2014 ha iniciado un
nuevo ciclo en la reconfiguración global. El anterior, caracterizado por las
crisis financieras, duró 15 años. Coincidió con la vigencia del protocolo de
Kyoto, responsable de instalar la problemática del cambio climático como
principal factor reconfigurante sobre la biosfera. Ahora emergen con fuerza
cuestiones institucionales, en particular lo territorial. Los dos principales
conflictos en curso, Ucrania y Medio Oriente, así lo atestiguan. El mundo
dividido en estadonaciones parece estar llegando a su fin; durante las próximas
décadas una multitud de conflictos latentes derivados del caprichoso trazado de
las fronteras, dará lugar a una fuerte pulsión regionalizadora. La sola
inminencia de esos cambios significará nuevas
alternativas de cooperación (un ejemplo: las amenazas de sanciones a Rusia por
su papel en Ucrania ya abre inesperadas oportunidades comerciales para los
países del Mercosur). Es el escenario que le espera a la Argentina luego de
superar la fase populista -principalmente pero no solo peronista- que durante
80 años le dio letra y música al primer ciclo largo de la decadencia nacional.
¿Qué andariveles focalizar para la vuelta de nuestro país a la globalización?
Veo tres: el que denomino premium, el de los BRICS, y el mundo que emerge raudo
de la pobreza. Unidad y diferenciación para conceptualizar la política exterior
(más una cuota considerable de talento para el gran juego) hará posible
recuperar el tiempo perdido.
A. El contexto
2014 ha iniciado un nuevo ciclo en la reconfiguración
global. Sin respiro, cruje el tablero en todos los continentes: estragos del
ébola, secesionismo europeo, guerra civil en Ucrania, caos por llamarlo de
algún modo en Medio Oriente (Levante) y hasta protestas en Hong Kong contra el
gigante chino (solo falta algún evento inesperado entre los americanos; toco
madera). Según el papa Francisco, lo que
está pasando es una tercera guerra mundial, obviamente dicho en sentido
metafórico[i].
El año pasado se cerró otro ciclo que duró algo más de una
década y media. Fue el tiempo en el que estuvo vigente el Protocolo de Kyoto
que terminó de instalar el cambio climático como el principal factor
reconfigurante de la vida sobre el planeta[ii]. El
clima y su estado atmosférico (el tiempo), así como otro tipo de meteoros,
actúan sobre la biosfera como un todo a diferencia de cualquier otro
epifenómeno.
¿Qué fue lo más relevante del ciclo que fenece? Claramente,
la cuestión financiera a todo nivel. En 1997 se desató la denominada por su
extensión “primera gran crisis de la globalización”. El proceso devaluatorio
subsecuente afectó de una u otra manera a los países conocidos como “tigres
asiáticos”. El temor de que sus alcances trascendieran aquella zona se vio
confirmado enseguida. En América, México había tomado la delantera con el
conocido efecto Tequila. Otros “efectos”[iii]
tuvieron lugar en Rusia (Vodka, 1998),
Brasil (Samba, 2000), Argentina (Tango, 1999). La caída de Lehman Brothers en
Wall Street durante 2008 creo un desbarajuste de alcance global como no podía
ser otra manera por la importancia de la plaza financiera donde tuvo lugar. Una
crisis interesante por su manejo fue la de Grecia de la que recién ahora están
saliendo. Lo notable fue como la pilotearon desde afuera reduciendo a un plano
simbólico la soberanía financiera del país heleno. La llamada “troika” (Unión
Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) fue la
encargada de suministrar los préstamos de rescate “siendo su activación
estrictamente condicional a la implementación de más medidas de austeridad y a
un acuerdo de reestructuración de su deuda”[iv] (en el
gabinete griego un extranjero en representación de la UE era el encargado de
firmar los cheques). Angela Merkel ofició de comisario político con el vigor
suficiente como para hacer cumplir con lo acordado (más un adicional de dureza
que le ocasionó algunos cuestionamientos por parte de sus colegas de otros
países de la UE). Los griegos salieron a la calle a protestar pero nada cambió
el plan inicial; una muestra de cómo viene la mano para las naciones reacias a
los ajustes. Finalmente el llamado efecto argentino de los fondos “buitre” es
una reverberación tardía de las crisis de deuda que había afectado en la década
de los ochenta a muchos países, entre ellos el nuestro. Lo sucedido se
transformó en un leading case. Una de
las consecuencias del contencioso, que aún se mantiene, es el claro
cuestionamiento desde diversos ámbitos al deficitario funcionamiento del Fondo
Monetario Internacional frente a este tipo de maniobras especulativas[v] . Por su
parte, la impericia del gobierno nacional puso lo suyo para agravar la
situación. Se ha generado una situación que podría haber sido resuelta en
tiempo y forma con un manejo acertado de la crisis suscitada. De haber sido
así, no se hubieran generado los múltiples problemas que ha ocasionado a la
actividad económica y financiera la perdida de confianza en el mundo
internacional.
Una nueva agenda
El ciclo que se
inicia parece estar más centrado en conflictos de institucionalidad - referidos
principalmente a disfuncionalidades territoriales- aunque los desencadenantes
pueden ser distintos: reivindicaciones autonómicas, falta de democracia, nacionalismos
exacerbados, resabios colonialistas, epidemias, u otros que puedan aparecer. Los
dos casos principales que veremos en este trabajo, Ucrania y el Medio Oriente, tienen
en común que involucran fronteras fuertemente cuestionadas. Es sabido que la
división del mundo en estadonaciones no siempre ha estado regida por una coherencia
ecosistémica; por el contrario su diseño muchas veces caprichoso ha dado lugar
a resentimientos algunos de ellos larvados y otros que afloran de vez en cuando
notoriamente incentivados por la furia del nacionalismo.
