lunes, 7 de marzo de 2022

 

 

Ucrania

 

Como un continuum que nos tienen en vilo, ningún remate de la pandemia está más a tono que la guerra de Ucrania. No hay descanso. Este breve trabajo para un problema gigantesco tiene tres partes. Una breve enumeración de los factores que motorizan la participación en la guerra de los tres actores principales, Rusia, EEUU y Ucrania. Una descripción, más breve aun, del proceso que lleva a la guerra, y las características de su desate y recorrido. Algunos interrogantes sobre las verdaderas causas del conflicto, habida cuenta de que su magnitud excedería el peso de las justificaciones esgrimidas hasta ahora. Finalmente, como anexo, un brief de mi autoría que resume el conjunto de advertencias sobre los riesgos de la expansión de la OTAN hacia el este. Obviamente, estamos en medio de un proceso que no solo no ha terminado sino que recién empieza. Seguimos comunicados.

 

La  data

Uno nunca está seguro de hacer la última corrección del trabajo luego de escuchar o leer las noticias de Russia Today (RT) o de visitar el New York Times y los portales occidentales más representativos (aunque no sean un aporte a la diversidad informativa). Lo notable de esta guerra, la primera que vivimos con el despliegue a pleno del ciber, es que un mismo hecho -evaluado a simple vista y/o desde el sentido común- puede tener dos narraciones simultáneas ya no matizadas sino directamente opuestas. Con los días vamos aprendiendo a buscar distintas fuentes y, dentro de lo posible, teniendo una idea de cómo va yendo la mano. Para empezar haremos una enumeración sucinta de las posiciones con las que están protagonizando el conflicto los tres actores principales de esta guerra. Comencemos por lo más neutro: las reivindicaciones, exigencias, intereses y puntos de vista de los protagonistas.

Rusia

·         Parar lo que considera un genocidio en el Donbass. Denunciar la responsabilidad del ejército ucraniano por los 14000 muertos reconocidos por las NNUU[i]

·         Condenar al gobierno y organizaciones ucranianas por la continuada represión a las repúblicas populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL). Parar los intentos para que se abandone el idioma ruso. En contra de que se aliente o se empuje a que los habitantes del Donbass se vayan a Rusia.

·         Total desmilitarización. Aunque no explicitado el alcance de la misión, se proponen disolver el ejército por la cantidad de objetivos que han destruido (2396 hasta hoy lunes 7)[ii]

·         Llevar a cabo una acción desnacificadora. Liquidación de las bandas nacionalistas que idolatran a Stepán Bandera, héroe nacional oficialmente reconocido[iii].

·         Reconocer la pertenencia de Crimea a la Federación Rusa.

·         Impedir que Ucrania ingrese a la Unión Europea y pase a integrar la OTAN.

·         Concretar la supuesta ambición de que Ucrania pase a formar parte, por lo menos con Rusia y Bielorrusia, de algún tipo de asociación pan-eslava[iv].

EEUU

·         No intervenir militarmente en Ucrania en ningún caso y bajo ninguna circunstancia. Deja las manos libres a Putin.

·         Preservar la libertad de expandir la OTAN y la forma en que se lo hace.

·         Preservar la libertad de los países de integrar la OTAN

·         De hecho negar los compromisos asumidos en 1991 de no avanzar militarmente hacia el este de Europa

·         No aceptar que Rusia diga qué hacer con la OTAN

·         Imponer sanciones a Rusia en forma ilimitada

·         Tener una fuerte participación política y propagandística en torno al conflicto a pesar de las advertencias internas sobre los riesgos de su intervención.

Ucrania

·         Ingresar a la Unión Europea y a la OTAN

·         No reconocer la autonomía de las RPD y RPL en el Donbass

·         No aceptar la presencia de rusos étnicos y rusoparlantes en el Donbass

·         Extirpar el idioma ruso del territorio ucraniano

·         No transigir con la recuperación de Crimea por parte de Rusia

·         Ser indiferentes o alentar el incremento de la rusofobia

·         Rendir culto a la figura de Stepán Bandera.

