martes, 29 de abril de 2014

Chernoziom

Rusia vuelve a ocupar los primeros planos de la escena internacional. La anexión lisa y llana de la península de Crimea ha generado un sinfín de controversias, amenazas de sanciones contra el apropiador, y presagios de que la situación es una vuelta a la guerra fría. Según los puntos de vista occidentales el hecho es un despojo a la integridad territorial de Ucrania; por el contrario, para los rusos es la “corrección de una flagrante injusticia” como dijo Vladimir Putin ante el congreso de su país. ¿Es esta medida unilateral de Rusia un capricho de gran potencia? Hay dos niveles para ver en su unidad y diferenciación lo que está pasando en Ucrania: uno el que nos muestra la “realidad” de los medios  –básicamente el escenario del conflicto construido por informaciones, declaraciones, interpretaciones, conjeturas, datos, imágenes, etc.- y otro, en una dimensión más abarcativa, el de los principales actores enfrentados pero coexistiendo al mismo tiempo en el G-20, un grupo formado por líderes de los países desarrollados y emergentes. Esa cohabitación en un ámbito de consenso hace presumir que en el teatro ucraniano se estaría representando una obra de connotaciones estratégicas. Se repara para ello en la ubicación de ese país como bisagra entre las macrorregiones europea y euroasiática: ¿un eventual estado colchón en esa zona de intereses encontrados? Ucrania tiene un potencial agrícola similar al de la Argentina (y sus vecinos), una situación que no debe pasar inadvertida en un mundo ávido de proteínas. El dato sería la justificación de una serie de acciones de ajuste referidas a ese país, un cometido que se ha comenzado a llevar a la práctica con asistencia financiera del FMI  (entre 14.000 y 18.000 millones de dólares), la vigilancia del G-20 como se acordó en la reunión de ministros de economía del grupo realizada esta semana en Washington, y el asesoramiento y gestión de la Unión Europea aunque, empero, no está claro que finalmente Ucrania vaya a integrar este bloque. Es posible esbozar escenarios probables para monitorear la marcha de un conflicto que puede ser demostrativo de la forma de metabolizar crisis (en el mundo hay muchas situaciones geográficas locales y regionales susceptibles de reclamos) que hacen a la marcha de la globalización, en particular, en sus aspectos políticos y económicos.
Comienzan a aquietarse las aguas. El conflicto ya salió de la primera plana de los diarios. Las elecciones presidenciales del próximo 25 de mayo no depararán grandes sorpresas según las encuestas que ya vienen marcando tendencias[i] Es momento para reflexionar en torno a Ucrania y el este europeo. Aunque lejos de acallarse, los ecos de la crisis que nos mantuvo pendientes durante estos días se proyectarán hacia el futuro y serán parte del diseño de la nueva configuración política y económica global. Ucrania (y Crimea) son puntos calientes de la post guerra fría debido a que están en el lugar de articulación de los intereses europeos con los asiáticos. Basta con hacer algunos números referidos a los factores en juego para ver la importancia de ese corredor que va desde Lisboa hasta Vladivostok.
Como en todo evento geopolítico de importancia, en el escenario no están todos los que son ni son todos los que están. En estos días hemos visto un desfile de argumentos, explicaciones, historias, datos, imágenes (y, por qué no, la expresión de algunos deseos subyacentes de regreso a tiempos de intolerancia) que han constituido el sustrato de las noticias. Pero ha habido un faltante: los inevitables y determinantes intereses en juego en el enfrentamiento que, en contra de lo que se dice, no separan un ápice a Putin de Obama y Merkel, los dirigentes con las mayores responsabilidades en la emergencia. A esos líderes los agrupa y compromete la confianza mutua[ii] de pertenecer a un espacio abarcativo del conjunto de los factores de poder mundial que, hoy por hoy, están en el G-20, la manifestación más evidente, a partir de la crisis del 2008, de una instancia funcional no estructurada capaz de influenciar decididamente en la marcha de los asuntos mundiales. Las sanciones impuestas a Putin son irrelevantes. En el caso de excluir a Rusia del G 8 en realidad están contribuyendo a la liquidación de ese grupo, un objetivo que ya venía siendo planteado de antemano con vistas a jerarquizar el G-20[iii]. Por otra parte, no hay ninguna posibilidad de que se tomen medidas de castigo económico contra Rusia debido a la extendida interdependencia en asuntos vitales, por ejemplo en energía y tecnología espacial, que existe entre los bandos que se han enfrentado con relación al tema ucraniano. En este trabajo veremos cómo hay distintos niveles y factores de conflicto evolucionando en forma paralela –interactuando entre sí pero manteniendo su independencia como en la teoría cuántica- para conducir el proceso ucraniano hacia coordenadas que todavía son motivo de especulaciones.
El oso ruso es insaciable
Lo peculiar de esta puesta es que el escenario inicial, la plaza Maidán de Kiev, se fue extendiendo al punto de que el actor protagónico terminó siendo el primer ministro del país vecino. ¡Qué no se ha dicho en estos días sobre las supuestas intenciones de Putin por parte de analistas que no siempre coinciden sobre un mismo tema y en algunos casos adoptan puntos de vista contrarios!
La más obvia de todas esas conjeturas es que con su movida Rusia intenta restablecer el imperio zarista o el soviético luego de haber quedado sin capacidad de reacción durante dos décadas a partir de la implosión de la URSS. Es cierto que a esa interpretación ayudan el rescate por parte de las actuales autoridades rusas de muchos símbolos de la época zarista -su bandera y el escudo con el águila bicéfala- o soviética –el himno nacional- y declaraciones de Putin según las cuáles la desaparición de la Unión Soviética fue “la gran catástrofe geopolítica del siglo XX”[iv].
Con relación a Crimea -donde tuvo lugar en 1943 la histórica cumbre de Yalta que acordó la repartija de áreas de influencia luego de la Segunda Guerra Mundial (2ºGM) lo que le confiere un valor simbólico significativo - hay tres factores a considerar.
1) Rusia tenía garantizada su permanencia en la península hasta 2042 en que los barcos de su inmensa base naval serán chatarra o museo. En ese aspecto y dada la forma pacífica en que se desenvuelven hoy en día los conflictos entre naciones desarrolladas, es un riesgo altamente improbable que se modifiquen o se desconozcan[v] los términos del acuerdo firmado oportunamente entre los dos vecinos eslavos,
2) la aplastante mayoría de población ruso parlante le garantiza la permanencia de una influencia cultural y política que en las condiciones imperantes en el este europeo no parece peligrar. Más del 60% de la población es rusa de origen y el resto no posee una masa crítica identitaria comparable, con un poder capaz de cuestionar esas relaciones de fuerza. Sin duda Rusia cree que Crimea le pertenece y en realidad fue así desde hace siglos cuando comenzaron a ser desterrados los tártaros que eran su pueblo originario, una tarea que fue culminada “exitosamente” por Stalin en la 2ºGM al acusarlos de colaboracionistas con los alemanes. Pero en la década del ’50 ocurrió un hecho atípico en la diplomacia: el primer ministro soviético Kruschev de origen ucraniano decidió, sin ninguna consulta popular, ceder la península a su país de origen[vi] creyendo que el país soviética que los englobaba duraría hasta la eternidad. Un regalo inesperado, tal vez no suficientemente valorado por Ucrania dadas las condiciones recién descriptas, y en proporción a ese sentimiento sería la atención que se le dispensaba a ese enclave quasi extranjero,
3) Lo que se ha puesto de manifiesto en esta semana es el interés evidente de Rusia en desarrollar una experiencia multifacética en la península. Impresionan las medidas recientemente adoptadas.
Rusia ha formado el Ministerio para asuntos de Crimea, una medida de altísima significación que fue informada con motivo de la presencia del primer ministro ruso Medvedev en Simferópol la capital administrativa de la península. En la sorpresiva visita, el número 2 de Rusia estuvo acompañado por la mitad de los miembros de su Gobierno, representantes de medios de comunicación rusos, y de empresarios para hacer negocios. El motivo de la visita fue discutir in situ sobre el desarrollo de Crimea según una comunicación oficial del gobierno ruso.
Medvedev anunció la creación de una “zona económica especial” con incentivos para inversores, y la construcción de infraestructura y medios de comunicación. El jefe del Gobierno ruso hizo hincapié en el “colosal potencial” de la península en el sector del turismo lo que sin duda se emparenta con  los U$S 80.000 millones invertidos para posicionar exitosamente la marca Sochi en los recientes juegos olímpicos de invierno. Ambos hechos están indicando la importancia futura que se le da a las costas del Mar Negro como un destino internacional para el esparcimiento y el descanso.
Una gran potencia no debería improvisar sus movimientos aún en condiciones de colapso como las que dieron lugar en 1991 a la desaparición de la URSS. Si la Federación Rusa se desprendió de las restantes ¡14! repúblicas que formaban el imperio soviético, no es razonable pensar que a los 20 años se hayan arrepentido y quieran desandar lo andado recuperando una pequeñísima porción de lo cedido; sin embargo, la jugada fue arriesgada y algún costo deberán pagar lo que se pondrá en evidencia en las negociaciones anunciadas entre los representantes americano, ruso y las partes locales[vii]. Uno de los puntos de esa agenda (y que ya fue rechazado por las autoridades del gobierno provisional) es justamente la propuesta rusa de convocar a un plebiscito para modificar la constitución de Ucrania con el fin de adoptar un régimen federal. El tema cobra importancia para las regiones fronterizas con Rusia con un perfil étnico similar. Este domingo manifestantes pro rusos han atacado el edificio de la administración regional en la ciudad ucraniana de Donetsk, en el este del país; reclaman la realización de un referéndum igual al de Crimea. La marcha de los acontecimientos está demostrando que los rusos cuentan con armas de presión que pueden ir activando sucesivamente en el camino de las negociaciones. No es así con respecto a la parte contraria donde la amenaza de sanciones es prácticamente irrelevante; incluso el secretario de estado Kerry  ha dejado de plantear enfáticamente la cuestión crimeana para poner el acento en la cuestión de una eventual intervención militar, lo que significa en la práctica la aceptación de la nueva situación. Según El País “Washington parece ahora más preocupado por desactivar la amenaza de una nueva intervención militar del Kremlin en Ucrania que de insistir en las exigencias contra la legitimidad de la anexión de Crimea” Incluso se dice que “Kerry ha presentado a su homólogo ruso varias opciones en aras de perfilar una hoja de ruta que logre la estabilización de Ucrania que contemplan la progresiva descentralización política del país y el inicio de un diálogo directo entre Kiev y Moscú” lo que coincide en lo básico con los planteos de la parte rusa[viii]. Nada está cerrado en un conflicto de alta  complejidad por la gran cantidad de factores en juego.
