miércoles, 17 de abril de 2019



Refundar la  provincia de Buenos Aires

Frente a la inviabilidad territorial de la provincia de Buenos Aires, el trabajo resume las condiciones históricas que fueron determinando el actual estado de cosas. Tanto las potencialidades y logros, como las debilidades y amenazas que la caracterizan, ameritan en la Provincia una acción ineludible que en algún momento, más tempano que tarde, deberá tener lugar para la refundación de su hinterland. Hay cambios que darán sustento a políticas de estado, derivadas de amplios acuerdos entre sus representantes y con el apoyo de la sociedad; otros, pasibles de ser puestos en marcha hoy, contribuirán a generar los mejores auspicios  para el encuentro de sus factores decisivos. Al respecto, se da un ejemplo de cómo alrededor de los Objetivos de Desarrollo sustentable (ODS) hoy son posibles acciones que integren los tres momentos del el bucle virtuoso de la intervención público/privada: información, participación y organización activa. Se trata de generar redes a nivel local/regional capaces de absorber recursos y generar producción y fuentes de trabajo. Vale la pena el intento de poner a la provincia de Buenos Aires en sintonía con la globalización.

A. Visión/misión.

Según el enfoque de esta nota, la provincia de Buenos Aires puede ser pensada según tres momentos. El primero, comprende el proceso de su constitución, crecimiento y desarrollo, se inicia en torno a la mitad del siglo XIX, y llega hasta la década del ´30 cuando se firma el pacto Roca Runciman. El segundo, que dura ocho décadas, está signado por una gran inestabilidad institucional donde se destaca la aparición y vigencia del peronismo en medio de una alternancia de golpes de estado cívico-militares; este periodo, visto como decadente, produce una profunda transformación en la sociedad argentina. El tercero, en curso de lanzamiento, se caracteriza por la recuperación y el afianzamiento de la estabilidad democrática, y en la economía muestra sus auspicios, como tendencia, en la revolución operada en el agro a partir de los ´90.

Tanto para procesar las variables que se despliegan en periodos tan largos como anticipar el comportamiento de otras nuevas o de aparición previsible, hace falta un gran poder de síntesis; sin embargo, considero que este esbozo vale la pena frente a la existencia de lugares comunes que no alcanzan a dar respuestas a un conjunto de interrogantes sobre las recurrentes crisis que nos siguen afectando. El otro requisito, es una correcta visualización de factores exógenos siempre determinantes, por su universalidad, proyección, influencia, y por la capacidad transformadora que han tenido y siguen teniendo sobre el decurso histórico de nuestra sociedad. En síntesis, ninguno de los objetivos conceptuales implicados puede ser resuelto solo con aportes individuales, al margen de un gran debate colectivo. El desafío es interpretar lo pasado, tener referencias comprobables, y poder operar desde el principio de un ciclo largo como el que se está desplegando impetuosamente. Está en juego nada más y nada menos que poner a la Provincia en sintonía con la globalización.

0.    Antecedentes

Para llegar a ser como es hoy, la Provincia tuvo que recorrer un largo camino desde la constitución del Virreinato del Rio de la Plata. Hasta ese entonces, el territorio provincial no era más que un gran desierto donde habitaban indígenas recolectores preocupados por satisfacer sus necesidades. Con el cambio de status -que ocurre debido a que la Corona privilegia el comercio desde esta parte del continente- aumenta la población de origen español y criollo que se va extendiendo en los alrededores de Buenos Aires. Así, producto del trabajo ligado al campo,  despunta la producción de cereales, lo que permite dar una respuesta creciente al consumo local; al mismo tiempo, este conjunto social en formación se ocupa en la explotación primitiva de una ganadería salvaje, sobre todo para la elaboración del charque (alimento de los esclavos en Brasil) y de cueros para consumo europeo. Así se va ingresando al siglo XIX, tiempos de grandes convulsiones en Europa que repercutirían en el sistema colonial.

El proceso de la independencia a principios del siglo XIX trajo algunas modificaciones. La vuelta apresurada de algunos españoles a su país de origen, a pesar de que provocó un caos en muchas zonas del país[i], dio lugar, como contraposición y luego del shock inicial, al progresivo afianzamiento de la producción agropecuaria. En el caso de la PBA, hay que tener en cuenta también acciones militares para contener o alejar al indio, que fueron provocando fluctuaciones muy dinámicas en la frontera de la civilización.

Los factores productivos en el campo argentino

El aporte de los países europeos, durante la primera parte del siglo XIX, estuvo direccionado a la generación de los factores productivos que se pondrían en valor luego de la caída del rosismo. Es un tema no suficientemente tratado en la historiografía, y su conceptualización constituiría un aporte adicional para una visión más compleja de ese oscuro período posterior a la independencia. De la relación de Rosas con los europeos (por lo menos durante su reinado), solo se ve la parte confrontativa pero no suficientemente la complementaria.

Hay por lo menos cinco variables de índole técnica, social y/o cultural, que sustentan el paso del primitivismo de nuestra región al inicio del proceso de modernización con la llamada organización nacional. Ellas son: técnicas, genética, oficios, inmigración y conocimiento del territorio.

