lunes, 19 de julio de 2021

 

¿El mundo del revés?

 

La Reunión de ministros de finanzas y presidentes de bancos centrales de los países que integran el G20 se despachó con una novedad: se promueve la aplicación de una tasa global (inicialmente del 15% aunque está en discusión que sea más alta) a las grandes empresas, en particular las tecnológicas, con el fin de evitar una serie de maniobras elusivas que resienten la recaudación fiscal de los países donde esas empresas comercializan sus bienes y servicios. Se calcula inicialmente que la medida proveerá una masa adicional a ser repartida proporcionalmente entre todos los países de 250.000 millones de dólares al año. Lo paradójico que el más entusiasta promotor de la revolucionaria medida es el propio EEUU, que creció en la consideración pública de todo el mundo como el defensor histórico de la proyección global de sus empresas, al servicio de lo cual puso todo el poder de su diplomacia y, llegado el caso, de sus fuerzas armadas. La marcha acelerada de la globalización no deja de sorprendernos.

 

Hace una semana tuvo lugar en Venecia la Reunión de ministros de finanzas y presidentes de bancos centrales de los países que integran el Grupo de los Veinte. Luego de las cumbres (summits) que congregan a los líderes de esos países -presenciales desde 2008 salvo las dos últimas ocurridas ya en pandemia durante la sede de Arabia Saudita en 2020-, los encuentros (meetings) de los altos funcionarios a cargo de los aspectos económicos y financieros son los  que tienen mayor trascendencia en los medios. 

Hay dos características a tener en cuenta en las convocatoria: lo formal, que es el tratamiento de los temas que integran la agenda, que se reflejarán en el contenido de los comunicados finales (principalmente en forma de recomendaciones), y el cotilleo de pasillo o la participación en actividades paralelas, donde los países se preocupan por abordar informalmente los temas que más les preocupan. En este caso, nuestro ministro tuvo la oportunidad de verse con sus colegas, sobre todo la presidenta del FMI, en relación a la negociación por el pago de la abultada deuda externa argentina.

En las recomendaciones salidas del encuentro, que dieron lugar a la denominada declaración de Venecia, están contemplados los siguientes temas.

·        Pandemia, arquitectura fiscal internacional, transformación digital, cambio climático y pérdida de biodiversidad, Derechos Especiales de Giro (DEG), resiliencia financiera, suspensión del servicio de la deuda, Objetivos de Desarrollo Sostenible, estabilidad financiera, pagos transfronterizos, inclusión financiera, educación financiera, lavado de dinero / contra el financiamiento del terrorismo.

La declaración final, de un encuentro que pasará a la historia por lo que seguidamente veremos, puede ser consultada en su versión original[i].

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La novedad ya establecida por la amplia participación en las discusiones y el apoyo que concitó, es que está prevista la instauración a nivel mundial de una medida revolucionaria en materia de fiscalidad. Aunque el tratamiento de la problemática viene de más lejos y dio lugar en su momento a una preocupación compartida por los países desarrollados, la propuesta en ciernes, en su forma actualizada, en estos días está siendo fuertemente motorizada por EEUU, el país que se siente más afectado (fue el plato fuerte del menú servido por el G7 en su reunión al sur de Inglaterra el mes pasado).

El contencioso nace de una modalidad de tributación inocultablemente conveniente para las grandes empresas multinacionales, especialmente las tecnológicas, que han venido pagando el impuesto a las ganancias solo en la jurisdicción donde sitúan la sede central de la compañía, habitualmente un país cuya carga fiscal es de las más bajas. Con el paso de los años la maniobra fue despertando el desacuerdo del resto de los países, que son los que dejan de percibir las tributaciones más abultadas. Obviamente, son ellos los que ponen los mayores empeños para establecer una justicia impositiva más equitativa que modifique una situación anómala regida por el “principio de establecimiento permanente, un concepto que se ha vuelto obsoleto con el avance de la globalización y la digitalización”[ii]. El proceso, que ahora aflora en forma más significativa y precisa, tuvo su origen en momentos de enormes dificultades en la marcha de la globalización.

