miércoles, 31 de mayo de 2017



Pobreza territorial


La pobreza no es pues una causa que deba ser tratada como tal para combatirla, es el resultado de procesos complejos y extendidos en el tiempo, que son difíciles de apreciar a simple vista y que requieren investigación sostenida para lograr su comprensión antes de plantear cualquier intento de terminar con la pobreza.Taringa


Sumario
El lugar donde se manifiesta es el condicionante principal de la pobreza.
La pobreza es causa y consecuencia de los desequilibrios territoriales y demográficos que en conjunto son el problema estructural con más peso en nuestro país.
Según la variable entrópica los programas actuales de intervención en las villas no incrementan las opciones de desarrollo y la experiencia demuestra que las cosas están cada vez peor. La AUH.
El unitarismo populista alimenta y se nutre de la pobreza.
Una política productiva federal que promueva la relocalización poblacional es necesaria para una inclusión ecosistémica de las familias.
No hay política de microemprendimientos que en sus inicios no implique una cierta informalidad. Las “saladitas” son motivo de controversia.
Promover el desarrollo local como factor de atracción y arraigo de las familias.
Medidas como los círculos concéntricos de fiscalidad decreciente pueden orientar las inversiones productivas de manera de crear puestos de trabajo en las “periferias” y equilibrar las cargas demográficas y el territorio.
La familia pobre no es una cifra. Debe ser tratada en forma personalizada para facilitar la búsqueda de mejores horizontes. Los modelos de circulación de oportunidades.

Pocos acontecimientos de la vida social muestran tantas facetas como la pobreza, un flagelo universal[1] que puede ser abordado desde distintos puntos de vista (económico, cultural, ambiental, educativo, laboral, etc.). Esa diversidad de enfoques permite una visión más pormenorizada del fenómeno lo que hace que no toda pobreza deba ser tratada de igual manera debido a especificidades que habitualmente no son tenidas en cuenta. Aquí se la considera en su dimensión territorial, es decir, el modo en que el ecosistema incide para caracterizarla. La disquisición no es ociosa; presupone reparar en los rasgos que son comunes a toda familia pobre pero también en los que son inherentes al lugar donde se manifiestan. 

En el territorio la realidad se presenta tal cual es, con todos sus condimentos. Percibir esa totalidad es un desafío que supera la capacidad de la mente humana, preparada para las visiones holísticas pero no para capturar al mismo tiempo todos los elementos que conforman sistemas complejos. Las mentes más entrenadas y con mayor capacidad como los maestros de ajedrez solo pueden tener en el mate una cantidad limitada de jugadas. Sin embargo, las computadoras, que dependen de mentes que las alimenten, pueden almacenar y procesar una cantidad quasi ilimitada de información lo que ha ampliada los límites del pensamiento a niveles antes inimaginables. Hay sofisticadas herramientas alumbradas en el último medio siglo en los ámbitos de la ciencia y la tecnología que debemos considerar. Una de ellas es la dinámica de los sistemas. Obviamente cometidos de este tipo -recurrir a esas herramientas que son imprescindibles para un planeamiento estratégico con muchos actores, variables y escenarios- solo pueden estar al alcance de los recursos de una instancia gubernamental.

Este trabajo no es una aplicación –no podría serlo- del marco teórico de  la dinámica de los sistemas. Sí se puede decir que se lo hace pensando en ese enfoque el que podrá ser distinguido a través de alguna de las nociones o figuras utilizadas[i]. Sintéticamente nos dice wiki:

“La dinámica de sistemas es un enfoque para entender el comportamiento de sistemas complejos a través del tiempo. Lidia con ciclos de realimentación interna y retrasos en los tiempos, efectos que perturban el comportamiento del sistema total. Lo que hace diferente al enfoque de dinámica de sistemas de otros enfoques para estudiar sistemas complejos, es el uso de ciclos de realimentación…”   

La diferencia está en la raíz

No toda la pobreza es igual a pesar de que los indicadores habituales tienden a darle un tratamiento homogéneo. Así, la pobreza no adopta la misma forma en el conurbano bonaerense que por tomar un caso en Formosa; incluso al interior del propio conurbano difieren las características específicas. Es dable ver que no tienen la misma actitud ni potencial de progreso los grupos marginales más relevantes entre los que se encuentran cartoneros, piqueteros, cooperativistas, jornaleros, cuentapropistas, albañiles, sirvientas, etc.  A pesar de ser ubicadas en forma indiferenciada en el lugar más bajo de la escala social las villas constituyen un universo heterogéneo; la complejidad de ese espacio debería llevar diseñar programas no universales con un grado de pormenorización que no es habitual en nuestras políticas públicas. Para ello haría falta un marco teórico con las tipologías sociológicas que distinguen a los habitantes de las villas. Por ejemplo, ¿en qué se diferencia un cartonero que no tiene tiempo de hacer piquetes de quienes sí lo tienen de sobra?