Antes de la parafernalia tecnológica desplegada en la segunda parte de aquel siglo (ferrocarriles, puertos, frigoríficos, vapores, etc.), hubo aportes de técnicas de mayor simplicidad pero que, sin embargo, tuvieron gran influencia en el desarrollo del campo bonaerense. Por ejemplo, molinos y alambrados. Imagínese el paso de un extenso territorio cuasi desértico, inexplotado, a la delimitación de la propiedad de millones de hectáreas de pampa húmeda. De igual manera se puede considerar la importancia de la disponibilidad de agua para el incipiente desarrollo de la ganadería y una agricultura capaz de poner en valor una tierra riquísima en humus.

La importancia de la genética introducida se expresa en nombres que son parte inescindible de nuestro acervo rural: Shorthorn (Tarquino), Hereford, (Aberdeen) Angus, Holando (argentina), oveja Merino. Esas y otras razas hicieron posible el tránsito sin escalas desde el ganado cimarrón a la excelencia ganadera que caracteriza hoy a nuestro país.

Tuve la oportunidad de consultar los libros de nacimientos, casamientos y muertes de todo el siglo XIX de una de las principales colectividades europeas que tempranamente formaron parte de las corrientes migratorias luego de la independencia. Las comprobaciones son altamente significativas. En esos registros se puede ver la manera en que, desde una parte fundamental del conocimiento de aquellos años como son los oficios, se fueron echando las bases –incluso y principalmente durante el rosismo- de lo que luego se manifestaría ante el mundo como uno de los procesos de modernización más dinámicos, aventajando, incluso, a varios países que hoy son top ten.

En el período considerado no se registró una inmigración masiva pero sí calificada, sobre todo desde los países y regiones de Europa Occidental. La presencia de familias o individuos, con hábitos de trabajo de mayor competencia, provocó un indudable conflicto con las culturas criollas predominantes, más ligada a la filosofía de actividades recolectores y/o extractivas, que habían sido característicos de la colonización española. Sin ánimo peyorativo, este es un dato de la realpolitik que hay que tener en cuenta para un correcta visualización, no ideologizada, de cómo eran las cosas por aquellos tiempos. Por cierto las excepciones, que las habrá habido, no hacían más que confirmar la regla.

Uno de los puntos fuertes del modelo implementado a partir del siglo XIX, por lo menos en la agricultura, fue la existencia de una gran llanura con una capa de humus de no menos de un metro de espesor. Los casos más comparables se encuentran en el medio oeste norteamericano y las llanuras ucranianas y rusas, donde reina el afamado chernoziom (un tipo de suelo de tierra negra rica en humus además de serlo en potasio, fósforo y micro elementos). Una suma de factores fue creando las condiciones para un fenómeno de producción agrícola singular: uso de semillas seleccionadas, creciente mecanización, trabajo calificado a cargo de inmigrantes europeos, y facilidades comerciales, permitió poner sistemáticamente en el puerto de Buenos Aires una progresiva cantidad de cereales para satisfacer parte importante de las necesidades europeas. 

Por última está el requisito de no menor importancia referido al conocimiento del hábitat sobre el cual irían a operar las actividades modernizadoras. Se dice, con bastante propiedad, que fueron viajeros europeos, principalmente ingleses y alemanes, los que realizaron estudios preliminares de la llanura pampeana y sus peculiaridades. Hay varios libros que constituyen un legado inapreciable para saber cómo se vivía por estos lados, incluso en las tolderías indígenas. Con el transcurso del siglo, la incipiente intelectualidad nacional fue incorporando sus puntos de vista a ese menester ineludible de saber cuáles eran las potencialidades en materia de productividad de la pampa húmeda, que era en definitiva lo que les interesaba a los europeos acuciados por las consecuencias de la segunda revolución industrial en materia de distribución poblacional.

El manejo de la propiedad territorial

Durante la presidencia de Rivadavia se dicta la Ley de enfiteusis por la cual se asigna el uso, a cambio de un canon, de una parte considerable de la propiedad pública disponible, lo que da lugar a una fuerte concentración inicial en el uso de la misma: 8,5 millones de hectáreas fueron puestas en manos de 536 enfiteutas. Que esas tierras obraran de garantía (en consecuencia, no privatizables), fue una de las condiciones impuestas para desembolsar el préstamo de la Baring Brothers, negociado (participio y sustantivo) por aquellos años; así, los enfiteutas estaban obligados a pagar un canon por el usufructo de la tierra pero no podían ser propietarios. A partir de ese hecho -en medio de cambios políticos donde sobresale el largo período rosista- un proceso no rectilíneo que se extendería durante décadas dio lugar la creación de las bases fundacionales para el nacimiento del capitalismo agrario en la provincia de Buenos Aires. Finalmente, se gesta una matriz territorial caracterizada por la progresiva división de la propiedad que sería la consecuencia del funcionamiento del mercado inherente a esa formación económica social.

Las cosas ocurrieron más o menos así. Obviamente este tipo de repartos se hace entre amigos, que normalmente no son los mismos amigos que se ven favorecidos por el gobierno siguiente. La otra característica son las irregularidades en el cumplimiento con el pago del canon. El gobierno de Rosas actuó ejecutando a los incumplidores, lo que dio lugar a gigantescas disponibilidades territoriales aprovechadas en beneficio propio. La estancia Los Cerrillos, la joya de la corona del Restaurador de las Leyes, llegó a sumar varios centenares de miles de hectáreas en un territorio que se extendía desde el mar hasta los límites de hoy con La Pampa. Es de imaginar que respetando las proporciones correspondiente, así habrán sido favorecidos los oficialistas de ese momento; por el contrario, muchos de los desplazados guardaron un rencor a Rosas que, según se dice, sus descendientes conservan hasta nuestros días.

