martes, 12 de junio de 2018


16 11 09 TRUMP EL DÍA DE SU ELECCIÓN

Ayer, el día antes de la elección en EEUU, le dije a mi compañero de oficina: “No me cierra que gane Clinton”. Acostumbrado al juego, fui más a fondo: “Trump debe ganar”. No dije “va a ganar” o “quiero que gane”. Carezco de una bola de cristal… y mis gustos van por otro lado. La aseveración sobre el determinismo era tributaria de una lógica. Si ganan los demócratas, pensé, es más de lo mismo. Lo de Trump es otra cosa que trataré de sintetizar.
El inicio de esta historia está en los acuerdos con China de la década de los setenta. Sin duda, la operación logística más grande de la historia. Sectores enteros de la producción de EEUU (vestimenta, herramientas, juguetes, etc.) fueron trasplantados a Oriente en la búsqueda de mano de obra barata. El problema fue para millones de trabajadores norteamericanos. Perdieron sus fuentes de trabajo que no pudieron ser suplantadas por empleos de menor calidad y remuneración en el área de los servicios. Son la clientela de Trump.
EEUU fue el país más favorecido y el más perjudicado con el avance de la globalización. La diferencia es que los ganadores se transnacionalizaron. Las empresas americanas conservaron la denominación de origen pero levantaron vuelo hacia el exterior. Es un amplio sistema de pertenencias que se ubica en las costas, este y oeste. Son los que perdieron con Hillary. Pero sus posiciones no se verán afectadas. La crisis se estacionó en el centro del territorio. Son los que ahora asomaron y le dieron la victoria a Trump.
Mi duda estaba en quien ganaba; las encuestas daban parejo. Lo que parecía una determinación era la plataforma de Trump. Fuera que él la llevara a cabo, sin traicionar, o Hillary se diera vuelta como Menem (aunque improbable no se podía dejar de considerar). Esa plataforma tiene tres pivotes: la inmigración, las tasas de la FED, y la matriz productiva. Cada uno con un tratamiento diferenciado.
Empecemos por el más previsible: las tasas. Inciden sobre el sistema financiero mundial (entre otras implicancias, regulan  las corrientes de inversión que esperamos en nuestro país). Hay dos datos insoslayables. El primero es que la FED es independiente del ejecutivo de EEUU. Y como en ese país se respetan las instituciones, por más promesas con intención de cumplir que se hayan hecho en la campaña (los ahorros de la clase media están implicados), no son esperables variaciones sustantivas. El segundo es más decisivo. El G20. La liquidez mundial (en billones) va a ser crecientemente “inducida” a inversiones al interior de los países, con tres pasos: bonos, infraestructura y producción. Los factores ya están el escenario. Los “panamá papers” blanquean a ahorristas, evasores y ladrones que deberán volver a casa. En nuestro país (sumando lo de los colchones) esos recursos ya están en la compra de instrumentos financieros que han aumentado abruptamente las reservas. El segundo, es la infraestructura. El PPP (public private pertnership) está en vías de rápida aprobación. Trump también tiene en carpeta su Plan Belgrano.
Los inmigrantes. En forma creciente, las migraciones son una moneda de dos caras. La más obvia, mano de obra barata; menos, los migrantes como factores de modernización cuando se repatrían. El caso de Turquía con Alemania, funciona así. Son canales de comunicación donde circulan diversos flujos, no tanto personas en un solo sentido como lo fue hace muchos años.
“Vamos a producir el iPhone en los Estados Unidos”, dijo Trump en campaña. Todo un símbolo. Y va a ser así. China va a tener que aumentar los sueldos y activar su mercado interno (nuevamente el G20). Dejará de ser el destino obligado de las empresas que quieren producir barato para vender caro (La muñeca Barbie es puesta en el puerto chino a menos de U$S 1 y se vende en EEUU a U$S 10. La diferencia de U$S 9 queda en alta mar para las traders y en tierra para el comercio minorista americano). EEUU se va a reindustrializar poniendo el acento en lo nacional. Se van a volver a fabricar puertas y ventanas, camisas y remeras, martillos y tenazas (no hay que descartar que Bill Gates arme algunos proyectos en esos rubros).
Ahora saldremos de la lógica sistémica para internarnos en la futurología. La plena globalización que comenzó con la caída del muro del Berlín (un 9 de noviembre), y se despliega con la victoria de Trump (un 9 de noviembre), tiene una etapa previa que son las macrorregiones: Sahel, Eurasia, Cuenca del Mar Negro, Europa, sudeste asiático, etc. Todas ellas conviviendo con decenas de otras configuraciones. Eso va a implicar ciertos grados de “encierro” (siempre dejando de lado la parte globalizada de la economía que anda cerca del 70%). Eso implica abordajes coordinados a nivel global, como por ejemplo la conectividad de las infraestructuras. EEUU y Argentina tiene características comunes que pueden dar lugar a acciones compartidas con vistas a la modernización del hemisferio americano. Claro, son cosas que se ponen en marcha con la vista en muchos años pero empiezan por anuncios, en general intimidatorios como la cuestión de los inmigrantes. Otro aspecto es la lucha contra la pobreza y la creación de trabajo de calidad. La acción del papa Francisco está claramente enfilada en ese andarivel.
La Estatua de la Libertad no se va a caer, ni Curry va a dejar de hacer varios triples por partido. “No los voy a decepcionar” dijo Trump (cualquier parecido). Pero en este caso será así. Argentina se irá viendo favorecida en forma creciente con el comercio con EEUU. Es cierto que partimos muy de abajo: ni limones nos compraban los amigos. En fin, veremos.