Si comprimo el globo de un lado le sale un tetón del otro.
Un análisis desapasionado de la geopolítica inherente a las dos grandes potencias protagonistas de la guerra fría nos muestran que sus actitudes son similares ante situaciones adversas aunque el universo de los significados pueda diferir si hay de por medio una comunicación sesgada. De la misma manera como EEUU reaccionó cuando los soviéticos intentaron emplazar cohetes en Cuba, Rusia reacciona de similar forma ante la eventualidad de que Ucrania pase a formar parte de la UE (y más enérgicamente lo haría aún ante la sola posibilidad de una presencia de la OTAN en su directa vecindad) como lo incentiva conscientemente o no la parte mayoritaria de los manifestantes en Kiev. Sin embargo, las interpretaciones pueden ser opuestas ante hechos comparables y esa contradicción obnubila la comprensión del fenómeno. Por ejemplo, cuesta explicar porqué está bien que Kosovo logre autonomía con apoyo de los mismos países que ahora cuestionan que Crimea haga lo mismo.
Pocos Km separan a Moscú de la frontera ucraniana. Una cosa es la rebelión de Maidán contra el régimen corrupto de Yanukovich (que Rusia no defendería ante una versión más presentable que le garantice el status quo) y otra si, como se afirma del lado ruso, las fuerzas nacionalistas extremistas de Ucrania -odiadas con la misma intensidad por rusos, polacos y judíos por su actuación en la 2ºGM, inspiradas en Stepán Andríyovich Bandera, un líder nacionalista ucraniano que fue acusado por la URSS de terrorista y colaborar con los nazis- hegemonizan las protestas, una eventualidad que incluso hoy en día tampoco sería del todo tolerable para Occidente. La dinámica tumultuosa de esos sistemas contestatarios, armados sobre la marcha, hace impredecible la evolución de sus límites difusos aún el caso de que el diablo no meta la cola.
Por tomar un caso: no ha podido ser más imprudente la decisión del parlamento ucraniano de eliminar el ruso como la segunda lengua. O poner administradores no bien vistos en las regiones rusoparlantes como informe el diario El País[ix].  Le han dado todo servido a Rusia para que actúe como lo hizo.
“Putin no quiere reconstruir la URSS o el imperio zarista, sino Eurasia”[x], un enfoque de un especialista en temas del este europeo que como veremos da más tela para cortar. Lo primero es obvio. A Rusia le conviene influenciar sobre sus vecinos sin la necesidad de una ocupación sobre todo si puede conseguir los mismos beneficios apoyado en su influencia territorial de proximidad. La experiencia de la era soviética es demostrativa de las consecuencias derivadas de ejercitar una política imperial a contramano de la historia.
Qué busca Rusia y sobre qué bases negociará
¿La forma rusa de actuar apoyada en hechos consumados deriva de un capricho unilateral? ¿Son solo antojos de gran potencia? Para abordar esta parte no explícita del conflicto, hay que salirse por un momento del plano de la “realidad” para ponderar otros datos menos visibles o no tenidos en cuenta. El hecho de que el mundo marche raudo hacia la completa globalización no nos puede hacer perder de vista que no se puede arribar a ella si no se resuelven antes –por lo menos hasta un punto acordado; obviamente la completa igualdad es imposible- las flagrantes desigualdades entre países y regiones imperantes hoy en el mundo. Por tomar un caso, el comercio. ¿Cómo se puede configurar un escenario de justa división internacional del trabajo entre partes que intercambian commodities por bienes de alto valor agregado? Sin duda, en condiciones de asimetría, el libre comercio favorece al país o la región más desarrollados.
En la última cumbre del G-20 que tuvo lugar en San Petersburgo (al igual que en las 7 cumbres anteriores llevadas a cabo desde la crisis del 2008) la cuestión de las regiones, en particular los “acuerdos comerciales regionales”  (RTA) y los “acuerdos financieros regionales” (RFA), ocuparon una parte destacada de las deliberaciones. Las resoluciones al respecto están plasmadas en los acápites 47 y 55 de la declaración final[xi]. En el caso de los RTA merecieron un anexo particular referido a la importancia del comercio intrarregional[xii].
Aunque no haya letra escrita al respecto, se pueden vislumbrar los espacios macrorregionales que se van configurando, incluso los “pro-cónsules”[xiii] encargados de su gerenciamiento. A pesar de que en la región euroasiática el rol de Rusia es obvio, así se asume explícitamente para que no queden dudas. En el suplemento “Russia beyond the headlines”[xiv] que acompaña mensualmente la edición de La Nación con noticias de ese país se dice que
“la visión que Rusia tiene del futuro sistema político y económico de nuestro planeta es la de un mundo multipolar, en el que la Unión Económica Euroasiática (UEE), liderada por Rusia, sea una de las seis u ocho potencia principales”[xv] (subrayado mío)
 Sin embargo, el cometido no está exento de preocupaciones que también se reconocen en esos medios quasi oficiales. En la misma nota se admite que el establecimiento de un área de libre comercio desde el Atlántico al Pacífico, técnicamente va en contra de los intereses de Rusia. La razón es simple: el potencial económico de la Unión Europea es seis veces mayor (¡) que el de Rusia. Y concluye el autor que en esa situación “la alianza no sería entre iguales...una zona de libre comercio perpetuaría la actual estructura comercial entre la UE y Rusia (más sus aliados): recursos naturales a cambio de tecnología”. Más claro...
¿Cómo juega Ucrania en este tablero? Este país no integra la configuración inicial de la UEE (donde inicialmente están Rusia, Bielorrusia, Kazajstán). Dada la marcha de los acontecimientos, ¿será muy impropio hablar entonces de “estado tapón” (o colchón)[xvi] entre la UE y la UEE como por ejemplo fue el rol que le cupo a Uruguay en tiempos de conflictos luso argentinos?
Obviamente una tal caracterización excluye de entrada cualquier tipo de alineamiento. Si la parte occidental –peor con hegemonía extremista- tira para un lado, es fatal que la parte oriental vaya a tirar para el otro. El peligro de partición es obvio. Cabe preguntarse entonces, ¿desde el plano del G-20 es una salida aceptable? No parece serlo. Pienso que no se debería excluir la siguiente alternativa: una situación de inestabilidad “estable” en Ucrania manifestada como un conflicto regulado que actúe de factor de reconfiguración en la interfaz entre las dos macrorregiones. Ese escenario podría estar ligado al resultado de las elecciones generales convocadas a toda prisa para el mes que viene.
La UE ha prometido ayuda en concreto. Pero ese paquete con toda seguridad incluirá el papel rector de la “comisario” Merkel al estilo de cómo intervino en Grecia. ¿Quién mejor que ella puede asumir ese rol para modernizar aceleradamente a Ucrania? No hay que olvidar que Ucrania tiene un potencial agrícola enorme incluso mayor que el de la Argentina si tomamos en cuenta solo la calidad de su tierra, el famoso chernoziom[xvii] de sus estepas.
Escenarios probables
1.       No es esperable una participación de Ucrania; ni una incorporación lisa y llana a la UE (con NATO incluida); ni un desgajamiento de las regiones rusoparlantes del este del país.
2.       La anexión de Crimea es un hecho consumado. Sin embargo, tampoco se vislumbra que pase a formar parte de Rusia de la misma forma que otras regiones autónomas. Habrá que ver qué status le confiere el hecho de constituir una “zona económica especial”, ¿algo así como la relación del Estado Libre de Baviera con la República Federal de Alemania o, con menos dependencia, como la de Hong Kong con China? Los especialistas saben que en el mundo hay una vasta jurisprudencia al respecto; habrá que escucharlos.
3.       La cuestión de Crimea parece formar parte de un paquete más abarcativo como es el de la Cuenca del Mar Negro donde el papel de Turquía será protagónico.
4.       Parece inevitable un cambio en la constitución de Ucrania para transformarla en un estado federal. Eso les daría una autonomía garantizada a las regiones rusoparlantes para establecer relaciones multifacéticas con el exterior. Y a Ucrania tener relaciones intensas con la UE con vistas a la modernización del país.
5.       Ucrania puede llegar a constituir un “estado tapón” entre la Unión Europea y la Unión Económica Euroasiática. Ese rol puede irlo jugando en el tiempo aunque la estabilidad esperada en el país se conforme sobre la base de un encadenamiento de situaciones inestables producto de la complejidad del entramado de sus fuerzas políticas, sociales y culturales. Una paradoja.
6.       Ucrania puede estar sometida en lo inmediato a una fuerte pulsión de progreso. Su situación es similar a la Argentina en un aspecto: tiene el mayor potencial agrícola del mundo junto al de nuestras pampas (y otras regiones vecinas) y al cinturón maicero norteamericano. En un mundo ávido de proteínas el porvenir de Ucrania no es para despreciar. Puede actuar de locomotora para logro de esos objetivos la segura alcaidía de Vitali Klitschko para transformar a Kiev en una capital global (también como Buenos Aires)
7.       En esta pulseada no habrá ganadores ni perdedores. El decurso del conflicto ucraniano invita a seguirlo con atención. Probablemente sea uno de los más proficuos para ver el timing de la marcha de la globalización por lo menos en su aspecto político.

