Ahora, el cambio
climático
Pocos temas de la agenda global han sido tan maltratados como la noción de
cambio climático (CC). Casi como un latiguillo, el clima es visto habitualmente
como responsable de cualquier evento inesperado que ocurra en la biosfera, si
es catastrófico con más razón. Empero, el uso abusivo de las palabras hace que vayan
perdiendo sentido. Pasa como pasaba con Ramón, el personaje de una vieja
habanera del romancero caribeño (de moda en la temprana época del primer
peronismo) que decía así: “La culpa de todo la tiene Ramón, Ramón la epidemia,
Ramón el ciclón”.
La problemática del CC es eminentemente política (o mejor geopolítica), y
los hechos más trascedentes tienen lugar en esa dimensión de las relaciones
internacionales. Lo demuestra que el giro copernicano que en la materia ha dado
Biden con respecto a Trump, y en contraste a la actitud reacia que siempre ha
mostrado EEUU en la cuestión climática[i], de
inmediato se ha traducido en una intensificación de actividades al más alto
nivel donde ha habido fuertes referencias al tema. Esos estadios son los lugares
donde se incentivan las decisiones de peso y se generan las innovaciones
conceptuales de carácter estratégico.
El trabajo está
dividido en tres partes que no necesariamente tienen que ser leídas
secuencialmente. La primera es una síntesis de la evolución de la noción de CC,
sobre todo a partir de que la ciencia y la tecnología comienzan con sus
experimentos para el manejo del meteoro a la finalización de la Segunda Guerra
Mundial. Ese periodo se extiende hasta la actualidad en que la problemática del
clima puede ser tratada en forma unificada a nivel global con los instrumentos que
proveen las Naciones Unidas. La segunda parte se refiere a la secuencia de
actividades alusivas al CC que se van produciendo en lo que va del año, una
intensificación de las tratativas motivadas por los sucesos anotados en la
política oficial de los EEUU. La tercera son esbozos de un enfoque prospectivo
de conjunto en la forma en que el CC, en paralelo a los efectos destructivos de
la pandemia del COVID-19, puede incidir en el trascurso de la fase superior de
la globalización a la que estamos ingresando raudamente.
1
Quien hubiera pensado que esos extraños y secretos experimentos sobre el
desierto de Arizona, en la inmediata posguerra, iban a conducir a lo que es hoy
la parafernalia del CC. Es cierto que la cuestión de las lluvias preocupó a la
especie humana desde su más tierna edad. Las cosechas e incluso la seguridad
familiar dependían de que las precipitaciones fueran tolerables y en su justa
medida. Pero en los cuarenta del siglo pasado la meteorología era un asunto de
interés superlativo por otros motivos. ¡Cuántas operaciones militares decisivas
en la Segunda guerra mundial habían sido condicionadas por factores climáticos!
EEUU, que siempre ha picado en punta para subir al podio de los adelantos
C&T, logró los primeros éxitos en manipulación climática. El 13 de
noviembre de 1946 el premio Nobel Irving Langmuir consiguió que al espolvorear
hielo seco en una nube esta se condensara y lloviera, aunque el agua no llegó
al suelo. Se evaporó por el camino, pero sin duda fue la primera lluvia
artificial[ii];
ya era algo.
Con tal de no perder la carrera y sabiendo la importancia estratégica de la
manipulación climática, los rusos también se largaron a hacer sus experimentos.
Cuentan que los jóvenes de más de 100 países asistentes a un festival que se
hizo en Moscú en 1958 miraban con insistencia el cielo encapotado; temían que la lluvia frustrara
la ceremonia de apertura. Pero, un rato antes del inicio, obró el milagro: el
cielo se abrió, las nubes se esfumaron, y un sol radiante bañó de luz el aire
diáfano de la plaza Roja lo que permitió el pleno disfrute del evento.
En la Trilateral –de donde el Complejo Militar Industrial quedó, sin
embargo, notoriamente excluido- explicitaron su preocupación por los ensayos
que la ex Unión Soviética estaba haciendo en el Ártico para modificar el clima.
