lunes, 12 de diciembre de 2016

Seminario G20. Módulo 5

De los sucesos futuros algunos son más previsibles que otros. Entre los primeros se encuentran aquellos que son la consecuencia de determinaciones que hacen que lo que teóricamente puede pasar tenga mayores chances de que ocurra; en esos casos lo posible se hace más probable. Esto quiere decir que si bien nadie puede asegurar que las cosas que aún no han sucedido puedan ser de una manera y no de otra, a veces hay poco margen error para que se modifiquen previsiones. Por el contrario, cuando las determinaciones no son tan indudables, las eventualidades tampoco son tan ineludibles. A veces se presentan acontecimientos fortuitos que cambian de golpe el escenario; así, cualquier encadenamiento de hechos que uno pueda haber imaginado, por más realizable que nos haya parecido, se ve, de golpe, trastocado. Ya nada será igual; comienza otra historia.

Las pinceladas anteriores tienen que ver con los pronósticos o predicciones. Aunque la adivinación  es de dudosa credibilidad, y el futuro sea conjetural, nada impide decir: “me parece que tal cosa o la otra…” En esos juegos conjeturales, los márgenes de aciertos dependen de la mayor o menor pericia (u olfato) para zambullirse en el reino de lo virtual. Sobre la existencia o no de lo aleatorio, la controversia entre causalidad y casualidad, es terreno de discusión filosófica.

Otra cosa es la prospectiva. Esta disciplina, básicamente hija de las nuevas tecnologías, está presente en la gestión de las principales variables de la agenda global, aunque el mecanismo solo sea percibible por sus resultados. El tiempo real, hace necesaria e imprescindible este tipo de planificación. La espontaneidad del acontecer se vuelve impracticable cuando el juego de las variables que gobiernan la realidad debe ser concebido sistémicamente y en simultaneidad. Veamos un ejemplo.

Por más buenos que sean los pilotos de rally (de hecho lo son) no podrían correr sin que el acompañante le vaya soplando al toque los accidentes del terreno. Anticipa lo que se va a encontrar en cada vericueto del camino. Si no fuera así, a poco andar no alcanzaría el ritmo suficiente para competir o terminaría dándose una piña. ¿Cómo se arma esa imprescindible hoja de ruta? Obviamente, hay un reconocimiento previo del recorrido; se tiene en cuenta cada detalle. A esa recopilación exhaustiva, le sigue una evaluación de las distintas alternativas de manejo para encontrar la que se considere óptima. Con esos requisitos, los competidores elaboran su plan de carrera. En conclusión: el corredor no ignora sus eventualidades. Ya sabe de antemano con lo que se va a encontrar y tiene programado qué hacer en cada circunstancia. Es un simplificado procedimiento de prospectiva. En el plano de lo virtual, se configura una sucesión de futuros que, se podría decir metafóricamente, ya no se enfrentan, se construyen.

La formulación de modelos, los distintos lenguajes utilizados para expresarlos y el procesamiento computacional, están en la base de la prospectiva. Modelo viene de med, pensar. Cuando observamos, rememoramos o reflexionamos, naturalmente imaginamos. Se tienen en cuenta en forma más o menos consciente, variables, interacción entre variables, y los límites donde tiene lugar el juego. Es un modelo mental. El paso siguiente. Por medio de procedimientos adecuados, esas representaciones pueden ser expresadas en ecuaciones con el lenguaje de la matemática. Son los modelos matemáticos. Finalmente, con la ayuda de algoritmos, el lenguaje matemático puede ser traducido al lenguaje de las computadoras. Nacen los modelos computacionales. Los procedimientos citados, por cierto no desprovisto de sofisticación, para ser realizados necesitan la ayuda de potentes computadoras.

La que se llama prospectiva normativa tiene que ver con el diseño, procesamiento y elección de escenarios que son representaciones de situaciones hipotéticas referidas a la dimensión de la realidad considerada. Las distintas alternativas construidas virtualmente, son simuladas por medios computacionales. En ese caso, la pantalla nos muestra qué es lo que puede pasar, y el usuario, de todas esas eventualidades, elige la que conviene a sus intereses. Rebatido desde el futuro hacia atrás, es decir hacia el presente desde donde se comanda el procedimiento, el escenario seleccionado brinda los elementos necesarios para formular lo que se denomina un modelo operativo, u hoja de ruta. Un ejemplo simple de los procedimientos descriptos sería la forma en que operan los simuladores de vuelo para el entrenamiento de los aviadores. El famoso “efecto mariposa” denomina una anomalía ocurrida en una simulación de escenarios meteorológicos ocurrida en 1961 en el MIT.