Ing. Alberto Ford
Arroyo del Gato, abril de 2014








[i] Las encuestas dan ganador el multimillonario Piotr Poroshenko que amplió la ventaja a partir de que el boxeador Vitali Klitschko retirara su candidatura para postularse al cargo del alcalde de Kiev con el propósito de transformarla en una capital global. Segunda aparece Yulia Timoshenko más proclive al diálogo con Rusia.
[ii] Merkel y Putin hablan entre ellos en una especie de cocoliche mechando palabras del ruso al alemán. Este último idioma es manejado por el líder ruso desde la época en que era residente de la KGB en Berlín. Merkel por su parte conoce bastante del ruso aprendido cuando era una líder disidente en tiempos de la ocupación soviética (y seguramente seguida de cerca por los esbirros de Putin)
[iii] En la cumbre de Pittsburgh fue aceptada un proyecto de Lula de disolver el G8 y reemplazarlo definitivamente por el G20 lo que fue visto como una demostración de la influencia del presidente brasilero. Ver: http://mundofleko.wordpress.com/2009/09/27/g20-el-nuevo-orden-mundial/ En otra oportunidad el cardenal Tarsicio Bertone, cuando era número dos del Vaticano, opinó que los resultados del G8 no estaban a la altura de las expectativas y esperaba que los del G20 sean mejores. http://www.laestrellachiloe.cl/prontus4_nots/site/artic/20100627/pags/20100627104347.html
[iv] Citado por Francisco G. Basterra, El País, 28/03/2014  http://internacional.elpais.com/internacional/2014/03/28/actualidad/1396029805_005532.html  
[v] Rusia dio por terminado el acuerdo unilateralmente por la pérdida de sentido que significa que Sebastopol donde está la base forme parte del territorio anexado.
[vi] algún pícaro no pudo evitar la tentación de comparar esa actitud con la de los Kirchner cuando favorecen de diversas maneras a sus intereses en Santa Cruz
[vii] en algún momento puede dar lugar a una conferencia que dicte doctrina al respecto dada la cantidad de regiones que hay en el mundo partidas o encorsetadas por fronteras nacionales
[viii] Ver: http://internacional.elpais.com/internacional/2014/03/30/actualidad/1396202924_781078.html
[ix]Con el nombramiento de varios oligarcas como gobernadores en puntos conflictivos del este –entre ellos Donetsk-, Kiev intenta in extremis apuntalar la estabilidad de la región con personajes de peso, bien conocidos y poderosos. Pero esas designaciones no han hecho sino inflamar los ánimos de los prorrusos...que el gobernador de Donetsk sea un oligarca es muy ofensivo para la gente que pasa dificultades” ha declarado Andrei Purgin, líder de República de Donetsk  Ver: http://internacional.elpais.com/internacional/2014/04/06/actualidad/1396811045_562024.html
[x] Manuel Florentín, El País, http://internacional.elpais.com/internacional/2014/03/14/actualidad/1394812700_566485.html
[xi] Ver: http://www.g20.utoronto.ca/2013/2013-0906-declaration.html
[xii] Ver: http://www.g20.utoronto.ca/2013/2013-0906-rta.html
[xiii] La denominación “pro-cónsul” hace alusión a los que se encargaban en el imperio romano de administrar las provincias. A veces se la suele utilizar ahora en sentido figurado. Una lista tentativa de las regiones y países hegemónicos puede ser la siguiente: América Latina (Brasil), África subsahariana (Sudáfrica), Cuenca del Mar Negro (Turquía), Norteamérica (EEUU), Eurasia (Rusia), Europa (Alemania), etc. etc. en una disposición abierta que hay que ir viendo sobre la marcha de los acontecimientos.
[xiv] Ver: es.rbth.com
[xv] Stanislav Tkachenko, suplemento RBTH, diario La Nación, Buenos Aires, 5 de marzo de 2014
[xvi] Un estado colchón (o estado tapón) es un término geopolítico para designar un país situado entre dos grandes potencias previsiblemente hostiles, y que, por su propia existencia, se cree que puede prevenir el conflicto entre las mismas. Por lo general, cuando un estado colchón es realmente independiente, su política exterior tiene una orientación neutralista (wiki)
[xvii] mi profesora de Geografía del secundario, la “vieja” Botelli, me grabó a fuego hasta el día de hoy la palabra chernoziom (tan rimbombante como samborombón) que pronunciaba con su voz estentórea acentuando la última sílaba para hacerla resonar intensamente

miércoles, 2 de abril de 2014

Es el peronismo,

Es el peronismo,

Con el peronismo nacimos casi juntos en momentos en que la Segunda guerra mundial alcanzaba su punto de inflexión con la derrota de los alemanes en Stalingrado. Nuestros caminos fueron paralelos aunque en general nos mató la indiferencia; en algunos tramos hubo roces, pero nunca promiscuidad. Este trabajo trata de esa cercanía y relata algunas anécdotas en los que el peronismo, sus partidarios y el contexto han sido parte de mis circunstancias. Ese peronismo, que sin ser un diamante tuvo una elevada cantidad de facetas en sus distintos gobiernos y en el llano, es motivo de consideraciones variadas, algunas inesperadas hasta para mí luego de años de haberlas vivido. Se divide por lugares en los que me tocó vivir: Tres Arroyos, Santa Fe, Buenos Aires y La Plata. Toco madera, la gesta de Perón parece estar llegando a su fin luego de casi setenta años de vigencia. Por lo que a mi respecto, espero sobrevivirlo para ser espectador de cómo se reconfigura en un sentido global el sistema político argentino.

Tres Arroyos

Corría el 55, mi primer año del colegio nacional. El último del segundo gobierno de Perón. Las usinas opositoras funcionando a mil. Motivos no faltaban: la corrupción peronista ingresaba en esa fase de transparencia obscena que connota los finales de época. Uno de los ilícitos sospechados eran los contratos de Perón con la Mercedes Benz. Coches negros de esa marca inundaban las calles del país. Los usaban los taxis, pero sobre todo favoritos y favorecedores del régimen.  “Cállese la boca mocoso, le voy a contar a su padre”, me dice el “chivo” Cuence, profesor de Instrucción Cívica. En su clase, con pantalones cortos, no se me ocurre mejor cosa que denunciar aquellos negociados. Fue un inicio precoz en la política. Mi padre era peronista, proveniente de ese tronco conservador de la provincia de Buenos Aires que le dio un perfil no solo obrero al naciente movimiento. Pero mi hermano mayor revistaba en la Aviación Naval. Afortunadamente estaba internado al haberse quebrado una pierna en un accidente de moto. No hay mal que por bien no venga: se privó de un forzoso exilio en Uruguay luego de bombardear la Plaza de Mayo como lo habían hecho en junio de ese año la mayoría de sus camaradas. De eso no se habla. Una franja sin señal dividía tanto la mesa familiar como la sociedad argentina (cualquier parecido). Había una sensibilidad especial en la gente. Chismes, chanzas, dimes y diretes, acusaciones, calumnias e infundios de todo tipo eran la comidilla del momento. Luego se vería que la mayoría de las especies tenían asidero.

