¿Puede China
disputarle la supremacía tecnológica a EEUU?
La recurrente
alusión a un supuesto enfrentamiento entre las dos potencias como si fuera la
contradicción fundamental de la época se ha convertido en un latiguillo
infaltable en todo análisis de la situación internacional.
Son muchos los
intereses que están en juego en la relación de la República Popular China (RPCh)
con los Estados Unidos (EEUU). Es escurridiza la complejidad de su
problemática.
Se manifiesta en
el comercio y la relocalización (re-shoring)
de empresas y cadenas de suministros.
Condiciona la
incipiente geopolítica de la grieta global referida específicamente a la
carrera por la localización de los proyectos de infraestructura de conectividad
entre la Ruta de la Seda (BRI por sus siglas en inglés) y el denominado Build Back Better World (B3W) de los
EEUU.
Da pie a diversas
consideraciones en torno al controvertido tema de la tecnología, su desarrollo,
posesión y disputa estratégica, del que nos ocuparemos en este trabajo.
Para abordar el supuesto de una competencia tecnológica hay que tener en cuentan las irrepetibles condiciones que tuvo EEUU en los alrededores de la Segunda Guerra Mundial (2GM).
Las ventajas adquiridas por aquellos años si nos atenemos a las evidencias hacen que EEUU siga controlando por lo menos hasta ahora la totalidad de los eslabones de la cadena de la innovación.
Al mismo tiempo, las
pujas existentes en el proceso de la generación de la tecnología ya no pueden ser
circunscriptas a las fronteras de un país.
Esa desmarcación
de los espacios de intercambio tecnológico lleva a interrogar sobre la posibilidad
de que un solo país alcance a disponer de los recursos suficientes como para
librar una batalla contra otros países.
EL Proyecto
Manhattan (PM)
La premura de
EEEUU por lanzar la primera bomba atómica sobre Hiroshima antes de la
finalización de la 2GM fue posible por el esfuerzo mancomunado de 130.000
científicos y tecnólogos del Proyecto Manhattan. Esa cantidad de personal
altamente calificado solo fue superada por los 400.000 del Programa Apolo para
llegar a la Luna.
No pocas de esas eminencias de la investigación
físico-química se vieron obligadas a huir del Viejo Continente debido a la
persecución de los nazis. EEUU los acogió de buen grado y les dio lugar en sus
laboratorios. En la dirección del PM participaron destacados científicos de
varios países europeos.
La masa crítica
de conocimientos alcanzada en torno al PM influyó para que las investigaciones en
las universidades y laboratorios de EEUU durante y luego de la 2GM alumbraran
los descubrimientos que dieron lugar a la Revolución Científica y Tecnológica
(RC&T) que conmovió la segunda mitad del siglo pasado.
El predominio de
EEUU en las ciencias duras se fue evidenciando con la cosecha de premios Nobel.
De los 371 entregados en Física y Química, EEUU recibió 159, Alemania 58, UK
51, Francia 22, Japón 16, Rusia 11, Italia 6, Noruega 2.
La cadena del
desarrollo tecnológico va desde el descubrimiento científico hasta el uso de
sus inventos en la producción de bienes que pueden ser de uso cotidiano como el
caso del celular.
Los eslabones de
esa cadena son: 1) el descubrimiento científico, 2) los tramos de investigación
y desarrollo (I+D) de donde nace la tecnología, 2) el diseño, la construcción y
uso de máquinas para fabricar partes, 5) el ensamblado de esas partes para la
producción de diversos dispositivos.
El pleno dominio
de la cadena tecnológica implica disponer de la capacidad necesaria para la
creación, manejo y control de todos sus eslabones. Lo contrario es como
pretender atarse con una sola mano los cordones de los zapatos.
EEUU es la única
potencia que ha podido establecer ese dominio desde la 2GM. Es el fruto de la
maduración de un sistema C&T de alta complejidad que lleva décadas formar, lo que no se puede hacer sin las condiciones
adecuadas. Esa capacidad EEUU no lo ha perdido. Cabe preguntar si la mantendrá
para siempre.
El mundo del
chip
La producción de
microprocesadores está en el centro de los conflictos tecnológicos en curso.
Esa parte hoy insoslayable en todo proceso de fabricación está formado
por millones de transistores integrados en una estructura micro dimensional de
material semiconductor, normalmente silicio. También es conocido como chip o microchip.
