sábado, 22 de julio de 2017

G20: ahora ARGENTINA

Argentina será sede en 2018 de la XIII Cumbre del G20, la máxima expresión de la gobernanza global. A partir del próximo 1° de diciembre, se hará cargo de la presidencia del Grupo por un año, y, para dar continuidad al proceso, integrará una troika con Alemania y Japón, organizadores de la cumbre de 2017 y la que se hará después de la nuestra en 2019.  En el presente trabajo, se destaca la importancia del desafío que implica para nuestro país ponerse en esa situación de alta exposición mundial. No hay antecedentes al respecto. ¿Sabremos aprovechar la oportunidad? El G20 tiene un corto recorrido, sin embargo, lo visto hasta ahora nos muestra que su influencia en la escena global no tiene parangón. Eso claramente se puso de relieve en la forma en que administró hasta su resolución la grave crisis mundial del 2008. Desde ahí, a la luz del día, ha venido actuando con una eficacia creciente pero no absoluta. Hay indicadores (que se transcriben) para ver la forma en que se incrementa su papel en las relaciones internacionales, globales, y en el involucramiento (aunque indirecto) en los distintos conflictos que se han ido sucediendo en estos años. La XII Cumbre celebrada este mes en Hamburgo lo puso de relieve, incluso en la emergencia de algunas rispideces como las derivadas de las posiciones de los EEUU en materia de clima y comercio. El país anfitrión tiene la facultad de invitar a países cercanos, y connotar algunos aspectos de la agenda. Se espera que la Argentina ponga el acento en la educación y los desafíos de la capacitación para el trabajo en un mercado laboral crecientemente impactado por las nuevas tecnologías. La cooperación para el desarrollo de África, una preocupación creciente, se apoyará en la evidente significación que le confirió al tema la presidencia alemana de la cual somos sus continuadores.

Disturbios como los que arma Quebracho. Festivales multitudinarios de música pop y sinfonías de Beethoven. Encuentros bilaterales según todas las combinaciones posibles. Signos y símbolos esparcidos por doquier. Fue el marco en que los representantes de los 19 países más la Unión Europea que integran el G20 alcanzaron una nueva cumbre en Hamburgo, la número doce desde que el Grupo se activó con la crisis de Wall Street en 2008. El acontecimiento cobra especial interés para nuestro país: dentro de un año seremos los anfitriones de la totalidad de los líderes del mundo para hacer la XIII cumbre del G20 en algún lugar del territorio. Hasta donde alcanza la vista será, sin duda, el acontecimiento más importante de la historia argentina.

El G20 se ha transformado en la máxima expresión de la gobernanza mundial. Sin embargo, no deja de ser un ave raris: aún es poco conocido ni trasciende en demasía, carece de sede, autoridades, presupuesto y programas; sus integrantes se reúnen una vez al año en una puesta que da lugar a recomendaciones derivadas de compromisos adoptados solemnemente a la luz del día. Obviamente, por quienes las formulan, esas “recomendaciones” son de cumplimiento quasi obligatorio para sus destinatarios, sean países, organismos multilaterales y/o programas ad-hoc. Un verdadero desafío epistemológico para abordar una modalidad de funcionamiento que no tiene antecedentes.

En la presidencia alemana del G20-2017 se llevaron a cabo cerca de un centenar de reuniones con representantes específicos, según el tema tratado, de los veinte integrantes del Grupo. Así, fueron desfilando a lo largo de esas instancias una agenda multifacética que es característica del G20, y que en el transcurso de su breve recorrido va sufriendo pequeñas modificaciones. No obstante, este año hubo una sorpresa: la irrupción intempestiva del fenómeno Trump. Fiel a su estilo rupturista, el presidente norteamericano adoptó una posición en materia de clima y comercio opuesta a la tradición del G20. Veamos.

 La denuncia por parte del gobierno de EEUU del Acuerdo de París sobre clima, surgido de la 21 Conferencia de las partes (COP21), tiene más de retórica que efectos prácticos; ello es así porque los compromisos en ese tipo de tratados tienen plazos no tan urgidos por la inmediatez, sobre todo en materia de energía. El hecho nuevo, traslúcido en la posición de Trump, es que en los últimos años EEUU ha recuperado un protagonismo petrolero con la explotación del esquisto que no parece dispuesto a abandonar. Hay muchos intereses en juego. Todo cambio de paradigma implica para EEUU grandes oportunidades de negocios por sus experimentadas consultoras y la capacidad industrial para la fabricación de equipamiento requerido por las nuevas tecnologías. Por eso, en la declaración final de la Cumbre se toma nota de la posición americana y se transcribe la intención de EEUU de ayudar a terceros países a continuar utilizando combustibles fósiles pero de una manera “más limpia y eficiente”. Hay que recordar que EEUU también hizo verónicas con el Protocolo de Kyoto al que finalmente terminó adhiriendo. Con Trump todo es cuestión de tiempo.