El mundo en vilo

A fin de noviembre de 2021 Putin acantonó 150.000 soldados bien pertrechados sobre la frontera con Ucrania; dijo que era para unas “maniobras militares”. Empero, hubo dos aspectos del operativo que no cerraban: la cantidad de efectivos, un poco alta para ejercicios de rutina, y que las tropas permanecieran estacionadas, es decir, sin hacer las maniobras. Fueron pasando los días, y ahora, con la operación militar especial (OME) en curso, se ve adonde llevaba el despliegue.

El contenido de la confrontación, que terminó por aburrir a los lectores por su recurrencia y  tono desgastantes, consistió en lo siguiente. Por el lado de EEUU, anticipando en forma reiterada una “inminente invasión” que, a costa de no cumplirse en las sucesivas fechas auguradas, pareció más un recurso de la retórica que un lúgubre pronóstico. En el caso de Putin, poniendo el acento en la extensión de la OTAN hacia el este, y en la represión que costó según la ONU 14.000 víctimas civiles en el Donbass por acción del ejército ucraniano. Claramente, se veía que el entredicho no llevaba a ningún lado por la evidente cerrazón manifestada en la comunicación de ambas partes.

Mientras se cernía la tormenta, estos tres meses fueron pródigos en acontecimientos. Uno de ellos, perdido en el fárrago de las noticias, fue la intervención militar rusa, por pedido urgente de las autoridades de Kazajistán, para controlar un levantamiento con participación yihadista. Al respecto, hubo dos comportamientos significativos. Por un lado EEUU, que manifestó su preocupación por que según ellos Rusia acostumbraba a quedarse en territorio ajeno. Como si fuera una demostración de cómo se interviene eficazmente, a la semana, luego de la limpieza, Rusia se retiró con todo el equipamiento. Por su parte, China, primero dijo que era un “asunto interno” de los kazajos. La posición, fue interpretada como una toma de distancia de los hechos, a pesar de la presencia de terroristas en el levantamiento, lo que ponía en evidente riesgo su cuestionada política con los üigures en la vecina Xinjiang.  Empero, a los dos días, China apoyó la intervención rusa. La vacilación no pasó inadvertida para quienes siguen este tipo de acontecimientos aun desde “tierras lejanas”.

El otro hecho, de una relevancia difícil de medir, fue la firma de un compromiso estratégico -inusual en sus detalles e inconcebible en otros tiempos- entre Putin y Xi Jinping, en representación de las dos superpotencias. El encuentro presencial de los dos líderes, que tuvo lugar en el marco de las Olimpíadas de invierno en Beijing, estuvo rodeado de cálidos recuerdos personales por las 30 reuniones que han tenido desde 2013. Una lectura atenta de lo acordado muestra un tipo infrecuente de asociación entre países. Se dice en la  extensa declaración:

“Las partes buscan avanzar en su trabajo para vincular los planes de desarrollo de la Unión Económica Euroasiática (UEEA)[v] y la Iniciativa de la Franja y la Ruta con miras a intensificar la cooperación práctica entre la UEEA y China en diversas áreas y promover una mayor interconexión entre las regiones de Asia Pacífico y Eurasia. Las partes reafirman su enfoque en la construcción de la Gran Asociación Euroasiática en paralelo y en coordinación con la construcción de la Franja y la Ruta para fomentar el desarrollo de asociaciones regionales, así como procesos de integración bilateral y multilateral en beneficio de los pueblos del continente euroasiático.”

 

Del otro lado, a principios de diciembre, se realizó a distancia la Cumbre de la Democracia. Motorizada en forma excluyente por la presidencia estadounidense, participaron 110 países de acuerdo a una selección arbitraria que generó mucha preocupación. Medios y fundaciones de aquel país se preguntaron -en algunos casos con sentido crítico, extrañeza y hasta sorna- si era conveniente para EEUU dejar tantos países afuera de la selección, algunos de los cuales deberían haber sido convocados, y tener adentro otros sin los suficientes merecimientos. En el mapa, con color rosado, se notan los participantes en la cumbre.

