viernes, 30 de agosto de 2019


Soldati

Estamos ante una nueva puesta en escena, esta vez de corte dramático (los muertos no son hiperreales). El argumento gira en torno a: muchachones (“barras”) tiran frente a las cámaras pero luego dicen que lo hacen con armas de juguete; la información desmentida de un herido sacado de la ambulancia para rematarlo; vecinos (hay de todo) trinan, se arman y no se contentan con enfrentar a los “okupas”, también lo hacen con la Prefectura; inmigrantes ilegales (aun no legalizados); policías de dos jurisdicciones en retirada y luego ausentes sin aviso; espacio público intrusado a pesar de que un ministro dice que hacerlo no es delito; paraguas; bolitas; el embajador de Evo condena la xenofobia; perucas (no, esos están para otras cosas); Schoklender y sus madres le echan la culpa a los narcos; déficit habitacional; la izquierda boba; nuevos protagonistas en las organizaciones sociales y otros se borran olímpicamente; el no man’s land del conurbano sale de foco en las primeras horas pero como corresponde reaparece con mayor virulencia; Macri y Fernández con ojeras se reúnen a altas horas, Cristina tarda en aparecer… el Estado ausente. Después de 3/4 muertos, la Nación a regañadientes accede a mandar la Gendarmería, su tropa de élite en materia de represión democrática, la única que puede lidiar con tamaño desborde. Es tarea inútil y condenada al fracaso buscar suspicazmente responsables de la “puesta”, aunque con un juego de palabras entre “desmadre” y “apadrinamiento” la presidenta trata de sacarse los muertos de encima. Finalmente, cuando la amenaza del efecto dominó se hace patética, aparece el sentido común (o el pánico se incrementa) y el gobierno accede a buscar por lo menos una salida honorable, ganar tiempo tirando la pelota para adelante porque de soluciones de fondo ni hablar.

Distintas interpretaciones sobre lo sucedido.

La panoplia de interpretaciones, puntos de vista, encuadres, admoniciones, augurios, búsqueda de sentidos, etc., etc., es considerable. Las variables puestas en juego pueden ser: pobreza, indigencia, migraciones ilegales, trabajo esclavo, xenofobia, discriminación, problemas habitacionales, corrupción policial, exclusión, desempleo, narcotráfico, presencia del Estado, rol de los punteros, etc. En una visión sincrónica (foto) y no diacrónica (película), por razones fácticas, prepondera la cuestión de las “soluciones habitacionales”. Las opiniones son coincidentes entre políticos, comunicadores, formadores de opinión y funcionarios: para no pocos resolviendo el tema de la vivienda está todo OK. Un conocido periodista radial en un rapto de originalidad acuña la consigna: “una familia, un techo”.

Favorecer el statu quo

Nada peor para un pobre que condenarlo a vivir anclado a una situación que resume como en una metáfora las causas de su deplorable estado. Los “beneficiarios” (eufemismo utilizado por los programas sociales para designar a los que reciben los planes) están ahí porque les ha ido mal de acuerdo a sus expectativas o no han encontrado satisfacciones en los lugares de origen, de donde huyen hacia mejores condiciones de vida aunque esas condiciones se reduzcan a vivir en una villa de emergencia. En las entrevistas a esos indigentes se descubre que aún pernoctando en casillas de lata, los villeros se sienten mejor que en su terruño porque privilegian (¡en buena hora!) la educación y la salud que les puede dar la ciudad de Buenos Aires. Y con el cartoneo se la rebuscan… Por eso miles cruzan la Avenida General Paz todos los días. Pero un Estado no se puede contentar con esa respuesta. Cuando se hace una política de Estado se diferencia el interés de lo que urge, de las soluciones de fondo.

Dar soluciones duraderas implica que la gente pueda vivir en los lugares donde tiene sus historias, sus raíces, sus familias y sus cementerios. Si hay migraciones estas deben ser producto del deseo de buscar nuevos y mejores horizontes y no de la desesperada huida de la miseria. Naturalmente, se debe recibir a todo el mundo y darle aunque sea una salida transitoria. Pero aquí estamos en presencia de otra cosa: se promueven las migraciones para lucrar con los intereses espurios en juego.