Eva Perón al 200 del lado de los números pares; mi lugar en la ciudad. En la misma cuadra, desde el local partidario, un altavoz rompía la monotonía de la tarde propalando las distintas marchas del peronismo; todas, sin solución de continuidad: trabajo, mujer, juventud, deporte, educación, Perón y Evita, Perón, Perón, que grande sos, Evita capitana, Evita inmortal... eran entre otros algunos de los motivos de inspiración de músicos y letristas. También repartían unas postales de cartulina tamaño A6 donde en unas se podía ver a Perón montado en su caballo pinto y en las otras la foto de Evita engalanada con una rosa. El mensaje audiovisual era realizado conforme a los dictados de la estética peronista. Ahí fue donde me enteré una noche lluviosa de julio de 1952 de la muerte de la “perona” uno de los tantos motes despectivos con que la distinguían los “contreras”. Ocurrió casi llegando a casa cuando pasaba por la puerta del comité que estaban informando de la noticia con ese tono lúgubre pleno de solemnidad con que los locutores engolan la voz para anunciar hechos infaustos. La historia se detuvo por un instante. El momento justo –uno fija en el disco rígido los lugares donde recibió noticias impactantes- no se olvida más. Para seguir manteniendo vivo el recuerdo, la comunicación oficial hacía a diario su contribución machacona: “20 y 25 hora en que Eva Perón entró en la inmortalidad”, era la frase obligada de apertura y cierre en los mensajes de gobierno y en algunos otros también.

Mi niñez, luego de pasar los primeros seis años de mi vida en el campo, transcurrió en ese ambiente apacible de pueblo donde el peronismo se hacía notar por algunos sucedidos. Por caso en el colegio. En cuarto grado, el año de la muerte de Eva Perón, se decreta material de estudio “La Razón de mi Vida”, un libro de tapa dura donde se mostraba la famosa foto de la autora con el pelo rubio recogido en un rodete. La lectura obligatoria de las enseñanzas de Evita se hacía en horas de clase para solaz de los alumnos. Ya en sexto se armó un equipo de básquet para competir en los campeonatos Evita; me nombraron capitán y tuve que ir a buscar un juego completo de camisetas y pantalones que al final no se usaron. Los juegos quedaron abandonados en una caja por inusables de tan mal hechos que estaban. Fue el año del pan de mijo. Debido a cosechas de trigo pobres, Perón, con sentido práctico, para no dejar de exportar decidió que en las panaderías se debía usar una mezcla de harina de trigo y mijo para amasar un pan negro que ahora sería la delicia de los veganos pero que en ese momento era conocido como “el pan de los cabecitas”. A veces también desaparecían de los escaparates diversos artículos (¿alguna alusión?) razón por la cual se desataban enérgicas campañas del gobierno contra el “agio y la especulación”. En el caso de los cigarrillos, aparecían por cuenta gotas; enseguida le avisaba a mi papá y entonces él me daba la plata para comprarle la mayor cantidad de atados. A veces había otro tipo de conflictos, cuando se enfrentaban oficialistas y opositores.

Toti Cier casado con una Hurtado trabajaba en un banco. El gobierno había decretado duelo obligatorio luego de la muerte de Eva Perón en las dependencias oficiales, en este caso los bancos Provincia y Nación. La forma de expresar el luto era la tradicional con una banda de tela negra que se cosía sobre la manga derecha del saco. Al día siguiente, todos los empleados cumplieron con la orden menos Toti lo cual fue notado por el gerente. El aludido contrariado dijo que él también llevaba luto, se abrió el saco y lo mostró: se había cosido una pequeña tira de tela negra sobre la bragueta. El sacrílego recién fue reincorporado a los tres años cuando cayó el peronismo. Otros conflictos se daban en la esfera política, en particular con la actividad de los radicales que en ese momento eran la principal fuerza de oposición. En una oportunidad fue Balbín a Tres Arroyos y se hizo un acto en la Avenida Moreno lugar del local partidario. Como era costumbre los muchachos peronistas fueron a provocar. El viejo Rudi, caudillo de los de antes, se acercó al comisario -que estaba mirando haciéndose el distraído - y le dijo: “Si no los saca usted los saco yo”. De inmediato los revoltosos fueron alejados y el acto continuó con toda normalidad.

Mi viejo era un tipo decente lo cual por aquellos años no era una rareza entre los argentinos cuando el cinismo no estaba tan extendido. Me acuerdo una noche la ardorosa discusión que tuvo en casa con un cuñado que le criticaba su obstinada negativa a usar los vínculos familiares para sacar alguna ventaja, práctica habitual a ciertos niveles. Terminaron a las puteadas. Pero mi papá se mantuvo en sus trece. Seguimos viviendo de las fanegas que daban las pobres cosechas de cereales en las exhaustas tierras de la pampa húmeda privadas por alguna razón que aún me resulta incomprensible (o no) del uso generalizado de fertilizantes.

Así llegó el 55. Las radios uruguayas, Carve, el Espectador, Colonia, al rojo vivo. Por esos canales alternativos podíamos enterarnos de lo que pasaba en una realidad celosamente encubierta o distorsionada por Apold -el secretario de difusión del peronismo ahora rescatado en un libro de reciente aparición - en los medios en ese momento todos del oficialismo o controlados por él. La mentira se había entronizado, el aire se iba enrareciendo. Una serie de hechos contribuían a generar un clima opresivo que alcanzaba aunque en menor medida a las ciudades del interior. Un hecho importante fue el golpe fallido de junio del 55, de cruel factura por la cantidad de víctimas inocentes que costó. La iglesia por su parte alimentaba una activa resistencia con un discurso sutilmente cuestionador que se potenciaban en su grey frente a la acción represiva del gobierno. La oposición política en su conjunto estaba jugada. Como contrapartida, bandas nacionalistas, también de origen católico pero alimentadas por el oficialismo, realizaban ataques vandálicos a instituciones opositoras. Corolario de esa situación de enfrentamiento creciente fue cuando Perón echa más leña al fuego con su famoso discurso del 31 de agosto donde amenaza: “por cada uno de los nuestros que caiga, caerán cinco de los otros”. Así arribamos a setiembre.

La Libertadora innegablemente descomprimió la situación, no solo en la clase media. Los trabajadores y los sectores más pobres no se opusieron al golpe de setiembre. La famosa resistencia peronista es un relato imaginario que se mantuvo por mucho tiempo: no fue más allá de acciones aisladas de terrorismo (“caños”) o algunas huelgas en los medios obreros sin mayor trascendencia (salvo en 1959 la del frigorífico Lisandro de la Torre). El pueblo argentino y sus sectores más lúcidos comenzaron una etapa de desarrollo –una de las más fecundas de la historia argentina- que duró una década y que tuvo enormes implicancias en la cultura y la enseñanza en general, sobre todo en la universidad estatal y por qué no también en la naciente esfera privada cuando la enseñanza libre que propugnaba el frondicismo rompió el monopolio de lo público luego de la derrota que sufrimos desde el laicismo en el año 58.

Había mucho resentimiento acumulado en la sociedad argentina con especial énfasis en las clases media y alta. Una expresión de ello fue el asalto a los locales partidarios donde se sacaron papeles y muebles a la calle que en algunos casos fueron incendiados. Así fue por lo menos en Tres Arroyos, experiencia de la cual tengo un recuerdo vívido por haber sido parte de la turbamulta. En esos días tumultuosos, la infantería de marina vino de Puerto Belgrano a poner orden y hacerse cargo del municipio. Fue recibida apoteóticamente por todo el pueblo y en ese marco asumieron las nuevas autoridades municipales. Los infantes estuvieron unos días recorriendo distintas áreas de la ciudad siempre con un gran acompañamiento de la gente. Recuerdo en la visita a la metalúrgica Istilart, la fábrica más grande que había en el pueblo, los marinos recorriendo las distintas secciones acompañados por gente de afuera y los obreros recelosos mirando sin comprender. Y en esos días ocurrió un hecho de connotaciones familiares: el avión de transporte que vino a buscar a los infantes de marina para regresar a sus bases estaba piloteado por mi hermano.



1955, octubre. Despedida de las tropas en el Aeroclub de Tres Arroyos. Del lado derecho de la imagen se puede ver a mi papá de traje oscuro, con anteojos y gorra. Imagino sus sentimientos encontrados.  De padre orgulloso por el papel destacado de su hijo mayor (de los tres que caminan es el de la derecha) en conflicto con la evidencia de una derrota inapelable del peronismo.  El chico que está al lado de perro con los brazos cruzados -como esperando el desenlace de los acontecimientos- soy yo.

La desaparición del peronismo del teatro de la política dio lugar al protagonismo de los radicales, escindidos en frondicistas y balbinistas, que ocupan el centro de la escena. En el 58 -Frondizi ya en gobierno con el apoyo de los peronistas- la puja entre la “laica y la libre” en alusión al mencionado proyecto de enseñanza privada, fue la lucha de mayor repercusión por el papel de los estudiantes en la calle y la ocupación de facultades y escuelas. Me acuerdo que estuvimos como un mes dentro del colegio. Los radicales del pueblo (así se llamaban los balbinistas) nos traían la comida en paquetes que desde la calle lanzaban hacia el techo donde estábamos los ocupantes en defensa de la escuela pública. La presencia peronista en el colegio se limitaba a un solo compañero que era tratado como un leproso. Los dos diarios de la ciudad estaban divididos. El más grande era favorable al gobierno y en consecuencia estaba en contra de la lucha de los que defendían la enseñanza laica. Con el más pequeño, La Hora, yo tenía un contacto estrecho al punto de que su redacción era un paso obligado muchos días. En ese año estuve trabajando como corrector lo que me imponía permanecer en el diario hasta que la revisión de las pruebas de galera estuviera lista ya de madrugada. Al colegio entraba a las ocho de la mañana a pesar de lo cual no faltaba. También oficie de cronista deportivo para cubrir los partidos de fútbol en un año donde los chacareros donaban bolsas de trigo para traer buenos jugadores de otros lados, lo que hizo a la liga local competitiva a nivel nacional. En el diario había amigos que me cuidaban en mis quince años. Recuerdo a Pirincho Dinsen y en especial Cañazo Foulkes con quien tenía la vaga idea de que nos unía algún tipo de parentesco lo que en efecto pude aclarar con el tiempo. Ese año había fallecido mi padre. Sus simpatías por el peronismo pasaron a ser una cuestión de su fuero íntimo aunque a decir verdad nunca fue muy expresivo al respecto, salvo en algunas circunstancias. Sus últimas lecturas las hacía en el diario Propósitos de Leónidas Barletta que a pesar de ser cercano al marxismo había adoptado una posición de denuncia frente a la represión que ejerció la Liberadora sobre el peronismo, sobre todo los fusilamientos de José León Suarez.

