Lo que vendrá
El trabajo se refiere
básicamente, dado el dramatismo del momento que estamos viviendo, a la
irrupción impiadosa del COVID-19 (coronavirus). Un efecto que, a diferencias de
otras situaciones asimilables ocurridas anteriormente, generalizadas pero no
tan invasivas, afecta al mismo tiempo y en forma directa a las personas en
todos los países del mundo. Se trata asimismo de delinear algunos de los
escenarios que a mi criterio se van a instalar, no solo a consecuencia de la
crisis sanitaria, sino, principalmente, por tendencias que aunque embrionarias ya
se podían vislumbrar y que la pandemia obviamente no va a eliminar.
Aparentemente nacido en China por un hecho baladí asociada a
las tradiciones gastronómicas de su pueblo (una sopa de murciélago), el COVID-19
(coronavirus) ha llegado a afectar a millones de personas, no solo por su
incidencia patológica -que es menor con relación a otras causas lesivas-, sino
por el efecto sobre la propia subjetividad de los individuos. En el mundo se ha
generado una situación de miedo e incertidumbre sin antecedentes. La lista de
los cambios es muy abarcativa. Una
síntesis la da una nota en un diario inglés.
“Recuerda
algunas semanas atrás e imagina a alguien diciéndote lo siguiente: dentro de un
mes, las escuelas cerrarán. Casi todas las reuniones públicas serán canceladas.
Cientos de millones de personas en todo el mundo estarán sin trabajo. Los
gobiernos lanzarán algunos de los paquetes de estímulo económico más grandes de
la historia. En ciertos lugares, los propietarios no cobrarán el alquiler ni
los bancos los pagos de la hipoteca, y las personas sin hogar podrán permanecer
en los hoteles de forma gratuita. Se pondrán en vigencia medidas de provisión
directa de ingresos básicos por parte de los gobiernos. Grandes áreas del mundo
colaborarán, con diversos grados de coerción, en un proyecto de mantener
separadas a las personas por lo menos dos metros, siempre que sea posible.
¿Hubieras creído lo que estabas escuchando?” (https://www.theguardian.com/world/2020/mar/31/how-will-the-world-emerge-from-the-coronavirus-crisis)
Las derivaciones de las medidas son enormes. La más
llamativa es la distancia social que, en combinación con la cuarentena,
contribuye a romper de hecho la multiplicidad de lazos que nos vinculan con las
personas y las cosas. Me hace acordar a la opción de “mantener solo texto”
-cuando se hace una copia con el Word - capaz de eliminar al toque cualquier
vínculo preexistente entre las palabras para dejarlas aisladas unas de otras. Las
complejidades de las tramas interpersonales se simplifican. La mente se disocia
entre lo individual y lo colectivo como en un trastorno bipolar de alcance
social.
Lo insólito del momento creado con la irrupción del virus,
más la incertidumbre sobre la duración y alcance potencial de sus efectos, nos
generan una visión francamente desalentadora sobre lo que está sucediendo… en
los momentos en que podemos escapar al desasosiego inconsciente que nos invade
a toda hora. Pero, como en toda emergencia, la situación presenta distintos
costados; hay amenazas muy serias pero también hay posibilidades por explorar cuando
pase todo esto.
Si es cierto, como se dice, que nada será igual luego de que
pase la pandemia, y si se puede pensar en que las cosas van a empezar a cambiar
en nuestro país, es bueno preguntarse cuáles son las líneas estratégicas a
seguir. Voy a dar mi opinión sobre algunos tópicos.
--o0o—
De los innumerables problemas que sufre nuestro país, hay
uno que prevalece aunque su consideración siempre ha sido secundaria y formal:
el desequilibrio territorial y la concentración demográfica. La
malformación se puso en marcha hace 250 años cuando la corona española
privilegió comercialmente el Rio de la Plata en detrimento de Lima, dando lugar
al crecimiento de Buenos Aires. Las riquezas del puerto comenzaron a atraer
población en forma sostenida de un el territorio semivacío, produciendo los
perniciosos efectos que se observan en la actualidad.
