El futuro argentino
El trabajo sigue un hilo conductor de cuatro tramos:
1) la división de la historia argentina, desde el punto de vista económico-social,
en tres ciclos largos; 2) las características que muestra el proceso
globalizador en el que transcurre nuestro aislamiento; 3) lo que se puede
esperar en materia de influencia externa para darle una solución a la crisis nacional;
4) la propuesta de una posición defensista alejada del activismo para evitar la
frustración que generaría el fracaso inevitable de cualquier llamado al diálogo
político. Al final, nos preguntamos cuán lejos estamos de salir del atolladero
que nos inmoviliza. Como dijo Marx, el hermano, tengo estos principios…
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En los tres ciclos largos de distinto tipo en los que se puede dividir la historia de nuestro país, los factores exógenos han tenido una gravitación decisiva. En el primero de esos ciclos -que se inicia todavía en la etapa colonial con la creación en 1776 del virreinato del Rio de la Plata- dos amenazas a los intereses de la corona motivaron la trascendental medida. Una de ellas provenía de los ataques de piratas ingleses y holandeses que ponía en evidencia la vulnerabilidad de Portobelo, en Panamá, como puerto comercial de salida de la ruta a España que partía de Lima; la otra, de la urgencia por contener las apetencias lusitanas por la Banda oriental. La nueva configuración sistémica no se vio esencialmente afectada por la gesta independentista por lo que se puede considerar que, por lo menos desde el punto de vista económico y social, el estado de cosas se mantuvo a lo largo de algo más de 7 décadas[i].
El segundo ciclo largo -ya como país independiente- nace al calor de lo que se conoce como la Organización Nacional luego de la Batalla de Caseros, y más precisamente con el inicio de la presidencia de Mitre en 1862. Fue un período de gran despliegue de la estructura productiva de nuestros país basada en el modelo agroexportador. El motor del abrupto crecimiento generado fueron las necesidades alimentarias europeas derivadas de la Revolución industrial, las que no podían ser satisfechas por el éxodo de campesinos devenidos en trabajadores industriales. Para nuestro país se abre la oportunidad de jugar en las grandes ligas[ii]. Este segundo periodo tuvo una similar duración al primero, hasta que le llegó la hora.
La gran crisis capitalista mundial de los años treinta del siglo pasado alumbró el tercer período que llega hasta nuestros días. Lo referencia más conocida en sus inicios es la firma del tratado Roca Runciman con Inglaterra que modifica de raíz las características favorables que hasta ese momento había tenido nuestro país en el comercio internacional. El ciclo también se prolongó a lo largo de ocho décadas y su característica determinante (no la única) es la industria sustitutiva de importaciones –protegida y renuente a la innovación- así como la no incorporación de tecnología en el campo con el fin de compensar las limitaciones crecientes de la pampa húmeda debido a una capa de humus sobrexplotada. El tono dominante del ciclo es el de una decadencia ininterrumpida cuyos coletazos estamos viviendo en la actualidad.
Todo indica que en nuestro país se ha abierto el cuarto ciclo largo que se parecerá más al segundo en cuanto a crecimiento, y se diferenciará claramente del inmovilismo del primero y la declinación del tercero. El renacer del campo,[iii] con marcadas evidencias de sustentabilidad, hasta recuperar el esplender que le cupo en el período agroexportador (pero con una plena y asombrosa actualización tecnológica), es una manifestación más que elocuente de que el mundo ha renovado el interés por lo menos en una parte de nosotros. Esto que pasa, discurre en medio de una crisis muy pronunciada en la que se muestran los rasgos del pasado, destinados a sublimarse, y los anticipos de un futuro que en su despliegue irán tirando de la cadena del progreso. Hasta ahora las cosas fueron como hemos dicho. ¿Serán distintas en lo sucesivo? ¿Podremos resolver los problemas solo entre nosotros? Corresponde preguntarnos por la forma que adopten y el modo en que actúen en su determinación los factores exógenos. No siempre el futuro es previsible y para no vernos sorprendidos por acontecimientos vertiginosos, pasemos revista a algunas de las tendencias globales de este momento, y pongamos el foco un poco más allá en materia de anticipos.