Santa Fe

En 1960 fui a estudiar Ingeniería Química (IQ). Por influencia de un profesor del secundario egresado de la UNL, elegí Santa Fe como destino para iniciar los estudios superiores, contrariando los deseos familiares que imaginaban un lugar más cercano, por ejemplo La Plata o Buenos Aires. Aunque en forma indirecta, desde un primer momento tuve contacto con la política como era de rigor en la vida universitaria. Mi primer alojamiento fue en el Colegio Mayor Universitario (CMU), dirigido por un famoso cura del que se dice (aunque nunca lo pude corroborar) que fue mencionado por Perón en uno de sus discursos por su rol de agitador. Efectivamente, el CMU, que había sido fundado a principios de los 50, nació con una fuerte impronta antiperonista. Una prueba de ellos fue el aporte de unos cuantos como se decía antes motorman que improvisados manejaron tranvías para romper una huelga del transporte en época de la Libertadora. A pesar de esos antecedentes antiperonistas, con el tiempo, transcurriendo la década de los sesenta, el CMU fue una cantera de montoneros.

Yo escuchaba aunque no me comprometía; me hacía el distraído. Todas las semanas el cura nos reunía para darnos charlas sobre la separación, aunque recorriendo caminos paralelos, de la ciencia con la filosofía. Ernesto Leyendeker -tal su nombre de ascendencia suiza como tantos otros en la zona- era un gran orador. Arrimando la oreja a la puerta de su habitación (yo me alojaba en la misma casa donde él vivía aunque el CMU tenía como diez residencias) se lo podía escuchar a menudo recitando casi a los gritos alguna de las obras de Shakespeare con el fin de mejorar sus dotes discursivas. Pero parece que mi actitud un tanto reticente no fue de su agrado. A fin de ese año recuerdo me llamó a su pieza y arrancó con un “mirá Ford, vos tenés la persiana baja” dicho con tono nada contenedor. La breve y seca entrevista fue una evidencia clara de que mis días en el CMU estaban contados. Efectivamente, a mitad del año siguiente con otros compañeros alquilamos una casa si se la podía llamar así. Por su estado deplorable en el ambiente estudiantil era conocida como “El sucucho”.

Del CMU salió el Ateneo Universitario (AU) agrupación estudiantil que pronto alcanzó la mayoría en el consejo de la Facultad de IQ. Ya desde el principio mostraban una organización de tinte militar. En 1965, en una actitud francamente terrorista (apagaron la luz y tiraron una bomba de humo sobre la mesa donde estaba reunido el Consejo directivo lo que determinó que un profesor se tirara a la calle desde el primer piso) provocaron la renuncia de la casi totalidad del cuerpo docente, de una facultad que en su tipo era la más reconocido no solo aquí sino por estudiantes que venían de otros países del continente.  A partir de ese momento el AU emprendió un viaje de ida que desembocó en la Juventud Peronista  y en Montoneros. A la guerrilla le dio una cantidad enorme de cuadros a todos los niveles. De los seis oficiales superiores de la dirección de Montoneros, dos salieron de Ingeniería Química  (Yäger y Vaca Narvaja, este proveniente del nacionalismo católico cordobés pero viviendo en Santa Fe por esos años donde se terminó de formar).
Mi camino fue alternativo. Eso hizo que desde el CMU no me miraran con buenos ojos por mi actuación posterior. Uno de mis compañeros de casa, Eduardo Lombardo, promovió la formación de una agrupación universitaria, el MUI (movimiento universitario independiente) basado en las ideas cientificistas de un premio Nobel de Química, Linus Pauling, una concepción totalmente apolítica que planteaba tomar los problema de a uno para darles solución. Integré la mesa de los cuatro miembros fundadores. Nos presentamos a una elección estudiantil y me acuerdo sacamos 101 votos que era una buena cifra en una Facultad chica (entraban 250 por año). Luego el movimiento se diluyó arrasado por las pulsiones politizantes que fueron creciendo en el movimiento estudiantil. La actividad de los peronistas era nula en la facultad, y muy baja en el movimiento obrero hasta la aparición de la CGT de los Argentinos años después.  La izquierda en cambio mantenía sus posiciones alcanzadas luego del 55, siempre hablando del movimiento estudiantil, amparada en las condiciones de legalidad imperantes hasta el golpe de 1966 y sobre todo por la existencia de la autonomía universitaria. En el 62 se hizo un acto en Plaza España que quedaba a la vuelta de casa donde habló la madre del Che, Celia de la Serna de Guevara Lynch; con ese apellido sin embargo defendía ardorosamente las ideas de su hijo. El enemigo en esas oportunidades eran los activistas de Tacuara, ligados a la acción católica y que luego como por un brete fueron arribando a la guerrilla peronista. En el momento los conocíamos como los “fachos”. Esa noche como corresponde fueron a provocar; uno de ellos se llamaba Bilotas Rosas y era de Rosario. Lo sacamos corriendo y al alcanzarlo le arrancamos  el pantalón tirando fuertemente de las botamangas; de las perneras rasgadas quedaron flameando dos largas tiras de tela tal como se representa en las historietas la bandera de los náufragos. Yo me sentía orgulloso por lo hecho, el primero de acción directa con resultados a la vista. Pero un entrañable compañero de la facultad que ya estaba en el PC, se acercó al  Sucucho y desde la calle nomás me gritó: esos son tus amigos, en alusión claro está al militante tacuara. Yo desde el balcón trataba de hacerle entender también a los gritos que había estado del otro lado pero ya ofuscado mi amigo Michel se alejaba montado en su inseparable bicicleta sin que hubiera tomado nota de mi arrojada misión justiciera[i]. Pero en el ancho dial de las ideologías mi aguja empezaba a titilar. La curiosidad me devoraba.

Por un lado estaba todo lo que venía de la revolución cubana que he contado en otro trabajo. Las charlas que daban Rozitchner y los Viñas sobre los juicios a los marielitos apresados en la fallida invasión a la isla regenteada por la CIA. Por el otro, algunos movimientos que comenzaba a dar el peronismo luego del desencanto frondicista. En una oportunidad se hizo un acto de la CGT  con un dirigente nacional del que no recuerdo su nombre. Por mi inveterada costumbre de llegar temprano quedé ubicado a dos metros del palco. Eso hizo que fuera figura tapa en la revista ASÍ de gran tiraje en ese momento. Y estaban las lecturas, caóticas pero frondosas en esos años.

Me fui acercando al centro de estudiantes, donde militaban los reformistas con distintos grado de adhesión al marxismo. En esos ámbitos, el tratamiento del peronismo era una cuestión conflictiva y dilucidar la problemática implicaba ingresar de lleno en el terreno de la ideología. En realidad, nunca pudo ser resuelta una ecuación de dos variables: por una lado, el hecho de que la clase obrera fuera considerada el actor protagónico de cualquier cambio (la clase media era un flan y la clase alta había que hacerla desaparecer) y, por el otro, el hecho innegable de que esa clase revolucionaria estaba totalmente cooptada por la ideología del enemigo. En el PC, esa controversia adquirió tintes dramáticas. La polémica entre Vittorio Codovilla, que tuvo que regresar al país para evitar la diáspora dejando sus obligaciones en la Internacional comunista, y Juan José Real que quería meter a todos los comunistas en la faltriquera de Perón, ocupó un tiempo y un lugar importante en la labor del partido. El entuerto se saldó a favor del primero por lo cual el PC nunca hasta hoy pudo sacarse de encima el mote de traidor a la clase obrera (en realidad al peronismo que en nuestro país es lo mismo). Así, las implicancias del PC en los fragores de la lucha sindical normalmente fueron de baja intensidad lo que fue una consecuencia directa del poco peso en el proletariado de un partido pequeño a diferencia de lo que pasaba en otros países, incluso vecinos.  Como en la universidad el peronismo no existía, la problemática no sobrepasaba los márgenes de una curiosidad intelectual.

