viernes, 28 de abril de 2017

Clarín no miente.

Lo que tienen estos momentos de crisis –Argentina está claramente en una crisis de crecimiento y modernización- es la forma en que se vuelven nítidas las posiciones ideológicas. Veamos si no una nota de Marcelo Bonelli publicada en Clarín de hoy. Dice el periodista económico: “Esos desajustes [se refiere a lo que denomina “los fuertes desequilibrios” macroeconómicos”] son los que generan inflación, recesión y atraso cambiario. Así nadie invierte en serio en Argentina y menos si Federico Sturzenegger quiere encorsetar los desequilibrios solo aumentando la tasa de interés. Esa preocupación la escribieron 17 importantes empresarios fabriles, en una carta reservada que le enviaron el lunes a Héctor Méndez. Tiene dos carillas y en su texto pedían a Miguel Acevedo -o al propio Méndez -que acepte ya conducir la Unión Industrial”. Clarín y su periodista estrella defienden la posición nacionalista-burguesa de la cúpula de la UIA, ideología que es la principal responsable de la decadencia argentina y que se expresa en un empresariado prebendario y renuente a la innovación. Es mentira que no haya inversiones hoy en la Argentina. Las hay y son considerables: en energía año ya se han inversito U$S 8.000 millones, y ni hablar de los 60.000 millones de dólares que los chacareros ya han enterrado, y los U$S 120.000 x 106 del blanqueo que por diversos caminos, cambiantes, se están invirtiendo. La economía se está reactivando y la inflación ya bajó a la mitad desde el 40% del año pasado al 20% actual… y lo seguirá haciendo indefectiblemente. Otros industriales –no renuentes a la innovación y que pueden prosperar prescindiendo de la teta del estado- han planteado la importancia de lo que el gobierno está haciendo en materia de infraestructura –el plan más grande de la historia argentina- para que sus empresas puedan abrirse al mundo sobre la base de incrementar la competitividad y no de aranceles que protegen el atraso y la corruptela. Clarín no miente. Es lo más sincero que hay hoy en el periodismo argentino: defiende sin tapujos una posición de encierro refractaria a los influjos de la globalización.  https://www.clarin.com/opinion/apoyo-trump-reemplaza-necesidad-plan-economico_0_SyhoCkx1b.html

domingo, 23 de abril de 2017

El G20 será uno de los eventos más importantes de la historia para Argentina con innumerables desafíos y oportunidades


La Plata - El ingeniero Alberto Ford, analista y consultor internacional, miembro del Área de Relaciones Globales del Honorable Senado bonaerense participó en Mundo 96, donde el pensamiento es una invitación a la acción colectiva, para realizar una aproximación al G 20 ,que a partir del próximo diciembre presidirá la Argentina y promete ser uno de los eventos más importante de la historia, generando oportunidades y desafíos inéditos, en el camino a una gobernabilidad más centralizada a nivel global.

El Ingeniero Alberto Ford, experto en análisis, explicó en una primera de varias columnas que desarrollará en "Mundo 96", -el nuevo ciclo que se emite los domingos a las 10 con la conducción de Ricardo Ferrer Picado  por Radio 96.7, con réplica en CostodeVida.com.ar e ImpulsoBaires.com.ar y Radio96.com.ar-, el funcionamiento del G 20 al que calificó como una “rara avis” ya que no tiene sede, estructura ni presupuesto, no tiene programas ni toma decisiones, pero sin embargo, sus recomendaciones tienen un peso enorme y decisivo en la escena global.  Simplemente, porque los países que integran el G20 representan dos tercios de la población mundial y el 85 por ciento del PBI mundial. Es decir están los principales actores, incluso sin integrarlo el Vaticano, ha sido protagónica la participación del papa Francisco, que ha seguido muy activamente las cumbres de los últimos años, muy activamente, con cartas, entrevistas,  etc.
El G 20 es un desafío para la nueva ciencia política, ya que es un espacio de convergencia consensual que opera en lo más alto de la pirámide del mundo global, y  en principio así debe ser visto. Está integrado por diecinueve países  y la Unión Europea, y no se ocupa solo de los aspectos económicos y financieros, sino que tiene una agenda muy importante y ampliada, que refleja una problemática de gobernabilidad, como si estuviera preparando al mundo para una gobernabilidad más centralizada, a nivel global.

