¿Qué hay
detrás de un Kicillof? La expropiación de YPF.
La marcha hacia el balotaje y los reacomodamientos conducentes –normalmente en estos casos de indisimulable sabor oportunista- traen a colación el tema, entre otros, de YPF y distintos aspectos de la realidad económica y social que ponen sobre el tapete el rol del estado en esos menesteres. Este es un trabajo realizado con motivo de la expropiación de la petrolera estatal inspirado en el papel que jugó en esa oportunidad el ministro Kicillof cuando tuvo que defender la medida en la cámara alta. La distribución de los votos mostró una clara mayoría a favor de la expropiación que ahora, según los últimos acontecimientos, sería más pronunciada aún. Uno podría pensar que los procesos eleccionarios obran mágicamente para un corrimiento –amontonamiento diría- hacia posiciones de centro. Para no espantar a los votantes. Sin embargo, me parece, y el trabajo lo refleja, que las coincidencias se desprenden, se quiera o no, se acepte o se niegue, de un sustrato ideológico (bastante más allá del populismo, una entelequia que genera tanta polvareda como indefinición) que ha atravesado como un hilo rojo (un círculo desplegado) la historia argentina de la decadencia de los últimos ochenta años. Relectura julio de 2015
Axel es marxista,
brillante y convencido; es un fiel revival
de no pocos de los compañeros de militancia junto a los cuales crecí y me desarrollé
durante mi paso por el movimiento estudiantil. En aquellos tiempos sus circunstancias
no hubieran trascendido más allá del entorno; hoy es un símbolo posmoderno: recientemente
fue tapa de Vanity Fair, la revista paqueta de la femme española, donde se lo presenta como el “cerebro de la
expropiación de YPF… atractivo, padrazo, empollón”. Pero no son esos atributos los
que interesan, por lo menos a mí. Voy a poner el foco en estos otros.
Su exposición en el
Senado para defender el proyecto de expropiación de YPF fue un compendio de
intenciones K; no hay antecedentes de un blanqueo así en un gobierno de pocas palabras -salvo su
jefa- y aún menos respuestas o precisiones estratégicas más allá de las que se
puedan presumir de una labor caracterizada por la audacia, el pragmatismo y la aparente
improvisación. ¿Qué dijo y qué
representó Kicillof?
Fue una reivindicación del estado empresario. Muy enfático en la defensa de la
expropiación de la petrolera argumentó que para “el manejo de un recurso tan
estratégico… YPF tiene que alinearse con el modelo”. Lo dijo bajo el supuesto de que con el control
estatal de la petrolera se “va a operar un milagro, porque va a producir más”;
en síntesis, profundización del modelo. Para simbolizar cuáles son sus indicadores
de eficacia conjeturó que “esto va a
resultar como ocurrió con Aerolíneas Argentinas". El joven viceministro -que
es catalogado como un neokeysiano en alusión a su forma de ver la economía y el
estado en particular en momentos de crisis- no es original en la historia de
las ideas argentinas.
Una
trayectoria consecuente
El pensamiento nacionalista
burgués ha recorrido como un hilo rojo la vida política, económica, social y
cultural de la Argentina a lo largo del siglo XX. El viceministro sería el
representante póstumo pero explícito de esa corriente de pensamiento que se
inicia con el ascenso de las clases populares operado con el yrigoyenismo. El
problema de Kicillof es su anacronismo: reivindica lo que tuvo sentido primigenio
100 años antes y con sus claroscuros fue causa y consecuencia de gran parte de
las realizaciones económicosociales de la Argentina del último siglo.
Sin duda, el
ideólogo de estas ideas más o menos indirectamente estatistas fue Raúl
Prebisch. Su concepción de los términos
de intercambio que justificó la política de sustitución de importaciones -que el gobierno actual reivindica
fervorosamente- contribuyó a enfilar la Argentina hacia una estructura productiva que lo retrasó
en la escena internacional con respecto a otros países en ese momento de menor
nivel si es que se puede decir así. Las diferencias con Canadá, Australia y
Nueva Zelanda se vieron con el tiempo.
