viernes, 23 de septiembre de 2022

 



Nueva configuración planetaria a partir de la guerra en Ucrania

La guerra había entrado en un parate como si fuera de trincheras por la estabilidad de sus frentes. Los soldados no se veían las caras ni usaban las bayonetas; solo misiles de corto alcance, pero altamente destructivos. Entonces, nuevamente Putin dio la nota.


Por Alberto Ford

 

Le dio legitimidad a los referéndums anexionistas convocados en el Donbass y otras dos provincias del sudeste ucraniano. Además decretó una movilización parcial para que la contienda deje de tener las limitaciones de una “operación especial”. Ambas medidas presuponen una escalada pero en su medida.

Es improbable que la guerra se desbarranque, atraviese físicamente las fronteras de Ucrania, y se apele a las armas atómicas. La Asamblea General de las Naciones Unidas es la perfecta caja de resonancia para darle al conflicto un dramatismo adicional. Por su parte, los algoritmos harán lo suyo para que la guerra además de proxi también siga siendo híbrida… pero con más octanaje.

En lo que sigue, se da una idea de cómo el mundo se ha dividido. Sus instituciones siguen funcionando pero empezarán a hacerlo de otra manera más relevante. La grieta global sigue su curso.

 

A ambos lados de la grieta, la nueva configuración planetaria va tomando forma al compás del ritmo que marca la dilatada guerra en Ucrania. La contraofensiva de los últimos días para recuperar territorios que venían ocupando las fuerzas rusas coincide con dos eventos realizados este mes de setiembre de 2022.

Uno es la 2ª Reunión Anual del Diálogo Económico de Alto Nivel México-Estados Unidos (DEAN) que tuvo lugar en la capital azteca el lunes 12; el otro, los días 15 y 16, la 22ª reunión del Consejo de Jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Samarcanda, la ciudad uzbeca de Las mil y una noches.

En el actual escenario las convocatorias son la evidencia de una realidad que asoma a través de sus significados en los que las cuestiones territoriales condicionan las agendas.

En el caso de Norteamérica, el tema de la cercanía se refiere a cómo el sistema productivo sin ir más lejos puede disponer en forma resiliente de los insumos provistos por las llamadas cadenas de suministros o cadenas globales de valor (GVC). Por su parte, los principales países del mundo con ambiciones multilaterales hacen notar su presencia global por medio de una cumbre desde el lugar del continente euroasiático donde se sitúan las cinco “stán”.

El patio vecino

La reunión del DEAN a nivel de los ejecutivos de ambos países fue encabezada por sus cancilleres: el secretario de Estado Antony Blinken y el secretario de relaciones exteriores mejicano Marcelo Ebrard. La declaración conjunta emitida al final de las deliberaciones es un reflejo de la problemática hemisférica que EEUU en esta oportunidad circunscribe a las zonas de impacto directo sobre sus fronteras más calientes.

El DEAN se activa en cuatro pilares centrales:

  1. Reconstruyendo juntos
  2. Promoviendo el desarrollo económico y social sustentable en el sur de México y Centroamérica
  3. Asegurando las herramientas para la prosperidad futura
  4. Invirtiendo en nuestros pueblos

En el primer pilar es inferible una relación directa con dos programas: el Build Back Better World (B3W) para el desarrollo de infraestructura en países de ingresos bajos y medios que el presidente Biden presentó ante el G7 en junio de 2021, y su complemento estadounidense, el denominado Acuerdo bipartidista de infraestructura al que han destinado 1,2 billones de dólares.

El vector que describe los flujos originados por el deterioro de la situación centroamericana es coincidente con el trazado de uno de los proyectos emblemáticos de AMLO: el Tren maya. Su recorrido a través de la península de Yucatán promete acarrear expectativas favorables por medio de la creación de empleos y oportunidades. Tal como es concebido en el DEAN, la zona del ancestral imperio de los jugadores de pelota de caucho -El Salvador, Honduras, Guatemala y el sur de México- se irá poblando de pymes y emprendimientos para dar solución al grave problema de las migraciones.

La industria de microprocesadores es uno de los insumos críticos en este momento, al punto que los faltantes a nivel global han puesto en jaque a sectores enteros de la producción como el automovilístico. Siendo que solo el 10% de los microprocesadores es hecho en occidente, se dice en una declaración del departamento de Estado que “la aprobación de la ley CHIPS y Ciencia (Chips and Science Act) por el gobierno de EEUU proporciona oportunidades sin precedentes para mejorar las ya dinámicas cadenas de suministro”.

Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), la fábrica más grande del mundo -con sede en Taiwán y propiedad de alguna manera compartida con los gigantes tecnológicos que aportan el know how- está construyendo una planta en EE.UU con una inversión de 12.000 millones de dólares. Obviamente TSMC también seguirá produciendo desde el Lejano Oriente incluso desde la RPCh donde posee enorme inversiones pero redireccionando el target a su entorno cercano. Como dijo la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen al gobernador del estado de Arizona Doug Ducey ahora chips democráticos y chips autocráticos.

Se produce la denominada relocalización (re-shoring). Empresas de origen norteamericano y europeo que protagonizaron el desarrollo de Oriente – devenidas globales y en algunos casos con denominación o mecanismos de propiedad compartida con la parte china- sin afectar en sus fundamentos aquella gesta, se ven incentivadas para hacer lo mismo que hicieron en el oriente a partir de los setenta pero en el hemisferio americano. En perspectiva el negocio cierra. Con la grieta global se abren para la emulación dos mercados separados (por lo menos inicialmente en bienes y servicios; “acercar” GVC llevará más tiempo) de igual magnitud. Es la gran apuesta de la globalización en su fase superior para resolver hacia 2050 el flagelo de la pobreza en un mundo pletórico de recursos de todo tipo que ha dado fin al histórico reinado de la escasez.

La realidad del lado de allá de la grieta

Podría haber sido una movida florentina de la astuta diplomacia vaticana. Casualidad o no Francisco llegó el mismo día que XI Jinping a Nursultán (ex Astaná) la capital de Kazajistán. El Papa para asistir al 7º Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales. Xi en una visita de Estado de paso a la Cumbre de la OCS que en simultáneo tuvo lugar en Samarcanda, la segunda ciudad de la vecina Uzbekistán.

Es sabido que a Francisco le niegan la visa más anhelada. Hace tiempo que quiere ir a China y no lo dejan a pesar de que tiene los merecimientos suficientes como para ser invitado. No solo como jefe de la Iglesia católica sino como hermano de otro jesuita prominente, el paleontólogo y filósofo Teilhard de Chardin, de prolongada estadía en China donde tuvo la oportunidad de participar del descubrimiento del Hombre de Pekín (Homo erectus pekinensis, nuestro antecesor directo), y divulgador de las nociones de Noosfera y Punto Omega muy utilizadas por los eruditos.

A un nivel donde nadie se tira a la pileta con los ojos cerrados, llama la atención la coincidencia en ese lugar de dos de los máximos líderes mundiales. Según Reuters, desde Roma se le hizo saber a China que el Papa Francisco estaba dispuesto a reunirse con el presidente Xi cuando ambos estuvieron en la capital kazaja, pero Pekín contestó que “no había tiempo suficiente”.

El Papa tampoco tuvo suerte con KIrill, el patriarca de Moscú y de todas las Rusias, entusiasta defensor de la invasión a Ucrania y con quien había programado un encuentro. El Primado ruso se negó a viajar a Nursultán para participar del mismo congreso tras considerarse ofendido porque en una carta el Papa le había dicho que no debía ser “el monaguillo de Putin”. De cualquier manera Francisco logró estar en el centro de los acontecimientos de la parte autocrática del mundo que es la que siente más afín.

Es en ese contexto que se produce el rutilante desembarco de Xi en Samarcanda. Lo esperaban para la Cumbre y otras reuniones bilaterales además de Putin los líderes de los principales países emergentes, entre ellos Erdoğan (Turquía), Modi (India), Raisi (Irán), Sharif (Pakistán) y otros presidentes y primeros ministros.

Era la primera salida de XI al exterior luego de la pandemia. En una interesante nota del NYT se dice que Xi busca posicionarse en el Asia Central, una región motivo de ancestrales disputas.

El “Gran Juego” fue el término popularizado por Rudyard Kipling para referirse a la competencia entre Rusia y Gran Bretaña durante el siglo XIX por el control de esa zona que históricamente fue de paso obligado para la Ruta de la Seda.

En el acápite 13 de la Declaración de Samarcanda emanada de la Cumbre los Estados miembros consideran a Asia Central como el núcleo de la OCS. A principios del siglo pasado, el geógrafo John Mackinder en sus estudios de la geopolítica había considerado pivote al Asia Central (pivot area) para el control de esa inmensa geografía. Si uno mira un mapa ve que esa postergada zona está rodeada de países que tienen casi la mitad de la población mundial.

Sin ser deslucido, el papel de Putin no fue tan destacado; en contraposición a Xi, al presidente ruso se lo vio con perfil bajo en una conferencia de prensa que sostuvo solitario y de pie, jaqueado por las preguntas de rigor con respecto a la contraofensiva ucraniana. No obstante, Xi y Putin presidieron de hecho las deliberaciones ya que Rusia y China están a cargo del doble comando de la OCS.

La novedosa convocatoria -un formato G20, aunque más pormenorizado e intervencionista- está indicando que la construcción de la parte autocrática de la grieta global por lo menos en las actuales condiciones no está exenta de dificultades… pero es un camino de ida concebido multilateral sin lugar para las pretensiones hegemónicas.

Se dice que los países interesados en ingresar a la OCS forman una larga fila, entre ellos Arabia Saudita y sus vecinos del golfo. Tal avidez generaría para el Occidente democrático una situación más complicada aún que la del presente con respecto a la provisión de hidrocarburos. Los líderes quedaron en reunirse en la India el año que viene.

La guerra en Ucrania va para largo; los avances y retrocesos son pequeños tanto en tiempo como en espacio. Según algunos observadores el ritmo de la contienda parece ser el de la Primera Guerra Mundial en lo referido a la inmovilidad de las trincheras aunque en esta oportunidad los soldados no se ven las caras ni usan sus bayonetas, solo se “comunican” con disparos de artillería.

En los últimos días se produjo una contraofensiva del Ejército ucraniano que ha llegado a ocupar por abandono de territorios (o desplazar de ellos al enemigo según quien lo diga) que habían estado en manos rusas. Es sabido que en las guerras híbridas vale lo mismo un lanzacohetes de los más modernos como el High Mobility Artillery Rocket System (HYMARS) que un algoritmo capaz de llevar a cabo verdaderas proezas interpretativas en materia de acciones militares. Empero, para los observadores tradicionales sigue primando la cuantificación de los territorios en juego. Las estadísticas más confiables nos dicen lo siguiente.

TerritorioSuperficie Km2%
Ucrania630.550100
Ocupado por los separatistas prorrusos en el Donbass antes de la invasión en febrero de 202220.2453
Ocupado por las fuerzas rusas desde la invasión120.00020
Recuperado por la contraofensiva ucraniana de estos días6.0001

 

Salta a vista la connivencia de hecho para regular el ritmo de las acciones. El presidente Biden juega su fortaleza en las elecciones de medio término y el transcurso de la guerra le permite hegemonizar el lado democrático de la grieta (ante el frío del inminente invierno los países europeos están más que preocupados por la temperatura de sus hogares).

Por su parte, los contratos aprobados con el Complejo Militar Industrial son muy voluminosos aunque se calcula que solo el 20% de las armas llega al frente. Mirado desde el otro lado hay un activo invalorable para los rusos: EEUU no autoriza atacar su territorio lo que implica que los invasores pueden guerrear con las espaldas cubiertas. Por último y no menos importante, hoy se anuncia que las fuerzas de ocupación están organizando elecciones separatistas inicialmente en las provincias que bordean el mar de Azov lo que les garantiza un corredor terrestre para llegar a Crimea desde territorio ruso.

El referéndum está previsto para el viernes de esta semana. Son de dos tipos. En el caso de Donetsk y Lugansk -que ya son repúblicas autónomas reconocidas por Rusia- la consulta es “sobre la unificación del territorio con Rusia”. En Jersón y Zaporiyia, dos provincias ocupadas esta última en parte, a los votantes se les pregunta “si desean dejar de ser parte de Ucrania y empezar a ser un estado independiente adherido a Rusia”.

En una nota de Foreign Affairs, la centenaria revista de EEUU publicada por el Consejo de Relaciones Exteriores, Fiona Hill sugiere que “Putin pretende presidir una nueva unión compuesta por Rusia, Ucrania, Bielorrusia y quizás la parte norte de Kazajstán, y establecer una esfera de control en Eurasia que Occidente estará obligado a aceptar”. Los resultados se pueden prever; el interrogante está en la modalidad que adopte la anexión y si los rusos se detendrán en las nuevas fronteras. La moneda está en el aire.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

 

Un mundo dividido

 

La guerra en Ucrania había entrado en un parate como si fuera de trincheras por la estabilidad de sus frentes. Los soldados no se veían las caras ni usaban bayonetas; solo misiles de corta alcance pero altamente destructivos. Nuevamente Putin dio la nota. Le dio legitimidad a los referéndums anexionistas convocaos en el Donbass y otras dos provincias del sudeste ucraniano. Además decretó una movilización parcial para que la contienda deje de tener las limitaciones de una “operación especial”. Ambas medidas presuponen una escalada pero en su medida. Es improbable que la guerra se desbarranque, atraviese físicamente las fronteras de Ucrania o se apele a las armas atómicas. La Asamblea General de las NNUU es la perfecta caja de resonancia para darle al conflicto un dramatismo adicional. Por su parte, los algoritmos harán lo suyo para que la guerra además de proxi también siga siendo híbrida… pero con más octanaje. En el trabajo se da una idea de cómo el mundo se ha dividido. Sus instituciones siguen funcionando pero empezarán a hacerlo de otra manera más relevante. La grieta global sigue su curso.