Con respecto al comercio, la cosa va más en serio. Lo dijimos el día que ganó Trump: EEUU fue el país más favorecido y el más perjudicado con el inicio de la globalización. El problema ya empezó a perfilarse en la década de los setenta del siglo pasado. Sectores de la sociedad, perjudicados con la transferencia a China de ramas productivas íntegras, se vieron impelidos a tomar empleos de menor calidad y remuneración que los que habían perdido con el traspaso. Por su parte, otras empresas americanas de porte multinacional levantaron vuelo hacia el exterior aun conservando la denominación de origen. En su conjunto, la disposición en el mundo de la producción de bienes y servicios adoptó un sesgo fuertemente transnacional que se fue liberando, al funcionar off shore, de los condicionamientos inherentes a la soberanía. Las góndolas comenzaron a ser saturadas con el “made in China”. Esa masiva reubicación –una movida logística sin parangón- dio lugar, en el caso del territorio americano, a dos contextos: un amplio sistema de pertenencias, principalmente en las costas este y oeste, con una concepción menos “nacional”; y, en el medio, un clima de resentimiento por los intereses afectados. Eso se reflejó en las últimas elecciones. A los de las costas, ganadores con la globalización, esta vez les tocó perder, por lo menos electoralmente, con Hillary Clinton.

EEUU se va a reindustrializar a nuevo poniendo el acento en su excelente producción nacional (el viejo “made in USA” de la nostalgia), aunque sobre la base de la innovación. Los coches eléctricos de Tesla y los cohetes reutilizables (¡) de SpaceX, lo demuestran. Pero también volverá a fabricar puertas y ventanas, camisas y remeras, martillos y tenazas, con todos los recursos instrumentales que proveen el Silicon Valley y otras canteras de las tecnologías de punta. Como cualquier vida en sus inicios, esas industrias necesitarán salvaguardas especiales que, en un país desarrollado, no se las imagina permanentes.

Ambos condicionantes referidos a clima y proteccionismo, presentes en la influyente posición de EEUU tanto en la cumbre del G20 como en la reunión del G7 realizada un poco antes en Taormina, provocaron gran preocupación en los analistas y algunas declaraciones cuidadosas del resto de los mandatarios.

Cómo llega el G20

Es oportuno preguntarse por las “3E” del G20: eficiencia, eficacia y efectividad. Notoriamente, la activación del Grupo en 2008, frente a la hecatombe global desatada por el desmanejo de las hipotecas subprimes en EEUU, mostró sobrada capacidad para abordar la crisis. En muy poco tiempo -menos de cinco meses que pasaron entre la primera cumbre de Washington y la segunda de Londres- el G20 tomó el toro por las astas. Una muestra inédita de gobernabilidad expresada en un funcionamiento tajante si se lo compara por ejemplo con lo ocurrido en la crisis del ´30 del siglo pasada, de porte similar según los analistas. Hay que ver la documentación surgidas en esas cumbres, casi un manual de procedimientos previstos para una emergencia.

En la Universidad de Toronto, donde está situada la base de datos del G20, se ha elaborado un material referido a la performance 2008-2016[i]. De él se extraen algunos de los datos presentados.


ítems
N° de compromisos
% de cumplimiento
Organismos colaterales del G20 (FMI, BM, OMC, OCDE, galaxia NN.UU.)
133
63
Empleo y trabajo
100
78
Regulación y supervisión financiera
271
75
Reforma de las instituciones financieras
120
68
clima
53
69
energía
105
73
Agenda 2030
193
66
Digitalización
49
55
Salud mundial
38
77
Empoderamiento de la mujer
6
71
Migración y refugiados
7
80
Referidos a África en 11 áreas temáticas, principalmente desarrollo
34
53
Lucha contra el terrorismo
16
87
corrupción
78
57
Agricultura y seguridad alimentaria
64
71

Cantidad de cumbres: 12
Total de días de reunión de los líderes: 22
Cantidad de palabras de conclusiones públicas aprobadas: 140.426
Afirmaciones sobre estabilidad financiera y alcances de la globalización: 361
Afirmaciones sobre democracia abierta: 164
Afirmaciones sobre derechos humanos: 16
Compromisos políticamente obligatorios: 1926 cumplimiento 72%

En general, a medida que se suceden las cumbres, el porcentaje de cumplimiento está claramente en ascenso en todos los ítems de la agenda del G20, es decir, tomando el último año, la performance supera el promedio. Eso quiere decir que se incrementa el logro de los resultados esperados, y la pericia se torna autopoiética con referencia a un tipo de funcionamiento inédito en el máximo nivel de la gobernanza mundial. Donde se reconoce un fracaso es en los compromisos para eliminar en cinco años los subsidios a combustibles fósiles. El fallo ha significado, se estima, una pérdida de U$S 5,3 billones.

