Soldati
Estamos
ante una nueva puesta en escena, esta vez de corte dramático (los
muertos no son hiperreales). El argumento gira en torno a:
muchachones (“barras”) tiran frente a las cámaras pero luego
dicen que lo hacen con armas de juguete; la información desmentida
de un herido sacado de la ambulancia para rematarlo; vecinos (hay de
todo) trinan, se arman y no se contentan con enfrentar a los
“okupas”, también lo hacen con la Prefectura; inmigrantes
ilegales (aun no legalizados); policías de dos jurisdicciones en
retirada y luego ausentes sin aviso; espacio público intrusado a
pesar de que un ministro dice que hacerlo no es delito; paraguas;
bolitas;
el embajador de Evo condena la xenofobia; perucas
(no, esos están para otras cosas); Schoklender y sus madres le echan
la culpa a los narcos; déficit habitacional; la izquierda boba;
nuevos protagonistas en las organizaciones sociales y otros se borran
olímpicamente; el no
man’s land
del conurbano sale de foco en las primeras horas pero como
corresponde reaparece con mayor virulencia; Macri y Fernández con
ojeras se reúnen a altas horas, Cristina tarda en aparecer… el
Estado ausente. Después de 3/4 muertos, la Nación a regañadientes
accede a mandar la Gendarmería, su tropa de élite en materia de
represión democrática, la única que puede lidiar con tamaño
desborde. Es tarea inútil y condenada al fracaso buscar
suspicazmente responsables de la “puesta”, aunque con un juego de
palabras entre “desmadre” y “apadrinamiento” la presidenta
trata de sacarse los muertos de encima. Finalmente, cuando la amenaza
del efecto dominó se hace patética, aparece el sentido común (o el
pánico se incrementa) y el gobierno accede a buscar por lo menos una
salida honorable, ganar tiempo tirando la pelota para adelante porque
de soluciones de fondo ni hablar.
Distintas interpretaciones
sobre lo sucedido.
La
panoplia de interpretaciones, puntos de vista, encuadres,
admoniciones, augurios, búsqueda de sentidos, etc., etc., es
considerable. Las variables puestas en juego pueden ser: pobreza,
indigencia, migraciones ilegales, trabajo esclavo, xenofobia,
discriminación, problemas habitacionales, corrupción policial,
exclusión, desempleo, narcotráfico, presencia del Estado, rol de
los punteros, etc. En una visión sincrónica (foto) y no diacrónica
(película), por razones fácticas, prepondera la cuestión de las
“soluciones habitacionales”. Las opiniones son coincidentes
entre políticos, comunicadores, formadores de opinión y
funcionarios: para no pocos resolviendo el tema de la vivienda está
todo OK. Un conocido periodista radial en un rapto de originalidad
acuña la consigna: “una familia, un techo”.
Favorecer
el statu quo
Nada
peor para un pobre que condenarlo a vivir anclado a una situación
que resume como en una metáfora las causas de su deplorable estado.
Los “beneficiarios” (eufemismo utilizado por los programas
sociales para designar a los que reciben los planes) están ahí
porque les ha ido mal de acuerdo a sus expectativas o no han
encontrado satisfacciones en los lugares de origen, de donde huyen
hacia mejores condiciones de vida aunque esas condiciones se reduzcan
a vivir en una villa de emergencia. En las entrevistas a esos
indigentes se descubre que aún pernoctando en casillas de lata, los
villeros se sienten mejor que en su terruño porque privilegian (¡en
buena hora!) la educación y la salud que les puede dar la ciudad de
Buenos Aires. Y con el cartoneo se la rebuscan… Por eso miles
cruzan la Avenida General Paz todos los días. Pero un Estado no se
puede contentar con esa respuesta. Cuando se hace una política de
Estado se diferencia el interés de lo que urge, de las soluciones de
fondo.
Dar
soluciones duraderas implica que la gente pueda vivir en los lugares
donde tiene sus historias, sus raíces, sus familias y sus
cementerios. Si hay migraciones estas deben ser producto del deseo
de buscar nuevos y mejores horizontes y no de la desesperada huida de
la miseria. Naturalmente, se debe recibir a todo el mundo y darle
aunque sea una salida transitoria. Pero aquí estamos en presencia de
otra cosa: se
promueven las migraciones para lucrar con los intereses espurios en
juego.