Caseros trajo una reconsideración de aquel estado de cosas. Las tierras que habían sido incautadas en su momento, son devueltas a los antiguos enfiteutas, ya con otras condiciones de titularidad. Se fueron generando de esa manera las grandes extensiones propiedad de familias pertenecientes a  la oligarquía terrateniente como se las fue denominando en la jerga académica y política; sin embargo, como pasa con todo grupo social, los comportamientos no fueron iguales.

Hay cuatro tipos característicos de esos propietarios: los que vendieron, los que mantuvieron yermas las tierras, quienes las explotaron con recursos modernos, y grandes extensiones que fueron arrendadas bajo diversas formas, entre ellas la mediaría. El primer grupo no hizo más que avivar el mercado; en el segundo las propiedades se fueron dividendo con las sucesivas herencias; el tercero fue un grupo social denostado, pero altamente progresista, que se nucleó en la Sociedad Rural. El cuarto es el más interesante porque permitió que los migrantes europeos fueran creciendo económicamente, y llegaran a ser propietarios en una sola generación. Esos chacareros dieron nacimiento al capitalismo agrario, uno de los fenómenos que, por su profundidad y extensión, permitió el asombroso crecimiento de la Argentina, hasta ser considerada en su dimensión global. Veamos porqué.

Según wiki, la mediería es un contrato agrícola de asociación en el cual el propietario de tierras (llamado concedente) aporta una finca rural y un agricultor (llamado mediero) aporta su trabajo y herramientas, se dividen, generalmente en partes iguales, el producto y las utilidades de la finca trabajada. La dirección de la finca rural generalmente corresponde al concedente. Esos medieros, en ese momento explotando predominantemente ganado lanar en la Provincia, muy pronto pasaron a ser propietarios, sobre todo a partir de la enorme disponibilidad de territorio que generó la campaña al desierto de Roca.

I.                   Nace el capitalismo agrario en la provincia de Buenos Aires

El inicio de la organización nacional está regido por una serie de factores visibles y otros no tanto; algunos locales, y otros, determinantes, derivados de los profundos cambios operados en la escena internacional. No es este trabajo el lugar para tratar el significado de la simultaneidad de nuestro devenir con eventos en apariencia tan disímiles como la guerra civil en EEUU, la restauración Meijí en Japón, procesos de guerras y unificaciones en Europa, o los mismos cambios operados en toda América latina; empero, sin llegar a alumbrar todavía la globalización, aunque sí anticiparla, se puede conjeturar que esos eventos constituyeron un trecho de la historia de la humanidad en el que las influencias (y por caso las dominaciones), se intensifican en sus efectos a nivel planetario. Pero volvamos a lo nuestro que es donde siempre nos sentimos más confortables.

El ostensible desarrollo de la ganadería y la agricultura que se opera en los setenta años del período enfocado, son la base de lo que se conoce como el modelo agro exportador. La denominación -de una clara significación- da sentido a la enorme cantidad de transformaciones, la mayoría promovidas desde el estado, que van a modificar de conjunto el territorio argentino en sus aspectos políticos, sociales, culturales y productivos. Donde más se notan esos cambios es el hinterland comprendido por lo que es hoy la Ciudad, la Provincia y toda la pampa húmeda.

Donde las transformaciones son más determinantes es en la infraestructura; obviamente, referida a la actividad productiva y la exportación. Imagínese el cambio que significa el progresivo trazado de miles de kilómetros de vías férreas en un territorio donde, hasta ese momento, había sido recorrido con coches tirados por caballos. Junto a las vías fueron creciendo centenares de pueblos y ciudades, donde se abastecía de todo lo necesario para la producción agropecuaria y su envío al puerto. Las estadísticas nos muestran la correspondencia entre las cosechas y la explotación de ganado, que iban creciendo en concordancia con el tendido de las vías. Los pueblos, a su vez, fueron recibiendo corrientes migratorias con gente poseedora de todos los oficios necesarios para asistir a la producción y las necesidades de la población que se iba radicando. Así se fueron abriendo los almacenes, boliches, talleres y tiendas, y toda una actividad comercial en relación al porte de la urbanización. Mucho de los talleres fueron creciendo en su tamaña y dieron lugar a pequeñas y medianas empresas que abastecían de máquinas y herramientas necesarias para la producción, en una actitud de sustitución creciente de las importaciones provenientes de Europa y EEUU. 

Toda esa actividad era acompañada con cambios de tipo social y cultural. La sociedad iba tomando forma a medida que las urbanizaciones se estabilizaban, y las costumbres adquirían un carácter complejo como consecuencia de la interacción de culturas que se acrisolaban. Esa diversidad en marcha iría constituyendo con el tiempo una de las ventajas comparativas de la Provincia expresada, más allá de aspectos económicos, en la conformación de las clases medias. La educación, el deporte, la atención de la salud, las actividades recreativas, fueron impulsadas desde el estado con la amplia participación de organizaciones intermedias, muchas de ellas representando a las distintas colectividades.

