jueves, 17 de mayo de 2018

La crisis argentina. Compleja pero no tan complicada

El trabajo tiene dos partes. La primera hace referencia a algunos aspectos de la crisis desatada en estos días. Sobre todo se tiene en cuenta la evolución de ciertas variables económicas y financieras que se han visto afectadas, y los puntos de vista que han dado lugar a una diversidad de manifestaciones. La segunda, se interna en un somero ejercicio prospectivo con relación a las elecciones de 2019.

Complejidad no es lo mismo que complicación. Más acá de los comunes ancestros etimológicos, el uso ha ido diferenciando ambas nociones; así, han llegado a no tener nada en común, salvo cuando se recurre a ellas en forma indiscriminada. La cantidad de aspectos interactuando en un sistema y la manera en que lo hacen, se mide por la complejidad. Se dice que una situación es compleja cuando hay muchas piezas en el tablero que se mueven en forma dependiente o por sí mismas, dando lugar a una trama de relaciones no simple, más bien enmarañada. Es la parte cuantitativa de la complejidad medible por medio de una ley (Ashby). O pueden no ser muchas, pero con relaciones no lineales e intermediadas entre esas piezas o elementos; es el costado cualitativo de la complejidad. En cambio, la noción de complicación es más intuitiva, remite a la dificultad para hacer algo. Esta introducción es puesta para justificar el título de este breve trabajo referido a la furibunda e intempestiva crisis que nos abatió a los argentinos en los últimos días y sus derivaciones.

Yo veo dos aspectos que están actuando con cierta independencia. El orden fáctico de la realidad, evidenciado en el trascurso económico y financiero, y lo político, referido cada vez más a las elecciones del año que viene.

Hay que decirlo de una: las negociaciones con el FMI no tiene demasiada incidencia en la realidad a diferencia de lo que pasa con el imaginario social; este último al rememorar crisis de dramáticas resoluciones. Para quienes lo vivieron, es imposible no recordar el 2001 sin conmoverse. Es como hablar de los nazis en Alemania. Hacerlo es necesario pero sus cargas, en los sentimientos, son inevitables. Por el contrario, desde los impactos en el devenir económico y financiero, la crisis en curso amerita otro tipo de sintonía más fina.

Las misiones del Fondo

Argentina, sin interrupciones, está asociada al FMI desde 1956. Nunca dejó de pagar la cuota. Ello no quiere decir que la relación no haya sido conflictiva. Con el peronismo lo fue, y Cambiemos recibió esa herencia que hubo de superar para evidenciar que Argentina se proponía ser un país en serio. Con ese fin, desde el primer minuto del nuevo gobierno de Cambiemos, se restablecieron las comunicaciones. En estos tres años han venido delegaciones técnicas del FMI a revisar las cuentas públicas: el famoso artículo cuarto. Sus estadías han sido prologadas, no menos de diez días; la última trascurrió el mes pasado. Se infiere que las requisas fueron a fondo. Nadie dijo nada en ese momento, más allá de la comunicación oficial o alguna mención periodística.

Con referencia a la anterior misión, la del año pasado, en el portal del FMI se informaba el 30 de octubre de 2017, que “una misión del Fondo Monetario Internacional se encuentra actualmente en Argentina para llevar a cabo la Consulta del Artículo IV”. Más información sobre cuestiones claves con respecto a la Consulta del Artículo IV con Argentina se encuentra en https://www.imf.org/external/country/arg/argfaq.htm.  En Internet se puede ver que el monitoreo del artículo IV es un procedimiento normal en todos los países del mundo.

En realidad, el problema más de “fondo” es otro: el FMI, como todos los organismos multilaterales, ha sido subsumido en el G20. La razón es lógica. Los países que lo sustentan, son los que se sientan a la mesa del G20. Eso quiere decir que las burocracias del FMI no tienen la independencia que solían mostrar antaño (como ejemplo, buscar en Google el tono con que Bernardo Grispun, en los primero años del advenimiento democrático, discutió con el economista catalán Joaquín Ferrán, en la oportunidad representando al Fondo).