El peronismo comienza a reavivarse con algunos movimientos del máximo caudillo sindical, Augusto Vandor, que quería cuestionar el liderazgo de Perón que estaba exiliado en Puerta de Hierro. Eso hizo que Isabelita tuviera que venir desde Madrid mandada por el General para poner orden en la tropa, lo que tuvo cierta repercusión. Vandor, por esa predisposición de los sindicalistas peronistas de transar con el poder de turno, si son militares mejor, se puso la corbata para asistir a la asunción del dictador Onganía en 1966. En 1968 se forma la CGT de los Argentinos que le daba un marco institucional al sindicalismo peronista combativo con la asistencia de distintas fuerzas de la izquierda. Obviamente, todos los estudiantes fuimos a parar ahí. Las luchas que se dieron por esos años (Cordobazo) y los alzamientos estudiantiles en distintas ciudades tuvieron inspiración también en esos espacios emergentes. El peronismo ya dejaba de ser un bloque monolítico de derecha, y desde su seno con el despegue de las fuerzas de izquierda comenzaba a gestarse un espacio de proclividad para la aparición de las fuerzas guerrilleras, las venidas del nacionalismo católico básicamente peronistas que cohabitaban con fuerzas trotskista del PRT/El Combatiente que luego formaron el ERP. En general, institucionalmente el comunismo en ninguna de sus variantes se metió en la guerrilla (PC, PCR y Vanguardia comunista de donde proviene Zannini, el confidente hoy vapuleado por la presidenta) eso no quiere decir que muchos comunistas no lo hayan hecho. Un caso de esos es el de Roberto Quieto, fundador de las FAR, luego detenido por los militares y degradado por la conducción de montoneros  de la que formaba parte (con ellos había fundido su movimiento) por haber cantado todo lo que sabía, lo que representó un golpe serio para la seguridad de la guerrilla.

En los años de Onganía tuve el raro privilegio de ser el alumno más castigado en la Facultad. En 1967, fui dejado cesante como docente alumno junto a Roberto “palometa” Pirles, luego oficial montonero asesinado en La Plata en un simulacro de fuga. La sanción se consumó en la misma mañana del día en que se publicó la ley 17245 (ley orgánica de las universidades nacionales) lo que nos trajo aparejado ser los dos primeros sancionados del país. La pérdida del cargo dio como resultado  el fin prematuro de mi carrera docente y un serio problema económico para un recién casado. A los dos años me suspendieron como alumno junto a Luis “la mona” Rolfo del PCR y el luego peronista Jorge “el turco” Obeid[ii], ambos fallecidos. A pesar de la militancia full time nunca perdí la regularidad como alumno siendo que por el artículo 90 estaba obligado a aprobar una cantidad de materias por año[iii].

Hace unos pocos años estando en Paraná dando unos cursos cruce el túnel y fui a visitar mi Facultad. Mas vale no hubiera ido. En el octógono -así llamábamos a una triple altura ubicada en el centra del edificio donde convergía toda la vida política- había una placa con una cantidad enorme de nombres (creo eran alrededor de sesenta) de los compañeros (mayoría montoneros y algunos del ERP) muertos o desaparecidos en los años de plomo; muchos recuerdos despertados y el reavivamiento de reflexiones que a uno lo han seguido a través de los años, sobre todo cuando se ha tenido papeles protagónicos en la política estudiantil. ¿Mártires o perejiles? ¿Valientes o suicidas? Interrogantes no fáciles de ser respondido desde ahora. “¡Cuántos muchachos de la Acción, por una mala educación de la utopía, terminaron en la guerrilla de los años ‘70!” admitió días pasados el papa Francisco en una infrecuente actitud autocrítica a esos niveles.
En 1970 fui convocado para realizar tareas de dirección en el movimiento estudiantil a nivel nacional lo que nos llevó a mudarnos quedando para el recuerdo la querida Santa Fe de la Veracruz donde me pasaron tantas cosas.

Buenos Aires

Uno de los momentos más dramáticos de la historia argentina se vivió en la década del setenta. El grado de conflictividad y lo complejo del entramado de eventos se iban sucediendo en forma creciente. Alzamientos populares como el Cordobazo, crisis militares, ascenso de la guerrilla, incremento de la actividad política, encadenamiento de crisis económicas, desgobierno hasta el golpe de estado de 1976 que instaura una dictadura. El peronismo fue un actor protagónico en todas las áreas de la actividad y en todos los eventos implicados. En la universidad, acostumbrada a la hegemonía reformista a lo largo de la historia, el ascenso de la JP fue como una tromba. Era imposible establecer una política que no fuera el seguidismo con ese fenómeno bárbaro por dos razones principales, el poder destructivo de la irrupción peronista, y las culpas históricas de la izquierda que no quería quedar descolgado una vez más con ese movimiento. No lo viví en carne propia por la modalidad que había adoptado mi militancia que ya era de carácter interno, sin participación directa en las acciones estudiantiles. Pero el alcance nacional de mis funciones, el hecho de viajar por todo el país y tomar contacto con las organizaciones estudiantiles en cada uno de los lugares, me fue haciendo ver que se estaba produciendo un punto de inflexión en el ambiente universitario.
La situación política se fue haciendo crítica con la intensificación de todas las variables anotadas. Los operativos guerrilleros a partir del secuestro y asesinato de Aramburu y una enorme cantidad de acciones de diversa envergadura fueron configurando un sentimiento de angustia. A pesar de ello, las negociaciones de los militares con Perón indicaban que se acercaba una situación de apertura política por llamarla de alguna manera.

Una noche en el barrio de Belgrano estábamos reunidos con el televisor prendido siguiendo las alternativas del secuestro del avión en Trelew y la fuga de los guerrilleros presos. De golpe tuve un presentimiento que luego se demostró cierto: el piloto que manejaba el avión de Austral con el que se hizo posible la fuga a Chile era mi hermano. Luego con los días me fui enterando de las alternativas por distintas fuentes en algunos casos directas. Uno de los guerrilleros que estaban encañonando a los pilotos en la cabina era Vaca Narvaja, el mismo oficial superior montonero al que yo le vendía libros de filosofía en Santa Fe, uno de los dirigentes máximos de ese grupo guerrillero. Andá a saber si habrá hecho alguna asociación.
En los primeros tiempos del nuevo gobierno peronista se volvió a la fuente, o sea, la política nacionalista burguesa que había caracterizado al primero Perón. Se establece una relación directa con un empresariado prebendario que se lo asocia con la sustitución de importaciones,  que tanto han contribuido a la decadencia de nuestro país desde los años treinta cuando cesa del modelo agro exportador. Gelbard -un comunista encubierto según ha sido reconocido en su libro “El oro de Moscú” por el historiador Isidoro Gilbert que se ha hecho cargo de la apasionante tarea de recopilar la historia de ese partido- fue el ministro de economía en esos años; el imperio del desabastecimiento y el mercado negro. Me acuerdo una vez que fui a Santiago del Estero por razones de militancia y volví con un trofeo: dos kilos de cebolla que había comprado en el mercado de la capital. Otra vez conseguí una lata de aceite de maíz que estaba escondida en el escaparate de un almacén de campo. Los coches de fabricación nacional a veces eran entregados sin los picaportes interiores hasta algunas semanas después en que podían ser completados con ese equipamiento imprescindible.

Ya en la vida profesional, trabajando en una fábrica de la zona norte del GBA, pude tomar contacto por referencias directas con la contracara de los montoneros: las 3 A. Ahí era frecuente escuchar relatos terroríficos por parte de los operarios. Detalles macabros de los operativos de esos grupos paraoficiales armados en el gobierno de Isabelita (pero ya bendecidos por Perón antes de morir) que en los medios se tamizaban pero que los que trabajaban en la fábrica los transmitían en forma descarnada y hasta morbosa, por que habían  tenido lugar en sus barrios.

A pesar de trabajar como ingeniero, seguí vinculado al área universitaria aunque con responsabilidades de menor rango. Y ocurrió lo que suele pasar: mi interés por la vida política  en condiciones tan poco constructivas frente a lo que sin exagerar se podría denominar el salvajismo del peronismo de uno y otro signo fue decreciendo. Al mismo tiempo iba en aumento el deseo de ocuparme con mayor ahinco en mi profesión que había sido postergada por el tiempo insumido en la militancia dada mi dedicación de tiempo completo. Y un componente de temor no desdeñable.

La dictadura militar prohíbe toda la actividad política salvo la suya. No hay mucho que decir de esos años relacionado a experiencias personales debido a que una labor ultra sofisticada de aislamiento informativo hizo que cada argentino que quedó en el país se metiera más adentro de sí mismo, y los que legalmente por Ezeiza se fueron amenazados estuvieran preocupados por sobrevivir (aunque luego se hayan atribuidos actitudes y acciones imaginarias en contra de la dictadura).  A otros se los preservó por medio de las detenciones; Menem por tomar un caso entre miles. Y a muchos militantes montoneros y prácticamente en su totalidad a los del ERP se los asesino o hizo desaparecer de las formas más crueles e inhumanas que se pueda imaginar. De cualquier manera está pendiente una reparación histórica con relación a todas aquellas acciones criminales de la guerrilla en contra de sus enemigos, uniformados o civiles. Hasta ahora la justica ha sido unidireccional o indiferente.  Independientemente de donde puedan estar las simpatías y sobre todo los sentimientos de odio de quienes piensan en aquellos años, no se puede concebir un verdadero desarrollo de nuestro país si hay deudas de justicia pendientes que actúan como un ruido en el imaginario social.
El advenimiento de la democracia no fue propicio para el resurgimiento de los peronistas. Figuras viejas no pudieron hacer pie en una sociedad que quería respirar los aires reparadores de una democracia que estaba por alumbrar luego de tantos años viviendo en el ostracismo. Sin embargo, por medio de la actividad sindical donde los peronistas conservaban una fuerza hegemónica le hicieron la vida imposible al gobierno del alfonsinismo lo que les permitió ir recuperando fuerzas con un remozamiento visible en las huestes renovadoras de Cafiero. Detrás de esa irrupción se colaron todas las expresiones políticas del peronismo incluso las fuerzas que luego se encargarían de derrotar a quienes establecieron la cabeza de playa, como fue el menemismo.