jueves, 7 de junio de 2018


Como era entonces

Se atenúa la situación de crisis vivida en los últimos días en nuestro país, cuyos efectos se han manifestado -y lo harán con mayor intensidad luego del mundial- más en el ámbito de la política que con relación a las variables socioeconómicas. Los cambios van a tener múltiples expresiones pero, de ninguna manera, es esperable un desborde de los acontecimientos. Continuará el gradualismo como modo de ejercer la gestión, tanto frente a los efectos deletéreos de la herencia recibida (que se manifestarán durante mucho tiempo y que no son solo responsabilidad del peronismo) como en la construcción de una Argentina global, lo que tardará años y décadas, ojalá algunos menos que los que demandó la instalación y desarrollo del primero ciclo largo de crecimiento a partir de 1862.

Parecía que se caía el obelisco, tal la conmoción que estuvimos viviendo en los últimos días, pero ese monumento símbolo de la porteñidad sigue en su lugar. La crisis que ocupó la preocupación de tantos argentinos tuvo más impacto en el imaginario social que en las variables socioeconómicas. Y es razonable. La Argentina no gana para sustos; vivió a los saltos en los últimos ochenta años. A lo largo de los cuales, es pertinente reconocerlo, el peronismo ha jugado un papel protagónico.

Ninguna crisis desata procesos. Puede afectarlos de distinta forma, retardarlos, acelerarlos, pero no generarlos. El sentido de los acontecimientos, siempre es debido a causas más profundas que anteceden o sobreviven a los momentos de convulsiones, ya sean aparentes o reales.

En estos días las variables y los indicadores no están quietos pero tampoco descontrolados. La realidad económica y política, se ha visto sacudida hasta la conmoción… pero con toda seguridad se restablecerá en los próximos días según el curso que venía trayendo. Sobre todo que viene la copa del mundo. Ni hablar si los resultados son los que deseamos todos los argentinos. Luego de ese paréntesis, lo dominante será la apertura del proceso electoral.

Primero mirar hacia afuera. Comencemos con lo más importante: la deuda externa y la disponibilidad de recursos hasta el final del mandato de Cambiemos. Hemos visto en otro trabajo[i] que el %/PBI de la deuda argentina es menor al de los países vecinos (solo es superado apenas por Brasil). Por su parte los países desarrollados poseen coeficientes mucho mayores[ii]. Tampoco la situación de nuestro país es crítica en materia financiera.  En primer lugar, están los recursos provenientes de la exportación de granos producto de una cosecha que ya se estima excepcional. En segundo lugar, el préstamos de uso eventual que se está por negociar con el FMI en los próximos días [a pesar de ello ya aparecieron en la calle carteles (post-verdades, la opinión por encima de los hechos) para “no pagar la deuda”]. Sumadas, una y otra fuente, garantizan liquidez de las cuentas públicas hasta donde alcanza la vista. No menos importante, es la repatriación, sin prisa pero sin pausa, de los ingentes depósitos off shore que los ahorristas argentinos irán trayendo en una dialógica conflictiva entre el interés y la desconfianza. Esos recursos hacen un recorrido con paradas en letras, plazos fijos, acciones pero, en forma creciente, irán desembocando en los PPP. Otra dimensión de las relaciones externas, es la balanza comercial. Notoriamente deficitaria, se diferencia de la última gestión peronista: las compras son predominantemente bienes de capital que pueden hacer más competitiva a la industria nacional.