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Me interesa resaltar
algunos aspectos del proceso globalizador que, aunque inconexos, puedan incidir en nuestro país en el mediano
y largo plazo que es, como viene la mano, cuando la situación nacional pueda
tener un desenlace, no antes. Por ahora estamos, desde la óptica de Schumpeter,
en plena destrucción creadora y todavía, aunque parezca desalentador, hay mucho
por hacer en ese sentido. Se puede esperar:
1. EEUU marcará tendencia, como siempre. Desde Obama, sin solución de continuidad, se vinieron dando una serie de hechos determinantes: repatriaciones (capitales y empresas), recuperación de cuotas de mercado en bienes de consumo final (consecuencia de la “guerra comercial” China/EEUU[iv]), crecimiento del empleo y del PBI (los estragos producidos por la pandemia, ya han sido superados con creces), reconocimiento a los blue collar (los que se vieron más afectados por la deslocalización productiva de EEUU hacia el Lejano oriente durante cuarenta años), control y freno a las migraciones centroamericanas, etc. Se están dando las condiciones para una política neo-keynesiana de acuerdo a lo anunciado por Biden en su discurso de los 100 días. ¿Puede EEUU metabolizar sin infartarse semejante acumulación de factores como la que se está dando por estas horas? Hace ya un tiempo que vengo aludiendo a la posibilidad de un nuevo Plan Marshall hacia el hemisferio americano. Esa posibilidad se relaciona con lo siguiente.
2. El mundo se seguirá dividiendo en
macrorregiones.
·
Eurasia vista como un formidable
sistema de conectividad compartida y creciente rol componedor de Rusia en el
plano de la geopolítica, se conforma con
a) la RCEP integrada recientemente con los 5
peso-pesados de Asia oriental y Oceanía, es decir, China, Japón, Corea del Sur,
Australia y Nueva Zelanda, más 10 países de la ASEAN,
b) el resto de Asia (Rusia, India, Irán y
Turquía, los países de Asia central, Medio oriente y caucásicos),
c) la Unión Europea.
·
África ya en movimiento
bajo la inspiración consensuada de la Agenda 2063.
·
Hemisferio americano. El “inexplicable” aislamiento de
EEUU –que de hecho, más allá de algunas medidas cosméticas, no se interrumpe
con Biden- puede estar generando las condiciones objetivas y subjetivas para
una versión siglo XXI de “América para los americanos”.
·
Commonwealth (Restyling
virtual)
Los cambios incidirán en el comercio. Los tratados de
libre comercio irán tejiendo una malla abigarrada por debajo de las
macrorregiones sin respetar sus confines.
3. Exceso de liquidez a nivel global y
presupuestos faraónicos para infraestructura de conectividad. La Ruta de la
Seda -el proyecto más importante del mundo en materia de cooperación
internacional- prevé inicialmente 1 billón de dólares. EEUU destina 2 billones
para obras (¿sólo en EEUU?). Se persigue cambiar en un sentido reticular la
configuración informativo-comunicacional a nivel del planeta para superar los
diseños radiocéntricos heredados de la época colonial. Es bueno comparar dos ejemplos:
la infraestructura china y la de la provincia de Buenos Aires sobre la cual se
sustentó el modelo agroexportador.
| |||
República Popular China |
Provincia de Buenos Aires |
La configuración
china en materia de ferrocarriles, rutas, puentes y puertos, construidos en los
últimos años, sigue el trazado reticular, donde la trama y la urdimbre
privilegian la amplia vinculación entre todos los puntos de la geografía. Por
el contrario, todos los recorridos en nuestro país terminaban en el puerto de
Buenos Aires. La diferencia de configuración afecta el equilibrio territorial
que es, desde la dinámica de los sistemas, la principal variable en condicionar el desarrollo integral de un país
o una región.
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Si en el pasado, factores
exógenos fueron decisivos para las mutaciones de nuestra historia, ¿hay alguna razón
para que hoy las cosas sean de otra manera? En favor de la conjetura obra que
la interdependencia y el compartir información a nivel global son más intensos
que nunca. De manera que una visión realista y plausible del mundo corriente, aun
con escenarios cambiantes, es condición sine que non para saber dónde estamos
parados hoy y qué es lo que podemos esperar. Por lo pronto, la fórmula del
desarrollo en países que no son centrales ya está probada en China y Vietnam;
ellos han mostrado, en la era del tiempo real, cómo es el comportamiento de los
componentes de sistemas complejos de gobernabilidad.
Por supuesto, Oriente no es Occidente. Carecemos de disciplinadores sociales como son los partidos comunistas de y en aquellos países. Es un dilema para la democracia. Pero también es cierto que la pandemia del COVID-19, con sus cuarentenas, barbijos y distancia social, se ha mostrado como un factor de regulación de sorpresiva efectividad. Por lo pronto, es poco esperable, habida cuenta de la experiencia adquirida, que cambiar el estado de ánimo social sea solo a partir de acciones de persuasión y disuasión. Hay mucha frustración y descreimiento en las familias.