Es innegable el afán de los villeros por mejorar sus condiciones de vida referidas al lugar de residencia: de tener que optar entre dos males esas familias que habitan el conurbano han manifestado que prefieren aunque sea una vivienda precaria en tanto accedan a servicios de salud y educación. Esas dos variables son muy valoradas como medios para incrementar las posibilidades de progresar socialmente[ii]. Sin embargo, el agravamiento en las condiciones del hábitat de esas familias pobres -debido a las crisis económicas que incrementan la desocupación y la falta de capacitación que las privan de puestos de trabajo estables y condenan a la informalidad- les produce una profunda frustración. La sensación de que no valió la pena tanto esfuerzo para trasladarse desde sus pagos y no encontrar lo que anhelaban, llena de sinsabor y desesperanza al núcleo familiar lo que se trasmite a través de sucesivas generaciones.

Pero no todos reaccionan de la misma manera. Los grupos familiares más fuertes apelan al petiso cartonero en los lugares donde pueden transitar para hacer la diaria no pocas veces acarreando a los chicos en su transporte elemental cuando los maestros en huelga los dejan sin aulas ni comedor. Los cartoneros son altamente competitivos[iii] lo cual es notorio en su cotidiana perseverancia. En el otro extremo, los más débiles hacen changas de poca monta o vegetan en sus casas en una quietud promiscua que solo se ve perturbada cuando los convocan para algún piquete o acto partidario. Están en el medio los integrantes de las cooperativas de trabajo cuya actitud y eficacia de por sí muy pobres dependen en gran medida del puntero que las dirige. En general el panorama no es muy alentador pero igual merecería a pesar de las dificultades para hacerlo una mayor disquisición en su abordaje.

Por su parte, la pobreza federal es de factura más dura. La educación y sobre todo la salud en el interior profundo carecen de las prestaciones del conurbano. Con referencia a las condiciones de trabajo aunque más genuinas (trabajos estacionales relacionados a las cosechas) sin embargo están la mayoría de las veces afectadas por una explotación de tipo estructural tradicional en esos lugares. La vida cotidiana es miserable y el imaginario de las familias se puebla crecientemente de fantasías ligadas a los grandes centros urbanos en donde familiares ya instalados obran de atractores. Así, están dadas las condiciones para la emigración y esa sensación de potencial mejoramiento alimenta la esperanza.  En esos lugares del interior profundo la gente no muestra cuando se intima ese aspecto sombrío que luego las opaca cuando se alejan de sus muertos y sufren en carne propia la dura realidad del desarraigo.

Un abordaje realista

De las cuestiones que más afectan la posibilidad de conocer sobre la pobreza la muletilla del hambre es la más frecuente; ambos conceptos aparecen habitualmente asociados. El argumento del hambre tiene buena prensa pero no parece ser la mejor ayuda para visualizar con más precisión el problema de la pobreza. ¿Hay realmente hambre en nuestro país o lo que se registra es una pésima alimentación?  A veces, como una certificación de la existencia de hambre, aparecen retratados homeless revolviendo tachos de basura en lugares donde abundan comedores comunitarios subutilizados o indios chaqueños comiendo pescado crudo por obvias razones culturales. Otras tomas muestran a niños con evidente raquitismo… al lado de su hermano rozagante (por el contrario, no hay fotos de jovencitas de las villas con el cuerpo deformado por la excesiva ingesta de farináceos).

Es procedente interrogarnos sobre la proliferación de no pocas actividades, organizaciones empresarias y no gubernamentales, programas y relatos que se mueven en torno a la problemática del hambre. ¿Los bancos de alimentos son una ayuda para “combatir el hambre” o un recurso de los depósitos para desprenderse de alimentos no perecederos ante el inminente vencimiento o por exceso de stock para luego presumir de responsabilidad social empresaria? ¿Los programas alimentarios impactan positivamente en el mejoramiento de la calidad de la ingesta o son una herramienta de las burocracias enfilada a su mantenimiento y reproducción?  El conurbano está lleno de lugares para pequeñas huertas pero no se cultivan frutas y verduras ni tampoco los pobres las consumen en las dosis convenientes. ¿La escuela aprovecha todo lo necesario el poder de influencia de los chicos en el hogar para mejorar los hábitos alimentarios de las familias? ¿Hay verdadera conciencia sobre el significado de que se pierdan en forma creciente las tradiciones culinarias, saberes y hábitos culturales que son ricos aún entre los más pobres?  En resumen, se puede decir que en materia de políticas alimentarias es pertinente un enfoque más realista para no obnubilar la cuestión de la pobreza siendo que como hemos dicho habitualmente ambas cuestiones aparecen vinculadas en la práctica.

