendiendo a ser una mesorregión, y por su ubicación estratégica con respecto a la Ruta de la Seda puede alcanzar masa crítica para su desarrollo. A China le conviene ese desenlace teniendo en cuenta los problemas que le acarrea la ubicación marginal del territorio üigur y las tentaciones yihadistas latentes en la etnia. Es parte de una solución win-win que se puede comenzar a vislumbrar con la evolución monitoreada por la OCS del conflicto afgano.

La semana próxima se celebrará en Dushanbé, capital de Tayikistán, una cumbre regional sobre seguridad en la que se abordará la situación afgana y a la que podría asistir el propio presidente chino, Xi Jinping. Estarán China, Irán, Pakistán, Uzbekistán, Turkmenistán y el dueño de casa que son los países fronterizos con Afganistán. La convocatoria actúa de contraparte a la reunión que con el mismo fin mantuvo esta semana el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, con sus aliados occidentales, desde una base americana en Alemania. La grieta en escena.

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Argentina desembarca en Cuba con “proyectos llave en mano para el desarrollo agropecuario y la producción de alimentos” como se informa un suplemento sectorial. Por su parte, la Fuerza Aérea llevó la semana pasada una importación donación de elementos médicos para la pandemia del COVID-19. Los dos datos pueden ser tomados como acciones corriente de cooperación o asistencia humanitaria. En mi caso prefiero contextualizar los hechos en el marco de los movimientos geopolíticos que se empiezan a esbozar en la región.

La grieta está llegando al hemisferio americano. Tendrá una expresión más bien tenue –algún amague de conflictos de poca monta- en el plano de la política y en relaciones oscilantes entre los países. Todo en el contexto de las tareas de crecimiento y desarrollo acelerado que se están instrumentando en los países emergentes y de bajos ingresos.

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El mundo se sublima. Más allá de los ruidos -si son de características catastróficas mejor- que inundan los mass media, en la marcha hacia su cénit, la globalización irá dando paso a la civilización cósmica. Es la que ahora están alumbrando Elon Musk, Branson, Bezos, chinos y rusos, europeos, indios, EAU y el Japón. Imaginando que este momento puede ser equiparado al que se vivía cuando se estaban inventando las computadoras, cabe preguntar, ¿alguien tenía idea o estaba informado de lo que estaba naciendo? Y en ese supuesto, ¿existía un marco conceptual capaz de prever las consecuencias de un fenómeno de tal magnitud?

El 30 de octubre es la cumbre del G20 en Roma. Entre los velos de sus deliberaciones y la lectura de los documentos emanados se podrá ver la importancia epocal del año que estamos viviendo.

Ing. Alberto Ford

albertoford42@yahoo.com.ar

Buenos Aires, setiembre de 2021

 



[i] https://es.wikipedia.org/wiki/Doctrina_del_destino_manifiesto

[iv] Ayer los presidentes Joe Biden y Xi Jinping estuvieron hablando por teléfono durante una hora y media. Los comunicados, tanto en Washington como en Beijing, dejan traslucen que la conversación tuvo un carácter formal con relación a la guerra comercial que sostienen ambas administraciones; podría haber ocurrido en cualquier otro momento. Significativamente no tocaron la situación de Afganistán siendo que el tema arde a ambos lados de la grieta

[v] El G20 se da hasta 2030 para elaborar un sistema de algoritmos que permitan una tributación equitativa de las partes que componen los productos terminados, sin que sean solo los países donde están las ensambladoras los que se queden con la frutilla del postre. En síntesis, la tributación de la producción de bienes y servicios terminados no llega a un cuarto de lo que podría ser. Es la parte del comercio global que está afectada por la “guerra comercial”; la consideración del resto permanece en modo espera.

domingo, 22 de agosto de 2021

 

Ahora, el cambio climático

Pocos temas de la agenda global han sido tan maltratados como la noción de cambio climático (CC). Casi como un latiguillo, el clima es visto habitualmente como responsable de cualquier evento inesperado que ocurra en la biosfera, si es catastrófico con más razón. Empero, el uso abusivo de las palabras hace que vayan perdiendo sentido. Pasa como pasaba con Ramón, el personaje de una vieja habanera del romancero caribeño (de moda en la temprana época del primer peronismo) que decía así: “La culpa de todo la tiene Ramón, Ramón la epidemia, Ramón el ciclón”.

