Balotaje+
Aunque por razones de proximidad giro en torno al balotaje,
esto que escribo no es un mensaje político.
No menciono a ningún candidato ni propongo optar por alguno de ellos. Solo comparto
algunas reflexiones de circunstancia sobre la herramienta artesanal que tengo a
mano para atravesar este duro trance de votar a disgusto.
Como ya he dicho mi método consiste en ir descartando de a
una 5 alternativas (continuidad, en blanco, anulado, abstención, cambio) con la
expectativa de que el próximo domingo tenga por lo menos algo para hacer en el
cuarto oscuro.
Son dos opciones activas –llamémoslas así- y tres pasivas.
Pero hace unas horas se incrementó el protagonismo del voto en blanco con la conferencia
de prensa en la que Rodríguez Larreta “ratificó la neutralidad porque quiere
evitar que el partido gire hacia una opción de extrema derecha”.
La posición ya había sido asumida oficialmente por los
radicales y apoyada enfáticamente por aquellos que disponen de poder
territorial al frente de gobiernos provinciales y municipales; en el mismo
sentido obraron los pronunciamientos de la Coalición cívica, Pichetto y la
gente Schiaretti.
La connotación de la situación creada es la siguiente: el
domingo se elige un presidente, con la importancia que eso tiene para la
democracia, pero también se decide sobre
un periodo de gobierno que comienza en diciembre.
Los próximos cuatros años estarán condicionados, sobre todo
en lo referido al funcionamiento
legislativo, por una correlación de fuerzas carente de mayorías. Esa paridad
que solo se podrá administrar a partir de negociaciones aumentará su importancia
por la potencial conflictividad de medidas de gobierno que no pueden ser
tomadas sin el aval del Congreso.
Asimismo, la opinión pública promete estar fuertemente
polarizada dando lugar a que esa actriz socio-política adquiera un protagonismo
mayor del que ha tenido hasta ahora. En esa perspectiva el voto en blanco (o eventualmente la abstención), normalmente irrelevantes,
cobran otro valor en los comicios presidenciales pero también con relación a los
cambios en ciernes del sistema político argentino.
—o0o—
Cuando Macri y Bullrich sin consultar a sus conmilitones
deciden apoyar a La Libertad Avanza del mismo modo que un grupo de radicales lo
hace con la fórmula peronista, ambos están contribuyendo a forzar el blanqueo
de las desavenencias larvadas que han venido debilitando a Juntos por el
Cambio, la coalición más exitosa que supo crear la clase media.
A partir de ahora, cualquiera sea el resultado del
balotaje+, con las sorpresivas medidas el nuevo establishment político quedará influenciado por tres grandes conjuntos:
el nacionalista popular (Nac&Pop), otro en el centro de tipo social
demócrata (un Juntos por el Cambio más prolijo con los bordes recortados), y el
entrismo de la derecha aprovechando
las oportunidades que se le presenten. Los afectados por la fragmentación
partidaria se irán reubicando según sus preferencias ya que habrá para todos
los gustos.
En el fragor de la batalla electoral el tema de marras está ausente.
A medida que la administración comience a funcionar en diciembre, la nueva disposición
sin mayorías irá adquiriendo una importancia creciente en la agenda pública, en
el tratamiento académico y en el imaginario de los ciudadanos.
Está claro que no desaparecerán peronistas, radicales ni los
integrantes del PRO, pero los partidos irán adoptando de hecho formas cuasi
confederadas con debilitamiento del unitarismo y la débil probabilidad de que
aparezcas liderazgos excluyentes.
Ing.
Alberto Ford
Buenos Aires, 14 de noviembre de 2023
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