Una comparación entre las provincias de Córdoba y Buenos nos
muestra la variación relativa del índice poblacional desde los años en que se
formó el Virreinato del Rio de la Plata.
año
|
número de habitantes
|
|
Buenos Aires
|
Córdoba
|
|
1778
|
43 165
|
44 506
|
1821
|
200 000
|
85 000
|
1847
|
320 000
|
90 000
|
1853
|
500 000
|
150 000
|
1869
|
495 107
|
210 508
|
1895
|
921 168
|
351 223
|
1914
|
2 066 948
|
735 472
|
1947
|
4 273 874
|
1 497 987
|
1960
|
6 766 108
|
1 753 840
|
1970
|
8 774 529
|
2 060 065
|
1980
|
9 766 030
|
2 407 754
|
1991
|
12 594 974
|
2 380 041
|
2001
|
13 827 203
|
3 066 801
|
2010
|
15 625 084
|
3 308 876
|
La disparidad debería ser más marcada si se considera el
resto de las provincias.
Desde cualquier punto de visto, la inviabilidad del país se
pone de manifiesto en el hecho de que un tercio de su población está amontonada
alrededor de la ciudad de Buenos Aires, y el resto vive en un territorio quasi
despoblado de 3 millones de Km2. La aglomeración conlleva una
cantidad de problemas que son inherentes a su tamaño.
El juego de algunas variables nos muestra no solo la
inviabilidad sino el rol perjudicial que juega el conurbano para el resto del
país. En el mejor de los casos, cualquier recurso que se ponga en favor de la
pobreza es rápidamente absorbido por
las migraciones de connacionales que vienen del interior del país, donde tienen
menos opciones de subsistencia, y ahora también de los países vecinos. Las
mejoras se licúan rápidamente, mientras la población y la pobreza crecen sin
cesar.
Esa da lugar a la llamada paradoja del conurbano: cuanto mejor, peor. Se pueden sacar dos
conclusiones: si no se para su crecimiento, no hay ninguna posibilidad de un
desarrollo nacional equilibrados con sentido federal; la otra es que no se
puede desmontar de la noche a la mañana un sistema que se vino armando durante
250 años.
--o0o--
Una política de estado de federalización productiva es la manera
de comenzar a revertir la tendencia centrípeta que ha alimentado abusivamente el
hinterland de la ciudad de Buenos Aires. Aparte de las inversiones, el
levantamiento de un sistema fabril cerca de las materias primas necesita
continuar construyendo una infraestructura de conectividad en red que permita
la movilidad de los factores en función de las cuotas de exportación que nos
sean asignadas o sepamos conseguir. Hay cuatro destinos: el hemisferio
americano, el Asia-Pacífico, Europa y África, cometido en el cual también hay
que terminar con las unidireccionalidades. Un manejo ordenado de la población
implica el control efectivo de fronteras terrestres en favor del trabajo
decente así como la cooperación para el desarrollo con los países vecinos como
forma de aliviar las presiones migratorias indiscriminadas. La infraestructura
debe contribuir a aprovechar las posibilidades geopolíticas de la Argentina,
poniendo en valor los miles de km de frontera que posee, para ir atenuando el
centralismo porteño.
Algunas de las medidas adoptadas, parecidas como gotas de agua a las de todos los países del mundo,
tienden a un control generalizado y excepcional: distancia social, tránsito
limitado, amplia disposición de la infraestructura sanitaria, abandono de
tareas, teletrabajo, levantamiento y prohibición de reuniones, encuentros
virtuales, cuarentena, clausura de fronteras, cierre de fábricas, paralización
generalizada de la administración pública, trastornos en la economía y las
finanzas, etc., son herramientas que ahora solo causan fastidio, ansiedad y desconcierto,
pero que evidencian el poder de los estados de hecho delegados, en este caso
ante una amenaza para la salud pública.