En este seminario nos limitaremos a esbozar algunos pronósticos, en dos situaciones concretas, de corto y largo plazo. Digamos ante todo que paradojalmente es más accesible prever tendencias estratégicas que movimientos tácticos de la realidad. El pronóstico, da lugar a que cada uno diga lo que le parece que puede pasar. Es un juego mental en el que inciden la forma que imaginamos el acontecer y, complementariamente, la deducción de la lógica con que puede haber sido programado tal o cual proceso. Sobre el futuro no se discute, no tiene sentido confrontar puntos de vista sobre cosas que no han sucedido. Eso sí, se expone el parecer, y se espera la sucesión de acontecimientos para verificar cómo finalmente las cosas tuvieron lugar. La apuesta incentiva la atención; esa especie de vigilia enriquece los supuestos. Tanto el acierto, pero más el error, son los que enseñan en esta práctica conjetural. Lo importante es ponerse en la posición de imaginar lo que puede pasar. Ayuda a salirse del día a día y tratar de ver un poco más allá. Supera posturas precedidas del nada comprometido “sí, entonces” (if, then), como lo sería afirmar que “si llueve, luego para”: no agregan conocimiento más allá de lo obvio.

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La agenda que rige las grandes líneas de la globalización, contempla ítems de preocupación cotidiana (mantener la paz, cuidar el medio ambiente, satisfacer las necesidades básicas, etc.). A partir de esas premisas se puede ir deduciendo, de lo general a lo particular, la sucesión de los acontecimientos. Un ejemplo inspirado en la lógica del mercado: el  deseo  de un empresario de vender su producción y obtener el máximo de beneficio. Es un invariante. No puede haber emprendimiento comercial que no sea concebido sobre la base del principio de dar salida a los bienes y servicios generados  y, consecuentemente, obtener rentabilidad por ese medio. Ese simple razonamiento cobra una entidad particular en momentos en que la RC&T ha logrado el milagro de alcanzar la capacidad quasi ilimitada de producir bienes y servicios, más allá de cualquier requerimiento. Por primera vez en la historia se invierte la ecuación: se ha salido del reino de la escasez que gobernó el mundo desde sus orígenes para pasar al de la abundancia. El punto crítico es organizar la demanda. Así, el aumento del consumo a nivel global es el indicador más evidente de la marcha de la globalización. Hoy por hoy el principal. Y su manifestación más notoria es el incremento progresivo de las clases medias en los dos países más populosos: China e India. Centenares de millones de personas van accediendo a nuevas pautas de consumo que, en lo atinente a alimentación, se mide por la ingesta de proteínas animales provenientes de proteínas vegetales. Un caso que nos involucra: carnes de pollos y cerdos alimentados con soja. La lógica indica que, hasta donde alcanza la vista, el cono sur de América seguirá siendo el principal proveedor de ese tipo de insumos. El monto de las inversiones de las grandes firmas cerealeras en el gran Rosario, es una prueba irrefutable de que han venido para quedarse. En consecuencia, en el largo plazo, el desafío para los países involucrados, entre ellos el nuestro, es qué nos proponemos hacer con los recursos generados. En suma, en qué medida seremos capaces de seguir transformando crecimiento en desarrollo.

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Sorprendió el triunfo de Trump en las elecciones norteamericanas. Antes, había ocurrido lo mismo con el Brexit. En Europa hay una oleada de los llamados “populismos”. Este domingo perdió Renzi en Italia. Una de las cuestiones que estuvo en el debate fue la supresión de las 110 provincias, una instancia administrativa entre las ciudades y las regiones. Con media sanción parlamentaria desde hace dos años, la alternativa de reconfigurar la matriz de instituciones territoriales en la península para pasar directamente de ciudades a regiones (obviando las provincias) era rechazada “de lleno por los partidarios del ‘no’ al considerar que esta idea supone alejar más todavía a la población rural de la actividad del Estado central”. O sea, nada de desconcentrar (aunque sean eslabones intermedios de la cadena); típico argumento de la dependencia estatal. Obviamente, el debate continuará.

En estos procesos relativamente novedosos, se mezclan distintos ingredientes: la crisis del estado nación, los nacionalismos, la concentración territorial, los diversos niveles de las regionalizaciones y, en el plano político, los populismos, una categoría esta última que para Andrés Malamud pierde relevancia frente a la emergencia renovada de los nacionalismos.  En una nota publicada días pasados el politólogo argentino, residente en Lisboa, se refirió “a la esterilidad de discutir el populismo, que no es más que un estilo. Importa más el contenido de las políticas, que por todos lados se tiñe de nacionalismo”[i]. Es cierto, según los usos en boga, populismos los hay de todos los signos; es una noción no bien especificada a la que se recurre frecuentemente.