El rol en el evento más importante de la historia de la República Argentina

Sabemos cuándo visita al país un líder global lo que genera, es imaginable lo que sucede si vienen veinte o más juntos.  Cuando estuvo Obama por seis horas en Bariloche movió tres aviones y 300 agentes del servicio secretos, por lo que hay que imaginar lo que serán Putin, Xi Xinping, Merkel, entre otros, sumados.
Nunca habrá habido en la Argentina una reunión de estas características. Y, es un gran desafío porque se sitúa a la Argentina en la vidriera por un período que abarca más que una cumbre que es un año. Además, el país estuvo excluido por mucho tiempo de la escena global, y reaparece con un papel protagónico.
Se toma desde diciembre, la presidencia del espacio por un año para organizar su cumbre a mitad del año que viene (2018).
El G20 funciona a través de grupos que ahora funcionan en Alemania activamente, ya que es el país que ejerce la presidencia.  Tienen  participación de todos los países, y hay reuniones ministeriales y los grupos de compromiso, sobre agricultura, relaciones exteriores, finanzas, la ciencia, los temas de la digitalización, de la mujer, de los negocios, del comercio y el trabajo, la salud, los thinks tanks, ya que cada país pone sus grandes referentes para analizar los que pasa en el mundo, y una novedad que ha introducido Alemania, que es priorizar la cuestión del África; que sería una metáfora de lo que sería la culminación del proceso de globalización en un lugar donde la pobreza es extrema. El único miembro del G20 por este continente es Sudáfrica, aunque ya Alemania ha hecho una reunión importantísima a comienzos de febrero, donde Alemania llevó a sus mejores cuadros y participaron los países africanos en su totalidad, para hacer una labor de creación de infraestructura, sobre todo en la parte del Índico donde esta activamente influyendo China, ya que la parte del Océano Atlántico aun está esperando, a ver quien juega ese papel. Se están, poniendo una enorme cantidad de recursos, no sólo financieros, tecnológicos y organizacionales para generar condiciones de crecimiento y desarrollo.

El libre cambio y libre comercio, herramientas del G 20

Ha sido lo de Trump una sorpresa o no, según como se lo mire, en cuanto a su proclamado proteccionismo y que China sea quien lo propugne. Efectivamente, el G 20 es un abanderado del libre cambio y sobre todo el libre comercio como un factor de desarrollo global. Habría que verlo con alguna óptica diferenciada, ya que tampoco Trump está haciendo todo lo que dijo haría y el terreno no se ha desplegado aun.
De manera que, habría que ver algún tipo de  perspectivas que se pueden generar no de proteccionismo nacional que ya está fuera de las posibilidades sino a través de convenios o acuerdos más continentales o hemisféricos, que generen condiciones de cierta protección, sobre todo en la generación de mano de obra que  tiene que ver con la inclusión, ya que todavía hay mil millones de personas que están fuera de la globalización. Es un tema que no parece ser decisivo o definitorio ni tener la importancia que se le ha dado, en todo caso hay que esperar; lo que sí no se va a volver al proteccionismo nacional de ninguna manera y está totalmente descartado.
Es muy difícil visualizar un aislamiento como el actual de Corea del Norte lo que fue hace unas décadas Albania, sino imposible e impensable.


