Francisco nuevo Papa
En la previa del cónclave que designó al Cardenal Bergoglio
como nuevo Papa los trascendidos sobre favoritos fueron orientados a poner la
atención en otros cardenales del finalmente electo. Nos comimos el amague. Pero,
¿fue casual y tan sorpresiva –por lo menos para algunos bien informados- la
elección de Bergoglio? Hay quienes sugieren
una firme predeterminación en ese sentido y hasta fue motivo de certeros anticipos.
Características del procedimiento ahora conocidos, más la data previa disponible,
nos muestran que lo resuelto tuvo cuanto menos poco de aleatorio. Nuestro Cardenal
fue citado a Roma antes que el resto, pedía a sus allegados que rezaran “para
poder volver al país”, y hasta le regalaron unos zapatos nuevos, los negros que
se ven en las fotos, para suplir otros ya bastante caminados. Sin embargo, hay
otro dato decisivo: en el anterior cónclave, apoyado por unas cuantas decenas
de votos (mucho de aquellos electores también participaban en esta oportunidad),
había salido segundo pisándole los talones a Ratzinger. Ex post, no se puede
imaginar que las cosas hubieran ocurrido de otro modo… y ahora Francisco se
prepara para la ardua tarea que lo espera. Hay por lo menos tres grupos de
problemas: lo relacionado a la pobreza y otras definiciones sensibles, el
funcionamiento interno de la Institución y, un aspecto ignorado en los
análisis, el rol de la Iglesia Católica como factor influyente en la gobernabilidad
global. Con referencia a nuestro país, a partir de Francisco, el espacio comunicacional
se ha ubicado en un nivel superior, dando como resultado la relativización de los
datos de la realidad hasta ahora existentes; incluso, en esta primera etapa, no
pocos de ellos se han vuelto irrelevantes. Habrá que ver cómo la influencia por
sola presencia (obviamente no es esperable otro tipo de intervención pública)
se va irradiando en el devenir socio político de la Argentina (¿y de América
Latina?).
El cura de los villeros
En la agenda global la cuestión de la pobreza ocupa el
primer lugar. En esa priorización juega
un imperativo de tipo moral y objetivamente otro menos espiritual: hoy
el sistema productivo mundial está en condiciones de producir bienes y servicios
para todos; en consecuencia, hay que crear el mercado y sus consumidores. Los
resultados ya están a la vista con el crecimiento asombroso de la clase media
en países emergentes como China, India y Brasil. La iglesia no está al margen
de las posibilidades materiales que se abren en el mundo global, pero su labor
evangelizadora se fundamenta en otros principios. Durante el pontificado de
Benedicto XVI en una de sus principales encíclicas se alerta sobre
“el aumento sistémico de las desigualdades entre grupos
sociales dentro de un mismo país y entre las poblaciones de los diferentes
países, es decir, el aumento masivo de la pobreza relativa, no sólo tiende a
erosionar la cohesión social y, de este modo, poner en peligro la democracia,
sino que tiene también un impacto negativo en el plano económico por el
progresivo desgaste del «capital social»” (Caritas in Veritate, 32)
Sin duda en el Papa Francisco pesa la “opción por los
pobres” característica de la orden jesuítica.
En la labor pastoral a lo largo de su vida dio muestras sobradas de
dónde estaba el foco principal de sus preocupaciones. Por el momento en que se
vive, y por lo manifestado en sus primeras intervenciones, del pontificado de
Francisco se puede esperar, acorde a su experiencia en las villas porteñas, una
enérgica acción de la Iglesia dirigido contra la pobreza bajo distintas formas y
en todos los lugares donde ella se manifieste. Distintas encíclicas alumbradas
en los papados de estas últimas décadas lo confirman.
Aspectos sensibles
No todo lo que priorizan los medios tendrá un
desenvolvimiento explosivo; no es el estilo que se le conoció al Cardenal
Bergoglio. Lo referente a temas como el “matrimonio igualitario” y otras como
los que se expresan en nuestro país en la reforma
del nuevo Código Civil y Comercial-de gran repercusión mediática pero del
interés de pequeñas minorías- recabará menos atención que otras cuestiones de
enorme sensibilidad como el aborto, la trata, la droga en las villas. Otro ítem
donde se espera una acción enérgica del nuevo pontificado es en lo referido al
rol de la mujer en el siglo XXI. Para la Iglesia
“la mujer ha adquirido una conciencia cada día más clara de
su propia dignidad humana. Por ello no tolera que se la trate como una cosa
inanimada o un mero instrumento; exige, por el contrario, que, tanto en el
ámbito de la vida doméstica como en el de la vida pública, se le reconozcan los
derechos y obligaciones propios de la persona humana. (Pacem in Terra, 41).
