Un mundo dividido
La guerra en Ucrania había entrado en un parate como si fuera
de trincheras por la estabilidad de sus frentes. Los soldados no se veían las
caras ni usaban bayonetas; solo misiles de corta alcance pero altamente
destructivos. Nuevamente Putin dio la nota. Le dio legitimidad a los referéndums anexionistas convocaos en
el Donbass y otras dos provincias del sudeste ucraniano. Además decretó una movilización parcial para que la
contienda deje de tener las limitaciones de una “operación especial”. Ambas
medidas presuponen una escalada pero en su medida. Es improbable que la guerra se
desbarranque, atraviese físicamente las fronteras de Ucrania o se apele a las
armas atómicas. La Asamblea General de las NNUU es la perfecta caja de
resonancia para darle al conflicto un dramatismo adicional. Por su parte, los
algoritmos harán lo suyo para que la guerra además de proxi también siga siendo
híbrida… pero con más octanaje. En el trabajo se da una idea de cómo el mundo
se ha dividido. Sus instituciones siguen funcionando pero empezarán a hacerlo
de otra manera más relevante. La grieta global sigue su curso.
A ambos lados de la grieta, la nueva configuración
planetaria va tomando forma al compás del ritmo que marca la dilatada guerra en
Ucrania. La contraofensiva de los últimos días para recuperar territorios que
venían ocupando las fuerzas rusas coincide con dos eventos realizados este mes
de setiembre de 2022. Uno es la 2ª
Reunión Anual del Diálogo Económico de Alto Nivel México-Estados Unidos (DEAN) que
tuvo lugar en la capital azteca el lunes 12; el otro, los días 15 y 16, la 22ª
reunión del Consejo de Jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái
(OCS) en Samarcanda, la ciudad uzbeca de Las mil y una noches.
En el actual
escenario las convocatorias son la evidencia de una realidad que asoma a través
de sus significados en los que las cuestiones territoriales condicionan las
agendas. En el caso de Norteamérica, el tema de la cercanía se refiere a cómo el sistema productivo sin ir más lejos puede
disponer en forma resiliente de los insumos provistos por las llamadas cadenas
de suministros o cadenas globales de valor (GVC). Por su parte, los principales
países del mundo con ambiciones multilaterales hacen notar su presencia global por medio de una cumbre
desde el lugar del continente euroasiático donde se sitúan las cinco “stán”.
El patio de acá
La reunión del DEAN
a nivel de los ejecutivos de ambos países fue encabezada por sus cancilleres:
el secretario de Estado Antony Blinken y el secretario de relaciones exteriores
mejicano Marcelo Ebrard. La declaración conjunta emitida al final de las
deliberaciones es un reflejo de la problemática hemisférica que EEUU en esta
oportunidad circunscribe a las zonas de impacto directo sobre sus fronteras más
calientes.
El DEAN se activa
en cuatro pilares centrales:
1.
Reconstruyendo
juntos
2.
Promoviendo
el desarrollo económico y social sustentable en el sur de México y
Centroamérica
3.
Asegurando
las herramientas para la prosperidad futura
4.
Invirtiendo
en nuestros pueblos
En el primer
pilar es inferible una relación directa con dos programas: el Build Back Better World (B3W) para el
desarrollo de infraestructura en países
de ingresos bajos y medios que el presidente Biden presentó ante el G7 en junio
de 2021, y su complemento estadounidense, el denominado Acuerdo bipartidista de
infraestructura al que han destinado 1,2 billones de dólares.
El vector que
describe los flujos originados por el deterioro de la situación centroamericana
es coincidente con el trazado de uno de los proyectos emblemáticos de AMLO: el
Tren maya. Su recorrido a través de la península de Yucatán promete acarrear
expectativas favorables por medio de la creación de empleos y oportunidades. Tal
como es concebido en el DEAN, la zona del ancestral imperio de los jugadores de
pelota de caucho -El Salvador, Honduras, Guatemala y el sur de México- se irá
poblando de pymes y emprendimientos para dar solución al grave problema de las
migraciones.
La industria de microprocesadores es uno de los insumos
críticos en este momento, al punto que los faltantes a nivel global han puesto
en jaque a sectores enteros de la producción como el automovilístico. Siendo
que solo el 10% de los microprocesadores es hecho en occidente, se dice en una
declaración del departamento de Estado que “la aprobación de la ley CHIPS y
Ciencia (Chips and Science Act) por
el gobierno de EEUU proporciona oportunidades sin precedentes para mejorar las
ya dinámicas cadenas de suministro”. Taiwan
Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), la fábrica más grande del mundo
-con sede en Taiwán y propiedad de alguna manera compartida con los gigantes
tecnológicos que aportan el know how- está construyendo una planta en EEUU con
una inversión de 12.000 millones de dólares. Obviamente TSMC también seguirá
produciendo desde el Lejano Oriente incluso desde la RPCh donde posee enorme
inversiones pero redireccionando el target a su entorno cercano. Como dijo la
presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen al gobernador del estado de Arizona Doug
Ducey ahora chips democráticos y chips autocráticos.