Ni muy muy ni tan tan[2]

El principal justificativo sobre la necesidad de la AUH para los pobres, trastabilla con las últimas mediciones. Para Alieto Guadagni (Clarín, 12 03 23) “es evidente que la AUH no ha generado un incremento significativo en la escolaridad”. Hay que tener en cuenta que la AUH fue anunciada con bombos y platillos por la presidente y el ministro de educación para quienes ese programa es el “el sistema más redistributivo y más justo”. Aunque después de un tiempo las cosas comienzan a ser vistas de otro modo. Según Aldo Isuani (Clarín, 12 08 29) “la AUH… fue diseñada para los sectores más pobres… y exige condiciones para su vigencia que implican un sesgo clasista al suponer que a los pobres no les interesa ni la educación ni la salud de sus hijos”

La AUH es como la nafta, necesaria pero contaminante. Es necesaria porque esa enorme masa dineraria puesta en el bolsillo de los sectores más pobres va directamente al consumo en beneficio de los circuitos marginales de comercialización, una parte no menor de la economía. Es contaminante porque actúa en detrimento de otro tipo de políticas asistenciales más activas que deberían ser parte de un estado no bobo tendientes a la inclusión social no por medios ilusorios referidos al incremento del consumo de subsistencia sino por la creación de puestos de trabajo que permitan al pobre recuperar su dignidad.

B. ¿Qué hacer?

Dilemas

…tu amor es el acero: ¡si me lo quitas, me muero; si me lo dejas, me mata!
Rubén Darío

El conurbano es un tembladeral. Si se lo privara de los recursos que este gobierno asigna, el clima social empeoraría drásticamente; pero si se los canaliza, como se lo hace habitualmente de diversas formas, tampoco mejora la situación según los resultados que están a la vista. Esta paradoja hace que no todos los involucrados reaccionen de la misma manera. Así, las distintas agencias del gobierno se comportan como si tuvieran ante sí un barril sin fondo, algunas de ellas sin importarles mucho resolver el tema de la pobreza; más bien beneficiarse con ella. La consecuencias es que la política de subsidios crece a límites inéditos y el asistencialismo de los programas sociales no provoca ninguna consecuencia plausible. Desde distintos lados del sistema político se pone el grito en el cielo ante los magros resultados obtenidos a pesar de que se reivindica el papel de un subsidio universal. En general se carece de propuestas alternativas frente al tema de la pobreza que vayan más allá de aumentar y hacer más universal… el subsidio universal. Como ha ocurrido en otras oportunidades se vacila cada vez que está en consideración algún tema sensible a los principios aunque a ojos vista se lo esté manipulando con fines espurios[iv]. Al igual que todos los procesos sociales, que no son blancos ni negros, la mejor ubicación frente a la pobreza en el Conurbano–ahí se evidencia la escurridiza paradoja- tampoco resultaría de pararse en la media aritmética de ambos extremos.

Entropía

En este trabajo se adopta una visión de la entropía que apunta a configurar una herramienta de evaluación para optimizar la utilización de los recursos que se destinan a intervenciones territoriales.

Aunque existe una idea que la asocia al desorden y al caos, aquí se entiende a la entropía como “una propiedad de los procesos referida a la disponibilidad de opciones realizables y/o la velocidad con que dichas opciones se van realizando”. Así por ejemplo, diremos que con una vida por delante, un recién nacido tiene baja entropía porque está todo por hacerse en materia de opciones realizables; por el contrario, quien ha decidido suicidarse tiene alta entropía porque solo le resta el tiro del final; no dispone de otras opciones. En este caso nos referimos a la entropía como variable de estado, una noción sincrónica que da la pauta del potencial de realización que muestra un sistema en un momento dado.

Existe otra forma de aplicar la noción de entropía. Imaginemos un joven prometedor, lleno de posibilidades, cuya vida disipada hace que queme sus opciones en forma compulsiva. Diremos que su crecimiento es aceleradamente entrópico; todo lo hace a tontas y a locas desperdiciando su tiempo y logrando en la ecuación de  insumos y productos una baja eficiencia y eficacia. Por el contrario, veamos el caso de otro joven con las mismas oportunidades, pero que las va realizando en forma ordenada, con prudencia e imaginación, privilegiando la utilidad al ponderar su accionar en cada paso para prever sus consecuencias; diremos que su entropía crece más lentamente. En esta otra modalidad se concibe a la entropía como variable de cambio.

La entropía siempre es positiva y su cuantificación – aún intuitiva porque aplicada a la marcha de la vida personal o los procesos sociales no cuenta con una manera de medirla como sí se lo puede hacer en los dominios de la fisicoquímica- permite tener una dimensión de cuál va a ser el comportamiento de los recursos que comprometamos en un proceso y los resultados esperables.

¿La pobreza es solo de plata?