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Como consecuencia de la crisis financiera de 2008, la recesión económica hizo que las tributaciones de las empresas multinacionales (EMN) fueran tenidas más en cuenta como aportes para la recuperación. El problema era la falta de transparencia; la modalidad de la tributación era motivo de diversas maniobras. Pero la necesidad tiene cara de hereje. Ante los apremios, los países desarrollados no titubearon: el G20 encargó a la OCDE la elaboración de un programa correctivo con el foco puesto en las EMN. Así nace el Plan BEPS, sigla en inglés que hace alusión a la “erosión de la base imponible y el traslado de los beneficios”. La propuesta de la OECD vio la luz en 2013 en la Cumbre del G20 en San Petersburgo.

La denominación del plan describe dos aspectos del problema. Ya hemos visto lo que significa erosión de la base imponible en cuanto a la elección por parte de las empresas del lugar de tributación más conveniente. A su vez, traslado de los beneficios tiene una inocultable referencia a los paraísos fiscales.

Distintos países se fueron adhiriendo al “Club BEPS” que se formó en el seno de la OCDE: 130 de los 139 que integran ese “marco inclusivo”, alcanzaron a principios de este mes un compromiso calificado de histórico, que abre las puertas a una “nueva fiscalidad de las multinacionales, que tendrán más dificultades para alojarse en paraísos fiscales y evitar pagar impuestos”[iii]. Pendiente de aprobación de la propuesta están los denominados “países recalcitrantes”, entre los cuales están Irlanda, Hungría, Estonia y Perú, que temen perder sus ventajas competitivas derivadas de sistemas fiscales permisivos para favorecer la radicación de las sedes de las grandes empresas.

Con ese aval tan contundente, la propuesta de la OCDE se presentó en Venecia desde donde, luego de cosechar una aprobación decisiva, está viajando con todas las posibilidades de ser bien recibida a la Cumbre de líderes del G20 a desarrollarse en Roma en octubre.

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Por su condición de ensambladoras, el producido de las grandes empresas, sobre todo de las tecnológicas, son principalmente bienes y servicios de consumo finales; este renglón del comercio es el afectado por el impuesto a las ganancias y sus actividades son fácilmente registrables. Sin embargo, hay una etapa previa que son las cadenas globales de valor (GVC), una denominación que comprende “la secuencia de las tareas y actividades que una empresa realiza para diseñar, producir y vender sus productos, agregándole valor en cada una de estas etapas”[iv]. Normalmente, esa provisión de partes para el ensamblado del producto final, está a cargo de pymes repartidas por todo el mundo en una proporción de 100 a 1 con relación a las terminales que son grandes establecimientos de alcance global. La conceptualización de esa rama “partista” de la producción es relativamente reciente y su registro aún está rodeada de un conjunto no menor de imprecisiones. Las GVC fueron tenidas en cuenta hacia fines de los años 80, en que las empresas multinacionales comenzaron a deslocalizar hacia otros países los procesos de fabricación con el fin, sagrado en ese momento, de disminuir costos. Aunque por su dispersión es muy difícil medir su incidencia en el comercio, los expertos y organismos especializados calculan que los componentes constituyen el 80% (¡) del valor total de las transacciones… aunque no es este rubro mayoritario de las GVC el que estuvo presente en la consideración del proceso de ajuste que estamos abordando.

El resto del comercio, minoritario pero más visible, lo constituye el universo gigantesco de los bienes y servicios de consumo finales; son los que de muchas maneras llegan a nuestras manos para el uso cotidiano. Es ahí donde se ha puesto el foco de los ajustes con la expectativa de sacar una buena tajada. De entrada las estimaciones provisorias hablan de una recaudación anual de al menos 250.000 millones de dólares. La posibilidad cierta de esa magnitud de recursos trae aparejada algunos interrogantes no menores sobre la instrumentación de las medidas.

¿Quién va a determinar en cada caso la alícuota correspondiente a cada país para que procedan a ajustar sus cargas impositivas en función de una equitativa redistribución a nivel global de las recaudaciones? ¿A qué actividades se va a destinar esa inmensa masa monetaria?  ¿Los fondos van a estar sujetos a algún tipo de control externo?

