Malvinas: sin solución pero
con salida.
Han
comenzado a escucharse voces disonantesi
con el discurso oficial sobre el tema de las islas Malvinas (IM).
Esas posiciones no subestiman el hecho de que el gobierno ha
reflotado un asunto sensible en momentos en que se pone en marcha un
ajuste de previsibles repercusiones sociales negativas, pero van más
allá. Lo verdaderamente
novedoso son los interrogantes explícitos o no sobre la propia
justicia del reclamo de soberanía territorial por parte de los
argentinos. Ese doble
cuestionamiento, que no necesariamente tiene un marcado tinte
opositor, se potencia cuando se están por cumplir 30 años de la
invasión a las islas por parte de la última dictadura militar.
La
cuestión Malvinas no es secundaria tampoco en el Reino Unido (UK).
En un film en cartel por estos días sobre Margaret Tatcher–un
relato quasi oficial sobre las decisivas transformaciones sufridas
por UK en la década de los ochenta- se ve cómo usaron el conflicto
para compensar los costos del ajuste de su economía y el cambio de
paradigma productivo, pero también la importancia que alcanzó el
mismo en esa administración. Con la victoria, la popularidad de
Tatcher creció exponencialmente.
Una trayectoria discontinua.
Un
repaso sobre los descubrimientos, ocupaciones, nombramientos y
reclamos de soberanía y autonomía sobre las IM muestras que ese
camino no fue lineal ni tan claro como para que dé derechos
indiscutibles a alguna de las partes. Por lo menos holandeses,
franceses, ingleses, norteamericanos y españoles frecuentaron sus
tierras y alrededores con intenciones posesivas, re o vindicativas
(también se conjetura que algún indígena extraviado de origen
patagónico llegó a sus orillas en canoa). El
protagonismo argentino
a lo largo de ese proceso fue casi insignificante.
Veamos.
No
existen evidencias comprobadas sobre los descubridores de las IM. A
lo sumo se han hecho conjeturas basadas en indicios que hablan de la
presencia de diversos navegantes a lo largo del siglo XVI.
Fehacientemente recién circa 1600 las visitó un marino holandés
Sebald de Weert que las llamó Islas
Sebald, la primera
denominación conocida, tal como figura en mapas holandeses de la
época. Unas décadas más tarde anduvo por el canal que separa los
dos territorios mayores un navegante inglés que como reconocimiento
a quien le financiaba la expedición, el vizconde Falkland, se
abstuvo en este caso de renombrarlas con su propio apellido. Islas
Malvinas, otra de las denominaciones, proviene de Malouines y fue la
forma que adoptó el marino francés Louis Antoine de
Bougainville en 1764 para homenajear al puerto de Saint-Malo de donde
provenía.
En
una palabra las islas pasaban de una mano a otra casi sin conflictos
hasta que la explotación comercial del entorno marítimo comenzó a
tener mayor envergadura. Ahí se produjeron enfrentamientos entre
españoles e ingleses, incluso una escaramuza armada que no pasó a
mayores. En 1766 Francia accedió a evacuarlas y reconoció la
soberanía española sobre el archipiélago estableciéndose la
gobernación de las Islas Malvinas.
Paralelamente, los ingleses fundaron Port Egmont en la Isla
Trinidad. Un poco más tarde España
logró la retirada de los británicos en el marco de los acuerdos
llamados convenciones de
Nutka aunque en 1811 las Malvinas fueron evacuadas por los
españoles. Las IM quedaron desiertas siendo solo visitadas por
barcos balleneros de diversas nacionalidades.
Recién
en 1820 el gobierno de Buenos Aires envió una fragata a tomar
posesión y reafirmar sus derechos en las Malvinas. Desde 1823
concedió a Luis María Vernet la explotación de los recursos
de las islas. El 10 de junio de 1829 se creó la comandancia
política y militar de las islas con
asiento en la isla Soledad. Sin embargo, los intentos de controlar la
pesca de ballenas dieron lugar a que la corbeta de guerra Lexington
de los Estados Unidos destruyera a cañonazos las instalaciones de
Puerto Soledad. Por último, el 2 de enero de 1833 una fragata de
guerra británica comunicó al jefe argentino que iba a
reafirmar la soberanía británica y retomar posesión de las islas
en nombre del rey de Inglaterra. El capitán de la goleta
Sarandí, José María Pinedo, a cargo
del asentamiento, no se consideró en condiciones de resistir y optó
por retornar a la Argentina.