Las villas de emergencia[3] ya tienen alta entropía (falta de oportunidades) y, asimismo, el desarrollo compulsivo de su vida la aumenta aceleradamente: “queman” las pocas opciones de progreso que aparecen en procesos altamente disipativos[4]. ¿Qué se quiere decir? Por un lado, que las pocas opciones disponibles se reflejan en la falta de trabajo, de crecimiento, de calidad de vida, y muchas otras variables que se puedan considerar; por el otro, cuando se prende una chispa de cualquier tipo, individual, familiar o comunitaria, la deflagración corre como reguero de pólvora porque todo se vive al límite, no existen mecanismos de contención entre otras razones por la falta de arraigo. En esos casos, una política habitual de asignar recursos en lugar de promover e incrementar la disposición de opciones de desarrollo, puede no alcanzar los resultados buscados y/o, por el contrario en no pocos casos, agravar la situación. Por ejemplo, ante la inseguridad proclamar políticas de exterminio o disponer más policía con todas las consecuencias que ello acarrea.

¿Donde poner los ladrillos?

Una misma intervención causa distintos efectos según el capital social del contexto. Para la ponderación del capital social se considera la sociabilidad de un conjunto humano, y aquellos aspectos que permiten que prospere la colaboración, la solidaridad y la concreción por parte de los actores individuales de las oportunidades que surgen en estas relaciones sociales. El capital social se basa en la confianza y el respecto entre los individuos, las normas que los rigen y las redes que los vinculan; considera los factores de alteridad, lo que acerca a las personas y las familias al tenerse en cuenta mutuamente, y cómo esa convivencia comprometida incrementa el bienestar de un colectivo través de la acción comunitaria.

Si se encara el cometido de “mejorar la calidad de vida” aparecerá como más conveniente otro tipo de proyectos que le generen al beneficiario más satisfacción: por ejemplo ayudar a crear una alternativa sustentable de puestos de trabajo lo cual puede implicar una reubicación de su residencia. Así, puede ser preferible evitar la construcción de viviendas que arraiguen al pobre a un contexto en el cual no tiene perspectiva de desarrollo. Al respecto se puede traer a colación el caso de las casas de dos pisos para villeros que la municipalidad de La Plata con fondos nacionales ha levantado con ostentación a la entrada de la autopista a Buenos Aires. Con sorpresa uno comprueba la existencia de palenques en los que están amarrados los carritos de cartonero con sus petisos pastando. Ello demuestra que el populismo actúa con una visión conservadora de la pobreza. Obviamente la discusión no pasa por plantearla en los términos de “casas sí o casas no” porque en última instancia los villeros tienen todo el derecho a verse favorecidos con una dada política estatal de acción social. El problema pasa por si se puede tener una expectativa de progreso en una ciudad como la capital bonaerense donde como se ve no se puede generar otro tipo de puestos de trabajo que no sean los del estado y si ese tipo de medidas populistas son un aporte para el mejoramiento del clima social.

Con esta sí, con esta no…

foto perfil.com

villa31a

Villa 31. Retiro. Buenos Aires

En una curiosa idea de progreso la imagen de la derecha llevó a la presidenta a valorar el uso del ladrillo cerámico en la Villa 31 de Retiro; lo hizo al comparar las actuales construcciones en propiedad horizontal con las casillas precarias que ella veía de paso a Aeroparque durante los primeros años de su actividad legislativa. Trascartón, desde el ministerio de Desarrollo Social se incrementó el flujo de ladrillos, chapas y otros medios de cambio de favores clientelares para continuar con ese “modelo de desarrollo”.

En contraposición, la imagen de la izquierda nos sugiere que los ladrillos deberían ser puestos en la toldería. En ese caso cabe preguntarse sobre las reales necesidades que se la plantean a la comunidad wichi. ¿Ladrillos primero o una efectiva campaña contra el mal de Chagas? Ciertamente poco importa que los ladrillos sean cerámicos o de adobe si los ambientes no están bien desinfectados. Mientras tanto puede que sea más importante una solución habitacional provisoria que una construcción nueva, dicho esto en consideración a los recursos invertidos y la necesidad de aumentar las alternativas productivas para una radicación sustentable entre las poblaciones más pobres del interior y evitar así la emigración[5].

En resumen: hacia las soluciones definitivas (trabajo sustentable-salud-educación-vivienda-calidad de vida, amor al pago) de lo que se trata es de ir aumentando el potencial de progreso con medidas de gobierno y la sociedad civil en una combinación sinérgica que permita a cada territorio y familia avizorar un horizonte distinto. Aquí es donde hay que poner el acento de las políticas de estado. Mientras tanto las medidas inmediatas deberán ir orientando la marcha de los acontecimientos hacia el escenario deseado el que estará determinado, a su vez, por las medidas de largo plazo. En todo este proceso, se debe incorporar la variable entropía para monitorear el real impacto de las intervenciones. De esa manera más allá de los relatos voluntaristas se podrá ver si el proceso muestra un aumento o una disminución de las oportunidades.


3. Un país con estilo


Hay que terminar con el federalismo retórico. Hacer una verdadera distribución de riqueza… de oportunidades. Ello implica una organización de la asignación de los recursos según un plan estratégico. Las expectativas que son orientadas a la solución coyuntural de las urgencias surgidas de la pobreza desesperada, deben serlo en el sentido de soluciones sustentables. Hay varias herramientas que se pueden poner en marcha. El rol de un estado tan poderoso como pequeño -eficiente, eficaz y efectivo- es insoslayable para comenzar a producir un cambio cultural profundo en las tendencias viciosas que nos condicionan desde hace muchos años.