Naturalmente no
todas esas situaciones conflictivas
tendrán solución, en algunos casos apenas alcanzarán salidas más o menos
aceptables; tampoco son procesos que puedan lograr resultados satisfactorios de
un día para el otro. Sin embargo, la característica dominante de esos problemas,
en algunos casos emanados de flagrantes injusticias, es su complejidad en el sentido de una multiplicidad de condiciones de
diversas características ejerciendo interacciones cruzadas. Un verdadero
desafío para la diplomacia en un mundo donde el camino de los enfrentamientos
armados no puede ser recorrido más allá de un punto.
Obviamente, el cuestionamiento territorial presupone la
alternativa de nuevas configuraciones. Eso se puede avizorar en la cuestión
ucraniana. Es claro a esta altura que Rusia, a diferencia de lo que hizo con
Crimea, no quiere fagocitarse las provincias vecinas donde combaten los
secesionistas prorrusos y han llegado a proclamar dos nuevas “repúblicas
populares”. ¿Por qué? En el caso de Crimea todo indica que dará lugar a un
proyecto de otras características: la constitución de un estado autónomo (un
andamiaje legal similar a Hong Kong o Kaliningrado, la vieja Königsberg[vi])
que pueda actuar con el tipo de autonomía característico de los casos
mencionados en el escenario estratégico que está comenzando a tomar forma en la
Cuenca del Mar Negro. Por el contrario, las dos provincias ucranianas prorrusas
(Donetsk y Lugansk) son parte de la cuenca del Donbass de la que (he aquí el
quid de la cuestión) también forma parte la provincia (oblast) rusa de Rostov.
O sea: la región autónoma del Donbass podría encontrar la salida al conflicto
en un nuevo tipo de diseño: un microrregión transnacional al igual que muchas
otras que ya están constituidas en el continente europeo. Asimismo, se explica el
comportamiento diferenciado de los rusos: más que un pequeño trozo de
territorio luego de desprenderse de casi dos Argentinas en la disolución de la
URSS en 1991 (se le “cayeron” del imperio algo más de 5 millones de Km2),
le conviene la conformación de una microrregión en una zona tapón entre la UE y
la UEA en la que tenga una influencia decisiva.
Por el contrario, en el escenario del Medio Oriente, es
prácticamente imposible prever en el futuro inmediato cuál puede ser el
resultado de los conflictos de todo tipo que se están desarrollando. El antecedente inmediato de la situación
en el Levante es la cadena de conflictos conocida como primavera árabe, que se fuera extendiendo hasta traspasar todo el
mundo árabe luego de comenzada en Túnez en 2010. Los descontentos generalizados
en la mayoría de los países del Islam mostraron que las rígidas estructuras de
gobierno, monárquicas algunas, se volvían inconvenientes para las necesidades
aperturistas de la globalización. En otra época hubiera sido impensado un alzamiento
generalizado; sin embargo, las redes sociales hicieron crecer la protesta hasta
producir un descalabro en gobiernos enmohecidos por el paso del tiempo. La
consigna más utilizada, “autoritarios o facebook”, es un indicador de que las
protestas no tuvieron un color político dominante más allá de las
reivindicaciones democráticas. Ningún país de la zona del Magreb y aledaños
quedó inmutable, y su representación territorial nos muestra un eslabonamiento
ininterrumpido de situaciones que desembocan en los dos conflictos dominantes
por estos días, Ucrania y Medio Oriente.
Complejo pero no tan complicado
Ucrania fue el conflicto característico de la nueva
situación en 2014, no tanto por la cuantía de las fuerzas involucradas sino por
el valor estratégico de los factores en juego. A pesar de ser una situación acotada por fronteras nacionales, llama la
atención la cantidad de países, organizaciones y espacios de poder interesados
en su evolución. El singular enfrentamiento, con algunos tramos de lucha
armada, se puede dividir en dos partes (básicamente debido a la posición
diferenciada de Rusia en uno y otro caso): la anexión de Crimea, y el que tiene
lugar en las zonas rusoparlantes del este del país. Veamos la primera.
Crimea, que está sobre las costas del Mar Negro, fue poblada
históricamente por una etnia de origen tártaro; desde fin del siglo XVIII formó
parte del imperio zarista cuya familia real construyó allí importantes palacios
para sus descansos veraniegos. Ha sido teatro de hechos sobresalientes. A mitad
del siglo XIX se desarrolló la guerra de Crimea entre los rusos y una entente
de fuerzas integrada entre otros por Inglaterra, Francia y Turquía[vii]. En la
segunda guerra mundial –se libraron allí importantes batallas- los alemanes
contaron con el apoyo de algunos sectores locales; fue el caso de los tártaros
a los que Stalin desterró a Siberia acusados de colaboracionistas (algo
parecido ocurrió con los alemanes del Volga, una etnia que en la Argentina
conocemos como rusoalemanes venidos a fin del siglo XIX). En Yalta se hizo la cumbre
entre Roosevelt, Churchill y el dueño de casa que acordó la forma de repartir las áreas de influencia
luego de la derrota alemana. Con posterioridad, en 1954, el primer ministro de
la URSS Nikita Kruschev, de origen ucraniano, decidió
regalar la península a su país de nacimiento lo que generó una crisis de
pertenencia entre la población mayoritariamente de identidad rusa, una
disconformidad que permaneció en latencia hasta que se reveló con crudeza luego
de la caída de la Unión Soviética. La anexión operada por Putin este año -luego
de un plebiscito donde la población aprobó por mayoría la anexión a Rusia-
parece ser un hecho consumado que permanecerá en forma irreversible más allá de
las protestas formales sine díe a favor de la integridad territorial de
Ucrania.
