miércoles, 27 de noviembre de 2024

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G20 Brasil 2024. Un final trabajoso

Gestionar la convivencia dentro del G20 se ha vuelto cada vez más complicado, especialmente tras la ruptura irreparable del consenso, que constituye el componente fundamental de su razón de ser. Sin embargo, la diplomacia de Itamaraty, con su proverbial destreza, ha logrado mantener la cohesión. Brasil se preparó adecuadamente, aprendiendo de los desafíos que surgieron durante las presidencias pro tempore de Indonesia e India en los dos años previos, en particular debido a la guerra en Ucrania.

El país anfitrión tiene la capacidad de priorizar ciertos puntos de la agenda de acuerdo con sus intereses nacionales. En este caso, dos temas fueron de particular relevancia para Brasil. Uno de ellos es la lucha contra el hambre, especialmente dado que Brasil se perfila rápidamente para disputar a Rusia el liderazgo mundial en la exportación de productos agrícolas. El otro es una histórica reivindicación: la reforma de las instituciones de la gobernanza global, con especial énfasis en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde Brasil aspira a ocupar un asiento permanente.

El presidente argentino dio la nota al cuestionar algunos aspectos de la declaración final, a pesar de haberla firmado finalmente. Como gesto de cortesía, el presidente Lula le permitió a su homólogo, el presidente Milei, exponer sus objeciones durante la ceremonia de cierre.

El principal cuestionamiento – algo difuso, que parece implicar un problema de principios – se refiere a la Agenda 2030, aprobada por los 193 países miembros de las Naciones Unidas, incluido el nuestro. En cuanto al Acuerdo de París, que ya había sido objeto de controversia, la intervención oportuna del presidente Emmanuel Macron en la cena celebrada en la Quinta de Olivos, un día antes de la Cumbre, contribuyó a suavizar las objeciones. Este tema, finalmente, no fue incluido en la declaración oficial de la Presidencia argentina, anticipando así las posiciones que se llevarían a la Cumbre de Río de Janeiro.
El trabajo aborda la cuestión del futuro del G20 en el contexto de los cambios geopolíticos que están afectando profundamente el desenvolvimiento de las relaciones internacionales.

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La crónica de Río de Janeiro

La diplomacia de Itamaraty, experimentada como pocas, logró llevar a buen término una de las presidencias pro tempore más conflictivas en la historia del G20. La influencia de la grieta global, acentuada por las crisis geopolíticas en curso, se reflejó en algunas ambigüedades y omisiones en la declaración final de los líderes, en las ausencias anticipadas de varios integrantes del Grupo, y en la composición del tradicional retrato de familia en la Cumbre.

De manera insólita, se requirieron dos sesiones fotográficas para la posteridad. La «llegada tarde» de los mandatarios de Estados Unidos, Canadá e Italia obligó a una segunda versión de la foto, que también resultó incompleta debido a la ausencia del presidente argentino. ¿Casualidades? ¿Distracciones? ¿O tal vez mensajes ocultos? Los norteamericanos fueron los fundadores del G20 en 1999, y tanto Javier Milei como Giorgia Meloni son los únicos miembros del Grupo que comparten un sentimiento libertario, algo que quedó claro durante la visita de la primera ministra italiana a Buenos Aires, al día siguiente de finalizada la Cumbre.

Lo más trascendente de las cumbres, lo que sale a la luz, son las declaraciones de los líderes, que se configuran tras interminables debates entre los sherpas de cada país sobre los contenidos que dan sentido al G20.

Los sherpas, representantes personales y principales negociadores de los líderes de cada miembro, toman su nombre de los guías del Himalaya, ya que cumplen una función similar: “preparar el camino” para las decisiones que los jefes de Estado o de gobierno tomarán en la Cumbre.

Los otros ingredientes del ámbito informal de las cumbres, en las que se da una cercanía personal sin igual en cualquier otra actividad multilateral, son los encuentros entre los líderes, generalmente sin el reloj en la mano, para tratar cuestiones comunes en las relaciones internacionales, lo que luego alimenta el cotilleo en las crónicas.

Una revisión comparada de las veintenas de declaraciones de cumbres a lo largo de esta primera ronda del G20, que comenzó en Washington en 2008 y culminará el año próximo en Sudáfrica, revela claramente cómo pequeñas modificaciones han ido configurando la agenda del Grupo.

