lunes, 2 de septiembre de 2019


Malvinas: sin solución pero con salida.

Han comenzado a escucharse voces disonantesi con el discurso oficial sobre el tema de las islas Malvinas (IM). Esas posiciones no subestiman el hecho de que el gobierno ha reflotado un asunto sensible en momentos en que se pone en marcha un ajuste de previsibles repercusiones sociales negativas, pero van más allá. Lo verdaderamente novedoso son los interrogantes explícitos o no sobre la propia justicia del reclamo de soberanía territorial por parte de los argentinos. Ese doble cuestionamiento, que no necesariamente tiene un marcado tinte opositor, se potencia cuando se están por cumplir 30 años de la invasión a las islas por parte de la última dictadura militar.

La cuestión Malvinas no es secundaria tampoco en el Reino Unido (UK). En un film en cartel por estos días sobre Margaret Tatcher–un relato quasi oficial sobre las decisivas transformaciones sufridas por UK en la década de los ochenta- se ve cómo usaron el conflicto para compensar los costos del ajuste de su economía y el cambio de paradigma productivo, pero también la importancia que alcanzó el mismo en esa administración. Con la victoria, la popularidad de Tatcher creció exponencialmente.


Una trayectoria discontinua.

Un repaso sobre los descubrimientos, ocupaciones, nombramientos y reclamos de soberanía y autonomía sobre las IM muestras que ese camino no fue lineal ni tan claro como para que dé derechos indiscutibles a alguna de las partes. Por lo menos holandeses, franceses, ingleses, norteamericanos y españoles frecuentaron sus tierras y alrededores con intenciones posesivas, re o vindicativas (también se conjetura que algún indígena extraviado de origen patagónico llegó a sus orillas en canoa). El protagonismo argentino a lo largo de ese proceso fue casi insignificante. Veamos.

No existen evidencias comprobadas sobre los descubridores de las IM. A lo sumo se han hecho conjeturas basadas en indicios que hablan de la presencia de diversos navegantes a lo largo del siglo XVI. Fehacientemente recién circa 1600 las visitó un marino holandés Sebald de Weert que las llamó Islas Sebald, la primera denominación conocida, tal como figura en mapas holandeses de la época. Unas décadas más tarde anduvo por el canal que separa los dos territorios mayores un navegante inglés que como reconocimiento a quien le financiaba la expedición, el vizconde Falkland, se abstuvo en este caso de renombrarlas con su propio apellido. Islas Malvinas, otra de las denominaciones, proviene de Malouines y fue la forma que adoptó el marino francés  Louis Antoine de Bougainville en 1764 para homenajear al puerto de Saint-Malo de donde provenía.

En una palabra las islas pasaban de una mano a otra casi sin conflictos hasta que la explotación comercial del entorno marítimo comenzó a tener mayor envergadura. Ahí se produjeron enfrentamientos entre españoles e ingleses, incluso una escaramuza armada que no pasó a mayores. En 1766 Francia accedió a evacuarlas y reconoció la soberanía española sobre el archipiélago estableciéndose la gobernación de las Islas Malvinas. Paralelamente, los ingleses fundaron  Port Egmont en la Isla Trinidad. Un poco más tarde España logró la retirada de los británicos en el marco de los acuerdos llamados convenciones de Nutka aunque en 1811 las Malvinas fueron evacuadas por los españoles. Las IM quedaron desiertas siendo solo visitadas por barcos balleneros de diversas nacionalidades.

Recién en 1820 el gobierno de  Buenos Aires envió una fragata a tomar posesión y reafirmar sus derechos en las Malvinas. Desde 1823 concedió a Luis María Vernet la explotación de los recursos de las islas. El 10 de junio de 1829 se creó la comandancia política y militar de las islas con asiento en la isla Soledad. Sin embargo, los intentos de controlar la pesca de ballenas dieron lugar a que la corbeta de guerra Lexington de los Estados Unidos destruyera a cañonazos las instalaciones de Puerto Soledad. Por último, el 2 de enero de 1833 una fragata de guerra británica comunicó al jefe argentino que iba a reafirmar la soberanía británica y retomar posesión de las islas en nombre del rey de Inglaterra. El capitán de la goleta Sarandí, José María Pinedo, a cargo del asentamiento, no se consideró en condiciones de resistir y optó por retornar a la Argentina.