El conflicto al interior de Ucrania tuvo su inicio en
el Maidán, la plaza central de Kiev,
capital del país; fue el lugar emblemático donde se produjeron manifestaciones
masivas a favor de la incorporación de Ucrania a la UE. Sin embargo, esa
intención mayoritaria chocó con la cerrada negativa del gobierno prorruso de
Yanukóvich, en ese momento en el poder, a pesar de que el idilio con Occidente
había sido el camino seguido por la mayoría de los países salidos de la órbita
soviética en 1989. Obviamente aumentó el voltaje de la lucha hasta que
finalmente se dirimió: el triunfo de las fuerzas opositores provocaron la
renuncia del presidente. Yanukovich se fue al interior de la parte oriental,
fronteriza con la Federación Rusa, habitada mayoritariamente por ciudadanos que
hablan la lengua de Tolstoi. Pero la cosa no terminó ahí; fue el comienzo de
una ampliación del conflicto hacia dos extremos. Por un lado, el
fortalecimiento del nacionalismo ucraniano más o menos democrático pero
marcadamente antirruso (mechado de componentes fascistas[viii] de
vieja data) que formó gobierno. Por el otro, las fuerzas prorrusas (armadas
bajo cuerda por Putin con lo necesario para que no se mueran pero tampoco
corran demasiado como en la parábola del avestruz) que iniciaron una lucha
directamente por la secesión e incorporación de dos provincias (Donetsk y
Lugansk) a la Federación Rusa, una alternativa que como hemos visto no es del interés
de los rusos.
El conflicto de Ucrania amaga con proyectarse en el tiempo.
Una de las razones para esa perduración puede residir en la importancia
geopolítica que tiene la ubicación de este país, ex soviético. En otro trabajo[ix] hemos
conjeturado que al estar situado en el medio de Europa y a las puertas de Rusia,
puede llegar a constituir lo que se denomina un estado tapón entre dos mega
regiones globales, la Unión Europea (UE) y la Unión Euroasiática (UEA), esta
última en desarrollo. Esa gran extensión de tierras que abarca gran parte de
dos continentes, con el tiempo será la base de otro paso pero este de 13.500
km que una por vía terrestre el Atlántico con el Pacífico. El conflicto
ucraniano conlleva entonces la suficiente complejidad como para transformarse,
atendiendo a sus formas, en una apuesta
emblemática de los nuevos modos de administrar este tipo de conflictos en la
globalización.
En tanto, la lucha armada muestra dos bandos en pugna: el
gobierno ucraniano y los prorrusos (a quienes el gobierno tacha de terroristas)
solo pasibles de la derrota con el fin
de que los territorios bajo su control permanezcan dentro de los límites
nacionales. El empate de la lucha armada
(no hay condiciones objetivas ni subjetivas para un resultado distinto)
desembocó hace poco más de un mes en un alto el fuego -negociado directamente
por los presidentes de Ucrania y de Rusia- que es transgredido continuamente. Incluso,
para legitimar sus posiciones, cada parte ha llevado a cabo elecciones por
separado con los resultados previsibles. La difícil o imposible solución del proceso
admite, sin embargo, diversas salidas, aunque ninguna de ellas tampoco será satisfactoria
para las partes enfrentadas, por lo menos las locales. Esa ambigüedad
preanuncia una farragosa negociación donde tal vez la indefinición sea la
característica que progresivamente y sin apuro vaya acercando alguna salida que
hoy por hoy no está en la pantalla. Una paradoja.
Complicado pero complejo
Otro conflicto de gran protagonismo es el que tiene lugar en
distintas zonas del Medio Oriente; su punto de contacto con el de Ucrania es su
común pertenencia a lo que se puede
llamar la cuenca del Mar Negro, una zona históricamente caliente. Con una
salvedad: habrá que seguir atentamente los movimientos de una Turquía ansiada de
recuperar el protagonismo que no tuvo durante el último siglo desde que en la
primera guerra mundial fuera derrotado el imperio otomano.
Los arrabales de Kobane, la ciudad más importante de la zona
donde viven los kurdos al norte de
Siria, en la frontera con Turquía, está sitiado por la organización terrorista
denominada Estado Islámico (EI), también conocida como yihadistas o ISIS, por su sigla en inglés. De
Turquía, a su vez, gran parte de la comunidad internacional espera de máxima
que se haga cargo de desalojar al grupo terrorista para lo que debe ingresar a
territorio sirio o, por lo menos, facilitar la intervención. Pero su conducta
es ambigua: a regañadientes dejó pasar una modesta partida de 150 combatientes
kurdos provenientes de Iraq (llamados peshmergas) luego de tenerlos detenidos
en la frontera durante varios días. Esas vacilaciones se dan a pesar de que un involucramiento
de Turquía en el conflicto cuenta con aprobación de su parlamento a la
participación armada del ejército nacional, el segundo más poderoso de la OTAN
luego del de EEUU. Mientras tanto, los kurdos que viven en Turquía son
reprimidos por la policía porque urgen a viva voz y en la calle que se evite la
masacre de sus hermanos residentes en Kobane. Estos, a su vez, traen a sus
familias a Turquía -ya son 160.000 los refugiados recientes; con los de antes
superan el millón- pero la gendarmería turca impide a los kurdos sirios volver
a cruzar la frontera para regresar a su ciudad con el fin de enfrentar al ISIS.
La situación no puede ser más expuesta y complicada
para Recep Tayyip Erdoğan, el actual presidente de Turquía, un político
populista que ocupa el cargo desde el 28 de agosto de 2014. Lo maldicen en
todos los idiomas.
Empero, la principal complicación surge entre otras causas
de la complejidad de la situación
derivada de los diseños caprichosos de las fronteras del Medio Oriente
heredadas de la época colonial[x] lo que
trae aparejado conflictos de larga data, explícitos o no, de difícil o
imposible solución en los marcos del diseño actual de los territorios estatales.