 

A ambos lados de la grieta, la nueva configuración planetaria va tomando forma al compás del ritmo que marca la dilatada guerra en Ucrania. La contraofensiva de los últimos días para recuperar territorios que venían ocupando las fuerzas rusas coincide con dos eventos realizados este mes de setiembre de 2022. Uno es la 2ª Reunión Anual del Diálogo Económico de Alto Nivel México-Estados Unidos (DEAN) que tuvo lugar en la capital azteca el lunes 12; el otro, los días 15 y 16, la 22ª reunión del Consejo de Jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Samarcanda, la ciudad uzbeca de Las mil y una noches.

En el actual escenario las convocatorias son la evidencia de una realidad que asoma a través de sus significados en los que las cuestiones territoriales condicionan las agendas. En el caso de Norteamérica, el tema de la cercanía se refiere a cómo el sistema productivo sin ir más lejos puede disponer en forma resiliente de los insumos provistos por las llamadas cadenas de suministros o cadenas globales de valor (GVC). Por su parte, los principales países del mundo con ambiciones multilaterales hacen notar su presencia global por medio de una cumbre desde el lugar del continente euroasiático donde se sitúan las cinco “stán”.

El patio de acá

La reunión del DEAN a nivel de los ejecutivos de ambos países fue encabezada por sus cancilleres: el secretario de Estado Antony Blinken y el secretario de relaciones exteriores mejicano Marcelo Ebrard. La declaración conjunta emitida al final de las deliberaciones es un reflejo de la problemática hemisférica que EEUU en esta oportunidad circunscribe a las zonas de impacto directo sobre sus fronteras más calientes.

El DEAN se activa en cuatro pilares centrales:

1.       Reconstruyendo juntos

2.       Promoviendo el desarrollo económico y social sustentable en el sur de México y Centroamérica

3.       Asegurando las herramientas para la prosperidad futura

4.       Invirtiendo en nuestros pueblos

En el primer pilar es inferible una relación directa con dos programas: el Build Back Better World (B3W) para el desarrollo de infraestructura en países de ingresos bajos y medios que el presidente Biden presentó ante el G7 en junio de 2021, y su complemento estadounidense, el denominado Acuerdo bipartidista de infraestructura al que han destinado 1,2 billones de dólares.

El vector que describe los flujos originados por el deterioro de la situación centroamericana es coincidente con el trazado de uno de los proyectos emblemáticos de AMLO: el Tren maya. Su recorrido a través de la península de Yucatán promete acarrear expectativas favorables por medio de la creación de empleos y oportunidades. Tal como es concebido en el DEAN, la zona del ancestral imperio de los jugadores de pelota de caucho -El Salvador, Honduras, Guatemala y el sur de México- se irá poblando de pymes y emprendimientos para dar solución al grave problema de las migraciones. 

La industria de microprocesadores es uno de los insumos críticos en este momento, al punto que los faltantes a nivel global han puesto en jaque a sectores enteros de la producción como el automovilístico. Siendo que solo el 10% de los microprocesadores es hecho en occidente, se dice en una declaración del departamento de Estado que “la aprobación de la ley CHIPS y Ciencia (Chips and Science Act) por el gobierno de EEUU proporciona oportunidades sin precedentes para mejorar las ya dinámicas cadenas de suministro”. Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), la fábrica más grande del mundo -con sede en Taiwán y propiedad de alguna manera compartida con los gigantes tecnológicos que aportan el know how- está construyendo una planta en EEUU con una inversión de 12.000 millones de dólares. Obviamente TSMC también seguirá produciendo desde el Lejano Oriente incluso desde la RPCh donde posee enorme inversiones pero redireccionando el target a su entorno cercano. Como dijo la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen al gobernador del estado de Arizona Doug Ducey ahora chips democráticos y chips autocráticos.

Se produce la denominada relocalización (re-shoring). Empresas de origen norteamericano y europeo que protagonizaron el desarrollo de Oriente - devenidas globales y en algunos casos con denominación o mecanismos de propiedad compartida con la parte china- sin afectar en sus fundamentos aquella gesta, se ven incentivadas para hacer lo mismo que hicieron en el oriente a partir de los setenta pero en el hemisferio americano. En perspectiva el negocio cierra. Con la grieta global se abren para la emulación dos mercados separados (por lo menos inicialmente en bienes y servicios; “acercar” GVC llevará más tiempo) de igual magnitud. Es la gran apuesta de la globalización en su fase superior para resolver hacia 2050 el flagelo de la pobreza en un mundo pletórico de recursos de todo tipo que ha dado fin al histórico reinado de la escasez.

La realidad del lado de allá de la grieta

Podría haber sido una movida florentina de la astuta diplomacia vaticana. Casualidad o no Francisco llegó el mismo día que XI Jinping a Nursultán (ex Astaná) la capital de Kazajistán. El Papa para asistir al 7º Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales. Xi en una visita de Estado de paso a la Cumbre de la OCS que en simultáneo tuvo lugar en Samarcanda, la segunda ciudad de la vecina Uzbekistán.

Es sabido que a Francisco le niegan la visa más anhelada. Hace tiempo que quiere ir a China y no lo dejan a pesar de que tiene los merecimientos suficientes como para ser invitado. No solo como jefe de la Iglesia católica sino como hermano de otro jesuita prominente, el paleontólogo y filósofo Teilhard de Chardin, de prolongada estadía en China donde tuvo la oportunidad de participar del descubrimiento del Hombre de Pekín (Homo erectus pekinensis, nuestro antecesor directo), y divulgador de las nociones de Noosfera y Punto Omega muy utilizadas por los eruditos.

A un nivel donde nadie se tira a la pileta con los ojos cerrados, llama la atención la coincidencia en ese lugar de dos de los máximos líderes mundiales. Según Reuters, desde Roma se le hizo saber a China que el Papa Francisco estaba dispuesto a reunirse con el presidente Xi cuando ambos estuvieron en la capital kazaja, pero Pekín contestó que “no había tiempo suficiente”.

El Papa tampoco tuvo suerte con KIrill, el patriarca de Moscú y de todas las Rusias, entusiasta defensor de la invasión a Ucrania y con quien había programado un encuentro. El Primado ruso se negó a viajar a Nursultán para participar del mismo congreso tras considerarse ofendido porque en una carta el Papa le había dicho que no debía ser “el monaguillo de Putin”. De cualquier manera Francisco logró estar en el centro de los acontecimientos de la parte autocrática del mundo que es la que siente más afín.

Es en ese contexto que se produce el rutilante desembarco de Xi en Samarcanda. Lo esperaban para la Cumbre y otras reuniones bilaterales además de Putin los líderes de los principales países emergentes, entre ellos Erdoğan (Turquía), Modi (India), Raisi (Irán), Sharif (Pakistán) y otros presidentes y primeros ministros.

OCS. Foto de familia en Samarcanda

Era la primera salida de XI al exterior luego de la pandemia. En una interesante nota del NYT se dice que Xi busca posicionarse en el Asia Central, una región motivo de ancestrales disputas. El “Gran Juego” fue el término popularizado por Rudyard Kipling para referirse a la competencia entre Rusia y Gran Bretaña durante el siglo XIX por el control de esa zona que históricamente fue de paso obligado para la Ruta de la Seda. En el acápite 13 de la Declaración de Samarcanda emanada de la Cumbre los Estados miembros consideran a Asia Central como el núcleo de la OCS. A principios del siglo pasado, el geógrafo John Mackinder en sus estudios de la geopolítica había considerado pivote al Asia Central (pivot area) para el control de esa inmensa geografía. Si uno mira un mapa ve que esa postergada zona está rodeada de países que tienen casi la mitad de la población mundial.


Sin ser deslucido, el papel de Putin no fue tan destacado; en contraposición a Xi, al presidente ruso se lo vio con perfil bajo en una conferencia de prensa que sostuvo solitario y de pie, jaqueado por las preguntas de rigor con respecto a la contraofensiva ucraniana. No obstante, Xi y Putin presidieron de hecho las deliberaciones ya que Rusia y China están a cargo del doble comando de la OCS.

La novedosa convocatoria -un formato G20, aunque más pormenorizado e intervencionista- está indicando que la construcción de la parte autocrática de la grieta global por lo menos en las actuales condiciones no está exenta de dificultades… pero es un camino de ida concebido multilateral sin lugar para las pretensiones hegemónicas.

Se dice que los países interesados en ingresar a la OCS forman una larga fila, entre ellos Arabia Saudita y sus vecinos del golfo. Tal avidez generaría para el Occidente democrático una situación más complicada aún que la del presente con respecto a la provisión de hidrocarburos. Los líderes quedaron en reunirse en la India el año que viene.

—o0o—

La guerra en Ucrania va para largo; los avances y retrocesos son pequeños tanto en tiempo como en espacio. Según algunos observadores el ritmo de la contienda parece ser el de la Primera Guerra Mundial en lo referido a la inmovilidad de las trincheras aunque en esta oportunidad los soldados no se ven las caras ni usan sus bayonetas, solo se “comunican” con disparos de artillería. En los últimos días se produjo una contraofensiva del Ejército ucraniano que ha llegado a ocupar por abandono de territorios (o desplazar de ellos al enemigo según quien lo diga) que habían estado en manos rusas. Es sabido que en las guerras híbridas vale lo mismo un lanzacohetes de los más modernos como el High Mobility Artillery Rocket System (HYMARS) que un algoritmo capaz de llevar a cabo verdaderas proezas interpretativas en materia de acciones militares. Empero, para los observadores tradicionales sigue primando la cuantificación de los territorios en juego. Las estadísticas más confiables nos dicen lo siguiente.

Territorio

Superficie Km2

%

Ucrania

630.550

100

Ocupado por los separatistas prorrusos en el Donbass antes de la invasión en febrero de 2022

20.245

3

Ocupado por las fuerzas rusas desde la invasión

120.000

20

Recuperado por la contraofensiva ucraniana de estos días

6.000

1

 

Salta a vista la connivencia de hecho para regular el ritmo de las acciones. El presidente Biden juega su fortaleza en las elecciones de medio término y el transcurso de la guerra le permite hegemonizar el lado democrático de la grieta (ante el frío del inminente invierno los países europeos están más que preocupados por la temperatura de sus hogares). Por su parte, los contratos aprobados con el Complejo Militar Industrial son muy voluminosos aunque se calcula que solo el 20% de las armas llega al frente. Mirado desde el otro lado hay un activo invalorable para los rusos: EEUU no autoriza atacar su territorio lo que implica que los invasores pueden guerrear con las espaldas cubiertas. Por último y no menos importante, hoy se anuncia que las fuerzas de ocupación están organizando elecciones separatistas inicialmente en las provincias que bordean el mar de Azov lo que les garantiza un corredor terrestre para llegar a Crimea desde territorio ruso.

El referéndum está previsto para el viernes de esta semana. Son de dos tipos. En el caso de Donetsk y Lugansk -que ya son repúblicas autónomas reconocidas por Rusia- la consulta es “sobre la unificación del territorio con Rusia”. En Jersón y Zaporiyia, dos provincias ocupadas esta última en parte, a los votantes se les pregunta “si desean dejar de ser parte de Ucrania y empezar a ser un estado independiente adherido a Rusia”.

En una nota de Foreign Affairs, la centenaria revista de EEUU publicada por el Consejo de Relaciones Exteriores, Fiona Hill sugiere que “Putin pretende presidir una nueva unión compuesta por Rusia, Ucrania, Bielorrusia y quizás la parte norte de Kazajstán, y establecer una esfera de control en Eurasia que Occidente estará obligado a aceptar” (ver https://www.atlanticcouncil.org/blogs/state-of-the-order-assessing-august-2022/). Los resultados se pueden prever; el interrogante está en la modalidad que adopte la anexión y si los rusos se detendrán en las nuevas fronteras. La moneda está en el aire.

 

Ing. Alberto Ford

albertoford42@yahoo.com.ar

Buenos Aires, 21 de setiembre de 2022

 

 

 

 

viernes, 9 de septiembre de 2022

 

Globalización en tiempo de virus

Antecedentes

El trabajo se basa en el supuesto que la crisis en curso estará actuando de las más diversas formas para la culminación del proceso globalizador.

La hipótesis que sustenta la afirmación considera que la globalización es un estadio de reciente aparición, no más lejos de unas décadas, que está iniciando la última fase de su establecimiento. Y, en ese contexto, las graves perturbaciones provocadas por el coronavirus no pueden dejar de jugar un papel decisivo que afecte al conjunto de ese proceso.

Es una materia pendiente la inclusión masiva de quienes hasta ahora no se han visto favorecidos por el acceso a las posibilidades materiales y espirituales que ofrece la enorme riqueza acumulada desde la gestación de la Revolución científica y tecnológica (RC&T) en la segunda parte del siglo XX. La gigantesca movida, sin antecedentes por la diversidad y alcances de sus resultados, se va canalizando, como siguiendo los meandros de un caudal impetuoso, hacia el puerto de la definitiva erradicación de la faz de la tierra de todas las situaciones de pobreza, tal como las conocemos hoy.