Nadie es inocente

Muchos intereses giran en torno a la pobreza. Hasta se puede hablar de una industria de la pobreza. Intereses políticos, desde los grandes hasta los menudos de los punteros, que basan su capital electoral en el mantenimiento de ese estado; intereses de las ONG’s que con mayor número de “beneficiarios” obtienen más planes sociales; intereses laborales: desde los talleres textiles y los cinturones frutihortícolas, hasta la comercialización de frutas y verduras, el servicio doméstico y la construcción; las redes del narcotráfico y la prostitución; la parte del delito determinada por el contexto de las NBI con su contracara, la justificación de la presencia policial; las actividades de la construcción de viviendas sociales, el negocio de los materiales y el manejo de tierras, etc.

La existencia de un vector centrípeto.

Cabe preguntarse si el problema actual es un déficit habitacional o de (des)ocupación del territorio nacional. Veamos el caso de la Provincia de Buenos Aires. En una superficie de 3.631 Km2 que rodean a la ciudad de Buenos Aires, viven 10 millones de habitantes, mientras que en el resto de la provincia, cuya extensión alcanza a los 304.000 Km2, lo hacen 3 millones. La densidad poblacional: 2.754 habitantes por Km2 contra algo menos de 10 habitantes por Km2 (¡). En una nota se dice que guardando las proporciones con el territorio brasileño, comparativamente la zona metropolitana equivale a una concentración 5 veces mayor de lo que es hoy, o sea, más de 60 millones de habitantes1. Esto demuestra la magnitud de los desequilibrios territorial y demográfico que aquejan a nuestro país.

El problema es de larga data. En el caso de nuestro país la tendencia a la concentración, una fuerza centrípeta que se puede representar por un vector, viene desde la época de la colonia. Distintas políticas industrialistas, exportadoras, fiscales, tarifarias y otras como la subordinación administrativa del interior a la capital, han resultado a lo largo de la historia en una tendencia a la migración periferia-centro que en estos días se ha manifestado en forma descarnada.

Mientras no se comience a cambiar el sentido de ese vector por el cual todas las expectativas de solución a los problemas del interior (y los países vecinos) se dirigen a la región metropolitana, no se podrán alcanzar soluciones duraderas las que, de cualquier manera, tardarán unas cuantas décadas en llegar si se tiene en cuenta el tiempo que demandó la consolidación del actual estado de cosas.

¿Qué hacer?

En lo inmediato. Es claro que no se puede legitimar el mecanismo perverso por el cual el “okupa” automáticamente tenga derecho a un subsidio. Es terriblemente injusto con otros ciudadanos pobres y no tan pobres que ya están encaminados hacia alguna solución. Se crearía un precedente de sesgo inmanejable y desenlace imprevisible. Tampoco no se puede no hacer nada. El meneado tema de la “solución” habitacional es de trámite complejo.

En general no es conveniente construir casas que “anclen” a los “beneficiarios” a las condiciones de vida y contextos que justamente se quieren superar.

Sin embargo, una política de Estado de mediano y largo plazo, que implique un manejo racional del territorio y la población, no excluye abordar el problema con las urgencias de la hora. En ese sentido es mejor la política de urbanización de las villas, es decir, mejorar todo lo que se pueda las condiciones de la habitación (por ejemplo, letrinas asépticas y agua potable), terminar con el negocio de las garrafas caras de gas mientras se subsidia a los ricos, accesos, seguridad, etc. En los casos en que se construye o hay una regularización dominial, en el momento oportuno al beneficiario le puede convenir la venta de sus propiedades, porque encuentra o se le ofrecen mejores condiciones laborales en el interior o exterior. En esos casos el Estado debe ser el comprador y el pago de la operación puede concretarse en otro lugar de destino descentralizado según un plan estratégico consensuado donde se le garanticen en forma sustentable condiciones dignas de vida (TVSE: trabajo-vivienda-salud-educación).





