domingo, 22 de agosto de 2021

 

Ahora, el cambio climático

Pocos temas de la agenda global han sido tan maltratados como la noción de cambio climático (CC). Casi como un latiguillo, el clima es visto habitualmente como responsable de cualquier evento inesperado que ocurra en la biosfera, si es catastrófico con más razón. Empero, el uso abusivo de las palabras hace que vayan perdiendo sentido. Pasa como pasaba con Ramón, el personaje de una vieja habanera del romancero caribeño (de moda en la temprana época del primer peronismo) que decía así: “La culpa de todo la tiene Ramón, Ramón la epidemia, Ramón el ciclón”.

La problemática del CC es eminentemente política (o mejor geopolítica), y los hechos más trascedentes tienen lugar en esa dimensión de las relaciones internacionales. Lo demuestra que el giro copernicano que en la materia ha dado Biden con respecto a Trump, y en contraste a la actitud reacia que siempre ha mostrado EEUU en la cuestión climática[i], de inmediato se ha traducido en una intensificación de actividades al más alto nivel donde ha habido fuertes referencias al tema. Esos estadios son los lugares donde se incentivan las decisiones de peso y se generan las innovaciones conceptuales de carácter estratégico.

El trabajo está dividido en tres partes que no necesariamente tienen que ser leídas secuencialmente. La primera es una síntesis de la evolución de la noción de CC, sobre todo a partir de que la ciencia y la tecnología comienzan con sus experimentos para el manejo del meteoro a la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Ese periodo se extiende hasta la actualidad en que la problemática del clima puede ser tratada en forma unificada a nivel global con los instrumentos que proveen las Naciones Unidas. La segunda parte se refiere a la secuencia de actividades alusivas al CC que se van produciendo en lo que va del año, una intensificación de las tratativas motivadas por los sucesos anotados en la política oficial de los EEUU. La tercera son esbozos de un enfoque prospectivo de conjunto en la forma en que el CC, en paralelo a los efectos destructivos de la pandemia del COVID-19, puede incidir en el trascurso de la fase superior de la globalización a la que estamos ingresando raudamente.

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Quien hubiera pensado que esos extraños y secretos experimentos sobre el desierto de Arizona, en la inmediata posguerra, iban a conducir a lo que es hoy la parafernalia del CC. Es cierto que la cuestión de las lluvias preocupó a la especie humana desde su más tierna edad. Las cosechas e incluso la seguridad familiar dependían de que las precipitaciones fueran tolerables y en su justa medida. Pero en los cuarenta del siglo pasado la meteorología era un asunto de interés superlativo por otros motivos. ¡Cuántas operaciones militares decisivas en la Segunda guerra mundial habían sido condicionadas por factores climáticos!

EEUU, que siempre ha picado en punta para subir al podio de los adelantos C&T, logró los primeros éxitos en manipulación climática. El 13 de noviembre de 1946 el premio Nobel Irving Langmuir consiguió que al espolvorear hielo seco en una nube esta se condensara y lloviera, aunque el agua no llegó al suelo. Se evaporó por el camino, pero sin duda fue la primera lluvia artificial[ii]; ya era algo.

Con tal de no perder la carrera y sabiendo la importancia estratégica de la manipulación climática, los rusos también se largaron a hacer sus experimentos. Cuentan que los jóvenes de más de 100 países asistentes a un festival que se hizo en Moscú en 1958 miraban con insistencia el  cielo encapotado; temían que la lluvia frustrara la ceremonia de apertura. Pero, un rato antes del inicio, obró el milagro: el cielo se abrió, las nubes se esfumaron, y un sol radiante bañó de luz el aire diáfano de la plaza Roja lo que permitió el pleno disfrute del evento.

En la Trilateral –de donde el Complejo Militar Industrial quedó, sin embargo, notoriamente excluido- explicitaron su preocupación por los ensayos que la ex Unión Soviética estaba haciendo en el Ártico para modificar el clima. Aunque la tecnología no había alcanzado el desarrollo actual en la materia, los líderes trilaterales ya alertaron sobre la complejidad de la situación, pero con un ánimo constructivo. En el informe dedicado a la “colaboración con los países comunistas en el manejo de los problemas globales” se hizo referencia al clima: en el capítulo C, acápite 3 “modificación del tiempo” (Weather Modification) se admitía que “podría llegar a ser un campo importante para la cooperación internacional”[iii]