Esta semana, cuando nuestro país inicia las negociaciones en Nueva York, lo hace en un contexto caracterizado por una inédita catarata de comunicaciones de los países que cortan el bacalao, apoyando el curso seguido por Cambiemos. Ninguno faltó a la cita. Entonces, la negociación se hará en un contexto de ambigüedad, entre los arraigados reflejos de las burocracias, y las expresiones taxativas de los países que financian el fondo. No es difícil imaginar el resultado de las negociaciones.

En segundo lugar, el “stand by” -de “alto acceso” como se denomina técnicamente- tiene el carácter de optativo. Es un reaseguro. Para el país, “el crédito es “una medida preventiva de financiamiento, porque no necesita el dinero hoy” como se informó desde el gobierno. Argentina ha logrado recomponer las reservas del Banco Central (desde 0 que dejó el peronismo hasta los más de U$S 60.000 millones que hay ahora disponibles). En un ambiente de supuesta corrida cambiaria, esta semana el Banco Central puso a la venta U$S 5.000 millones de dólares a precios fijo, y los inversores solo compraron la décima parte.

Tercero, el préstamo, de uso eventual, tiene muy baja tasa, 4% anual en dólares. Compárese con la tasa del 16% que, por igual servicio, el comandante Chávez le cobró al peronismo, negociado que la anterior gestión presentó como un acto de soberanía para que las cuentas públicas no fueran investigadas por el FMI (ahora se sabe el porqué del celo). 

El porqué del gradualismo

En otro trabajo hemos visto que lo esencial de la irrupción de Cambiemos se puede visualizar en tres andariveles: 1) la infraestructura de conectividad y el cambio de la matriz territorial, 2) el desmonte de las corporaciones y la transparencia de los procedimientos, 3) la reconfiguración del modelo industrial y energético. El primero remite al desequilibrio territorial y demográfico que desde la creación del Virreinato ha ido transformando al país en una cancha inclinada, cuya manifestación más dramática es la inviabilidad del conurbano bonaerense. El segundo, hace alusión a que la sociedad argentina está totalmente asentada en corporaciones caracterizadas por diversos procedimientos ineficientes e ineficaces, y un conjunto ilimitado de prácticas corruptas. El tercer andarivel, se refiere a los cambios que hay que hacer en las modalidades productivas, de bienes y servicios, para insertar como sociedad abierta a la Argentina en la globalización. El abordaje de otros aspectos de la gestión –incluidos algunos de carácter estratégico como la disminución de la pobreza o la modernización de la educación- están dependiendo de la puesta en marcha y el logro de soluciones sostenibles a esos problemas ya establecidos[1].

 El avance del proceso de reinserción de nuestro país en el mundo depende de mantener la paz social, sobre todo en los sectores de menores ingresos. Eso se llama subsidios con la consiguiente e inevitable carga del déficit fiscal. La cordial y sostenida relación entre Carolina Stanley, ministra de desarrollo social, y el delegado del Papa Francisco, Juan Grabois, revela que la convivencia en ese ámbito no es conflictiva. Las claves para que ese vínculo, de mil facetas, se desenvuelva en un clima de tranquilidad, son entre otras las siguientes: planes descansar, tarifa social para los servicios, SUBE, relativa estabilidad de precios en artículos de la canasta básica (aceite, leche, harina, arroz, polenta, diversas carnes, etc.). La inflación no debe afectar más allá de un punto el poder adquisitivo en la parte más baja de la pirámide social.

Ahora bien, el déficit fiscal se puede mantener con apoyo externo sin que ese apoyo deba implicar nuevas o distintas intervenciones a las vigentes. El tema de la deuda se debe ubicar en el contexto correcto. El porcentaje  de la deuda externa argentina con relación al PBI (36%) es menor al de sus vecinos: Uruguay (50%), Chile (66%) y Paraguay (58%) y solo es mayor al de Brasil (30%). En el caso de los países desarrollados, ese porcentaje está por encima de los valores regionales: EEUU (98%), UK (283%), Alemania (148%), Japón (74%), España (97%), Irlanda (780%), etc. Léase: hoy, a diferencia del pasado, la deuda externa es una variable irrelevante que es monitoreada  por un organismo multilateral cuyo poder está totalmente por debajo del G20 (ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Deuda_externa_por_pa%C3%ADs)

Las finanzas de un país pueden ser representadas por un poliedro con mil caras. Por tomar un caso, el del déficit fiscal. Obviamente, ese desbalance debe ser transitorio, pero, en tanto se cuente con espalda para sostenerlo, ese tiempo de espera debe ser usado para transformaciones estratégicas, como las comentadas. Lo mismo se puede decir del déficit comercial. Si las importaciones -a diferencia de la época peronista que consistían en contrabandear conteiners con chucherías chinas- ahora son bienes de capital para aumentar la competitividad de la industria y los servicios, tiene sentido mantener el déficit tanto tiempo como sea necesario para el logro de ese otro fin superior.

