¿El mundo del
revés?
La Reunión de ministros de finanzas y presidentes de bancos centrales de
los países que integran el G20 se despachó con una novedad: se promueve la
aplicación de una tasa global (inicialmente del 15% aunque está en discusión
que sea más alta) a las grandes empresas, en particular las tecnológicas, con
el fin de evitar una serie de maniobras elusivas que resienten la recaudación
fiscal de los países donde esas empresas comercializan sus bienes y servicios.
Se calcula inicialmente que la medida proveerá una masa adicional a ser
repartida proporcionalmente entre todos los países de 250.000 millones de
dólares al año. Lo paradójico que el más entusiasta promotor de la
revolucionaria medida es el propio EEUU, que creció en la consideración pública
de todo el mundo como el defensor histórico de la proyección global de sus
empresas, al servicio de lo cual puso todo el poder de su diplomacia y, llegado
el caso, de sus fuerzas armadas. La marcha acelerada de la globalización no
deja de sorprendernos.
Hace una semana
tuvo lugar en Venecia la Reunión de ministros de finanzas y presidentes de
bancos centrales de los países que integran el Grupo de los Veinte. Luego de
las cumbres (summits) que congregan a
los líderes de esos países -presenciales desde 2008 salvo las dos últimas ocurridas
ya en pandemia durante la sede de Arabia Saudita en 2020-, los encuentros (meetings) de los altos funcionarios a
cargo de los aspectos económicos y financieros son los que tienen mayor trascendencia en los
medios.
Hay dos características
a tener en cuenta en las convocatoria: lo formal, que es el tratamiento de los
temas que integran la agenda, que se reflejarán en el contenido de los
comunicados finales (principalmente en forma de recomendaciones), y el cotilleo
de pasillo o la participación en actividades paralelas, donde los países se
preocupan por abordar informalmente los temas que más les preocupan. En este
caso, nuestro ministro tuvo la oportunidad de verse con sus colegas, sobre todo
la presidenta del FMI, en relación a la negociación por el pago de la abultada
deuda externa argentina.
En las
recomendaciones salidas del encuentro, que dieron lugar a la denominada declaración
de Venecia, están contemplados los siguientes temas.
· Pandemia, arquitectura fiscal internacional, transformación digital, cambio climático y pérdida de biodiversidad, Derechos Especiales de Giro (DEG), resiliencia financiera, suspensión del servicio de la deuda, Objetivos de Desarrollo Sostenible, estabilidad financiera, pagos transfronterizos, inclusión financiera, educación financiera, lavado de dinero / contra el financiamiento del terrorismo.
La declaración
final, de un encuentro que pasará a la historia por lo que seguidamente
veremos, puede ser consultada en su versión original[i].
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La novedad ya establecida
por la amplia participación en las discusiones y el apoyo que concitó, es que
está prevista la instauración a nivel mundial de una medida revolucionaria en
materia de fiscalidad. Aunque el tratamiento de la problemática viene de más
lejos y dio lugar en su momento a una preocupación compartida por los países
desarrollados, la propuesta en ciernes, en su forma actualizada, en estos días
está siendo fuertemente motorizada por EEUU, el país que se siente más afectado
(fue el plato fuerte del menú servido por el G7 en su reunión al sur de
Inglaterra el mes pasado).
El contencioso
nace de una modalidad de tributación inocultablemente conveniente para las
grandes empresas multinacionales, especialmente las tecnológicas, que han
venido pagando el impuesto a las ganancias solo en la jurisdicción donde sitúan
la sede central de la compañía, habitualmente un país cuya carga fiscal es de
las más bajas. Con el paso de los años la maniobra fue despertando el
desacuerdo del resto de los países, que son los que dejan de percibir las
tributaciones más abultadas. Obviamente, son ellos los que ponen los mayores
empeños para establecer una justicia impositiva más equitativa que modifique
una situación anómala regida por el “principio de establecimiento permanente, un concepto que se ha vuelto obsoleto
con el avance de la globalización y la digitalización”[ii].
El proceso, que ahora aflora en forma más significativa y precisa, tuvo su
origen en momentos de enormes dificultades en la marcha de la globalización.