 


 

Estos raros movimientos asociativos, ya habían tenido antecedentes visibles en las características de algunas reuniones durante el año pasado. En primer lugar, el tono que se le dio a la reunión del G7 en junio, que tuvo lugar en Inglaterra con la presencia física de la Reina Isabel, ya pisando los cien. Claramente, luego de 12 años de vida explícita del G20 que los había contenido conjuntamente con los emergentes, el grupo más reducido de los países desarrollados aparecía como una alternativa al agrupamiento mayor. Esto ha sido analizado en un trabajo anterior[vi]. La otra fue la no participación física de XI y Putin en la reunión del G20 en Roma, un hecho que nunca había ocurrido. En ambos casos -interpretadas en el plano simbólico- Rusia y China quedaban afuera. ¿Era el anticipo del funcionamiento de la grieta global?

Ahora, con la guerra de Ucrania en pleno desarrollo, los países occidentales aparecen más preocupados por las sanciones[vii] que por el fin del conflicto. Más allá del daño que puedan hacer… y el que se puedan infligir ellos mismo, hay una serie de hechos consumados, irreversibles por lo menos en lo inmediato, que marcarán la existencia en lo sucesivo de dos mundos paralelos. 

Todos estos datos son verificables. Pero las motivaciones, siendo muy importantes para las partes, no alcanzan justificar la situación que se ha creado. No se arma una movida de esta magnitud por algo que pueda pasar pero no se sabe cuándo. Rusia sabía de antemano que la integración de Ucrania a la OTAN, si bien no descartada, no estaba en carpeta como inmediata. Asimismo, la cruel represión del ejército ucraniano en el Donbass podía ser neutralizada con recursos como los que utilizó Rusia para recuperar Crimea. Pero el contencioso debería tener, como sucede en estos casos,  otras complejidades no tan evidentes…

 

Un poco más atrás

Conocer el pasado para imaginar el futuro y entender cómo se construye

 

Tenemos que desandar 30 años justos, hasta el 26 de diciembre de 1991, cuando implosiona la Unión Soviética. Leyendo el excelente libro, ameno y documentado, El último imperio. Los días finales de la Unión Soviética de Serhii Plokhy[viii] se puede ver la relación estrechísima, de línea directa, entre los líderes rusos de la perestroika y la glasnost con el gobierno de los EEUU,  incluso con línea directa entre Yeltsin y Bush. Este ágil intercambio denotaba confianza y un sincero esfuerzo por cooperar en la emergencia (luego, algunos estúpidos -dicho en sentido clintoniano- de esos que nunca faltan, para mandarse la parte dijeron “hemos ganado la guerra… fría”). Hay un hecho enormemente curioso de aquellos días y poco conocido. EEUU colaboró activamente para la transformación de la economía totalmente centralizada heredada de la URSS, en capitalista de mercado. Para eso por solicitud envió muchos asesores. Todo a la luz del día; los expertos tenían la bandera americana en sus escritorios. Luego Putin en el 2001 los tuvo que echar, por ser “agentes de la CIA”[ix]… un poco tarde.

La dirigencia de Gorbachov se avino a la desaparición de la URSS por el irreversible e inocultable fracaso del proyecto comunista. Pero podrían haber seguido sine die. No había ninguna fuerza, en ningún parte, capaz de desmontar el cristalizado sistema soviética. O sea, debe (tiene que) haber habido alguna negociación de por medio. Si hubiera sido así, ¿en qué términos?

No es el momento ni el lugar para elucubraciones de este tipo. Solo esto. En la Comisión Trilateral se dijo ya hace medio siglo “el futuro no se enfrenta, se construye”. El nudo que ahora se está desatando, si es así, ¿cuándo se empezó a anudar?[x] ¿Por qué EEUU empezó a expandirse al oeste con la NATO, cuando había solemnes promesas de no hacerlo? ¿Por qué lo hizo a pesar de ser severamente advertido por sus mentes más lúcidas sobre que la expansión iba a llegar a lo que llegó? ¿Y el teléfono rojo?[xi]

Hay decirlo. Cuando baje la espuma, y ante quienes les interese tener una visión objetivo de esta crisis descomunal, es probable que EEUU aparezca como el responsable último de estos trágicos acontecimientos. Elementos de análisis no faltan. El cuestionado no será el gran país del norte, la superpotencia que fue capaz de poner en marcha el milagro chino a partir de los setenta. Sino el EEUU sustentado en la absurda doctrina del “destino manifiesto”… y en el poder decadente del complejo militar industrial, capaz de embolsar 1 billón de dólares por sus negocios en la guerra de Afganistán, a lo largo de 20 años, sin haber lograda nada de lo que se propusieron.