El impacto del G20 todavía no es notorio en el universo mediático de la opinión pública. Sin embargo, los resultados de algunas manifestaciones de su influencia se pueden ver incluso en nuestro país. Por ejemplo, solo el programa de transparencia -que ha dado lugar, en forma más o menos directa, entre otros productos, a los “panamá papers”- motivó el retorno a nuestro país de la friolera de U$S 120.000 millones.  Solo “con el amague” y algunos tratados binacionales, nuestros ahorristas se vieron impelidos a traer sus depósitos radicados en distintos bancos del mundo, incluidos los de varios paraísos fiscales. Fue la diferencia de este “blanqueo” con relación a los anteriores en cuanto a su poder persuasivo.

G20 2016. La presidencia alemana

Si bien la agenda del G20 como hemos dicho no ha sufrido grandes cambios a lo largo de sus sucesivos capítulos, cada país sede tiene la potestad de imprimirle sutilmente su impronta. Esos matices se pueden percibir por ejemplo con los invitados a cada cumbre que no pertenecen al G20 pero que guardan alguna afinidad con el anfitrión; también, con la tonalidad diferenciada con que algunos temas son tratados cada año o las características con que se organizan los distintos eventos. En el caso alemán, claramente la batuta estuvo en manos de los economistas. Fueron tres: el jefe de gabinete de Ángela Merkel –tratado con un respeto reverencial como muestran los videos- y los máximos representantes de los dos principales Institutos de esa disciplina. Los documentos surgidos –excluyendo la declaración final que no parecer ser de tanta competencia del dueño de casa- muestran un sesgo característico sobre el que se pueden hacer algunas consideraciones.

La agenda del G20 es suficientemente abarcadora como se ve en el cuadro ut supra. Dos salvedades. Aunque el G20 surgió del G7, un grupo de claro contenido ligado a la disciplina económica, emergió justamente como un intento de superar sus limitaciones tanto de composición conceptual como societaria (la necesidad de incorporar a los países emergentes). Las intervenciones alemanas pusieron un acento en el G7 que no se vio justificado por los magros resultados alcanzados en la reunión de Taormina en este mismo año. La otra. Si bien el G20 nació en 1999, permaneció en latencia hasta el 2008 en que fue activado como hemos dicho para afrontar la crisis de Wall Street, y, en consecuencia, sus primeras declaraciones se referían con exclusividad a los ítems involucrados en las urgencias del momento, básicamente financieros de alcance global. Superada la crisis, el universo temático de la economía se fue matizando; la enorme cantidad y profundidad de las acciones puestas en juego fueron dando los resultados apetecidos. A partir de esos cambios sucesivos de contextos, la lógica del G20 fue la de monitorear el avance de su agenda económica y, a medida que las circunstancias lo iban permitiendo, la progresiva puesta en foco de una temática de características más sociales. La discriminación puede parecer una sutileza pero veremos cómo se manifiesta en lo que se viene para nosotros en relación justamente a las “improntas sutilmente impuestas”.

El otro aspecto donde la presidencia alemana se enfocó fue en la cooperación con África. El G20 está demostrando una creciente preocupación en el continente negro. No es para menos. África es la metáfora del principal aspecto pendiente en la marcha de los asuntos mundiales: la salida de la pobreza y alcanzar el desarrollo económico social para que sus habitantes puedan comenzar a disfrutar de las preseas de la globalización. Es uno de los temas candentes del G20 que la presidencia argentina hereda y deberá compartir como una problemática de alcance regional con especial atención en la costa atlántica africana que es una imagen especular complementaria de nuestra América del Sur.