Hay dos condiciones, íntimamente relacionadas, que en definitiva caracterizarían a este periodo de la evolución provincial: el destino principal de la producción y el patrón infraestructural necesario para su cumplimiento. Hemos dicho que este periodo de la provincia es una consecuencia, apenas matizada, de la Segunda Revolución Industrial en lo referido al abastecimiento de recursos implicados en su despliegue. Entre ellos, la necesidad de alimentos frente al desplazamiento de la mano de obra campesina a las ciudades de los países europeos para ser ocupadas en las fábricas; el cambio del mercado laboral provocaba, en consecuencia, el despoblamiento del campo y el debilitamiento de las actividades agropecuarias. Como hemos venido diciendo en este trabajo, las acciones de los países europeos fueron reconfigurando según sus necesidades, en forma más o menos directa, las características de la pampa húmeda (al igual que lo hicieron con Canadá, Australia o Nueva Zelanda). El modelo agroexportador entre nosotros funcionó a pleno durante todo el periodo hasta que, como consecuencia del pacto Roca Runciman, para Inglaterra dejamos de ser el proveedor de cereales y carne que habíamos sido durante 70 años para comenzar a vivir de las glorias del pasado. El otro factor es de índole más compleja.

El tendido de la infraestructura –exclusivamente ferroviaria; recién en 1932 la recién creada Dirección de Vialidad comenzó a pavimentar rutas al costado de las vías (¿?)- se hizo siguiendo un patrón radiocéntrico, con el vértice en el puerto de Buenos Aires; un verdadero embudo. Desde el punto de vista de la dinámica de los sistemas, la configuración tuvo una gran repercusión en todos los órdenes de la vida de la joven sociedad argentina. El tren, medio de transporte que inicialmente sirvió para  la exportación de la riqueza, en el periodo siguiente, cuando caduca el modelo agroexportador, terminó por trasladar la pobreza, con una fuerte atracción por el puerto, que era donde el éxito argentino seguía mostrándose en todo su esplendor. La consecuencia: un desequilibrio territorial y demográfico llevado a los desbordes que hoy se conocen, dando lugar a un país quasi desértico, con gran parte de su población amontonada en el gran Buenos Aires, mechado de un federalismo retórico que ha signado invariablemente las relaciones centro-periferia.

II.                 El statu quo (a partir de 1933)

Los cambios ocurridos en la relación comercial con Inglaterra repercutieron en la Provincia. No fue un shock pero, con el paso del tiempo, se fue verificando un paulatino decaimiento en las actividades en el campo. Sin embargo, las consecuencias no fueron iguales en la agricultura que en la ganadería, siendo en aquella donde los efectos fueron más notorios. En el caso de la ganadería el impacto no fue tan evidente, sobre todo en el aspecto de la calidad de nuestras carnes. Veamos.

Las ventajas iniciales del siglo XIX hicieron que, en parte, se abordara la agricultura como una actividad extractiva sin evitar los problemas aparejados: por ejemplo, la no fertilización hacía que la capa de humus fuera perdiendo espesor. Los recuerdos de aquellos años nos hacen revivir, a quienes pasamos la niñez en el campo, sembradíos ralos y mustios, el día y la noche con lo que se ve ahora. Las carencias solo podían ser compensadas, en parte, con el laboreo[ii] derivado del talento y la cultura de nuestros agricultores. Por su parte, el impacto de los cambios en el comercio internacional no fue tan notorio en la ganadería debido a que se preservó y no se dejó de mejorar el patrimonio principal de la actividad: la genética. Si bien la producción decayó, tuvo un respiro importante durante la Segunda guerra mundial con la producción de corned beef para consumo de los combatientes. En suma, durante el período que estamos considerando la actividad en el campo, se mantuvo en una especie de statu quo; en todo caso no creció de acuerdo a su potencial en un contexto favorable como se está viendo en estos días.

Una nota importante en este periodo fue el proceso de urbanización y las migraciones internas consecuentes. El  tendido de la red ferroviaria dio lugar a la creación de una miríada de pequeños pueblos que fueron esparciendo la civilización en la geografía bonaerense. El hecho de que las bolsas de cereal tuvieran  que ser llevadas en chatas o villalongas desde la chacra a la estación ferroviaria, hacía que la cercanía fuera una variable clave. Sin embargo, ese condicionamiento virtuoso fue desapareciendo con la sustitución progresiva del tren por el transporte automotor. La secuencia se dio de la siguiente manera. La adopción del almacenamiento en silos en detrimento de la bolsa de arpillera, mermaron la necesidad de mano de obra más o menos calificada, y dio lugar a migraciones a ciudades de mayor porte, con primera escala obligada en las cabezas de distrito. El avance de la tecnología del packaging no era correspondido con opciones de creación de puestos de trabajo que mantuviera a la población en sus asentamientos distribuidos. Obviamente, fue creciendo el empleo público, la pobreza y las viviendas precarias alrededor de las ciudades. La falta de crecimiento y desarrollo económico no daba lugar para otra cosa; además, hay que tener en cuenta intereses políticos…

El desmanejo territorial se intensificó en este periodo. Si bien el problema de las incesantes migraciones centro periferia fueron una característica, como hemos visto, notable desde la creación del Virreinato del Rio de la Plata, la aparición de una industrialización sustitutiva en la cercanía del puerto (cuyos efectos negativos en lo territorial por su ubicación no podían ser atenuados con un federalismo retórico), un manejo irresponsable de lo demográfico por parte del peronismo, más el ciclo de golpes y contragolpes de estado, como factores no únicos pero sí dominantes, generaron enormes transformaciones en todos los órdenes de la sociedad argentina. Esas mutaciones profundas –vistas en clave ideológica- signaron la decadencia de estas últimas siete décadas. El tema de la ideología, en su acepción más amplia, incluso no sofisticada, cobró creciente importancia en el período hasta dejar huellas profundas en el imaginario colectivo.