El rol del pensamiento castrense por aquellos años, con Mosconi y Savio
como sus principales exponentes, terminó influenciando para considerar la
producción desde la lógica de la soberanía
nacional, privilegiando la “industria
pesada” apoyada en petróleo y siderurgia, en desmedro de lo que era nuestra
principal y genuina ventaja comparativa, el sistema agropecuario y agroindustrial.
El nacionalismo
burgués, que terminó siendo una política de estado, no pudo consumarse sin la
asistencia sostenida desde el principio de las sucesivas administraciones
económicas, civiles y/o militares, sin solución de continuidad.
La política de
sustitución de importaciones que tuvo su apogeo con el peronismo -por la guerra
y por convicciones- fue la causa de nuestro principal problema estructural: el desequilibrio territorial y demográfico.
Esa concentración
desmesurada de los factores productivos en el conurbano en detrimento del
interior y de un autentico federalismo fue la base y caldo de cultivo para el
nacimiento, despliegue y cristalización
del populismo.
Radicales,
peronistas, comunistas y la izquierda en general, empresarios nacionales, el
pensamiento castrense, sectores importantes de la intelectualidad y el difuso
sentimiento público, fueron (y lo siguen siendo) portadores de ese conglomerado
ideológico. El desarrollismo, ahora de moda, blanqueo el ingreso de inversiones
extranjeras (que siempre estuvieron presentes desde los albores de la patria)
para desarrollar una política para nada diferente salvo en la percepción de
algunos distraídos. Por añadidura y para que no queden dudas la propia
presidenta se pronunció por “nuevas formas de participación y de intervención
del Estado” en el acto realizado esta semana en Vélez. Las posiciones que se han evidenciado al
interior de las distintas fuerzas de la oposición con motivo del tratamiento de
la ley de expropiación de YPF son demostrativas del disloque que causan esas
coincidencias ideológicas consolidadas entre fuerzas políticamente antagónicas.
Son paradojas que como es de esperar no pueden explicar hechos que son incontrastables
a la luz de los insumos informativos que provee el presente.
¿El
petróleo es tan estratégico?
Hay determinados
aspectos en la vida productiva de los pueblos que se transforman en mitos por
la importancia que han adquirido en algún momento pasado. Unos pueden ser la
disposición de la tierra o la producción del trigo; otro, sin duda, es el
petróleo. Cuando esos aspectos se elevan a esas alturas en la percepción simbólica,
es difícil bajarlos al promiscuo campo de la racionalidad. No se puede decir
cosas que por el solo hecho de sugerirlas ya repercuten negativamente y agreden
la sensibilidad. En estos días, de intensos debates registrados en torno a la
expropiación de una parte de YPF S.A., no se ha hablado suficientemente sobre
el significado del petróleo propiamente dicho.
Una verdad de
Perogrullo: el petróleo es materia vegetal en descomposición. Esta simple
aseveración tiene importancia. Esos vegetales, que necesariamente se han
desarrollado en la superficie a la luz del sol, por varios reacomodamiento
extremos de la corteza terrestre hasta su actual estabilización, fueron a parar
muy abajo para someterse a la acción del
tiempo. ¿Cuántas biotas (suma de la masa vegetal de la superficie)
corrieron ese destino de formarse y tener que ir a parar al fondo para llegar a
ser petróleo, carbón o gas? El tema viene a cuento por el hecho de que se puede
conjeturar que la tierra nada en un mar de hidrocarburos. Lo prueba es que hay
petróleo en todos los sistemas geográficos: el mar, los polos, la tundra, la
selva, el desierto, la estepa, la montaña, etc. Ahora bien esa riqueza se
vuelve tal en la medida en que se transforman en reservas detectadas y
potencialmente explotables.