¿Dónde poner los ladrillos?

Luego están los que en cualquier circunstancia les conviene o quieren quedarse; en esos casos el Estado debe asistir y no mucho más.

Un ejemplo son las políticas de inmigración que han existido en otros momentos de la historia de nuestro país y contribuido a darle forma. Por cierto las condiciones no son las mismas que hace 100 años. Las corrientes migratorias son distintas. ¿Qué nos dice el caso de la inmigración boliviana que parece ser en este momento la que más presiona? Se puede realizar una matriz que tiene en cuenta la rama de actividad de los inmigrantes. Están los que trabajan en la construcción. Una política estratégica que regule la actividad en el área metropolitana en beneficio de la ciudad y no de las inmobiliarias, debe establecer las restricciones que sean necesarias de manera que no sean los vecinos los que de hecho se vean en la obligación de hacerlas. Un cambio de tendencia en la actividad de la construcción caracterizada por el desenfreno3 como hay ahora en la ciudad de Buenos Aires, no puede ver en el albañil boliviano el rol estratégica que ha jugado hasta ahora. Distinto es la producción y comercialización de frutas y verduras, que se está reconfigurando con predominio de miembros de esa colectividad mostrando gran eficiencia, sentido de la pertenencia y arraigo por lo menos en una parte de ella. El servicio doméstico (para que nuestras señoras no se arruinen las manos) puede esperar en materia de medidas estratégicas pero no en regularización de las condiciones de trabajo como se está haciendo. El caso es diametralmente distinto con la utilización de mano de obra en algunos casos en condiciones de semiesclavitud en los talleres textiles. Esa actividad es solo en beneficio de las grandes marcas que hacen faÇon en negro y de los feroces capangas del país hermano, duchos si los hay. Esa actividad se debe hacer en Bolivia. Evo hizo declaraciones en el mismo sentido refiriéndose a las ocupaciones de tierras frente a lo cual ofreció facilidades en su país. Es una tendencia que se debe fortalecer en beneficio de ambos países de las políticas regionales y globales. En materia de educación el servicio invalorable que presta nuestro país debe trasladarse a territorio boliviano, siguiendo el modelo sarmientino de las maestras norteamericanas. El narcotráfico y la trata de personas deben ser reprimidos por fuerzas que no tengan intereses en el negocio.

No existen las migraciones espontáneas. En ese sentido hay hechos indignantes que “no forman parte de la realidad” pero que están ahí a la vista del que los quiera ver. Los intercambios con los dominicanos adonde nosotros mandamos turistas a Punta Canas y ellos nos retribuyen con pulposas mulatas que hacen la calle en Once y Constitución, es claro, con protección policial. Con Rumania, por el contrario, el intercambio es asimétrico. Nosotros no les mandamos nada pero en cambio ellos sí: son los indigentes de origen rom que podemos ver en la calles de nuestras principales ciudades4. Pero de todo eso no se habla.

Un estado serio debe establecer una política en materia de migraciones que dé los resultados de las del siglo XIX sobre las cuales se construyó la Argentina. Simultáneamente, con el fin de atenuar las pulsiones migratorias descontroladas de los países vecinos, por la existencia de sus recursos humanos nuestro país está en condiciones de asumir compromisos en materia de cooperación regional e internacional que la alivie de las presiones y la prestigie en ese tipo de labores.

La cohesión territorial y los estados europeos. La gran urbe

En un proceso como el desatado en Soldati, como hemos visto intervienen en forma simultánea una gran cantidad de variables. Entrando por cualquiera de ellas al análisis de la situación por medio de inferencias podemos llegar fácilmente a conclusiones que se nos aparecerán como coherentes. Por tomar un caso, el de la pobreza, las crudas imágenes aparecidas por estos días, nos dicen que la pobreza existe, es importante, y su cuantía no se compadece con las cifras oficiales. La inseguridad no es una sensación, otro de las conclusiones que podemos sacar. Lo mismo con la xenofobia que adquirió proporciones alarmantes, o con la vivienda precaria donde es difícil ver el uso de mampostería para la construcción de las casillas como un signo del progreso nacional en comparación a cuando se las construía de cartón. Si seguimos así llegamos a pensar que estamos frente a un problema de índole compleja, tal vez de los problemas de más difícil solución de los que han aparecido últimamente.