La situación tiene tal dinamismo que no se sabe bien en qué casillero del
tablero ubicar distintas antinomias[xi] nuevas
o que vienen de antaño, reformuladas, súper o yuxtapuestas. Veamos algunas.
Un primer grupo de problemas surge de la cuestión kurda, una
reivindicación nacional consolidada de un grupo étnico disperso en cuatro
países: Irán, Iraq, Siria y Turquía. En todos ellos se han rebelado y son
perseguidos.
Territorios con mayoría kurda
Tienen una organización política denominada Partido de los Trabajadores
de Kurdistán o PKK cuyo líder, Abdullah Öcalan, está preso en Turquía. Sin
embargo, la falta de libertad de Öcalan no ha sido obstáculo para que el año
pasado se hayan celebrado conversaciones de paz entre el gobierno turco y el
PKK para un alto del fuego y poner fin a la lucha armada. Obviamente, el
acuerdo, atado con alfileres, está dependiendo de los avatares en curso. Para
Turquía en estas circunstancias el problema Kurdo es ambivalente: les interesa
frenar a los terroristas del EI en Siria pero no que los kurdos se fortalezcan
demasiado con los resultados. Por eso tienen los tanques en la frontera pero no
avanzan con el pretexto de que esperan una definición “más terrestre” de los
EEUU, lo que significa que su involucramiento vaya más allá de los bombardeos aéreos a los terroristas aprobados por Obama con
resultados dudosos. A su vez, la absurda y contradictoria medida recién
comentada de obstaculizar la entrada de los peshmergas en Siria, ha dado lugar
a manifestaciones de los kurdos de Turquía. Como si el embrollo no fuera
suficiente, hay que agregar que la
presencia del EI también se extiende al interior de Turquía. Según un analista
"este grupo opera en el país y podría lanzar una campaña de ataques
terroristas. Se ha formado una tormenta perfecta para la seguridad de Turquía con
la sincronización de la amenaza kurda con la jihadista."[xii]
Pero hay un segundo factor favorable a la intervención ahora
un tanto desactivado: los turcos están en contra de Bashar al-Asad, el
presidente sirio, y propician su caída. Para ello apoyan, entrenan y arman a
las fuerzas irregulares que combaten contra el gobierno sirio, dando lugar a
una guerra civil de lo más sangrienta que ya lleva casi 4 años. Es decir, en
este caso para Turquía no se cumple el
conocido apotegma de que los enemigos (EI) de mis enemigos (al-Asad), son mis
amigos. Los países occidentales se han propuesto la caída del presidente
sirio, de alguna manera para reverdecer la primavera árabe que comenzó hace dos
años en Túnez. En ese sentido estarían dispuesto a promover algún tipo de
intervención militar (que podría ser protagonizada por Turquía) pero encuentran
un escollo insalvable: Putin (que tiene en el puerto sirio de Tartus una base
naval) y los chinos, se oponen al derrocamiento de al Assad, a pesar de que
ambos se hayan manifestado contra el EI. Impasse.
Lucha virtual
Alejados definitivamente de los tiros (si es que alguna vez
estuvieron de verdad ante la inminencia de un desencadenamiento trágico) las
grandes potencias se aprestan a protagonizar un nuevo lance en la pedana del
combate ideológico. El argumento a poner en juego no es novedoso; solo basta
con repasar las declaraciones que aparecen por estos días, algunas cernidas de
presagios aunque con formas menos inquietantes que las escuchadas desde el refugio atómico durante la guerra fría. El que primero se pronunció -tal
vez para armar lío como es su costumbre- fue el papa Francisco para quien ya ha
comenzado la tercera guerra mundial. Empero, no son tan apocalíptica otras
visiones de los que deciden. Para Putin “la guerra fría terminó, pero todavía
no ha terminado la configuración del mundo”[xiii];
coincidentemente, Obama “subrayó que
Estados Unidos no está embarcado en una nueva guerra fría con Rusia (aunque)
Europa está perdiendo la paciencia con Putin por el involucramiento de Moscú en
la crisis ucraniana”[xiv]. A
partir de establecer las condiciones de partida comienza la esgrima.
La parte rusa -más documentada- sugiere que luego de
la disolución de URSS se sintieron ninguneados, y que algunas de las cosas
acordadas en aquellos días, claves para el desenvolvimiento de la historia
contemporánea, no se cumplieron. Por ejemplo, se quejan amargamente de que
donde reinaba el pacto de Varsovia han desplegado la NATO hasta el punto de emplazar
sistemas antimisiles en su frontera. En una entrevista reciente a Gorbachov, el
responsable principal de la implosión soviética -con un sentimiento más
aplomado por su retiro de la primera línea de fuego ya hace unos cuantos años y
con un Nobel por la paz en su haber- revela que “en aquella época se propuso la
creación de un Consejo de Seguridad para Europa...pero los hechos son los
hechos: al final no se creó y el desarrollo de Europa adquirió un carácter
unilateral; lo cual, también hay que decirlo, contribuyó a su vez al
debilitamiento de Rusia en los años 90”[xv].
El autor de la perestroika, invitado de honor a los festejos del sábado pasado por
los 25 años de la caída del muro de Berlín, en su discurso de homenaje afirmó
que "el mundo se encuentra al borde de una nueva Guerra Fría. Algunos
dicen incluso que ya comenzó".[xvi]
Para el oso ruso no es un tema a soslayar. Ahora, con
Putin haciendo vibrar la cuerda nacionalista –que en Rusia cuesta poco tañer-
quieren recuperar el tiempo y el lugar perdidos. Pienso en dos condicionantes
de la situación: que la posibilidad de que la sangre llegue al río es mucho
menor a la del pasado, y las movidas, por más distractoras o explícitas que
sean, estarán en línea con el nuevo rol que como hemos visto se ha asignado
Rusia en la formación de la UEA. Por lo demás, en otros ámbitos menos
comprometidos con el día a día, las relaciones en lo más alto del poder global
seguirán como si nada hubiera pasado; verbigracia, el G20.