Romper los fatalismos

El territorio es un sistema y como tal debe ser tratado si lo que se busca es equilibrar las cargas que lo afectan. Básicamente, consideremos dos polos que a veces se los suele identificar según el par “centro/periferia”. Entonces veamos la proyección desde el centro y la atracción desde el territorio profundo o viceversa según la variable considerada.

Podemos decir que la diferencia de valores entre dos variables cualesquiera da lugar a un flujo, es decir, una corriente que se dirige desde el lugar donde la variable tiene mayor valor al lugar donde dicho variable vale menos. Ejemplo: el agua de una casa que reposa en un tanque elevado, con solo abrir la canilla de la pileta, sin hacer ningún esfuerzo, se dirige sin dudar hacia abajo para desembocar en la pileta. En ese caso la variable es la altura del agua que se pone en movimiento si abrimos la canilla, y el flujo es el chorro de agua. Si consideramos la variable pobreza y sus distintos valores entre las regiones de un país, habrá una tendencia natural a las migraciones desde donde hay más pobreza hacia donde hay menos pobreza. En este caso las corrientes o flujos son migratorios. La mayor pobreza que se registra en el NEA el NOA y en Cuyo, fuerza migraciones de familias que tratan escaparle a la miseria. Como hemos visto esas corrientes se vienen registrando sin interrupciones desde hace mucho tiempo. Las motivaciones de ese flujo pueden ser de lo más variadas: escaparle a la miseria, posibilidades de trabajo, protagonismo político social, acceso a la educación, servicios de salud, la atracción de las luces del centro, y otras que se puedan imaginar.

Desde la dinámica de los sistemas, que se ocupa de la disposición territorial de las variables, sus valores (potenciales) y los desplazamientos a que dan lugar las diferencias entre ellas, los flujos (corrientes) que se producen se pueden representar por un vector centrípeto (periferia àcentro) como los que vemos en el siguiente mapa que muestra las proporciones actuales de la pobreza en nuestro país. Ese vector estructurado a través del tiempo provoca lo que se denomina desequilibrio territorial.


UNA ARGENTINA APLASTADA POR LA POBREZA (La Nación, 11 01 25)


¿Cómo romper las inercias, los lugares comunes, las actitudes rutinarias,  la fuerza de la costumbre, la maraña de factores e intereses que están presentes en estos casos? Para equilibrar un sistema que está desequilibrado desde hace mucho tiempo, y que se va desequilibrando cada vez más, hay una sola forma: a los vectores centrípetos hay que superponerle vectores centrífugos con la fuerza y el tiempo suficiente como para doblarles el codo. Eso son políticas de estado que tienen que formularse con tiempo para orientar en el sentido deseado el imaginario nacional y los círculos viciosos se transformen en la virtud de una esperanza compartida. Veamos una forma de que las esperanzas pueden ponerse en movimiento.

Dos polos

Un trasvasamiento de población en democracia desde los conurbanos a los lugares de origen de las familias no puede operar desde la expulsión sino desde la atracción que mueva a las familias a buscar nuevas oportunidades de vida. No hay episodios más dramáticos en la vida de los pueblos que todos lo implicado en la expatriación y el exilio. La aclaración es pertinente. Las familias se han trasladado en forma voluntaria, más o menos compulsiva, en algunos casos corridas por regímenes dictatoriales, en otros atraídas por promesas que no fueron cumplidas, detrás de ilusiones inalcanzables o abiertamente engañadas por triquiñuelas ligadas a las amenazas u otros medios de coerción. Es por ello que lo decisivo en el planteamiento del problema es la activación del “atractor” lo que hará que la familia se traslade voluntariamente ante la posibilidad de mejorar su existencia.

 El proceso de “vuelta  al pago” requiere de tres condiciones iniciales: 1) no querer vivir más como se lo ha venido haciendo y que las familias quieran darle un mejor porvenir a sus hijos, 2) que el interior aparezca con suficiente fuerza de atracción como para que la gente se anime a cambiar de domicilio; como antes se venía a “hacer la América”, ahora haya que “hacer el interior”, 3) incentivos de todo tipo, en primer lugar estatales, pero también de la esfera privada y no gubernamental que ayuden a modelar las condiciones de la vida nueva. En el Conurbano hay que fortalecer los mecanismos de asociación por pertenencias principalmente lugareñas; aquellos que fortalezcan la identidad y vayan acrecentando el deseo de recrear sus antecedentes que siempre fueron más promisorios. Los intendentes se deben poner al frente: La gente debe migrar con trabajo ya establecido no en la incierta búsqueda de él.