La tendencia natural en estos casos es tratar de reducir la complejidad del problema, es decir, reducir el número de variables que intervienen en la interpretación. Así se aborda la solución de la cuestión habitacional como una panacea. Imaginemos entonces que le construimos una vivienda social a cada familia indigente. ¿Qué situación se plantearía? Otras familias también indigentes pero no oKupas que hace tiempo vienen esperando su solución se verían postergadas en la adjudicación lo cual generaría resentimiento y malestar social. Las familias se establecen pero el asentamiento trae aparejado todos los otros problemas que no resuelve la vivienda. En Fuerte Apache, de propiedad horizontal, hizo falta un destacamento de la Gendarmería establecido ahí en forma permanente para cuidar a la mayoría de los moradores decentes; en La Plata, como se puede ver a la entrada de la autopista, construyeron viviendas sociales de dos pisos con palenque en la puerta para atar el petiso cartonero. En suma, un problema de este calibre solo puede ser abordado en forma compleja, con un enfoque que englobe no la menor sino la mayor cantidad de variables.

Para representar este intríngulis que se ha armado en Soldati, vamos a apelar a la figura de un poliedro conceptual. Para ingresar a él por alguna de sus caras, elijo la cuestión de los desequilibrios territoriales y demográficos.

Los desequilibrios territoriales y demográficos que ahora alcanzan tintes dramáticos, afectan a nuestro país desde lejos y se manifiestan como una “tendencia a la concentración, una fuerza centrípeta que se puede representar por un vector (que) viene desde la época de la colonia”5. Esa fuerza concentradora, vista muy contadas veces y ocultada o subestimada en otras, nunca fue conceptualizada como problema y, por el contrario, fue utilizada con los más diversos fines (el caso del peronismo, no el único, es el más visible), ha sido favorecida o promovida de hecho por “distintas políticas industrialistas, fiscales, tarifarias y otras como la subordinación administrativa del interior a la capital (que) han resultado a lo largo de la historia en una tendencia a la migración periferia-centro”, como se dice en el documento citado. Con la magnitud de la crisis de estos días y por decantación epistemológica, el problema se instala en los medios de una manera que no lo hacía antes. Abós (cit.) paradojalmente nos dice que “La macrocefalia de la Capital es un problema consustancial de la Argentina. Pero parece irreversible, sobre todo porque ni siquiera dan señales de advertirlo quienes lo padecen”. Para otro calificado formador de opinión, la ciudad de Buenos Aires “forma parte de una megalópolis desproporcionada por su magnitud con el resto del país…es un gigantesco centro de gravitación que atrae a las poblaciones miserables del país y de los países limítrofes”6. Desde nuestro equipo hace bastante tiempo que venimos viendo que los desequilibrios territoriales y demográficos de la Argentina son su principal problema estructural de los que padece, es decir, en el conjunto de sus muchos problemas, es el que determina la viabilidad de cualquier solución propuesta y ejecutada en otras áreas de actividad 7.
La complejidad no es solo una noción cualitativa; también lo es cuantitativa. La ley de la “variedad requerida” de Ashby nos dice que la complejidad de un sistema puede ser medida por la cantidad de elementos que contiene y sus interacciones. Hace falta un marco de la suficiente potencia como para poder abordar estratégicamente problemáticas como la del parque de Villa Soldati. Al respecto, la noción de cohesión territorial es un concepto tan nuevo como el blackberry que está haciendo furor en Europa. ¿Qué es?
En la Unión Europea (UE) con cohesión territorial8 se hace referencia a “la solidaridad a las distintas escalas del territorio… reducción de las disparidades de desarrollo entre las regiones… igualdad de acceso a los servicios”. Así, el desarrollo equilibrado y sostenible del territorio le puede permitir a todas sus partes igualdad de oportunidades. Aunque en menor medida que en nuestro país, en los países europeos la población ha tendido a concentrarse en las ciudades debido, sobre todo, al cambio en las formas de producción derivado de los procesos de industrialización causante de que las demandas de mano de obra fueran disminuyendo en el campo para aumentar en las fábricas. Sin embargo, en la UE se le confiere la mayor importancia a atenuar y a revertir estas asimetrías generadas en la modernidad.