B. Desde 2015
Todo lo visto viene a cuento de lo que le espera a la
Argentina luego de fenecido el presente ciclo de gobierno; de qué manera nos
vamos a reinsertar en un mundo febrilmente cambiante. En primer lugar debemos
definir las implicancias del verbo “reinsertar”. Sin duda, las relaciones
internacionales presentan muchas facetas, algunas materiales, como los
intercambios comerciales, financieros o
de cualquier tipo, y otras no tanto, mas expresadas por los aspectos
simbólicos; estos, a su vez, no carecientes de valor material, sobre todo si se
mira al futuro y se repara en cómo esos atributos pueden valorizar de conjunto
la oferta nacional. ¿Dónde tiene que poner el foco nuestro país? Argentina es
un país de alta complejidad cuyas potencialidades han sido malversadas por las
políticas populistas (en particular, sus concomitantes estrategias económicas
basadas en los cierres de mercado y políticas de sustitución de importaciones
que han llevado invariablemente a la recesión, como es el caso actual con sus extravagantes
extrapolaciones) desde que comenzó su declive luego de la finalización del
primer ciclo largo de crecimiento en los años treinta del siglo pasado para dar
lugar al primer ciclo largo de la decadencia nacional. Felizmente ese período
ha llegado a su fin; es la presunción, todavía dicha en vos baja, que se
sostiene en no pocos sectores de opinión, y que se basa en la maduración de un
proceso de hartazgo y, lo decisivo, será motorizado con formas más o menos evidentes por intereses
globales (como se decía antes, la división internacional del trabajo).
No es el caso hacer un análisis de esos factores que
promueven un cambio de época y no solo un fin de ciclo. Pero para muestra basta
un botón. La característica principal de la globalización, aquella que la va a
marcar durante muchas décadas, es el ascenso de la clase media mundial como
factor y expresión de progreso. Es lo que ya está pasando en los dos gigantes
poblacionales: China e India. Esa marcha, que será ininterrumpida, demanda
ingentes cantidades de proteínas. Y en esa grilla, junto a los países vecinos, es
donde la Argentina está inscripta. El polo sojero del gran Rosario, construidas
por las grandes cerealeras globales (el futuro figura en sus pantallas), es una
muestra de lo que le espera a nuestro país en materia de crecimiento. Ahora
bien, ese crecimiento no es fatalmente desarrollo (Argentina creció hasta hace
poco a tasas chinas y la pobreza ha aumentado a límites inéditos). Es decir,
hay por delante un gran desafío de gestión duradera para transformar esos
logros en una mejor calidad de vida para las familias argentinas. O sea, políticas
de estado...!
Hoy nuestro país está muy desprestigiado y padece de un gran
descreimiento. En suma: Argentina a
partir de 2015, con gestos indubitables y en forma acelerada, tiene que
comenzar a salir del ridículo a que nos ha conducido el peronismo en materia de
imagen externa. No hay mucho que agregar en este sentido. De cómo desde
afuera nos han dejado de tomar en serio abundan los testimonios y saltan a la
vista las consecuencias. Para comenzar a transitar la buena senda, hay dos
objetivos prioritarios: 1) recuperar la
Cancillería como se viene sosteniendo en diversos foros; al frente poner de
lo mejor en materia de recursos humanos y depurar su plantilla de advenedizos,
2) definir los andariveles externos
en los que nos proponemos transitar y la forma en que vamos a hacerlo para que
la Argentina ocupe el mejor lugar que pueda en el concierto de las naciones.
Esa focalización no necesariamente coincide con la división mundial de países
sino más bien con sus distintas partes (clases o grupos sociales según capacidad de consumo), a partir de las potencialidades y
oportunidades específicas que se presentan para las relaciones. Tampoco se debe
pensar en el aspecto comercial como único medio de transacción incluso hasta el
punto de que en algunos casos no llegue a ser el principal contenido de los
flujos de intercambio. Al respecto, debemos poner la vista en tres espacios multidimensionales.
Local global
El mundo premium es apasionante. Millones de personas con
altos ingresos, sobre todo en Europa y EEUU, han llegado a un alto grado de
sofisticación en la calidad de vida, en el uso generalizado de tecnologías de
última generación, el goce de las más exquisitas expresiones artísticas, la
posibilidad de viajar adonde y cuando quieran; todo ello en un clima de
convivencia urbana cuyo significado se pone en evidencia cuando se lo compara
con nuestra cotidianeidad. Es un camino a seguir como lo fue en el pasado
cuando imperaba en nuestro país un ambiente de progreso y ascenso social y no
ahora que prima apenas un instinto de sobrevivencia en importantes sectores de
la sociedad. Argentina tiene una gran potencialidad que le permitiría jugar en
primera aún en Europa pero sus elementos integrantes aún están dispersos, y
cada uno actuando por las suyas. No hay
suficiente interacción; es un país flojo de sinergias, con una baja cohesión
social y territorial. A pesar de ello, sus recursos humanos de excelencia
están esparcidos por el mundo; hoy son claramente representados por la trilogía
Francisco, Máxima y Messi. Pero hay pasado y un presente, aunque
contradictorios, que se proyectan a un
futuro pleno de opciones, representados en una variedad de personajes[xvii].