G20 2017. La XIII Cumbre

Han sido anticipados por distintos medios algunos de los temas que nuestro país priorizará. Los trascendidos han tenido lugar en reuniones que se han ido haciendo en nuestro país (pero en el contexto de la presidencia alemana), en suelo alemán, y algunas notas de especialistas. Desde la misma Universidad de Toronto, para John Kirton[ii], Argentina deberá reivindicar “un crecimiento inclusivo centrado en la gente y en el bienestar, desde la perspectiva de las economías emergentes, latinoamericanas en particular”. Más específicamente, integrantes del equipo argentina ocupado en la preparación del proceso G20-2018 en su conjunto, han manifestado la intención de poner el foco en la educación y en las necesidad de capacitación que plantea la evolución del empleo según las demandas de mercados laborales crecientemente impactados por la irrupción de las nuevas tecnologías. No es de descartar que en la XIII se pueda formar el E20 [E de educación que se sumaría a los “grupos de compromiso” ya existentes: S20 (ciencia), W20 (mujer), B20 (negocios), L20 (empleo), T20 (“think tanks”), Y20 (joven), C20 (sociedad civil)].

Hay un aspecto que el presidente Macri resaltó en la XI Cumbre de China: la conectividad. En un trabajo oportunamente girado[iii] me referí a esta cuestión de un valor estratégico tal que se puede decir sin exagerar que es el principal motor en estos momentos para el rediseño del planeta. No hay que dejar de tener en cuenta que todas las vías de comunicación existentes están derivadas de una configuración del territorio funcional a un mundo caracterizado por las dependencias. Ya sean vías terrestres, aéreas, por cable y hasta las expectativas de la subjetividad, están diseñadas según configuraciones radio céntricas. Recién ahora internet viene a introducir la multidimensionalidad. Grandes transformaciones le esperan al mundo con tejidos de trama y urdimbre de una globalización que avanza impetuosamente en tiempo real. La dinámica de los sistemas territoriales y las TICs en su más amplia acepción, son las disciplinas científicas cardinales. El proyecto chino de la Ruta de la Seda en el territorio y el mar, es el más notorio y de mayor porte.

En pequeño, nuestro país es una muestra del dibujo del mundo. Tributaria del modelo agroexportador que como nación nos hizo avanzar hasta el podio y que tantas consecuencias indeseables nos legó a su término, la matriz informativo-comunicacional de la Argentina es un embudo que ha desembocado tradicionalmente en la ciudad de Buenos, sus alrededores y el puerto. Ahora corren otras brisas; es el gran cambio que se está produciendo con el actual gobierno. El Plan Belgrano, la modernización de las líneas San Martín y Belgrano, los distintos pasos cordilleranos que nos abren al Asia-Pacífico, el prodigioso RER y la Autopista del Paseo del Bajo que por primera vez en la historia van a permitir pasar por Buenos Aires sin la obligación de desembarcar, son algunos de los proyectos de conectividad que se superponen en una especie de negación hegeliana al modelo de conectividad radio céntrica con el cual se modernizó el país a mitad del siglo XIX.

En algún lugar del territorio argentina (¿Bariloche?... difícilmente la ciudad de Buenos Aires previendo la presencia inevitable de anti-G venidos de todas partes más los piqueteros locales dispuestos a demostrar sus habilidades) tendrá lugar la XIII Cumbre del G20, como hemos dicho la reunión de trascendencia mundial más importante de la historia argentina. Pero también habrá decenas de reuniones de todo tipo alrededor de la agenda estipulada (reunión de ministros de diversas carteras, reuniones de los grupos de compromiso mencionados, reuniones preparatorias de las anteriores, etc.) todas ellas repartidas con un sentido federal en las provincias argentinas que recibirán en cada encuentro a los representantes de los 20 integrantes del Grupo en sus respectivas áreas. Lo que se dice una agenda cargada. Un gran desafío organizativo e intelectual para nuestro país y una gran oportunidad de ponernos en la vidriera del mundo de los que deciden.


Ing. Alberto Ford

Área de Relaciones Globales
Prosecretaría Administrativa
H. Senado de la Provincia de Buenos Aires
La Plata, 22 de julio de 2017




[i] Kirton John, G20 summits worth the effort? G20 Research Group at the University of Toronto. Co-director
https://www.g20.org/Content/EN/StatischeSeiten/G20/Texte/2017-06-20-kirton-john-g20-gipfel-en.html
[ii] Kirton John,  Argentina’s Agenda  for G20 2018,  up cit., June 4, 2017
Los programas involucrados son por lo menos cuatro:  1) Global Infrastructure Hub (GIH). http://globalinfrafacility.org/what-is-the-gif, 2) Global Infrastructure Facility (GIF) -World Bank http://globalinfrafacility.org/what-is-the-gif , 3) Public-Private-Partnership in Infrastructure Resource Center (PPP) -World Bank http://ppp.worldbank.org/public-private-partnership/overview/what-are-public-private-partnerships, 4)  Centro Anticorrupción del G20 https://mundo.sputniknews.com/asia/201609231063655164-g20-china-corrupcion/