Las
relaciones que se sucedieron con posterioridad a la usurpación
inglesa se caracterizaron por una convivencia amigable y benévola
con nuestro país por parte de la población de predominancia inglesa
instalada ya en forma estable. Muchos de ellos, con familiares en el
territorio argentinoii,
tenían una frecuente y ágil comunicación según los medios de
transporte disponibles, venían a estudiar a los colegios ingleses y
se atendían en el hospital de Comodoro Rivadavia y Británico de
Buenos Aires en los casos de mayor complejidad; pudieron recibir
alimentos frescos y otros artículos de difícil acceso por la
lejanía con UK. Obviamente, todo eso cambió en 1982.
¿Qué tipo de intereses movió
a Inglaterra a ocupar las islas en 1833?
En
el siglo XIX, apogeo de la prepotencia imperial inglesa, de haberse
deseado la ocupación podría haber alcanzado no solo a las islas
sino a toda la Patagonia y la Araucanía chilena; tenían todas las
condiciones de impunidad y supremacía para ello. Por esos años, UK
se procuró todos los extremos australes del planisferio por los
cuales evidentemente sentía una especial predilección: Nueva
Zelanda (1835), Australia (1770), India (1857), Sudáfrica (Ciudad
del Cabo, 1806). Nuestros territorios continentales del sur, casi
totalmente deshabitados y fuera de la civilización, podrían haber
sido fácil presa de las apetencias inglesas. Si embargo, prefirieron
canalizar sus intenciones a través de estancieros ingleses y
pacíficos pobladores del reino de Gales que le sacaron todo el jugo
posible a la Patagonia hasta transformarla en una potencia en la
producción de lana y carne ovina. De esa movida geopolítica se
confirma algo que es sabido: para los ingleses de las relaciones
internacionales los motiva más que nada los aspectos comerciales y
cuando ocupan una franja de territorio lo hacen principalmente en
función de esos intereses. No tienen capacidad ni vocación para
internarse en las profundidades continentales (como sí la tuvieron
los españoles o los rusos en sus épocas imperiales) y han concluido
que pueden alcanzar sus objetivos con afincar a sus comerciantes en
las costas e introducir sus culturas como herramientas de vínculo
hegemónico. Ejemplo de esa concepción marítima de las estrategias
de dominación hay unos cuantos en todo el mundo en los últimos dos
o tres siglos.
Tampoco
tienen problemas en conceder la libertad a sus colonias. El
Commonwealth es una asociación voluntaria de esas ex colonias de la
que hasta donde se sabe ninguna de ellas ha desertado; más bien lo
contrario; se prenden con uñas y dientes porque la relación
comercial que se perpetúa a través del tiempo es conveniente para
quienes en el pasado estuvieron subyugadosiii.
¿Para que quiere nuestro país
recuperar las IM?
La
historia de cualquier país está plagada de contradicciones. El
nuestro no parece ser la excepción. En materia de territorio tenemos
por delante un panorama francamente desolador. Con casi tres millones
de kilómetros cuadrados de posesión soberana, nuestro país
concentra un tercio de su población en el conurbano bonaerense, una
medialuna de no más de 2.750 Km2
con una densidad de 4.737 hab/Km2;
gran parte del resto es territorio sub o desocupado. La Patagonia se
lleva las palmas: tiene una densidad de 1,3 hab/Km2.
La cuestión territorial en la Argentina pasa a ser su principal
problema estructuraliv.
En tanto no se revierta el sentido de un vector centrípeto que lleva
a concentrar alrededor de la capital federal el conjunto de factores
ecosistémicos que forman parte del patrimonio nacional (incluso las
expectativas de la gente), todo planteo federalista será retórico y
la otra cara de un unitarismo que viene desde la colonia.
Esos
desequilibrios en el tratamiento del territorio en el caso de la
soberanía sobre Malvinas, por su complejidad, incrementan las
implicancias en juego. Por ejemplo, no se puede ignorar el papel
tradicional que juegan los
puntos de vista castrenses en las reivindicaciones nacionalistas del
territorio y los avatares a
los que estuvimos sometidos cuando la influencia de los militares era
mayor. La aventura malvinense de la última dictadura no fue la
única; un poco tiempo antes estuvimos al borde de una guerra con
Chile por tres minúsculas islas en el lejano sur porque su posesión
hubiera permitido al país hermano salir al océano Atlántico y
hacer en esa situación reclamos sobre el mismo (!). La historia
argentina no solo contiene unos cuantos de esos acontecimientos sino
que el propio relato en gran parte de ella se ha construido sobre
supuestos que hoy a la distancia pueden ser vistos de otra manera.
Por ejemplo los resultados de la reivindicación soberana de la
aduana porteña en la Vuelta de Obligadov.
La
anécdota es válida para ver cómo determinados puntos de vista en
la historia y en la concepción de los hechos han teñido de
surrealismo la serie de acontecimientos que nos traen hasta nuestros
días. El tema de Malvinas tiene mucho de esto, aunque Malvinas sea
considerada una causa nacional y como se dice ahora razón de estado
con la aquiescencia de gran parte del sistema político que a lo sumo
considera, obviando la raíz más profundo de la problemática, que
la forma en que se están desarrollando los acontecimientos en
nuestros días se debe a una manipulación política para tapar el
ajuste pero que pese a ello no pueden dejar de prestarse a ser
actores de reparto en la puesta en escena oficial.