El inicio de la historia que está en la base del triunfo de Trump son los acuerdos que EEUU cerró con China ya en la década de los setenta. Sin duda, la operación logística más grande de la historia. Sectores enteros de la producción de EEUU (vestimenta, herramientas, juguetes, muebles, etc.) fueron trasplantados a Oriente en la búsqueda de mano de obra barata. El problema fue para millones de trabajadores norteamericanos. Perdieron sus fuentes de trabajo que no pudieron ser suplantadas por empleos de menor calidad y remuneración en el área de los servicios. Son la clientela de Trump.
EEUU fue el país más favorecido y el más perjudicado con el avance de la globalización. La diferencia es que los ganadores se transnacionalizaron. Las empresas americanas conservaron la denominación de origen pero levantaron vuelo hacia el exterior. Es un amplio sistema de pertenencias que se ubica en las costas, este y oeste. Son los que perdieron con Hillary. Pero sus posiciones no se verán afectadas. La crisis se estacionó en el centro del territorio. Son los que ahora asomaron y le dieron la victoria a Trump.

 “Vamos a producir el iPhone en los Estados Unidos”, dijo Trump en campaña. Todo un símbolo. Y va a ser así. China va a tener que aumentar los sueldos y activar su mercado interno. Dejará de ser el destino obligado de las empresas que quieren producir barato para vender caro. Se van a volver a fabricar puertas y ventanas, camisas y remeras, martillos y tenazas (no hay que descartar que Bill Gates arme algunos proyectos en esos rubros). Hasta aquí son hechos irrefutables.

Ahora saldremos de la lógica sistémica para internarnos en la futurología. La plena globalización que comenzó con la caída del muro del Berlín (un 9 de noviembre), y se despliega con la victoria de Trump (un 9 de noviembre), tiene una etapa previa que son las macrorregiones: Sahel, Eurasia, Cuenca del Mar Negro, Europa, sudeste asiático, etc. Todas ellas conviviendo con decenas de otras configuraciones. Eso va a implicar ciertos grados de “encierro” (siempre dejando de lado la parte globalizada de la economía que anda cerca del 70%). Eso implica abordajes coordinados a nivel global, como por ejemplo la conectividad de las infraestructuras. El PPP (public private pertnership) ha sido aprobado aquí como en muchos otros países del mundo, para facilitar la traducción en obras (con el concurso de alianzas empresarias de nuevo tipo) de enormes masas dinerarias que hoy giran en el planeta. En este mismo momento el ministro Frigerio está en China negociando inversiones en obras públicas que algunas estimaciones hacen rondar los U$S 33.000.000.000 (¡).

EEUU y Argentina tienen características comunes que pueden dar lugar a acciones compartidas con vistas a la modernización del hemisferio americano. El presidente electo ha manifestado que EEUU saldrá del Acuerdo Transpacífico (TPP). Igual posición manifestó con respecto a la puesta en vigor de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP), que uniría a Estados Unidos con la Unión Europea. Por el contrario, se muestra favorable a propiciar acuerdos bilaterales. Aquí  caben algunos interrogantes. ¿Esas barreras que le propone a EEUU levantar hacia el este y el oeste, sobre en todo en lo referido a las políticas comerciales, serán planteadas de la misma forma si se mira hacia el sur, en el hemisferio americano? Las opiniones divergen. Hay quienes como el académico de Harvard Roberto Mangabeira Unger de nacionalidad brasilera cree que el triunfo de Trump puede crear una nueva relación con Sudamérica. Son políticas que se ponen en marcha con la vista en muchos años pero empiezan por anuncios, a veces intimidatorios, como en la cuestión de los inmigrantes.

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El presente no se puede concebir en sí mismo. Los acontecimientos han alcanzada un grado de vertiginosidad que dificultan su percepción. Cuando queremos darnos cuenta de lo que está pasando, ya pasó. La única forma de conocer es tomar distancia hacia atrás y hacia adelante, para poder “capturar” el momento efímero. Espacios como el del G20, por su carácter estratégico y “generalista”, por la presencia de los máximos decisores globales, es una herramienta para un seguimiento inteligente del devenir.

La capacidad quasi ilimitada de los medios de producción en todo el mundo, marcan una tendencia en la evolución del planeta. Eso no se va a cortar, debido a que son procesos totalmente regulados. Insumos no faltan; por el contrario, los adelantos tecnológicos están muy por delante de lo que puede ser utilizado en la mayoría de las esferas de la realidad. Un caso es la robótica. Un recurso ya maduro hace más de treinta años, hoy está totalmente subutilizado debido a los problemas de desocupación que causaría su uso extendido. Por el contrario, la dotación de conocimientos de científicos y tecnológicos para la salud siempre serán insuficientes. El ser humano aspira a vivir lo más posible; sin embargo, también en este caso hay condicionantes. ¿A qué ritmo puede aumentar la edad promedio de vida de la humanidad compatible con una utilización de los recursos existentes o por crearse? La utilización de modelos de altísima complejidad, con millones de ecuaciones, también en esta área de la convivencia hace que en este momento no sea (o haya dejador de ser) el conocimiento el que condiciona en última instancia el ritmo del desarrollo. Son una miríada de decisiones políticas que lo determinan; estratégicas, y del día a día. Hay maneras de entender está lógica. El seguimiento del G20 es una de ellas, tal vez la más prometedora.