viernes, 21 de julio de 2017

G20: ahora nos toca

Argentina será sede en 2018 de la XIII Cumbre del G20, la máxima expresión de la gobernanza global. A partir del próximo 1° de diciembre, se hará cargo de la presidencia del Grupo por un año, y, para dar continuidad al proceso, integrará una troika con Alemania y Japón, organizadores de la cumbre de 2017 y la que se hará después de la nuestra en 2019.  En el presente trabajo, se destaca la importancia del desafío que implica para nuestro país ponerse en esa situación de alta exposición mundial. No hay antecedentes al respecto. ¿Sabremos aprovechar la oportunidad? El G20 tiene un corto recorrido, sin embargo, lo visto hasta ahora nos muestra que su influencia en la escena global no tiene parangón. Eso claramente se puso de relieve en la forma en que administró hasta su resolución la grave crisis mundial del 2008. Desde ahí, a la luz del día, ha venido actuando con una eficacia creciente pero no absoluta. Hay indicadores (que se transcriben) para ver la forma en que se incrementa su papel en las relaciones internacionales, globales, y en el involucramiento (aunque indirecto) en los distintos conflictos que se han ido sucediendo en estos años. La XII Cumbre celebrada este mes en Hamburgo lo puso de relieve, incluso en la emergencia de algunas rispideces como las derivadas de las posiciones de los EEUU en materia de clima y comercio. El país anfitrión tiene la facultad de invitar a países cercanos, y connotar algunos aspectos de la agenda. Se espera que la Argentina ponga el acento en la educación y los desafíos de la capacitación para el trabajo en un mercado laboral crecientemente impactado por las nuevas tecnologías. La cooperación para el desarrollo de África, una preocupación creciente, se apoyará en la evidente significación que le confirió al tema la presidencia alemana de la cual somos sus continuadores.

Disturbios como los que arma Quebracho. Festivales multitudinarios de música pop y sinfonías de Beethoven. Encuentros bilaterales según todas las combinaciones posibles. Signos y símbolos esparcidos por doquier. Fue el marco en que los representantes de los 19 países más la Unión Europea que integran el G20 alcanzaron una nueva cumbre en Hamburgo, la número doce desde que el Grupo se activó con la crisis de Wall Street en 2008. El acontecimiento cobra especial interés para nuestro país: dentro de un año seremos los anfitriones de la totalidad de los líderes del mundo para hacer la XIII cumbre del G20 en algún lugar del territorio. Hasta donde alcanza la vista será, sin duda, el acontecimiento más importante de la historia argentina.

El G20 se ha transformado en la máxima expresión de la gobernanza mundial. Sin embargo, no deja de ser un ave raris: aún es poco conocido ni trasciende en demasía, carece de sede, autoridades, presupuesto y programas; sus integrantes se reúnen una vez al año en una puesta que da lugar a recomendaciones derivadas de compromisos adoptados solemnemente a la luz del día. Obviamente, por quienes las formulan, esas “recomendaciones” son de cumplimiento quasi obligatorio para sus destinatarios, sean países, organismos multilaterales y/o programas ad-hoc. Un verdadero desafío epistemológico para abordar una modalidad de funcionamiento que no tiene antecedentes.

En la presidencia alemana del G20-2017 se llevaron a cabo cerca de un centenar de reuniones con representantes específicos, según el tema tratado, de los veinte integrantes del Grupo. Así, fueron desfilando a lo largo de esas instancias una agenda multifacética que es característica del G20, y que en el transcurso de su breve recorrido va sufriendo pequeñas modificaciones. No obstante, este año hubo una sorpresa: la irrupción intempestiva del fenómeno Trump. Fiel a su estilo rupturista, el presidente norteamericano adoptó una posición en materia de clima y comercio opuesta a la tradición del G20. Veamos.

 La denuncia por parte del gobierno de EEUU del Acuerdo de París sobre clima, surgido de la 21 Conferencia de las partes (COP21), tiene más de retórica que efectos prácticos; ello es así porque los compromisos en ese tipo de tratados tienen plazos no tan urgidos por la inmediatez, sobre todo en materia de energía. El hecho nuevo, traslúcido en la posición de Trump, es que en los últimos años EEUU ha recuperado un protagonismo petrolero con la explotación del esquisto que no parece dispuesto a abandonar. Hay muchos intereses en juego. Todo cambio de paradigma implica para EEUU grandes oportunidades de negocios por sus experimentadas consultoras y la capacidad industrial para la fabricación de equipamiento requerido por las nuevas tecnologías. Por eso, en la declaración final de la Cumbre se toma nota de la posición americana y se transcribe la intención de EEUU de ayudar a terceros países a continuar utilizando combustibles fósiles pero de una manera “más limpia y eficiente”. Hay que recordar que EEUU también hizo verónicas con el Protocolo de Kyoto al que finalmente terminó adhiriendo. Con Trump todo es cuestión de tiempo.