En resumen: ni el Fondo es lo que era, ni el monitoreo de las cuentas públicas una novedad. El dólar se irá acomodando, no al ritmo que esperan los industriales prebendario, sino, en consonancia con los cambios globales, de manera de ir capeando la tendencia inflacionaria paro no afectar los ingresos de los sectores menos pudientes. Y de paso como un chaleco coercitivo para afectar a los empresarios responsables de la decadencia argentina de los últimos ochenta años y, de esa manera, forzar su modernización y aptitud competitiva global. Evitar cualquier tipo de políticas de shock tiene que ver con el nuevo momento que vive la Argentina, donde los sectores más cuidados son los pobres, y la pobreza el principal objetivo social estratégico. El cometido de disminuir la pobreza por parte de Cambiemos es incondicional, y no está sujeto a ningún tipo de especulación clientelar. Las diferencias con el pasado son obvias. A veces, y no es difícil que ocurra, se cae en juicios apresurados con respecto a la pobreza… y los pobres. Hay que decirlo: la culpa de la pobreza se debe buscar en la incapacidad del sistema económico y productivo de generar puestos de trabajo dignos en cantidad y calidad. Cuando ese objetivo se alcance en la cuantía necesaria como para revertir las tendencias decadentes, comenzará otra historia con otros desafíos; no antes.

Se dice también que no hay inversiones, que ellas tardan más de lo esperado, que el clima entre los inversores externos puede verso afectado, o que el FMI puede condicionar la operatoria de los proyectos de participación público-privada (PPP). En primer lugar no es cierto que no haya inversiones en curso; las hay y son cuantiosas, sobre todo en el ámbito de la energía. Al respecto una anécdota.

Hace muchos años, cuando en EEUU no existía la FED, los bancos se manejaban con autonomía, se bastaban a sí mismos. Había algunos poderosos, como el de J P Morgan, y otros no tanto. Uno de ellos, ante la amenaza de verse afectado por una fuga de los depósitos, fue a pedirle ayuda al más fuerte. Luego de la presentación desesperada, Morgan le empezó a preguntar por la familia, y sobre otras cosas no relacionadas a las tribulaciones del pobre. Como este se sentía cada vez peor, porque no se podía enfocar en el tema, Morgan lo invitó a dar un paseo. En la calle principal del pueblo, ante la mirada de los transeúntes, Morgan le dijo: “deje de preocuparse, no le va a pasar nada malo, el problema ya está resuelto”. Efectivamente, así había ocurrido. Los depositantes, al ver al banquero pobre caminando junto a J.P. Morgan, se convencieron de que tenía el respaldo suficiente. Los depósitos no fueron tocados y desapareció el peligro de la corrida bancaria.  
                  
Macri esta semana ha recibido el apoyo explícito, mediante llamadas telefónicas, de la totalidad de los miembros del G20. Nunca había ocurrido algo así en nuestro país. Con ese aval, que no es circunstancial, Argentina está en condiciones de superar cualquier tipo de situación relacionada a las necesidades de financiamiento externo.

El otro tema se relaciona con los PPP. Este programa es uno de los hijos dilectos del G20. Se está aplicando en todos los países del mundo; en algunos casos, cuando han arrancado antes, amenguando su utilización; ello es así porque el programa está orientado principalmente a  la infraestructura de conectividad, con respecto a la cual no todos los países muestran las mismas necesidades que, por tomar un caso, el nuestro. Obviamente, el FMI no tiene ninguna posibilidad de incidir en ese programa -el más importante de los existentes a nivel global- más allá de alguna intervención técnica dentro de las atribuciones del Fondo.  Al respecto se puede afirmar que los U$S 300.000 millones de depósitos de argentinos en el exterior, progresivamente irán volviendo al país –a través de una dialógica conflictiva entre el interés y la desconfianza- y se van ir orientando en gran parte al financiamiento de obras con el PPP, que es donde rendirá más el dinero.

