La
pobreza territorial condiciona el futuro argentino
La
situación generada en torno a la problemática de la pobreza, pinceladas sobre sus
características más notables así como el esbozo de algunas medidas que se
podrían adoptar frente a la falta de soluciones, constituyen partes del
abordaje de uno de los conflictos más críticos de la realidad social que vive
nuestro país.
La
pobreza es un proceso complejo cuya influencia depende en gran medida del lugar
donde se manifiesta.
En
la Argentina la pobreza alcanza masa crítica en el Gran Buenos Aires generando una
persistente saturación demográfica cuyo volumen contribuye a desequilibrar la
geografía política y económica de nuestro país.
Esa
combinación de factores interactivos establece una secuencialidad de bucle que se
puede desplegar de la siguiente manera: pobreza / migración / conurbanización /
incremento poblacional / desequilibrio territorial / aumento de la pobreza.
El
abordaje de la problemática requiere de un marco teórico adecuado; asimismo, el
diseño eficiente de políticas públicas se debe combinar con las oportunidades
provenientes de vectores exógenos que son parte de la globalización en cuya
agenda la pobreza es un ítem fundamental.
Las
consecuencias de la pobreza son de lo más diversas. Con respecto a las
elecciones generales habidas este mes de octubre de 2023 algunos analistas han
puesto en evidencia la relación sinérgica entre pobreza, territorio y
demografía.
Según
esos puntos de vista el repunte del peronismo en las elecciones generales del mes
pasado es consecuencia entre otras cosas de la activación de ese círculo
vicioso que ha sido aprovechado al máximo por la primera minoría del espectro
político de nuestro país.
El
80% de la pobreza existente en el país se concentra en los conurbanos. Si la
lucha para reducirla ha sido infructuosa cabe preguntar qué parte del fracaso
se debe a la calidad de las políticas públicas y cuánto a la propia
existencia de esa malformación ecosistémica.
Existe
la llamada paradoja de los conurbanos por la cual todo lo que se haga
para “mejorar” la situación actúa en sentido contrario: los recursos asignados
aunque las intervenciones estén bien concebidas obrarán inexorablemente para
atraer familias desde lugares donde la pobreza roza la indigencia esterilizando
por saturación las medidas adoptadas.
En
la búsqueda de mejores condiciones de existencia, las familias pobres migran no
solo desde el interior sino también desde los países vecinos hacia las villas y
asentamientos del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
En
destino las espera una vida hogareña y barrial igualmente riesgosa... pero con
algunas facilidades que no tenían en sus lugares de origen: acceso gratuito a
la salud y la educación, la posibilidad de conseguir un plan, sobrevivir del
cartoneo o haciendo changas.
En
esas condiciones límites entran a jugar los factores políticos. Desde esa
óptica más que un problema a resolver el conurbano pasa a ser una oportunidad.
En
2014 el peronismo presentó una iniciativa parlamentaria por la cual se
instituye el 7 de octubre de cada año como el día nacional de la identidad
villera.
La
pobreza es un sistema multidimensional de índole compleja que muestra muchas
facetas y la diversidad de puntos de vista hace posible abordar el flagelo de
la pobreza en sus distintos aspectos.
Se
puede distinguir, en primer lugar, la familia directamente afectada, pero
también los diversos intereses del entorno donde la pobreza se manifiesta a los
que se les asigna importantes recursos del presupuesto nacional.
Ese
conglomerado está constituido por los políticos encarnados en los punteros, los
sucesivos eslabones de las burocracias estatales a cargo de la implementación
de los programas sociales (diseño, ejecución, evaluación), las iglesias de
distinto signo que tienen un intenso protagonismo, el medio académico que
destina muchas horas al estudio de la misma, y el enfoque de los medios de
comunicación a través de los cuales se forma la opinión pública sobre uno de
los aspectos de mayor incidencia en la marcha de nuestra sociedad.
El
hogar pobre es un sistema homeostática queriendo significar con ello que la
reacción operada frente a un estímulo negativo hace que ese organismo se
acomode rápidamente a la nueva disposición en el diagrama de las fuerzas
resultante, para terminar quedando más o menos como estaba al principio pero
con una cuota adicional de frustración.
En
esas circunstancias opera un sentimiento bastante extendido que es el de la
resignación que hace que el descreimiento habitual se afirme en la idea de que
nada puede cambiar.
Como
cualquier cuerpo vivo, la pobreza pensada como sistema construye sus propios
mecanismos autorreferenciales y justificatorios. Obra de esa manera para
hacer más llevadera una situación dura y configurar, en un juego de
recursividades, un componente de sentido al que ni siquiera se le confiere un
carácter transitorio.
Hay
fatalismo, y sobrellevarlo implica crear mecanismos de compensación. Esta
simbiosis es abarcativa; no solo se refiere a la estructura en sí sino que,
invasivamente, compromete a todas las partes integrantes y sus interrelaciones
con el entorno.
Aunque
un sistema autopoiético se mantenga en desequilibrio, es capaz de conservar una
consistencia sistémica al metabolizar permanentemente la energía de su medio;
en este caso, los impactos que reciben las familias incluso, paradójicamente, y
en no pocas oportunidades, las adversidades que obran para incrementar el
sentimiento fatalistas pero también una cuota de resistencia sorda, las ayuda a
desenvolverse en situaciones de hostil adversidad. La pobreza termina siendo un
estilo de vida al que no es del todo malo pertenecer.
Mitigar la pobreza es una imposición de
los principios éticos básicos de Occidente, así como del simple auto-interés.