No es que algunos temas sean más importantes que otros (aunque en la práctica lo son), pero el país que ejerce la presidencia pro tempore imprime a la agenda un sesgo sutil, resaltando aquellos puntos de interés nacional. En el caso de Brasil, se hizo especial hincapié en la pobreza y el hambre, destacando lo que su prensa considera la actividad diplomática más relevante realizada en suelo carioca.

En infraestructura de conectividad, se abordó la financiación de proyectos en regiones fronterizas. En Foz de Iguazú se reunió el Grupo de Trabajo (GT) de Infraestructura del G20, donde se subrayó el papel crucial de la conectividad en la reducción de la pobreza. Paralelamente, se llevó a cabo un evento titulado «Debate liderado por África sobre Infraestructura», que destacó la relevancia geopolítica de las rutas comerciales en la diversificación del comercio internacional.

Brasil es atravesado por dos rutas interoceánicas de gran significado estratégico. La denominada Ruta Amazónica es una infraestructura clave que conecta los océanos Atlántico y Pacífico a través de Brasil, Perú, Ecuador y Colombia. Más al sur, el Corredor Bioceánico Vial integra regiones fundamentales como el Chaco paraguayo, las provincias argentinas de Salta y Jujuy, y el norte chileno.

En este contexto, el Megapuerto de Chancay, ubicado en Perú, se destaca como una pieza clave. Este proyecto, financiado principalmente por la empresa estatal china COSCO Shipping con una inversión de 3.600 millones de dólares, fue inaugurado virtualmente por Xi Jinping y Dina Boluarte el 14 de noviembre de 2024, durante el Foro APEC. El puerto está diseñado para convertirse en un hub logístico para América Latina, optimizando las exportaciones sudamericanas hacia Asia y consolidando la estrategia global de China en el marco de su iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda. Estas iniciativas, en distintos grados, están vinculadas con la creciente cooperación china en la región, un factor que genera preocupación en Estados Unidos.

Un tema de gran relevancia para la gobernanza global es la reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU). La discusión sobre esta medida sigue siendo compleja, ya que los miembros permanentes del Consejo han mostrado una considerable resistencia a modificar el statu quo, debido a su poder de veto y a los beneficios estratégicos derivados de su membresía.

Brasil ha sido uno de los países más activos en esta causa, argumentando que su contribución al sistema internacional, su tamaño y su peso económico justifican su inclusión como miembro permanente del Consejo. En este sentido, el explicitación del tema en la declaración final de los Líderes puede considerarse un logro significativo para la diplomacia de Itamaraty.

La delegación de nuestro país presentó en Río de Janeiro una nota cuestionando ciertos aspectos de la Declaración Final de la Cumbre, que ya habían sido anticipados en un comunicado oficial de la Presidencia argentina. En dicho comunicado se aclararon los puntos en disputa: la limitación de la libertad de expresión en las redes sociales y la propuesta de que la solución al hambre pase por una mayor intervención estatal. Además, en los círculos diplomáticos se rumoreó que la visita de Emmanuel Macron, realizada el día anterior, estuvo relacionada con la posibilidad de que Argentina se retirara del Acuerdo de París, lo cual no ocurrió.

Finalmente, la delegación argentina suavizó su postura y firmó la Declaración Final junto con el resto de los líderes. Como gesto de conciliación, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, cedió la palabra a Javier Milei en la actividad final para que pudiera expresar sus objeciones.

A pesar de la capacidad demostrada tradicionalmente por la diplomacia brasileña y el empeño de Brasil en la organización de escenarios de esta magnitud, parece que el G20 2024 no ha producido grandes novedades. Brasil presentó sus logros en la lucha contra el hambre y la pobreza ante el G20 y los organismos internacionales. La iniciativa se debatió en el panel «Brasil Sin Hambre», parte de la primera reunión presencial de la Fuerza de Tarea para la construcción de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, una iniciativa ya contenida en la Agenda 2030 (ODS 1, 2 y 17), aprobada por 200 países.

El texto de la declaración de los líderes del G20 puede consultarse en este enlace.

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La crisis de consensos en el G20

La norma de alcanzar consensos en el Grupo de los Veinte (G20) comenzó a ser cuestionada en 2017, cuando Donald Trump se pronunció en Hannover en contra del Acuerdo de París, un desmarque sorpresivo que llevó a incluir una agenda sobre cambio climático en la declaración final de la cumbre de líderes de ese año.