Argentina y Brasil en el G20. Las oportunidades



Están en marcha todo tipo de acuerdos regionales, con Brasil no hay grandes diferencias de lo que vinimos rayendo con sus posibilidades enormes y las dificultades que siempre hay; el salto es el acuerdo con el Pacífico, eso tal vez será lo más importante ya que abre al Asia Pacífico que es donde está casi toda la población mundial y son mercados enormes apetecibles para cualquier país. 
Para la Argentina, es una oportunidad fantástica. Como afirmé al principio, es salir del aislamiento y jugar un rol que alguna vez se jugó en el concierto global y es todo una responsabilidad que naturalmente en la medida que se actúe a la altura, abrirá oportunidades que pueden  ser muy útil no solo para nuestro crecimiento sino también para el desarrollo.

lunes, 17 de abril de 2017

Punto de vista profano

La economía es un asunto demasiado serio como para dejarla en manos de los economistas. Pero bueno, se hace pan con la harina que se tiene. Lo que sigue es el breve ensayo de un ingeniero cansado de escuchar siempre las mismas cosas como si el tiempo se hubiera detenido. La tesis del trabajo es que lo dominante en el actual momento del país es el nuevo de contexto. Aunque parezca una redundancia, el verdadero factor reconfigurante de la realidad, el responsable de todo lo que está pasando, es el mismo cambio de situación. Todo lo demás se subordina a esta sorpresa (¿inesperada?) que es el primer gobierno de Cambiemos, incluso la disciplina económica. Así, explicaciones y marcos teóricos usados en el pasado con mayor o menor éxito deben ser sometidos a un restyling. Variables como tasa de interés, inflación, apreciación del peso a costa del dólar, déficit fiscal, endeudamiento externo, inversión y crecimiento, etc., deben ser rediseñados y usadas de una manera distinta a como se lo ha venido haciendo. Así podremos tener diagnósticos más certeros de dónde está parado el país, y qué es lo que se puede esperar en un futuro más o menos cercano. De lo contrario, los análisis serán hechos con el diario del lunes en la mano, sin ninguna proyección más allá del instante.

Es noticia por estos días el aumento por parte del Banco Central de la tasa de interés de 24,75% a 26,5%; también lo es que la inflación de marzo subió 2,4 %. Los guarismos, informados sin anestesia, han dado lugar a comentarios enfrentados. El gobierno defiende la posición con uñas y dientes, y la oposición trata de sacar partido en el año electoral. Por su parte, los comunicadores transitan por la ancha avenida del medio dando aire a todas las voces.

Al respecto, hay una preocupación compartida, incluso -se dice- en algunas franjas del oficialismo: estriba en que la medida de la autoridad monetaria supuestamente traba la inversión lo que a su vez condicionaría el crecimiento…en momentos en que la economía comienza a mostrar algunos brotes. Es más, desde ADEBA y la UIA, se encienden luces de alarma porque “no entienden una contradicción inquietante: que convivan una desbordada política fiscal y, a la vez, una restrictiva política monetaria” según informa Clarín en una nota reciente del periodista Marcelo Bonelli que tampoco resuelve la contradicción.

En fin, son unas cuantas caras del poliedro que se condicionan: tasa, inflación, apreciación del peso a costa del dólar, déficit fiscal, endeudamiento externo, inversión y crecimiento, etc., etc. No es fácil abordar el intríngulis, y las múltiples propuestas de solución que se hacen no logran disimular el desconcierto de los analistas. Sin embargo, la dificultad para enfocar el problema no radicaría tanto en la cantidad de variables de la ecuación (que al final son unas pocas, no todas actúan al mismo tiempo ni reaccionan al toque) sino en otra cuestión que escapa a la ciencia económica: el cambio de contexto que está afectando a nuestro país.

Una voz que se destaca (por lo destemplada) es la del industrial y dirigente de la UIA, Ignacio de Mendiguren. Acerca de la situación actual, con dólar bajo, inflación alta y suba de tasas, el empresario dijo: "es el trípode de la muerte para la producción…esto se llama bicicleta financiera…esto significa que entran los capitales, pero acá no llovieron dólares, llovió la deuda. Y es una deuda que no viene a producir bienes", afirmó el también legislador nacional (ver: http://www.nortesocial.com.ar/noticia-norte-social.php?IdNoticia=1045). Más allá de la metáfora un tanto macabra, el párrafo de Mendiguren, que tañe al mismo tiempo todas las campanas, es bastante representativo de una forma de ver las cosas. Sin caer en una actitud “analítica”, separando artificialmente aspectos de la realidad que forman un conjunto, haré algunos comentarios al respecto.