La problemática del CC es eminentemente política (o mejor geopolítica), y los hechos más trascedentes tienen lugar en esa dimensión de las relaciones internacionales. Lo demuestra que el giro copernicano que en la materia ha dado Biden con respecto a Trump, y en contraste a la actitud reacia que siempre ha mostrado EEUU en la cuestión climática[i], de inmediato se ha traducido en una intensificación de actividades al más alto nivel donde ha habido fuertes referencias al tema. Esos estadios son los lugares donde se incentivan las decisiones de peso y se generan las innovaciones conceptuales de carácter estratégico.

El trabajo está dividido en tres partes que no necesariamente tienen que ser leídas secuencialmente. La primera es una síntesis de la evolución de la noción de CC, sobre todo a partir de que la ciencia y la tecnología comienzan con sus experimentos para el manejo del meteoro a la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Ese periodo se extiende hasta la actualidad en que la problemática del clima puede ser tratada en forma unificada a nivel global con los instrumentos que proveen las Naciones Unidas. La segunda parte se refiere a la secuencia de actividades alusivas al CC que se van produciendo en lo que va del año, una intensificación de las tratativas motivadas por los sucesos anotados en la política oficial de los EEUU. La tercera son esbozos de un enfoque prospectivo de conjunto en la forma en que el CC, en paralelo a los efectos destructivos de la pandemia del COVID-19, puede incidir en el trascurso de la fase superior de la globalización a la que estamos ingresando raudamente.

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Quien hubiera pensado que esos extraños y secretos experimentos sobre el desierto de Arizona, en la inmediata posguerra, iban a conducir a lo que es hoy la parafernalia del CC. Es cierto que la cuestión de las lluvias preocupó a la especie humana desde su más tierna edad. Las cosechas e incluso la seguridad familiar dependían de que las precipitaciones fueran tolerables y en su justa medida. Pero en los cuarenta del siglo pasado la meteorología era un asunto de interés superlativo por otros motivos. ¡Cuántas operaciones militares decisivas en la Segunda guerra mundial habían sido condicionadas por factores climáticos!

EEUU, que siempre ha picado en punta para subir al podio de los adelantos C&T, logró los primeros éxitos en manipulación climática. El 13 de noviembre de 1946 el premio Nobel Irving Langmuir consiguió que al espolvorear hielo seco en una nube esta se condensara y lloviera, aunque el agua no llegó al suelo. Se evaporó por el camino, pero sin duda fue la primera lluvia artificial[ii]; ya era algo.

Con tal de no perder la carrera y sabiendo la importancia estratégica de la manipulación climática, los rusos también se largaron a hacer sus experimentos. Cuentan que los jóvenes de más de 100 países asistentes a un festival que se hizo en Moscú en 1958 miraban con insistencia el  cielo encapotado; temían que la lluvia frustrara la ceremonia de apertura. Pero, un rato antes del inicio, obró el milagro: el cielo se abrió, las nubes se esfumaron, y un sol radiante bañó de luz el aire diáfano de la plaza Roja lo que permitió el pleno disfrute del evento.

En la Trilateral –de donde el Complejo Militar Industrial quedó, sin embargo, notoriamente excluido- explicitaron su preocupación por los ensayos que la ex Unión Soviética estaba haciendo en el Ártico para modificar el clima. Aunque la tecnología no había alcanzado el desarrollo actual en la materia, los líderes trilaterales ya alertaron sobre la complejidad de la situación, pero con un ánimo constructivo. En el informe dedicado a la “colaboración con los países comunistas en el manejo de los problemas globales” se hizo referencia al clima: en el capítulo C, acápite 3 “modificación del tiempo” (Weather Modification) se admitía que “podría llegar a ser un campo importante para la cooperación internacional”[iii]

Eran los años de Popeye. El programa con nombre de comics fue aprobado el 1 de septiembre de 1966 por el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, y fue supervisado directamente por el Presidente de ese país.  Para una revista española “con esta nueva arma meteorológica, el ejército de los Estados Unidos pretendía prolongar la estación del monzón sobre los territorios por los que discurría la ruta Ho Chi Minh –por Laos y Camboya, era utilizada por el gobierno de Vietnam del Norte para enviar suministros a sus fuerzas en el sur y a la guerrilla del Vietcong (Frente Nacional de Liberación)- y de esa manera dificultar los envíos” [iv]. Como ocurre con la prensa libre en EEUU nunca falta un buey corneta y en ese caso el rol lo asumió un periodista del New York Times que filtró la sensible información al Senado. Los senadores se tomaron más de un año para debatir sobre el oprobio con suma amplitud, profundidad y repercusión pública. Finalmente, el programa fue desactivado, una medida que en 1977 tuvo el acompañamiento de las Naciones Unidas a través del Convenio de Modificación Ambiental (ENMOD)[v]. Aunque como arma no fue exitosa, la aplicación durante años del procedimiento tecnológico permitió cosechar una enorme experiencia en el manejo del clima y sus consecuencias. Las actas de las sesiones y los materiales de referencia utilizados se pueden consultar libremente en la Biblioteca del Congreso en Washington. Por su parte, Wikipedia le dedica abundante información a Popeye, pero al personaje de la historieta.