Con el estallido de la guerra en Ucrania, este tipo de prácticas se convirtió en algo habitual, y la necesidad de resaltar las diferencias llevó a un evidente desgaste en el funcionamiento del Grupo. En sus dos últimas cumbres, celebradas en Indonesia e India, los resultados de algunas reuniones fueron anunciados mediante conferencias de prensa organizadas por los representantes del país anfitrión, con el fin de evitar la complejidad de dejar constancia escrita de las disidencias entre los participantes.

¿Cuándo se hicieron evidentes las desavenencias y cuáles fueron sus razones principales?

Los síntomas de las dificultades latentes se hicieron manifiestos en 2021, durante la Cumbre del G7 en Carbis Bay, en la que participó la Reina de Gran Gran Bretaña e Irlanda del Norte poco antes de su fallecimiento. Fue en este foro donde los países desarrollados decidieron pronunciarse de manera abierta sobre temas que hasta entonces habían sido disimulados, dejando claro que las cuestiones geopolíticas empezarían a surgir con mayor intensidad dentro del G20. La necesidad de consenso había impedido a las naciones desarrolladas manifestarse con independencia en una serie de situaciones, lo que, en la práctica, habría implicado severas críticas a las posiciones de Rusia y China. La grieta global comenzaba a delinearse.

La nueva arquitectura institucional tomó fuerza con una decisión del Departamento de Estado de Estados Unidos, que organizó la Primera Cumbre por la Democracia en Washington, los días 9 y 10 de diciembre de 2021, a la que fueron invitados representantes de la mitad de los 200 países del mundo. La convocatoria, organizada según una división arbitraria que fue cuestionada incluso dentro de EEUU, excluyó a los otros 100 países (presumiblemente autocráticos), dando lugar al nacimiento de una especie de “guerra fría 2.0”, ampliamente referenciada hoy en día en las iniciativas diplomáticas, la academia y los análisis de los medios.

Carbis Bay actuó como un anticipo: el G7 fue ganando poder mientras que el G20 experimentaba un paulatino debilitamiento. Al G20 se le despojaron de ciertos temas clave, como el seguimiento de la infraestructura de conectividad (IC), y la guerra en Ucrania introdujo la geopolítica en una forma inédita dentro de la agenda del Grupo (un conflicto como la intervención de EEUU en Afganistán nunca había sido mencionado). Además, otro hecho periférico pero significativo fue la creación por parte de la Universidad de Toronto, que había instalado un centro de recopilación de datos sobre el G20 en 1999, de un centro paralelo y empoderado para el seguimiento del G7.

Un competente equipo de académicos de los distintos países del G20 dio vida al denominado G20 Information Centre, que reúne toda la información relacionada con la agenda global. Sin embargo, este portal se dividió, dando lugar al G7 Information Centre, que cumple las mismas funciones para el G7, lo que ha significado una especie de suplantación, aunque el mismo personal lleva a cabo ambas tareas. Lo relevante aquí no es tanto la forma similar en que se sigue la información, sino la división que refleja este cambio.

Por otro lado, la creación de la Asociación para la Infraestructura y la Inversión Global (PGII) en el G7 ha sido vista como un esfuerzo colaborativo para financiar proyectos de infraestructura en países en desarrollo, basado en los principios del Blue Dot Network, una entidad independiente cuya Secretaría está alojada en la OCDE. El objetivo de la PGII es contrarrestar la Iniciativa china de la Ruta de la Seda y convertirse en un componente clave de la Doctrina Biden, la política de estado formulada por EEUU. La PGII reemplaza la iniciativa Build Back Better World (B3W), presentada en 2021 por el presidente Biden en el G7, tras los pobres resultados de la misma.

El Blue Dot Network, por su parte, ha ocupado el lugar del Global Infrastructure Hub (GIH) del G20 en la promoción de la infraestructura global, que había sido una referencia obligada desde su creación en la cumbre de Australia de 2014. Sin embargo, hace un año, el GIH cambió su personal y fue absorbido por el Banco Mundial, convirtiéndose en un organismo de asesoramiento, certificación y financiamiento, con aportes de Arabia Saudita para infraestructura con participación privada.

La grieta global ha dejado su huella también en el G20, sin demasiados reparos a las normas de cortesía. Según informes de Reuters, los cancilleres del G7 se reunieron sorpresivamente en Río de Janeiro, durante el G20, para discutir si los activos rusos congelados (valorados en 300.000 millones de dólares) podían ser utilizados como garantía de un préstamo de 50.000 millones de dólares a Ucrania. Este pronunciamiento sobre un tema contradictorio, la susceptibilidad de los involucrados y el uso del lugar elegido para fijar la posición, reflejan que las desavenencias, por ahora, no tienen solución.