Los grandes
fabricantes de chips son Taiwan
Semiconductor Manufacturing Company Limited (TSMC), Samsung (Japón), Intel y Nvidia (EEUU). La taiwanesa es de propiedad mixta con una presencia no
única pero dominante de Apple que aporta su base tecnológica al tiempo que es
el principal consumidor de sus productos. Paradójicamente, TSMC es la
proveedora de chips a lo esencial del aparato industrial de la RPCh adonde
también tiene una sucursal.
El chip puede
estar en un aparato doméstico, una máquina herramienta o en una nave espacial.
Es imprescindible, al punto de que su faltante puede paralizar toda una
industria como ocurrió con la automotriz durante la pandemia.
Sin embargo, en
la cadena de las dependencias hay otro eslabón que está más arriba: las máquinas para hacer los chips.
Ese club
exclusivo de firmas está dominada por la neerlandesa Advanced Semiconductor Materials Lithography (ASML) que tiene más
del 80% del mercado litográfico del mundo; también participan las japonesas Canon y Nikon, y Applied Materials
de California.
El ejemplo de los
chips -es decir la parte decisiva de toda producción- nos muestra la forma irreversible
en que la globalización ha ido diseminando las competencias.
Ese proceso desconcentrador
de bienes y servicios de utilidad colectiva impide toda manipulación excluyente por
parte de un sector particular, empresa o país.
En conclusión: en el supuesto de que hubiera una
guerra tecnológica el dilema no es solo quien la gana sino si la propia guerra
puede tener lugar.
Sobre China
El crecimiento de
China es impresionante. Es la consecuencia del potencial de un pueblo que ve
liberado su accionar al tiempo que va gestando las condiciones propicias para
esa construcción. Es un caso típico de proceso autopoiético.
El gran país
asiático quedará en la historia como un ejemplo demostrativo de que el atraso
no es una fatalidad y que, por el contrario, el desarrollo es siempre posible. Lo
es incluso en forma acelerada cuando se logra vencer –lo que indefectiblemente
ocurre a la larga o a la corta- las fuerzas reaccionarias, partidarias del statu quo en la defensa de privilegios
establecidos.
Pero el fenómeno
no debe dar lugar a interpretaciones sesgadas, tomando solo la parte de la
realidad que se condice con presunciones previamente esgrimidas. Sobre todo, en
procesos de alta complejidad.
No es fácil
analizar China. No obstante, es dable preguntar si a China se la sitúa en el
lugar que le corresponde ateniéndonos a su rica experiencia de las últimas
cuatro décadas así como sus reivindicaciones nacionales reafirmadas en
forma permanente.
El reciente XX
Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh) estableció como tarea
central la “culminación de la construcción integral de un poderoso país
socialista moderno…y la promoción integral de la gran revitalización de la
nación china”.
Claramente los
objetivos de China son endógenos y en ningún momento hace alusiones
confrontativas. China se propone fortalecer su protagonismo en la arena
internacional a partir de su importancia en el comercio y la cooperación en
infraestructura; incluso, porque es motivo de legítimo orgullo, hacer conocer su
exitoso modelo de desarrollo.
China es la
infraestructura productiva más grande del mundo. La transformación se fue madurando
durante los últimos 40 años desde de la apertura denominada Boluan Fanzheng (literalmente «eliminar
el caos y volver a la normalidad»).
El conductor de
ese cambio verdaderamente revolucionario fue Deng Xiaoping lo que le valió la reputación de "Arquitecto de la China Moderna”.
El proceso chino
se vio favorecido por la expansión de un capitalismo ya exitoso que aprovechó
las ventajas de un mercado gigantesco, el menor valor de la mano de obra y, no
menos importante, la disciplina social y laboral que garantizaba la presencia
del PCCh en su sociedad.
Las condiciones
ofrecidas dieron lugar a una relocalización masiva de infraestructura
productiva hacia el Oriente, principalmente desde EEUU y otros países
desarrollados.
China disponía de
una base industrial tecnológicamente atrasada a partir de la masiva asistencia
que le prestó en los cincuenta la ex Unión Soviética luego de la formación de
la República Popular China (RPCh) en 1949. Sin embargo, la oferta de Occidente claramente
la superaba en sofisticación.
Un esfuerzo
especial demandó la reconstrucción de las actividades académicas y científicas
que habían sido diezmadas por las políticas aventureras del maoísmo, principalmente
el Gran Salto Adelante entre 1958 y 1961, y la Gran Revolución Culturas
Proletaria en los ´60 y parte de los ´70.
No obstante, el
grueso de sus recursos humanos de mayor calificación se vio comprometido en la
adaptación de la gigantesca infraestructura industrial recibida a partir de los
´80.