Lo de Putin será distinto. Dejaremos de verlo porque su protagonismo en Occidente necesariamente disminuirá. Todo es cuestión de tiempo. Pero Rusia tiene entre sus incumbencias, junto a chinos e hindúes, la responsabilidad sobre la parte oriental del gran proyecto euroasiático, el de mayor porte y dinamismo en el mundo de hoy. De acuerdo a como quedarán las cosas luego de tantas sanciones -y en consonancia con algunos hechos segregacionistas ocurridos ya el año pasado y comentados en este trabajo- comenzaremos a vivir la naciente grieta que dividirá al mundo parcialmente. Una mitad de las relaciones, basada en la confrontación y la competencia, será entre el mundo de la democracia y el de la autocracia; abarcará diversas actividades en las sociedades que integran y dan vida a las relaciones inter-nacionales. La otra mitad, de acuerdo a dependencias del más variado tipo ya establecidas a nivel global, y que no son desmontables al toque, sobre todo en las actividades productivas, se recompondrán a la chita callando como si nada hubiera pasado.

 

Ing. Alberto Ford

albertoford42@yahoo.com.ar

Buenos Aires, marzo de 2022

 

 

Anexo

Advertencias de fuentes irreprochables

Si en EEUU no han faltado anticipos sobre lo que podía pasar con la expansión de NATO hacia el este, ya desde hace algunos años, tampoco faltan ahora que está ocurriendo. Las opiniones provienen de los influencers más destacados en los asuntos externos del gran país del norte. Académicos de la talla de Joseph Nye, experimentados diplomáticos como George Kennan, que fuera el arquitecto de la política contención de la Unión Soviética, Henry Kissinger, sin duda el mejor negociador de la historia, Thomas Friedman, principal columnista del The New York Times en el área de internacionales, representantes de la cultura, y hasta de la CIA, entre otros, en forma coincidente y de distintas maneras, han expresado y lo siguen haciendo su preocupación sobre la expansión de la OTAN hacia los lugares vacíos dejados por la desaparición de la Unión Soviética.

La participación de Joseph Nye se da en el contexto de una discusión entre las dos principales corrientes del pensamiento académico estadounidense sobre las relaciones internacionales: el realismo (Kenneth Waltz) y el neoliberalismo, una teoría esta última que el mismo Nye plasmó junto a Robert Keohane en el clásico Poder e Interdependencia donde desarrolló el novedoso concepto por aquellos años (1977) de la interdependencia compleja.

La esencia del debate académico sobre la responsabilidad del expansionismo de la OTAN -que tiene sus años pero obviamente se reaviva en estos días- nos dice lo siguiente. Los realistas aducen que el conflicto con Ucrania comenzó por el exceso de celo de los liberales en llevar la democracia hasta la frontera rusa; es decir, que faltó realismo. Desde el liberalismo se hacen una pregunta: ¿La crisis actual en Ucrania fue causada, como aducen los realistas, por una falta de realismo en la política exterior norteamericana? ¿Fue el deseo liberal de propagar la democracia lo que llevó la OTAN hasta las fronteras de Rusia? Si así fuera, y siguiendo la lógica de este razonamiento, no sorprendería que Putin, con la amenaza de tener las tropas de la OTAN en su frontera, “respondiera exigiendo una esfera de influencia análoga a lo que Estados Unidos alguna vez reivindicó en América Latina con su Doctrina Monroe”. Pero las cosas admiten otro enfoque. Contesta Nye: “este argumento realista tiene un problema: no se puede llamar liberal a la decisión de 2008 de la OTAN (muy promovida por la administración del presidente George W. Bush) de invitar a Georgia y a Ucrania a sumarse a la Alianza. Tampoco se puede decir que estuviera impulsada por liberales”[xii]

Explicando la expansión de la OTAN, para el eminente politólogo John Mearsheimer (Universidad de Chicago): “los estados operan en un mundo de autoayuda en el que la mejor manera de sobrevivir es siendo lo más poderoso posible, aunque esto exija perseguir políticas despiadadas. No es una historia bonita, pero no hay una alternativa mejor si la supervivencia es el máximo objetivo de un país”.[xiii] No es el contenido de la reivindicación de los valores morales presentes en los fundamentos de la doctrina institucionalista neoliberal de Keohane y Nye.