Eran los años de Popeye. El programa con nombre de comics fue aprobado el 1 de septiembre de 1966 por el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, y fue supervisado directamente por el Presidente de ese país.  Para una revista española “con esta nueva arma meteorológica, el ejército de los Estados Unidos pretendía prolongar la estación del monzón sobre los territorios por los que discurría la ruta Ho Chi Minh –por Laos y Camboya, era utilizada por el gobierno de Vietnam del Norte para enviar suministros a sus fuerzas en el sur y a la guerrilla del Vietcong (Frente Nacional de Liberación)- y de esa manera dificultar los envíos” [iv]. Como ocurre con la prensa libre en EEUU nunca falta un buey corneta y en ese caso el rol lo asumió un periodista del New York Times que filtró la sensible información al Senado. Los senadores se tomaron más de un año para debatir sobre el oprobio con suma amplitud, profundidad y repercusión pública. Finalmente, el programa fue desactivado, una medida que en 1977 tuvo el acompañamiento de las Naciones Unidas a través del Convenio de Modificación Ambiental (ENMOD)[v]. Aunque como arma no fue exitosa, la aplicación durante años del procedimiento tecnológico permitió cosechar una enorme experiencia en el manejo del clima y sus consecuencias. Las actas de las sesiones y los materiales de referencia utilizados se pueden consultar libremente en la Biblioteca del Congreso en Washington. Por su parte, Wikipedia le dedica abundante información a Popeye, pero al personaje de la historieta.

La desaparición de la Unión Soviética hizo posible un manejo unificado de la cuestión climática. El fin de la guerra fría y el progresivo desarme fue alcanzando a todos los tipos de armas que habían nutrido los arsenales de las superpotencias; entre ellas, la posibilidad de la manipulación climática, con un potencial de inconcebibles alcances, no era la excepción. A partir de ese nuevo escenario de acercamiento y de abordaje conjunto de los problemas globales, de inmediato surgen las negociaciones a nivel de todos los países. Es el momento en que se produce Río ´92 y se formula el Convenio Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC).

Un abordaje de la problemática del clima a nivel civil, desprovisto de toda connotación castrense, dio lugar a las conferencias de las partes (COP) anuales, que se vienen sucediendo desde la COP1 (Berlín, 1995) hasta la COP26 que se realizará este año en Escocia. Una serie de objetivos han sido discutidos a través de los años con resultados evidentes por su eficacia. El principal de ellos es la instalación en la consideración pública de la cuestión del CC. En sus aspectos instrumentales, se destaca la preocupación universalmente asumida por la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a lo que se van comprometiendo todos los países. Los objetivos, cada vez más ambiciosos en cuanto a plazos y coeficientes de reducción, trae aparejado que en los próximos años y décadas se vayan produciendo modificaciones en todos los aspectos de la vida sobre la Tierra. Nunca en la historia de la humanidad ha habido una herramienta de tamaña eficacia como movilizante de las voluntades de las personas (por lo menos hasta ahora que apareció el COVID-19). Los objetivos ambientales más la irrupción avasallante de las tecnologías de la información están provocando transformaciones en la forma de producir los bienes y servicios necesarios para la vida humana de una forma inimaginables años atrás.

La noción de CC es relativamente reciente; toma forma en el momento en que las grandes potencias comienzan a preocuparse por los alcances del fenómeno. Primero con recelo, por el uso que podría tener en la guerra fría como arma manipulable; luego, cuando la URSS implosiona y se ingresa al “mundo uno”, el tema pasa a ser abordado en el ámbito de las NNUU. Resta saber la forma en que irá adquiriendo de aquí en más el papel del clima en la culminación del proceso globalizador, teniendo en cuenta su potencial de factor reconfigurante de carácter omnímodo -una cualidad que solo comparte con la irrupción del COVID19- lo que le permite entrometerse, sin mediaciones, aviso ni vuelta atrás, en la vida cotidiana de las personas.

No se lucha contra el CC. Se lo aborda o controla. El CC se puede deber a causas naturales o antropogénicas. Las primeras ocurren desde el nacimiento de la Tierra. Las segundas pueden ser la consecuencia de determinadas actividades, o también provocadas ex profeso. Es una externalidad por ejemplo de la creación de infraestructura fabril y los procesos productivos que ocurren en su seno. Provocadas, pueden perseguir fines positivos o negativos. Los primeros se dan con el disparo de cohetes para disipar las nubes de granizo que amenazan los viñedos; los segundos, el Proyecto Popeye.