China tiene más
de medio millón de sus jóvenes destacados estudiando en EEUU, entre ellos la
propia hija de Xi Jinping.
Siendo como es
EEUU un “cazatalentos”, lo más probable es que los jóvenes chinos más
inteligentes sean iniciados en investigaciones estando aun en las aulas
norteamericanas o sigan conectados cuando regresan a su país luego de graduarse.
El poco
transparente mercado de la tecnología
La cadena del
desarrollo tecnológico va desde el descubrimiento científico hasta dispositivos
de uso cotidiano como los celulares de última generación que están al alcance
de la mano en los lugares más remotos del mundo.
En algunos casos
-cuando auguran éxito, muestran utilidad o se tiene un pálpito- a los
descubrimientos científicos le sigue la «investigación y el desarrollo» (I+D
o en inglés R+D, research and development).
Son los dominios de la innovación. De ellos nacen las tecnologías, algunas de
las cuales son muy exitosas.
La transferencia
tecnológica es un proceso de muchas variantes no siempre transparentes en las
relaciones internacionales.
Comprende la
compraventa legal o ilegal. Se dice que con los medios suficientes es posible
conseguir en el mercado cualquier know
how.
Está el caso
frecuente del hurto o copia que se da cuando un técnico se lleva las planillas
al cesar su trabajo en una empresa.
El apasionante
mundo del espionaje científico está reflejado en exitosas series de Netflix. Ya
mencionado, el proyecto Manhattan fue permeado por la inteligencia rusa lo que
les permitió acelerar la creación de su propia bomba atómica no mucho después
de Hiroshima.
Un caso de aporte
sinérgico es el de la interpretación de la información contenida en patentes
públicas a la que luego se le puede introducir mejoras llamadas «modelos
de utilidad».
También están los
joint ventures entre empresas lo que
implica compartir métodos de fabricación o los profesionales que han asimilado los
conocimientos suficientes al participar en esas negociaciones.
Memorable son las
pulseadas internacionales ocurridas circa 1976 entre países europeos que necesitaban
el gas ruso para crecer, y el presidente Carter que bloqueaba la venta de unas
válvulas para el funcionamiento de los primeros gasoductos que solo fabricaban
los norteamericanos.
Por última están
las cesiones inexplicables. Quienes se hayan interesado por la historia de la
guerra de Corea (1949/53), recordarán la sorpresiva aparición de los cazas Mig-15 rusos para enfrentar a los Sabre norteamericanos. La paradoja es
que los aviones rusos -que mostraron supremacía- estaban equipados con turbinas
Rolls-Royce de origen inglés cedidas
a la Unión Soviética en el mismo momento en que Churchill pronunciaba su memorable
discurso en Fulton (EEUU) para bajar la Cortina de Hierro e iniciar así la
Guerra Fría.
Como dijo Marx en
el Manifiesto Comunista «todo lo sólido se desvanece en el aire». El saber
tecnológico se escapa de su hábitat natural.
La información y
los conocimientos de la innovación hoy están en la nube (cloud computing), en los institutos y empresas globales, en los
intercambios académicos y asociaciones entre
firmas, incluso en manos de investigadores top que se cotizan en el mercado
como si fueran estrellas deportivas.
En síntesis,
ningún país - EEUU inclusive- tiene ya la capacidad de concentrar poder
suficiente como para librar una batalla que es, por añadidura, de imposible
realización. La sublimación global de la
tecnología transcurre por un camino sin
retorno.
El jingoísmo
La retórica
diplomática de los EEUU ha creado un nuevo relato basado en las ideas del
Destino Manifiesto (DM), principio motor de muchas de sus intervenciones
externas. El DM ha hecho las veces de una pastilla azul capaz de incrementar el
ímpetu toda vez que las energías endógenas han sido insuficientes.
El DM está
inspirado en el jingoísmo, una doctrina de origen inglés característica de un nacionalismo
propenso a la expansión violenta sobre otras naciones.
EEUU no tiene
ninguna razón intrínseca para lidiar con China ni tampoco la tiene China con
EEUU. Juntos, en los últimos cuarenta años, han protagonizado una performance sin igual en la historia en
contra de la pobreza y a favor del desarrollo.
Pero bueno, el
diablo mete la cola. Se va estableciendo -como parte de esa ocurrencia
fantasiosa tendiente a reinterpretar las relaciones internacionales- un mundo seccionado
por una grieta global que sitúa a las dos potencias en bandos distintos…
Ing. Alberto Ford
IRI / UNLP. Junio de 2023