La desaparición de la Unión Soviética hizo posible un manejo unificado de la cuestión climática. El fin de la guerra fría y el progresivo desarme fue alcanzando a todos los tipos de armas que habían nutrido los arsenales de las superpotencias; entre ellas, la posibilidad de la manipulación climática, con un potencial de inconcebibles alcances, no era la excepción. A partir de ese nuevo escenario de acercamiento y de abordaje conjunto de los problemas globales, de inmediato surgen las negociaciones a nivel de todos los países. Es el momento en que se produce Río ´92 y se formula el Convenio Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC).

Un abordaje de la problemática del clima a nivel civil, desprovisto de toda connotación castrense, dio lugar a las conferencias de las partes (COP) anuales, que se vienen sucediendo desde la COP1 (Berlín, 1995) hasta la COP26 que se realizará este año en Escocia. Una serie de objetivos han sido discutidos a través de los años con resultados evidentes por su eficacia. El principal de ellos es la instalación en la consideración pública de la cuestión del CC. En sus aspectos instrumentales, se destaca la preocupación universalmente asumida por la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a lo que se van comprometiendo todos los países. Los objetivos, cada vez más ambiciosos en cuanto a plazos y coeficientes de reducción, trae aparejado que en los próximos años y décadas se vayan produciendo modificaciones en todos los aspectos de la vida sobre la Tierra. Nunca en la historia de la humanidad ha habido una herramienta de tamaña eficacia como movilizante de las voluntades de las personas (por lo menos hasta ahora que apareció el COVID-19). Los objetivos ambientales más la irrupción avasallante de las tecnologías de la información están provocando transformaciones en la forma de producir los bienes y servicios necesarios para la vida humana de una forma inimaginables años atrás.

La noción de CC es relativamente reciente; toma forma en el momento en que las grandes potencias comienzan a preocuparse por los alcances del fenómeno. Primero con recelo, por el uso que podría tener en la guerra fría como arma manipulable; luego, cuando la URSS implosiona y se ingresa al “mundo uno”, el tema pasa a ser abordado en el ámbito de las NNUU. Resta saber la forma en que irá adquiriendo de aquí en más el papel del clima en la culminación del proceso globalizador, teniendo en cuenta su potencial de factor reconfigurante de carácter omnímodo -una cualidad que solo comparte con la irrupción del COVID19- lo que le permite entrometerse, sin mediaciones, aviso ni vuelta atrás, en la vida cotidiana de las personas.

No se lucha contra el CC. Se lo aborda o controla. El CC se puede deber a causas naturales o antropogénicas. Las primeras ocurren desde el nacimiento de la Tierra. Las segundas pueden ser la consecuencia de determinadas actividades, o también provocadas ex profeso. Es una externalidad por ejemplo de la creación de infraestructura fabril y los procesos productivos que ocurren en su seno. Provocadas, pueden perseguir fines positivos o negativos. Los primeros se dan con el disparo de cohetes para disipar las nubes de granizo que amenazan los viñedos; los segundos, el Proyecto Popeye.

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Ha llegado el momento del restyling climático. Lo dice la intensa actividad alusiva desplegada este año en los estamentos superiores del poder global. Hasta ahora han tenido lugar dos cumbres del G7, una virtual y la otra en Inglaterra, esta con la presencia de la Reina; entre medio, ha sobresalida el involucramiento del presidente Biden: convocó a 40 líderes mundiales a una cumbre virtual por el Día de la Tierra, y lo mismo hizo con el cuadrilátero denominado Quad que reúne a EEUU con tres pesos pesados del Indo-Pacífico (Japón, India y Australia). En todas las actividades el CC fue trending topic. A su vez, en lo que falta del año, tendrá lugar la cumbre del G20 en Roma a fin de octubre y, al día siguiente, se iniciará en Escocia la 26ª Conferencia de las Partes (COP26) de la CMNUCC.[vi].