¿Tiene sentido mantener el G20?

La pregunta que ha surgido es si en esas condiciones inesperadas tendrá sentido mantener el G20 luego de finalizada la serie de cumbres con la de Sudáfrica el próximo año. En cualquier caso, sería valioso preservar la memoria histórica de una organización cuya representatividad y poder no tienen precedentes, a pesar de no contar con una estructura propia. Su verdadera fortaleza radica en su concepción funcional.

Es como si el G20 estuviera siendo víctima de su propio poder, aunque nunca hubiera sido concebido para el ejercicio. Su labor minuciosa y esclarecedora a la hora de abordar la agenda global, terminó por poner en evidencia los problemas del mundo. Su revelación cruda, en un foro de tan alto nivel de representatividad –recordemos que en sus cumbres de dos días participan de manera distendida los 20 líderes de las principales naciones desarrolladas y emergentes– activó reflejos geopolíticos. A partir de un momento, el “de eso no se habla” dejó de ser una opción, y la agenda del G20 comenzó a estar condicionada por la necesidad de sincerar una conflictividad que, paradójicamente, fue la razón de su creación.

El G20 y la visión global

El G20 ha logrado poner sobre la mesa un mundo totalmente previsible, visto desde su perspectiva panóptica. Los temas que nos preocupan y los conflictos que nos asedian conforman una agenda abierta, con soluciones posibles, probables, deseables y factibles.

El mundo está ingresando raudo a la fase superior de la globalización. Los problemas por resolver están privilegiando los temas de la agenda que son las cuestiones de interés colectivo que van a requerir la mayor atención.

Estamos siendo testigos de alteraciones profundas en la organización física e institucional del mundo, en lo que parece ser un nuevo paradigma civilizacional (cuya fractura ya anticipaba Huntington), que propone una nueva forma de entender las interacciones geopolíticas.

Los factores reconfigurantes de la globalización

¿Cuáles son los principales ejes de acción que pueden generar transformaciones significativas en esta etapa de la globalización? A pesar del clima de incertidumbre, hay cuatro temas que están cobrando cada vez más relevancia:

  1. Cambio climático de resultados ambiguos. Por un lado, el cambio climático está generando desastres que obligan a una reconfiguración de situaciones territoriales anacrónicas; por otro, promueve la reformulación del paradigma energético. A diferencia de otros temas geopolíticos, el cambio climático no genera conflictos tan intensos. De hecho, se observa una disposición general para colaborar. Los diferendos, como por ejemplo la revaloración de los combustibles fósiles que promete Trump, no augura más discordias que las permitidas por la existencia de instalaciones específicas que, al mismo tiempo, se van modificando por imperio del mercado. Un ejemplo de colaboración es la investigación sobre fusión nuclear, en la que participan todos los países avanzados sin distinciones. El programa ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor), a cargo de la OIEA, busca dominar la fusión nuclear, una de las energías más ambiciosas y complejas de la actualidad.
  2. Infraestructura de conectividad física. Un cambio en la infraestructura global está modificando la configuración radio céntrica heredada del colonialismo. Dos ejemplos del impacto de estos proyectos son la Ruta del Norte por el Ártico y el International North-South Transport Corridor (INSTC), que conecta el Báltico con el Índico a través de Asia Central. Ambos ahorran hasta 14 días en el tráfico de contenedores entre Asia y Europa en comparación con el Canal de Suez.
  3. Reshoring, nearshoring y friendshoring: La reubicación de cadenas de suministro, buscando regresar, acercarse o trasladarse a países “amigos”, es una tendencia clave. La relocalización de oportunidades productivas desde el Lejano Oriente hacia el hemisferio americano tendrá un fuerte impacto en las economías regionales, particularmente en México y Centroamérica. Este proceso fue iniciado por Barack Obama con el reshoring y se aceleró con el triunfo de Trump, quien lo promovió bajo el lema Make America Great Again.
  4. Reconfiguración territorial. El análisis de la arbitrariedad de numerosas fronteras históricas ha revelado conflictos que podrían impulsar la creación de regionalizaciones. A pesar de ser forzadas, estas regionalizaciones podrían obtener legitimidad a través de las disfuncionalidades que las caracterizan, lo que podría llevar a propiciar la formación de bloques dentro del G20, como se señala en la crítica al libro El desafío de los países americanos en el G20 de Jorge Argüello que se publica en Relaciones Internacionales N° 67 del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI-UNLP).
¿Los problemas del G20 dejan al mundo a la deriva?