Obviamente, todo la drasticidad de esas medidas o
circunstancias serán dejadas de lado o matizadas cuando finalice la pandemia. Sin
embargo, hay que tener cuenta una cosa: se pondrán en marcha líneas
estratégicas globales que no se plasmarán solo en el lapso de una gestión
gubernamental. Se requerirá políticas de estado como nunca hubo en la
Argentina, un país de culto en materias de divisionismo. Por eso hay que
empezar a ser serios en serio. Por ejemplo, los llamados a formar consejos
económicos y sociales son experimentos que otrora no han funcionado; así, es
difícil esperar que, frente a desafíos tan complejos y complicados, con no
pocos de los dirigentes haciendo lo mismo de siempre, se puedan obtener como
decía Einstein resultados distintos.
--o0o--
Frente al COVID-19, 200 países están actuando en simultáneo
aunque no haya existido una cumbre global de ministros de salud para coordinar
las medidas. Por su parte, las NNUU hasta donde se ve no están jugando un papel
preponderante. ¿Cuál es entonces el causal de una sincronización que abarca
todo el planeta? Haciendo un seguimiento de las noticias a nivel internacional asoma,
fiel a su estilo, el rol del G20[i].
A diferencia de 2008/9, cuando encaminó la crisis de Wall Street en unos pocos
meses, en este caso la incumbencia es sanitaria, lo que demuestra la amplitud
de su agenda. Desde el punto de vista del tablero de comando, la situación no
deja de presentar algunas curiosidades.
El G20 carece de los atributos tradicionales
del poder. No se apoya en una estructura burocrática; sus autoridades y sedes
van rotando anualmente; no tiene programas ni presupuesto establecido (el anfitrión de las cumbres paga los gastos de su
preparación; de paso, hay que decir que la inversión no es improductiva: Buenos
Aires organizó la reunión global más representativa de su historia, muy
probablemente irrepetible por mucho tiempo); la agenda es variable según las
circunstancias; su andar es transparente (por su composición, el secreto
obviamente está excluido, y el producto de sus deliberaciones se publica de
inmediato); no toma decisiones y sus recomendaciones/compromisos (alcanzados
por consenso ya que sus instancias organizativas no contemplan el voto) tampoco
son vinculantes, es decir, no son de aplicación obligatoria. ¿Cómo puede ser
entonces que, en medio de ese universo de características tan paradojales, el
G20, en pocos años, se haya ubicado indiscutiblemente en la cúspide de la gobernanza
global?
Iluminar el intríngulis no está exento de cierta simplicidad prosaica. Por las razones de una jerarquía
informal de poder, el G20 ha subsumido a todas las organizaciones
internacionales que necesita para su accionar, lo que no podría ser de otra
manera dado que todas esas organizaciones subsisten con los aportes de los
países, principalmente los más ricos, que forman parte del G20.
El poder del G20 se basa en la delegación. Lo ejerce a través de las
diversas formas que les proveen las organizaciones que subsume, u otras
alternativas creadas al efecto. En una apretada síntesis se pueden identificar
los siguientes medios (“poleas de transmisión”).
1.
Programas de las Naciones Unidas.
2.
Organismos multilaterales y sus programas
3.
Reuniones ministeriales y canales diplomáticos.
4.
Fundaciones y personalidades. Grupos informales
convocados ad hoc
5.
Organismos regionales
6.
Grupos de afinidad y otras instancias del G20
Las diversas ligazones que esas instancias tienen con las
jerarquías a niveles nacionales, con distinto grado de formalidad, explican el
tránsito que va desde la “recomendación”, hecha por los líderes mundiales en
sus cumbres, a la política o medidas concretas que toman los gobiernos
incluidos los propios. El G20 vendría ser una especie de influencer con muchos likes
entre los que deciden. No hay más secretos que esos. Así, el G20 es un poder de
nuevo tipo que no está contemplado en la bibliografía académica. Y su eficacia
ya está probada así como su importancia, la que irá creciendo en lo sucesivo,
por lo menos hasta un punto. ¿Qué es lo
que viene ahora?