Aunque es habitual visualizar la emisión de GEI como causantes del calentamiento, sobre todo los derivados de aquellas actividades que utilizan combustibles fósiles como el petróleo[vii], de hecho no se le asigna la misma importancia a las  “acciones de contraparte” en el bucle: las que tienen lugar por la existencia de los sumideros encargados de absorber aquellos gases. La corrección tiene importantes consecuencias.

Detrás de las modificaciones en emisores, por ejemplo la utilización de las llamadas energías alternativas en lugar de la producida por combustibles fósiles, hay grandes intereses en juego. Por el contrario, los sumideros constituidos por vegetales extendidos a lo largo de la naturaleza, a la que se asigna el rol principal en la captura, son gratis (aunque tienen un valor ambiental).

En uno de los espacios más influyentes en la elaboración de contenidos para el G20, el think tank T20, este año se han seleccionado 15 de las 130 propuestas recibidas de las partes. Estos 15 informes de políticas se refieren a “soluciones basadas en la naturaleza que sirvan como sumideros de carbono, en lugar del antiguo enfoque de las habituales fuentes de emisiones de combustibles fósiles, a veces agregando nuevas tecnologías que aún no han demostrado su valor”[viii]. La disquisición trae aparejada una cuestión que puede rozar en gran medida lo económico habida cuenta de los negocios que en materia de consultoría y equipamiento conlleva el cambio de paradigma energético hacia las opciones que implican ir abandonando la generación basada en combustibles fósiles.

Resaltar el rol de la naturaleza trae aparejado el cuidado por la utilización racional de sus recursos y, en forma consecuente, el concepto de economía circular. La economía circular es una modalidad de producción que tiene por objetivo reducir tanto la entrada de los materiales en bruto como la producción de residuos, haciendo que los recursos involucrados en la producción de un bien o servicio recorran un camino circular, es decir, cerrado y autocontenido. En un trabajo reciente se dice

“La naturaleza es la máxima economía circular. Crea valor tanto al producir aire limpio, agua y la vida misma como al eliminar la contaminación venenosa que trae su uso por parte de los humanos, especialmente cuando lo tratan como un basurero gratuito. Tratada adecuadamente, como lavabo, ducha o bañera en la que nosotros y el planeta nos limpiamos y restauramos, la naturaleza puede eliminar toda la contaminación climática que generamos…… La naturaleza es ahora el 60% de la solución para controlar el cambio climático”[ix]

La curiosidad es cuando se enumeran los sumideros lo que da lugar a la aparición de nuevos actores en el abordaje del CC como son los pueblos originarios. Veamos porqué.

La preocupación en una reunión ministerial del G7 es que aumente la eficiencia en la utilización de los recursos y acelerar la transición a una economía más circular que obre para “reducir la presión y los impactos adversos en el entorno natural, reducir el uso de recursos, y maximizar el valor de los materiales a través de un enfoque de ciclo de vida” [x]. El objetivo es integral y abarcativo de los medios identificados como sumideros. Además de la acción sobre el océano y los bosques, los ministros del medio ambiente se comprometieron a “tomar medidas urgentes en todos los ecosistemas, incluidos suelos, praderas, sabanas, tierras secas, humedales, arrecifes de coral, ríos, lagos, dunas, turberas, praderas de pastos marinos, manglares y marismas”[xi]. Por su parte, los líderes del G7 se manifestaron por

“defender objetivos de diversidad biológica mundiales ambiciosos y eficaces, incluida la conservación o protección de al menos el 30% de la tierra mundial y al menos el 30% de los océanos del mundo para 2030. Contribuiremos conservando o protegiendo al menos el 30% por ciento de la Tierra, incluidas las aguas terrestres y continentales, y las áreas costeras y marinas para 2030(G7CB)[xii]

En el primer día de la referida Cumbre virtual del Día de la Tierra 2021, organizada por Estados Unidos con 40 participantes entre líderes del G20 e invitados especiales, Hindou Oumarou Ibrahim, presidenta de la Asociación de Mujeres y Pueblos Indígenas de Chad, como legitimación de su rol, recordó al mundo que “los pueblos indígenas representan el 5% de la población del mundo pero protegen el 80% de su biodiversidad…respetamos el Acuerdo de París no en 2030 o en 2050. Lo respetamos ahora”[xiii]. Hubo coincidencia entre los líderes indígenas participantes en la Cumbre en enfatizar su soberanía y derechos sobre la tierra así como su vasta sabiduría y conocimiento ancestral.