¿Hasta dónde podemos llegar
con las negociaciones?
El
conflicto de las IM que podría haber seguido un curso conveniente
como el de muchos países y enclaves de la Commonwealth se complicó
totalmente con la aventura militar. Prácticamente, llevó las
posiciones a puntos tan extremos que hace muy difícil siquiera
volver a la situación anterior a 1982. La posición oficial refleja
una mayoría proclive a la reivindicación de la soberanía
territorial sin tener en cuenta los isleños que hace casi dos siglos
que ahí viven en condiciones muy duras. Estos a su vez, que supieron
tener una posición amigable y cercana con nuestro país, han
desarrollado una desconfianza que les impide toda actitud de
acercamiento. Ni ellos quieren dejar de ser británicos ni estos los
van a abandonar a su suerte, sobre todo frente a la posición cerrada
de los argentinos. En síntesis: definitivamente es
una situación sin solución.
Ahora y en el futuro también.
Esto no quiere decir que no se pueda
desarrollar una acción diplomática en el largo plazo tendiente a
mejorar las condiciones de la negociaciónvi.
Pero no se puede hacer eso sin tener claro cual
es el escenario al que se aspira llegar, qué es lo que se negocia.
Hay
un solo escenario para darle salida a una situación sin solución:
el de la regionalización.
El
mundo marcha hacia la regionalización. El estado nación está
condenado en los círculos más íntimos de la cebolla del poder.
Claramente, una lectura atenta de los meta mensajes y subtextos del
G-20 muestra que la soberanía nacional es un atributo que está
siendo condicionado sin prisa pero sin pausa por una normativa global
de creciente injerencia. Estos son procesos de largo plazo pero sus
generatrices ya pueden ser percibidas y se sabe que toda larga marcha
comienza en algún momento. No quiere decir de ninguna manera que los
estadonaciones desaparezcan de la noche a la mañana pero la
tendencia ya está establecida.
En
Europa, como parte de la normativa de la UE, ya funciona a pleno el
Comité de las Regiones. Toda Europa, mientras conserva su
configuración nacional, sus escudos, banderas y seleccionados de
fútbol, tiene desplegada un diseño geográfico que no respeta en
ningún caso los límites nacionales: hacia abajo y en el medio se
evidencia lo regional y microrregional y hacia arriba la omnipresente
UE que está funcionando desde hace décadas con sobresaltos pero sin
dejar en ningún momento de obrar por encima de los países (véase
por estos días la actuación de la primera ministra alemana Merkel
en el rol de comisario político con relación a Grecia y España).
En una América en proceso de
regionalización, arribar consensuadamente a una entidad compuesta
por Araucania, Patagonia y Malvinas, funcionando como institución
autónoma, con incumbencias progresivas al igual que lo que ocurre en
Europa, tendría un enorme potencial y viabilidad sustentable.
De
hecho ya existen agrupaciones meso regionales que unen a provincias
nuestras con estados y regiones de todos los países vecinos. El
escenario puede resultar un tanto extraño para nuestras mentes
habituadas al cortoplacismo. Pero bueno, a nivel de los países, las
cosas son así; siempre hay otras formas de ver la realidad en
gestación que se internan en el futuro con más empeño, adoptando
riesgos intelectuales que otros pensamientos que prefieren vivir el
día a día en torno a lo suyo no asumen. Tomemos un caso muy
interesante para imaginar lo que puede empezar a pasar en nuestro
país a partir de ahora: el primer ciclo largo de crecimiento que
duró 70 años hasta el golpe de 1930. Un repaso de ese proceso, sin
duda el más presentable de los que se vivieron en nuestro país, nos
muestra cosas sorprendentes, por ejemplo, que el conjunto de factores
que hicieron posible ese ciclo ya estaban o fueron introducidos por
la modernidad en los tiempos de Rosas, una de los épocas más
oscuras que se vivieron en el siglo XIX. A saber: los rubros
relacionados a la genética, los oficios, las técnicas, la
inmigración y el conocimiento del territorio tuvieron un vivo
desarrollo en esa época. Cuando Mitre en 1862 comienza el proceso de
organización nacional, en nuestro país ya había ovejas y vacas de
raza, alambrados, ferrocarriles, artesanos de todo tipo,
disponibilidad de los oficios necesarios, relaciones externas
establecidas, la inmigración en pleno despliegue y el territorio
había sido rastreado en su conjunto. Los problemas remanentes, sobre
todo los ligados al atraso de las instituciones y el caudillismo
feudal de las provincias, fueron resueltos en muy poco tiempo debido
a que existía una base material que hacía posible el crecimiento y
en cierta medida el desarrollo económico, social y cultural. Esta
mirada retro es importante para ver la prospectiva de nuestro país
presto a comenzar su segundo ciclo largo de crecimiento y ponderar en
sus justos términos algunas de las cosas que están pasando por
estos días. Como mucha gente lo dice, el gran desafío para el
territorio que nos acoge y contiene es transformar ese crecimiento en
desarrollo, plenamente insertados en la escena global. Es necesario
abrirnos al mundo, al contrario de lo que insólitamente está
haciendo el gobierno nacional, y la racionalidad, el sentido común y
fina tradición de nuestra diplomacia en el tratamiento del tema de
Malvinas, dándole la importancia que realmente tiene, puede ayudar a
mejorar nuestra imagen externa.