--o0o—
En sus 50 años la globalización ha hecho prodigios. En un
breve período de tiempo ha sacado de la pobreza a gran parte de la población
que estaba en ese estado. Los logros más notorios están en China, el país más
poblado del mundo. Un país atrasado, enormemente afectado por las políticas aventureras
del maoísmo, se vio favorecido por una decisión estratégica tomada en
Occidente. La RC&T había terminado con la escasez a partir de provocar una nueva
revolución industrial capaz de elaborar más bienes que los potencialmente
consumibles por toda la población mundial. Ahora hacían falta mercados para lo
producible, y los países avanzados necesitaban o les convenía descentralizar la
producción de bienes de consumo masivo. Era el momento de las industrias de
tecnologías de punta o la producción de bienes y servicios más sofisticados que
los países centrales se reservaban para sí. Era lógico que se produjera un dinámico
trasplante masivo de industrias llave en mano, en constante actualización, que terminó
siendo la razón fundamental del desempeño de China.
Esa ecuación dio lugar a la operación logística más grande
de la historia: EEUU y en parte Europa, relocalizaron gran parte de su
infraestructura industrial en suelo chino. Los resultados son asombrosos,
teniendo en cuenta el punto de partida, para un país devastado que ha sido
capaz de llegar a ser en apenas cincuenta años la segunda economía del mundo. Por
otra parte, el acelerado crecimiento que se viene dando en países de bajos
ingresos, africanos y del sudeste asiático, hace que en conjunto la pobreza
(los 1U$S/day) se haya reducido a la mitad en pocos años[ii].
Pero aún quedan 1000 millones de ciudadanos globales que deben ser motivo de
otro tipo de políticas más asentadas en la base. Es lo que falta para culminar la instalación de la globalización
comenzada en los setenta del último siglo.
--o0o--
“La globalización (G) es un emergente multidimensional
en la evolución de la sociedad humana. Como tantas otras eras (edades) de las
que nos habla la historia, tiene antecedentes que facilitan su alumbramiento. G
es un producto de la revolución científico tecnológica. Son dos las disciplinas
de mayor protagonismo en el proceso de su gestación: las matemáticas y la
computación. Es el momento de la
prospectiva que hace que el futuro ya
no solo se enfrente sino que se pueda empezar a construir. Cuando esas
herramientas permiten elaborar modelos de alcance planetario, ser procesados
(simulados), y dar lugar a modelos operativos (hojas de ruta), se hace posible
el gerenciamiento compartido de los recursos que el mundo necesita para su evolución
consensuada. Es ahí donde nace G, aún en un mundo absurdamente dividido. Esa
sinergia, de matriz transdisciplinaria y alto potencial intelectual, toma forma
en el momento que el ser humano sale del seno materno y comienza a internarse
en el espacio celeste. En ese sentido G es un cuerpo vivo: nace, crece y se
desarrolla. Al igual que nosotros, no puede regresar a la vida intrauterina; el
sentido común y un abordaje científico lo certifican”. (https://mercado.com.ar/economia-y-politica/hay-un-regreso-a-la-pre-globalizacion/)
Desde el punto de vista de la física, la globalización es un
campo como lo es el gravitacional. Las más diversas situaciones que afectan a
los objetos que estás sometidos a sus líneas de fuerza no hacen que el campo se
altere. En él las cosas pueden ser de muchas maneras, pero terminan siendo de
una…
Para culminar la instalación de la globalización hace falta
sustentabilidad. Los países, sobre todo EEUU, están buscando las condiciones
para crear y repartir más equitativamente riqueza generada también en su suelo.
Es la razón del sorpresivo proteccionismo de Trump. Es el mismo american first que hemos visto
últimamente, aunque sin tanto bombo, en otros países europeos que en su momento
también transfirieron empresas al sudeste asiático.
EEUU está importando mucho capital, y está repatriando
empresas que otrora fueron deslocalizadas. El objetivo de esa gran movida
inversa debería ser uno: la creación de puestos de trabajo genuinos para
combatir la pobreza, o favorecer el crecimiento y el desarrollo con sentido nacional.