Se le conoce al Papa una rica trayectoria en materia
educativa que seguramente hará del tema uno de los aspectos liminares de su
gestión.
La dura interna
Sin tanta repercusión porque los escándalos ya han salido a
la luz, una serie de hechos de corrupción que afecta a miembros de la curia
romana están contenidos en un informe conocido como Vatileaks que el Papa anterior
le dejó a Francisco en la mesita de luz. Según los trascendidos en él no falta
nada de las corruptelas habituales en otros ámbitos. Será difícil que al nuevo
Papa le vaya a temblar la mano para hacer los cambios que hagan falta y carezca
de la habilidad y el tesón suficientes como para operar en los laberintos
vaticanos, uno de los sistemas de poder más complejos y de trayectoria más
extendida a lo largo de la historia.
Poder global
Por falta de conocimiento, visión localista o considerarlo
irrelevante, la cuestión de la gobernabilidad mundial habitualmente no ocupa
lugar en los análisis del espacio comunicativo, el discurso político y en los
círculos académicos. Sin embargo, para la Iglesia Católica la problemática del
poder ha tenido una presencia continuada en sus encíclicas de los últimos
cincuenta años sobre todo desde la época del Concilio Vaticano II. Naturalmente
la Iglesia no es un actor político en el sentido habitual del término, pero su
influencia no puede dejar de sentirse en los círculos de poder a todos los niveles.
El jueves Santo de 1963 el Papa Juan XXIII
publicó una histórica encíclica en la que en forma clara se reivindica la
necesidad de una autoridad pública
general para afrontar los problemas que afectan a todas las naciones
“cuyo poder debe alcanzar vigencia en el mundo entero y
poseer medios idóneos para conducir al bien común universal” (Pacem in Terris,
138).
Asimismo, en el siguiente pontificado, la Encíclica Populorum Progressio afirma la
necesidad de la colaboración internacional que involucre a todos los pueblos.
Por esos tiempos, en un histórico discurso en las Naciones Unidas[i],
el Papa Pablo VI se preguntaba “¿Quién no ve la necesidad de llegar así
progresivamente a instaurar una autoridad mundial que pueda actuar eficazmente
en el terreno jurídico y en el de la política?”. Las posiciones de Juan Pablo
II siguieron la misma línea.
En el pontificado de Benedicto XVI se especifica que la autoridad
mundial
“deberá estar regulada por el derecho, atenerse de manera
concreta a los principios de subsidiaridad y de solidaridad, estar ordenada a
la realización del bien común, comprometerse en la realización de un auténtico
desarrollo humano integral inspirado en los valores de la caridad en la verdad.
Dicha Autoridad, además, deberá estar reconocida por todos, gozar de poder
efectivo para garantizar a cada uno la seguridad, el cumplimiento de la
justicia y el respeto de los derechos” (Caritas in Veritate,
67).
Al desatarse la crisis de 2008 el rol del G-20 fue visto por
la Santa Sede como una evolución positiva debido al mayor involucramiento de
países con población más elevada en el manejo financiero y económico global. El
desenvolvimiento del Grupo fue motivo de
una comunicación donde se menciona a su vez a la declaración emanada de la
cumbre del G-20 en Pittsburg en el sentido de valorar la intención de comenzar
una nueva era en la economía global basada en la responsabilidad y la “reforma
de la arquitectura global para afrontar las exigencias del siglo XXI…un marco
que permita definir las políticas y las medidas comunes con el objeto de
producir un desarrollo global sólido, sostenible y equilibrado”[ii].
Como un aporte a imaginar las formas que pueden adoptar iniciativas de gobierno
al nivel global, en el mismo comunicado se sugiere que “en el ámbito del G20 pueden, por lo tanto,
madurar directrices concretas que, oportunamente elaboradas en las apropiadas
sedes técnicas, podrán orientar los órganos competentes a nivel nacional y
regional en la consolidación de las instituciones existentes y en la creación
de nuevas instituciones con apropiados y eficaces instrumentos a nivel
internacional”
Dada la aceleración previsible que sufrirán en los próximos
tiempos los asuntos de la gestión global es de esperar que con el pontificado
de Francisco la iglesia irá incrementando su papel en ese escenario aunque esas
acciones algunas de ellas discretas no sean reflejadas en las crónicas
cotidianas.
Ecos locales
No sería correcto (ya
se está demostrando) pensar que Francisco se va a involucrar en forma directa
en los asuntos de nuestro país pero tampoco lo sería esperar que no vaya a
tener una especial atención por la marcha de la región latinoamericana. Ya le
confirmó a Dilma que el primer viaje importante de su papado, donde se va a
encontrar con una multitud de jóvenes de todo el mundo, será a Río de Janeiro
con una extensión posterior a San Pablo para visitar un santuario de la Virgen;
es decir, según su estilo comprometido, nada de “toco y me voy”.
