lunes, 1 de abril de 2024

 

Un Milei autopoiético a 100 días de gobierno

Una serie de características le confieren a la nueva administración mileista una originalidad inédita en la historia de la política nacional lo que conlleva un desafío considerable analizarla y ubicarse en la situación creada.

Milei es un producto de las condiciones tecnológicas dominantes, en particular las redes, sin las cuales no podría funcionar debido a que la interacción en tiempo real, el toma y daca, es una de las características de su puesta. La diferencia con cualquier pasado es abismal en cuanto a los ritmos, y sobre todo a la diversidad de elementos conceptuales en juego (complejidad) y las nuevas modalidades utilizadas para comunicar y procesar la información.

El imaginario político estuvo adormecido durante muchas décadas no solo en la gente menos informada sino la gran mayoría de la intelligentsia que permaneció reposando plácidamente sobre el nacional populismo y el aislamiento internacional. Ahora, de súbito, las cosas han mutado para la sociedad y el país como se evidencia por la vigencia de un estado de ánimo notoriamente afectado.

Mientras escribo estas líneas, y al solo efecto de su nominación -como si fuera un zócalo de “urgente” en la TV y sin posibilidades para poder tratarlo en este trabajo- se están produciendo cambios inéditos en el ámbito de la geopolítica latinoamericana. La grieta global también se instala en la región como para ponernos a tono con las división entre democracias y autocracias, según el orden arbitrario establecido por el departamento de Estado. Las pujas verbales entre Petro y Milei son una muestra de la difícil convivencia en los marcos de esa clasificación. Por su parte Brasil hace mutis por el foro y se sale del escenario regional para establecerse como potencia de alcance global.

 

El cumplimiento del plazo de los 100 días comúnmente utilizado para medir la performance inicial de una gestión encuentra al gobierno del presidente Milei en la plenitud de su accionar.

A pesar de los malos presagios de una oposición agorera, que mira la situación con evidente desconcierto, la administración mileista está cumpliendo con su primer cometido: revelar el largometraje de una decadencia de muchas décadas que al final de su recorrido nos puso al borde del precipicio.

Con una transparencia sobreactuada cuya intensidad no tiene antecedentes conocidos en nuestro país, el gobierno ha obrado adentro y en el exterior con formas tan originales como provocativas, que no pocas veces distraen de los contenidos, y cuya dudosa institucionalidad termina por ser el objeto de los análisis.

La sola exposición del estado de cosas heredado ya ha producido un cambio de paradigma tan sorprendente como anhelado en una población que va sufriendo el nuevo proceso con una insólita expectativa esperanzada. Tan inusual e inesperada actitud hace que no sea fácil explicar por qué la imagen Milei no decae, lo que provoca una notoria crisis epistemológica en la labor de los analistas, así como pone en evidencia la falta de ideas políticas en la oposición:  las mismas diatribas que se usaron contra el gobierno del presidente Macri se vuelven a escuchar en estos días. El desafío de encontrar un marco teórico de la suficiente potencia como para explicar la situación creada nos lleva a recurrir a una de las herramientas disponibles que proviene de una combinación de ciencias duras y blandas.  

En el ámbito de la biología la autopoiesis (un neologismo proveniente del griego) busca dar un nuevo significado al proceso que designa la cualidad de un sistema molecular capaz de reproducirse y mantenerse por sí mismo.

Fue el chileno Humberto Maturana el que promovió el concepto, y su difusión traspasó los límites de dicha disciplina para incursionar en terrenos de las ciencias sociales; así, tiempo después, el sociólogo alemán Niklas Luhmann la utilizó para sus desarrollos teóricos. Se dice que la readaptación de la noción de autopoiesis fue uno de los encuentros transdisciplinarios más fructíferos del siglo pasado.

De sus propiedades nos interesa aquella que dice que un conjunto autopoiético es un sistema cuya operación es cerrada -siempre debe volver sobre sí mismo- mientras que sus componentes son producidos al interior de un proceso recursivo que transcurre dentro de una retícula clausurada en forma autorreferente. Aunque un sistema autopoiético se mantenga en desequilibrio, es capaz de conservar una coherencia sistémica al metabolizar permanentemente la energía de su medio.