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Ha llegado el momento del restyling climático. Lo dice la intensa actividad alusiva desplegada este año en los estamentos superiores del poder global. Hasta ahora han tenido lugar dos cumbres del G7, una virtual y la otra en Inglaterra, esta con la presencia de la Reina; entre medio, ha sobresalida el involucramiento del presidente Biden: convocó a 40 líderes mundiales a una cumbre virtual por el Día de la Tierra, y lo mismo hizo con el cuadrilátero denominado Quad que reúne a EEUU con tres pesos pesados del Indo-Pacífico (Japón, India y Australia). En todas las actividades el CC fue trending topic. A su vez, en lo que falta del año, tendrá lugar la cumbre del G20 en Roma a fin de octubre y, al día siguiente, se iniciará en Escocia la 26ª Conferencia de las Partes (COP26) de la CMNUCC.[vi].

Aunque es habitual visualizar la emisión de GEI como causantes del calentamiento, sobre todo los derivados de aquellas actividades que utilizan combustibles fósiles como el petróleo[vii], de hecho no se le asigna la misma importancia a las  “acciones de contraparte” en el bucle: las que tienen lugar por la existencia de los sumideros encargados de absorber aquellos gases. La corrección tiene importantes consecuencias.

Detrás de las modificaciones en emisores, por ejemplo la utilización de las llamadas energías alternativas en lugar de la producida por combustibles fósiles, hay grandes intereses en juego. Por el contrario, los sumideros constituidos por vegetales extendidos a lo largo de la naturaleza, a la que se asigna el rol principal en la captura, son gratis (aunque tienen un valor ambiental).

En uno de los espacios más influyentes en la elaboración de contenidos para el G20, el think tank T20, este año se han seleccionado 15 de las 130 propuestas recibidas de las partes. Estos 15 informes de políticas se refieren a “soluciones basadas en la naturaleza que sirvan como sumideros de carbono, en lugar del antiguo enfoque de las habituales fuentes de emisiones de combustibles fósiles, a veces agregando nuevas tecnologías que aún no han demostrado su valor”[viii]. La disquisición trae aparejada una cuestión que puede rozar en gran medida lo económico habida cuenta de los negocios que en materia de consultoría y equipamiento conlleva el cambio de paradigma energético hacia las opciones que implican ir abandonando la generación basada en combustibles fósiles.

Resaltar el rol de la naturaleza trae aparejado el cuidado por la utilización racional de sus recursos y, en forma consecuente, el concepto de economía circular. La economía circular es una modalidad de producción que tiene por objetivo reducir tanto la entrada de los materiales en bruto como la producción de residuos, haciendo que los recursos involucrados en la producción de un bien o servicio recorran un camino circular, es decir, cerrado y autocontenido. En un trabajo reciente se dice

“La naturaleza es la máxima economía circular. Crea valor tanto al producir aire limpio, agua y la vida misma como al eliminar la contaminación venenosa que trae su uso por parte de los humanos, especialmente cuando lo tratan como un basurero gratuito. Tratada adecuadamente, como lavabo, ducha o bañera en la que nosotros y el planeta nos limpiamos y restauramos, la naturaleza puede eliminar toda la contaminación climática que generamos…… La naturaleza es ahora el 60% de la solución para controlar el cambio climático”[ix]

La curiosidad es cuando se enumeran los sumideros lo que da lugar a la aparición de nuevos actores en el abordaje del CC como son los pueblos originarios. Veamos porqué.

La preocupación en una reunión ministerial del G7 es que aumente la eficiencia en la utilización de los recursos y acelerar la transición a una economía más circular que obre para “reducir la presión y los impactos adversos en el entorno natural, reducir el uso de recursos, y maximizar el valor de los materiales a través de un enfoque de ciclo de vida” [x]. El objetivo es integral y abarcativo de los medios identificados como sumideros. Además de la acción sobre el océano y los bosques, los ministros del medio ambiente se comprometieron a “tomar medidas urgentes en todos los ecosistemas, incluidos suelos, praderas, sabanas, tierras secas, humedales, arrecifes de coral, ríos, lagos, dunas, turberas, praderas de pastos marinos, manglares y marismas”[xi]. Por su parte, los líderes del G7 se manifestaron por

“defender objetivos de diversidad biológica mundiales ambiciosos y eficaces, incluida la conservación o protección de al menos el 30% de la tierra mundial y al menos el 30% de los océanos del mundo para 2030. Contribuiremos conservando o protegiendo al menos el 30% por ciento de la Tierra, incluidas las aguas terrestres y continentales, y las áreas costeras y marinas para 2030(G7CB)[xii]

En el primer día de la referida Cumbre virtual del Día de la Tierra 2021, organizada por Estados Unidos con 40 participantes entre líderes del G20 e invitados especiales, Hindou Oumarou Ibrahim, presidenta de la Asociación de Mujeres y Pueblos Indígenas de Chad, como legitimación de su rol, recordó al mundo que “los pueblos indígenas representan el 5% de la población del mundo pero protegen el 80% de su biodiversidad…respetamos el Acuerdo de París no en 2030 o en 2050. Lo respetamos ahora”[xiii]. Hubo coincidencia entre los líderes indígenas participantes en la Cumbre en enfatizar su soberanía y derechos sobre la tierra así como su vasta sabiduría y conocimiento ancestral.