Músicos como Piazzolla, Gardel, Martha Argerich, Barenboim, Les Luthiers, Mercedes Sosa; Paloma Herrera; Borges,
Saer y Cortázar; profesionales del porte de César Pelli y Favaloro; figuras
controvertidas como Perón, Evita y el Che; la mayor cantidad de premios Nobel
en el mundo ibérico; deportistas como Maradona, Fangio, Monzón, Ginóbili,
Aymar; Mafalda y su creador, el tan talentoso como humilde Quino; sus científicos
repartidos por el mundo y los muchos que se van formando... expresiones
identitarias de otro tipo como el tango y su danza; la afabilidad en el trato
personal según notan los extranjeros, sus librerías abiertas hasta tarde, la
vida cultural, las bellezas naturales de explotación turística; la Reina del
Plata reciclada como ciudad global. En fin, una cuenta breve que reitera afuera
una y otra vez la curiosidad sobre el porqué nuestras potencialidades y logros
no se ponen de acuerdo; todo eso y más en un país que hace 100 años era
sinónimo de éxito. Como será que a principios del siglo XX, en París se
acostumbraba a decir “es tan rico como un argentino” para distinguir a una
persona pudiente. Sin embargo, a los pocos años caímos en default: hace ya casi
80 que estamos en el tobogán. Argentina, merced al populismo, ha llegado a
configurar una imagen de decadencia muy alejada de los países de vanguardia.
Sin embargo, hay de donde agarrarse. Traigo a colación un ejemplo que puede
parecer extravagante: el clúster del
polo si se me permite denominarlo de esa manera.
Ese deporte de élite, es una experiencia indicativa de cómo
lo pequeño puede expandirse: es infrecuente notar en otras áreas de actividad
el efecto integrador de los diversos factores que juegan en su
desenvolvimiento. No exento de glamour (una forma de belleza ligada al lujo y
al refinamiento), apoyado en tradiciones criollas pero con formas modernas de
organización, se proyecta con éxito al plano global. Capaz de una realización
que no estará en lo inmediato al alcance de país alguno (poner 80 goles en una
cancha para jugar un partido en París o Buenos Aires), el polo es trabajo de
diverso tipo, altos ingresos, manejo genético, belleza animal, creación de
exitosísimas marcas de indumentaria y equipamientos, llegada sin
intermediaciones a los más altos niveles de decisión internacional, acceso al
sponsoreo sofisticado…, todas facetas de la actividad ligadas al máximo
agregado de valor. Se cuenta que en una
oportunidad el Príncipe Felipe fantaseó con cambiar las Malvinas por los Heguy.
El solo planteo –no exento de cierto sentido peyorativo si es que realmente fue
expuesto así- muestra el verdadero potencial de la actividad. Sin que todas las
ramas susceptibles de ser consideradas económicamente viables tengan esas
condiciones tan favorables, el clúster del polo es, empero, una guía en materia
del desarrollo local y la forma en que una actividad de relativamente pequeño
porte puede alcanzar la cima de la exposición global en materia de distinción.
Adolfo Cambiasso es un arquetipo de esta pléyade de innovadores que son un
orgullo para nuestro país. Es solo cuestión de echar a volar la imaginación
para darse cuenta del significado para el país colectivo de muchas pero
variadas experiencias de este tipo en cuanto a su influencia positiva en otros
planos de la actividad como la educación, la economía, las finanzas, la
producción, el comercio, la investigación científica...
Estos condimentos simbólicos ponen a nuestro país en la
vidriera para ser vistos por sectores de alto poder adquisitivo. Este mundo
premium -mentado frecuentemente en la época peronista de Menem como el primer
mundo, mientras se degustaban porciones de mozzarella con champán- es un gran
consumidor de especialidades, es decir, productos que en general tienen el
mayor valor agregado; léase, la mayor productividad, que dejan más ganancia con
igual trabajo. Eso se refiere tanto a bienes como servicios. Argentina tiene
que apuntar a ese target. El modelo a
imitar no debe ser China ni Brasil. Con ellos tenemos que complementarnos,
sobre todo el último, y no competir. Para
volar por esta ruta solo se espera del Estado que active el piloto automático.
La A de BRICSA
Es muy probable que pronto se den las condiciones para el ingreso de nuestro país a este pequeño conglomerado de los países emergentes más grandes. Estamos frente a una oportunidad que no se debe desaprovechar por las enormes implicancias de pertenecer a este espacio al que le espera, en los próximos años, un previsible incremento de protagonismo. No es para menos: los BRICS engloban a la mitad de la población mundial y todos integran el G20.
BRICS ¿BRICSA?
En otros tiempos el BRICS hubiera sido una bolsa de gatos.
Empero, en la globalización no hay nada estático, todo fluye. Lo integran países
con pasado de conflictos y otros que al respecto están al margen, como Brasil y
Sudáfrica. Salvo estos, hay una puja tradicional entre China y la India que en
las nuevas condiciones obviamente se relativiza. Ambos países tienen una gran
dependencia militar, sobre todo en el armamento con Rusia (aunque China denomine sus equipos con
caracteres del mandarín en lugar de los cirílicos, las matrices y el diseño de
los mismos siempre han provenido de su vecino; el relativo desarrollo
tecnológico chino no ha modificado de cuajo la situación).
Rusia y China -a pesar de su tradicional desconfianza desde
la época de los imperios zarista y manchú- han tenido un solo enfrentamiento
armado (al precio de ocho soviéticos muertos) debido a cuestiones de límites en
1969 en una isla de arena –Damansky, perdida en la Siberia- que más se pareció
a una puesta de la que ambos bandos sacaron provecho en función de sus peleas
internas agudizadas por esos días. Los demás conflictos han sido batallas
ideológicas a partir de la ruptura de Mao con la URSS en 1958. Sin embargo, hay
un plano larvado de afinidades que ha cobrado mayor visibilidad con las decenas
de acuerdos firmados recientemente entre
los dos gigantes, entre ellos uno de provisión de gas de Siberia a China, nada
menos que por 30 años y al precio de
400.000 millones de dólares.