El tema es la
tecnología de la prospección. Hasta hace algunos años se hacía básicamente por
via terrestre. Hoy, la información básica proviene de los satélites. Esa
información a la que tienen que acceder primariamente las empresas petroleras
es el punto de partida insoslayable para realizar las inversiones necesarias
para detectar las reservas por abajo. Repsol no descubrió Vaca Muerta porque a
sus geólogos se les ocurrió una mañana darse una vuelta para ver qué
encontraban. Alguien de arriba les señaló el lugar exacto para buscar. Ese
cambio de método, producido a partir de hace no más de treinta años, declaró el
inicio de la obsolescencia programada se podría decir de la información
acumulada a través de décadas de labor de investigación por parte de las
petroleras, por ejemplo de la YPF original. Y lo que quedaba de valor fue
barrido de los archivos y seguramente transferido por medio de prácticas no del
todo claras por las burocracias correspondientes. De esa información que en
otros tiempos era motivo de un manejo hermético no queda nada, por lo menos en
nuestro país.
Entonces se puede
hacer esta otra afirmación: a pesar de que el hidrocarburo es un recurso no
renovable es de disposición quasi ilimitada. No solo por su cantidad sino
porque en algún momento ya cercano se va a dejar de usar por su carácter
contaminante y la disposición de otras energías provenientes del sol tan
cercanas y accesibles como el aire y el agua. ¿Es importante esta visión?
¿Queremos ser jugadores de la primera hora?
Sin duda. Pero para ello
debemos formular una política energética con sentido verde. Obviamente, ella va
a incluir como uno de sus tópicos el aprovechamiento compatible con la
sustentabilidad y la preservación del medio ambiente del recurso petrolero
hasta donde se dé y corresponda. Pero también esa política debe incluir esta
vez sí como insumo estratégico el esfuerzo y la comprensión relativas al
desarrollo de las energías alternativas (incluyendo aquí el gas que por alguna rara
consideración se le asigna un menor poder contaminante con relación a la
emisión de CO2 que los combustibles líquidos o sólidos).
De esto se concluye
que la medida tomada por la amplia mayoría de los legisladores (el oficialismo y
gran parte de la oposición) no es conducente hacia los objetivos perseguidos. Así
no se va a lograr la soberanía energética. Y el autoabastecimiento -una
obviedad en nuestro país- dependerá de poner la cabeza en otro collar extranjero.
No solo por las inversiones requeridas sino fundamentalmente por la disposición
de la información satelital necesaria para detectar las reservas. ¿Cuál es la
solución no solo la salida para la pretendida autodeterminación nacional en
esta área tan sensible?
Hoy a diferencia de
los noventa nadie se opone a que el estado ejerza el control sobre el recurso
hidrocarburífero que en todo caso son de su propiedad. Ahora bien, ¿qué significa ejercer el control? Por lo
menos hay dos alternativas a la vista. La primera se compone de lo siguiente:
a) una nueva empresa estatal (corrupción, agencia de colocaciones premium,
creciente ineficiencia luego de que escoba nueva barre bien), b) cateo (depende
de satélites que Argentina no tiene[i]), c)
explotación y comercialización (Esso y Shell lo hacen mejor). O, por el
contrario: a) un plan estratégico participativo y no a libro cerrado, b)
asignación de zonas según el principio federal y de equilibrio territorial, c)
control del medio ambiente, d) impuestos (si corresponde, al nivel sueco) a un
recurso que prácticamente no puede o no debería dar lugar a manejos ilegales
por su magnitud y destino de uso determinado. Los precios deben ser los del
mercado y los subsidios que se den a los pobres deben operar como instrumentos
de reconfiguración territorial y demográfica, y no promoción del populismo ni
cristalización de la pobreza (en Barrio Norte luego de 10 años de gobierno K la
patrona paga por el gas menos que la sirvienta por su garrafa en la villa). En
resumen: el país no tiene capacidad para transformar el recurso potencial, el
petróleo que subyace, en reserva. En el pasado, en la YPF original, aunque sea
a burrito se hacía la exploración; pero la información recogida no sólo está
desactualizada sino que se esfumó. Ahora hay que recurrir a empresas
extranjeras que necesariamente generan dependencia. Si lo hace, como está
obligada a hacerlo, el estado tendría que tener la potestad de ejercer el
control para que se cumplan los preceptos de una política energética plasmada
en un plan estratégico. Si eso no es así, ¿se imaginan una mesa de los
gobernadores que integrarán el directorio de YPF S.A. para asignar las áreas de
exploración? La expulsión de Repsol se
parece a los cambios de directores técnicos en el futbol. Las cosas pueden
mejorar o no.