Con respecto a la tardanza, cualquier inversión que no sea financiera, por ejemplo, de tipo productivo, que son las que nos interesan, amerita una serie de pasos proyectuales. Muchas de esas inversiones están en curso (normalmente tardan en concretarse años). La composición mencionada en bienes de capital de las importaciones, está diciendo justamente lo que está pasando en la parte de la industria nacional no renuente a la innovación. El otro aspecto, el de las decisiones estratégica de los inversores. Esas movidas no están decididas con el diario del lunes en la mano; el futuro, tan lejano como lo quieran los interesados, se hace presente en sus pantallas cada vez que es convocado.

Reelección sí, reelección no

No es casual, o podría ser vista así desde sus consecuencias, que la crisis se haya destapada en el tercer año del mandato de Cambiemos y que, su propia evolución, incida en la elección de 2019. Al respecto, y por unanimidad, las apuestas han sido, en lo que respecta a las candidaturas principales de Cambiemos, por la reelección. Ahora, con las eventuales consecuencias de la crisis, y algunas encuestas de última hora, la reelección, por lo menos de Macri, ha comenzado a ponerse en duda.

Mirando las cosas con patrones conceptuales de antaño, o a la luz de experiencias sucedidas, tanto las reelecciones como las alternancias, son posibles. Sin embargo, y en este interregno de duración indefinida pero no ilimitada, la aparición de Cambiemos en el firmamento político es la posibilidad de modificar puntos de vista establecidos. Lo sucedido en el sistema político de nuestro no es la consecuencia de una simple alternancia, como ha ocurrido tantas veces en el pasado.

Haya o no reelecciones de las personas (personalmente, incluso desde bastante antes de los sobresaltos de estos días, pienso que no las va a haber por otras razones que escapan a estos comentarios), lo que se ha producido en nuestro país es lo que denomino un salto cuántico, es decir, el establecimiento de un meta sistema cuyo único antecedente es la caída del rosismo en el siglo XIX, con la consiguiente desaparición de esa expresión política. Haciendo una comparación isomórfica, la constatación tiene que ver con lo que le está pasando al peronismo.

De la misma manera que Cambiemos, como espacio político, representa una mutación de paradigma, el peronismo, en su totalidad, es una expresión del pasado nacionalista burgués condenado a la desaparición. Eso no tiene nada que ver con los peronistas, que aparte de ser muchos, se irán reubicando bajo distintas formas[2].

En medio de la crisis de estos días, se menciona la posibilidad de hacer un pacto tipo “gran acuerdo nacional” o similar al de la Moncloa. No es esperable que ello ocurra, habida cuenta de que la principal fuerza de la oposición –Cristina Kirchner- no se avendría a tal alternativa. Sí se irán haciendo diversas combinaciones con gobernadores, individualmente o en pequeños grupos, con fines determinados, como por ejemplo el achicamiento del déficit, o configurando mayorías parlamentarias circunstanciales para aprobar iniciativas legislativas específicas, etc.

 De lo que no se puede dudar es de que Cambiemos llegó para quedarse, más allá de los liderazgos que se vayan sucediendo, o las reconfortantes crisis de crecimiento que sufra en su evolución. A modo de metáfora, hemos acudido al concepto de mitosis, un procedimiento que estudia la biología, que hace alusión a la división de la célula para su duplicación; en ese sentido; la ciudad de Buenos Aires puede ser una caja de Pandora. En general, el espacio establecido en la parte superior del sistema político (que se diferencia cuánticamente de la configuración pasada, en el marco de la cual se debate infructuosamente el peronismo) obviamente con el tiempo irá planteando escenarios de alternancia. Estos pueden adoptar diversas formas; no está claro cuál de ellos terminará por imponerse. Las opciones están abiertas. Sin embargo, nada de lo que pueda pasar se parecerá a lo que fue característico durante los ochenta años de la decadencia nacional.

Ing. Alberto Ford
La Plata, 16 de mayo de 2018





[1]al respecto ver: http://ingenieroalbertoford.blogspot.com.ar/2018/04/mayonesa-cortada-la-muerte-del.html
[2] Ver cita en pág. 1