Con respecto al comercio, la cosa va más en serio. Lo dijimos el día que ganó Trump: EEUU fue el país más favorecido y el más perjudicado con el inicio de la globalización. El problema ya empezó a perfilarse en la década de los setenta del siglo pasado. Sectores de la sociedad, perjudicados con la transferencia a China de ramas productivas íntegras, se vieron impelidos a tomar empleos de menor calidad y remuneración que los que habían perdido con el traspaso. Por su parte, otras empresas americanas de porte multinacional levantaron vuelo hacia el exterior aun conservando la denominación de origen. En su conjunto, la disposición en el mundo de la producción de bienes y servicios adoptó un sesgo fuertemente transnacional que se fue liberando, al funcionar off shore, de los condicionamientos inherentes a la soberanía. Las góndolas comenzaron a ser saturadas con el “made in China”. Esa masiva reubicación –una movida logística sin parangón- dio lugar, en el caso del territorio americano, a dos contextos: un amplio sistema de pertenencias, principalmente en las costas este y oeste, con una concepción menos “nacional”; y, en el medio, un clima de resentimiento por los intereses afectados. Eso se reflejó en las últimas elecciones. A los de las costas, ganadores con la globalización, esta vez les tocó perder, por lo menos electoralmente, con Hillary Clinton.

EEUU se va a reindustrializar a nuevo poniendo el acento en su excelente producción nacional (el viejo “made in USA” de la nostalgia), aunque sobre la base de la innovación. Los coches eléctricos de Tesla y los cohetes reutilizables (¡) de SpaceX, lo demuestran. Pero también volverá a fabricar puertas y ventanas, camisas y remeras, martillos y tenazas, con todos los recursos instrumentales que proveen el Silicon Valley y otras canteras de las tecnologías de punta. Como cualquier vida en sus inicios, esas industrias necesitarán salvaguardas especiales que, en un país desarrollado, no se las imagina permanentes.

Ambos condicionantes referidos a clima y proteccionismo, presentes en la influyente posición de EEUU tanto en la cumbre del G20 como en la reunión del G7 realizada un poco antes en Taormina, provocaron gran preocupación en los analistas y algunas declaraciones cuidadosas del resto de los mandatarios.

Cómo llega el G20

Es oportuno preguntarse por las “3E” del G20: eficiencia, eficacia y efectividad. Notoriamente, la activación del Grupo en 2008, frente a la hecatombe global desatada por el desmanejo de las hipotecas subprimes en EEUU, mostró sobrada capacidad para abordar la crisis. En muy poco tiempo -menos de cinco meses que pasaron entre la primera cumbre de Washington y la segunda de Londres- el G20 tomó el toro por las astas. Una muestra inédita de gobernabilidad expresada en un funcionamiento tajante si se lo compara por ejemplo con lo ocurrido en la crisis del ´30 del siglo pasada, de porte similar según los analistas. Hay que ver la documentación surgidas en esas cumbres, casi un manual de procedimientos previstos para una emergencia.
En la Universidad de Toronto, donde está situada la base de datos del G20, se ha elaborado un material referido a la performance 2008-2016[i]. De él se extraen algunos de los datos presentados.

ítems
N° de compromisos
% de cumplimiento
Organismos colaterales del G20 (FMI, BM, OMC, OCDE, galaxia NN.UU.)
133
63
Empleo y trabajo
100
78
Regulación y supervisión financiera
271
75
Reforma de las instituciones financieras
120
68
clima
53
69
energía
105
73
Agenda 2030
193
66
Digitalización
49
55
Salud mundial
38
77
Empoderamiento de la mujer
6
71
Migración y refugiados
7
80
Referidos a África en 11 áreas temáticas, principalmente desarrollo
34
53
Lucha contra el terrorismo
16
87
corrupción
78
57
Agricultura y seguridad alimentaria
64
71

Cantidad de cumbres: 12
Total de días de reunión de los líderes: 22
Cantidad de palabras de conclusiones públicas aprobadas: 140.426
Afirmaciones sobre estabilidad financiera y alcances de la globalización: 361
Afirmaciones sobre democracia abierta: 164
Afirmaciones sobre derechos humanos: 16
Compromisos políticamente obligatorios: 1926 cumplimiento 72%

En general, a medida que se suceden las cumbres, el porcentaje de cumplimiento está claramente en ascenso en todos los ítems de la agenda del G20, es decir, tomando el último año, la performance supera el promedio. Eso quiere decir que se incrementa el logro de los resultados esperados, y la pericia se torna autopoiética con referencia a un tipo de funcionamiento inédito en el máximo nivel de la gobernanza mundial. Donde se reconoce un fracaso es en los compromisos para eliminar en cinco años los subsidios a combustibles fósiles. El fallo ha significado, se estima, una pérdida de U$S 5,3 billones.