Internamente, el déficit fiscal. Más lentamente de lo que podríamos desear, el déficit se va reduciendo. Argentina bajó en plena crisis su meta de déficit fiscal para 2018 al 2,7% del PIB desde el 3,2% previsto. Comparativamente, vemos el %/PBI de déficit de algunos países: España 9,4, Grecia 9,4, Francia 5,2, Irlanda 13,4, Reino Unido 8,3, Brasil 8,2, Uruguay 3,7, Chile 2, etc. No es que mal de muchos, consuelo de tontos, pero es bueno saber dónde uno está parado.
  
El desbalance que tanto preocupa a los analistas tiene una explicación de peso: los subsidios. ¿Hay alguna posibilidad de reducir la asistencia a los sectores menos favorecidos de la sociedad  cuando el sistema económico y productivo aun no puede generar empleo en cantidad y calidad (aunque también haya adelantos en este sentido)?. Cuidar la situación de la pobreza para evitar desbordes es una prioridad estratégica.

En lo referente a la inflación. La hay y en una proporción mayor a las expectativas y las promesas. Pero nada que se parezca a un caballo desbocado. Los índices, a diferencia de la última gestión peronista (se ha bajada a la mitad con relación a lo heredado), son confiables, pero no siempre reflejan el desorden no fácilmente atinable de una política comercial caótica: las provocadoras ofertas de los supermercados, hacen imposible saber cuál es el precio real de las cosas. Esa incertidumbre, sin embargo, no impide que las familias que lo necesiten elaboren sus propias estrategias de sobrevivencia, y puedan cambiar, tantas veces como sea necesario, sus hábitos de consumo, en particular de alimentos (la ropa está imposible pero no por la inflación), preservando, en general y sin distinción de clases sociales, la calidad de la ingesta. En la Argentina, por donde se mire, no hay desabastecimiento ni necesidades básicas insatisfechas; los programas sociales tienen recursos de sobra para asistir donde sea necesario. Y en esto no hay milagros ni malos entendidos. Lo dice la excelente relación, de ejercicio cotidiano, entre Carolina Stanley y Juan Grabois, que es el representante de Francisco.

Una visión estratégica

Un cambio de paradigma no se puede verificar solo con el día a día. A lo sumo, la secuencia de acontecimientos sirve para evidencias las tendencias. Sin embargo, la visión de los escenarios de arribo amerita herramientas epistemológicas de cierta complejidad; en ellas no pueden faltar las que hacen posible realizar recorridos conceptuales más extendidos, tanto hacia adelante como hacia atrás.

Por tomar un caso: la infraestructura de conectividad. Una verdadera revolución planetaria. En la cumbre de China del G20, en 2016, Macri dijo que la conectividad es la clave del momento. ¿Qué quiso decir? Conectividad, referida a la comunicación, es una noción que refleja la forma en que se establecen interacciones a todo nivel. Comunicación es información en tránsito, no solo la de las redes sino, en un sentido más general, una diversidad de flujos materiales y virtuales de intercambio (comerciales, turísticos, poblacionales, aspiracionales, etc.), que operan sobre el territorio y las personas que lo pueblan.

Nuestro país es un caso prototípico. Su infraestructura informativo comunicacional, en forma de embudo, es una consecuencia del modelo agro-exportador cuya producción debía salir necesariamente por el puerto de Buenos Aires. No fue el único vector con esa dirección y sentido. La fuerza centrípeta generada por una multiplicidad de factores convergentes se venía manifestando desde la época de la colonia; esa fuerza, descontrolada y a la larga relacionada a intereses espurios -como fue la concentración poblacional con fines electorales promovida por el peronismo -  fue la que provocó el principal problema estructural que afecta a nuestro país: el desequilibrio territorial y su consecuencia demográfica.

Sin cambiar la configuración de embudo comentada más arriba, no hay desarrollo federal. Esa transformación se ha iniciado con un conjunto de proyectos de variado tipo. Uno de los principales, el Plan Belgrano, permitirá sinergizar las provincias del norte, habituales feudos del peronismo. La conexión horizontal y la salida al Pacífico darán lugar a un cambio copernicano en los medios productivos, y, en consecuencia, las condiciones de vida y de trabajo para los sectores más pobres de esa meso región. Por su parte, el desarrollo del ferrocarril en sentido horizontal le restituirá al camión la dimensión que le corresponde y que nunca se debió haber obviado. En el caso de la zona metropolitana, bicisendas y metrobuses irán creando las condiciones para desarticular o racionalizar las obligadas trayectorias periferia centro. Y los tres más importantes de todas: las low cost, el RER y el Paseo del Bajo. Por primera vez, desde la creación del Virreinato del Río de la Plata, se puede y lo será más en el futuro pasar por Buenos Aires sin paradas obligadas.