--o0o--
Como consecuencia de la crisis financiera de 2008, la
recesión económica hizo que las tributaciones de las empresas multinacionales (EMN)
fueran tenidas más en cuenta como aportes para la recuperación. El problema era
la falta de transparencia; la modalidad de la tributación era motivo de
diversas maniobras. Pero la necesidad tiene cara de hereje. Ante los apremios, los
países desarrollados no titubearon: el G20 encargó a la OCDE la elaboración de
un programa correctivo con el foco puesto en las EMN. Así nace el Plan BEPS,
sigla en inglés que hace alusión a la “erosión de la base imponible y el
traslado de los beneficios”. La propuesta de la OECD vio la luz en 2013 en la Cumbre del G20 en San Petersburgo.
La denominación
del plan describe dos aspectos del problema. Ya hemos visto lo que significa erosión de la base imponible en cuanto a
la elección por parte de las empresas del lugar de tributación más conveniente.
A su vez, traslado de los beneficios tiene
una inocultable referencia a los paraísos fiscales.
Distintos países
se fueron adhiriendo al “Club BEPS” que se formó en el seno de la OCDE: 130 de
los 139 que integran ese “marco inclusivo”, alcanzaron a principios de este mes
un compromiso calificado de histórico, que abre las puertas a una “nueva
fiscalidad de las multinacionales, que tendrán más dificultades para alojarse
en paraísos fiscales y evitar pagar impuestos”[iii].
Pendiente de aprobación de la propuesta están los denominados “países
recalcitrantes”, entre los cuales están Irlanda, Hungría, Estonia y Perú, que
temen perder sus ventajas competitivas derivadas de sistemas fiscales
permisivos para favorecer la radicación de las sedes de las grandes empresas.
Con ese aval tan
contundente, la propuesta de la OCDE se presentó en Venecia desde donde, luego
de cosechar una aprobación decisiva, está viajando con todas las posibilidades
de ser bien recibida a la Cumbre de líderes del G20 a desarrollarse en Roma en
octubre.
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Por su condición
de ensambladoras, el producido de las grandes empresas, sobre todo de las
tecnológicas, son principalmente bienes y
servicios de consumo finales; este renglón del comercio es el afectado por
el impuesto a las ganancias y sus actividades son fácilmente registrables. Sin
embargo, hay una etapa previa que son las cadenas globales de valor (GVC), una
denominación que comprende “la secuencia de las tareas y actividades que una
empresa realiza para diseñar, producir y vender sus productos, agregándole
valor en cada una de estas etapas”[iv].
Normalmente, esa provisión de partes para el ensamblado del producto final,
está a cargo de pymes repartidas por todo el mundo en una proporción de 100 a 1
con relación a las terminales que son grandes establecimientos de alcance
global. La conceptualización de esa rama “partista” de la producción es
relativamente reciente y su registro aún está rodeada de un conjunto no menor
de imprecisiones. Las GVC fueron tenidas en cuenta hacia fines de los años 80,
en que las empresas multinacionales comenzaron a deslocalizar hacia otros
países los procesos de fabricación con el fin, sagrado en ese momento, de
disminuir costos. Aunque por su dispersión es muy difícil medir su incidencia
en el comercio, los expertos y organismos especializados calculan que los
componentes constituyen el 80% (¡) del valor total de las transacciones… aunque
no es este rubro mayoritario de las GVC el que estuvo presente en la
consideración del proceso de ajuste que estamos abordando.
El resto del
comercio, minoritario pero más visible, lo constituye el universo gigantesco de
los bienes y servicios de consumo finales; son los que de muchas maneras llegan
a nuestras manos para el uso cotidiano. Es ahí donde se ha puesto el foco de
los ajustes con la expectativa de sacar una buena tajada. De entrada las
estimaciones provisorias hablan de una recaudación anual de al menos 250.000
millones de dólares. La posibilidad cierta de esa magnitud de recursos trae
aparejada algunos interrogantes no menores sobre la instrumentación de las
medidas.
¿Quién va a
determinar en cada caso la alícuota correspondiente a cada país para que procedan
a ajustar sus cargas impositivas en función de una equitativa redistribución a
nivel global de las recaudaciones? ¿A qué actividades se va a destinar esa
inmensa masa monetaria? ¿Los fondos van
a estar sujetos a algún tipo de control externo?
Para la OCDE
"este plan de dos pilares (se
refiere a la asignación de la alícuota y el monto de la tasa global. AF) será
de gran ayuda para los países que necesitan movilizar los ingresos fiscales
necesarios para restablecer sus presupuestos y finanzas públicas, al tiempo que
invierten en los servicios públicos esenciales, en las infraestructuras y en
las medidas necesarias para una recuperación sólida y sostenible después de la
crisis."[v]
Aunque sin una
explicitación sobre destinos comunes, no se puede dejar de tener en cuenta la
magnitud en perspectiva de los recursos a recaudar por los cambios fiscales, y
su contigüidad temporal con los financiamientos contemplados en los dos
programas de infraestructura en marcha: la Ruta de la Seda de la RPCh y lo que
el G7 ha denominado Build Back Better
World, en el que se piensa invertir hasta 2035 la friolera de 40 billones
de dólares.