Reducir hasta terminar con la pobreza -y emprender el camino del desarrollo- es consecuencia de otras medidas. La fórmula es siempre la misma, fácil de explicar pero no tanto de realizar: inversiones extranjeras, cuotas asignadas en el comercio internacional, cambios radicales en la infraestructura de conectividad; además, creación de contextos de proclividad con el diseño y la puesta en práctica de políticas públicas tales como estímulos para la diversificación productiva y la relocalización de empresas, entrenamiento de la fuerza del trabajo, incremento y preservación del equilibrio territorial y en perspectiva demográfico. Mientras se hacen los cambios es necesario el mantenimiento de la paz social con una eficaz y desinteresada asistencia estatal a los sectores más afectados.
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Las élites con un peso
decisivo en la globalización tienen en claro -y lo explicitaron hace ya cuarenta
años- el objetivo estratégico más grandioso y urgente de la humanidad: el de
acabar definitivamente con el flagelo de la pobreza en el mundo.
En su informe principal,
TFR 14, “Hacia un sistema internacional renovado (1977), la Comisión Trilateral
(CT) manifestó que:
“Mitigar la pobreza es una imposición de los principios
básicos de Occidente, así como del simple auto-interés. En el largo plazo es
improbable un mundo ordenado si el alto ingreso de una de las partes coexiste
con una pobreza extrema de la otra, mientras cobra vida el “mundo único” de la
comunicación, de los problemas mutuos y de la interdependencia”[v]
Por su parte, en el Preámbulo
de la Agenda 2030 para el Desarrollo aprobado por la Asamblea General de las
NNUU[vi] el 21 de octubre de 2015 se reconoce que
“la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones, incluida la
pobreza extrema, es el mayor desafío a que se enfrenta el mundo y constituye un
requisito indispensable para el desarrollo sostenible”.
El reciente anuncio del
gobierno chino de que se ha eliminado la pobreza en su territorio es una
demostración de que un megaproyecto como el emprendido por la Comisión
Trilateral en los setenta puede ser cumplible. Leyendo con detenimiento sus 14
informes liminares, se nota claramente la decisión de esa pléyade
representativa de 280 líderes (101 norteamericanos, 102 europeos y 77 japoneses
moderados por Zbigniew Brzezinski y Henry Kissinger) para poner en valor el sistema
capitalista, un tanto devaluado en la consideración popular, así como
aprovechar sus potencialidades; tenían con qué y ahora se sabe que sabían cómo
hacerlo. Luego de 40 años, desde el punto de vista ingenieril, el objetivo está
teóricamente alcanzado; el proyecto ha demostrado con creces que funciona. Solo
resta finalizarlo.
El know how y la confianza hacen que la vida sobre la Tierra se haya vuelto asegurada. Desde ahora, sobre bases científicas, los objetivos más elevados que se puedan plantear las élites se verán confinados al lugar de lo predecible y realizable (obviamente, si se observa con el prisma adecuado) ¿Es por fin el fin de la pre-historia? ¿El ser humano se dispone a recorrer ilimitadamente el camino abierto en 1961 por Yuri Gagarin cuando con su salida del seno materno alumbró el nacimiento de la historia? ¿Es el comienzo de una nueva civilización que podemos denominar cósmica?
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¿Argentina, estamos muy
lejos aún?
Con Helio Jaguaribe, el eminente politólogo brasileño, estoy convencido que la Argentina está condenada al éxito. La previsibilidad del vaticinio, proferido en Madrid en 1992[vii], depende no tanto de nuestras malgastadas habilidades -que las hay indiscutibles aunque no siempre se noten ni sean bien utilizadas - sino de lo que el mundo espera de nosotros. Al igual que las demandas alimenticias de la Segunda revolución industrial provocaron nuestro crecimiento a fines del siglo XIX y principios del XX -lo que se corporizó en el modelo agroexportador que hoy evocamos con nostalgia- una situación similar ya comenzó a tomar forma en la Argentina, medible también en las variables de la producción agropecuaria.
Pero la situación política está muy complicada y carente de plasticidad, contraria a modificarse en un sentido favorable. Mi sensación es que no hay una solución en ciernes. Eso no quiere decir que no haya una salida; siempre la hay. Y creo que esta es la de esperar. Adoptar una posición defensista. Tan activa como se pueda. Ni quieta ni expectante. Pero las malformaciones hoy existentes no van a desaparecer de la noche a la mañana. Y si eso no ocurre no hay cambio a la vista. Por eso no creo en el potencial del activismo. Todas las propuestas de diálogo, independientemente de quien las haga, en este momento están condenadas al fracaso. Y eso acarreará frustración. No es que ese estado de ánimo negativo retarde las salidas pero no predispone de la mejor manera para protagonizarlas. La sociedad se va transformando en una terminal boba.