Como variantes de una misma obra, los distintos modos de la política –según se mire, con civiles y militares, de tono neoconservador o progresista- fueron funcionales en forma más o menos explícita a la configuración de estructuras físicas y mentales vigentes en las últimas décadas, y extendidas horizontalmente a lo largo de nuestra sociedad. Aunque se puedan identificar distintas escuelas del pensamiento, hay invariantes que permiten ver la repetición de los patrones conceptuales. Fueron características: sustitución de importaciones  con sus externalidades expresadas en el proteccionismo, concentración territorial de la inversión, prebendarismo y concupiscencia empresarial; renuencia a la innovación tecnológica; regulación de la vida económica; fomento al estado empresario y empleador encorsetado por el burocratismo y la ineficiencia; desprecio al campo; corrupción gigantesca en la obra pública y/o detrás de la supuesta defensa de la soberanía energética por tomar dos casos emblemáticos; monopolio de los cielos como forma de encubrir las inviabilidad de la aerolínea de bandera; decadencia y falta de racionalidad en el transporte; desequilibrios territoriales y demográficos; gremialismo mafioso; federalismo retórico; ostracismo y falso orgullo nacional, etc.

Argentina se fue encapsulando. Una tendencia histórica al aislamiento se hizo patente en la relación con el mundo; característica propia de los países autosuficientes -por recursos y rasgos del subconsciente colectivo manifiestos en áreas de decisión- una relación fructífera con el mundo en ningún caso fue política oficial, como por ejemplo se vio en el caso brasilero. En las postrimerías del período, por los ochenta, se formula el consenso de Washington, con impacto en mayor o menor medida en decenas de países en los que era inexorable, en función de los aires globalizadores, el desmonte de estructuras cristalizadas, principalmente estatales. Fue el cometido principal del gobierno de la dupla Menem-Cavallo.

La apertura indiscriminada que se da en los noventa tuvo un carácter contradictorio con referencia a las actividades industriales. Por un lado, está lo que se denomina la destrucción creadora en un sentido schumpeteriano, es decir, la desaparición de empresas que, sometidas a una tensión globalizadora, no pudieron subsistir a la intemperie. Por el otro, el aprovechamiento que dio lugar la convertibilidad para renovar infraestructuras productivas por medio del ingreso masivo de modernos bienes de capital. En la situación creada, otras empresas no sólo sobrevivieron sino que se plantearon nuevos desafíos. Son manifestaciones de cambios paradigmáticos inevitables cuyo ponderación solo adquiere entidad con el paso del tiempo y cuya visualización habitualmente, sin ofrecer alternativas superadoras, no va más allá de la consigna de preservar los puestos de trabajo que siempre se ponen en juego ante cambios modernizadores.

En el campo no hubo plan B. Sin dilaciones, los chacareros se pusieron al hombro la revolución tecnológica, y los cambios comenzaron a fluir con el dinamismo visto a partir de mitad del siglo XIX. Es lo que hay hoy: Argentina produce alimentos en condiciones de satisfacer una demanda 10 veces mayor (¡) que su consumo cautivo. Tres factores fueron actuando en forma sinérgica. El indiscutible espíritu innovador y la enorme experiencia característica de nuestra ruralidad, las oportunidades abiertas en el comercio internacional (lo indican las fabulosas inversiones de empresas globales en el Gran Rosario con el fin de erigir el polo sojero más grande del mundo), y el factor conocimiento donde la influencia externa fue determinante una vez más. Recuerdo una experiencia personal: un intendente santafesino que me muestra una bolsa que atesoraba del primer cargamento de simillas de soja que vino de los EEUU. Por cierto, el sistema C&T nacional, como ha ocurrido siempre, actuó con la solvencia suficiente como para ponerse a la altura y promover lo que es hoy el perfil global de nuestra agricultura. Por su parte, con autonomía, la ganadería continuo mejorando la genética en forma ininterrumpida, incluso, ahora, con una fuerte posición en la exportación de expertise, embriones y reproductores.

En el mundo, en lapso que estamos recorriendo se produce el inicio de la globalización. Fue en  los setenta, con el funcionamiento de los foros de consenso, que las máximas esferas de decisión en el mundo se vieron apremiados por un problema demandante de urgente solución: por primera en la historia, debido a la Revolución científico y tecnológica, los bienes y servicios producidos o producibles, superaban  cualquier potencial demanda. Desde la óptica capitalista, se quedaron sin opciones; había que crear mercado sí o sí. De inmediato, comienzan a las negociaciones con la China de Mao, para la transferencia masiva de medios de producción, de Occidente a Oriente, lo que da lugar a la operación logística más grandes de la historia, y el crecimiento sostenido hasta el día de hoy de la economía china para llegar a ser en magnitud la segunda potencia productiva mundial. En el ámbito de la agricultura, en 1977, se produce un hecho de enorme trascendencia: por primera vez, la cantidad de proteínas producidas por el hombre fue mayor a las necesidades de consumo de la humanidad en su conjunto (la distribución y llegada de las mismas en tiempo y forma a los consumidores, es otro cantar). Fue, al mismo tiempo, un momento de arribo y arranque, como ocurre en las grandes transiciones. Como es obvio, la globalización presenta muchas dimensiones, variables e indicadores, sin embargo, poder terminar con la escasez a nivel global no tenía antecedentes, y el impacto del prodigioso logro fue difícil de medir en su momento.