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Para terminar vamos a evidenciar una paradoja. La globalización es totalmente incluyente pero lo hace por la vía de la exclusión. Como hemos visto, hay un interés objetivo, de mercado, por el incremento de la capacidad de consumo de las familias. Sin embargo, la pobreza persiste, y se calcula que mil millones de personas subsisten con un dólar diario. La cuestión es la siguiente. La globalización implica una mutación llamémosle cuántica, apelando a una vulgata de la intrincada teoría. La inclusión implica competencias que son nuevas; no es posible la plena inclusión con las herramientas de rápido envejecimiento de un pasado pre global. Esa tensión entre lo que debe ser y lo que es, implica afrontar la paradoja con herramientas fuera de la lógica formal, de causalidad lineal. Las paradojas no tienen solución.

Dijo Epiménides: “todos los atenienses mienten”. Si por ser ateniense Epiménides mentía, entonces no debería haber sido cierto lo que él afirmaba de que “todos” mentían; por lo menos habría alguno que dijera la verdad. Pero si Epiménides decía la verdad, entonces se contradecía: ya no “todos los atenienses eran unos mentirosos”.

Tomemos el caso del conurbano bonaerense. Los intentos de solucionar esa disfunción territorial de nuestro país (su principal problema estructural), adquieren un carácter paradojal. Una secuencia de deducciones nos dice lo siguiente.  Si los servicios (educación, sanidad) son mejores en un lugar que en otro; si las posibilidades de trabajo de cualquier tipo existen; si el medio ejerce un atractivo simbólico; toda vez que se evidencien esas distinciones, necesariamente las familias que estén viviendo mal buscarán mejorar su condición. Así se genera la paradoja.  A medida que crezca (y se note) la dotación de recursos destinados al conurbano, el resultado será el siguiente: la dilución del pretendido efecto benéfico por su propia dinámica de retroalimentación que termine por negar lo conseguido. Es el ingresa al tobogán. Los programas devienen piezas de utilería; mantienen su vigencia artificial (y sobre todo sus burocracias) sin tener en cuenta los resultados. El conurbano bonaerense lo padece con relación al interior y ahora países vecinos.  Por eso su tasa de incremento poblacional es la mayor del país.

Se dice que las paradojas no tienen solución, por lo menos desde el polo que las genera y en el plano donde se expresan. El espacio donde se expresan es el país y sus vecinos. La generatriz,  un sistema de fuerzas expresadas por un conjunto de vectores centrípetos desplegados a causa de un desequilibrio territorial ya estructurado. La actuación de esas fuerzas, que terminan siendo bobas (de actuación espontánea, sin comando) se retroalimentan por sí mismas sin ningún tipo de regulación y pasa lo que la cibernética ya sabe de hace rato: terminan en la parálisis (se descarta la explosión salvo manipulaciones); se produce un proceso de creciente inmovilismo a veces febril pero sin brújula. El cuerpo de la pobreza se descompone con la anomia que la caracteriza.

Las paradojas no tienen solución, pero tienen salida. Para ello hay que dar a luz otros polos de poder y establecer nuevos espacios de acción. En este caso, el espacio alternativo debe ser la posibilidad concreta de reinsertarse en el mundo global y establecer relaciones de nuevo tipo con los países hermanos; concebir una macrorregión social sudamericana y apoyarse en los factores exógenos de alcance global, básicamente el comercio a este nivel, y las facilidades que brinda la cooperación internacional bien ejecutada. El polo regenerador: un proyecto no nacionalista en armonía con las fuerzas de la globalización para su aprovechamiento.

La oleada  de elecciones del último año muestra que lo que se denomina en forma indiscriminada  “populismo” es en realidad la manifestación exitosa en las urnas de los que han vivido desplazados…o quedado temporariamente fuera de carrera; sean individuos, familias, grupos, incluso territorios, etc. Se ha iniciado la fase final de la globalización cuya duración deberá ser medida en décadas. Los procesos no serán rectilíneos ni en todos lados adquirirán iguales características (nuestro país es un cisne negro). Pero hay un destino ineludible: la ecuación oferta/demanda de bienes y servicios deberá alcanzar un equilibrio sustentable en sus diversos niveles.