El impacto del G20 todavía no es notorio en el universo mediático de la opinión pública. Sin embargo, los resultados de algunas manifestaciones de su influencia se pueden ver incluso en nuestro país. Por ejemplo, solo el programa de transparencia -que ha dado lugar, en forma más o menos directa, entre otros productos, a los “panamá papers”- motivó el retorno a nuestro país de la friolera de U$S 120.000 millones.  Solo “con el amague” y algunos tratados binacionales, nuestros ahorristas se vieron impelidos a traer sus depósitos radicados en distintos bancos del mundo, incluidos los de varios paraísos fiscales. Fue la diferencia de este “blanqueo” con relación a los anteriores en cuanto a su poder persuasivo.

G20 2016. La presidencia alemana

Si bien la agenda del G20 como hemos dicho no ha sufrido grandes cambios a lo largo de sus sucesivos capítulos, cada país sede tiene la potestad de imprimirle sutilmente su impronta. Esos matices se pueden percibir por ejemplo con los invitados a cada cumbre que no pertenecen al G20 pero que guardan alguna afinidad con el anfitrión; también, con la tonalidad diferenciada con que algunos temas son tratados cada año o las características con que se organizan los distintos eventos. En el caso alemán, claramente la batuta estuvo en manos de los economistas. Fueron tres: el jefe de gabinete de Angela Merkel –tratado con un respeto reverencial como muestran los videos- y los máximos representantes de los dos principales Institutos de esa disciplina. Los documentos surgidos –excluyendo la declaración final que no parecer ser de tanta competencia del dueño de casa- muestran un sesgo característico sobre el que se pueden hacer algunas consideraciones.

La agenda del G20 es suficientemente abarcadora como se ve en el cuadro ut supra. Dos salvedades. Aunque el G20 surgió del G7, un grupo de claro contenido ligado a la disciplina económica, emergió justamente como un intento de superar sus limitaciones tanto de composición conceptual como societaria (la necesidad de incorporar a los países emergentes). Las intervenciones alemanas pusieron un acento en el G7 que no se vio justificado por los magros resultados alcanzados en la reunión de Taormina en este mismo año. La otra. Si bien el G20 nació en 1999, permaneció en latencia hasta el 2008 en que fue activado como hemos dicho para afrontar la crisis de Wall Street, y, en consecuencia, sus primeras declaraciones se referían con exclusividad a los ítems involucrados en las urgencias del momento, básicamente financieros de alcance global. Superada la crisis, el universo temático de la economía se fue atenuando; la enorme cantidad y profundidad de las acciones puestas en juego fueron dando los resultados apetecidos. A partir de esos cambios de contextos, la lógica del G20 fue la de monitorear el avance de su agenda económica y, a medida que las circunstancias lo iban permitiendo, la progresiva puesta en foco de una temática de características más sociales. La discriminación puede parecer una sutileza pero veremos cómo se manifiesta en lo que se viene para nosotros en relación justamente a las “improntas sutilmente impuestas”.

El otro aspecto donde la presidencia alemana se enfocó fue en la cooperación con África. El G20 está demostrando una creciente preocupación en el continente negro. No es para menos. África es la metáfora del principal aspecto pendiente en la marcha de los asuntos mundiales: la salida de la pobreza y alcanzar el desarrollo económico social para que sus habitantes puedan comenzar a disfrutar de las preseas de la globalización. Es uno de los temas candentes del G20 que la presidencia argentina hereda y deberá compartir como una problemática de alcance regional con especial atención en la costa atlántica africana que es una imagen especular complementaria de nuestra América del Sur.