La afirmación anterior presupone, por sus implicancias, que en el mundo se abre un ciclo de mediano y largo plazo. Semejante objetivo, que se ha puesto en marcha, no se puede alcanzar de la noche a la mañana; tampoco los asuntos del día a día siempre marcan tendencias: es un proceso lleno de idas y venidas, altos y bajos. Para dar forma a una suposición tan concreta e inclusiva -hasta exagerada para una visión somera de los hechos corrientes- es necesario contextualizar el proceso globalizador, sobre todo, atendiendo a las distintas etapas recorridas y por recorrer, desde su irrupción hace ya 4 décadas

La globalización es un cuerpo vivo y, en carácter de tal, tiene un antes, un momento de aparición, y un después, cuando ya establecida comienza su despliegue autopoiético. La globalización no nace cuando el primer hombre baja del árbol. Tampoco con los viajes de Colón ni con el aumento del comercio producto de la expansión colonial e imperialista de fines del siglo XIX. Todos esos son antecedentes que remiten inexorablemente al punto de partida. Pero la globalización reúne una serie de características que solo se pueden manifestar en el presente como corolario de las pulsiones territoriales ampliatorias que han existido desde la primera hora. En el largo viaje de la especie humana, van dando lugar a distintas eras o formas en que se organizan las sociedades. 

En esos momentos previos hay progreso porque este nunca cesa. Pero no todos ellos tienen las mismas características ni grado de evolución y complejidad que en el establecimiento del fenómeno. Haciendo un símil, estamos viviendo la rotura del cascarón por parte de la sociedad humana como enseguida veremos, y la especie está empezando a caminar una nueva era, inédita en su composición, de su devenir.

La Revolución científico tecnológica

La globalización es un proceso omnibarcativo, que afecta la vida de los ecosistemas en todas sus dimensiones. Su advenimiento es una consecuencia directa de la Revolución científico tecnológica (RC&T) desplegada impetuosamente luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial.

El esfuerzo concentrado del proyecto Manhattan para producir la primera bomba atómica se hizo sentir en todas las ramas del conocimiento, no solo en las denominadas ciencias duras. El manejo de la energía del átomo, la computación, la cibernética, la teoría de los sistemas, las ciencias físico-matemáticas, la química, la biología y muchas otras disciplinas devenidas en tecnologías, pero también la medicina, la sociología, la psicología y toda una gama de saberes de las denominadas ciencias blandas, pusieron en manos del ser humano herramientas revolucionarias para su evolución. Las consecuencias fueron innumerables. Pero hubo una que terminó siendo la más determinante: por primera vez en la historias se podía producir más bienes y servicios que los que el ser humano estaba en condiciones de consumir; o sea, la oferta potencial superaba a cualquier demanda imaginable. Significaba en potencia el fin de la escasez en el que el ser humano había vivido desde su origen. Ahora el problema había sufrido un giro copernicano: no se trataba de seguir viviendo en la desesperanza por lo que faltaba o era imposible alcanzar, sino la posibilidad de acceder a lo que ya estaba al alcance de la mano si no fuera porque una organización del mundo de suma cero, basada en la expoliación, lo impedía. Para el productor ahora el cuello de botella pasaba a ser la demanda (existente o por crear) insatisfecha. La resolución del intríngulis conceptual alumbraba las condiciones para el nacimiento de una nueva política de suma positiva: todo lo que es producible demanda un consumidor que lo adquiera. Por cierto, no era esperable que tan sugestiva evidencia se instalara de pronto en la conciencia colectiva. El caso de las élites fue distinto. Actuaron con la eficacia que las caracteriza cuando están en juego sus propios intereses.

La globalización tiene muchas características originales; la del tiempo real es una de las más determinantes. Se entiende por tal la simultaneidad con que circula la información: un estímulo de cualquier tipo emitido desde un lugar del mundo, es receptado y eventualmente respondido en forma instantánea, con independencia de la distancia recorrida. No es solo que ahora los mensajes lleguen más rápido que cuando se transmitían con señales de humo; lo que ha cambiado es que el ámbito en el que se pueden intercambiar las comunicaciones es todo el planeta en simultáneo, con una dimensionalidad de alcance global. La posibilidad comunicativa impacta en la escala en que se desenvuelven distintas actividades: la circulación de textos, imágenes y sonidos, el comercio, el manejo financiero (S.W.I.F.T.), la deslocalización de las empresas, las cadenas globales de valor (GVC), la cultura y las expectativas universales, la política, las pandemias, etc.

Adelantos siempre hubo; nunca el conocimiento paró de incrementarse; tampoco las conquistas y la ocupación del territorio. Esas evidencias irrefutables no enmascaran, sin embargo, el hecho de que el momento histórico que estamos viviendo es como el cierre de la pre-historia y el nacimiento de la historia (¿es oportuno hacer una relectura inteligente de Francis Fukuyama?). La expansión que se inicia ya es extraterrestre; recién ahora la tierra está totalmente colonizada por el ser humano. Las diferencias no son de grado, sino de las características de cómo es el nacimiento de la vida, un momento singular que vincula el proceso de la gestación y la posterior evolución de la existencia.

Tal vez la definición de la globalización, aunque abstracta determinante, provenga de sofisticados conocimientos de las ciencias duras, principalmente de las matemáticas y la computación. Me refiero con esto a la elaboración de modelos y la posibilidad de procesarlos con las computadoras para conducir los proceso de desarrollo. Son conocimientos, madurados alrededor de los setenta, que hicieron posible la representación de diversas actividades humanas a nivel planetario, y la posibilidad de que esos modelos permitieran la gestión de diversas actividades, como después veremos.

El origen político de la globalización

En las deliberaciones de la Comisión Trilateral ya se admite la existencia de los modelos globales cuando se analiza la tensión existente entre “las acciones nacionales que afectan la estructura de la producción (y) el objetivo de un mercado mundial abierto para bienes y servicios basado en la competencia”. Luego de sugerir que “una solución posible a esta tensión sería aumentar la planificación de la producción y las políticas sociales a un nivel global decidiendo lo que debería producirse en cada país” (subr. AF), se preguntaban “¿bajo qué autoridad política se decidiría tal asignación? ¿Cómo serían resueltos los conflictos entre las naciones? ¿De quién sería el conocimiento y los ‘modelos´ de intercambio económico a usarse?”[i]

Denominado Los límites del crecimiento, el primero de los modelos conocidos fue realizado en 1972 por Donella Meadows y su esposo Dennis en el MIT. Financiado por el Club de Roma, la difusión del informe tuvo gran repercusión en sectores atentos a ese tipo de mensajes. Su efecto persuasivo/disuasor se hizo sentir primero en los países influyentes con la aparición de reivindicaciones ambientales y sociales alternativas. Así, nuevos aires políticos comenzaron a poner en el tapete el asomo de amenazas inoportunas que cuestionaban la sensación de confort que se iba logrando por la exitosa recuperación de posguerra. Sin embargo, a pesar de la importancia del informe para generar una nueva sensibilidad con el entorno, paradójicamente se dijo que el modelo “había fracasado” porque sus sombríos pronósticos no habían sido cumplidos. Fueron los años en que comienza a adquirir densidad el movimiento ambientalista.

Una nueva situación asomaba en la escena internacional aun en el marco de la subsistencia de graves problemas sin resolver. El principal, las limitaciones objetivas derivadas de la existencia de una bipolaridad que dividía el mundo en áreas de influencia. Hasta ese momento, salvo en las mentes más lúcidas con capacidad de previsión, no parecía que estuviera claro lo que pasaría a los pocos años con la desaparición de la Unión soviética. Por su parte, dentro del capitalismo, había limitaciones en el funcionamiento de los mercados internacionales, lo que condicionaba la plena realización de las posibilidades productivas que se iban abriendo. A pesar de la exitosa recuperación de posguerra, se dificultaba la marcha coordinada del sistema debido a la persistencia de relaciones más de confrontación que de complementariedad entre los países capitalistas más fuertes. Se imponían acciones de búsqueda de consensos.

Reuniones de influencers como las organizadas por el Grupo Bilderberg -creado en los cincuenta por el príncipe Bernardo de Holanda, abuelo político de nuestra Máxima- fueron las indicadas para receptar las preocupaciones. Quien con el tiempo apareció como promotor principal de la movida fue David Rockefeller con su fiel escudero, Henry Kissinger, que actuaron con suma diligencia. Entonces, aun dentro de lo poco que se mostró inicialmente, todas esas actuaciones fueron vistas como una maniobra del imperialismo yanqui para lavarse la cara; por añadidura, los actores protagónicos incentivaban la suspicacia. La interpretación –confortable y políticamente correcta de acuerdo a los cánones del progresismo de entonces- obró de obstáculo insalvable (hasta hoy) para reflexionar en torno a los significados más profundos de la descomunal transformación política que a nivel global se estaba poniendo en marcha.

La Comisión Trilateral fue la usina de la globalización. Convocando a lo más representativo del sistema capitalista entre la intelectualidad, los máximos dirigentes de las empresas transnacionales más importante (con la excepción de las del Complejo Militar Industrial), y los que habían sido o lo serían luego más altos funcionarios de los gobiernos de los países de Europa, América del Norte y Japón, puso en movimiento una transformación política, económica, social y cultural que con el tiempo será vista como la más trascendente de la historia de la humanidad. El funcionamiento de la Comisión si bien no fue secreto, tuvo ese aire de discreción que rodea los encuentros importantes de las élites cuando se discuten cuestiones no nimias. Los vínculos con la conformación de los gobiernos de ese momento fueron disimulados, no tuvieron la suficiente trascendencia en la prensa como para constituir una evidencia. Para Noam Chomsky, lingüista y profesor del MIT, la relación del gobierno de Carter con la Trilateral fue “la noticia mejor censurada de 1976” a pesar de que el presidente antes de asumir había sido un miembro conspicuo de la Comisión al igual que los principales integrantes de su administración.

Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski fueron los dos directores de la Comisión en su faz de usina[ii]. El académico y funcionario de origen polaco fue el primero en asumir la dirección, y tal vez por sus características intelectuales, el que le habrá dado la impronta inicial. Por su parte, HK se hizo cargo de la coordinación luego de cumplir las funciones de secretario de estado en el gobierno de Nixon; el personaje -aun viviente ya cerca de los 100 años de edad- es, a mi juicio, la metáfora de la globalización en el momento de su puesta en marcha, donde desplegó sus dotes de negociador todo terreno.[iii]

Se puede decir que el TFR N° 14 de Richard Cooper et al., ya mencionado en las notas, es la biblia de la globalización. Como documento liminar de la fase elaborativa de la comisión Trilateral obró de resumen de los 13 informes iniciales que contemplaron la agenda inicial de la globalización. Un tema interesante a tener en cuenta, es que el funcionamiento de la Comisión en los setenta sobre la base de un mundo bipolar, en los informes hay referencias concretas e insinuantes a la todavía existente Unión Soviética. No estaban predicando en el desierto. La crisis ya intuible del sistema socialista estaba en pleno proceso de incubación. No mucho después, a principios de los ochenta, con el fallecimiento de Brezhnev, un típico representante de la vieja guardia, se hace cargo del gobierno Yuri Andrópov, proveniente de la KGB al igual que Vladimir Putin. De ese servicio de nefasta historia, paradójicamente, salieron los aires de renovación que desembocaron en el nombramiento de Mijaíl Gorbachov, sepulturero de la ex URSS, y ganador del Premio Nobel por su labor renovadora. Un conjunto de transformaciones y cambios se plasman en el año 1979, que es considerado el año inicial de la globalización por una serie de razones que ahora veremos.

 El mundo se recicla.  1979, año cero

Un reciente video de la Deutsche Welle pasa revista a acontecimientos de 1979 que influenciaron el decurso posterior, y cuyas consecuencias llegan hasta nuestros días. Lo tituló: “1979. El año que marcó el presente”. En el mismo sentido, hay pensadores en los países desarrollados que se han pronunciado por el nacimiento de una nueva era teniendo a ese año como punto de partida. Veamos los distintos aspectos del fenómeno y los eventos registrados:

Religión. Cambios trascendentes en el catolicismo y el islamismo. La elección de Juan Pablo II fue un acto que comenzó a mover los cimientos envejecidos de la curia romana. Se incentiva un proceso larvado, como ocurre en el Vaticano, que llegó hasta la designación papal de Jorge Bergoglio. Una reafirmación de la pastoral social (y ahora política), capaz de privilegiar no solo con la imagen la opción por los pobres, se vio potenciada en su oportunidad con la entrega del premio Nobel a Teresa de Calcuta. Así, la Iglesia católica, no solo universal con su denominación sino con intenciones de revalidar su cometido, demuestra en los hechos el deseo de recuperar terreno perdido, proyectándose a todos los países sin excepción avalado por la audacia viajera de Francisco. Por su parte, la caída del Sha de Persia, un fiel aliado de los EEUU, da lugar a la instalación del Ayatola Jomeini y el lanzamiento del islam a la escena política, cuyas influencias se extienden a todo el mundo con la acción violenta de los sectores más radicalizados en el presente.

Sistema socialista. La visita de Juan Pablo II a Polonia durante una semana, literalmente invisibiliza la existencia del gobierno del partido Comunista lo que demuestra la endeblez del régimen. Se incremente en forma exponencial el protagonismo del Sindicato Solidaridad de Lech Wałęsa cuyas implicancias se extienden a toda Europa oriental. Se registra el fracaso de la invasión soviética a Afganistán que, pese a los vaticinios de Occidente, no alcanzó a ser el oprobio que la catástrofe de Vietnam había significado para los americanos. En todo caso, se ponía en marcha la descomposición del sistema soviético.

China. Coincidiendo y de hecho como consecuencia de las labores de consenso que aceleradamente se iban tejiendo en los setenta, comienza la transferencia masiva de factores de producción[iv] “llave en mano” de Occidente a Oriente. El descomunal operativo, en el breve plazo de 40 años, transforma un país devastado por guerras civiles y las atrocidades cometidas por los comunistas desde la fundación de la República Popular en 1949, en la primera potencia productiva mundial de bienes y servicios de consumo masivo. Las conversaciones iniciadas a principios de los setenta aun en vida de Mao Tse Tung y Chou En Lai, por Richard Nixon y Henry Kissinger, desembocaron en el nombramiento de Deng Xiaoping al frente de China. Se inician así, a partir 1979, las transformaciones conocidas como socialismo con características chinas según el apotegma de que “no importa que un gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones”; es, de hecho la justificación ideológica para la incorporación al sistema capitalista del país más poblado del mundo.