Aunque la tecnología no había alcanzado el desarrollo actual en la materia, los
líderes trilaterales ya alertaron sobre la complejidad de la situación, pero
con un ánimo constructivo. En el informe dedicado a la “colaboración con los
países comunistas en el manejo de los problemas globales” se hizo referencia al
clima: en el capítulo C, acápite 3 “modificación del tiempo” (Weather Modification) se admitía que
“podría llegar a ser un campo importante para la cooperación internacional”[iii]
Eran los años de Popeye. El
programa con nombre de comics fue aprobado el 1 de septiembre de 1966 por el
Departamento de Estado y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, y
fue supervisado directamente por el Presidente de ese país. Para una revista española “con esta nueva
arma meteorológica, el ejército de los Estados Unidos pretendía prolongar la
estación del monzón sobre los territorios por los que discurría la ruta Ho Chi
Minh –por Laos y Camboya, era utilizada por el gobierno de Vietnam del Norte
para enviar suministros a sus fuerzas en el sur y a la guerrilla del Vietcong
(Frente Nacional de Liberación)- y de esa manera dificultar los envíos” [iv].
Como ocurre con la prensa libre en EEUU nunca falta un buey corneta y en ese
caso el rol lo asumió un periodista del New York Times que filtró la sensible
información al Senado. Los senadores se tomaron más de un año para debatir sobre
el oprobio con suma amplitud, profundidad y repercusión pública. Finalmente, el
programa fue desactivado, una medida que en 1977 tuvo el acompañamiento de las
Naciones Unidas a través del Convenio de Modificación Ambiental (ENMOD)[v].
Aunque como arma no fue exitosa, la aplicación durante años del procedimiento tecnológico
permitió cosechar una enorme experiencia en el manejo del clima y sus
consecuencias. Las actas de las sesiones y los materiales de referencia
utilizados se pueden consultar libremente en la Biblioteca del Congreso en
Washington. Por su parte, Wikipedia le dedica abundante información a Popeye, pero al personaje de la
historieta.
La desaparición de la Unión Soviética hizo posible un manejo unificado de
la cuestión climática. El fin de la guerra fría y el progresivo desarme fue
alcanzando a todos los tipos de armas que habían nutrido los arsenales de las
superpotencias; entre ellas, la posibilidad de la manipulación climática, con
un potencial de inconcebibles alcances, no era la excepción. A partir de ese
nuevo escenario de acercamiento y de abordaje conjunto de los problemas
globales, de inmediato surgen las negociaciones a nivel de todos los países. Es
el momento en que se produce Río ´92 y se formula el Convenio Marco de las
Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC).
Un abordaje de la problemática del clima a nivel civil, desprovisto de toda
connotación castrense, dio lugar a las conferencias
de las partes (COP) anuales, que se vienen sucediendo desde la COP1 (Berlín,
1995) hasta la COP26 que se realizará este año en Escocia. Una serie de
objetivos han sido discutidos a través de los años con resultados evidentes por
su eficacia. El principal de ellos es la instalación en la consideración
pública de la cuestión del CC. En sus aspectos instrumentales, se destaca la
preocupación universalmente asumida por la reducción de las emisiones de gases
de efecto invernadero (GEI) a lo que se van comprometiendo todos los países.
Los objetivos, cada vez más ambiciosos en cuanto a plazos y coeficientes de
reducción, trae aparejado que en los próximos años y décadas se vayan
produciendo modificaciones en todos los aspectos de la vida sobre la Tierra.
Nunca en la historia de la humanidad ha habido una herramienta de tamaña
eficacia como movilizante de las voluntades de las personas (por lo menos hasta
ahora que apareció el COVID-19). Los objetivos ambientales más la irrupción
avasallante de las tecnologías de la información están provocando
transformaciones en la forma de producir los bienes y servicios necesarios para
la vida humana de una forma inimaginables años atrás.
La noción de CC es relativamente reciente; toma forma en el momento en que
las grandes potencias comienzan a preocuparse por los alcances del fenómeno.