En el último período peronista no solo no fue un demérito sino que de hecho fue considerada una virtud, el obstáculo principal que enfrentaba nuestro país para su progresiva modernización: el aislamiento internacional[iii]. A pesar de ello, en fronteras de difuso trazado, se fueron produciendo en sus costumbres, como anticipación, cambios en un sentido global. En el campo lo venimos comentando; también los hubo en las realidades urbanas, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, cuyos primeros indicios, para llegar a ser la ciudad global que es hoy, se empezaron a percibir por aquellos años. Ese estado de ánimo contradictorio, entre las expectativas que crean la modernización, y la percepción de estructuras caducas y crisis recurrentes, fue modelando el imaginario social. La Provincia estuvo en la primera fila, ya sea como actor o espectador, según el rubro, de esa puesta en movimiento que afectaba el statu quo.

III.              De aquí en más

Lo territorial, vista la sociedad como un sistema complejo, es la dimensión principal para un cambio de situación; es así desde que el primer hombre, preocupado por la subsistencia, fue tomando distancia desde su lugar de origen. Lo siguió siendo luego cuando los imperios debieron atravesar diversas geografías para acrecentar sus dominios. En tiempos recientes, la segunda guerra mundial, uno de los hechos más dramáticos de la historia de la humanidad, fue iniciada por los nazis con la idea del Lebensraum (espacio vital en alemán), y que en los hechos expresaba su proyecto de ocupar toda Eurasia para dar lugar a la creación de un Tercer Reich milenario. En el caso de la provincia de Buenos Aires, el aspecto territorial sigue siendo, sin duda, el condicionante principal.

Desde la creación del virreinato del Rio de la Plata hasta la consolidación del modelo agroexportador, el puerto de Buenos Aires funcionó como polo de atracción. Aún en decadencia, ese magnetismo no se ha debilitado, sino por el contrario, a pesar de las vicisitudes sufridas  se fue incentivando. Ese juego de tendencias tiene consecuencias de las más variadas. En unos casos, positivas, como factor de modernización y facilitador de la actividad económica en toda su área de influencia; en otros, como receptáculo y amplificador de la pobreza nacional y regional, negativas, sin miras de solución, con una dinámica de agravamiento que llega hasta nuestros días. Esa atracción, devenida en un poder que se expresó en lo “porteño”, ha provocado con el tiempo un desequilibrio territorial y demográfico de tal magnitud que, sin duda, es el problema estructural más grave no solo de la Provincia sino del país todo.

La evidencia más cruda de esa malformación, a lo largo de los años, es el establecimiento y consolidación del conurbano bonaerense. Como cordón de máxima entropía, encorsetando a una gran urbe de tono global, ese conglomerado caótico sufre de una paradoja insoluble: cuanto mejor, peor. Así, todos los recursos que se puedan poner para mejorar las condiciones de vida, en el lugar donde reside la mayor parte de la pobreza nacional, no harían sino más que acentuar la atracción de gente que busca mejorar su condición, ahora ya no solo del interior del país sino en forma creciente de los países vecinos. Ese feedback perverso esteriliza fatalmente las mejores intenciones.

El gobierno de Cambiemos desarrolla políticas paliativas que son necesarias para mantener la paz social sobre todo, como en este caso, habiendo en curso proyectos estratégicos. En cambio, para el peronismo, la pobreza ha llegado a ser su principal negocio electoral lo que da lugar a que no haya un interés legítimo en buscar una solución… más allá de la incentivación irresponsable del consumo. En general, no es frecuente encontrar una visión que pueda canalizar en forma sustentable acciones que se van tomando en la coyuntura.

Las soluciones territoriales a los problemas de la pBA son de mediano y largo plazo. No podría ser de otro modo a partir del hecho de que las malformaciones llevan siglos de gestación. ¿Cuáles serían esas soluciones? Vamos a hacer un conteo de ellas, antes de profundizar en el tema del “mientras tanto”

La pBA es inviable así como está

Una matriz FODA pondría en evidencia características de la Provincia que la determinan por sus efectos problemáticos. Son algunas de ellas: extensión desmesurada, existencia del conurbano, no centralidad de su capital, migraciones internas desestabilizantes, meca ineludible de la pobreza nacional y regional, dependencia de la ciudad de Buenos Aires, etc. Siendo, como hemos dicho, lo territorial la principal dimensión reconfigurante, podemos imaginar algunos escenarios para comenzar a atacar los problemas.

1)      Federalismo productivo y desarrollo macro regional. Son, en todo caso, las variables decisivas. Su despliegue haría posible –desde la dinámica de los sistemas- revertir el sistema vectorial dominante de tipo centrípeto -es decir, aquel en el que la atracción por parte del “centro” potencia una dinámica expulsiva en el interior del país y en los vecinos- por otro sistema centrífugo, hasta lograr una situación de equilibrio  territorial. Así, la cuestión del desarrollo con un sentido macro regional es de interés de todos, en tanto exista una visión estratégica. Mirando el mundo, cuando más desarrollado es un país, se nota más esta propensión al equilibrio, como, por ejemplo en EEUU o en los países europeos, donde se dan enérgicas batallas, cuando es necesario, como en Francia, para que el campo o el interior no se despueble en “favor” de las conurbaciones.

2)      Absorción del conurbano bonaerense por parte de la ciudad de Buenos Aires. No habría grandes dificultades teniendo en cuenta que económicamente ya hay una dependencia manifiesta. Como anticipo, la construcción de metrobuses está agilizando el traslado masivo de la fuerza de trabajo, no solo periferia-centro y viceversa sino también horizontal. Alemania Occidental, con su exuberante riqueza, se hizo cargo de la parte Oriental, en una actitud epopéyica; bien podría la Capital hacer lo mismo con el Conurbano para dar estatus institucional a la región metropolitana.