Las relaciones que se sucedieron con posterioridad a la usurpación inglesa se caracterizaron por una convivencia amigable y benévola con nuestro país por parte de la población de predominancia inglesa instalada ya en forma estable. Muchos de ellos, con familiares en el territorio argentinoii, tenían una frecuente y ágil comunicación según los medios de transporte disponibles, venían a estudiar a los colegios ingleses y se atendían en el hospital de Comodoro Rivadavia y Británico de Buenos Aires en los casos de mayor complejidad; pudieron recibir alimentos frescos y otros artículos de difícil acceso por la lejanía con UK. Obviamente, todo eso cambió en 1982.


¿Qué tipo de intereses movió a Inglaterra a ocupar las islas en 1833?

En el siglo XIX, apogeo de la prepotencia imperial inglesa, de haberse deseado la ocupación podría haber alcanzado no solo a las islas sino a toda la Patagonia y la Araucanía chilena; tenían todas las condiciones de impunidad y supremacía para ello. Por esos años, UK se procuró todos los extremos australes del planisferio por los cuales evidentemente sentía una especial predilección: Nueva Zelanda (1835), Australia (1770), India (1857), Sudáfrica (Ciudad del Cabo, 1806). Nuestros territorios continentales del sur, casi totalmente deshabitados y fuera de la civilización, podrían haber sido fácil presa de las apetencias inglesas. Si embargo, prefirieron canalizar sus intenciones a través de estancieros ingleses y pacíficos pobladores del reino de Gales que le sacaron todo el jugo posible a la Patagonia hasta transformarla en una potencia en la producción de lana y carne ovina. De esa movida geopolítica se confirma algo que es sabido: para los ingleses de las relaciones internacionales los motiva más que nada los aspectos comerciales y cuando ocupan una franja de territorio lo hacen principalmente en función de esos intereses. No tienen capacidad ni vocación para internarse en las profundidades continentales (como sí la tuvieron los españoles o los rusos en sus épocas imperiales) y han concluido que pueden alcanzar sus objetivos con afincar a sus comerciantes en las costas e introducir sus culturas como herramientas de vínculo hegemónico. Ejemplo de esa concepción marítima de las estrategias de dominación hay unos cuantos en todo el mundo en los últimos dos o tres siglos.

Tampoco tienen problemas en conceder la libertad a sus colonias. El Commonwealth es una asociación voluntaria de esas ex colonias de la que hasta donde se sabe ninguna de ellas ha desertado; más bien lo contrario; se prenden con uñas y dientes porque la relación comercial que se perpetúa a través del tiempo es conveniente para quienes en el pasado estuvieron subyugadosiii.


¿Para que quiere nuestro país recuperar las IM?

La historia de cualquier país está plagada de contradicciones. El nuestro no parece ser la excepción. En materia de territorio tenemos por delante un panorama francamente desolador. Con casi tres millones de kilómetros cuadrados de posesión soberana, nuestro país concentra un tercio de su población en el conurbano bonaerense, una medialuna de no más de 2.750 Km2 con una densidad de 4.737 hab/Km2; gran parte del resto es territorio sub o desocupado. La Patagonia se lleva las palmas: tiene una densidad de 1,3 hab/Km2. La cuestión territorial en la Argentina pasa a ser su principal problema estructuraliv. En tanto no se revierta el sentido de un vector centrípeto que lleva a concentrar alrededor de la capital federal el conjunto de factores ecosistémicos que forman parte del patrimonio nacional (incluso las expectativas de la gente), todo planteo federalista será retórico y la otra cara de un unitarismo que viene desde la colonia.

Esos desequilibrios en el tratamiento del territorio en el caso de la soberanía sobre Malvinas, por su complejidad, incrementan las implicancias en juego. Por ejemplo, no se puede ignorar el papel tradicional que juegan los puntos de vista castrenses en las reivindicaciones nacionalistas del territorio y los avatares a los que estuvimos sometidos cuando la influencia de los militares era mayor. La aventura malvinense de la última dictadura no fue la única; un poco tiempo antes estuvimos al borde de una guerra con Chile por tres minúsculas islas en el lejano sur porque su posesión hubiera permitido al país hermano salir al océano Atlántico y hacer en esa situación reclamos sobre el mismo (!). La historia argentina no solo contiene unos cuantos de esos acontecimientos sino que el propio relato en gran parte de ella se ha construido sobre supuestos que hoy a la distancia pueden ser vistos de otra manera. Por ejemplo los resultados de la reivindicación soberana de la aduana porteña en la Vuelta de Obligadov.