Primero con recelo, por el uso que podría tener en la guerra fría como arma
manipulable; luego, cuando la URSS implosiona y se ingresa al “mundo uno”, el
tema pasa a ser abordado en el ámbito de las NNUU. Resta saber la forma en que
irá adquiriendo de aquí en más el papel del clima en la culminación del proceso
globalizador, teniendo en cuenta su potencial de factor reconfigurante de carácter omnímodo -una cualidad que solo
comparte con la irrupción del COVID19- lo que le permite entrometerse, sin
mediaciones, aviso ni vuelta atrás, en la vida cotidiana de las personas.
No se lucha contra el CC. Se lo aborda o controla. El CC se puede deber a
causas naturales o antropogénicas. Las primeras ocurren desde el nacimiento de
la Tierra. Las segundas pueden ser la consecuencia de determinadas actividades,
o también provocadas ex profeso. Es una externalidad por ejemplo de la creación
de infraestructura fabril y los procesos productivos que ocurren en su seno. Provocadas,
pueden perseguir fines positivos o negativos. Los primeros se dan con el
disparo de cohetes para disipar las nubes de granizo que amenazan los viñedos;
los segundos, el Proyecto Popeye.
2
Ha llegado el momento del restyling climático.
Lo dice la intensa actividad alusiva desplegada este año en los estamentos
superiores del poder global. Hasta ahora han tenido lugar dos cumbres del G7,
una virtual y la otra en Inglaterra, esta con la presencia de la Reina; entre
medio, ha sobresalida el involucramiento del presidente Biden: convocó a 40
líderes mundiales a una cumbre virtual por el Día de la Tierra, y lo mismo hizo
con el cuadrilátero denominado Quad
que reúne a EEUU con tres pesos pesados del Indo-Pacífico (Japón, India y
Australia). En todas las actividades el CC fue trending topic. A su vez, en lo que falta del año, tendrá lugar la
cumbre del G20 en Roma a fin de octubre y, al día siguiente, se iniciará en
Escocia la 26ª Conferencia de las Partes (COP26) de la CMNUCC.[vi].
Aunque es habitual visualizar la emisión de GEI como causantes del
calentamiento, sobre todo los derivados de aquellas actividades que utilizan
combustibles fósiles como el petróleo[vii],
de hecho no se le asigna la misma importancia a las “acciones de contraparte” en el bucle: las
que tienen lugar por la existencia de los sumideros
encargados de absorber aquellos gases. La corrección tiene importantes
consecuencias.
Detrás de las modificaciones en emisores, por ejemplo la utilización de las
llamadas energías alternativas en lugar de la producida por combustibles
fósiles, hay grandes intereses en juego. Por el contrario, los sumideros
constituidos por vegetales extendidos a lo largo de la naturaleza, a la que se
asigna el rol principal en la captura, son gratis (aunque tienen un valor
ambiental).
En uno de los espacios más
influyentes en la elaboración de contenidos para el G20, el think tank T20, este año se han seleccionado 15 de las
130 propuestas recibidas de las partes. Estos 15 informes de políticas se
refieren a “soluciones basadas en la naturaleza
que sirvan como sumideros de carbono, en
lugar del antiguo enfoque de las habituales fuentes de emisiones de
combustibles fósiles, a veces agregando nuevas tecnologías que aún no han
demostrado su valor”[viii].
La disquisición trae aparejada una cuestión que puede rozar en gran medida lo
económico habida cuenta de los negocios que en materia de consultoría y
equipamiento conlleva el cambio de paradigma energético hacia las opciones que
implican ir abandonando la generación basada en combustibles fósiles.
Resaltar el rol de la naturaleza trae aparejado el cuidado por la
utilización racional de sus recursos y, en forma consecuente, el concepto de
economía circular. La economía circular
es una modalidad de producción que tiene por objetivo reducir tanto la entrada
de los materiales en bruto como la producción de residuos, haciendo que los
recursos involucrados en la producción de un bien o servicio recorran un camino
circular, es decir, cerrado y autocontenido. En un trabajo reciente se dice
“La naturaleza
es la máxima economía circular. Crea valor tanto al producir aire limpio, agua
y la vida misma como al eliminar la contaminación venenosa que trae su uso por
parte de los humanos, especialmente cuando lo tratan como un basurero gratuito.