No solo las universidades ponen el foco en la expansión de la OTAN hacia el este. Para Thomas Friedman, relator principal en asuntos internacionales de The New York Times, en esta guerra “Estados Unidos y la OTAN no son espectadores inocentes…es irreflexiva la decisión de EEUU en la década de 1990 de expandir la OTAN después del colapso de la Unión Soviética”.[xiv] Lo más jugoso de la nota publicada la semana pasada es la referencia a la consulta que le hizo a George Kennan en oportunidad de que el Senado americano ratificara en 1998 la política dirigida hacia el este. El prestigioso diplomático (fue embajador de Estados Unidos en Moscú en 1952 en vida de Stalin y era considerado “el mayor experto estadounidense en Rusia,  autor del concepto de contención”) dijo con respecto a la expansión de la OTAN: “Creo que es el comienzo de una nueva guerra fría. Creo que los rusos reaccionarán gradualmente de manera bastante adversa y eso afectará sus políticas. Creo que es un error trágico. No había ninguna razón para esto en absoluto”

Para Friedman “El misterio era por qué EEUU, que durante la Guerra Fría soñó con que Rusia algún día podría tener una revolución democrática y un líder que, aunque vacilante, trataría de convertir a Rusia en una democracia y unirse a Occidente, decidió empujar rápidamente a la OTAN a la cara de Rusia”. Contesta con una referencia a una conferencia de prensa en The Guardian del ex secretario (ministro) de Defensa de Bill Clinton, Bill Perry, quien dijo en 2016 “en los últimos años, la mayor parte de la culpa se puede señalar a las acciones que ha tomado Putin. Pero en los primeros años EEUU merece gran parte de la culpa. Nuestra primera acción que realmente nos puso en una mala dirección fue cuando la OTAN comenzó a expandirse, incorporando naciones de Europa del Este, algunas de ellas fronterizas con Rusia”[xv]

"Si Occidente quiere ser honesto, entonces ha de reconocer que ha cometido un error", afirmó el exsecretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, en un reportaje al diario alemán Der Spiegel. Se estaba refiriendo a la crisis de la Plaza del Maidan que en 2014 terminó (o empezó) con la salida del presidente pro-ruso Viktor Yanukovych. Para HK las relaciones entre Kiev y la UE (que se reivindicaban en las protestas) "debían haber sido objeto del diálogo con Rusia… Ucrania siempre ha tenido una importancia especial para Rusia. No entenderlo fue un error fatal“. Der Spiegel le preguntó: ¿Lo que está diciendo es que Occidente tiene al menos una especie de responsabilidad por la escalada? “Sí, estoy diciendo eso”[xvi] concluyó Kissinger

En este caso, con referencia al manejo informativos por parte de los medios occidentales, el cineasta Oliver Stone hizo hincapié en que se "omiten los hechos principales cuando no es conveniente". Para Oliver Stone hay que "pensar con claridad" para lo cual en su cuenta de Twitter propone una serie de medios "útiles y honestos" para ayudar a entender mejor la situación en la región y la postura de Moscú. El cineasta también “instó a los lectores de medios de comunicación y a los usuarios de las redes sociales a no ceder a las campañas mediáticas contra Rusia, que han adquirido una mayor intensidad tras el inicio de la operación especial rusa en Ucrania”.[xvii]

Los think tanks son los medios más influyentes capaces de modelar la opinión y el sentimiento de los intereses, si se puede decir así, de los factores de poder decisivos. En EEUU no faltan, y son todos más o menos renombrados. Citaremos la posición de dos de ellos para un punto de visto más abarcativo.