3)      División de la Provincia. Hay más de un proyecto. Algunos, con criterio, proponen dividirla por tres: sur, zona núcleo y costera. Superando intereses políticos mezquinos, no habría grandes dificultades en lograr consensos.

4)      Micro regionalización intraprovincial y transprovincial funcional. Un tema pendiente ya suscitado con anterioridad.

5)      Traslado de la Capital Federal.

B. Mientras tanto

Como complemento de la labor estatal, es mucho lo que se puede hacer para contribuir a desatar, poner en movimiento y organizar factores activos del desarrollo al nivel local. Estas prácticas, desplegadas inicialmente desde un “centro” que posee los medios adecuados para el cometido, pueden transitar por andariveles privados, público-privados, o desde el mismo estado, aprovechando recursos existentes que no se utilizan en la labor específica. ¿Hacia dónde apuntar?

Hay que tener en cuenta dos de las características que rodean a las políticas públicas tal como transcurren hoy. La primera es que habitualmente se generan desde la oferta. La justificación que se escuda en el “hacemos lo que la gran mayoría de la gente quiere” es una formalidad que va al encuentro de demandas emergentes normalmente previsibles y conservadoras;  en esencia, no contribuyen al logro de algo más que la satisfacción de una reivindicación elemental  (lo cual obviamente es una de las funciones que el estado no puede dejar de cumplir). La otra, la gama de recursos de todo tipo disponible en distintas instancias, nacionales e internacionales, está hoy muy por encima de cualquier requerimiento que pueda surgir desde la base territorial.
La propuesta es la siguiente.

Generar mecanismos a nivel local en el que las ofertas descendentes se retroalimenten con las demandas emergentes (bucles de retroalimentación, para usar la terminología de Edgar Morin), capaces de desencadenar procesos autoorganizantes, recursivos y autopoiéticos, cuya energía para su permanencia y funcionamiento surja de la propia interacción de las partes constitutivas.

La puesta en marcha de un tal proyecto implica acciones sucesivas hacia el nivel local/microrregional en tres dimensiones: 1) informativa para estimular/desencadenar, 2) participativa para ejercitar los procedimientos y revelar nuevos actores, 3) organizativa para la constitución de espacios de consenso con potencial capacidad de absorber recursos, y realizarlos. Las acciones -que van de menor a mayor complejidad - se implican mutuamente, y no pueden ser concebidos en forma aislada sin que los resultados de su accionar se tornen evanescentes. Ahora vamos a ver un ejemplo.

Una experiencia y una propuesta

La experiencia se refiere a la simulación sobre el funcionamiento del Grupo de los Veinte (G20) de la que se hicieron dos versiones en la Provincia en los años 2017 y 2018. La propuesta, a como continuar el proyecto, con la constitución de una red de foros de consenso a nivel local, con los temas que forman la agenda de los ODS.

Las simulaciones G20

La iniciativa estuvo a cargo de la Prosecretaria Administrativa del Senado de la PBA, a través del ARG, en conjunto con la Dirección General de Cultura y Educación de la PBA. A lo largo de los 135 distritos -con sus  cabeceras y poblaciones-  en los que finalmente se llegó a desplegar la propuesta, el sistema educativo provincial demostró una iniciativa, creatividad, capacidad organizativa, y eficacia que dio como resultado logros que superaron ampliamente todas las previsiones. Se obtuvieron los siguientes resultados:

1ª versión

ü  23 distritos seleccionados agrupados según sus pertenencia a las 8 secciones electorales de la provincia
ü  8 temas de la agenda del G20 trabajados
ü  20 países investigados
ü  4.000 estudiantes participantes
ü  500 docentes guías
ü  460 nodos de investigación
ü  8 pre-cumbres seccionales
ü  1 cumbre provincial
ü  25 embajadas visitadas
ü  300 repercusiones de prensa[iv]

2ª versión

ü  134 distritos participantes agrupados en doce conjuntos según las 25 regiones educativas de la provincia
ü  600 ciudades cabeceras y localidades
ü  30.000 estudiantes participantes
ü  2.000 docentes guías
ü  5.400 delegados a las pre cumbres
ü  12 pre-cumbres birregionales
ü  1 cumbre provincial
ü  480 delegados elegidos a la cumbre provincial
ü  91 distritos representados
ü  500 repercusiones de prensa[v]

Los foros de consenso locales (FCL)

La siguiente es el esbozo de una propuesta que debería llevarse a cabo como continuación de las actividades de la simulación a medida que estas se van realizando en los distritos y sus localidades. Se basa en que la realización de las simulaciones tiene alto impacto en el medio local, más allá del ámbito educativo, poniendo en evidencia un conjunto de externalidad que pueden ser aprovechadas en el marco más amplio del medio local y su hinterland.

¿Qué queda de esas prácticas educativas?

  • ·         una experiencia intensa por parte de élites estudiantiles y docentes, y la posibilidad de ampliar su radio de acción en la comunidad
  • ·         valoración del potencial del sistema educativo para actividades extracurriculares
  • ·         visión ampliada e incremento de interés de autoridades y prensa locales en temas, lugares y acciones de alcance global
  • ·         repercusión imaginativa en los hogares y el medio locales sobre la simulación y sus implicancias
  • ·         capacidad de convocatoria desde el núcleo de la experiencia hacia factores y actores comunitarios en función de intereses del desarrollo local/regional.