Mientras se sustancia el ingreso de nuestro país al BRICS -y
sobre todo luego de producido el mismo- la diplomacia argentina en este andarivel tiene que ponerse bajo el ala de Itamaraty. Es innegable
que la diplomacia brasilera ha demostrado consistencia y vigor en su proyección
nacional, cuyos contenidos y formas no son ni han sido necesariamente
coincidentes con los nuestros. Eso no obsta para que a escala del mundo podamos
hacer un frente común de carácter estratégico. A lo largo de estos casi dos
siglos de vida independiente, Brasil -heredera de las políticas externas del
imperio lusitano con quien mantuvo un estrecho vínculo aún luego de su
desprendimiento, lo que ha derivado en una gran afinidad por llamarla de algún
modo con el Foreign Office- se ha comportado de una forma muy audaz, sobre todo
a partir del despegue desarrollista de los años sesenta del siglo pasado.
Argentina ni de cerca tiene esa vocación (lo cual no es ni bueno ni malo en sí;
es cuestión de cómo nos vemos en relación al mundo o cuáles son nuestras
reivindicaciones prioritarias como país). El problema a abordar es que el
espacio de los BRICS será enormemente competitivo tanto en su relación con los
países desarrollados como con aquellas zonas que se están despegando de la
pobreza al ritmo de altos índices de crecimiento. Una buena relación con
Brasil, más de complementariedad que de confrontación, sustentando sus
movimientos más audaces y completando lo que haga falta y no sobra en el país
vecino, puede armar una dupla tipo Messi Neymar que se note como se debe en la
cancha donde se juega el partido de los emergentes. Pero, sin duda, la mesa
chica del grupo la están conformando los tres grandes asiáticos con un leve
predominio de Rusia por su carácter de superpotencia que a pesar de la
disolución de la URSS no ha perdido y según algunos observadores estaría en
vías de incrementarse, ahora con las pautas del capitalismo. Las consecuencias
en el comercio por las sanciones a Rusia que le han impuesto los países
occidentales por su actuación en el conflicto ucraniano, así como sus
movimientos audazmente integradores en el espacio euroasiático, son de enorme
importancia en las reconfiguraciones globales de corte regional. Dichos movimientos,
que serán en lo sucesivo moneda corriente, ofrecen a la Argentina una oportunidad estratégica de
mayor involucramiento en tanto pueda desplegar una diplomacia acorde.
En este andarivel, merece una nota el funcionamiento del
Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) reunido por estos días en
China. Puede que estas movidas también sean señales con relación a los
movimientos geopolíticos que según la concepción de este trabajo serán la
característica dominante del ciclo que se inicia. En este espacio de
características predominantemente económicas es donde se van a desarrollar los
mayores flujos. Mientras tanto, se anticipa una dura controversia entre el
dueño de casa y los Estados Unidos: a propuesta de China los países de la
región apoyaron la "hoja de ruta" para el desarrollo de la Zona de
libre comercio en Asia Pacífico (FTAAP) en contraposición al intento de EEUU de
crear la Alianza Transpacífico (TPP) en
la que está prevista la participación sin China de solo 12 de los 21 miembros
de la APEC[xix].
En cualquier sentido, es más importante
que nunca la relación con Chile y el establecimiento de una infraestructura
común que atraviese la cordillera en las distintas regiones que nos unen ecosistémicamente
al país hermano.
El regisseur y la gallinita
Recordemos que en 1975, en defensa de Agostinho Neto, aún
estando los tanques cubanos a cargo del General Ochoa (luego fusilado por
narcotraficante) luchando contra la invasión sudafricana a la recién
independizada Angola, el Brasil envió a ese país –al cual lo une un común
origen lusitano- una delegación de buena voluntad con Pelé a la cabeza.
Nosotros tardamos 35 años en mandar a nuestra presidenta al frente de una
comitiva caracterizada por la estética del secretario Moreno que fue el
hazmerreir de todo el mundo. La cuestión no es menor. Una gran parte del
planeta – todo en realidad- se está
alejando de la pobreza a gran velocidad, recorriendo arduamente un proceso de
crecimiento y desarrollo; deben ser fácilmente más de 100 países. Son fabulosas
las oportunidades de cooperación multifacética que se abren en naciones
desquiciadas, necesitadas de rearmar todo lo que perdieron en materia
organizacional durante el proceso de la descolonización; ahora con el boom de
las commodities están atesorando recursos que van a utilizar sí o sí para la
modernización de sus sociedades. Es el tercer gran andarivel donde debemos
desplegar nuestra iniciativa en la acción externa. La clave es una fuerte
disposición en la cooperación internacional focalizada en el ascenso social desde la pobreza que se
está dando en esos lugares cada vez más notorios, y todo lo que podemos aportar como país de
desarrollo medio para ayudar a la organización de sus familias basada en una
creciente complejidad. En este andarivel, una de las prioridades son los sectores pobres de los países vecinos. La crónica falta
de oportunidades que como salvación les hace fijar la vista en nuestro país, provoca
una permanente diáspora hacia el gran Buenos Aires que en algunos casos ya es
mayor que la de nuestras propias familias pobres de las provincias del norte.
Una cooperación enérgica –básicamente en educación y la creación de
microemprendimientos- atenuará la presión de ese vector centrípeto, de larga
data, que agrava nuestro principal problema estructural, el desequilibrio
territorial y demográfico.
G20
Emergente de un poder real -por primera vez en la historia
tan a la luz pública que parece casi invisible- este agrupamiento (del que para
algunos inexplicablemente forma parte nuestro país) es un lugar inigualable
para paladear la prospectiva en cuestiones globales.
Una oportunidad de gran trascendencia, totalmente desperdiciada por el gobierno peronista, es el hecho de pertenecer al G20, un agrupamiento no estructurado de países [solo adquiere entidad al realizarse sus cumbres (summit) y sus reuniones (meetings)] que fuera constituido en los noventa y reactivado luego de la crisis financiera de 2008. En el caso de las cumbres, una vez al año, en nombre de cada país participa su presidente. Paralelamente, otra cantidad de reuniones específicas cubren la agenda del G20.