Las low cost, son líneas aéreas que vienen a romper el statu quo.  Por ese medio, resistido con uñas y dientes por el establishment  de la aviación comercial, en particular los sindicatos, los viajeros provenientes de un conjunto creciente de lugares del interior pueden alcanzar sus destinos, de cabotaje o internacionales, sin escalas innecesarias. En la dimensión virtual claramente operan las redes, que ya están on line, con la asistencia de dispositivos móviles, para satisfacer las necesidades de la mayoría de las personas. En conjunto, esas y otras facilidades son una verdadera contribución al inicio del proceso de desconcentración territorial.

Esos cambios paradigmáticos se deben enfocar desde una dimensión territorial y espacial. Por tomar un caso, la construcción de la parrilla ferroviaria, una alegoría del modelo agroexportador, fue un emprendimiento con muchos actores que se tomaron el tiempo necesario para consumarlo. Ese proceso, que contribuyó como ninguno a la modernización nacional, duró casi un siglo. Comenzó en 1857 con el primer viaje de La Porteña -una locomotora inglesa importada a las apuradas para dejar sin argumentos a los que sostenían que los trenes debían ser tirados por caballos- uniendo a partir de ese momento, dos veces por día, a 25 Km/h, la estación Parque, ubicada donde ahora está el Teatro Colón, con el barrio capitalino de Floresta. Recién en la época de la nacionalización, un siglo después, alcanzó su máxima extensión de 62.000 Km que la hacía una de las redes más largas del mundo.

Es cierto que las cosas ahora son más rápidas y existen plataformas virtuales, no  físicas, cuya instalación lleva menos tiempo, no obstante lo cual el cambio de la configuración conectiva no se puede realizar de la noche a la mañana. Pero una cosa es segura: las ocurrencias de la sociedad argentina, lo que forme parte de su historia, estarán determinadas, en forma más o menos mediatizada, por la organización de su sistema informativo comunicacional. Lo mismo que en el Titanic: la totalidad de lo que pasaba a bordo estaba en relación a las condiciones de flotabilidad de la nave. Desde la dinámica de los sistemas, los conjuntos se comportan de esa manera,  aunque no siempre se revelen con claridad las cadenas de relaciones causales y los efectos provocados por su acontecer.

2019

En un trabajo anterior[iii] dejamos entrever que la “crisis” había tenido más de electoral que de problemas económicos y financieros, fehacientes o no previstos. La evolución a los pocos días del desate demuestra que efectivamente es así. No solo el mundial, también la culminación exitosa de las negociaciones con el FMI y la visualización  de los pequeños cambios - a favor y en contra- que se vienen dando, repondrá la vista del colectivo en la evolución gradualista, sin prisa pero sin pausa, de la situación.

En el universo de las políticas las cosas sí han cambiado.

El triunfo pírrico del peronismo, en la pulseada de las tarifas, tiene varios componentes. Ellos son: 1) el proyecto de retrotraer las tarifas se contradijo con el espíritu de lo que había sido aprobado con respecto al presupuesto 2018 por los mismos peronistas, 2) no puede haber una oposición racional a la decisión de terminar con los subsidios a la producción de los servicios para asignarlos al consumo. Nace así, con Cambiemos, la tarifa social; se termina con la absurda situación de que los usuarios de clase media pagaban por la luz menos que un café, 3) el manejo de las tarifas es una prerrogativa del poder ejecutivo no del legislativo, 4) como dijo Carrió ante la inminencia de su aprobación, “es una ley que no existe porque el veto fue anunciado desde el principio”, 5) se mostró un peronismo indiferenciado y confuso (salvo Urtubey) a ser comandado, toda vez que fuera necesario, por Cristina Kirchner, 6) el veto tiene un costo no grande que puede ser saldado con el capital político que dispone Macri, que para gastarlo lo tiene; por otra parte, el veto está muy bien visto afuera, que es donde al final se hacen las cuentas decisivas.