Neoliberalismo. El ascenso al poder de Margaret Thatcher significó el principio del fin de los estados de bienestar con los cuales se habían conducido los procesos de recuperación nacionales luego de la Segunda guerra mundial. En Inglaterra, las medidas más emblemáticas tomadas fueron la privatización de empresas públicas, la flexibilización en el mercado laboral, la desregularización del sector financiero, y la reducción del poder de los sindicatos. La dama de hierro como se la conocía a Thatcher se opuso a formación de la Unión Europea, y su alineamiento con la política exterior de Estados Unidos no tuvo fisuras. En sintonía con Ronald Reagan, sus respectivas actuaciones obraron de antecedente doctrinario para la formulación años después del Consenso de Washington.

Movimientos sociales. 1979 fue un año importante para los movimientos sociales; algunos vieron la luz y otros, preexistentes, intensificaron su labor. Indudablemente, visto a la distancia, se dio un ambiente favorable para una participación más diversificada en escenarios emergentes de nuevo tipo, sobre todo en Europa Occidental. Surgían nuevas demandas impensadas cuando lo principal era la satisfacción de las necesidades elementales de la subsistencia luego de los desastres provocados por la Segunda guerra mundial. Florecieron distintos temas como la problemática ambientalista, en particular, el cambio climático, las cuestiones de género, las energías alternativas, los derechos humanos y la llamada revolución verde, cuyo cometido fue aumentar en gran medida la producción alimentaria mundial. Se considera que justo en ese momento, por primera vez en la historia de la humanidad, la cantidad de proteínas producidas en el mundo eran suficientes para una correcta alimentación de todos los seres humanos; es decir, se daban las condiciones para la desaparición del hambre en el mundo. La lucha por los derechos humanos estuvo activa; recordar la misión internacional que vino a Buenos Aires a comprobar sobre el terreno las denuncias sobre la dictadura militar. Fue en 1979 que nevó por primera vez en el desierto de Sahara, lo que empezaba a poner sobre el tapete la cuestión del cambio climático. El tema de la mujer, sobre todo por el papel que estaba jugando en la reconstrucción de posguerra, estaba en primer plano. Las recurrentes crisis del petróleo en la década avivaron la opción de otro tipo de energías menos contaminantes. En 1979, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) que a menudo se describe como la Carta internacional de los derechos humanos en las cuestiones de género.

Indochina. Vietnam se consolida como potencia regional apoyada en el prestigio adquirido por la proeza de haber sido el primer país en derrotar a EEUU, y en el poderío de sus fuerzas armadas, aquilatado en los casi cuarenta años de exitosas luchas contra las fuerzas de ocupación japonesas, francesas y estadounidenses. En ese año, se produce la invasión vietnamita a la vecina Camboya que estaba en manos de los Jemeres rojos aliados a Pekín. El alineamiento de los vietnamitas con Moscú y su acción en Camboya abrieron las puertas para que, en reprimenda, 85.000 soldados chinos atravesaran la frontera en febrero hasta aproximarse a un centenar de kilómetros de Hanói. Sin embargo, debido a la tenaz resistencia encontrada, Pekín se vio obligado a revisar al poco tiempo sus intenciones, y considerar que la operación de castigo ya estaba cumplida.  Para Vietnam se abría el camino chino de “socialismo con características…”, en este caso vietnamitas.

Otros eventos relevantes. James Carter y Leonid Brézhnev firman el tratado SALT-2 obturando el camino a una nueva lógica defensista que hubiera conducido la carrera armamentistas a límites inimaginables[v]. En el plano de la cultura se produce el estreno de la película Apocalypse Now, la surrealista forma con que Francis Ford Coppola retrata magistralmente el fracaso de las misiones y visiones establecidas en la sociedad americana. Por su parte, Jean-François Lyotard publica La condición posmoderna para reflexionar desde una visión transdisciplinaria en torno a la confusión reinante debido a los cambios que se estaban produciendo en ese mismo momento. El grupo británico Pink Floyd lanza el álbum The Wall. En Latinoamérica se producen dos hechos transcendentes, la firma del tratado de paz entre Chile y Argentina, un aporte al cuestionamiento de las concepciones soberanistas del nacionalismo, y el triunfo de la revolución nicaragüense que significó un mandoble a la práctica de las dictaduras militares tan extendida en el continente. Se firma entre Anwar el-Sadat y Menájem Beguín, ambos distinguidos con el Premio Nobel, el Tratado de Paz entre Egipto e Israel, hecho que marcó el fin de treinta años de hostilidades y cinco guerras. Sony lanza el Walkman, un aparato portátil con audífonos, que inicia la era de la música estéreo de escucha personal y ambulatoria para ser usado en diversas actividades. Walkman se convierte en un término genérico que designa distintos dispositivos para los mismos usos.

 Lo visto hasta ahora nos muestra que la globalización es un fenómeno de índole compleja, en el que diversos componentes, actuando de forma interactiva, le dieron su lugar en el mundo. Todos los mecanismos actuantes en manos de los factores de poder del mundo capitalista (diagnósticos, subordinaciones, jerarquías, recomendaciones, advertencias, seducciones, decisiones, regulaciones, controles, etc.) estuvieron en juego en los setenta, sobre todo, en los distintos foros de consenso y/o think tanks[vi] existentes en Europa y EEUU, donde sobresalió claramente la Comisión Trilateral por su amplia representatividad.

Si bien no se trata de pretender que el principio o el fin de una era sea “just in time” ni tenga ribetes precisos o excluyentes, se puede considerar que 1979 es el año cero de la globalización, sobre todo si se lo mira desde el punto de vista político, dimensión que en última instancia legitima los cambios trascendentes. Tanto el consenso logrado durante la década de los setenta por los sectores decisivos de los países desarrollados como -se puede conjeturar por lo que se vio después- la esencial aquiescencia con la modernidad (discreta como corresponde en estos casos) de los factores renovadores en la ex URSS, dieron luz verde para el inicio de la más grande transformación epocal de su historia protagonizada por la humanidad.

Los 30 años que cambiaron el mundo.

Desde 1979 hubo un andarivel que separó dos realidades bien definidas. Una de construcción, la otra de desestructuración (destrucción schumpeteriana). Por un lado, la radical transformación de China y el Lejano Oriente y, en el otro, el resto de la situación mundial sometida a un proceso de demolición impiadosa según distintas hojas de ruta.[vii]

Hecho en China

Por donde se lo mire, los factores exógenos han jugado un papel decisivo en el desarrollo de los países a diferencia de los factores endógenos que lo han estado condicionados. El caso de China no es una excepción. Tomado como prototipo, una somera mirada permite entender el acelerado crecimiento industrial no solo del gigante chino sino del Lejano Oriente en general[viii]. Para que se produjera el fenómeno hubo las concurrencias de dos circunstancias. Por el lado chino, la incubación de ansias renovadoras como reacción al agotamiento de un maoísmo inepto y aventurero en la gestión de la revolución china de 1949. Por el otro, las poderosas fuerzas surgidas de los foros de consenso de los setenta como hemos visto. Actuando en ambos escenarios, no solo encarnando el espíritu renovador de la Comisión Trilateral, de la cual fue el principal organizador, sino también como operador para llevar a buen término las conversaciones con la parte china, se puede considerar a Henry Kissinger como una metáfora de uno de los principales factores para el inicio de la globalización: la transferencia masiva de medios de producción de Occidente a Oriente, sin duda la operación logística más grande de la historia.

Hay dos razones principales para la movida: 1) debido a la RC&T, el aparato productivo mundial estaba en condiciones de elaborar bienes y servicios en una cuantía superior a lo que teóricamente era posible consumir. Toda una novedad y un desafío. El cambio significaba un giro copernicano para las concepciones tradicionales de la producción capitalista: ahora el término crítico de la ecuación pasaban a ser las bocas de consumo, lo que hacía de China, por su población, el mercado con mayor potencial de crecimiento. La otra razón era que, producto de esa misma RC&T, había que dejar liberados de infraestructura fabril de baja y mediana tecnología los territorios de los países desarrollados para introducir tecnologías de punta en los sistemas productivos. Los fundamentos del megaproyecto cerraban a la perfección, y la experiencia fue, a la luz de los 40 años transcurridos, de una eficacia inusitada: un país atrasado, sometido en los dos últimos siglos a tensiones desmesuradas, logró construir la segunda economía y la primera infraestructura productiva del planeta. Por supuesto, el tema chino es complejo.

A veces el proceso chino mueve al asombro. En otras se le asigna perspectiva (o intencionalidad) que no se condice con la realidad. No hay magia. La transferencia llave en mano de la infraestructura presupuso en cada caso la tecnología necesaria para el funcionamiento de las máquinas. China no estaba en condiciones de generar tecnología por sí misma. Carecía de I+D. El aventurerismo maoísta en la llamada revolución cultural había destruido el poco aparato científico tecnológico completo que había en sus universidades e institutos. Armar ese tipo de sistemas lleva años. Y hay que tener la justificación y los medios para realizarlo. La única investigación que se podía hacer luego en las fábricas y los institutos chinos fue para la adaptación tecnológica necesaria para la producción. Es lo que algunos casos se conocen como modelos de utilidad. Inteligentemente China fue enviando a sus estudiantes a EEUU donde hay cerca de un millón. Obviamente, los caza lentos no se dan respiro y los mejores quedan en los laboratorios americanos. Los que regresan lo hacen ya con líneas de investigación iniciadas. Con esto queremos decir, que si China quisiera competir con Estados Unidos no tiene como hacerlo. En realidad no creo que se lo proponga porque no tiene sentido luego de 40 años de una cooperación totalmente complementaria. Por tomar un caso de ahora, la 5G que es una tecnología que están desarrollando los chinos, los circuitos integrados son de factura norteamericana. China no está en condiciones de diseñarlos y fabricarlos con la premura que requiere la competencia.

Paredón y después

A diferencia de China, donde todo fue ocurriendo de acuerdo a lo previsto para configurar una experiencia fundacional por sus alcances y proyección, el resto del mundo se desenvolvió acorde al tono de resignación con que se tiran paredes en los reciclajes de las casas. Los acontecimientos más relevantes de estas décadas son vistos en la historiografía como victorias o derrotas según el punto de vista del interesado, pasos necesarios para progresar o verdaderos sacrilegios en la liturgia política del progresismo. 

Los eventos más destacados son de tres tipos. En un mundo aun bipolar, lo más importante fue la implosión de la Unión Soviética y la caducidad del comunismo como proyecto histórico. Los otros aspectos de gran relevancia, son los referidos a los llamados “efectos” adjetivados con alguna característica propia del país de procedencia (tango, vodka, samba, tequila etc.). Esas verdaderas convulsiones de alcance internacional, pueden ser vistas como factores reconfigurantes de los sistemas financieros a todos los niveles, nacionales e internacionales. Finalmente, la aparición rutilante del neoliberalismo en contra del estado de bienestar que había presidido la recuperación de posguerra. Por cierto en treinta años, a nivel local y regional, ocurrieron diversas eventos (seguridad, medio ambiente, etc.) pero, o están comprendidas en los tres aspectos mencionados, o no tuvieron trascendencia más allá del impacto producido en el momento.

El fracaso de la utopía comunista, sobre todo para observadores atentos, estaba preanunciado. Ya en los sesenta, una lectura entre líneas de pensadores como Aurelio Peccei -fundador del Club de Roma y cabeza de la FIAT en América Latina con residencia prolongada en la Argentina- dejaban ver que las ambiciones marxista-leninistas habían tocado su techo. A la luz de lo sucedido luego, la aparición del mundo uno aceleró enormemente las posibilidades por primera vez en la historia de un verdadero, no ilusorio, desarrollo incluyente y sostenible a nivel global. Sin embargo, ante el fin de la bipolaridad se quiso ver apresuradamente un recrudecimiento de la hegemonía mundial de EEUU, a quien atribuían nada menos que el rol de nuevo “imperio” (había quienes tenían una visión menos llamativa ya desde aquellos momentos en que se apilaban en las góndolas los libros de Hardt y Negri). Ahora, a la luz de los acontecimientos ulteriores, se comprueba que las cosas terminaron siendo de otra manera que la indicada en el best seller.

El otro gran acontecimiento el período que arranca en los ochenta fue la formulación del consenso de Washington que se puede ver con fundamento como la masiva instauración del llamado neoliberalismo. Haciendo punta Thatcher en Inglaterra y Reagan en EEUU, expresiones como el menemismo en nuestro país y otras variantes equiparables en todo el mundo, mostraron que para llevar adelante los preceptos globalizadores era menester destruir impiadosamente los fundamentos del estado de bienestar así como las ideas nacionalista-burguesas que, de diversas maneras, venían influenciado desde hacía varias décadas la gestión de los asuntos públicos sobre todo en los países en desarrollo[ix].

Son muchas las características del funcionamiento del sistema financiero a nivel global y su incidencia al interior de los países, que su tratamiento está fuera de los alcances de este trabajo… y de mis competencias. Hubo devaluaciones, fuga de capitales, funcionamiento non-sancto de los paraísos fiscales, corruptela, procesos inflacionarios, déficits de diverso tipo, etc.; lo que no cabe duda es que esos hechos constituyeron muchas de las peripecias ocurridas en estos treinta años. En los ochenta las deudas externas que venían de los setenta terminaron jugando indudablemente un fuerte rol condicionante para que en los países deudores se llevaran adelante diversas tareas, algunas de ellas de alto costo social. En los noventa, como hemos dicho esos cometidos estuvieron a cargo de los “efectos” financieros de curiosas denominaciones. Finalmente la crisis de 2008, que cierra el ciclo considerado, fue de lo más impactante por el conjunto de alternativas que se abrieron, que superaron claramente la problemática económico financiera.