Tratada adecuadamente, como lavabo, ducha o bañera en la que nosotros y el
planeta nos limpiamos y restauramos, la naturaleza puede eliminar toda la contaminación
climática que generamos…… La naturaleza es ahora el 60% de la solución para
controlar el cambio climático”[ix]
La curiosidad es cuando se enumeran los sumideros lo que da lugar a la
aparición de nuevos actores en el abordaje del CC como son los pueblos originarios. Veamos porqué.
La preocupación en una reunión ministerial del G7 es que aumente la
eficiencia en la utilización de los recursos y acelerar la transición a una
economía más circular que obre para “reducir la presión y los impactos adversos
en el entorno natural, reducir el uso de recursos, y maximizar el valor de los
materiales a través de un enfoque de ciclo de vida” [x].
El objetivo es integral y abarcativo de los medios identificados como
sumideros. Además de la acción sobre el océano y los bosques, los ministros del
medio ambiente se comprometieron a “tomar medidas urgentes en todos los
ecosistemas, incluidos suelos, praderas, sabanas, tierras secas, humedales,
arrecifes de coral, ríos, lagos, dunas, turberas, praderas de pastos marinos,
manglares y marismas”[xi].
Por su parte, los líderes del G7 se manifestaron por
“defender objetivos
de diversidad biológica mundiales ambiciosos y eficaces, incluida la
conservación o protección de al menos el 30% de la tierra mundial y al menos el
30% de los océanos del mundo para 2030. Contribuiremos conservando o
protegiendo al menos el 30% por ciento de la Tierra, incluidas las aguas
terrestres y continentales, y las áreas costeras y marinas para 2030(G7CB)[xii]
En el primer día de la referida Cumbre
virtual del Día de la Tierra 2021, organizada por Estados Unidos con 40
participantes entre líderes del G20 e invitados especiales, Hindou Oumarou
Ibrahim, presidenta de la Asociación de Mujeres y Pueblos Indígenas de Chad,
como legitimación de su rol, recordó al mundo que “los pueblos indígenas
representan el 5% de la población del mundo pero protegen el 80% de su
biodiversidad…respetamos el Acuerdo de París no en 2030 o en 2050. Lo respetamos
ahora”[xiii].
Hubo coincidencia entre los líderes indígenas participantes en la Cumbre en
enfatizar su soberanía y derechos sobre la tierra así como su vasta sabiduría y
conocimiento ancestral.
El otro aspecto destacado es la
reafirmación de creciente intensidad en el rol de las mujeres y las niñas. En la declaración de Carbis Bay se enfatiza en
que
“desarrollaremos enfoques sensibles al género para el
financiamiento, la inversión y las políticas del clima y la naturaleza, de modo
que las mujeres y las niñas puedan participar plenamente en la futura economía
verde”.
El presidente Macron proclamó
“2030 es nuestro 2050” en la conferencia virtual del Día de la Tierra. Es notorio en documentos y
declaraciones la intención de proclamar a viva vos ya no solo el cumplimiento estricto
de las objetivos asumidos en conjunto sino también, en la medida de lo posible,
la conveniencia de su aceleración. Además está la seriedad de los compromisos
asumidos. Si bien la consigna del net
Zero para 2050 es generalizada, en el caso chino la asumen para 2060,
siendo el año 2030 cuando arriben al pico de las emisiones. Es razonable. Una
infraestructura productiva del porte de la china es incapaz de modificarse con
la velocidad con que lo hacen otras de menor tamaño. Así, la jerarquización del
sumidero es también una sutil admisión de que la matriz energética no se puede
cambiar de la noche a la mañana.
Por último, de la misma manera que hay
una intención de vincular las distintas instancias organizativas buscando
efectos sinérgicos, también existe
la misma actitud con distintos temas. Ello pasa con el género, el empleo, la
biodiversidad y otras dimensiones que puedan estar vinculadas o ser
influenciadas por el CC. Un papel destacado se le da a los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS). Al respecto se debería dejar de tratar el CC como
un compartimento estanco y comenzar a crear más compromisos que reconozcan y
aprovechen las sinergias en el contexto de los ODS.