En el medio local estamos presenciando situaciones de lo más
curiosas y tan inesperadas como la propia elección del Papa. Se trata de la
forma en que ha impactado en los círculos K la sorpresiva designación del
Cardenal Bergoglio. Los medios han abundado en detalles del desconcierto y el
rechazo manifiesto que provocó la noticia a lo largo de todo el gobierno así
como la rápida reubicación generalizada de funcionarios y amigos luego del
viaje de la presidenta a Roma para la entronización. Estamos en presencia de un papelón mayúsculo
derivado de una actitud oportunista insólita cuyos ribetes serán motivo de
incesantes reverberaciones en la historia de la picaresca política. Como decía
Marx (Groucho): “estos son mis principios y si no le gustan tengo estos otros”.
También el impacto se ha dejado sentir en ámbitos donde rigen enfoques que
parecían haber perdido actualidad pero que se espera resurjan con vigor por lo
menos en esta fase inicial del fenómeno papal. Nos estamos refiriendo a la
activación de reflejos en cuestiones ligadas por ejemplo al laicismo y la educación (ver al respecto una
nota en Página/12[iii]).
Otra curiosidad fue la virulenta reacción del prestigioso sociólogo y
funcionario K Horacio González en contra de la entronización de Francisco desde
posiciones de un anticlericalismo más propio del siglo XIX que de los nuevos
aires de la posmodernidad.
En el universo de la comunicación la aparición del Papa ha
generado un nuevo nivel de realidad en el imaginario social. Ya nada será como
era no solo por el cambio brusco de la situación sino por la insignificancia a
que se verán confinados muchos de los contenidos informativos circulantes hasta
ese momento. Quien más lo notará será Cristina. No solo ha perdido de golpe el
pretendido liderazgo que le daba el resultado electoral, sino que la puesta se
desenvuelve en otro escenario del que ella como banca ocupaba. Para usar una
metáfora con resonancias actuales, es como si su riqueza, atesorada en
metálico, de repente se viera afectada por un cambio repentino en el signo
monetario y dependiera de los rigores
del cepo cambiario para conseguir efectivo.
Laclau miente
Hay dos pilares de la estructura de su relato que a la
Presidenta no le será tan fácil sostener a partir de ahora. Uno ya se venía desviando
hacia la falsa escuadra, el otro se desmoronó de golpe. El “modelo de
acumulación de matriz productiva diversificada con inclusión social”, una
denominación de lo más pretenciosa pero sin correlato en la realidad, a medida
que pasa el tiempo demuestra ser lo contrario de lo que postula salvo en la
parte de la acumulación capitalista por parte de los amigos del gobierno. La
consecuencia del deterioro es un agujero fiscal creciente como consecuencia de
una política de subsidios necesaria para mantener la matriz populista del
kirchnerismo. Esa política voluntarista y arbitraria está afectando al conjunto
de la economía; obviamente no se la puede mantener sine die sin producir grandes daños incluso luego del cese de esta
gestión.
Aunque el discurso del Papa esté referido a diversos temas,
el tono utilizado contrasta con el estilo de la comunicación kirchnerista. Esos
nuevos contenidos y formas del mensaje que se han instaurado, más allá de las maniobras que se
intenten para usarlo en beneficio propio, condicionará (ya lo está haciendo en
forma notoria) el sentido de los relatos
que circulen de ahora en más en el sistema político en nuestro país.
Se sabe que las enseñanzas del matrimonio Laclau se basan en
la lucha de hegemonías para acumular poder como consecuencia del enfrentamiento;
hay que transformar al adversario en enemigo. Para ellos la división es necesaria; una
posición cerril a contramano de lo que se va imponiendo a pasos acelerados en
el mundo moderno a partir del cese de la bipolaridad y donde convocatorias como
las del G-20 ponen en evidencia que el consenso es el camino adoptado por los
principales factores de poder.
Ing. Alberto Ford
Ringuelet, marzo de 2013
[i]
http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/speeches/1965/documents/hf_p-vi_spe_19651004_united-nations_sp.html
[ii]
Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la
prospectiva de una autoridad pública con competencia universal, Pontificio
Consejo para la Justicia y la Paz,
24/10/2011
http://vaticaninsider.lastampa.it/es/noticias/dettagliospain/articolo/vatican-vaticano-giustizia-e-pace-justice-and-peace-justitia-y-paz-economia-economy-9278/
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