 Antecedentes de la crisis

Las crisis tienen un período de gestación. En Estados Unidos las malas prácticas financieras comenzaron en 2007, un año antes de producirse el cataclismo de Wall Street, en un contexto de fuerte crecimiento, bajos desempleo e inflación. Las hipotecas subprimes -ofrecidas a bajos intereses sin reparar en los antecedentes del cliente- al crecer desmesuradamente dieron como resultados una alta tasa de incobrables. Se puso en marcha un círculo vicioso. Los precios de las propiedades se vinieron abajo.  Los bancos comenzaron a vender las hipotecas securitizadas en paquetes a otras entidades intermediarias. De esa manera, los bancos compradores de los paquetes adquirían los derechos al cobro de los créditos a cambio de pagar a la entidad iniciadora un interés menor. Los inversores, previendo los riesgos a los que se los estaba exponiendo, comenzaron a preocuparse por la manipulación irresponsable de sus fondos. Los paquetes de deudas, ya incobrables, terminaran desahuciados en bancos de países como Islandia que nunca hubieran imaginado verse involucrados en ese tipo de maniobras tan alejadas de su parsimonia.

Sin que la operatoria tuviera muchos antecedentes en la vida bancaria, las instituciones comprometidas asentaban sus préstamos fuera de los libros de balance, over-the-counter (OTC) en la jerga. Lo que comenzó siendo un problema de liquidez para algunos bancos derivó en un problema para el sistema bancario en su conjunto.

En setiembre de 2008 colapsa Lehman Brothers, todo un símbolo. Se pone en tela de juicio el sistema bancario en el mundo. El apalancamiento (relación entre monto de los préstamos y el capital del banco) era muy grande. Los inversores se retraen; no quieren saber más nada con correr ese tipo de riesgos. Caen los precios de los activos, en particular, acciones y bonos corporativos. El FMI estimó que las pérdidas podrían haber sobrepasado los U$S 2 billones (millones de millones) solo en EEUU.

Pero las implicancias trascendieron lo económico y financiero. Un informe del Consejo Nacional de Inteligencia preparado en 2008 para Barack Obama, le aseguraba al recién electo presidente que la influencia de los Estados Unidos de América disminuiría en las siguientes dos décadas. “Tendencia Global 2025” indicaba que la crisis era el inicio de una nueva correlación de fuerzas en el mapa mundial lo que daría como resultado que el “sistema internacional, configurado después de la Segunda Guerra Mundial, fuera casi irreconocible para el 2025, debido al aumento de los poderes emergentes…”.

Cuando se desata la crisis, las economías estaban creciendo fuertemente, pero enseguida se produce un desaceleramiento. Las economías avanzadas entran en recesión mientras que las emergentes, por una relación favorable de precios en algunas materias primas y auge del comercio, no se ven tan comprometidas. Sin embargo, se debilita la confianza que como se sabe es considerado el principal insumo de la economía. Son afectados el comercio, la producción y las inversiones en todo el mundo. Se desacelera aún más la economía, aumenta el desempleo y la deflación.

Se abre el telón

Con una crisis ya de alcance global, el 15 de noviembre de 2008 se realiza en Washington la primera cumbre de líderes del Grupo de los Veinte (G20). La integración de los 19 países más la Unión Europea había sido realizada en 1999 ante las falencias de representatividad del G7 y la necesidad de dar un mayor protagonismo a los países emergentes. En la nueva configuración –en la que los países desarrollados sentaban a una misma mesa a otros con pretensiones de serlo- se puso en evidencia que los elegidos respondían a una (o dos) de las siguientes características: países industrializados, productores de alimentos, ricos en energía, mercados voluminosos y/o potencial liderazgo geopolítico regional. Asimismo, se cuidó un aceptable equilibrio entre los continentes.

En Washington el G20 produjo una extensa declaración con 7 principios, cada uno de ellos atados a medidas concretas en el corto y mediano plazo. Los principios fueron:

1.      Fortalecimiento de la transparencia y la responsabilidad

2.      Mejora de la regulación

3.      Supervisión prudencial

4.      Gestión de riesgos

5.      Promover la integridad de los mercados financieros

6.      Reforzar la cooperación internacional

7.      Reformar las instituciones financieras internacionales

La declaración fue elaborada con una minuciosidad que no es usual en reuniones presidenciales, donde los contenidos son de tipo más aspiracional que propositivo. En este caso, el grado de detalle de lo acordado solo pudo haber sido la consecuencia de un trabajo previo si se considera la profundidad y el alcance de sus contenidos. Como luego se vería, la declaración constituyó lo esencial de los consensos alcanzados en la cumbre siguiente realizada en Londres el 2 de abril de 2009. En esta cumbre, considerada liminar de las catorce que han tenido lugar hasta hoy, se pasó revista al cumplimiento estricto de las recomendaciones aprobadas en Washington y formuló una serie de recomendaciones y compromisos que de ahí en más le dieron el sentido al G20.

La preparación de la Cumbre del G20 de Londres fue seguida con atención habida cuenta de la profundidad de la crisis y las expectativas generadas en cuanto a su resolución. En esos cuatro meses, a través de los medios de comunicación, formadores de opinión, periodistas, académicos, ex presidentes y en ejercicio, funcionarios de distinto rango, nacionales e internacionales, expresaron sus puntos de vista. Los aspectos tratados fueron diversos: el momento de salida de la crisis; si la crisis anunciaba el fin del globalización y el nacimiento del nuevo capitalismo; la humillante derrota del neoliberalismo; el fin del consenso de Washington y la caída del “imperio”, como se denominaba el papel dominante de EEUU luego de la implosión soviética; la fecha de regreso del crecimiento; si Obama era socialista o los riesgos de un Estado interventor, etc. En general las opiniones vertidas fueron muy cuidadosas. Tal vez, sacudidos por el golpe que significó la imprevista aparición de la crisis, nadie quería arriesgar más de la cuenta para no quedar desairado. Para caracterizar ese tipo de eventos inesperados se comienza a generalizar el uso de la metáfora del cisne negro, acuñada por Taleb en su libro de 2007.

Con estos antecedentes y ese clima se llega a la capital inglesa. El portal de la Cumbre fue reflejando en forma ágil y minuciosa las distintas alternativas convergentes. Fueron tres los documentos publicados que tuvieron un rol preponderante en el armado de la agenda: el mencionado documento salido de Washington en la primera cumbre del G20, otro redactado en forma conjunta por dos fundaciones, Chatham House de los ingleses y Atlantic Council de los americanos y, por parte del anfitrión de la Cumbre, un pormenorizado análisis de la crisis con propuestas de administración y salida de la misma. 

Básicamente, la declaración final abordó cinco grupos de problema con propuestas concretas en cada uno de ellos: crecimiento y empleo, regulación y supervisión financiera, reforma y fortalecimiento de las instituciones financieras, comercio e inversiones y una salida sustentable para la crisis. Nunca, desde la reunión de Yalta en 1945, que dibujó los escenarios de posguerra, habían tenido lugar reuniones tan decisivas para la marcha de los asuntos mundiales como las cumbres del G20. La diferencia es que en este caso la representatividad fue mucho mayor y las consecuencias no restringidas a momentáneas correlaciones de fuerza. Así, las propuestas fueron más representativas y los resultado de mayor permanencia. En cuatro meses se habían generado las condiciones para superar una profunda crisis de alcance mundial lo que demostraba la pertinencia del G20 para afrontarlas y los cambios que se comenzaban a dar en el máximo nivel de la gobernanza.

Una década gobernabilidad explícita

La característica de la década fueron conflictos con encuadre regional. Problemas viejos no resueltos, de los que nunca faltan en el mundo, desencadenaron guerras en algunos casos muy sangrientas. Ha sido necesaria la presencia de potencias componedoras para detener los enfrentamientos aunque no siempre obteniendo la satisfacción de los contendientes. Sin embargo, esas soluciones o salidas han permitido un mayor de grado de sustentabilidad a situaciones de gran inestabilidad, imposible de ser contenidas solo por negociaciones entre las partes enfrentadas.

Claramente provocados por problemas heredados de la caída de la Unión Soviética, los sucesos de Ucrania tuvieron gran repercusión. Las revueltas en contra de un primer ministro prorruso determinaron su caída y posterior exilio en Rusia. Los resultados no fueron del agrado de fuerzas ruso-parlantes que son mayoritarias en las provincias industriales del este de Ucrania. Se generó un conflicto armado, encubiertamente azuzado por los rusos, que dio lugar a una situación curiosa en la que los insurrectos, si bien obviamente no respondían a la autoridad ucraniana, tampoco se independizaron como podrían haberlo hecho con total impunidad si tenemos en cuenta la magnitud de las fuerzas enfrentadas. Como si lo anterior no fuera suficiente, Rusia invadió Crimea con soldados desprovistos de identificación. La recuperación de la península, estratégicamente ubicada en el Mar negro, que había sido arrebatada por los rusos al Imperio Otomano en el siglo XVIII, con el tiempo llegó a tener una absoluta mayoría étnica y lingüista eslava. En 1954, el líder soviético Nikita Jrushchov, de origen ucraniano, regaló Crimea a sus connacionales, una gentileza que podría haber tenido sentido en tiempos de existencia de la URSS pero que lo perdía con su desaparición (por lo menos claro está desde el punto de vista de los rusos). Los sucesos de Ucrania son el típico conflicto no resuelto que alcanza sustentabilidad a partir de su irresolución y en el que se juegan intereses estratégicos que no siempre aparecen en la escena de golpe.

Otros problemas de la década que se pueden mencionar son los debidos a la inestabilidad del Medio Oriente y el Mediterráneo dando lugar a enfrentamientos recurrentes que se van desatando en los distintos lugares de esa geografía endiablada. En esos años tuvo lugar la llamada “primavera árabe” que afectó a países del Magreb y el Levante en el Mediterráneo. El conflicto más intenso, que afectó con graves consecuencias para Siria, fue particularmente duro con un elevado saldo de muertos y emigrados. Hay otros, como en el caso de la apropiación de territorios palestinos y árabes por parte de Israel, o la justa reivindicación del pueblo curdo con respecto a su territorialidad -que involucra a cuatro países distintos- a los que no se le ve por el momento una solución factible, y su tratamiento habitual solo se limita a las reclamaciones diplomáticas matizadas cada tanto con algún que otro chisporroteo. Son conflictos que le dan la impronta a la zona más conflictiva del planeta: el Medio Oriente es un caprichoso arreglo territorial salido de los acuerdos de Sykes-Picot que certificaron la defunción del Imperio Otomano al finalizar la Primera Guerra Mundial.

Una rutina

 Si durante los treinta primeros años de la globalización, hubo un seguimiento discreto de las principales variables e indicadores de la marcha de los procesos mundiales, multilaterales y nacionales, a partir de 2008 ese rol de regulación y control lo comenzó a cumplir el G20 con sus mecanismos de gestión delegada. Aunque el G20 no sea un gobierno mundial, al no tener los atributos que caracterizan a una estructura de poder ad-hoc, es como si lo fuera, sobre todo desde el punto de vista funcional por la forma en que opera sobre aspectos críticos en la marcha de la globalización (lo mostró con creces en 2008 y, como luego veremos, con una intervención menos ostensible[x], de acuerdo a su estilo, lo está mostrando ante la pandemia del COVID-19).

El G20 no se apoya en un andamiaje burocrático; sus autoridades y sedes van rotando anualmente; no tiene programas ni presupuesto establecido (el anfitrión de las cumbres paga los gastos de su preparación; de paso, hay que decir que la inversión no es improductiva: Buenos Aires organizó la reunión a nivel global más representativa de su historia); la agenda varía según las circunstancias; su andar es transparente (por su composición, el secreto obviamente está excluido, y el producto de sus deliberaciones se publica de inmediato); no toma decisiones y sus recomendaciones/compromisos (alcanzados por consenso ya que sus instancias organizativas no contemplan el voto) tampoco son vinculantes, es decir, no son de aplicación obligatoria. ¿Cómo puede ser entonces que, en medio de ese universo de características tan paradojales, el G20, en pocos años, se haya ubicado indiscutiblemente en la cúspide de la gobernanza global?

La agenda G20, además de ser variable, no se ocupa de todos los temas; sin embargo, los principales temas, los que son decisivos en cada momento –sin que eso implique que el G20 oficie de bombero- están en la órbita de la supervisión, hay un seguimiento que se nota nítidamente en las 13 cumbres anuales habidas desde su lanzamiento en 2008. Normalmente, la mayoría de las cuestiones que hacen hoy a la gobernabilidad global, se abordan según las prioridades del orden establecido (por ejemplo el mantenimiento de las paz mundial) o de aquellos temas menos urgentes que trascurren a la chita callando por los poco visibles meandros de la autoorganización (por ejemplo, la administración colectiva del continente antártico o el tratamiento de la basura marina); los que no, aquellos que requieren medidas concretas, son temas delegados a instancias subyacentes como los organismos multilaterales, programas específicos, o las propias administraciones nacionales[xi].