Ya vendrán tiempos mejores, y vientos favorables. No nos van a sorprender sin saber dónde ir ni faltará la gente que se haga cargo del timón. También nos irán ayudando desde afuera a formar los cuadros necesarios. Como pasó con Domingo Faustino Sarmiento y otros próceres de nuestra historia.
Ing. Alberto Ford
Buenos Aires, mayo de 2021
[i] Se puede mencionar la fuga de hacendados
españoles que dejaron librada a su suerte sus posesiones, algunas de las cuales fueron ocupadas por
terratenientes criollos. La ley de enfiteusis produce alteraciones en el
régimen de propiedad que prontamente Rosas deja en la nada para su beneficio
(la estancia Los Cerrillos del restaurador de las leyes llegó a tener
centenares de miles de hectáreas y muchas de ellas provinieron de la confiscación
de tierra entregadas oportunamente a los enfiteutas; de paso, se dice que -por
esa razón y a pesar del tiempo transcurrido- en la Sociedad Rural Rosas no es
considerado del palo). El otro digno de mención es el ingreso de inmigrantes
europeos, principalmente ingleses que contribuyeron sin prisa pero sin pausa,
aun en medio del rosismo, a preparar el terreno para la modernización que los
condicionantes externos iban preanunciando. Los factores civilizatorios introducidos
tenían que ver con 1) los oficios, 2) la genética, 3) las técnicas sencillas,4)
el conocimiento del territorio, 5) la introducción de las habilidades y el
desarrollo de prácticas comerciales, 6) diversos hábitos de convivencia social.
[ii] Adscripción de la Gran Logia de la
Argentina a la Gran Logia de Londres. Negociaciones circa 1860 entre el obispo
anglicano John Chubb Ford, Provincial de la GLL en el Rio de la Plata, y José
Roque Pérez, GM de la masonería argentina.
[iii] El polo sojero de Rosario, la genética de
la soja, el fierrerío, técnicas revolucionarias como la siembra directa y los
RR, todo formateado y replicado por el empuje, la competencia y la creatividad
de nuestras familias del campo. Y el soporte de nuestros técnicos y científicos
[iv] La ampulosidad de la denominación de
“guerra comercial” entre los dos gigantes de la economía mundial esconde una
significación escurridiza no tanto por su complejidad conceptual como por el
hecho de que sus verdaderos alcances habitualmente no forman parte del enfoque
de los analistas. La relación comercial entre ambos se establece prácticamente
desde cero a partir de 1985. El gráfico publicado por la oficina del censo de
EEUU lo muestra (https://www.bbc.com/mundo/noticias-44747895)
Esto quiere decir que EEUU se puso al hombro el proceso de modernización de China no solo transfiriendo sectores enteros de su economía, constituidos por fábricas de baja y media tecnología, sino también comprando su producción, lo que le significó a EEUU acarrear un gigantesco déficit comercial que fue creciendo hasta nuestros días. Con el tiempo y en forma continua las transferencias lo fueron de tecnologías cada vez más complejas. La vuelta al proteccionismo anunciado por Trump y seguido prolijamente por Biden es una muestra de que esa asimetría comienza a ser atacada. Igual no hay que poner demasiado énfasis en la generosidad americana. EEUU, el país más sacrificado, a partir de los ochenta, por la pérdida de infraestructura industrial, puestos de trabajo (blue collar) y cuotas de mercado, fue en realidad el más favorecido por ese sacrificio porque le generó espacio para la innovación lo que fue amplia y prontamente aprovechado por sus empresas con la creación y usufructo de las nuevas tecnologías. Destrucción creadora que le dicen. El tema del fenómenos chino ha sido ampliamente tratado en http://ingenieroalbertoford.blogspot.com/2020/08/para-guerraslas-de-antes.html y
http://ingenieroalbertoford.blogspot.com/2020/01/china-es-clonable-mucho-se-habla.html
[v] (http://trilateral.org//download/doc/renovated_international_system_1977.pdf pág. 189)
[vi] https://www.un.org/ga/search/view_doc.asp?symbol=A/RES/70/1&Lang=S
[vii] y que un ex presidente se apropió sin
pagar derechos de autor lo que dio lugar a que fuera tomado para la chacota por
parte de quienes no se detuvieron a pensar en el significado no trivial del
augurio
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