Si de controles
se trata, el G20 ha creado el Global
Infrastructure Hub (GIH), que tiene su sede en Australia, y está encargado
de supervisar lo atinente a infraestructura a nivel de todo el mundo. El primer
país interesado en la región es Brasil. Se dice en el portal del GIH[vi]:
“Brasil fue seleccionado para el
primer programa en diciembre de 2019. El GI Hub trabajó en estrecha consulta
con el gobierno brasileño, y en particular con su Ministerio de Finanzas, para
realizar una evaluación exhaustiva de las necesidades y diseñar un programa que
cumpliera con los requisitos, necesidades y prioridades establecidas por
Brasil. En la implementación del programa, el GI Hub brindó apoyo y desarrollo
de capacidades específicos y se involucró con socios estratégicos para apoyar a
Brasil y sus objetivos de infraestructura. Estos socios incluían bancos
multilaterales de desarrollo (BMD), organizaciones internacionales (OI),
instituciones nacionales y el sector privado”.
La legitimidad de
las negociaciones en curso está reflejada en las declaraciones de los
funcionarios de los países más desarrollados. Para el ministro de Finanzas de
Francia, Bruno Le Maire “el Gobierno francés ha trabajado mucho para lograr
este acuerdo, hemos trabajado desde hace cuatro años, y ahora tenemos la
oportunidad de alcanzarlo, no a nivel del G7, sino del G20".[vii] Por su parte, la secretaria del Tesoro de
Estados Unidos, Janet Yellen, aseguró que una vez que se ponga en marcha el
procedimiento acabará la “contraproducente competencia internacional de
impuestos… una carrera en la que muchos países durante años han rebajado sus
tasas para atraer a las multinacionales… se ha tratado de una situación que
nadie ganó, pues lo que ha hecho es privarnos de recursos necesarios para
invertir en nuestros pueblos, nuestras fuerzas laborales, nuestra
infraestructura”.[viii]
--o0o—
Venecia será
recordada no solo por sus canales, el cristal de Murano y la Plaza San Marcos.
Tiempo atrás nadie hubiera prevista que EEUU iba a encabezar allí una enérgica
movida para obligar a las grandes empresas –la mayoría de ese origen- a
tributar bajo presión una cuota mayor de sus ganancias de lo que lo venía
haciendo hasta ahora. No hay que olvidar que el objetivo principal del
“imperialismo yanqui”, una formación económico-social que ponía el poder
disuasorio de su omnipresente diplomacia (y algunas veces el convincente
argumento de los marines), era que
las empresas americanas se expandieran por todo el mundo. Ahora, de repente,
aparece hincándoles el diente a quienes tanto promovieron. ¿Cómo se explica
este cambio copernicano en el comportamiento del país al que los exégetas del
progresismo todavía designan como un imperio?[ix]
Ing. Alberto Ford
Buenos Aires, julio de 2021
[i] http://www.g20.utoronto.ca/2021/Communique-Third-G20-FMCBG-meeting-9-10-July-2021.pdf
o traducida
https://www.blogger.com/blog/post/edit/1113871908018612298/2484454044476191736
[ii]https://elpais.com/economia/2021-07-10/el-g-20-avanza-hacia-un-acuerdo-para-imponer-una-tasa-global-a-las-multinacionales.html
[iii]https://www.dw.com/es/hist%C3%B3rico-acuerdo-entre-130-pa%C3%ADses-sobre-fiscalidad-de-multinacionales/a-58130389
[vi]file:///C:/Users/Usuario/Desktop/20%2001%2011%20GGG/21%2007%2016%20GIH%20Brazil%20Country%20Engagement%20Program.html
[vii]https://www.france24.com/es/europa/20210710-g20-impuesto-global-multinacionales-paraisos-fiscales
[viii]https://www.france24.com/es/europa/20210710-g20-impuesto-global-multinacionales-paraisos-fiscales
[ix]y que ahora a pesar de las torpezas del
peronismo nos manda de regalo 3,5 millones de dosis de la vacuna de Moderna
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