Un estado moderno, capaz de pactar consensos estratégicos, tiene que abordar enérgicamente la cuestión de los desequilibrios. El cometido llevará décadas hasta poder revertir las tendencia y lograr resultados tangibles y sustentables; pero es sabido, toda la larga marcha comienza por un pequeño paso… No podemos perder de vista que si el problema no se aborda, no hay ninguna posibilidad de tener un país moderno de perfil claramente europeo, como nunca dejamos de serlo a pesar de los desbarajustes producto de esta prolongada crisis en la que estamos inmersos desde los ’30 del siglo pasado. Es la única verdad, es mentira lo demás.



Ing. Alberto Ford
Ringuelet, diciembre de 2010






1 Álvaro Abós, La Nación, 14/12/10. Ver: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1333342. La nota es imperdible. Se comienza a reflejar en los medios el desequilibrio territorial y demográfico que padece nuestro país como uno de sus problemas más graves, sino el más.
2 http://www.perfil.com/contenidos/2010/12/17/noticia_0028.html

3 La firma propietaria de La Imprenta, uno de los emblemas de Las Cañitas, quería tirar abajo todo el edificio para levantar una torre aduciendo que las modificaciones realizadas en el viejo edificio le habían hecho perder valor testimonial. La demolición tuvo que ser parada por la Legislatura porteña por presión de los vecinos porque la dirección correspondiente al patrimonio del gobierno de la Ciudad le había dado luz verde.
4 Esa pintoresca fauna se compone de: a) mocosos que aporrean la balalaika produciendo melodías indescifrables pero con aire centroeuropeo, b) jóvenes madres que ponen abrojos entre los pañales y activarlos como si fuera una tecla con el fin de provocar el llanto de sus bebes para conmover incautos, c) abuelitas con arcaicas pañoletas europeas en sus cabeza que echadas en la vereda limosnean emitiendo unos sonidos guturales incomprensibles salvo “ayuda”, d) nenitas que venden en los bares curitas y otras enseres hasta que amenazándolas por lo bajo el mozo harto las vuelve a la calle prácticamente de una oreja, e) jóvenes saludables que piden en los semáforos con alguna mutilación simulada con vendajes por lo que solo usan las muletas en horario de trabajo, f) los hombres mayores que no aparecen y que las malas lenguas dicen que esperan pacientemente en sus casas los frutos del trabajo familiar... Son los representantes en nuestras ciudades de la “internacional de la mendicidad” que hace unas semanas hizo perder los estribos a Sarkozy.

5 Ver: Cavallari, Juan José, Ford, Alberto, “Buenos Aires, La Provincia. Presente y futuro”. La Plata, mayo de 2010
6 Botana Natalio, La Nación, 16 de diciembre de 2010, pág. 25
7 Ver: Cavallari, Juan José, Ford, Alberto, “UCR: Aportes al debate sobre la construcción de un proyecto de desarrollo nacional y provincial”, La Plata, enero de 2010. En él se dice con referencia al Conurbano bonaerense “nuestro país padece problemas estructurales sin cuya revelación, abordaje y continuidad de políticas relacionadas, todas las acciones coyunturales que implementemos parecen obrar como una situación de difícil solución”.
8 Ver: Libro Verde de la Unión Europea sobre Cohesión Territorial {SEC (2008) 2550, Bruselas, 6.10.2008}. http://ec.europa.eu/regional_policy/consultation/terco/paper_terco_es.pdf

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