Gobernabilidad y liderazgo global

Es una expresión bastante frecuente el reclamo de los analistas por la supuesta falta de un liderazgo capaz de conducir los sucesos presentes y futuros de la globalización. Según esos puntos de vista los asuntos mundiales tendrían que estar más ordenados de existir una fuerza hegemónica que se hiciera cargo de los problemas, los de ahora y los que aparecerán luego que pase la peste. Estarán pensando en el rol que jugaron oportunamente el Imperio británico, los EEUU o la Unión Soviética en sus dominios. Sus autores, reivindican, aunque sea un oxímoron, la necesidad de que esa hegemonía esté acompañada de un enfoque multilateral (referencia al funcionamiento de las NNUU y otros organismos del sistema internacional). La pregunta es si no están abordando situaciones nuevas con marcos conceptuales que no se condicen con los cambios en curso.

Nuevas formas de circulación de la información[xii] necesariamente han incidido en los modos de la gobernabilidad. Tradicionalmente el poder ha sido jerárquico piramidal: un líder en la cúspide, cuyos influjos van descendiendo hasta llegar a la base. En cambio, con las nuevas herramientas de la información, el ejercicio del poder tiene lugar en distintos niveles que interaccionan pero no se mezclan. El poder se va haciendo cuántico. Como en los orbitales en el átomo, donde los flujos energéticos pueden pasar de un nivel a otro, en los dos sentidos, sin afectar la estabilidad de esos niveles. Cuando navegamos por internet surfeamos por los lugares sin que ninguno pierda su independencia.

La consecuencia principal de esa nueva situación es que el poder en el máximo nivel global es la expresión de un consenso y no demanda ninguna estructura para su ejercicio. Es el G20. Es una experiencia que no tiene antecedentes en la historia. Desde hace 10 años (¡) los líderes de los países que representa el 85% del PBI, se han venido reuniendo anualmente sin falta, elaborando documentos conjuntos que pueden ser consultados libremente. Hacia abajo las cosas funcionan como siempre, con relaciones de confrontación complementariedad. Aunque también se notan los nuevos aires.[xiii].

La forma en que se está gestionando el COVID-19, Alberto parte del G20. Larreta y Kicillof 2° nivel, llegan hasta la cola para entrar a un negocio donde los clientes se cuidan o no de guardar la distancia reglamentaria

Ejemplo indio chino

G20 COVID-19, 23 actividades en 32 días desde 24 de marzo hasta 26 de abril. Luego el tema desaparece de la agenda

Esas modalidades de gestión nuevas –tanto que todavía no forman parte de las currículas académicas- son una consecuencia de lo establecido en la Comisión Trilateral. En esa oportunidad mereció una atención exhaustiva la preocupación por cómo llevar adelante los principios trilaterales, con estructuras gubernamentales burocratizadas. Fue lo que se terminó denominando en sus documentos la elaboración de normas con administración descentralizada[xiv].

La innovación gestionaría se diseñó de la siguiente manera. En los más altos niveles se debían acordar las normas, los patrones y los procedimientos. Por consenso sí o sí. Y se debían descentralizar la toma de decisiones y la administración operacional. El control debería estar a cargo de programas específicos y organismos multilaterales (ahora es conocido la función de contralor del FMI con el artículo IV).

La filosofía del cambio propuesta fue revolucionaria. Por normas se entiende los aspectos axiológicos donde juegan los diversos valores tal como los entiende los principales factores en la globalización. Patrones son los modelos a impulsar para los países en la nueva organización internacional. Y los procedimientos son los aspectos metodológicos para la gestión.

El otro cambio trascendente es el que se refiere a la descentralización de las decisiones y la administración operacional, que debían ser “dejadas a unidades de gobiernos nacionales o aún más pequeñas” para llevar a cabo los consensos alcanzados en las instancias de funcionamiento superiores. (nota: para los que añoran liderazgos reparar desde qué posición hablaban con respecto a los gobiernos nacionales)

La Comisión Trilateral tuvo una representatividad absoluta de Norteamérica, Europa y Japón; sin embargo, dado su carácter informal y el nivel de las decisiones adoptadas, no tuvo, pienso que ex-profeso, una gran trascendencia (en Google hay una pocas menciones y en las Universidades no se estudia), situación que se mantiene hasta el día de hoy.

El G20 es un blanqueo de la Trilateral. La diferencia es que ahora los líderes son los máximos representantes nacionales de un grupo selecto de países desarrollados y emergentes. Ello lo torna indiscutible pero tampoco existe la posibilidad de cuestionarlo porque se lo ignora, o sea que, si como se dice, la realidad es un constructo, el G20 no formaría parte de ella.

La conectividad dibuja el futuro del planeta

La descentralización es la encarnación geopolítica de la segunda ley de la termodinámica, según la cual todos los sistemas tienden hacia la máxima entropía. Parag Khanna en Conectografía: mapear el futuro de la civilización mundial, Paidós, 2017).

Es común asociar la entropía con el caos y el desorden. Sin embargo, una adaptación de dicha noción a fenómenos de la vida diaria nos dice que "la entropía es una propiedad que da cuenta de las opciones posibles de comunicarse entre sí que tienen los sistemas así como la velocidad con que se intercambian los mensajes”. En un caso, cuando mide las posibilidades de comunicación, la propiedad funciona como variable de estado, y en el otro, cuando aborda la celeridad del contacto, como variable de cambio[xv]. Según ese enfoque, a medida que los sistemas van estableciendo las conexiones posibles (preexistentes o creadas ad-hoc) van agotando las opciones de realización de las mismas. Es decir, va aumentando la entropía. Pero llega un momento en que se configura una situación nueva, cuando ya se hizo todo lo que se podía hacer en materia comunicativa. Ese nuevo estado, consecuencia del anterior, presentará una cantidad de nuevas posibilidades que podrán irse realizando. Es decir arranca con un bajo nivel de entropía. Se pone en marcha otra vez el mismo mecanismo, pero con nuevas posibilidades de comunicación.  En Voces, Antonio Porchia (1943) escribe: “Se me abre una puerta, entro y me hallo con cien puertas cerradas”. En síntesis, la entropía va aumentando, pero también aumentan las comunicaciones establecidas y la posibilidad de establecer otras nuevas.

En el mapamundi, las grillas de las comunicación establecidas por las metrópolis coloniales representaban situaciones de alta entropía (tenían pocas posibilidades de hacer algo distinto que su función para la cual fueron concebidas, o sea llevar las materias primas al puerto) y su cometido se realizaba con enorme cantidad de daños, por ejemplo humanos y ambientales (alta velocidad de crecimiento entrópico).

La globalización tiene otro tipo de demandas en tiempo y forma en materia de intercambio comercial. La posibilidad de aumentar las transacciones físicas depende de un nuevo trazado de las vías de comunicación. Se requiere una nueva grilla cuya metáfora, en el espacio virtual, es la multidimensionalidad de Internet. Es lo que propone el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda. Su lanzamiento fue el acontecimiento político más trascendente de la década.

El proyecto de la Nueva Ruta de la Seda fue presentado en 2013 con dos modestas actividades, una en la Universidad de Astaná, capital de Kazajistán, y la otra en Yakarta, la capital de Indonesia. Inicialmente fue visto como un proyecto ferroviario para incrementar la conectividad en Asia y de ella con Europa. Sin embargo, pronto los objetivos se fueron revelando más ambiciosos. En 2017 se hizo el lanzamiento con todo el boato que los chinos pueden ser capaces de montar sus actividades protocolares. Se reunieron en Pekín representantes de 110 países de los cuales 29 fueron jefes de estado y primeros ministros. A esa altura la Ruta de la Seda ya era un ambicioso proyecto de infraestructura de conectividad de 1 billón (millón de millones) de dólares. El interés por la iniciativa fue creciendo. Dos años después se hizo la Segunda Cumbre del Proyecto con la presencia en esta oportunidad de representantes de 150 países entre ellos 37 jefes de estado y primeros ministros.

Si bien la Ruta de la Seda es una iniciativa gerenciado y financiado por la RPCh, no cabe duda que trasciende sus propios intereses. Hay mucha suspicacia. Se dice que el proyecto está en línea con la intención de los chinos de dominar el mundo O que está en el escenario de la disputa comercial que mantiene con EEUU, temas que enseguida veremos. O que China intenta reverdecer su pasado imperial. Puede que haya un poco de todo eso. Ninguna actividad a ese nivel es químicamente pura. Pero lo cierto es que el proyecto se hace en un momento donde el G20 está impulsando con fuerza el desarrollo de la infraestructura de conectividad. Eso se notó cuando en la cumbre de Hangzhou se afirmó “Respaldamos la Alianza para la Conectividad de la Infraestructura Global lanzada este año para mejorar la sinergia y la cooperación entre los diversos programas de conectividad de la infraestructura de una manera holística”. En cualquier caso, y con el grado de sutileza con que se manejan las relaciones internacionales, es difícil pensar que 150 (¡) países asistieran al lanzamiento por compromiso y no para dar aire político al proyecto. Muchos ellos no tienen problemas de infraestructura -como en el caso de los europeos que asistieron en tropel- y tampoco los mueve un interés económico ya que las obras son ejecutadas y financiadas por los anfitriones. 

Más razonable es pensar que el proyecto fue para China por tres razones: capacidad técnica y operativa demostrada en la reconstrucción del territorio chino en los últimos cuarenta años, enormes reservas en dólares 4 billones (millones de millones) y, last but not least, un reconocimiento por los resultados logrados en el proceso de modernización iniciado en 1979 con su acceso a la economía capitalista hasta llegar a ser la estructura productiva más grande del mundo.

La Nueva Ruta de la Seda está logrando resultados asombrosos con sus proyectos, algunos ya finalizados.  La movida, con epicentro obvio en territorio chino, se condice con modificaciones de envergadura que se están produciendo en la región. Por ejemplo, el cambio climático está reduciendo los hielos del Ártico lo que habilita dos nuevas rutas marítimas transitables todo el año. Por una de ellas, a lo largo de Siberia, el viaje entre el Lejano Oriente y Europa tarda dos semanas menos que si fuera por el Canal de Suez. Por la otra, rodeando Canadá, el viaje es 10.000 Km más corto que yendo por el Canal de Panamá. Las nuevas rutas implican una estructura logística terrestre para hacerlas viables. Sus resultados incidirán fuertemente en los costos del comercio global. Al mismo tiempo, se está construyendo un TGV ente Pekín y Moscú por valor de 250.000 millones (¡) de dólares (más del 50% del PBI de nuestro país). El TGV reducirá a dos días un viaje para unir las dos capitales que el tren transiberiano hace en una semana.  Hoy por hoy para ver la marcha de la globalización hay que poner el foco en el continente euroasiático. Es lo que viene.

El mundo está comunicado por teléfono, televisión, internet y distintos tipos de redes Los satélites ya están girando y no hay límites para poner otros en órbita. Trenes, autopistas, puentes y túneles, puertos marítimos y aéreos van a ser habilitados en todo el mundo con la intensidad con que se lo viene haciendo desde el Lejano Oriente. Larguísimas formaciones ferroviarias de carga viajan cada día a lo largo de Eurasia. Xinhua informa que Xi'an –conocida como extremo oriental de la Ruta de la Seda y sede del ejército de figuras de terracota- tardó sólo 129 días en despachar 1.000 trenes de carga China-Europa este año, 76 días menos en relación con el año pasado. La nueva infraestructura de conectividad facilitará el manejo entrópico de las comunicaciones para hacer posible la plena utilización de los recursos materiales y espirituales que ofrece la globalización.

El virus que faltaba

Si existían dudas sobre el alcance de la globalización o su carácter multidimensional, el COVID-19 vino a disiparlas. Nunca el mundo ha suspirado al unísono como en estos días. La pandemia, inclemente, ha adquirido su entidad a partir de la diseminación simultánea del virus a todos los países del mundo. Casi en tiempo real. Los problemas suscitados son de todo tipo, y las sinergias que existen entre ellos hacen que las secuelas se multipliquen al seno de las comunidades.

Se ha generalizado la incertidumbre. Hay pocas explicaciones sobre lo que se está viendo, y no pocas veces la mirada se ve aberrada por especulaciones conspirativas de las que nunca faltan cuando irrumpen cisnes negros.

No se sabe bien lo que dejará el virus cuando alguna vacuna sintetizada contra reloj logre controlarlo, pero entre los analistas consultados existe la presunción de que el mundo no será igual al de antes de la emergencia, aunque las tendencias preexistentes no perderán vigencia. El efecto de lo que está pasando es muy fuerte. No hay antecedentes para imaginar los escenarios posibles en lo inmediato. Todo es insólito. Hay que refundar las formas de conocer y predecir.

Mientras se espera el fin de las prolongadas cuarentenas, conviene pasar revista a algunas de las características con que se ha presentado el virus y las medidas en promedio que se han ido tomando, de iguales maneras y parecidos resultados, en todos los países.

distancia social; uso generalizado del barbijo; cuarentenas; tentaciones autoritarias; actividad comercial e industrial restringida; parálisis de la administración; educación a distancia; transporte selectivo; circulación arbitraria; decisiones públicas homogéneas; nuevas formas de comunicación; teletrabajo; información restringida y redundante; redes sociales más activas; incertidumbre analítica; parálisis y repulsión migratoria; aumento del comercio electrónico y el delivery; desocupación laboral; mayor pobreza; inflación desenfrenada; incremento de las deudas externas; subsidios a la producción y el empleo; disminución del PBI; etc.

Nada de todo esto pasará sin dejar huella o, directamente, no pasará y habrá venido para quedarse. Da la impresión que el virus ha desestructurado el ecosistema humano. Poniendo relieve lo que está demás, lo que se puede evitar sin grandes cataclismos; todo lo que está afectando el inconsciente colectivo. Es como el “solo texto” en el copy de Word. Queda lo esencial, lo que transmite la información y el conocimiento. La coreografía simple. Lo demás, el firulete (que tiene el atractivo encanto de lo superfluo), habrá que rehacerlo según las nuevas condiciones que nos irá imponiendo la pandemia.