Una experiencia innovativa

Hace poco salió en el diario que La Salada abre una sucursal en la frontera con Brasil. Este emprendimiento multitudinario ha sido motivo de intensas controversias sobre todo pero no solo por parte de las cámaras de comerciantes que lo ven como una amenaza para sus ventas. Y puede que haya algo de eso. Sin embargo, La Salada funciona de noche, apartada de los centros urbanos y abre una vez por semana. Esa si se quiere módica presencia no obsta para las ventas sean cuantiosas (se calcula que centenares de millones al mes en sus más de 10.000 puestos que dan trabajo en negro a decenas de miles de personas), y que vengan a comprar hasta de los países vecinos.

Fue el diputado Prat Gay (Clarín, 09 03 31) el que tiró la primera piedra. Con un tajante "es imposible estar a favor de la microempresa y en contra de La Salada", el economista respondió una por una a las acusaciones más comunes que recibe el original emprendimientos conformado por tres centros comerciales en el partido bonaerense de Lomas de Zamora.

¿En qué se basó la defensa de La Salada?

Son emprendedores. Hacen ropa y artesanías en sus talleres que funcionan la mayoría de los casos en el hogar. Una de las acusaciones más frecuentes de que son objeto es que comercian con mercadería robada. Una acusación inconsistente. ¿A quien van robar su misma producción? Que falsifican las prendas. El hecho merece una aclaración. Las grandes marcas no fabrican lo que venden; façonean en esos talleres. Y a los talleristas que fabrican 10 unidades y las venden a $ 1 para que las remarquen a $ 10 en los shoppings, ¿qué les impide salvo algunos pruritos de tipo moral fabricar 15 en lugar de 10 y vender las cinco restantes a $ 3 en La Salada, o sea $ 7 más barato que en el shopping? Con respecto a lo de la marca habría que indagar sobre las culpas sin dejar de tener en cuenta a los consumidores que prefieren preocuparse por la marca “cool” que lucen ostentosamente más que por la calidad de la prenda[6]. Las tres principales ferias están organizadas y tributan impuestos. Se llaman Urkupiña, Punta Mogotes y Ocean. Cada dueño de puesto paga expensas. Se los acusa de trabajar en negro, pero Prat Gay repara en las veces que tenemos que pedir el ticket en restaurantes o comercios de barrios pudientes; igualmente en los locales de ropa que ofrecen descuento si uno paga en efectivo... por supuesto sin factura.

La Salada había concitado mi curiosidad desde que comencé a percibir sus resonancias.  A medida que fui conociendo su funcionamiento tomó forma la idea de que estábamos frente a un hecho no circunstancial -como sí lo fue el trueque en la crisis del 2001- sino de trascendencia, condenado a persistir y desarrollarse. Ahora tengo la convicción que La Salada es una de las originales creaciones económicosociales de la historia de nuestro país, como lo fue en su momento el nacimiento del barrio comercial del Once. Solo falta un poco más de tolerancia y tiempo para verla en perspectiva, con sentido estratégico y, además, aventar prejuicios y pensamiento trivial.

Experiencias exitosos y con prensa un poco anterior como la fabricación de guardapolvos en la cooperativa La Juanita regenteada en La Matanza por el diputado Toti Flores demuestran por añadidura cómo la adopción de normas de calidad y diseño catapultan estos emprendimientos al plano global por medio de una estrategia comercial adecuada.

El empuje de los feriantes nos hacen pensar que con una política estatal de cuño global (basada en una demanda externa que como en China condiciona la totalidad de su sistema productivo) puedan reorientar sus ansias de progreso y ver la conveniencia de radicarse en el interior con sus familias. Es un tema de relativamente fácil puesta en marcha en tanto exista la voluntad de hacerlo con la ayuda de medios hoy a mano como por ejemplo normas ambientales (huella de Carbono, etc.) que determinan qué es lo que se compra y la forma como se lo produce y dónde. Lo mismo vale para los migrantes paraguayos y bolivianos. En este caso –dejando de lado la hipocresía que lleva a denostar la presencia de familias de países vecinos que prestan servicios para los que en nuestro país no todos ni muchos estarían dispuestos- se puede pensar en una política en gran escala de cooperación regional llevando al territorio de los países vecinos los servicios de salud y educación que esas familias encuentran en el área metropolitana.

Desarrollo local

Una multiplicidad de factores de atracción y retención de las familias deben evidenciarse en las localidades del interior, sobre todo las de mediano y pequeño porte. Es ahí adonde deben dirigirse las inversiones productivas para la generación de puestos de trabajo. Pero ese cometido implica políticas de estado de enorme complejidad derivadas necesariamente de un planeamiento estratégico participativo, es decir, con el compromiso emergente de todos los actores potencialmente interesados. Cuando pensamos a esos niveles nuestra atención se dirige a lo que se conoce como desarrollo local. Vamos a especificar el significado de algunas variables implicadas en la noción de desarrollo local.