El otro aspecto destacado es la reafirmación de creciente intensidad en el rol de las mujeres y las niñas. En la declaración de Carbis Bay se enfatiza en que

desarrollaremos enfoques sensibles al género para el financiamiento, la inversión y las políticas del clima y la naturaleza, de modo que las mujeres y las niñas puedan participar plenamente en la futura economía verde”.

El presidente Macron proclamó “2030 es nuestro 2050” en la conferencia virtual del  Día de la Tierra. Es notorio en documentos y declaraciones la intención de proclamar a viva vos ya no solo el cumplimiento estricto de las objetivos asumidos en conjunto sino también, en la medida de lo posible, la conveniencia de su aceleración. Además está la seriedad de los compromisos asumidos. Si bien la consigna del net Zero para 2050 es generalizada, en el caso chino la asumen para 2060, siendo el año 2030 cuando arriben al pico de las emisiones. Es razonable. Una infraestructura productiva del porte de la china es incapaz de modificarse con la velocidad con que lo hacen otras de menor tamaño. Así, la jerarquización del sumidero es también una sutil admisión de que la matriz energética no se puede cambiar de la noche a la mañana.

Por último, de la misma manera que hay una intención de vincular las distintas instancias organizativas buscando efectos sinérgicos, también existe la misma actitud con distintos temas. Ello pasa con el género, el empleo, la biodiversidad y otras dimensiones que puedan estar vinculadas o ser influenciadas por el CC. Un papel destacado se le da a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Al respecto se debería dejar de tratar el CC como un compartimento estanco y comenzar a crear más compromisos que reconozcan y aprovechen las sinergias en el contexto de los ODS.

3

Ya lo hemos dicho. El CC tiene efectos malos pero también buenos… o muy buenos. Los primeros están a la vista y en estos días los medios abundan en detalles sobre las desgracias que están ocurriendo en todos los continentes: inundaciones, incendios, sequías, terremotos que provocan miles de víctimas. Pero también ocurren otros fenómenos cuyas consecuencias son beneficiosas. Por ejemplo, el derretimiento de los hielos del Ártico y el permafrost (tierras congeladas en forma permanente) en Siberia.

Transportar mercancías desde el Lejano Oriente hasta Europa a través del Canal de Suez obliga a recorrer más de 23.000 kilómetros; en cambio, por la Ruta Marítima del Norte solo algo más de 14.000 kilómetros. El paso por Ártico ya está funcionando con la asistencia de una buena dotación de rompehielos atómicos, de uso momentáneo mientras avanza el derretimiento para que la ruta quede liberada en forma permanente. Asimismo, esta semana comenzó la construcción de un cable submarino de 12.650 Km, que digitalizará la Ruta Marítima del Norte y conectará Europa y Asia, desde Múrmansk hasta Vladivostok, y estará listo en 2026. Esas y otras medidas que se están tomando en Eurasia están revolucionando el comercio mundial en forma irreversible. Las nuevas posibilidades nacen del CC, y sus efectos económicas no solo son beneficiosos por el abaratamiento del transporte sino también por la ponderación de los impactos ambientales concomitantes. Teniendo en cuenta el valor de los créditos de carbono -una  herramienta propia de la economía verde del CC- utilizando la vía ártica habrá un ahorro adicional en la operatoria del transporte, "debido a la reducción de las emisiones de carbono, en comparación con el transporte de volúmenes similares a través del Canal de Suez"[xiv].



Transportar mercancías desde el Lejano Oriente hasta Europa a través del Canal de Suez obliga a recorrer más de 23.000 kilómetros; en cambio, por la Ruta Marítima del Norte solo algo más de 14.000 kilómetros[xv].

 


Colas de barcos que no podían atravesar el Canal de Suez cuando un portacontenedores de gran porte se atascó en la mitad del paso

El ejemplo del Ártico no es el único. Nuestra Pampa Húmeda, a pesar de los problemas surgidos durante sus sequías e inundaciones –ocurridas por razones climáticas pero también por los atrasos y errores cometidos en las obras en la Cuenca del Salado- ha incrementado enormemente su fertilidad debido al ascenso de la napa freática desde menos 20 metros a menos 2 metros, fenómeno que fue provocado por el aumento del régimen de lluvias operado en los últimos años, sobre todo a partir de 1982.