En el caso de EEUU, las reverberaciones de las políticas en marcha se notarán
entre las familias que se vieron afectados en su oportunidad por el desguace
industrial en favor de China, los habitantes del medio oeste norteamericano que
no casualmente le dieron el triunfo a Trump.
“Mitigar la pobreza es una imposición de los principios
éticos básicos de Occidente así como del simple auto-interés”[iii]
se decía hace algo más de cincuenta años en el informe liminar de la Comisión
Trilateral constituida en ese momento. No casualmente era su director quien 5
años antes había tenido a su cargo, como Secretario de estado de EEUU, la tarea
de organizar las exitosas conversaciones entre Richard Nixon y Mao Tse Tung
para la asistencia de Occidente a la RPCh. Henry Kissinger, ya casi centenario
pero aún en funciones[iv],
fue el negociador estrella en un viraje clave de la historia de la humanidad (o
monje negro de la globalización como lo suelen llamar los trolls en EEUU).
El “neoliberalismo” tiene una lista de logros para mostrar. Es
de esperar que se mantengan e intensifiquen las tendencias previas al COVID-19.
Actualmente, G tiene 3 objetivos principales: la pobreza, la infraestructura de
conectividad, y los aspectos institucionales.
Ya hemos visto la cuestión de la pobreza. En cuanto a la
infraestructura, seguirán su curso los proyectos de la Nueva Ruta de la Seda,
que están contribuyendo a cambiar en un sentido reticular las comunicaciones,
materiales y virtuales, del continente euroasiático y parte de África. Con esos
proyectos, en una mega escala, se está dando repuesta estratégica a la herencia
colonial/imperialista -radio céntrica en beneficio de las metrópolis- para
avanzar en un diagrama de tránsitos comerciales como los que son posibles y
necesarios con la globalización.
Al solo efecto de su mención. Las macrorregiones se irán
instalando como entes convocantes de creciente incidencia. Se pueden esperar cuatro
configuraciones dominantes, tres físicas, de contigüidad territorial, y una
virtual, de hecho ya existente. La más extensa es el continente euroasiático, en la que Rusia actuará como
administradora de conflictos, pero que irá progresando al ritmo de las nuevas
obras de infraestructura de conectividad salidas de la Nueva Ruta de la Seda.
Obviamente, es esperable un fuerte protagonismo geopolítico de China pero más
geo que político. África Subsahariana,
irá evolucionando progresivamente desde el fuerte crecimiento de estos días a
las políticas de desarrollo a largo plazo. El proyecto convocante para esos
países es el programa África 2063 de la Unión Africana en el que se notará la
hegemonía de Sudáfrica. El Hemisferio
americano actuará de consuno bajo el comando de EEUU. Y la región revitalizada que actuará sobre la
ya existente Commonwealth. Descendiendo de lo macro, habrá subsistemas,
algunos muy conflictivos. Es el caso del Magreb junto al Medio Oriente con un
manejo creciente de Turquía. De sucesiva consolidación emergerá el Asia Central
con la influencia de Kazajistán. El papel creciente de Vietnam se notará en el
sudeste asiático. Asoma la alianza que está estableciendo la India con Japón,
como contrapeso al protagonismo chino. Cimera, la conjunción más poderosa y
decisiva: el imperecedero acuerdo siempre renovado entre UK y EEUU. Y hacia
abajo, lo micro regional y lo local, un largo etcétera. Todos ellos son
procesos multifacéticos que irán madurando en el mediano plazo. Lo importante: en el plano comercial, siempre lo más
dinámico aunque no lo único, los acuerdos y los conflictos se referirán a la
parte menos diversificadas de los procesos productivos.
Así, no se verán
afectados, y por el contrario preservados, fortalecidos y garantizados, los
mecanismos inherentes a las cadenas
globales de valor (GVC)[v].