3
Ya lo hemos dicho. El CC tiene
efectos malos pero también buenos… o muy buenos. Los primeros están a la vista
y en estos días los medios abundan en detalles sobre las desgracias que están
ocurriendo en todos los continentes: inundaciones, incendios, sequías,
terremotos que provocan miles de víctimas. Pero también ocurren otros fenómenos
cuyas consecuencias son beneficiosas. Por ejemplo, el derretimiento de los hielos del Ártico y el permafrost (tierras
congeladas en forma permanente) en Siberia.
Transportar mercancías desde el Lejano Oriente hasta Europa a través del
Canal de Suez obliga a recorrer más de 23.000 kilómetros; en cambio, por la Ruta Marítima del Norte solo algo más
de 14.000 kilómetros. El paso por Ártico ya está funcionando con la asistencia
de una buena dotación de rompehielos atómicos, de uso momentáneo mientras
avanza el derretimiento para que la ruta quede liberada en forma permanente.
Asimismo, esta semana comenzó la construcción de un cable submarino de
12.650 Km, que digitalizará la Ruta Marítima del Norte y conectará Europa y
Asia, desde Múrmansk hasta Vladivostok, y estará listo en 2026. Esas y otras
medidas que se están tomando en Eurasia están revolucionando el comercio
mundial en forma irreversible. Las nuevas posibilidades nacen del CC, y sus efectos económicas no solo son
beneficiosos por el abaratamiento del transporte sino también por la ponderación
de los impactos ambientales concomitantes. Teniendo en cuenta el valor
de los créditos de carbono -una herramienta propia de la economía verde del CC-
utilizando la vía ártica habrá un ahorro adicional en la operatoria del
transporte, "debido a la reducción de las emisiones de carbono, en
comparación con el transporte de volúmenes similares a través del Canal de
Suez"[xiv].
Transportar mercancías desde el Lejano
Oriente hasta Europa a través del Canal de Suez obliga a recorrer más de 23.000
kilómetros; en cambio, por la Ruta
Marítima del Norte solo algo más de 14.000 kilómetros[xv].
Colas de barcos que no podían atravesar el Canal de Suez
cuando un portacontenedores de gran porte se atascó en la mitad del paso
El ejemplo del Ártico no es el
único. Nuestra Pampa Húmeda, a pesar de los problemas surgidos durante sus
sequías e inundaciones –ocurridas por razones climáticas pero también por los
atrasos y errores cometidos en las obras en la Cuenca del Salado- ha incrementado
enormemente su fertilidad debido al ascenso de la napa freática desde menos 20
metros a menos 2 metros, fenómeno que fue provocado por el aumento del régimen
de lluvias operado en los últimos años, sobre todo a partir de 1982.
Sin embargo, los efectos del CC
más beneficiosos provendrán del uso creciente de los distintos medios de
cooperación surgidas del Protocolo de Kioto. Los llamados mecanismos de flexibilidad, que se establecieron por ese protocolo -aprobado
en la ciudad japonesa de Kioto en 1996 para facilitar el cumplimiento de los
objetivos de reducción de GEI- son tres: el Comercio de Emisiones, el Mecanismo
de Desarrollo Limpio (MDL) y el Mecanismo de Aplicación Conjunta (AC). Debido a
las intrincadas negociaciones que se producen en torno al CC y las constantes
ajustes y modificaciones de forma que se van haciendo con los años, se
considera que la arquitectura establecida por el PK es “considerada como primer
paso hacia un régimen mundial de reducción y estabilización de las emisiones de
GEI, y modelo de la arquitectura de base para cualquier acuerdo internacional
sobre el cambio climático que se firme en el futuro”.[xvi]
El 12 diciembre de 2015, en la COP21, las partes de la CMNUCC alcanzaron un consenso
histórico que se conoce como el Acuerdo de París por el cual se proponen “reforzar
la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático manteniendo el aumento
de la temperatura mundial en este siglo muy por debajo de los 2 grados
centígrados por encima de los niveles preindustriales, y proseguir los
esfuerzos para limitar aún más el aumento de la temperatura a 1,5 grados
centígrados”[xvii]. Bajo diversas
formas, algunas de las cuales ya están funcionando, el mundo que se va abriendo
paso dará lugar a miríadas de intercambios entre actividades de todos tipo, que
se vean obligadas a reducir sus emisiones -o pagar por su incapacidad momentánea
de poder hacerlo en forma total o parcial-, afincadas en distintos países, con
formas de cooperación donde se establezcan relaciones de negocios, el
intercambio de tecnologías así como la apertura de nuevas oportunidades para el
comercio de bienes y servicios.