Independientemente de lo que suceda con la crisis interna del G20, su legado más importante será haber diseñado una agenda global representativa, resultado de una relación prolongada e intensa entre los 20 principales líderes del mundo y la experticia más competente del mundo durante 25 años.

Ya están tomando creciente importancia actividades como la conquista del espacio, en las que participan los grandes países y empresas tecnológicas como SpaceX. Estamos a punto de vivir una revolución cuyo impacto será mayor que el de los viajes de Cristobal Colón: el ser humano está aprontando las carabelas para instalarse en Marte. En este proceso, la problemática de la Madre Tierra se recontextualizará. El año 2050 marcará el Punto Omega.

 

Alberto Ford
IRI – UNLP

 

lunes, 13 de mayo de 2024

 

La fórmula Milei

 

La estabilidad de Milei está sustentada en una ecuación con dos variables: el factor endógeno, de características no convencionales, que le permite al Presidente mantener el control en situaciones medianamente turbulentas, y una influencia exógena de intensidad desconocida en la historia política argentina, que tiende al establecimiento estratégico de su posición. Resolver la ecuación no es tarea simple por la puesta enrevesada de las fuerzas en juego y, sobre todo, por la falta de amplitud al concebir la disposición de los factores actuantes en el tablero de mando.

Por ejemplo, negar u omitir las influencias externas en la forma de concebir los vínculos internacionales, en este o en cualquier otro país, sobre todo en un mundo altamente globalizado, es como pretender explicar la digitalización prescindiendo del cero. En suma, es la acción sinérgica de los factores lo que contribuye al fortalecimiento de la gobernanza.

En ese contexto, las supuestas debilidades del Presidente en realidad obran de fortalezas; constituyen el oxímoron que le aporta una ventaja competitiva en su capacidad de alcanzar logros inéditos en condiciones desfavorables.

Finalmente, la gestión diaria del Presidente no es una consecuencia de lo que se le ocurre cada mañana mientras desayuna, por el contrario, en su programación intervienen las más modernas tecnologías del manejo de la información y las comunicaciones.

Esto y mucho más es lo tratado en el presente trabajo que presento a la consideración de mis amigos.

 

Hay acuerdo en que el gobierno de Milei no puede ser analizado solo con la experiencia derivada de las sucesivas administraciones habidas en la Argentina, incluso la del período menemista con cuyo conductor el Presidente se siente identificado.

No tanto por algunos ribetes ideológicos, pero sí desde la sinceridad y el compromiso, Milei se diferencia de un Menem trucho, que triunfó blandiendo el célebre apotegma “síganme que no los voy a defraudar” para hacer luego todo lo contrario, admitiendo ya en funciones que si hubiera transparentado sus verdaderas intenciones nadie lo hubiera votado.

Para abordar el análisis metodológico con que gobierna Milei, hay que ubicarse simultáneamente en dos dimensiones paralelas y adyacentes, como la disposición, diferenciada pero interactiva, de los orbitales por donde circulan los electrones de un átomo. Esa vinculación sinérgica sigue las generales de la ley.

Negar u omitir las influencias externas en la forma de concebir los vínculos internacionales, sobre todo en un mundo altamente globalizado, es como pretender explicar la digitalización prescindiendo del cero. Ni los países más cerrados pueden presumir de ser totalmente autónomos hasta el punto de ser autárquicos.

Sin que implique necesariamente relaciones de acatamiento obligatorio, los influjos que vienen desde afuera no pueden ser ignorados toda vez que se quiera participar activamente en el concierto de las naciones. Hay que tener en cuenta, sin sentirnos deshonrados, que los países amigos, por donde se los mire, están más (o mucho más) adelantados que nosotros, una admisión que no significa menoscabo de todos los aspectos positivos que componen nuestra idiosincrasia sino, por el contrario, debe ser tomada como un estímulo para progresar.

A priori, la gestión diaria del Presidente no es una consecuencia de lo que se le ocurre cada mañana mientras desayuna, por el contrario, en su programación intervienen las más modernas tecnologías del manejo de la información y las comunicaciones.

Sin embargo, hay un desfasaje evidente entre el menosprecio que sufre el gobierno de Milei en algunos medios locales -aunque cada vez en menor medida en favor de la sorpresa y la curiosidad, nunca de la autocrítica- con respecto a la valoración y las expectativas que crecen en el exterior sobre el futuro de nuestro país.