Sin embargo, los efectos del CC más beneficiosos provendrán del uso creciente de los distintos medios de cooperación surgidas del Protocolo de Kioto. Los llamados mecanismos de flexibilidad, que se establecieron por ese protocolo -aprobado en la ciudad japonesa de Kioto en 1996 para facilitar el cumplimiento de los objetivos de reducción de GEI- son tres: el Comercio de Emisiones, el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) y el Mecanismo de Aplicación Conjunta (AC). Debido a las intrincadas negociaciones que se producen en torno al CC y las constantes ajustes y modificaciones de forma que se van haciendo con los años, se considera que la arquitectura establecida por el PK es “considerada como primer paso hacia un régimen mundial de reducción y estabilización de las emisiones de GEI, y modelo de la arquitectura de base para cualquier acuerdo internacional sobre el cambio climático que se firme en el futuro”.[xvi] El 12 diciembre de 2015, en la COP21, las partes de la CMNUCC alcanzaron un consenso histórico que se conoce como el Acuerdo de París por el cual se proponen “reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático manteniendo el aumento de la temperatura mundial en este siglo muy por debajo de los 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar aún más el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados[xvii]. Bajo diversas formas, algunas de las cuales ya están funcionando, el mundo que se va abriendo paso dará lugar a miríadas de intercambios entre actividades de todos tipo, que se vean obligadas a reducir sus emisiones -o pagar por su incapacidad momentánea de poder hacerlo en forma total o parcial-, afincadas en distintos países, con formas de cooperación donde se establezcan relaciones de negocios, el intercambio de tecnologías así como la apertura de nuevas oportunidades para el comercio de bienes y servicios.

Estamos ingresando raudamente a la fase superior de la globalización, luego de cuarenta años de intensas transformaciones que se resumen en lo que se ha hecho en China: un país devastado por invasiones, ocupaciones, guerras prolongadas, revoluciones y experimentos maoístas, llega a ser la segunda economía del mundo y la primera en capacidad industrial. Este año en la RPCh se informó sobre el fin de la pobreza en sus casi 1500 millones de habitantes. Fue el indicador más fidedigno del éxito del proyecto de la Comisión Trilateral que se inició con las conversaciones de 1972 de Henry Kissinger y Richard Nixon con Mao Tse-Tung y Chou En-lai, y tuvo su puesta en marcha efectiva en 1979 con el ascenso de Deng Xiaoping al poder.

Según investigadores de la Universidad de Toronto, sede del Centro de Investigación del G20, “el mayor cambio global, donde el proceso de globalización ya está completo, es el cambio climático y las amenazas existenciales que trae”[xviii]. La afirmación significa no que el proceso esté finalizado sino que ya es de resultados previsibles, de culminación inevitable e inminente, siempre entendiendo la temporalidad en su dimensión histórica. En términos schumpeterianos el proyecto G7/G20 será motorizado por dos factores reconfigurantes omnímodos: el COVID-19 (destrucción creadora) y el CC (crecimiento). Habrá que estar muy atentos a partir de ahora.

Ing. Alberto Ford

albertoford42@yahoo.com.ar

Buenos Aires, agosto de 2021

 



[i] Lo que no les ha impedido a sus empresas hacer desde siempre pingües negocias en materia de equipamiento y consultoría

[vi] Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de EEUU, vino a promover y dar el apoyo a una eventual cumbre regional a realizarse este año en Buenos Aires.

[vii] aunque el gas natural es también de origen fósil, no es señalado en igual medida como combustible contaminante

[viii] The Natural Circular Economy. John Kirton, Director, G20 Research Group; Co-chair, T20 Task Force 2 on Climate Change, Clean Energy and the Environment http://www.g20.utoronto.ca/analysis/210527-kirton.html.  

[ix] The Natural Circular Economy, cit.

[x] Reunión de Ministros de Medio Ambiente del G7, 20/21 de mayo de2021 en https://unfccc.int/es/news/la-reunion-ministerial-del-g7-puede-allanar-el-camino-hacia-el-exito-en-la-cop26

[xi] id

[xviii] Creating Compliance with G20 and G7 Climate Change Commitments through Global, Regional and Local Actors

John Kirton, Brittaney Warren and Jessica Rapson http://www.g7.utoronto.ca/scholar/kirton-warren-rapson-isa-2021.pdf