Eso puede implicar infinidad de relaciones que no responde a enfoque
estratégicos territoriales sino a las necesidades productivas de las
mencionadas cadenas. Hay que prestar atención a las cuotas comerciales e
inversiones productivas que son, desde afuera y desde siempre, las herramientas
con las que se puede promover el crecimiento de los países emergentes y de
menores ingresos.
Un tema clave es la fiscalidad referida a las empresas
globales. No son pocos los recursos en juego y tampoco faltan las tramoyas. La
OECD está llevando adelante bajo el patrocinio del G20, el programa “Erosión de
la base imponible y traslado de los beneficios” (BEPS)[vi],
que tiende a controlar los destinos de la tributación de las grandes empresas.
Es frecuente que las mismas utilicen jurisdicciones fiscales más favorables
para pagar sus impuestos, aun en casos donde no desarrollen actividades en
ellas. Más complicado es la tributación de las GVC por su dispersión. Un
producto puede estar constituido por muchas partes que provienen de distintos
países. En el G20 se han dado plazo
hasta el 2030 para elaborar los algoritmos correspondientes para el
funcionamiento de un modelo impositivo que contemple equitativamente los
aportes productivos que hacen cada uno de los países y regiones involucrados.
--o0o--
Se ha puesto en marcha la última fase del proceso iniciado
en los setenta para barrer la pobreza de la faz de la tierra. Por cierto, si
bien hay resultados que ya se están viendo desde hace algunos años, sobre todo
en el sudeste asiático, a la culminación del desafío no se llegará en un
periquete. Y en ese cometido habrá distintas posiciones en juego,
principalmente dos, el llamado neoliberalismo,
que dio sustento decisivo a la gran movida china y de otros países asiáticos, y
el populismo, que encarna la Iglesia
católica en el reinado jesuítico de Francisco, cuyos resultados aún están por
verse. Una batalla con sesgos ideológicos –que con seguridad se reflejará y ya
lo está haciendo en la Argentina- como para alquilar balcones.
Ing. Alberto Ford
La Plata, abril de
2020
albertoford42@yahoo.com.ar
[i]
Bloomberg informa que se impulsa para esta semana
una reunión de ministros de energía del G20 para zanjar en el entredicho de
Arabia Saudita con Rusia por el precio del petróleo. Al mismo tiempo, dirigentes
de todo el mundo de la talla de Tony Blair, Fernando Henrique Cardoso, Felipe
Calderón, Mauricio Macri, etc. han firmado una carta dirigida al G20
solicitando una serie de medidas por el tema del COVID-19.
[ii] En 1992 había 1850 millones de pobres, el 35% de la población
mundial. Ese porcentaje en 2017 bajó al 10% o sea 705 millones. En lo que va
del siglo XXI la clase media mundial se duplicó de 1500 a 3000 millones (¡).
Ver estos datos en https://ourworldindata.org/
[iii]Richard N Cooper,
Karl Kaiser, Masataka Kosaka. “Towards a renovated international systems”. The Triangle Papers N° 14, p. 189. New
York, 1977. En http://trilateral.org//download/doc/renovated_international_system_1977.pdf
[iv]HK acaba de sacar una nota en WSJ “La pandemia del
Coronavirus alterará para siempre el orden mundial” ver: https://www.wsj.com/articles/the-coronavirus-pandemic-will-forever-alter-the-world-order-11585953005
[v] La “guerra comercial” tiene más repercusiones
mediáticas que efectos negativos sobre el comercio mundial. Hay que tener en
cuenta que el conflicto se da sobre la base de una parte menor de la producción
global, ya que no afecta a las cadenas globales de valor (GVC), es decir,
aquellas producciones de bienes y servicios, cuyas partes provienen de
distintos países, y cuyos productos terminados se calcula que constituyen el
90% de las posiciones arancelarias. Aunque no hay información sobre las
posiciones en las controversias chino-norteamericanas, y las cuantías se dan en
montos líquidos indiscriminados, se puede inferir que las GVC quedan fuera de
la controversia por la razón de que la “guerra” involucraría a muchísimos otros
países. La poca información que trasciende a los medios sobre los bienes y
servicios afectados ratifican la suposición.
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