La relación con ese mundo hasta ahora distante es fundamental para contextualizar el gobierno de Milei, en particular, la relación incipiente con EEUU que no tiene antecedentes en nuestra historia. De haber vivido, Kissinger no se hubiera privado de venir a ver el fenómeno.

Ese camino es irreversible, no tiene retorno; se ha iniciado un ciclo largo de crecimiento, en el que habrá gobiernos de todos los colores. Lo único que no pasará es que Argentina deje de globalizarse. Argentina está tan determinada como China lo estuvo a inicios de los ochenta, cuando hubiera parecido descabellado pronosticar que alcanzaría el quasi desarrollo que muestra por estos días habiendo arrancado desde el páramo maoista.

El gobierno de Milei es tributario de una situación original que comenzó a evolucionar en el mundo hace ya medio siglo pero que, sin embargo, recién ahora comienza a recalar en nuestras playas. Es imprescindible conocerla en sus trazos gruesos para vislumbrar por qué camino estamos comenzando a transitar.

El mundo sale del letargo. Alumbra una nueva vida.

Con la llegada de la misión Apolo a la luna en 1969 culmina un breve pero muy intenso período de la historia de la conquista espacial, que se inició en 1957 con la puesta en órbita de un satélite artificial, y en su transcurso contó con una diversidad de lanzamientos, entre ellos la llegada al espacio en 1961 de un vehículo cósmico con Yuri Gagarin en su interior, el primer ser humano en sortear la ley de la gravedad.

Por esos años, la creación científicotecnológica (C&T) mostró una gran actividad principalmente en los EEUU cuyos laboratorios generaron la mayoría de los conocimientos que han puesto a nuestro alcance las innovaciones que nos acompañan en la vida cotidiana.

En particular, la C&T dio respuesta a un problema que acompañó al ser humano desde que se bajó del árbol: producir suficientes proteínas como para que todos se puedan alimentar, creando las condiciones virtuales para la desaparición del hambre y la desnutrición. Al mismo tiempo, la innovación derivada de esos conocimientos, aplicada a la producción, ha permitido por primera vez que la oferta promedio de bienes y servicios sea mayor a cualquier demanda potencial en el mundo.

Obviamente, ambos milagros, proteínas y bienes y servicios para todos, están esperando para que la organización de la sociedad planetaria los ponga al alcance de todos los necesitados.

En esas condiciones inéditas, la capacidad del capitalismo de producir bienes y servicios en forma potencialmente ilimitada devino en un problema político por resolver, y las élites de las tres regiones más avanzadas –EEUU, Europa y Japón- se reunieron en la Comisión Trilateral (C3T) en 1972 para ponderar lo que estaba pasando e influenciar en lo sucesivo sobre la situación internacional.

Es así como se demuestra en la literatura disponible sobre esas deliberaciones -no secretas pero reservadas- de esas aproximadamente 300 personas entre CEOs de las más grandes empresas internacionales, ex o futuros gobernantes, y la intelectualidad más reputada disponible en el capitalismo, que apuntan sin ambages a la China de Mao para comenzar a dar respuesta a dos problemas básicos de interés empresarial: mano de obra abundante y barata para el reshoring industrial (relocalización en el Oriente comunista de fábricas provenientes del Occidente capitalista), y la posesión de un mercado potencialmente gigantesco en su afán de aumentar el consumo.

Los problemas nuevos de la gobernabilidad en el mundo

Las élites fueron generando opciones para incrementar la eficacia en el manejo de los aspectos críticos en la incipiente globalización, un desafío que les empezaba a quemar en las manos como papas calientes, ante unas Naciones Unidas (NNUU) burocratizadas en exceso, con perdida notoria de su capacidad de influir concreta y sostenidamente en los asuntos mundiales.

Años después, ya con el proceso chino en pleno auge, como un calco de la concepción generatriz de la C3T, aunque introduciendo un importante cambio en su constitución, en 1999 se crea el G20 sobre la base del G7 pero sumando a países emergentes, entre ellos el nuestro, para el tratamiento de la institucionalidad internacional en su máximo nivel. Nace así una especie de fórmula 1 de la carrera global con escuderías de vanguardia y otras de relleno, pero sin ninguna duda, viendo su trayectoria, dando lugar a que el G20 haya sido, desde su posición privilegiada, un aporte sustantivo a la administración comprehensiva de una agenda global en proceso de acelerada implementación.  

Hasta ahora el G20 sigue siendo la mejor opción para el tratamiento de los problemas fundamentales de la contienda internacional para cuyo debate recibe el aporte del expertise más calificado del mundo.