Lo que vendrá

A pesar de su irrupción tan intensa y extendida a todo el planeta, el coronavirus no vino a despertar nuevas opciones estratégicas en la marcha de los asuntos globales. Sí claramente, y de una manera compulsiva, ha generado condiciones para el acelerado despliegue de tendencias preexistentes. A la luz de lo que hemos visto en este trabajo, el que viene es un mundo bastante previsible. Sin embargo, no es fácil acertar en lo que va a pasar de inmediato; más lo es, paradójicamente, imaginar el largo plazo, aunque los resultados de los procesos que se aceleren ahora NO vayan a estar a la vista de inmediato. Entonces, para imaginar el futuro, se trata de detectar los embriones de cambio. De qué manera el desenvolvimiento de las condiciones imperantes contribuirá para construir el futuro. Imaginar los escenarios depende de donde partimos y hasta donde queremos llegar. La información está disponible hoy. Hay que saber dónde está y procesarla. 

Incluir para el usufructo de los beneficios de la globalización a 5/6 de los habitantes del mundo, es una tarea que técnicamente está concluida. Se ve en el día a día de la marcha de los países de Europa, el Lejano Oriente y en sectores altos en todos los países. Aunque el grado de aprovechamiento de los recursos disponibles sea tan desigual que constituya unos de los principales desafíos de la nueva política.  Es un proceso dinámico cuyos valores de inclusión se van incrementando en forma permanente, por cierto con sus vaivenes. Ahora queda el núcleo duro de la pobreza. Se calcula que mil millones. Para incluirlos no alcanza con macro políticas como se hizo en China. Hace falta otro tipo de proyectos cuyos fundamentos están en discusión.

Debido a que el neoliberalismo trilateral podía mostrar sus éxitos en China y otros países de aquel entorno, no era dable pensar que las concepciones populistas (por llamarlas de alguna manera) iban a regresar de la manera en que lo están haciendo en diversos lugares del mundo, incluso en los Estados Unidos, donde era menos esperable que ello sucediera.

En los últimos tiempos repercute la llamada “guerra comercial” entre China y EEUU, una denominación un tanto exagerada para quien se distrae viendo videos sobre la segunda guerra mundial. Ese enfrentamiento de fuertes anuncios tiene un valor metafórico[xvi]. Lo que puede ser motivo de una “guerra” son solo productos terminados, que ocupan una porción mínimo del comercio mundial. Por el contrario, se calcula que entre el 70% y el 90% de las transacciones son las cadenas globales de valor (GVC) donde las partes que constituyen los bienes y servicios finales son producidas por proveedores que están localizados en distintos países. Esos rubros son intocables porque se detendría la producción mundial. En las GVC, como se anuncia, habrá algunos ajustes para, seguramente, optimizar la localización de ciertos suministros o por razones de producción monopólica como ocurre en la India y China con los genéricos. No más. Este “deep trade” está totalmente fuera de la consideración exclusiva de cualquier gobierno nacional. No es motivo ni puede serlo de ninguna guerra comercial. ¿Entonces por qué tanto alboroto con respecto al acero[xvii], el bourbon, las motos HD y otros productos que carecen de componentes importados? Los anuncios sobre los motivos de la “guerra” nunca contienen información referida a las posiciones arancelarias involucradas; a lo sumo montos indiscriminados en dólares que no dan tela para la especulación. Para el consultor Marcelo Elizondo “un proteccionismo vigoroso era más factible hace 50 años cuando afectaba meras relaciones comerciales, pero hoy es más difícil porque debería detener cadenas de producción complejas…lo más probable es que en adelante ocurra un doble ajuste: que no crezca ya con bríos (o aun que en algo decrezca) la internacionalidad convencional pero que -a la vez- se acelere la incremental trasnacionalidad de la economía del conocimiento (principal insumo de la producción) y de los servicios (cuyo comercio internacional creció en los últimos 15 años 60% más que el comercio interestatal de bienes”[xviii].

Existe hoy una tendencia en los países desarrollados de repatriar capitales y medios de producción. Donde el fenómeno es más evidente es en EEUU. Es el American First de Trump que, según wiki, “enfatiza el nacionalismo estadounidense, el unilateralismo, el proteccionismo y el aislacionismo”. La antipática y sorpresiva reacción de la actual administración republicana tiene sus razones. En este país el problema comenzó hace ya cuarenta años cuando innumerables fábricas llave en mano comenzaron a ser trasladados a China y el Lejano Oriente, en pos de mano de obra barata y gigantescos mercados de cercanía. Los afectados, principalmente en el centro del país, perdieron puestos de trabajo y se degradaron sus competencias; fueron los que le dieron el triunfo a Trump. Ahora hay que pagar las cuentas; volver a producir en el territorio y crear fuentes de trabajo. Es una movida que con sus características se comienza a dar en todos los países. Es la razón del reavivamiento del proteccionismo y, con sus mediaciones y singularidades, del crecimiento de concepciones políticas nacionalistas y populistas. Vuelven las cosas con el añorado made in USA, made in Germany, made in England, made in Italy, etc. estampado en el envase.

¿La bola de cristal?

No es que uno hable del futuro como si la estuviera leyendo en un diario. Por cierto nada de eso pasó todavía en la realidad. Pero también es cierto que todo el mundo piensa en el porvenir. También los que tienen la capacidad de decidir lo que va a pasar. Existen para ello ingenierías específicas. Una de ellas es la prospectiva o previsión de los futuribles como antaño se designaban los acontecimientos que podían producirse en el futuro de darse determinadas condiciones.  La prospectiva puede ser normativa o proyectiva. Esta última es la prognosis cuyos productos son los pronósticos. Es un juego que trata de detectar tendencias -las que se evidencian en un momento o que ya vienen de antes- y predecir cómo esas líneas conceptuales (que surgen de una interpretación de la “realidad”) se concretarán en el futuro. Aunque juega con sofisticadas herramientas epistemológicas, tiene un costado de adivinación aún sin haber consultado a una bola de cristal. Imaginar lo posible, especular con lo más probable, decidir sobre lo deseable, y dictaminar sobre lo que es factible, requiere de sofisticadas herramientas. Es el metié de las consultoras que trabajan con futuros.

En cambio, la prospectiva normativa es una competencia muy distinta; solo tiene de común con el pronóstico en que el futuro es el espacio común a ambas disciplinas. Por eso a veces se las trata en forma indiscriminada (como ocurre con los pares complejidad/complicación, clima/tiempo, eficiencia/eficacia, hipótesis/tesis y muchos otros). Para ver las diferencias, veamos el caso de una familia en crisis.

La familia vive en una ciudad donde sus miembros han establecido con la comunidad un sistema sólido de relaciones. A pesar de ello, el matrimonio no está conforme con lo que han conseguido. Sus ocupaciones laborales no son tan buenas como desearían. Aumenta la insatisfacción. Su experiencia en la vida los lleva a preguntar si es ese el lugar donde pueden desarrollar todas sus potencialidades. Aspiran a algo más. Además, el medio está decayendo y puede haber una mengua en las oportunidades. Los temores y las dudas les van alimentando la idea de buscar mejores oportunidades que no parecen haber en el medio. Pero saben que es difícil encarar esos cambios tan drásticos. Los hijos tienen ahí sus amigos y piensan que se van a oponer a dejar el ambiente donde están insertos. Los padres elaboran una estrategia. Hacen algo que antes no hubieran hecho: compartir los temores con los hijos. Un día el padre anuncia que es posible que la fábrica cierre. Los hijos se empiezan a preocupar y hablan entre ellos sobre las distintas alternativas que se abren. Los chicos no saben lo que piensan hacer los padres; incluso no saben ni siquiera si los padres piensan hacer algo. Discuten entre ellos. Hacen consultas en las redes, abren un blogs temático para dialogar con los amigos. Hasta que un día los padres, sorpresivamente, anuncian que tienen otro trabajo bueno pero en una ciudad distinta. Y obran en consecuencia. Ya tenían todo preparado. Los chicos se la pasaron especulando con lo que podría pasar. Incluso jugándose por alguna posibilidad. Eso es prognosis, adivinan o pronostican. Los padres han hecho otra cosa muy distinta: construyeron una alternativa de futuro. Eso es prospectiva normativa. El mecanismo se puede dar a cualquier nivel. Con herramientas de enorme sofisticación.

Los estudios dicen que se debe partir elaborando escenarios teóricos partiendo de la realidad que se quiere transformar. Esos escenarios son representados por modelos. Los modelos tienen tres pasos. La palabra modelo viene del latín modus que significa “manera”. El primer paso son los modelos mentales que nos muestran las maneras de las cosas (o de las alternativas) cuando las imaginamos. Los modelos mentales pueden ser traducidos a modelos matemáticas. Es el segundo paso. Entramos a un nivel distinto de complejidad y complicación. Finalmente, mediante algoritmos, se pueden elaborar modelos computacionales. Estos pueden ser sometidos a simulaciones. El ejercicio de la simulación nos muestra el comportamiento de los escenarios modelados (diseñados) en distintas circunstancias, partiendo de la realidad que queremos transformar. Le llega el turno a lo deseable luego de ver de lo posible lo más probable. La ponderación de las alternativas mostradas por la simulación nos da la posibilidad de elegir aquellas que se condicen con nuestros deseos y/o intereses. Luego se evalúa lo que es factible. Estamos en condiciones de elaborar una hoja de ruta para llegar a los escenarios electos. Son los denominados modelos operativos. Esos prodigios, que tuvieron su fecha de nacimiento en momentos en que se ponía pie en la luna, fueron fruto entre otros de los trabajos teóricos guiados por Jay Forrester en el MIT, relacionados a lo que se denomina la dinámica mundial. A partir de ahí pudo ser posible gestionar a nivel planetario sistemas de altísima complejidad, con infinidad de variables, como el cambio climático, la marcha del comercio internacional, la administración de los recursos naturales y cantidad de otros ítems que conforman la agenda global.  En la CT se decía que “sus aspiraciones (la de los países trilaterales) deberían ir más allá de solo enfrentarse con los sucesos futuros a tratar de determinarlos” (their aspirations should go beyond merely coping with future events to shaping these events)[xix]

¿El futuro es imprevisible?

En este trabajo he tratado de salirnos del día a día para poder evaluar con un mayor margen de previsibilidad los cursos probables en la marcha global.  Los futuros posibles, probables, deseables y factibles son como hemos visto la consecuencia del uso de la prospectiva normativa con toda la complejidad que conlleva ese tipo de prácticas en los altos niveles de decisión. Entonces, ¿el futuro es previsible? En cierta medida sí; todo depende de la amplitud de los periodos considerados, desde dónde se parte y adónde se quiere llegar; y, sobre todo, de la rigurosidad con que se toman los datos de la realidad ajena a toda influencia subjetiva o lecturas ideologizadas.

Veamos un ejemplo corriente de cómo se puede instalar una muletilla sin ninguna razón que la fundamente. Es la que refiere a la probabilidad de que China le dispute más temprano que tarde el liderazgo global a EEUU como potencia hegemónica

Lo primero que hay que ver, antes de la escala global, es la relación que China tiene con sus vecinos: Con Japón compite industrialmente y los separa la desconfianza producto de una historia de resentimientos; Corea del Norte es un apéndice; Mongolia ya se sabe que no gira en su órbita; con Asia central, de mayoría musulmana, hay un obstáculo insalvable que es la represión que sufren sus hermanos uigures en Xinjiang; el Tibet es una ocupación derivada de la revolución china y el Dalai Lama es un testigo urticante; con la India nunca se llevó bien, recién ahora Putin logró sentarlos a una misma mesa; Vietnam le dio una paliza cuando la invadió en 1979 porque el pequeño país a su vez había entrado en Camboya, aliado de los chinos, para liberarla del genocida  Pol Pot. En Hong Kong es fuertemente cuestionado por las revueltas estudiantiles sin que ahora pueda haber un Tiananmen como en 1989. Con Taiwán el enfrentamiento es desde la cuna. Rusia no permite imaginar cualquier tipo de aspiración que no sea la buena vecindad como ahora está pasando intensamente. El único de sus vecinos transfrontera que es aliado incondicional es Pakistán porque le facilita el tendido de la infraestructura para llegar a los puertos del Índico. La pregunta es: ¿Cómo China va a aspirar a ser una potencia hegemónica global si ni siquiera tiene ni puede llegar a lograr predominio en su hinterland?

Todo depende del punto de partida y el de llegada; cuanto están separados esos mojones extremos como para poder identificar tendencias. Hay lógicas que no hay virus que las modifique. Imposibilitar una guerra mundial, la decisión de los productores capitalistas de ampliar sus mercados (como hicieron los fabricantes de televisores y celulares hasta llegar a las aldeas remotas), el empeño por terminar con la pobreza, el cuidado del medio ambiente, la ambición de seguir aumentando la edad promedio de vida, etc., esos y otros objetivos no se van extinguir. Otros son menos visible o puestos más en duda (“esto ya lo vi, no va a andar” “los seres humanos son malos por naturaleza” “por qué cambiar algo ya conocido que funciona”): terminar con la corrupción, sustituir los estados por regiones, preservar y fortalecer la diversidad, avanzar a un mayor equilibrio territorial y demográfico, de reconectar el planeta según retículas, de establecer nuevas fronteras en el espacio celeste, etc.

Schumpeter

Saber lo que va a pasar mañana es más difícil que identificar las megatendencias. ¿Qué podemos esperar en la Argentina? Si no fuera porque la pandemia no vino a abrir nuevas opciones sino a darle aire a las preexistentes, sería difícil pronosticar qué va a pasar en la Argentina. Entonces, poniendo atención en lo previo, se pueden hacer algunas reflexiones.