Esta semana se reúne la cumbre de presidentes en Brisbane,
Australia. Consultando su sitio se puede ver que junto a la cumbre funcionan en
forma autónoma –como claramente lo especifican- 5 grupos subsidiarios que
tratan los siguientes temas: B20 (negocios), C20 (sociedad civil), L20
(trabajo), T20 (pensamiento), Y20 (juventud). Un análisis pormenorizado de los documentos
salidos tanto de las cumbres como de las distintas reuniones colaterales, da la
oportunidad de adentrarse en las cuestiones sustantivas que van a modelar
nuestra patria en las próximas décadas. Es el mundo donde la Argentina deberá
reinsertarse con imaginación a partir de la caducidad del populismo peronista.
Ing. Alberto Ford
Arroyo del Gato, 10
de noviembre de 2014
[i] La segunda guerra mundial costó más de 50 millones de
muertos y duró casi seis años.
[ii]
Por ejemplo, en la producción agropecuaria, la
presencia o la falta de lluvias es más determinante que la acción conjunta de
la tecnología, la oscilación de los precios de las commodities y la cultura de
los agricultores. Por cierto todo estos factores están interrelacionado, como
también de una u otra forma la agricultura con el resto de las actividades
económicosociales
[iv]
http://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_del_euro
[v]
Las diferencias evidenciadas al respecto entre el
gobierno argentino y los países desarrollados no está en la condena a la
especulación financiera como la de los fondos “buitre” (una posición que en
general se viene sosteniendo antes de que se suscitara el caso de nuestro país)
sino con referencia al ámbito donde debe ser tratado el problema. Esta semana
en la cumbre del G20 de Brisbane se pondrán en evidencia los distintos puntos
de vista: mientras nuestro país pretende que el G20 condene a los fondos
buitre, los PD consideran que el problema debe ser tratado por el FMI. Son
previsible los resultados del enfrentamiento en la cumbre.
[vi]
Königsberg fue posesión prusiana hasta la
unificación de Alemania, de la que pasó a formar parte. Tras la Primera Guerra
Mundial, el territorio prusiano, junto con Königsberg (Prusia Oriental), quedó
aislado de Alemania por el corredor polaco de Danzig. En 1945, fue tomada por
los soviéticos y renombrada Kaliningrado (wiki).
[vii]
La finalización de la guerra antes de lo previsto
hizo que una gran partida remanente de uniformes para el ejército turco fuera
comercializada en nuestro país como la “bombacha gaucha”, una parte fundamental
de la vestimenta del hombre de las
pampas que hasta ese momento había usado el chiripá con las consabidas
dificultades para orinar.
[viii]
Los resabios de la fuerza de Stepán Andríyovich
Bandera líder nacionalista ucraniano acusado por la ex URSS por su rol
colaboracionistas con los nazis durante la Segunda guerra mundial. Igualmente
odiada por rusos, polacos y judíos, fue asesinado por la KGB en Múnich en 1959.
Mientras tomaba forma este trabajo sectores de la ultra derecha portando
pancartas con la foto de Bandera interrumpieron las sesiones del parlamento
ucraniano para exigir la aprobación de una ley que “declare héroes a los
luchadores del Ejército Insurgente ucraniano, que luchó en la II Guerra Mundial
contra el Ejército rojo” (http://democracialaotraamerica.blogspot.com.ar/2014/10/manifestantes-atacan-sede-del.html)
[ix]
Ver 14 04 08 Chernoziom.doc
[x] Días pasados en esta esgrima verbal entre los turcos y los norteamericanos sobre el grado y la forma de intervención en Siria contra los terroristas del llamado Estado Islámico (EI), el presidente turco Erdoğan como si hablara de la soga en la casa del ahorcado trajo a colación el pacto secreto de Sykes Picot por el cual Inglaterra y Francia (con el acuerdo de Rusia en tanto se le garantizara una salida al Mediterráneo) en 1916 trazaron las fronteras de los despojos del imperio otomano según sus intereses y en connivencia con los emires de la zona para dar lugar a la configuración más conflictiva del planeta en materia de límites nacionales. Una verdadera vergüenza.
[xi]
Para un estudio pormenorizado del conjunto
de los conflictos históricos del Medio
Oriente ver el trabajo de Ricardo Lafferrière
Sobrevolando “una guerra de bordes” en http://nuevaagendaglobal.blogspot.com.ar/
[xii]
http://www.lanacion.com.ar/1734334-el-avance-de-los-jihadistas-en-el-norte-de-siria-amenaza-con-incendiar-turquia
(ver 14 10 10 Turquía).
[xiii]http://es.rbth.com/internacional/2014/10/27/ni_las_amenazas_ni_las_sanciones_cambiaran_la_postura_de_moscu_44619.html
[xiv]
http://www.lanacion.com.ar/1714072-no-es-una-nueva-guerra-fria-dijo-barack-obama-sobre-las-nuevas-sanciones-a-rusia
[xv]
http://es.rbth.com/politica/2014/10/24/mijail_gorbachov_estoy_en_contra_de_cualquier_muro_44605.html
Piazzolla
con Pichuco
|
Ernesto “Che” Guevara |
Torres
Petronas. Pelli
|
Paloma
Herrera
|
Juan
Perón
|
Evita
|
Martha
Argerich
|
Borges
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Messi
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Francisco
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Daniel
Barenboim
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Monzón
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Máxima
|
Saer
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Les
Luthiers
|
Maradona
|
Mercedes
Sosa
|
Quino
|
¿?
|
Carlos
Gardel
|
Favaloro
|
Cortázar
|
Fangio
|
Aymar
|
[xviii] http://www.bricsmagazine.com/en/articles/a-vital-step
[xix] Ya está el resultado: Xi 1, Obama 0,