Ing. Alberto Ford
La Plata, 22 de febrero de
2012.
i
Palermo,
Vicente, Malvinas,
un laberinto político,
<http://www.lanacion.com.ar/1449064-malvinas-un-laberinto-politico>
Romero
Luis Alberto ¿Son
realmente nuestras las Malvinas?
<http://www.lanacion.com.ar/1448512-son-realmente-nuestras-las-malvinas>
Walger
Sylvina, Por
favor, dejemos en paz a esos isleños,
<http://www.lanacion.com.ar/1448905-por-favor-dejemos-en-paz-a-esos-islenos>
Lanata,
Jorge, Cipayos
y cipayas,
<http://www.perfil.com/ediciones/2012/2/edicion_648/contenidos/noticia_0016.html>
Nota:
Está anunciado para hoy un pronunciamiento opositor que promete
levantar mucha polvareda de intelectuales, políticos y periodistas
defendiendo el derecho a la autodeterminación por parte de los
isleños
<http://www.lanacion.com.ar/1450381-malvinas-un-grupo-de-intelectuales-pide-cambiar-la-politica>
ii
Mi
tatarabuelo Enrique y Thomas eran hermanos; ambos habían venido al
Río de la Plata desde su aldea natal, Ivybridge, a no más de 20 Km
de Plymouth, en el sudoeste de Inglaterra. Corrían los años
treinta del siglo XIX. Thomas, de oficio carnicero (también figura
como ovejero), a partir de 1842 trabajó algún tiempo en las Islas
Malvinas donde nació su primogénito al que llamó Tomás Malvino
lo que demuestra que por aquellos años la forma de ver las cosas no
estaba tan definida como ahora, sobre todo a partir de 1982. El
viejo
Thomas Ford es el antepasado kelper que alguna vez mencionó el ex
presidente Alfonsín y también tatarabuelo del actual presidente
del Episcopado, monseñor Arancedo
iii
Hay
un caso emblemático que muestra el pragmatismo con que UK se mueve
en dichos planos: el de Hong Kong. Concedida tardíamente su
independencia a pesar de la persistente presión del gigante chino,
la ex colonia alcanzó su libertad manteniendo un status
institucional que le permitía convivir con el régimen comunista.
La nueva situación no trajo aparejado ningún rencor por parte de
UK. El principal banco global con sede en Londres es The Hong Kong
and Shanghai Banking Corporation (HSBC) cuya sigla empieza con una H
que ha sido facilitada gentilmente por la ex colonia en la cual los
ingleses siguen teniendo importantísimos intereses referidos a su
relación multifacética con el territorio chino.
iv
Ver:
Cavallari, Juan José, Ford Alberto, El
enfoque territorial en la Argentina,
2011, http://juanjocavallari.blogspot.com/
v
La
única estación del metro de París que lleva nombre de país es
Argentine.
¿Cuál es la causa de esta distinción? Fue producto de una acción
diplomática del peronismo en 1948 tendiente a renombrar la parada
para de esa manera hacer patente un reconocimiento por parte de
Francia de la ayuda alimentaria prestada por nuestro país luego de
la guerra. Previamente la estación se llamaba Obligado como una
forma de recordar la batalla que los franceses creían
haber ganado en 1845 en San Pedro. Pero no, estaban equivocados.
Según nuestros revisionistas, el triunfo habría sido de Rosas, el
más unitario de los federales, en el indisimulable intento de
defender los intereses del puerto de Buenos Aires. La realidad es
que la flota europea traspasó en forma relativamente fácil las
cadenas con que intentaban frenarla desde las barrancas para poder
comerciar con las provincias de la Mesopotamia las que por su parte
recíprocamente aspiraban a sacar sus productos sin tributar a la
aduana porteña.
vi
Hay
una propuesta en
tal sentido del dirigente radical Federico Storani denominada
Malvinas:
entre Pentrelli y un imperio atado con alambre
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