Una vez cada tanto

La Argentina ha entrado en una nueva fase de su historia. La actualidad solo puede ser comparada (isomorfismo) con lo que sucedió luego de la caída de Rosas en Caseros. Es cuando se crean las condiciones para el llamado periodo de organización nacional y se abre la tranquera para comenzar a recorrer el “primer ciclo largo de crecimiento”. Ese proceso -en el que la Generación del 80 tuvo una papel protagónico- finaliza en la década del treinta del siglo XX al desaparecer las condiciones que dieron vida al modelo agroexportador. A partir de ese momento, la Argentina se desliza raudamente, sin escalas, por el tobogán de la decadencia hasta nuestros días en que hemos tocado fondo. Pero no hay mal que dure cien años. Hoy, todos los datos de la realidad -sobre todo lo referido al rol de los factores exógenos que son los que actúan decisivamente en estas emergencias- indican, para una mirada prospectiva, que hemos iniciado el “segundo ciclo largo de crecimiento”. Puede parecer traído de los cabellos postular un cambio tan repentino, Pero bueno, las cosas en la era del “tiempo real” son así. Mientras que desde la huida de Rosas a Inglaterra luego de la derrota sufrida en Caseros hasta la asunción de Mitre en 1862 pasaron 10 años, el triunfo de Trump, en noviembre pasado, abrió de golpe una nueva fase en el desenvolvimiento de la globalización, y nadie dice lo contrario.

La mutación que estamos presenciando en el devenir histórico de nuestro país no es menor ni sus efectos fácilmente soslayables. Ello significa nada menos que toda la experiencia acumulada y los marcos teóricos vigentes en el periodo de la decadencia, deben ser sometidos a un restyling para ponerlos a tono con los nuevos vientos que corren. Veamos algunos ejemplos de la realidad a modo de provocación.

1.       Déficit fiscal. Si en el pasado lo fue, hoy no necesariamente implica una situación inmanejable el aumento del gasto público. Lo fundamental para la instalación de un nuevo modelo es mantener la paz social. Eso permite ganar tiempo mientras se corrige lo que hay que corregir y hacer lo que hay que hacer. Es la única manera en que se pueden generar nuevas condiciones en el manejo de la cosa pública. Eso necesariamente implica gradualismo y programas sociales de mayor alcance que los del peronismo, mientras se van generando condiciones para el trabajo genuino. Todas las otras recetas han sido ensayadas en los largos años de la decadencia y no han dado resultados satisfactorios. No hay plan B. En cualquier caso, nuestro déficit de entre 4 y 5 puntos del PBI, es mucho menor al de Brasil, y se ubica en la zona intermedia del mundo donde están países como España, Japón, Rusia, India y otros comparables. (ver: http://www.datosmacro.com/deficit)

2.       Deuda externa. El déficit se debe manejar acudiendo al endeudamiento externo tanto como sea necesaria de acuerdo a las pautas establecidas en el acápite anterior. Endeudarse ahora no es lo mismo que en los setenta. El endeudamiento que afectó a decenas de países por aquellos años, que se financió con la liquidez generada por el aumento del precio del petróleo en 1973/4, generó las condiciones para los sucesivos ajustes que se fueron dando, a la larga inspirados en el Consenso de Washington. Siempre las deudas condicionan. También ahora hay un ajuste en curso en nuestro país, pero será gradual, con los menores costos en los sectores carenciados, y para provocar un cambio de paradigma en la dirección y el sentido del desarrollo global. Por eso se impone preservar la tranquilidad mientras se prepara a la sociedad para el cambio. No quiere decir que haya que despilfarrar, ni mucho menos, pero se da una situación propia de los nuevos tiempos: como solo no robar, ni dar libre cauce a la corrupción implicada en la manipulación de los planes como durante el peronismo, el gasto se mantiene a niveles no preocupantes.

3.       Inflación. Cumplir las metas es fundamental. El aumento de los precios impacta en tiempo real en las arcas de todas las familias con independencia de su nivel socio económico. Además, bajarla es una manifestación de legitimación inconmensurable. Veamos: en 2016 la inflación anduvo por el 40%; este año va a estar por debajo del 20%, ¡la mitad! Entonces, las tasas se deben manipular lo que sea necesario para mantener baja la inflación.