Desde el punto de
vista del imaginario hay que tener en cuenta que tanto el petróleo como las
bananas no han llevado el progreso a ningún país. Es cierto que para imaginar
nuestros escenarios futuros depende de en qué espejo nos miramos. Al respecto
hay una única verdad: los países desarrollados no tienen petróleo en explotación
salvo Noruega donde su extracción off shore es motivo de un tratamiento de boutique.
¿Hacia
donde rumbeamos?
Nadie discute, ni
siquiera en el G-20 donde se lo privilegia, el rol del estado. Hace falta un
estado tan poderoso como pequeño y operativo para domar el potro del mercado y
llevarlo por buena senda, en momentos de comunicaciones en tiempo real con las
complejidades y desafíos de gestión que esa febrilidad acarrea. Cuando hablamos
de estado, nos estamos refiriendo a un sistema de funciones más que de
estructuras donde lo nacional dependerá cada vez más de lo global. Todo rechazo
cerril a esa fatalidad obrará en contra. Por el contrario, toda acción
inteligente en contextos de alta determinación contribuirá al logro de posiciones
más favorables y la preservación de principios genuinos. Quien sabe bailar el
tango lo puede hacer en una baldosa. Al que no lo sabe, nunca le alcanza el
espacio a su alcance.
En ese contexto, hay
una nueva división del trabajo en el mundo. No todos van a poder producir de
todo. En nuestro país se trata de vislumbrar el rol que nos toca, como ocurrió
a mitad del siglo XIX. Sobre la base de la línea general, se pueden ir conquistando
grados de libertad para ir haciendo un país equilibrado territorialmente,
basado en un efectivo federalismo, y con la población viviendo en forma
armónica en lugares amigables.
¿Argentina debe
ensamblar automóviles? ¿O nos conviene tener una poderosa industria de
autopartes siguiendo el modelo de Basso en Rafaela?[ii] En
Tierra del Fuego, el agregado de valor nacional pasa por la provisión de las
etiquetas para los equipos electrónicos; todos los componentes vienen de afuera
incluso algunos ya armados los que hay que desarmar para mantener el nivel de
ocupación (neoKeynesianismo) ¿la
maquila de Tierra del Fuego contribuye al desarrollo local y regional? Con el
calzado deportivo pasa otro tanto; las fábricas desmesuradas y fuera de lugar,
necesitan ser protegidas para no despedir gente ¿Estas fábricas pueden producir
zapatillas más baratas que las que hace Brasil o Vietnam? Y toda esa mano de
obra de alta calificación ¿está eficientemente aprovechada para crear el mayor
valor agregado posible? Claro, en todos los casos hay que crear fuentes de
trabajo y/o preservar las existentes aunque estemos en el Titanic. Pero, ¿y el
estado promotor/facilitador de nuevas opciones sustentables...?
Nuestra
complementación con Brasil debe ser armónica y no competitiva; tenemos
características distintas y hay que aprovecharlas para hacerlas eficientes y
provocar las sinergias que convengan a ambos. Pasar de suma negativa a suma
positiva. El modelo productivo no puede ser el actual[iii]. Hay
otras alternativas más adecuadas para pugnar por ser un país en el nivel y el
estilo de los europeos más avanzados.
¿Estamos
tan lejos de todo?