En el largo plazo es improbable un mundo ordenado si el alto ingreso de una de
sus partes coexiste con una pobreza extrema de la otra, mientras cobra vida “el
mundo único” de la comunicación, de los problemas mutuos y de la
interdependencia. Richard N. Cooper, Karl Kaiser, Masataka Kosaka,
Robert R. Bowie, Hacia un Sistema Internacional Renovado, Comisión
Trilateral", 1977.
Las condiciones de vida se deben
mejorar en los lugares de origen de las familias. Retener la población y
recuperar una parte de la que ya ha emigrado amerita generar fuentes de
trabajo, acceso a una vivienda digna, fuertes inversiones en salud y educación.
Las mejoras deben tener escala regional
mediante la federalización productiva en el ámbito donde se producen las
migraciones: el NOA, el NEA, así como en Paraguay y Bolivia. Para ello podemos
inspirarnos en la forma en que la Unión Europea encara la problemática de la
pobreza y las migraciones.
La reconfiguración territorial y
poblacional no necesariamente implica el masivo traslado de las familias que
libremente opten por iniciar una nueva vida.
En los tableros de un aeropuerto las
luces se prenden y apagan pero están siempre en el mismo lugar; sin embargo
esas ondas visuales contienen información que comunicada fehacientemente
facilitan la toma de decisiones en el momento oportuno.
Las familias pueden y deberían ir haciendo
sus cálculos y los programas anti-pobreza intensificando sus propuestas las que
deben ser cada vez más tentadoras y atractivas. El factor movilizante
fundamental en las familias pobres son las expectativas favorables en tanto no
sean defraudadas.
Algo que se quiera transformar debe
arrancar de una inquietud estimulante; el auto conformismo o la resignación
homeostática no movilizan.
Empero, el tiempo insumido hasta el
logro de resultados sustentables, implica que hay un periodo en el que se debe
asistir a las familias. El tipo y calidad de la vivienda transitoria es una
variable clave.
La pregunta es si efectivamente la
vivienda cumple el rol que se le asigna. En la ciudad de La Plata, se han
levantado casas de dos plantas, de buena construcción, que se pueden ver al
final de la autopista viniendo de Buenos Aires.
A su frente, en improvisados palenques,
pacen atados ejemplares de esa sufrida raza de petisos que a diario, con lluvia
o fuertes vientos, tiran sin descanso del carrito de los cartoneros por las
calles de la ciudad. Hace años que la situación permanece estable sin haberse
modificado y no se vislumbran perspectivas de serlo.
Con ese tipo de desatinos la familia se
ve anclada en un lugar donde carece de perspectivas serias de superar su
condición. Por el contrario, si esa misma vivienda se levanta en el lugar
adecuado, entonces cumple una doble función: responde a una justa
reivindicación, pero al mismo tiempo deviene punto de partida para incrementar
las opciones de progreso para el núcleo familiar.
Las políticas sociales deben ser una
herramienta eficaz para dotar al beneficiario de los recursos necesarios para
desenvolverse en el mercado laboral. Una política social no puede concebirse en
sí misma al margen de otras variables que hacen a la evolución de la familia.
Por su trabajo debe recibir una paga
que alcance para mantener a su familia. Pueden ser microemprendimientos más o
menos informales en sus primeros tramos, con una particular tolerancia para dar
tiempo a la normalización.
El ascenso social es un proceso de alta
complejidad que, en los grandes números, no se da sin la proclividad de un
entorno. Eso es ambiente favorable,
un estado de ánimo colectivo que se instala a partir de la política y la
comunicación.
El tratamiento de la pobreza debe ser
específico, a nivel de cada familia. Para ello existen bancos de datos que
pueden ser utilizados para una eficaz tarea de promoción de las oportunidades
de progreso en cada hogar. Con el big data de hecho ya están funcionando
algoritmos que bombardean cada celular para promover el consumo
(des)personalizado.
Existe hoy en nuestro país, en sus
institutos y universidades, la capacidad suficiente para dotar de las
herramientas más modernas para la implementación y gestión de una política como
la que estamos imaginando.
En el caso de una política pública de
“erradicación de la pobreza/reubicación de la población/desarrollo local” se
requeriría un trabajo específico de:
·
diseño de los programas en función de los objetivos gubernamentales;
·
elección de variables a controlar y formulación de los indicadores
adecuados;
·
ingreso de la información recopilada a las bases de datos;
·
formulación de los algoritmos y diseño de los modelos
·
simulación de escenarios;
·
elaboración de los modelos operativos (hojas de ruta).
·
evaluación de los resultados y comunicación de lo actuado
·
adecuación iterativa de las políticas públicas
Preliminarmente, podemos ver cómo se
pueden gestionar las alternativas de reconfiguración social, demográfica y
territorial incorporando indicadores de flujos y reflujos poblacionales,
políticas federales de crecimiento, marcha de las inversiones nacionales e
internacionales, resultados de las medidas impositivas implementadas, variación
de las oportunidades de negocio, creación de puestos de trabajo, etc.
En suma, un modelo de circulación de
oportunidades, implementado en forma transparente, puede ser una
herramienta para comenzar a reconstruir el país con un aprovechamiento al
máximo de las excepcionales condiciones que se nos irán presentando en esta
fase de la globalización.
Reinsertarse en el mundo global y
establecer relaciones de nuevo tipo implica concebir una macrorregión
socio-económica sudamericana y apoyarse en los factores exógenos, básicamente
el comercio y la producción a ese nivel, y en las facilidades que brinda la
cooperación internacional bien ejecutada.
Acceder a los escenarios deseados y
factibles en una política a largo plazo no implica que debamos esperar que emerjan
por sí solos. Hay muchas cosas para hacer mientras tanto en torno a la pobreza sin
las cuales las soluciones radican en un horizonte que siempre se va
alejando.
Ing. Alberto Ford
IRI/UNLP Noviembre
de 2023