Se produce la
denominada relocalización (re-shoring). Empresas de origen norteamericano y
europeo que protagonizaron el desarrollo de Oriente - devenidas globales y en
algunos casos con denominación o mecanismos de propiedad compartida con la
parte china- sin afectar en sus fundamentos aquella gesta, se ven incentivadas
para hacer lo mismo que hicieron en el oriente a partir de los setenta pero en
el hemisferio americano. En perspectiva el negocio cierra. Con la grieta global
se abren para la emulación dos mercados separados (por lo menos inicialmente en
bienes y servicios; “acercar” GVC llevará más tiempo) de igual magnitud. Es la
gran apuesta de la globalización en su fase superior para resolver hacia 2050 el
flagelo de la pobreza en un mundo pletórico de recursos de todo tipo que ha
dado fin al histórico reinado
de la escasez.
La realidad del
lado de allá de la grieta
Podría haber sido una movida florentina de la astuta diplomacia
vaticana. Casualidad o no Francisco llegó el mismo día que XI Jinping a
Nursultán (ex Astaná) la capital de Kazajistán. El Papa para asistir al 7º
Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales. Xi en una visita
de Estado de paso a la Cumbre de la OCS que en simultáneo tuvo lugar en
Samarcanda, la segunda ciudad de la vecina Uzbekistán.
Es sabido que a Francisco le niegan la visa más anhelada.
Hace tiempo que quiere ir a China y no lo dejan a pesar de que tiene los
merecimientos suficientes como para ser invitado. No solo como jefe de la
Iglesia católica sino como hermano de otro jesuita prominente, el paleontólogo
y filósofo Teilhard de Chardin, de prolongada estadía en China donde tuvo la
oportunidad de participar del descubrimiento del Hombre de Pekín (Homo erectus pekinensis, nuestro
antecesor directo), y divulgador de las nociones de Noosfera y Punto Omega muy
utilizadas por los eruditos.
A un nivel donde nadie se tira a la pileta con los ojos
cerrados, llama la atención la coincidencia en ese lugar de dos de los máximos
líderes mundiales. Según Reuters, desde Roma se le hizo saber a China que el
Papa Francisco estaba dispuesto a reunirse con el presidente Xi cuando ambos
estuvieron en la capital kazaja, pero Pekín contestó que “no había tiempo suficiente”.
El Papa tampoco tuvo suerte con KIrill, el patriarca de
Moscú y de todas las Rusias, entusiasta defensor de la invasión a Ucrania y con
quien había programado un encuentro. El Primado ruso se negó a viajar a
Nursultán para participar del mismo congreso tras considerarse ofendido porque en
una carta el Papa le había dicho que no debía ser “el monaguillo de Putin”. De
cualquier manera Francisco logró estar en el centro de los acontecimientos de
la parte autocrática del mundo que es la que siente más afín.
Es en ese contexto que se produce el rutilante desembarco de
Xi en Samarcanda. Lo esperaban para la Cumbre y otras reuniones bilaterales además
de Putin los líderes de los principales países emergentes, entre ellos Erdoğan
(Turquía), Modi (India), Raisi (Irán), Sharif (Pakistán) y otros presidentes y
primeros ministros.
OCS. Foto de familia en Samarcanda
Era la primera salida de XI al exterior luego de la
pandemia. En una interesante nota del NYT se dice que Xi busca posicionarse en
el Asia Central, una región motivo de ancestrales disputas. El “Gran Juego” fue
el término popularizado por Rudyard Kipling para referirse a la competencia
entre Rusia y Gran Bretaña durante el siglo XIX por el control de esa zona que
históricamente fue de paso obligado para la Ruta de la Seda. En el
acápite 13 de la Declaración de Samarcanda emanada de la Cumbre los Estados miembros
consideran a Asia Central como el núcleo
de la OCS. A principios del siglo pasado, el geógrafo John Mackinder
en sus estudios de la geopolítica había considerado pivote al Asia Central (pivot area) para el control de esa
inmensa geografía. Si uno mira un mapa ve que esa postergada zona está rodeada de
países que tienen casi la mitad de la población mundial.