Todo esto es historia nueva. Con gran versatilidad, en los noventa los peronistas sin excepción se pusieron la máscara del neoliberalismo. ¡Qué contradicción difícil de metabolizar para los ultraizquierdistas de los setenta si no fuera por su versatilidad! Ese mismo travestismo tuvo su lugar luego con el gobierno de Duhalde y ahora con el kirchnerismo; así, las diferencias en el seno del movimiento solo se manifiestan en momentos en que algún período está finalizando y está en juego la sucesión. Es cuando afloran las agresiones irreparables. Producido el nuevo resultado, se olvidan los dolores del parto, y los peronistas sin perder un segundo de tiempo van a socorrer al vencedor. Se liman las diferencias y retoman el camino como si toda la vida lo hubieran hecho juntos.

La Plata

A principios de la década de los noventa me fui detrás de una quimera a vivir a la capital de la Provincia, más cerca de los recuerdos gratos de una parte de mi niñez y de los lugares de proveniencia de mi familia paterna. En esa ciudad tuve nuevamente contacto con los peronistas. En mi barrio aledaño a una villa promoví la formación de una ONG relacionado al Arroyo del Gato, el mismo arroyo que ahora ha alcanzado notoriedad luego de la inundación del año pasado. Con gran esfuerzo se logro movilizar a mucha gente de la villa sobre todo a partir de la participación de punteros peronistas que integraron la comisión directiva de la ONG. Se hicieron muchas charlas sobre temas ambientales referidos a la recuperación de la cuenca del arroyo que está muy contaminada por varias razones, no solo debido a la existencia de los ranchos a su vera. Producto de que casualmente una altísima funcionaria en el área social de la nación vivía en las cercanías, se consiguió un subsidio para entregar cajas de alimentos pero aquí se puso en evidencia la miseria de los punteros. Cada caja costaba $ 20 de aquella época de los cuales ellos se quedaban con el 10%, es decir $2. Todo era así. Llega un momento en que uno se cansa. Pero al mismo tiempo hay que tener en cuenta que la experiencia no se puede hacer en otro lado si se desea una aproximación a la forma en que opera el peronismo en los sectores más pobres.

¿Qué es un puntero peronista? Por supuesto hay de todo pero ciertas características los hacen asemejarse en la realización de determinadas funciones. Ascendencia lograda por rasgos de personalidad o por el temor. Actitud solidaria. Predisposición a resolver problemas frente a las autoridades actuando de nexo. O directamente problemas que están a su alcance resolver con los medios que él dispone. Por supuesto, lo principal es la consecución de planes. Ahora también organizar las cooperativas de trabajo. Es una ciudad como La Plata donde la abrumadora mayoría del empleo es público, el puntero tiene un poder incrementado por esas características. Por cierto, el puntero está para todo servicio y por el mantenimiento del poder territorial también debe estar en condiciones de manejar las actividades delictivas. Básicamente los ladrones de todo nivel y el trafico de drogas. Producto del agravamiento que estas actividades han tenido en los últimos años con el kirchnerismo, su esfera de acción se ha ampliado. Quien tenga una visión idílica de estas actividades debe tener en cuenta que la gente decente ha sido desplazada de la escena; hoy están en stand by y la peor gente ha copado la parada. Por esos años hice una experiencia muy extendida como evaluador de programas sociales nacionales. Eso me llevó a tomar contacto con los municipios de la provincia, interior y conurbano.  Ahí se ven las diferencias entre unos y otros.

Epílogo

Una nota salido en estos días propone con buen criterio liberar al peronismo de su condición de excepcionalidad con que a veces se lo quiere caracterizar cuando faltan recursos conceptuales como para explicar una situación no del todo fácil de entender afuera (como ocurre siempre con las cosas que no son las propias) y, sobre todo, para proteger una supuesta pátina de distinción con que los argentinos pretendemos diferenciarnos de los demás (también como pasa en todo tiempo y lugar). Hay que decirlo con todas las letras: como otros movimientos en distintos países, el peronismo nace con una clara ideología inspirada en el ambiente nazi fascista de la Europa de la belle epoque. Y su matriz doctrinaria se nutre de un populismo que a diferencia del dulce de leche no fue inventado en nuestro país.

Lo único de original que tiene el peronismo es que nace, crece y se desarrolla en la Argentina. Perón mamó todo ese enfoque cuando estuvo en Europa por esos años de entre guerra enviado por el Ejército. Por otra parte, su principal plataforma de lanzamiento, la Secretaría de Trabajo y Previsión creada luego del golpe de 1943, contó con el asesoramiento estratégico de un franquista reconocido[iv] que fue el encargado de redactar la legislación laboral que hizo posible su labor de creación y captación de los sindicatos en los cuales apoyó su creciente poder. Esos acontecimientos que marcarían la historia posterior de nuestro país hasta nuestros días, tenían lugar en momentos en que la alternativa epocal perdidosa en el mundo (el Eje) aquí nacía condenada al éxito, una opción que se consolidó en las elecciones de 1945 por las cuales Perón accedió a su primera presidencia.

Cada movimiento histórico tiene su mandato, sea este explícito o no; ese sentido, que lo acompaña y orienta a lo largo de su vida, ya está en la matriz donde nació. Viendo la realidad –que es la única verdad- la misión del peronismo fue facilitar la fluencia de la decadencia argentina. Fue actor principal en distinto momentos de la política de nuestro país desde la Segunda guerra mundial. Salvo en una oportunidad siempre a contrapelo de los vientos del progreso imperantes en el mundo. 

En la primera presidencia, el encierro del país reforzó la política de sustitución de importaciones cuya concepción ideológica ya venía desde los años treinta, y que tanto contribuyo al atraso de nuestro sistema productivo. En la segunda, antes de su derrocamiento por la Libertadora, abrió las puertas del país a una industria ya obsoleta que tuvo su expresión en la fabricación de automóviles que habían caído en desuso en sus países de origen (esa medida luego fue mantenida y profundizada por el desarrollismo). En el 73, entrega la economía a una burguesía industrial prebendaria que reforzó más el aislamiento en todos los órdenes de la Argentina. El único gobierno que desplegó los alerones en la dirección del viento fue paradójicamente el odiado de los noventa.

Es generalizado el repudio a la gestión de la dupla Menem/Cavallo en amplios sectores de la opinión pública incluso desde su propio partido. Hay fuertes razones para ello. Ese gobierno fue un participante activo en esa carrera contra la decencia de los de ese signo en la que cada uno de ellos supera al anterior; el programa de la convertibilidad, característico de su administración y vigente a lo largo de la misma, endeudó el país a límites desconocidos; el sustrato ideológico de las políticas económicosociales -la teoría del derrame- se demostró falso si nos atenemos a los resultados de la realidad (aumento de la pobreza, desocupación, exclusión social y marginalidad). Desde el punto de vista de esos indicadores la gestión menemista justifica la valoración que se tiene de ella. Pero como se sabe un mismo fenómeno admite distintas miradas. En particular, cuando el paso del tiempo permite hacer comparaciones, y la visualización en perspectiva de los contextos involucrados da lugar a nuevos elementos de juicio. En ese caso se podría decir que el menemismo fue el único gobierno peronista que desplegó los alerones en el sentido del progreso. Lo que pasa es que le tocó la peor parte de ese cometido, y los costos para una parte de la población fueron altísimos. Haciendo una analogía menos dolorosa: cuando se recicla una casa, cualquier proyecto incluirá fatalmente el derribo de algunas paredes. Si un vecino pasa por la obra, y ve a los albañiles con la piqueta, con justa razón se lamentará de la obra destructiva, aún más si la pared derribada ha formado parte de una edificación con historia. Este aspecto, el de la demolición, fue lo sustantivo del proyecto neoliberal de la década. Pero no solo como veremos enseguida.

Antes, hay que hacer un breve repaso del Consenso de Washington, del que se habla más que de lo que se lo conoce. Ese cuco se basaba en las 10 políticas siguientes:

1.                   Disciplina presupuestaria (los presupuestos públicos no pueden tener déficit)
2.                   Reordenamiento de las prioridades del gasto público de áreas como subsidios (especialmente subsidios indiscriminados) hacia sectores que favorezcan el crecimiento, y servicios para los pobres, como educación, salud pública, investigación e infraestructuras.
3.                   Reforma Impositiva (buscar bases imponibles amplias y tipos marginales moderados)
4.                   Liberalización financiera, especialmente de los tipos de interés
5.                   Un tipo de cambio de la moneda competitivo
6.                   Liberalización del comercio internacional (disminución de barreras aduaneras)
7.                   Eliminación de las barreras a las inversiones extranjeras directas
8.                   Privatización (venta de las empresas públicas y de los monopolios estatales)
9.                   Desregulación de los mercados
10.                Protección de la propiedad privada.