Su funcionamiento al nivel de los jefes de Estado, comenzado en 2008, cuenta con la asistencia de los organismos internacionales sumado a un grupo de fundaciones que son representativas en EEUU, UK y la FR, donde sobresalen think tanks como Atlantic Council, Chatham House y, del lado autocrático, el Club Valdai con sede en Moscú.

El Grupo de los Veinte (G20) en su concepción inicial, es la instancia efectiva de mayor representatividad alcanzada por las naciones más poderosas. Sin embargo, su carácter consensual para el tratamiento de los problemas internacionales, que era su máxima virtud, se ha visto afectado por una grieta global profundizada con la guerra de Ucrania.

¿Qué es gobernar?

Cibernética viene de la transliteración del griego Κυβερνήτης (kybernḗtēs), que significa justamente gobernar. Etimológicamente el término se refiere al timonel, el que "gobierna" la embarcación, una alegoría plena de insinuaciones.

En el mar, los barcos batallaban contra la lluvia, el viento y las mareas, todos eventos no fácilmente predecibles en la antigüedad. Sin embargo, si el timonel, operando en la emergencia, podía mantener el foco sobre un faro lejano, era capaz de manipular la embarcación, ajustando constantemente su derrotero, para llevarla a destino… si el timonel hubiera sido Milei podríamos decir que el faro lejano era el ¡déficit cero!

El Presidente recibe y procesa la información circundante a la gestión dando la impresión que los aspectos específicos de las problemáticas no son de su interés o son considerados menores, lo que se evidencia, más de una vez, al mostrar un indisimulado desprecio por los medios, como si solo se interesara por los fines, pero no por el camino para llegar a ellos. En el layout de las medidas tomadas aparece el input (no siempre) y el output, sin prestar atención o mostrando despreocupación por los pormenores de un proceso decisional lo que no implica, obviamente, desinterés por los resultados producidos.

Se trata de un gobierno del que no se conocen fehacientemente las reglas de funcionamiento. Los ejemplos no faltan. Entre ellos se puede mencionar la constitución del plantel de gobierno donde son otros funcionarios, principalmente pero no solo su hermana, los que proponen y se encargan de las designaciones, con el Presidente limitándose a poner bolilla negra cuando alguien no le gusta.

Similar actitud Milei muestra por la labor parlamentaria, el poco interés demostrado por ver en el terreno la situación de las provincias, o en el manejo a veces desmesurado de la comunicación. En la literatura sobre la cibernética se hace alusión al concepto de caja negra como uno de los métodos desarrollados para dar explicación a fenómenos parcialmente desconocidos en su composición y transcurso.

En términos técnicos, ese manejo de la información se centra en funciones de control y el manejo de la comunicación: ambos fenómenos externos e internos al sistema remiten a la noción de retroalimentación, a medida que la organización que los contiene se va reacomodando motu proprio a la marcha de los procesos.

Si la cibernética estudia los flujos de información inherentes a un sistema, así como la forma en que esa data es usada para el control del mecanismo, las organizaciones involucradas en ese proceso muestran un grado de adaptación y reconfiguración para auto controlarse como si estuvieran gobernadas por algoritmos de inteligencia artificial, pero diseñados internamente por ellas mismas. La imagen del movimiento remite a otra noción de enorme importancia en el enfoque de la dinámica de las organizaciones de todo tipo, en este caso una administración gubernamental.

Un fenómeno autopoiético

La gestión de Milei es un claro ejemplo de dinámica autopoiética. En el ámbito de la biología la autopoiesis (una transliteración del griego autoποίησις, que significa ‘a sí mismo; creación, producción’) es un concepto que designa la cualidad de un sistema molecular capaz de reproducirse y mantenerse por sí mismo. Fue propuesto por los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela en 1973 para definir la química de auto mantenimiento de las células vivas. Una descripción breve es que la autopoiesis es la condición de existencia de los seres vivos en la continua producción de sí mismos; busca dar un nuevo significado al proceso que designa la cualidad de un sistema molecular capaz de auto reproducirse para mantener su existencia.

En su evolución el concepto traspasó los límites de dicha disciplina para difundirse en terrenos de las ciencias sociales; así, tiempo después, el sociólogo alemán Niklas Luhmann la utilizó para sus desarrollos teóricos. Se dice que la readaptación de la noción de autopoiesis fue uno de los encuentros transdisciplinarios más fructíferos del siglo pasado.