Estamos ingresando raudamente a la fase superior de la globalización, luego
de cuarenta años de intensas transformaciones que se resumen en lo que se ha
hecho en China: un país devastado por invasiones, ocupaciones, guerras
prolongadas, revoluciones y experimentos maoístas, llega a ser la segunda
economía del mundo y la primera en capacidad industrial. Este año en la RPCh se
informó sobre el fin de la pobreza en sus casi 1500 millones de habitantes. Fue
el indicador más fidedigno del éxito del proyecto de la Comisión Trilateral que
se inició con las conversaciones de 1972 de Henry Kissinger y Richard Nixon con
Mao Tse-Tung y Chou En-lai, y tuvo su puesta en marcha efectiva en 1979 con el
ascenso de Deng Xiaoping al poder.
Según investigadores de la Universidad de Toronto, sede del Centro de Investigación
del G20, “el mayor cambio global, donde el
proceso de globalización ya está completo, es el cambio climático y las
amenazas existenciales que trae”[xviii].
La afirmación significa no que el proceso esté finalizado sino que ya es de
resultados previsibles, de culminación inevitable e inminente, siempre
entendiendo la temporalidad en su dimensión histórica. En términos schumpeterianos
el proyecto G7/G20 será motorizado por dos factores reconfigurantes omnímodos:
el COVID-19 (destrucción creadora) y el CC (crecimiento). Habrá que estar muy
atentos a partir de ahora.
Ing.
Alberto Ford
Buenos Aires, agosto de 2021
[i]
Lo que no les ha impedido
a sus empresas hacer desde siempre pingües negocias en materia de equipamiento
y consultoría
[iii]
http://trilateral.org//download/doc/collaboration_communist_countries_managing_global_problems.pdf
pág 28
[iv]
https://www.eleconomista.es/historia/noticias/10123811/10/19/La-historia-del-Proyecto-Popeye-asi-se-manipulo-la-meteorologia-durante-la-Guerra-de-Vietnam.html?fbclid=IwAR3sk_-uBFXabPKzhO08qpR8JX89YoHG1pmPRc7z3y3pPI132Nq8TNYHc8s
[vi]
Jake Sullivan, consejero
de Seguridad Nacional de EEUU, vino a promover y dar el apoyo a una eventual
cumbre regional a realizarse este año en Buenos Aires.
[vii]
aunque el gas natural es
también de origen fósil, no es señalado en igual medida como combustible
contaminante
[viii]
The Natural Circular Economy. John Kirton, Director, G20 Research
Group; Co-chair, T20 Task Force 2 on Climate Change, Clean Energy and the
Environment http://www.g20.utoronto.ca/analysis/210527-kirton.html.
[ix]
The Natural Circular Economy, cit.
[x]
Reunión de Ministros de Medio Ambiente del G7, 20/21 de mayo de2021 en https://unfccc.int/es/news/la-reunion-ministerial-del-g7-puede-allanar-el-camino-hacia-el-exito-en-la-cop26
[xi] id
[xii]
Declaración de Carbis Bay
del G7. https://www.g7uk.org/wp-content/uploads/2021/06/Carbis-Bay-G7-Summit-Communique-PDF-430KB-25-pages-3-1.pdf
[xiii]
https://www.france24.com/es/medio-ambiente/20210421-cumbre-climatica-eeuu-biden-china-dia-tierra
[xvi] https://www.buenosaires.gob.ar/agenciaambiental/cambioclimatico/cambio-climatico-concientizacion/compromisos-globales/protocolo-de-kioto
[xviii] Creating
Compliance with G20 and G7 Climate Change Commitments through Global, Regional
and Local Actors
John Kirton, Brittaney Warren and Jessica Rapson http://www.g7.utoronto.ca/scholar/kirton-warren-rapson-isa-2021.pdf
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