Crecimiento y desarrollo, en el área económica, se usan en forma indistinta.  Pero no son lo mismo. Argentina creció todos estos años mucho más que Bélgica aunque sus desarrollos son incomparables.  El desarrollo puede implicar crecimiento –de hecho en los países emergentes o en vías de desarrollo es así- o también, como en los países ya desarrollados, lo que conoce como “crecimiento cero” para jerarquizar el desarrollo.

Tomemos algunos casos testigos que pongan en evidencia que una política de estado no siempre coincide “con lo que la gente quiere” ni está llamada a tener réditos electorales. Sobre todo, que los escenarios de futuro  que se puedan imaginar no surgen de una extrapolación de las condiciones presentes. Una política de estado implica una ruptura profunda de conceptos lo cual no quiere decir que se tire todo por la borda ni que la imaginación arranque de cero, desechando los valores y las culturas que nos animan.

La reorientación de los recursos a invertir y en general de todos los recursos que se ponen en juego en las intervenciones, ameritan un cambio en la concepción del locus (lo local). Hoy a diferencia del pasado la masa crítica no se logra con la concentración territorial; más bien, en no pocos casos, ocurre lo contrario. Internet es una herramienta que ha cambiado la noción de lo tridimensional a lo n-dimensional, de manera que en un punto cualquiera del mundo, como en un holograma, se pueden evidenciar la totalidad de las demandas y las ofertas que animan a la sociedad planetaria.

El desarrollo local debe ser una política nacional. En cada pueblo y ciudad del país, que son miles, se debe organizar la producción de manera de agregarle el mayor valor posible a los insumos locales para generar bienes y servicios destinados al mercado local y global. De esa manera las familias  van a tener a donde ir o regresar, sin disparar de ninguna miseria y al encuentro del bienestar. Un nuevo imaginario nacional irá tomando forma en las próximas décadas.

Herramientas de gestión avanzadas

Una política de círculos concéntricos de fiscalidad decreciente, establecida y ejecutada en el largo plazo, actuará para canalizar las inversiones y la generación de puestos de trabajo desconcentrados que es la condición necesaria para reorientar las expectativas poblacionales. Es sabido que la relación de sumisión centro-periferia se manifiesta en todos los niveles. Se da una dependencia del estado nacional con las provincias, de estas con las cabezas de distrito las que a su vez la implementan con los pueblos más pequeños donde por cierto tampoco dejan de manifestarse asimetrías del mismo tipo. Esa dependencia (que en el presente alcanza en no pocos casos el rango de sumisión) no le hace bien al país ni a sus habitantes.

Un cambio copernicano en las estrategias de manera de ir poniendo en marcha procesos virtuosos (una larga marcha comienza por un pequeño paso) depende de una afinada labor política y de comunicación. Así, las familias pobres comenzarán a repensar el futuro de sus hijos en condiciones de credibilidad y previsión. Un fuerte sentido de rearraigo debe inspirar a los pobladores para que su vínculo con el medio sea duradero, como se daba antes pero en las condiciones que ahora se pueden alcanzar. Hay que darle vida a los lugares más desatendidos, dejados de las manos de Dios.

La familia pobre es algo más que una cifra

Existe hoy en nuestro país, en sus institutos y universidades, la capacidad suficiente para dotar de las herramientas más modernas para la implementación y gestión de una política como la que estamos imaginando. Estamos pensando en los modelo de circulación atmosférica que entienden todo lo referido a la marcha del cambio climático (recopilación de datos, simulaciones, modelos operativos, pronósticos, etc.).  Se pueden ver en la bibliografía trabajos al respecto realizados en nuestras universidades. En el caso de un programa de “erradicación de la pobreza/reubicación de la población/desarrollo local de carácter nacional” -con el nombre que sea - se requeriría un trabajo pormenorizado de diseño de las variables a controlar y la formulación de los indicadores adecuados para realizar las mediciones; los mecanismos de recopilación de la información y su ingreso a las bases de datos; de los modos de hacer corridas  para simular escenarios para diseñar los programas en función de los objetivos gubernamentales; para elaborar pronósticos. Por cierto no es tarea fácil y requiere mucho talento y sabiduría el logro de una tal herramienta. Y un área de la actividad pública en nuestro país comenzaría a ser gestionada con la ayuda de recursos que hoy ya están maduros y probados. Preliminarmente, podemos ver cómo se pueden gestionar alternativas de flujos y reflujos poblacionales, resultados de las medidas impositivas implementadas, marcha de las inversiones, variación de las oportunidades de negocio a lo largo del territorio, evolución de indicadores convencionales, etc.

En suma un modelo de circulación de oportunidades, implementado en forma transparente en el más alto nivel, puede ser un medio que permita comenzar a construir el país de la segunda vez con un aprovechamiento al máximo de las excepcionales condiciones que se nos presentan en esta fase inicial de la globalización.