De sus propiedades nos interesa aquella que dice que un conjunto autopoiético es un sistema cuya operación es cerrada -siempre debe volver sobre sí mismo- mientras que sus componentes son producidos al interior de un proceso recursivo que transcurre dentro de una retícula clausurada en forma autorreferente. Aunque un sistema autopoiético se mantenga en desequilibrio, es capaz de conservar una coherencia sistémica al metabolizar permanentemente la energía de su medio. El gobierno de Milei tiene una comunicación del todo abierta para mantener suficientemente encriptados sus aspectos enigmáticos.

La metáfora de los dos sombreros

La dualidad de Milei como gobernante de la Argentina y, al mismo, un novedoso referente libertario, lejos de ser una debilidad es una posibilidad de aumentar la presencia de nuestro país en la escena internacional.

Sus logros en el exterior son significativos. Que el empresario más rico del mundo promueva las inversiones en la Argentina, entre ellas la suya, por medio de un X donde Milei aparece con Elon Musk levantando ambos los pulgares, es un showing que no tiene precio.

Se ha transformado en una personalidad global en un escenario altamente competitivo. En las búsquedas de argentinos en Internet obtiene 2.260.000 resultados solo superado por Messi con 10.700.000 y muy por encima de Maradona, 1.250.000, Perón, 317.000, el Papa Francisco, 304.000, el Che Guevara, 258.000 y CFK con apenas 161.000 luego de tres presidencias. Hay críticas porque viaja afuera y no visita las provincias; sin embargo, según otras opiniones, puede que más estratégicas, el Presidente debería intensificar sus salidas internacionales.

En cualquier caso, una potencial conflictividad derivada de esa relación de ambigüedad entre los intereses del país y las obligaciones emergentes de su protagonismo exterior, constituye una paradoja que fue analizada oportunamente por Robert Putnam (1988) en su genial trabajo (de reminiscencias cuánticas) Diplomacia y políticas domésticas: la lógica del juego de los dos niveles.

Para el filósofo, matemático e informático estadounidense “a nivel nacional, los grupos corporativos persiguen sus intereses. A nivel internacional, los gobiernos nacionales buscan maximizar su propia capacidad para satisfacer las presiones internas, al tiempo que minimizan las consecuencias adversas de los desarrollos extranjeros”. El desafío es la búsqueda de las sinergias que hagan exitosa la puesta.

Caos del bueno

A través de Murray Rothbard y Robert P. Murphy se emparentan el anarcocapitalismo y el caos, una mixtura sorpresiva de donde emerge la libertad que da nacimiento a un nuevo orden de diseño original.

El sentido de una frase poco convencional, disruptiva y generadora de incomodidad, responde a los enfoques de dos reputados académicos americanos del más alto nivel. Milei toma el sentido de esa combinación en forma no literal para dar sentido a sus exposiciones en los escenarios más diversos con la ventaja comparativa que le da su desparpajo. Puede ser en Davos, en un programa amistoso de TV o luego de la ducha cuando ensaya los vítores frente al espejo.

Por medio de refinados procedimientos comunicativos y para desconcierto de no pocos comunicadores que no saben cómo tomar el toro por las astas (en este caso al león por la melena), la situación social en curso, seguida con un interés expectante, ha devenido en el ambiente más favorable para llevar adelante sin respiros ni anestesia el ajuste más grande de la historia argentina.

La caja de herramientas

- O sea que no tenéis una única respuesta  para vuestras preguntas? 
- Si la tuviera Adso, enseñaría teología en París.
- ¿En Paris siempre tienen la respuesta verdadera?
- Nunca, pero están muy seguros de sus errores.

Umberto Eco en El nombre de la rosa.

 A diferencia de esa genial novela de misterio, el Presidente no está con las manos vacías para ejercer su “trabajo de presidente” como gusta decir. Hay suficiente literatura de fuentes originales (no de interpretadores) para abordar la difícil comprensión -no tanto por su lógica sino por carencias en la competencia analítica- de la modalidad de gobernar que se ha establecido irreversiblemente en nuestro país.

Conocimientos y tecnologías generados luego de la Segunda Guerra Mundial, que dieron lugar a los mecanismos materiales y virtuales, de mayor o menor complejidad, que usamos todos los días, sumado a la constelación de innovaciones que giran en torno a la ahora actualizada noción de inteligencia artificial ya acuñada por aquellos años, dan el sustento epistemológico suficiente como para intentar una comprensión de la galaxia Milei.

 Ing. Alberto Ford

IRI / UNLP

albertoford42@yahoo.com.ar

Buenos Aires, mayo de 2024