El método Milei

Esa especie de encapsulamiento en el que se desenvuelve el pequeño entorno presidencial le permite montar la escena, escribir el libreto, manipular los actores a voluntad, marcar el ritmo de los diálogos y hasta condicionar las reacciones de la platea.

Un aparato comunicacional ad hoc -que incluye respuestas instantáneas con una insólita utilización de las redes a cargo del propio Milei - logra el sumun de la política: transmutar enemigos a su majestad en enemigos de su majestad.

Por cierto, ayuda a la política oficial la compartimentación ordenada y estable que define (hasta ahora) las actitudes frente a la gestión: 

  • .       los de la primera hora avalados por las encuestas para quienes no hay retorno,  
  • .       los que están de acuerdo con los fines, pero son cautelosos en los medios,
  • .       los comedidos que enseñan cómo se deberían hacer las cosas,
  • .       los enemigos encubiertos que se escudan detrás de la institucionalidad,
  • .       los contreras incorregibles.

Está visto que el gobierno no está pensando en aflojar la mano ni levantar el pie del acelerador en las curvas. Su método puede parecer desorbitado, pero es la principal herramienta que dispone para reducir a la inopia una a una las críticas dispensadas y menoscabar a los emisores. Su dinámica de sucesión ininterrumpida es como la de las olas del mar cuando al final de su recorrido rompen sobre la arena tapando cada una de ellas a la anterior; es la única certeza en la evolución de su modelo. 

Las votaciones adversas en el Congreso son presentadas como derrotas por la oposición a diferencia del punto de vista oficial para quienes lo ocurrido es un traspié supuesto que incluso deriva réditos para el fortalecimiento de la gestión. Se justifica en el llamado principio de revelación. 

Una gestión compleja y absolutamente original requiere de una minuciosa planificación que se sirve de la prospectiva y los modelos de simulación. La prospectiva no es pronóstico, predicción ni prognosis; no nace como disciplina para anticipar qué es lo que puede pasar sino para determinarlo. 

Estas herramientas de construcción de futuros hace muchas décadas que son utilizadas por las planificaciones top (por lo menos desde los trabajos de Jay Forrester en el MIT sobre dinámica de sistemas circa 1970), pero ahora, por imperio de una glasnost generalizada que recorre el mundo al ritmo de las reverberaciones de la IA, estas disciplinas son aludidas con mayor frecuencia. 

Otra de las herramientas utilizadas en la nueva era mileista son los denominados árboles de decisión que integran los modelos operativos (u hojas de ruta) que surgen como consecuencia de la simulación de escenarios, y son utilizados en diversos ámbitos que van desde la inteligencia artificial hasta la Economía y la planificación estratégica. Dado un conjunto de datos se fabrican diagramas de construcciones lógicas que sirven para representar y categorizar una serie de condiciones que obrarán en forma sucesiva hasta alcanzar un escenario deseable y factible para la resolución de un problema. 

No es que al presidente se le ocurra a la mañana mientras desayuna lo que va a hacer durante el día. Al igual que el corredor de rally, su recorrido en cada tramo está previa y precisamente trazado en una planilla de la cual el copiloto no puede levantar la vista. Cualquier emprendimiento de cierta envergadura se maneja de esa manera; con más razón la gestión de un país. 

Se ha dado que el simple anuncio de la intención obre de factor reconfigurante capaz de provocar cambios de situación, como ocurrió con las iniciativas legislativas “fracasadas” en las últimas semanas. El procedimiento sería el siguiente. 

Se presenta una propuesta sobredimensionada de difícil tratamiento legislativo dada su envergadura y si lo fuera, de imposible aplicación en tiempos razonables. 

La mezcla de lo importante con lo accesorio, sin jerarquía ni discernimiento, una combinación de supuestos intereses cuya lógica solo conoce el autor de la presentación, paraliza el normal desenvolvimiento del trámite. 

Se genera un nuevo contexto de actores y contenidos no determinantes debido en gran parte a que la aprobación de la iniciativa, aunque sea conveniente, no es imprescindible al existir procedimientos alternativos. Así, las “derrotas” en el congreso terminan siendo oportunidades que inspiran como se dice el principio de revelación. 