Yo pienso no solo me
ilusiono que no. Obviamente hay que crear una nueva mayoría con todas las
fuerzas capaces de ver las cosas de otra manera. A favor, existen los vientos
que vienen de afuera, como pasó con la generación del 37 y las ideas de la
ilustración, por más que dieran lugar a algunas concepciones aberrantes; finalmente,
también allí se encendió la luz. Cuando hay que sacar un barco pesado del
puerto hacen falta remolcadores de proa pero también de popa para evitar el
coleo del barco. ¡Es la dinámica de los sistemas,…! Los jóvenes que rodean a
Kicillof por más retrógradas que sean sus ideas se constituirán en una
corriente que perdurará en el futuro como lo ha hecho el rosismo a lo largo de
nuestra historia. Esas fuerzas también participan del juego democrático. Son el
espejo de lo que no hay que hacer aunque por momentos sean el instrumento para ejercer
determinadas acciones y lograr resultados que paradójicamente[iv] ayuden al
destrabe y la evolución de los asuntos públicos (como ocurrió con Menem en los
noventa). Por oposición -en el marco de la binarización que al final de los
procesos va embretando los puntos de vista - ayudarán a la generación de una
nueva conciencia.
Ing.
Alberto Ford
La Plata, mayo de 2012
[i] Recientemente se puso en órbita un satélite
construido por el INVAP para testear la salinidad de las aguas de los mares,
una de las variables relacionadas al cambio climático
[ii] Basso en Rafaela es un proveedor de válvulas de
primer nivel mundial. O los casos de Alejandro de Tomaso, nacido en Buenos
Aires, que fue responsable en Italia del diseño y construcción de uno de los
coches más caros de la historia y el de Juan Manuel Díaz, que se recibió en
Rosario y es actualmente responsable de diseño de exteriores de la firma Alfa
Romeo; es nada menos que el creador del MiTo. ¿Cuánto valor se puede agregar por
medio de oficinas de diseño en el país siguiendo esos ejemplos?
[iii] Nadie
discute que la iniciativa privada tiene el derecho de producir lo que más le
convenga. Pero eso no obsta para que en un diseño de país compartido se
prioricen determinados sectores de la producción de bienes y servicios, en
función de un modelo acordado, referido a las condiciones de desenvolvimiento
del mercado internacional y a las ventajas comparativas y competitivas
disponibles. La iniciativa pública también puede hacer lo suyo, es decir,
facilitar la aparición de ciertos sectores productivos que sean la consecuencia
de un consenso y que se traduzcan en políticas de estado. Para citar un ejemplo
cercano, en el primer modelo argentino, el agro exportador, surgido de un
consenso implícito que fue el fundamento de una política de largo plazo, todo
lo que el estado hizo en conjunto o para apoyar la iniciativa privada estuvo
orientado a desarrollar ese modelo. Se puede decir que los objetivos estratégicos
fueron alcanzados. Bueno, ahora también debe pasar lo mismo. Solo falta
ponernos de acuerdo (¡pequeña tarea!) sobre cuál es el modelo que vamos a
promover. En ese sentido, no alcanza con invocar la “producción” sin
aditamentos. Hay que ponerle nombre y apellido a la industria argentina. Y esa
política tiene que ser la consecuencia de un debate tan amplio como
transparente que cuente con el apoyo y la participación de la mayoría de
factores productivos y la población. Hay que apoyarse en las experiencias
exitosas en consonancia con los indicadores de los nuevos paradigmas globales.
Estos son algunos de los sectores que más expectativas despiertan no solo en el
autor de estas notas:
Cadenas
de valor agroalimentarias y agroindustriales con sentido federal. Clúster de
maquinarias y agro servicios. Servicios de consultoría, informáticos, financieros,
médicos y educativos. Mecánica de precisión y autopartes premium. Vinos con
denominación de origen. Alimentos sofisticados. El turismo de variada oferta,
en primer lugar, la ciudad de Buenos Aires. El fashion de Palermo. El diseño en
todas sus modalidades. Las industrias culturales. Otras ciudades como Rosario.
Organización de eventos. Talento deportivo. La petroquímica al pie de los
pozos. Equipamiento atómico en Bariloche. Energías alternativas y producción
“verde”… y otros sectores (no muchos
más) sobre los que hay coincidir en un plan estratégico nacional.
[iv] Las paradojas no se resuelven en el plano que se
expresan ni desde el polo que las generan;
no tienen solución dentro de la lógica formal. El tratamiento de las
paradojas amerita otros planos de acción y polos de generación de poder.
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