Ing. Alberto Ford


La Plata, 21 de setiembre de 2012



















[1] la progresiva disminución de la pobreza constituye una prioridad de las políticas globales conforme a la ecuación empresaria que relaciona el (sub)consumo de más de mil millones de personas con la capacidad hoy quasi ilimitada de producción de bienes y servicios
[2] Alusión a un trabajo oportunamente girado con ese título sobre la AUH
[3] No es necesario aclarar (como ya lo hizo un ex presidente) que muchos de los comportamientos que se describen no son solo patrimonio de los villeros; simplemente a los efectos de ejemplificar, focalizamos en ese universo de “beneficiarios” la atención de las políticas enfiladas a erradicar la pobreza.
[4] Los evaluadores de programas sociales han recopilado en el territorio ejemplos que muestran esa dilapidación de opciones, algunos con tintes tragicómicos como el conocido del beneficiario al que le habían asignado una gallina para la producción de huevos y terminó echándola a la olla del puchero.
[5] En la Argentina tampoco faltan viviendas en general; lo que pasa es que la gente se ha ido de sus lugares y no tiene mucha justificación resolver un problema de vivienda definitiva a un poblador transitorio. En los pequeños pueblos (hay miles a lo largo del país) existen cantidad de viviendas desocupadas algunas taperas producto del abandono.
[6] Me toco ver en un país  vecino una situación en la que el vendedor le consultó al joven que había elegido un jean genérico de qué marca lo prefería. Luego de que el comprador manifestara sus preferencias marketineras el vendedor fue a la parte de atrás del negocio y al rato trajo el jean con la etiqueta ya pegada.



[i] Esta rama de la ciencia no es vieja; es una aplicación de la de la “teoría de los sistemas” formulada por Ludwig von Bertalanffy en 1954, sin duda, uno de los platos fuertes de la revolución C&T nacida a mitad del siglo pasado. La noción de sistema introduce un salto cuántico en la génesis del saber: la práctica de la compartimentación característica del análisis, vigente hasta ese momento (por ejemplo la aplicación de la dialéctica hegeliana/marxista), se ve contenida y superada dando lugar a una nueva forma de conocer, la epistemología de la complejidad. Así, el todo permite ver las partes pero en su relación con las demás partes y sin dejar de considerar de ser necesario las partes individualmente al mismo tiempo que las interacciones producidas entre ellas.
Rápidamente las distintas disciplinas incorporan esta herramienta de enorme potencial. Es en este entorno de explosivo despliegue de la información donde aparece a fines de los sesenta la “dinámica de los sistemas”.  El hecho se produce justo en el momento de la llegada del hombre a la luna y Jay Forrester desde el MIT revela sus fundamentos.  Este hombre de ciencia (que vive aún) aplica los principios de la visión sistémica a sistemas complejos (industrial, urbano, social, global, etc.) de manera de desentrañar la realidad con un grado de pormenorización que ninguna de las metodologías existentes hasta ese momento había logrado.
Una de sus aplicaciones más conocidas a este nivel es el exitoso modelo del Club de Roma “los límites del crecimiento” que fue de gran utilidad para generar conciencia sobre los peligros de despilfarrar los recursos naturales del planeta de donde se desprenden las políticas ambientales que hoy son de uso corriente.
En ese contexto de enorme creatividad, se dan las condiciones para el nacimiento de la prospectiva como una posibilidad de abordar no solo la predicción sino diseñar y alcanzar los escenarios deseados del porvenir con el uso de herramientas computacionales y modelos sistémicos formulados matemáticamente. Se decía ya en los setenta que “el futuro no se enfrenta, se construye”
[ii] Ahora se sabe que la AUH poco y nada ha hecho a este respecto. La gente de las villas vacuna y manda al colegio a los chicos sin necesidad de incentivos externos al hogar más allá de los propios derivados de la ambición de darles un futuro mejor a sus hijos. Las conductas degradantes que se puedan observar en una minoría de hogares desquiciados no prefiguran ninguna tendencia.
[iii] Actúan en grupo; por lo menos el conductor del carro y el recolector. Tienen ritmo para optimizar el  tiempo en la recolección. Esa actitud competitiva no obsta para que haya ciertas reglas de convivencia que se respetan (no son frecuentes las peleas por el espacio). A pesar de ser individualistas, de ser necesario muestran predisposición a la cooperativización. Cuidan a su familia; cuando hay huelgas de docentes cargan a los chicos en el carro, llueva o truene. Tienen método, circuitos establecidos a partir de información experimental que recorren diligentemente. Tienen una gran rapidez visual para distinguir a la distancia la existencia de bolsas de interés.  Han desarrollado una logística específica (incluso una raza de sufridos petisos cartoneros cuya genética aun no ha sido reconocida por la Sociedad Rural). Sin duda es un sector social con potencial de progreso si se le dan condiciones adecuadas.
[iv] Pasó con el tratamiento de los distintos tipos de soberanías (energética/ YPF,  territorial/Malvinas, monetaria/ Ciccone, alimentaria/AUH)

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