Sin ser deslucido, el papel de Putin no fue tan destacado;
en contraposición a Xi, al presidente ruso se lo vio con perfil bajo en una
conferencia de prensa que sostuvo solitario y de pie, jaqueado por las
preguntas de rigor con respecto a la contraofensiva ucraniana. No obstante, Xi
y Putin presidieron de hecho las deliberaciones ya que Rusia y China están a cargo
del doble comando de la OCS.
La novedosa convocatoria -un formato G20, aunque más
pormenorizado e intervencionista- está indicando que la construcción de la
parte autocrática de la grieta global por lo menos en las actuales condiciones no
está exenta de dificultades… pero es un camino de ida concebido multilateral
sin lugar para las pretensiones hegemónicas.
Se dice que los países interesados en ingresar a la OCS
forman una larga fila, entre ellos Arabia Saudita y sus vecinos del golfo. Tal avidez
generaría para el Occidente democrático una situación más complicada aún que la
del presente con respecto a la provisión de hidrocarburos. Los líderes quedaron
en reunirse en la India el año que viene.
—o0o—
La guerra en Ucrania va para largo; los avances y retrocesos
son pequeños tanto en tiempo como en espacio. Según algunos observadores el
ritmo de la contienda parece ser el de la Primera Guerra Mundial en lo referido
a la inmovilidad de las trincheras aunque en esta oportunidad los soldados no
se ven las caras ni usan sus bayonetas, solo se “comunican” con disparos de artillería.
En los últimos días se produjo una contraofensiva del Ejército ucraniano que ha
llegado a ocupar por abandono de territorios (o desplazar de ellos al enemigo
según quien lo diga) que habían estado en manos rusas. Es sabido que en las
guerras híbridas vale lo mismo un lanzacohetes de los más modernos como el High Mobility Artillery Rocket System (HYMARS)
que un algoritmo capaz de llevar a cabo verdaderas proezas interpretativas en
materia de acciones militares. Empero, para los observadores tradicionales
sigue primando la cuantificación de los territorios en juego. Las estadísticas
más confiables nos dicen lo siguiente.
Territorio |
Superficie
Km2 |
% |
Ucrania |
630.550 |
100 |
Ocupado por los separatistas prorrusos
en el Donbass antes de la invasión en febrero de 2022 |
20.245 |
3 |
Ocupado por las fuerzas rusas desde la
invasión |
120.000 |
20 |
Recuperado por la contraofensiva ucraniana
de estos días |
6.000 |
1 |
Salta a vista la connivencia de hecho para regular el ritmo
de las acciones. El presidente Biden juega su fortaleza en las elecciones de
medio término y el transcurso de la guerra le permite hegemonizar el lado
democrático de la grieta (ante el frío del inminente invierno los países
europeos están más que preocupados por la temperatura de sus hogares). Por su
parte, los contratos aprobados con el Complejo Militar Industrial son muy
voluminosos aunque se calcula que solo el 20% de las armas llega al frente.
Mirado desde el otro lado hay un activo invalorable para los rusos: EEUU no
autoriza atacar su territorio lo que implica que los invasores pueden guerrear
con las espaldas cubiertas. Por último y no menos importante, hoy se anuncia
que las fuerzas de ocupación están organizando elecciones separatistas
inicialmente en las provincias que bordean el mar de Azov lo que les garantiza
un corredor terrestre para llegar a Crimea desde territorio ruso.
El referéndum está previsto para el viernes de esta semana.
Son de dos tipos. En el caso de Donetsk y Lugansk -que ya son repúblicas
autónomas reconocidas por Rusia- la consulta es “sobre la unificación del
territorio con Rusia”. En Jersón y Zaporiyia, dos provincias ocupadas esta
última en parte, a los votantes se les pregunta “si desean dejar de ser parte
de Ucrania y empezar a ser un estado independiente adherido a Rusia”.
En una nota de Foreign
Affairs, la centenaria revista de EEUU publicada por el Consejo de
Relaciones Exteriores, Fiona Hill sugiere que “Putin pretende presidir una
nueva unión compuesta por Rusia, Ucrania, Bielorrusia y quizás la parte norte
de Kazajstán, y establecer una esfera de control en Eurasia que Occidente
estará obligado a aceptar” (ver https://www.atlanticcouncil.org/blogs/state-of-the-order-assessing-august-2022/).
Los resultados se pueden prever; el interrogante está en la modalidad que adopte
la anexión y si los rusos se detendrán en las nuevas fronteras. La moneda está
en el aire.
Ing.
Alberto Ford
Buenos Aires, 21 de setiembre de 2022
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