4.       Inversiones. La lluvia dólares ya se produjo y en menos de un año. El solo amague de los Panamá Papers provocó la vuelta al país de U$S ¡120.000.000.000! (en letras: CIENTO VEINTE MIL MILLONES DE DÓLARES). ¡Estos sí que se comieron el amague! Obviamente esa plata no puede permanecer en los colchones ni en cajas de seguridad. Inicialmente, van a bonos, acciones y propiedades. Luego irán a infraestructura con el PPP (public private partnership). Y finalmente caerán por su propio peso en inversiones productivas. Tres salvedades:1) para invertir, hacen falta proyectos que escasean, 2) habiendo proyectos se necesita la infraestructura adecuada con respecto a lo cual se está haciendo lo que hay que hacer, 3) los proyectos tienen un layout que los guía; llevan tu tiempo. No es como la valija de Antonini Wilson cuyo contenido se realiza en unas pocas horas… Por su parte, las inversiones prometidas de empresas sobre todo extranjeras ya instaladas serán concretadas escrupulosamente (no hay ninguna razón para que los anuncios no se cumplan cuando se juega el prestigio). Último pero no menos importante, el campo entierra todos los años alrededor de 60.000 millones de dólares.

5.       Dólar. No parece estar mal la cosa. Las reservas del Banco Central ya quintuplicaron lo que dejó el peronismo luego de la fiesta. Seguirán subiendo. Preocupados por la cotización, no he visto a las corridas una gran mayoría de gente. Con respecto al “trípode de la muerte” recién mencionado, una de sus patas es el dólar bajo que afecta a la producción. Acá cabe hilar un poco más fino.

6.        Industria. Lo dijo con todas las letras Pancho Cabrera, ministro de la producción: “Estamos para hacer más productiva la Argentina, no la industria" según informa Francisco Olivera en una reciente nota en el diario La Nación para quien “en la frase está el modelo”. Efectivamente, toda una tradición de industriales prebendarios y renuentes a la innovación, han sido los responsables de la decadencia argentina. Con el sambenito de “defender las fuentes de trabajo” -en estrecho maridaje con el sindicalismo corrupto- la Argentina, que arrancó hace 100 años por adelante de Canadá y Australia y varios países europeos más, hoy les lee la patente. Entonces no se puede volver a hacer lo mismo que se vino haciendo y esperar resultados distintos. Un proyecto de país debe apostar a los sectores más competitivos de la producción que no son los que están en la UIA. En primer lugar todo lo que gira alrededor del campo, la agroindustria, agroservicios y agroalimentos, empresas exitosas (unicornios), centenares de miles de emprendedores innovativos en bienes y servicios que se insertan en la escena global sin necesidad de proteccionismo (debe haberlo en forma transitoria en los casos que sea necesario para incubar al recién nacido)… La libertad de mercado implica que cada quien puede producir lo que se le ocurra en tanto cumpla con la normativa, pero el estado tiene la obligación de cuidar, promover y asistir a todos aquellos sectores que le permitan recuperar terreno a la Argentina para irse ubicando en el nivel de los países europeos desarrollados.

Este gobierno, en el inicio de una fase inédita, no puede haber venido para hacer las mismas cosas que han hecho los peronistas o defender todo aquello que provocó la decadencia. No vino para levantar las persianas de empresas obsoletas bajo el supuesto mentiroso de defender los puestos de trabajo. Tampoco para apañar la concentración industrial en un pequeño entorno como expresión de un desequilibrio territorial que es la madre y el padre de los problemas estructurales de nuestro país. Cambiemos se ha puesto de pie para construir un país del siglo XXI, apoyado en un federalismo no retórico, potenciando sus ventajas comparativas y competitivas, y abierto al mundo para aprovechar las enormes posibilidades que ofrece la globalización en tanto se sepa cómo hacerlo.

Ing. Alberto Ford

La Plata, 16 de abril de 2017