El pase del momento participativo, concretado en la simulación, al establecimiento a nivel local de organizaciones proactivas, se  basa en los siguientes supuestos.

La repercusión de la simulación, de una magnitud desusada, deja un saldo de sensibilización que, en contextos adecuados, puede traducirse en un incremento de capital político -sin partidismo- en el sentido de realizar un avance en el aspecto del desarrollo local/regional. La repercusión, la movilidad de los actores, la sensibilidad y actualidad de los aspectos abordados, las modalidades utilizadas en la investigación de los temas y los países a nivel global, recopilación y procesamientos de la información, el fervor demostrado, todo ello, es una forma de generación de una competencia que involucra capacidad de convocatoria al medio.

Se puede proceder así. Desde el medio docente, con los estudiantes más activos, se puede promover una reunión con las fuerzas vivas del medio, para la constitución de un foro de consenso a nivel local (pero de alcance global en cuanto a la visión) en torno al tema en el que los estudiantes han trabajado, y que forman parte de una agenda, como por ejemplo los ODS.

Si esos foros de consenso se constituyen a nivel de los distritos de toda la provincia, puede dar lugar a un proyecto, por ejemplo, a doce años, donde el resultado sea el siguiente. En el primer año, se forman alrededor de doce redes, cada una de ellas referidas al tema que se ha tomado en la simulación. Al año siguiente, los temas van rotando en su asentamiento, y se produce el mismo mecanismo. Y así sucesivamente. En doce años, se puede tener toda la provincia reticulada con foros de consenso locales/micro regionales en torno a 12 temas de agenda de ODS que tengan importancia para el desarrollo provincial en un sentido global. Las características de esos FCL se pueden sugerir en forma centralizada aunque, dada su complejidad no excesiva, existen anécdotas o experiencias que pueden servir de inspiración en el medio. Esas iniciativas, no rígidas, van a dar lugar a una diversidad enriquecedora. Los FCL tienen capacidad de monitorear situaciones locales/micro regionales y, consecuentemente, generar demandas para capturar recursos. Obviamente, tendrán importancia en el objetivo fundamental del desarrollo local/regional: la creación de emprendimientos y empresas productivas de bienes y servicios que creen puestos de trabajo de calidad. Los resultados de la constitución de los Foros de Consenso locales son los siguientes:

·         Aumento  de capacidades. El desafío es saber cómo absorber por medio de iniciativas viables recursos de todo tipo (financieros, organizacionales, oportunidades comerciales y de cooperación, influencias,  etc.) que hoy están disponibles en el mundo.
·         Puesta en marcha de proyectos. Entre las competencias de los foros está la de imaginar, elaborar y poner en marcha proyectos de acuerdo a las normas internacionales.
·         nueva estructura de poder institucional de alcance provincial para fortalecer la gobernabilidad y promover las dinámicas del desarrollo.
·         Vehículo para el diseño, promoción y puesta en marcha de políticas de estado que, dadas las características y áreas de incumbencia, no habría grandes dificultades en acordar con efectos locales estratégicos.
·         Factor de modernización acelerada para la nueva configuración de las élites locales.
·         Creación de empresas y emprendimientos exportadores, nuevos productos y puestos de trabajo.

Ing. Alberto Ford
La Plata, 16 de abril de 2019



[i] El caso de la provincia de Corrientes es emblemático. Producto del desbande, inmensos rodeos de ganado vacuno, se esparcieron por toda la provincia. Hubo una movida, organizada por el famoso Pedro Campbell, lugarteniente de Artigas, para aprovechar los cueros que fueron enviados a Inglaterra. Ver:
[ii] Se cuenta que por aquellos años en Tres Arroyos, a la noche luego de cenar, una familia de agricultores desparramaba en la mesa del comedor las semillas de trigo para  elegir, una por una, las mejores simientes con el fin de ir mejorando sus rindes.
[iii] Es de recordar la actitud provocativa de Kicillof, en la foto de familia de la cumbre G20 en Australia, saludando con la V de la victoria.
[iv] La cumbre tuvo lugar en La Plata el 26 y 27 de abril de 2018. El 26, en la República de los Niños, se constituyeron 20 mesas con 8 delegados cada una, para elaborar las recomendaciones de los países del G20. Para esta actividad se contó con la presencia de representantes de las embajadas de los países desarrollados del G20. En el segundo día, en el Anexo de la HCS, se formalizó la simulación, con los 20 delegados titulares elegidos el día anterior, que leyeron las recomendaciones respectivas. Estuvieron presentes. Vicegobernador, Director General de Escuelas PBA, Sherpa G20 y Subsecretario de Relaciones Internacionales PBA.
[v] La cumbre tuvo lugar en La Plata el 22 de noviembre de 2018. Se desarrolló en el Pasaje Dardo Rocha el 22 de noviembre de 2018. En total hubo 600 asistentes entre estudiantes, docentes, inspectores jefes, legisladores, representantes de embajadas. La cumbre fue presentada por el vicegobernador Salvador, el Director Sánchez Zinny, el senador Reparaz (UPM), representante de Cancillería. Las organizaciones involucradas en el proyecto fueron la Cancillería, la UPM, Secretaría General del Gobierno de la PBA, DGCyE y la HCSPBA (PROSA), estando a cargo de las dos últimas la faz organizativa del mismo.