Hay otros ingredientes citables que estarán incidiendo en la elaboración de las estrategias y las formas mileistas del día a día. Lo hacía en otro de los trabajos de mi autoría “Milei reinstala nuestro país en un mundo complejo”, publicado a pocos días de la asunción del nuevo gobierno, en el que reparaba sobre

 

“… algunos aspectos de la dinámica inicial en la gestión de Milei que remiten a la noción de caos, no en el sentido vulgar, sino acorde a las teorías (por ejemplo en Robert P. Murphy para quien “a partir del caos crece una libertad ordenada”) que lo relacionan con el anarcocapitalismo de Murray Rothbard  y conciben el caos como aquel estado de las cosas de las que puede emerger la libertad, es decir, no la consecuencia de un caos destructor sino del que es capaz de dar nacimiento a un nuevo orden creativo...”

 Sin embargo, el más sorprendente e irritante de los recursos discursivos del Presidente es el uso de la injuria descripto días pasados por José Claudio Escribano en una nota de La Nación. El legendario editorialista se pregunta si “se trata de un comediante que exprime, como no ha habido otro en nuestra política, las habilidades histriónicas de enfurecerse”.

Argentina es un estuario cuyos afluentes se dirigen al océano de la globalización

No es habitual que en los análisis políticos se haga mención a los factores externos capaces de condicionar la situación abierta en nuestro país. Sin embargo, la frase todo tiene que ver con todo expresa que los relacionamientos no respetan fronteras. 

Desde ese punto de vista, para el viejo apotegma proveniente de las ciencias duras el mundo es uno y sus partes están irremediablemente interconectadas con nexos que se fueron estableciendo con el paso del tiempo. 

En el plano geopolítico el avance más trascendente lo protagonizaron en la antigüedad las nuevas rutas abiertas con los viajes de Colón lo que obró para confirmar en el imaginario popular la idea de que la tierra era redonda. 

En ese mundo interconectado, la Argentina no está aisladas del exterior (hoy menos que nunca en la era de Internet) y para entenderla profundamente hay que contextualizarla en escenarios cambiantes y de creciente influencia más allá de sus límites. La cuestión viene a cuento si uno se refiere a los destinos posibles, probables, deseables y factibles para nuestro país y la forma en que nos están viendo desde afuera. 

Uno de los hechos sorpresivos de la nueva situación argentina es el interés que despierta en los EEUU: se han mantenido entrevistas con los principales funcionarios de su gobierno con motivo de sus visitas a nuestro país. No hay antecedente de tanta deferencia y acercamientos mutuos entre las autoridades de ambas administraciones. Las relaciones argentino-estadounidenses a pesar de que son de larga data, en general no fueron fluidas y, por el contrario, han estado afectadas por diferencias reales y otras derivadas de malos entendidos, aunque esos conflictos hayan permanecido larvados. 

Como potencia hegemónica, EEUU no da puntadas sin hilo. Se nota en el encuentro en Rio de la directora de la FED Janet Yellen con el ministro Luis Caputo en los marcos del G20 y el posterior tuit de la funcionaria pletórico de buenos augurios, la visita a Buenos Aires del secretario de Estado Antony Blinken, el asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan, el senador Marco Rubio, la llegada sin previo aviso del director de la CIA William Burns, la general Laura Richardson, jefe del Comando Sur, y hasta Elon Musk que nos conecta a Starlink e intercambia X con el presidente. Todos ellos en conjunto, que conforman la plana mayor del poder estadounidense, muestran la importancia que el gran país del Norte le confiere al proyecto de la administración asumida en nuestro país. 

El innegable impacto que Milei ha generado en el exterior, lo que se refleja en los principales medios y en las opiniones de personalidades de distinta procedencia, puede ser la expresión o el anticipo de algún tipo de influencia exógena. En este sentido la historia argentina es pródiga. 

Los cambios decisivos que en las dimensiones económicas y sociales de nuestro país han marcado el inicio de sus tres ciclos largos schumpeterianos, fueron motivados por demandas provenientes del exterior sobre las que, obviamente, se auparon intereses endógenos, aunque estos no hayan sido el élan vital de esas mutaciones. Ello ocurrió circa 1776, 1860 y 1930. ¿Por qué ahora sería distinto en un ambiente totalmente condicionado por influencias globalizantes? 

Mientras tanto en camino hacia las salidas y las soluciones 

La “solución” pensada como una situación estable tardará en concretarse, a diferencia de la puesta en marcha del proceso tendiente a alcanzarla que ya ha comenzado con la motosierra y la licuadora cumpliendo una parte sustancial, la más ríspida, de su cometido inicial. 