1)      El 2016, con el triunfo de Cambiemos, se abrió el Segundo ciclo largo de crecimiento en nuestro país (el primer de 1862 a 1933, se extendió desde la presidencia de Mitre hasta el pacto Roca-Runciman).

2)      El gobierno de Cambiemos es fundacional por lo menos en 4 dimensiones: 1) fue la primera vez en la historia argentina que el establishment enquistado en los meandros del aparato del Estado no representó una corruptela estructural (no existe ningún juicio ni acusación en serio), 2) la infraestructura encarada fue eficaz (obras terminadas sin sobreprecio) y, lo trascendente, con un concepto global de la conectividad (reticulación vs. radiocentrismo; el Paseo del Bajo permite pasar del “sur al norte” en la capital sin pagar peaje), 3) encaró seriamente el inicio de la modernización del sistema estatal, 4) comenzó a salir del ostracismo nacionalista, arraigado en nuestra cultura política; se abrió al mundo: durante su gestión se realizó la Cumbre del G20, la reunión internacional más importante de la historia en nuestro territorio.

 

El descalabro de la deuda no fue culpa de Cambiemos. La Argentina no es la única víctima de los perversos manejos en materia de préstamos del sistema financiero internacional. La tabla de deuda por países[xx] muestra que Argentina ocupa el lugar 33. Está muy por debajo de la deuda de Brasil y México, y tomando deuda per cápita (ocupa el lugar 58) y deuda en % del PBI (ocupa el lugar 65), es superado por Chile. Obviamente, el FMI puso la plata primero para cobrarse las acreencias por los préstamos tomados en los gobiernos anteriores. El resto no fue utilizado para asistencialismo ni el enriquecimiento de ningún funcionario. Se dejaron grandes reservas en el Banco Central.

En la Argentina de hoy un ciclo largo de crecimiento debe ser medido en décadas. No en años ni en períodos de gobierno. Habrá avances y retrocesos. Surgirán nuevas alternativas políticas. El mundo seguirá su marcha modernizadora. Pero la tendencia existe aunque las evidencias no siempre se revelen nítidamente. Por ejemplo, explicando la involución del peronismo, como arquetipo de una concepción nacionalista burguesa mayoritaria en nuestra sociedad (el otro actor dominante fue el Ejército hoy desactivado políticamente) hacia su dispersión transformación →reducción →extinción. Según una mirada retroprospectiva, el peronismo ha perdido el sentido histórico que es lo que le da vida a un organismo de cualquier tipo. Aunque cueste verlo en un momento dado, por ejemplo este.

El problema principal de la Argentina, que se empezó a configurar desde el mismo momento de la creación del virreinato del Rio de la Plata (¡), estriba en la existencia de los desequilibrios gemelos territorial y demográfico; no hay otro indicador más evidente de las dependencias externas que nos fueron condicionando a lo largo de la historia. Territorio rico, fue poblado por las potencias dominantes en cada momento para satisfacer sus necesidades, principalmente alimentarias. Cuando estas cesaron o fueron satisfechas en otras latitudes, nos quedaron las consecuencias indeseables aunque en convivencia con muchas otras influencias civilizatorias positivas. No las voy a enumerar por obvias.

Si hiciera falta alguna otra evidencia de aquellas malformaciones estructurales, la pandemia del COVID-19 vino a ponerlas sobre el tapete dramáticamente. Las villas de emergencia del AMBA están al borde del colapso por razones sanitarias y económicas. Al respecto, aunque tuvo poca trascendencia, se registró una iniciativa de 103 movimientos sociales. En medio de una diatriba de concepciones estatizantes, propias de los planes quinquenales del primer gobierno peronista, se contempla la posibilidad de la “la creación de un millón de chacras mixtas combinadas con la industrialización del campo, planificada y federal con tierras estatales”. Aunque una iniciativa de difícil concreción, dada la magnitud de los componentes del proyecto, es sugerente el hecho de que los beneficiarios sean la población que habita las villas de emergencia, es decir, una de los principales destinatarios del clientelismo peronista (¿qué dirán Magario y Espinoza, los caciques de la Matanza?).

La solución sostenible de la pobreza es solo posible con la creación equilibrada territorialmente de fuentes de trabajo. Es decir, la aparición de opciones en el interior del país para que la gente no se vaya de su terruño y otros muchos, provenientes del AMBA, se pueda relocalizar, incluso en pequeños pueblos como se sugiere en estos días. Ello presupone condiciones de trabajo dignas, vivienda, salud, educación y seguridad. Cualquier otra cosa que se haga es insustentable (por ejemplo, las inversiones en el conurbano no hacen más que atraer gente corrida por la miserias del interior lo que prontamente esterilizará cualquier mejora ilusoria que se pueda obtener). De paso también hay que ayudar a promover el desarrollo de los países vecinos para poder controlar las migraciones que disparan sus propias miserias.

Dadas las condiciones políticas de la Argentina, las soluciones de fondo deben provenir del exterior. Como pasó con el modelo agroexportador. O de la forma en que el neoliberalismo trilateral lo hizo con China durante 40 años (descreo del populismo de Francisco aunque no lo desprecio). Una especie de Plan Marshall para América Latina gerenciado y financiado principalmente por EEUU. Ello debe determinar el lugar de las inversiones, la asignación de cuotas comerciales de exportación (incluido partes de las cadenas globales de valor, GVC), y el diseño y la ejecución de la infraestructura de conectividad para salir al mundo.

Sin duda, una parte del aparato productivo de bienes y servicios desaparecerá luego de la pandemia. ¿La destrucción, será creadora como decía el economista austríaco, para dar lugar a una nuevo configuración que supere lo que había, o será una más de los ultrajes que nos han asolado a lo largo de la historia?

 

Ing. Alberto Ford

albertoford42@yahoo.com.ar

La Plata, junio de 2020

 

 



 

 

[i] Richard Cooper, Karl Kaiser, Masataka Kosaka, Robert Bowie. Hacia un sistema internacional renovado, en: La Comisión Trilateral y la coordinación de políticas del mundo capitalista, Cuadernos del CIDE, Números 2’3,  Página 142, México 1977/8. Ver también:  http://trilateral.org//download/doc/renovated_international_system_1977.pdf, pág.237

[ii] Luego de producir los 14 informes iniciales, task force reports (TFR) en los setenta, la CT se fue transformando hasta hoy en un organismo más de control y seguimiento de sus recomendaciones que formulador de políticas (como si el elan vital estuviera en los setenta). Por tomar un caso, en abril de 1992, una semana antes de lanzar su programa de convertibilidad en el gobierno de Carlos Menem, Domingo Cavallo se dirigió a Londres para participar en una reunión de la Comisión donde seguramente habrá mostrado sus intenciones con el fin de ser evaluado a ese nivel. Hasta 2016 fueron elaborados 67 TDR como se puede ver en el portal de la Comisión. 

[iii] En esos años, aparte del lanzamiento de la CT, no solo se puso al hombre lograr una salida al atolladero Vietnam en que se había metido EEUU, sino que llevó adelante las negociaciones con la ex Unión Soviética para el control de armamentos y puso en marcha -mediante una operación logística inédita por su magnitud y alcance- nada menos que la masiva transferencia de factores de occidente a China para iniciar el fenómeno productivo que se fue desplegando en los siguientes 30 años. En los EEUU llaman a HK “el monje negro de la globalización”

[iv] En 40 años son 60.000 (¡) las empresas solo de EEUU que han invertido en la RPCh.

[v] De paso, considerando las sutilezas y la previsión con que se manejan esos lances, EEUU había evitado asfixiar a la ex URSS (que no estaba en condiciones de abordar, como lo explicitó en su momento, nuevas inversiones faraónicas en materia de armamentos) para que continuara sin grandes tropiezos su camino hacia la implosión 10 años después.

[vi] El Club de Roma en el mundo latino, el Grupo Bilderberg, the Council of Foreign Relations, the Atlantic Council, the Brooking Institutions, el Instituto Real de Asuntos Internacionales (Chatham House,) , etc.

[vii] en nuestro país la destrucción de la economía y el Estado comienza con Salimei y los ingenios azucareros en Tucumán, sigue con el proceso militar de 1976 con Martínez de Hoz y le sigue una etapa posterior con Cavallo/Menem..

[viii]  De interés para este trabajo, el conjunto del Lejano oriente o Sudeste asiático, comprendiendo 1) inicialmente Japón, 2) luego los “tigres (o dragones) asiáticos”, Hong Kong. Taiwán, Corea del Sur, Singapur y 3) los “tigres menores” o de segunda generación, Tailandia, Indonesia y Malasia más Filipinas, los tres primeros conocidos como la “invención de Japón” por la envergadura de sus inversiones para fabricar componentes electrónicos.

[ix] Un cometido que aún está en veremos y ahora se reflota con la crisis económica del coronavirus.

[x] a partir del funcionamientos autoorganizantes que se le atribuye a las instancias delegados, incluidos organismo multilaterales y hasta gobiernos nacionales, y la poca trascendencia pública que tiene a partir del carácter no ostentoso de sus intervenciones, o la poca significación que adquiere su entidad ante analistas y académicos.

[xi] Sobre el funcionamiento por delegación del G20 se puede consultar el trabajo “G20: un enigma de poder” http://ingenieroalbertoford.blogspot.com/2020/04/el-g20-unenigma-de-poder-eltrabajo.html

[xii] La invención de la web como red informática mundial -que acaba de cumplir 30 años- hizo posible una distribución por internet (que había sido inventada 20 años antes) de textos, imágenes, vídeos u otros contenidos multimedia. Todos los hogares del planeta potencialmente llegaron a tener acceso a la asombrosa facilidad. Otros adelantos como el celular, el progreso de la inteligencia artificial, el acceso a las redes, y ahora el big data, una vieja función sacerdotal de conseguir información reservada en los confesionarios que ahora se hace con algoritmos y sin pedir permiso.

[xiii] Una expresión de la fuerza del consenso en el plano superior lo dio esta semana el conflicto en la frontera chino india. El enfrentamiento fue violento –los hindúes acusan más de 20 muertos- pero sin armas de fuego. Solo se usaron piedras y palos de bambú con clavos en la punta. Cachemira es una zona muy conflictiva y siempre al borde del precipicio, y a militares celosos, imbuidos de profesionalismos reglamentarios, poco les falta para mostrar sus atributos. Pues bien, el conflicto (que en otras circunstancias podría haber conducido a un enfrentamiento mayor, como en 1962) fue arreglado por teléfono con una oportuna intervención de ambos cancilleres, sin la participación de terceros países. Esa es la nueva situación creada por el funcionamiento del G20 y otras instancias -como los BRICS o la OCS- donde los líderes de ambos países se sientan a una misma mesa todos los años más de un vez.

[xv] En este trabajo se adopta un enfoque de la entropía que apunta a configurar una herramienta de evaluación para optimizar la utilización de los recursos que se destinan a intervenciones territoriales. Aunque existe una idea que la asocia al desorden y al caos, aquí se entiende a la entropía como “una propiedad de los procesos referida a la disponibilidad de opciones realizables y/o la velocidad con que dichas opciones se van realizando”. Así por ejemplo, diremos que con una vida por delante, un recién nacido tiene baja entropía porque está todo por hacerse en materia de realizaciones; por el contrario, quien ha decidido suicidarse tiene alta entropía porque solo le resta el tiro del final; no dispone de otras opciones. En este caso nos referimos a la entropía como variable de estado, una noción sincrónica que da la pauta del potencial de realización que muestra un sistema en un momento dado. Existe otra forma de aplicar la noción de entropía. Imaginemos un joven prometedor, lleno de posibilidades, cuya vida disipada hace que dilapide sus opciones en forma compulsiva. Diremos que su crecimiento es altamente entrópico; todo lo hace a tontas y a locas desperdiciando su tiempo y logrando en la ecuación de insumos y productos una baja eficiencia y eficacia. Por el contrario, veamos el caso de otro joven con las mismas oportunidades, pero que las va realizando en forma ordenada, con prudencia e imaginación, privilegiando la utilidad al ponderar su accionar en cada paso para prever sus consecuencias; diremos que su entropía crece más lentamente. En esta otra modalidad se concibe a la entropía como variable de cambio. La entropía siempre es positiva y su cuantificación – aún intuitiva porque aplicada a la marcha de la vida personal o los procesos sociales no cuenta con una manera de medirla como sí se lo puede hacer en los dominios de la termodinámica- permite tener una dimensión de cuál va a ser el comportamiento de los recursos que comprometamos en un proceso y los resultados esperables. 

[xvi] Acudiendo a la realidad virtual de la “internet profunda” (deep web) podemos entender lo que pasa con la producción y el comercio mundial. En 2010 se estimó que la información que se encuentra en la internet profunda es de 7500 terabytes, lo que equivale a aproximadamente 550 billones de documentos individuales. En comparación, se estima que la internet superficial (a la que se accede cotidianamente) contiene solo 19 terabytes de contenido y un billón de documentos individuales. Algo equivalente pasa en el comercio mundial con las partes de las cadenas globales de valor (GVC) difícilmente contempladas en las estadísticas. La dificultad para calcular la contribución de cada parte de una cadena de suministros al valor de un producto final lo ilustra el hecho de que el G20 se da tiempo hasta 2030 para formular los algoritmos necesarios para una tributación discriminada de tal manera que no tribute solo el bien o servicio final

[xvii] mencionar programa de OCDE sobre exceso de capacidad instalada en la producción de acero.

[xix]  Cooper et al. (cit,) Towards a Renovated International System, pág. 200.  http://trilateral.org//download/doc/renovated_international_system_1977.pdf