Doug Bandow,  Senior Fellow del Cato Institute, en una nota titulada “No vayas a la guerra con Rusia por Ucrania…es hora de dejar eso en claro y no arrastrar a Estados Unidos a otro conflicto sin sentido”, sostiene que “la principal obligación del gobierno de los Estados Unidos es proteger al pueblo estadounidense, no promover la democracia en otros estados.” El autor enumera 7 razones por las cuales EEUU no debe involucrarse en un conflicto que no le corresponde. Una de ellas dice que la intervención no es necesaria para defender a los aliados de la OTAN ya que “Vladimir Putin no es amigo de la libertad, pero no es Joseph Stalin o Adolf Hitler. Las conquistas territoriales de Putin fuera de Crimea, históricamente rusa y sede de la base naval del Mar Negro de Moscú en Sebastopol, han sido mínimas”[xviii]. En el caso de la RAND Corporation la posición estuvo a cargo de Samuel Charap, politólogo sénior de esa institución para quien “las tensiones más peligrosas en Europa en la memoria reciente radican en las aspiraciones de Ucrania a la membresía en la OTAN.”[xix]

Hasta la propia inteligencia no estuvo al margen de las opiniones. El actual director de la CIA, William J. Burns, ha estado advirtiendo sobre el efecto provocador de la expansión de la OTAN en Rusia desde 1995. Fue entonces cuando Burns, entonces embajador de EEUU en Moscú, informó a Washington que "la hostilidad hacia la temprana expansión de la OTAN se siente casi universalmente en todo el espectro político interno aquí". La información proviene de una nota de Ronald Sony, profesor de Historia y Ciencias Políticas en la Universidad de Michigan (EEUU)[xx].

En un dramático documento de año 1997, 50 personalidades entre ellas  Robert McNamara (ex secretario de defensa de Kennedy y Johnson durante la guerra de Vietnam, expresidente del Banco Mundial), Robert Bowie (uno de los redactores del informa principal de la Comisión Trilateral en los setenta), se dirigieron a Bill Clinton poniendo de relieve que “el esfuerzo actual liderado por Estados Unidos para expandir la OTAN… es un error de política de proporciones históricas”. La lapidaria opinión de hecho funcionó como un augurio al haber acertado en que “en Europa, la expansión de la OTAN trazará una nueva línea de división… fomentará la inestabilidad”[xxi]  Ing. Alberto Ford.

 



[i] Desde 2014 hay enfrentamientos entre el ejército ucraniano y las autodefensas de las autoproclamadas RPD Y RPL, solo reconocidas por Rusia como independientes.  Los muertos, la mayoría entre la población civil, son atribuidos al ejército ucraniano y a las bandas nacionalistas. Gran parte de población civil afectada es ruso parlante y de igual pertenencia étnica

[iii] Este controvertido personaje, que se puso al servicio de los nazis en la 2GM, fue partícipe activo del holocausto (es odiado en partes iguales por rusos, polacos y judíos). Hay suficiente bibliografía muy amena, alguna de curiosa proveniencia. Se considera que el ejército ucraniano está vigorosamente influenciado por las ideas de Bandera.

[iv] Es difícil tener pruebas fehacientes de un deseo de ese tipo de cuya veracidad están seguros en Occidente, pero no ha sido explicitado por Putin aunque es inferible desde la justificación y la emocionalidad indisimulable de sus exposiciones públicas

[v] La UEEA es la contraparte de la Unión Europea; está formada por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia como miembros plenos y Cuba, Moldavia y Uzbekistán como observadores.

[vii] En algunos casos, la compulsión justiciera está alcanzando ribetes bizarros como es el caso de los gatitos nacidos en Rusia que no pueden inscribir su ADN en los registros occidentales, o el de aquel árbol crecido en la tierra de los cosacos que no lo dejan concursar como el mejor ejemplar de Europa. En la Argentina, un heladero de Córdoba dejó de vender la crema rusa en solidaridad con Ucrania.

[ix] https://actualidad.rt.com/actualidad/413404-putin-agentes-cia-trabajar-gobierno-postsovietico

[x] Debe haber andado merodeando Henry Kissinger, el adalid de los 30 años. Su tesis doctoral en 1954 fue sobre la Paz de Westfalia y la Guerra de los 30 años.

[xi] ante la “escalada nuclear”, Estados Unidos probó estos días que el “teléfono rojo” andaba bien https://www.clarin.com/mundo/guerra-rusia-ucrania-escalada-nuclear-unidos-llamo-probo-telefono-rojo-rusia_0_XbswUAen2A.html