Ahora que han pasado los años, algunas de esas medidas son de aplicación corriente en todo el mundo. Otras son motivo de controversias según las distintas escuelas del pensamiento económico. En el caso de las barreras al comercio internacional (proteccionismo), sustitución de importaciones, cepo cambiario, no crear un ambiente favorable a las inversiones extranjeras directas, renacionalización de empresas, etc., son medidas que no se corresponden con los tiempos y los gobiernos que las aplican no logran buenos resultados. Los ejemplos están a mano.

La realidad es que con ese u otro nombre, el CW está en el medio de una disyuntiva. El logro de un país moderno implica entrar de lleno en el mundo tal como es hoy, y el estado de bienestar -grande pero ineficiente- vive su ocaso. La mejor manera de aprovechar las enormes ventajas del proceso globalizador (y aventar sus riesgos) no está en el encierro sino en el riesgo de aplicar políticas inteligente como lo están haciendo los países exitosos, incluso vecinos.

Con la mano en el corazón y sin clichés ideológicos, cabe preguntarse si el estado, la economía argentina, su sistema productivo, y el asistencialismo clientelar, todos con sus distintas singularidades que se habían ido configurando a través de los años, representaban la situación más favorable para la modernización de la Argentina.

La política de apertura de la economía, de privatizaciones y desregulación, que obviamente no contó con el apoyo de amplios sectores de la población entre los cuales me incluyo, sobre todo por los perjuicios económicosociales causados, sin embargo fueron, son y serán objetivos a materializar –por cierto en forma concertada como políticas de estado- en cualquier proyecto futuro de reinserción internacional. Menem lo hizo como un cruzado (contradiciendo sus promesas electorales), apoyado en sectores liberales de la economía, y de ahí los costos políticos insumidos. La otra cara de la moneda nos muestra lo siguiente.
El llamado neoliberalismo de los noventa fue una fuente de modernización tecnológica en los servicios, y la importación de bienes de capital amparados en el “1 a 1” hizo posible la actualización de ramas de la industria, desechando sectores obsoletos que solo se podían mantener en un país encapsulado y no competitivo. La revolución del campo comenzó a florecer por esos años luego de décadas de estancamiento. Sectores como el urbanismo (Puerto Madero fue el puntapié inicial para transformar a Buenos Aires en una ciudad global), el diseño, la gastronomía, la vestimenta, la recuperación del tango, la socialización de costumbres y prácticas de género, y otros cambios en distintos sectores del quehacer cotidiano mostraron a una Argentina realizando transformaciones o comenzando a hacerlas como nunca antes en un sentido progresista. Las políticas sociales fueron de mayor complejidad a la que implementaron los gobiernos posteriores, sobre todo luego de la Alianza que las había heredado. Eran activas y permitían palear y dar una perspectiva a las gestiones locales, frente a los altísimos costos sociales de desmontar una estructura heredada de 70 años de decadencia. Cuando la Argentina dentro de unos años esté metida de lleno en el proceso global, y se comiencen a ver los desafíos que ello trae aparejado, la historia reverá la gestión de los noventa con sus claroscuros; pero por ahora ese ejercicio intelectual no parece oportuno: es políticamente incorrecto.

 Por último, el kirchnerismo fue lo contrario; deshizo todo lo que se debía preservar, fortalecer y acrecentar. En su lugar llevó a límites rayanos en la extravagancia y el desvarío las concepciones nacionalista-burguesas que inspiraron las tres administraciones de Perón. Los resultados no podían ser otros que los que hoy se pueden ver. Estas gestiones del matrimonio Kirchner son un manual de las cosas que no hay que hacer. Cualquier gobierno que gane en el 2015 y se inspire en el kirchnerismo para implementar todo lo contrario de lo realizado en la “década ganada”, seguramente dará lugar a una gestión moderna y exitosa.

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Me pregunto si este camino paralelo y sincrónico que he recorrido desde el inicio con el peronismo no está llegando a su fin (toco madera porque estoy dispuesto a sobrevivirlo). La pérdida de sentido histórico del peronismo -y la incógnita abierta en el radicalismo hace algunos años con una fragmentación quasi terminal pero que ahora parece sublimarse en un espacio más amplio de tonalidad socialdemócrata- inevitablemente dará lugar a una reconfiguración del sistema político argentino. Un diseño similar al de los países europeos desarrollados que por razones de progreso debe ser el faro que nos guie. Pero más allá de las expresiones políticas, lo que ha llegado al límite de sentido es la concepción populista como referencia inocultable en no pocos sectores del conjunto de los partidos políticos, vigente en la gestión estatal, social y privada a todo nivel, y sentimiento arraigado en la opinión pública de nuestro país. No podremos diseñar un territorio moderno si no nos desprendemos de esa pesada mochila. Tenemos que ingresar raudamente al trabajo creativo, la innovación y la competitividad, abiertos al mundo de hoy con todas las oportunidades y riesgos que ello trae aparejado. Pensar y acordar el país del futuro para hacerlo realidad. La Argentina global.

Ing. Alberto Ford
Arroyo del Gato, marzo de 2014





















[i] Michel Helfgott Lerner, uno de mis maestros a pesar de ser menor que yo, fue el mejor alumno de la promoción de 1960. A las 10 materias rendidas se dio cuenta que su vocación no era la ingeniería química sino las matemáticas. La última materia que cursó en la facultad, Física II, el profesor no lo dejó rendir para evitar un sofocón: esperó en la puerta a su alumno que ya era ayudante de docencia en esa cátedra, le pidió la libreta y le puso la máxima nota. Luego de un breve paso por Exactas de Buenos Aires en su época gloriosa, se fue a Berkeley que en ese momento era uno de los lugares más importantes en esa disciplina. Al tiempo de estar en esa universidad de California y de rendir todas las materias con las máximas notas me escribió un día y me dijo lo siguiente: “Mirá Alberto, ya sé toda lo que hay en matemáticas pero me he dado cuenta de una cosa, no soy un creador”. Se volvió a Perú de donde era oriundo e hizo una carrera como docente en la universidad de San Marcos. Publicó libros donde juntaba la reina de las ciencias con lo que había aprendido en ingeniería química. Cuando los hijos fueron grandes, volvió a EEUU, se doctoró y ahora es profesor en la East Tennessee State University. Su hijo, Harald Helfgott Seier, nacido en 1977, obtuvo un impresionante logro científico: demostró  la llamada conjetura débil de Goldbach, uno de los problemas más antiguos en matemáticas y a veces calificado como más difícil en la historia de esta ciencia. Ahora trabaja en el prestigioso Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de Francia. Harald estudió en las universidades de Princeton, Yale (entre muchas otras) y ha sido distinguido con prestigiosos galardones, como el Premio Philip Leverhulme y el Premio Whitehead, otorgado por la Sociedad Matemática de Londres, y el Premio Adams de la Universidad de Cambridge (wiki). Ver también: http://www.agenciasinc.es/Entrevistas/Para-resolver-la-conjetura-debil-de-Goldbach-he-necesitado-tecnicas-teoricas-y-computacionales
[ii] Obeid era rengo, seguramente por secuelas de una polio, minusvalía que lo debe haber eximido de ingresar en el área operativa de la guerrilla montonera. Obeid, fallecido hace unos pocos días, fue un importante cuadro político del peronismo: en aquellos años de fuego llegó a ser el responsable de la regional 2 de la JP, y luego en democracia gobernador de la provincia de Santa Fe entre otros cargos.
[iii] Me decían “el exaltado del ARIQ” en alusión a la agrupación reformista de la que formaba parte. En una oportunidad estábamos de manifestación ante el decanato, y solo un cordón policial nos separaba de la puerta. Al promediar el acto, un policía agarra a un compañero que estaba al frente y se lo llevó para adentro. Se me subió la  sangre a la cabeza. Arriba de un mostrador de lo que se llamaba la bedelía (donde se hacían los trámites), miré a los policías, les apunté con el dedo y agitando la mano en forma reiterada con tono amenazante exigí “larguen al compañero”. La yuta me miraba asombrada. No sabía si desenfundar o hacer lo que les estaba pidiendo y al final hizo: liberar al detenido. Una ovación. Realmente, cómo cambia uno con los años. Ahora tengo temor hasta de cruzar la calle.
[iv] Para iniciar su labor de captación de los sindicatos Perón se instaló en la Secretaría de Trabajo y Previsión, creada en 1943, luego del golpe pro nazi del GOU.  Perón, contó con el asesoramiento del español José de Figuerola, un antiguo colaborador del régimen de Primo de Rivera. Esa calificada ayuda caracterizada por un sesgo determinado, hicieron de la Secretaría un laboratorio de legislación social que fortaleció la intervención del Estado (y de Perón para cimentar su poder) en las relaciones laborales. Esa  modalidad de relacionamiento es un sello distintivo del peronismo hasta hoy.