Para Cambiemos, mirada territorialmente, la crisis significó una sutil reacomodación de la verdadera correlación de fuerzas. Estamos ante un cambio epocal, de paradigma, como no ha conocido la Argentina moderna. Ese cambio demandará el tiempo que sea lógico para ver resultados tangibles y satisfactorios. El problema es la paciencia: no todos los cambios sucederán en el corto plazo. Lo que sí es posible ver son las tendencias, en particular las de afuera y su reflejo en la endogeneidad. Por lo pronto, Cambiemos ha puesto en marcha los tres desafíos principales para destrabar el camino.

1     1Desmontar las corporaciones y el correspondiente espíritu corporativo que anida en la sociedad argentina. Hace falta revelar la corrupción y erradicarla. Como todo pasa, hay ocurrencias que permanecen poco tiempo en las pantallas o las primeras planas. Por ejemplo, está el caso de las licitaciones de las obras de infraestructura de conectividad, financiadas con el PPP. Es insólita la brecha abismal, que apareció al abrir los sobres, entre la eventual ponderación de los presupuestos que habían sido pronosticados por las burocracias estatales encargadas de organizar la licitación versus las ofertas no cartelizadas hechas por las empresas: ¡50% de diferencia entre unas y otras! (Sería bueno indagar con algún tipo de sumario cómo funcionan en la mentalidad de esos administradores los reflejos del pasado). Estamos hablando de uno de los bolsones de corrupción más significativos que ha afectado a la obra pública a lo largo de la historia, desde lo público y lo privado actuando de consuno. En general, en diversas esferas de la actividad económicosocial, están en marcha procedimientos judiciales en pos de la transparencia.

         2. La industria, en actitud resistente hasta ahora, ha sida favorecida, en lo referido a exportaciones, por el aumento del dólar. El empresariado se va acomodando. "Si hay un ajuste lo vamos a tener que pagar todos, incluidos nosotros", dijo hace unos días el presidente de la UIA, en París, con motivo de una reunión relativa al G20. Una industria competitiva en un mercado abierto es un objetivo insoslayable para la modernización de nuestro país (esto no se contradice con protecciones temporarias para la incubación de industrias nacientes). Esas empresas deben estar en condiciones de abrir sucursales en otros lugares del mundo en lugar de obrar de cancerberos de un mercado cerrado, no competitivo y renuente a la innovación. De aquí saldrán los millones de puestos de trabajo, directos o indirectos, que se tendrán ir creando para el retroceso de la pobreza.

3      3.  El otro andarivel decisivo es la construcción de infraestructura de conectividad. Ningún proyecto de Argentina global es sustentable sin modificar la configuración radio céntrica de nuestro país, que ha dado lugar al desequilibrio territorial y demográfico cuya expresión más clara es el conurbano bonaerense. El gobierno de Cambiemos está actuando en esa dirección, y sus tendencias y resultados se irán viendo con el transcurso de las gestiones sucesivas, habida cuenta de que ese tipo de obras, su financiamiento y administración, constituyen (o lo serán pronto) políticas de estado.

--o0o--

Todo está como era entonces. O sea, estamos mal pero vamos bien. Una de las críticas que se le hace a Cambiemos es que no puso negro sobre blanco el verdadero estado de la herencia recibida. Puede que sea así, sobre todo desde el punto de vista comunicacional… y político. Efectivamente, las cosas en la Argentina distan mucho de lo que podrían ser de acuerdo a su innegable potencial. Pero la situación se ha revertido, es evidente, con la derrota irremediable del peronismo. Sin embargo, no sería justo cargarle todas las culpas a ese movimiento, ni siquiera a su última versión. Es el nacionalismo burgués, estúpido, diría Bill Clinton. Ahí está la clave: en el cambio de paradigma que ha sustentado la decadencia nacional de los últimos ochenta años. La puesta en marcha sin retorno de las tres políticas estratégicas que se cuentan en este trabajo, es la condición sine qua non para llegar al escenario posible, probable, deseable y factible de una Argentina global. Habrá que tomarse tanto tiempo como sea necesario… estamos hablando de años y de décadas aunque no estemos acostumbrados a pensar en esas dimensiones.


Ing. Alberto Ford
La Plata, junio de 2018





[i] http://ingenieroalbertoford.blogspot.com/2018/05/la-crisis-argentina.html
[ii] https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Deuda_externa_por_pa%C3%ADs
[iii] http://ingenieroalbertoford.blogspot.com/2018/05/la-crisis-argentina.html