Para la OCDE "este plan de dos pilares (se refiere a la asignación de la alícuota y el monto de la tasa global. AF) será de gran ayuda para los países que necesitan movilizar los ingresos fiscales necesarios para restablecer sus presupuestos y finanzas públicas, al tiempo que invierten en los servicios públicos esenciales, en las infraestructuras y en las medidas necesarias para una recuperación sólida y sostenible después de la crisis."[v]

Aunque sin una explicitación sobre destinos comunes, no se puede dejar de tener en cuenta la magnitud en perspectiva de los recursos a recaudar por los cambios fiscales, y su contigüidad temporal con los financiamientos contemplados en los dos programas de infraestructura en marcha: la Ruta de la Seda de la RPCh y lo que el G7 ha denominado Build Back Better World, en el que se piensa invertir hasta 2035 la friolera de 40 billones de dólares.

Si de controles se trata, el G20 ha creado el Global Infrastructure Hub (GIH), que tiene su sede en Australia, y está encargado de supervisar lo atinente a infraestructura a nivel de todo el mundo. El primer país interesado en la región es Brasil. Se dice en el portal del GIH[vi]:

“Brasil fue seleccionado para el primer programa en diciembre de 2019. El GI Hub trabajó en estrecha consulta con el gobierno brasileño, y en particular con su Ministerio de Finanzas, para realizar una evaluación exhaustiva de las necesidades y diseñar un programa que cumpliera con los requisitos, necesidades y prioridades establecidas por Brasil. En la implementación del programa, el GI Hub brindó apoyo y desarrollo de capacidades específicos y se involucró con socios estratégicos para apoyar a Brasil y sus objetivos de infraestructura. Estos socios incluían bancos multilaterales de desarrollo (BMD), organizaciones internacionales (OI), instituciones nacionales y el sector privado”.

La legitimidad de las negociaciones en curso está reflejada en las declaraciones de los funcionarios de los países más desarrollados. Para el ministro de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire “el Gobierno francés ha trabajado mucho para lograr este acuerdo, hemos trabajado desde hace cuatro años, y ahora tenemos la oportunidad de alcanzarlo, no a nivel del G7, sino del G20".[vii]  Por su parte, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, aseguró que una vez que se ponga en marcha el procedimiento acabará la “contraproducente competencia internacional de impuestos… una carrera en la que muchos países durante años han rebajado sus tasas para atraer a las multinacionales… se ha tratado de una situación que nadie ganó, pues lo que ha hecho es privarnos de recursos necesarios para invertir en nuestros pueblos, nuestras fuerzas laborales, nuestra infraestructura”.[viii]

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Venecia será recordada no solo por sus canales, el cristal de Murano y la Plaza San Marcos. Tiempo atrás nadie hubiera prevista que EEUU iba a encabezar allí una enérgica movida para obligar a las grandes empresas –la mayoría de ese origen- a tributar bajo presión una cuota mayor de sus ganancias de lo que lo venía haciendo hasta ahora. No hay que olvidar que el objetivo principal del “imperialismo yanqui”, una formación económico-social que ponía el poder disuasorio de su omnipresente diplomacia (y algunas veces el convincente argumento de los marines), era que las empresas americanas se expandieran por todo el mundo. Ahora, de repente, aparece hincándoles el diente a quienes tanto promovieron. ¿Cómo se explica este cambio copernicano en el comportamiento del país al que los exégetas del progresismo todavía designan como un imperio?[ix]

 

Ing. Alberto Ford

albertoford42@yahoo.com.ar

Buenos Aires, julio de 2021

 

 



[i] http://www.g20.utoronto.ca/2021/Communique-Third-G20-FMCBG-meeting-9-10-July-2021.pdf  

o traducida

 https://www.blogger.com/blog/post/edit/1113871908018612298/2484454044476191736

[ix]y que ahora a pesar de las torpezas del peronismo nos manda de regalo 3,5 millones de dosis de la vacuna de Moderna

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