G20 2017. La XIII Cumbre

Han sido anticipados por distintos medios algunos de los temas que nuestro país priorizará. Los trascendidos han tenido lugar en reuniones que se han ido haciendo en nuestro país (pero en el contexto de la presidencia alemana), en suelo alemán, y algunas notas de especialistas. Desde la misma Universidad de Toronto, para John Kirton[ii], Argentina deberá reivindicar “un crecimiento inclusivo centrado en la gente y en el bienestar, desde la perspectiva de las economías emergentes, latinoamericanas en particular”. Más específicamente, integrantes del equipo argentina ocupado en la preparación del proceso G20-2018 en su conjunto, han manifestado la intención de poner el foco en la educación y en las necesidad de capacitación que plantea la evolución del empleo según las demandas de mercados laborales crecientemente impactados por la irrupción de las nuevas tecnologías. No es de descartar que en la XIII se pueda formar el E20 [E de educación que se sumaría a los “grupos de compromiso” ya existentes: S20 (ciencia), W20 (mujer), B20 (negocios), L20 (empleo), T20 (“think tanks”), Y20 (joven), C20 (sociedad civil)].

Hay un aspecto que el presidente Macri resaltó en la XI Cumbre de China: la conectividad. En un trabajo oportunamente girado[iii] me referí a esta cuestión de un valor estratégico tal que se puede decir sin exagerar que es el principal motor en estos momentos para el rediseño del planeta. No hay que dejar de tener en cuenta que todas las vías de comunicación existentes están derivadas de una configuración del territorio funcional a un mundo caracterizado por las dependencias. Ya sean vías terrestres, aéreas, por cable y hasta las expectativas de la subjetividad, están diseñadas según configuraciones radio céntricas. Recién ahora Internet viene a introducir la multidimensionalidad. Grandes transformaciones le esperan al mundo con tejidos de trama y urdimbre de una globalización que avanza impetuosamente en tiempo real. La dinámica de los sistemas territoriales y las TICs en su más amplia acepción, son las disciplinas científicas cardinales. El proyecto chino de la Ruta de la Seda en el territorio y el mar, es el más notorio y de mayor porte.

En pequeño, nuestro país es una muestra del dibujo del mundo. Tributaria del modelo agroexportador que como nación nos hizo avanzar hasta el podio y que tantas consecuencias indeseables nos legó a su término, la matriz informativo-comunicacional de la Argentina es un embudo que ha desembocado tradicionalmente en la ciudad de Buenos Aires, sus alrededores y el puerto. Ahora corren otras brisas; es el gran cambio que se está produciendo con el actual gobierno. El Plan Belgrano, la modernización de las líneas San Martín y Belgrano, los distintos pasos cordilleranos que nos abren al Asia-Pacífico, el prodigioso RER y la Autopista del Paseo del Bajo que por primera vez en la historia van a permitir pasar por Buenos Aires sin la obligación de desembarcar, son algunos de los proyectos de conectividad que se superponen en una especie de negación hegeliana al modelo de conectividad radio céntrica con el cual se modernizó el país a mitad del siglo XIX.

 En algún lugar del territorio argentina (¿Bariloche?... difícilmente la ciudad de Buenos Aires previendo la presencia inevitable de anti-G venidos de todas partes más los piqueteros locales dispuestos a demostrar sus habilidades) tendrá lugar la XIII Cumbre del G20, como hemos dicho la reunión de trascendencia mundial más importante de la historia argentina. Pero también habrá decenas de reuniones de todo tipo alrededor de la agenda estipulada (reunión de ministros de diversas carteras, reuniones de los grupos de compromiso mencionados, reuniones preparatorias de las anteriores, etc.) todas ellas repartidas con un sentido federal en las provincias argentinas que recibirán en cada encuentro a los representantes de los 20 integrantes del Grupo en sus respectivas áreas. Lo que se dice una agenda cargada. Un gran desafío organizativo e intelectual para nuestro país y una gran oportunidad de ponernos en la vidriera del mundo de los que deciden.

Ing. Alberto Ford
Área de Relaciones Globales
H. Senado de la Provincia de Buenos Aires
La Plata, julio de 2017





[i] Kirton John, G20 summits worth the effort? G20 Research Group at the University of Toronto. Co-director
https://www.g20.org/Content/EN/StatischeSeiten/G20/Texte/2017-06-20-kirton-john-g20-gipfel-en.html
[ii] Kirton John,  Argentina’s Agenda  for G20 2018,  up cit., June 4, 2017
Los programas involucrados son por lo menos cuatro:  1) Global Infrastructure Hub (GIH). http://globalinfrafacility.org/what-is-the-gif, 2) Global Infrastructure Facility (GIF) -World Bank http://globalinfrafacility.org/what-is-the-gif , 3) Public-Private-Partnership in Infrastructure Resource Center (PPP) -World Bank http://ppp.worldbank.org/public-private-partnership/overview/what-are-public-private-partnerships, 4)  Centro Anticorrupción del G20 https://mundo.sputniknews.com/asia/201609231063655164-g20-china-corrupcion/