El proceso, que irá incrementando las expectativas esperanzadas, es definitorio en cuanto a la creación de las bases políticas (y aunque en menor medida también culturales e ideológicas) para avanzar en pos de los escenarios de una Argentina globalizada. 

En cuanto a los modelos operativos (hojas de ruta) de los proyectos estratégicos -a los que hay que dar forma actualizada-, la variable principal es el equilibrio territorial y su correlato demográfico. 

Estamos asentados en un hinterland absurdamente concebido, propio de la dependencia colonial, neocolonial e imperialista en el que nuestro país ha desenvuelto toda su historia, con intereses dominantes que se han aprovechado de las disfuncionalidades en forma fraudulenta. Ese proyecto debe ser realizado obligatoriamente con los países vecinos en particular con Integraciones en las zonas de fronteras. 

En tanto no se resuelva el desequilibrio territorial, las fuerzas centrípetas irán produciendo acumulación de población migrante. La llamada maldición del conurbano es una metáfora ilustrativa: los efectos de todo lo se haga para mejorar la situación de la pobreza no hace más que atraer gente que está peor en el interior y/o países vecinos, y con su amontonamiento esterilizar cualquier intento en ese sentido con independencia de su inspiración.

La previsibilidad, la estabilidad jurídica, la economía en orden, la transparencia y la subsidiariedad (no el subsidio clientelar), un estado pequeño, eficiente y eficaz, y en general toda una normativa moderna, pueden facilitar la venida de capitales internacionales, inicialmente con dos condimentos principales: 

1) irrestricta libertad para las inversiones productivas como parte integrante de una política estatal que también contendrá priorizaciones estratégicas fijadas con transparencia, y favorecidas por medidas impositivas (círculos concéntricos de fiscalidad decreciente en torno a ciudades inteligentes), mantenidas en cada caso particular hasta que los proyectos muestren su valía, todas ellas tendientes al equilibrio territorial y demográfico con un sentido federal y hasta regional con respecto a los países vecinos.

2) Diseñar y construir una infraestructura de conectividad tendiente a cambiar el diseño radiocéntrico de vías, autopistas, carreteras, cablerío (fibra óptica) y rutas aéreas, a la construcción de una nueva capital de la nación y hasta modificar las expectativas del imaginario colectivo, por una configuración reticular, de trama y urdimbre, que permita conectarnos sinérgicamente entre nosotros y con el mundo a través de todo el territorio y las fronteras terrestres, marítimas y del espacio aéreo de nuestro país. Crear un plan maestro con la asistencia de los organismos internacionales competentes y recurrir a múltiples fuentes de financiamiento (Ruta de la Seda, B3W de EEUU, Global Gateway de la UE, repatriación de los ahorros de los argentinos que se dice alcanzan a un PBI completo, y financiamiento y administración con mecanismos PPP). Es la forma de crear puestos de trabajo en el corto plazo y favorecer la consolidación de un mercado laboral más equilibrado.

Helio Jaguaribe, el prestigioso politólogo brasileño ya fallecido, aseguró a principios de los noventa en la Universidad Autónoma de Madrid que “Argentina está condenada al éxito”, una profecía muy audaz que fue ridiculizada hasta el cansancio en nuestro país cuando un expresidente se apoderó de ella sin pagar derechos de autor.

¿Argentina está condenada al éxito? La biblioteca está dividida. Para una gran mayoría la respuesta sería que no, si se tienen en cuenta las frustraciones de las últimas décadas. Otros, por el contrario, si reparan en que el país tiene viento, sol, litio, cobre y Vaca Muerta, insumos que se vuelven críticos en momentos de cambios al respecto en el mercado mundial (ahora se afirma que el próximo insumo escaso será la electricidad), si se refieren a la seguridad alimentaria ya que está en el recuerdo que la Argentina es “el granero del mundo” y aducen que nuestro país es un atractivo destino turístico que ha dado y sigue dando personajes y emprendimientos destacados en la mayoría de los órdenes que componen la agenda mundial, esos otros tienen argumentos suficientes para adoptar una posición más optimista. El tiempo nos irá diciendo donde está la razón.

 

 

Ing. Alberto Ford

IRI / UNLP

albertoford42@yahoo.com.ar

Buenos Aires, 2 de abril de 2024

 

 


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