El otro aspecto destacado es la reafirmación de creciente intensidad en el rol de las mujeres y las niñas. En la declaración de Carbis Bay se enfatiza en que

desarrollaremos enfoques sensibles al género para el financiamiento, la inversión y las políticas del clima y la naturaleza, de modo que las mujeres y las niñas puedan participar plenamente en la futura economía verde”.

El presidente Macron proclamó “2030 es nuestro 2050” en la conferencia virtual del  Día de la Tierra. Es notorio en documentos y declaraciones la intención de proclamar a viva vos ya no solo el cumplimiento estricto de las objetivos asumidos en conjunto sino también, en la medida de lo posible, la conveniencia de su aceleración. Además está la seriedad de los compromisos asumidos. Si bien la consigna del net Zero para 2050 es generalizada, en el caso chino la asumen para 2060, siendo el año 2030 cuando arriben al pico de las emisiones. Es razonable. Una infraestructura productiva del porte de la china es incapaz de modificarse con la velocidad con que lo hacen otras de menor tamaño. Así, la jerarquización del sumidero es también una sutil admisión de que la matriz energética no se puede cambiar de la noche a la mañana.

Por último, de la misma manera que hay una intención de vincular las distintas instancias organizativas buscando efectos sinérgicos, también existe la misma actitud con distintos temas. Ello pasa con el género, el empleo, la biodiversidad y otras dimensiones que puedan estar vinculadas o ser influenciadas por el CC. Un papel destacado se le da a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Al respecto se debería dejar de tratar el CC como un compartimento estanco y comenzar a crear más compromisos que reconozcan y aprovechen las sinergias en el contexto de los ODS.

3

Ya lo hemos dicho. El CC tiene efectos malos pero también buenos… o muy buenos. Los primeros están a la vista y en estos días los medios abundan en detalles sobre las desgracias que están ocurriendo en todos los continentes: inundaciones, incendios, sequías, terremotos que provocan miles de víctimas. Pero también ocurren otros fenómenos cuyas consecuencias son beneficiosas. Por ejemplo, el derretimiento de los hielos del Ártico y el permafrost (tierras congeladas en forma permanente) en Siberia.

Transportar mercancías desde el Lejano Oriente hasta Europa a través del Canal de Suez obliga a recorrer más de 23.000 kilómetros; en cambio, por la Ruta Marítima del Norte solo algo más de 14.000 kilómetros. El paso por Ártico ya está funcionando con la asistencia de una buena dotación de rompehielos atómicos, de uso momentáneo mientras avanza el derretimiento para que la ruta quede liberada en forma permanente. Asimismo, esta semana comenzó la construcción de un cable submarino de 12.650 Km, que digitalizará la Ruta Marítima del Norte y conectará Europa y Asia, desde Múrmansk hasta Vladivostok, y estará listo en 2026. Esas y otras medidas que se están tomando en Eurasia están revolucionando el comercio mundial en forma irreversible. Las nuevas posibilidades nacen del CC, y sus efectos económicas no solo son beneficiosos por el abaratamiento del transporte sino también por la ponderación de los impactos ambientales concomitantes. Teniendo en cuenta el valor de los créditos de carbono -una  herramienta propia de la economía verde del CC- utilizando la vía ártica habrá un ahorro adicional en la operatoria del transporte, "debido a la reducción de las emisiones de carbono, en comparación con el transporte de volúmenes similares a través del Canal de Suez"[xiv].



Transportar mercancías desde el Lejano Oriente hasta Europa a través del Canal de Suez obliga a recorrer más de 23.000 kilómetros; en cambio, por la Ruta Marítima del Norte solo algo más de 14.000 kilómetros[xv].

 


Colas de barcos que no podían atravesar el Canal de Suez cuando un portacontenedores de gran porte se atascó en la mitad del paso

El ejemplo del Ártico no es el único. Nuestra Pampa Húmeda, a pesar de los problemas surgidos durante sus sequías e inundaciones –ocurridas por razones climáticas pero también por los atrasos y errores cometidos en las obras en la Cuenca del Salado- ha incrementado enormemente su fertilidad debido al ascenso de la napa freática desde menos 20 metros a menos 2 metros, fenómeno que fue provocado por el aumento del régimen de lluvias operado en los últimos años, sobre todo a partir de 1982.