La anécdota es válida para ver cómo determinados puntos de vista en la historia y en la concepción de los hechos han teñido de surrealismo la serie de acontecimientos que nos traen hasta nuestros días. El tema de Malvinas tiene mucho de esto, aunque Malvinas sea considerada una causa nacional y como se dice ahora razón de estado con la aquiescencia de gran parte del sistema político que a lo sumo considera, obviando la raíz más profundo de la problemática, que la forma en que se están desarrollando los acontecimientos en nuestros días se debe a una manipulación política para tapar el ajuste pero que pese a ello no pueden dejar de prestarse a ser actores de reparto en la puesta en escena oficial.


¿Hasta dónde podemos llegar con las negociaciones?

El conflicto de las IM que podría haber seguido un curso conveniente como el de muchos países y enclaves de la Commonwealth se complicó totalmente con la aventura militar. Prácticamente, llevó las posiciones a puntos tan extremos que hace muy difícil siquiera volver a la situación anterior a 1982. La posición oficial refleja una mayoría proclive a la reivindicación de la soberanía territorial sin tener en cuenta los isleños que hace casi dos siglos que ahí viven en condiciones muy duras. Estos a su vez, que supieron tener una posición amigable y cercana con nuestro país, han desarrollado una desconfianza que les impide toda actitud de acercamiento. Ni ellos quieren dejar de ser británicos ni estos los van a abandonar a su suerte, sobre todo frente a la posición cerrada de los argentinos. En síntesis: definitivamente es una situación sin solución. Ahora y en el futuro también.

Esto no quiere decir que no se pueda desarrollar una acción diplomática en el largo plazo tendiente a mejorar las condiciones de la negociaciónvi. Pero no se puede hacer eso sin tener claro cual es el escenario al que se aspira llegar, qué es lo que se negocia.

Hay un solo escenario para darle salida a una situación sin solución: el de la regionalización.

El mundo marcha hacia la regionalización. El estado nación está condenado en los círculos más íntimos de la cebolla del poder. Claramente, una lectura atenta de los meta mensajes y subtextos del G-20 muestra que la soberanía nacional es un atributo que está siendo condicionado sin prisa pero sin pausa por una normativa global de creciente injerencia. Estos son procesos de largo plazo pero sus generatrices ya pueden ser percibidas y se sabe que toda larga marcha comienza en algún momento. No quiere decir de ninguna manera que los estadonaciones desaparezcan de la noche a la mañana pero la tendencia ya está establecida.

En Europa, como parte de la normativa de la UE, ya funciona a pleno el Comité de las Regiones. Toda Europa, mientras conserva su configuración nacional, sus escudos, banderas y seleccionados de fútbol, tiene desplegada un diseño geográfico que no respeta en ningún caso los límites nacionales: hacia abajo y en el medio se evidencia lo regional y microrregional y hacia arriba la omnipresente UE que está funcionando desde hace décadas con sobresaltos pero sin dejar en ningún momento de obrar por encima de los países (véase por estos días la actuación de la primera ministra alemana Merkel en el rol de comisario político con relación a Grecia y España).

En una América en proceso de regionalización, arribar consensuadamente a una entidad compuesta por Araucania, Patagonia y Malvinas, funcionando como institución autónoma, con incumbencias progresivas al igual que lo que ocurre en Europa, tendría un enorme potencial y viabilidad sustentable.

De hecho ya existen agrupaciones meso regionales que unen a provincias nuestras con estados y regiones de todos los países vecinos. El escenario puede resultar un tanto extraño para nuestras mentes habituadas al cortoplacismo. Pero bueno, a nivel de los países, las cosas son así; siempre hay otras formas de ver la realidad en gestación que se internan en el futuro con más empeño, adoptando riesgos intelectuales que otros pensamientos que prefieren vivir el día a día en torno a lo suyo no asumen. Tomemos un caso muy interesante para imaginar lo que puede empezar a pasar en nuestro país a partir de ahora: el primer ciclo largo de crecimiento que duró 70 años hasta el golpe de 1930. Un repaso de ese proceso, sin duda el más presentable de los que se vivieron en nuestro país, nos muestra cosas sorprendentes, por ejemplo, que el conjunto de factores que hicieron posible ese ciclo ya estaban o fueron introducidos por la modernidad en los tiempos de Rosas, una de los épocas más oscuras que se vivieron en el siglo XIX. A saber: los rubros relacionados a la genética, los oficios, las técnicas, la inmigración y el conocimiento del territorio tuvieron un vivo desarrollo en esa época. Cuando Mitre en 1862 comienza el proceso de organización nacional, en nuestro país ya había ovejas y vacas de raza, alambrados, ferrocarriles, artesanos de todo tipo, disponibilidad de los oficios necesarios, relaciones externas establecidas, la inmigración en pleno despliegue y el territorio había sido rastreado en su conjunto. Los problemas remanentes, sobre todo los ligados al atraso de las instituciones y el caudillismo feudal de las provincias, fueron resueltos en muy poco tiempo debido a que existía una base material que hacía posible el crecimiento y en cierta medida el desarrollo económico, social y cultural. Esta mirada retro es importante para ver la prospectiva de nuestro país presto a comenzar su segundo ciclo largo de crecimiento y ponderar en sus justos términos algunas de las cosas que están pasando por estos días. Como mucha gente lo dice, el gran desafío para el territorio que nos acoge y contiene es transformar ese crecimiento en desarrollo, plenamente insertados en la escena global. Es necesario abrirnos al mundo, al contrario de lo que insólitamente está haciendo el gobierno nacional, y la racionalidad, el sentido común y fina tradición de nuestra diplomacia en el tratamiento del tema de Malvinas, dándole la importancia que realmente tiene, puede ayudar a mejorar nuestra imagen externa.