Sin embargo, los efectos del CC más beneficiosos provendrán del uso creciente de los distintos medios de cooperación surgidas del Protocolo de Kioto. Los llamados mecanismos de flexibilidad, que se establecieron por ese protocolo -aprobado en la ciudad japonesa de Kioto en 1996 para facilitar el cumplimiento de los objetivos de reducción de GEI- son tres: el Comercio de Emisiones, el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) y el Mecanismo de Aplicación Conjunta (AC). Debido a las intrincadas negociaciones que se producen en torno al CC y las constantes ajustes y modificaciones de forma que se van haciendo con los años, se considera que la arquitectura establecida por el PK es “considerada como primer paso hacia un régimen mundial de reducción y estabilización de las emisiones de GEI, y modelo de la arquitectura de base para cualquier acuerdo internacional sobre el cambio climático que se firme en el futuro”.[xvi] El 12 diciembre de 2015, en la COP21, las partes de la CMNUCC alcanzaron un consenso histórico que se conoce como el Acuerdo de París por el cual se proponen “reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático manteniendo el aumento de la temperatura mundial en este siglo muy por debajo de los 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar aún más el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados[xvii]. Bajo diversas formas, algunas de las cuales ya están funcionando, el mundo que se va abriendo paso dará lugar a miríadas de intercambios entre actividades de todos tipo, que se vean obligadas a reducir sus emisiones -o pagar por su incapacidad momentánea de poder hacerlo en forma total o parcial-, afincadas en distintos países, con formas de cooperación donde se establezcan relaciones de negocios, el intercambio de tecnologías así como la apertura de nuevas oportunidades para el comercio de bienes y servicios.

Estamos ingresando raudamente a la fase superior de la globalización, luego de cuarenta años de intensas transformaciones que se resumen en lo que se ha hecho en China: un país devastado por invasiones, ocupaciones, guerras prolongadas, revoluciones y experimentos maoístas, llega a ser la segunda economía del mundo y la primera en capacidad industrial. Este año en la RPCh se informó sobre el fin de la pobreza en sus casi 1500 millones de habitantes. Fue el indicador más fidedigno del éxito del proyecto de la Comisión Trilateral que se inició con las conversaciones de 1972 de Henry Kissinger y Richard Nixon con Mao Tse-Tung y Chou En-lai, y tuvo su puesta en marcha efectiva en 1979 con el ascenso de Deng Xiaoping al poder.

Según investigadores de la Universidad de Toronto, sede del Centro de Investigación del G20, “el mayor cambio global, donde el proceso de globalización ya está completo, es el cambio climático y las amenazas existenciales que trae”[xviii]. La afirmación significa no que el proceso esté finalizado sino que ya es de resultados previsibles, de culminación inevitable e inminente, siempre entendiendo la temporalidad en su dimensión histórica. En términos schumpeterianos el proyecto G7/G20 será motorizado por dos factores reconfigurantes omnímodos: el COVID-19 (destrucción creadora) y el CC (crecimiento). Habrá que estar muy atentos a partir de ahora.

Ing. Alberto Ford

albertoford42@yahoo.com.ar

Buenos Aires, agosto de 2021

 



[i] Lo que no les ha impedido a sus empresas hacer desde siempre pingües negocias en materia de equipamiento y consultoría

[vi] Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de EEUU, vino a promover y dar el apoyo a una eventual cumbre regional a realizarse este año en Buenos Aires.

[vii] aunque el gas natural es también de origen fósil, no es señalado en igual medida como combustible contaminante

[viii] The Natural Circular Economy. John Kirton, Director, G20 Research Group; Co-chair, T20 Task Force 2 on Climate Change, Clean Energy and the Environment http://www.g20.utoronto.ca/analysis/210527-kirton.html.  

[ix] The Natural Circular Economy, cit.

[x] Reunión de Ministros de Medio Ambiente del G7, 20/21 de mayo de2021 en https://unfccc.int/es/news/la-reunion-ministerial-del-g7-puede-allanar-el-camino-hacia-el-exito-en-la-cop26

[xi] id

[xviii] Creating Compliance with G20 and G7 Climate Change Commitments through Global, Regional and Local Actors

John Kirton, Brittaney Warren and Jessica Rapson http://www.g7.utoronto.ca/scholar/kirton-warren-rapson-isa-2021.pdf