Ing. Alberto Ford

La Plata, 22 de febrero de 2012.

i Palermo, Vicente, Malvinas, un laberinto político, <http://www.lanacion.com.ar/1449064-malvinas-un-laberinto-politico>
Romero Luis Alberto ¿Son realmente nuestras las Malvinas? <http://www.lanacion.com.ar/1448512-son-realmente-nuestras-las-malvinas>
Walger Sylvina, Por favor, dejemos en paz a esos isleños, <http://www.lanacion.com.ar/1448905-por-favor-dejemos-en-paz-a-esos-islenos>
Nota: Está anunciado para hoy un pronunciamiento opositor que promete levantar mucha polvareda de intelectuales, políticos y periodistas defendiendo el derecho a la autodeterminación por parte de los isleños <http://www.lanacion.com.ar/1450381-malvinas-un-grupo-de-intelectuales-pide-cambiar-la-politica>
ii Mi tatarabuelo Enrique y Thomas eran hermanos; ambos habían venido al Río de la Plata desde su aldea natal, Ivybridge, a no más de 20 Km de Plymouth, en el sudoeste de Inglaterra. Corrían los años treinta del siglo XIX. Thomas, de oficio carnicero (también figura como ovejero), a partir de 1842 trabajó algún tiempo en las Islas Malvinas donde nació su primogénito al que llamó Tomás Malvino lo que demuestra que por aquellos años la forma de ver las cosas no estaba tan definida como ahora, sobre todo a partir de 1982. El viejo Thomas Ford es el antepasado kelper que alguna vez mencionó el ex presidente Alfonsín y también tatarabuelo del actual presidente del Episcopado, monseñor Arancedo
iii Hay un caso emblemático que muestra el pragmatismo con que UK se mueve en dichos planos: el de Hong Kong. Concedida tardíamente su independencia a pesar de la persistente presión del gigante chino, la ex colonia alcanzó su libertad manteniendo un status institucional que le permitía convivir con el régimen comunista. La nueva situación no trajo aparejado ningún rencor por parte de UK. El principal banco global con sede en Londres es The Hong Kong and Shanghai Banking Corporation (HSBC) cuya sigla empieza con una H que ha sido facilitada gentilmente por la ex colonia en la cual los ingleses siguen teniendo importantísimos intereses referidos a su relación multifacética con el territorio chino.
iv Ver: Cavallari, Juan José, Ford Alberto, El enfoque territorial en la Argentina, 2011, http://juanjocavallari.blogspot.com/
v La única estación del metro de París que lleva nombre de país es Argentine. ¿Cuál es la causa de esta distinción? Fue producto de una acción diplomática del peronismo en 1948 tendiente a renombrar la parada para de esa manera hacer patente un reconocimiento por parte de Francia de la ayuda alimentaria prestada por nuestro país luego de la guerra. Previamente la estación se llamaba Obligado como una forma de recordar la batalla que los franceses creían haber ganado en 1845 en San Pedro. Pero no, estaban equivocados. Según nuestros revisionistas, el triunfo habría sido de Rosas, el más unitario de los federales, en el indisimulable intento de defender los intereses del puerto de Buenos Aires. La realidad es que la flota europea traspasó en forma relativamente fácil las cadenas con que intentaban frenarla desde las barrancas para poder comerciar con las provincias de la Mesopotamia las que por su parte recíprocamente aspiraban a sacar sus productos sin tributar a la aduana porteña.
vi Hay una propuesta en tal sentido del dirigente radical Federico Storani denominada Malvinas: entre Pentrelli y un imperio atado con alambre
























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