Nadie es inocente
Muchos
intereses giran en torno a la pobreza. Hasta se puede hablar de una
industria de la pobreza. Intereses políticos, desde los grandes
hasta los menudos de los punteros, que basan su capital electoral en
el mantenimiento de ese estado; intereses de las ONG’s que con
mayor número de “beneficiarios” obtienen más planes sociales;
intereses laborales: desde los talleres textiles y los cinturones
frutihortícolas, hasta la comercialización de frutas y verduras, el
servicio doméstico y la construcción; las redes del narcotráfico y
la prostitución; la parte del delito determinada por el contexto de
las NBI con su contracara, la justificación de la presencia
policial; las actividades de la construcción de viviendas sociales,
el negocio de los materiales y el manejo de tierras, etc.
La existencia de un vector
centrípeto.
Cabe
preguntarse si el problema actual es un déficit habitacional o de
(des)ocupación del territorio nacional. Veamos el caso de la
Provincia de Buenos Aires. En una superficie de 3.631 Km2
que
rodean a la ciudad de Buenos Aires, viven 10 millones de habitantes,
mientras que en el resto de la provincia, cuya extensión alcanza a
los 304.000 Km2,
lo hacen 3 millones. La densidad poblacional: 2.754 habitantes por
Km2
contra
algo menos de 10 habitantes por Km2
(¡).
En una nota se dice que guardando las proporciones con el territorio
brasileño, comparativamente la zona metropolitana equivale a una
concentración 5 veces mayor de lo que es hoy, o sea, más de 60
millones de habitantes1.
Esto demuestra la magnitud de los desequilibrios territorial y
demográfico que aquejan a nuestro país.
El
problema es de larga data. En el caso de nuestro país la tendencia a
la concentración, una fuerza centrípeta que se puede representar
por un vector, viene desde la época de la colonia. Distintas
políticas industrialistas, exportadoras, fiscales, tarifarias y
otras como la subordinación administrativa del interior a la
capital, han resultado a lo largo de la historia en una tendencia a
la migración periferia-centro que en estos días se ha manifestado
en forma descarnada.
Mientras
no se comience a cambiar el sentido de ese vector por el cual todas
las expectativas de solución a los problemas del interior (y los
países vecinos) se dirigen a la región metropolitana, no se podrán
alcanzar soluciones duraderas las que, de cualquier manera, tardarán
unas cuantas décadas en llegar si se tiene en cuenta el tiempo que
demandó la consolidación del actual estado de cosas.
¿Qué hacer?
En
lo inmediato. Es claro que no se puede legitimar el mecanismo
perverso por el cual el “okupa” automáticamente tenga derecho a
un subsidio. Es terriblemente injusto con otros ciudadanos pobres y
no tan pobres que ya están encaminados hacia alguna solución. Se
crearía un precedente de sesgo inmanejable y desenlace imprevisible.
Tampoco no se puede no hacer nada. El meneado tema de la “solución”
habitacional es de trámite complejo.
En
general no es conveniente construir casas que “anclen” a los
“beneficiarios” a las condiciones de vida y contextos que
justamente se quieren superar.
Sin
embargo, una política de Estado de mediano y largo plazo, que
implique un manejo racional del territorio y la población, no
excluye abordar el problema con las urgencias de la hora. En ese
sentido es mejor la política de urbanización de las villas, es
decir, mejorar todo lo que se pueda las condiciones de la habitación
(por ejemplo, letrinas asépticas y agua potable), terminar con el
negocio de las garrafas caras de gas mientras se subsidia a los
ricos, accesos, seguridad, etc. En los casos en que se construye o
hay una regularización dominial, en el momento oportuno al
beneficiario le puede convenir la venta de sus propiedades, porque
encuentra o se le ofrecen mejores condiciones laborales en el
interior o exterior. En esos casos el Estado debe ser el comprador y
el pago de la operación puede concretarse en otro lugar de destino
descentralizado según un plan estratégico consensuado donde se le
garanticen en forma sustentable condiciones dignas de vida (TVSE:
trabajo-vivienda-salud-educación).
¿Dónde poner los ladrillos?
Luego
están los que en cualquier circunstancia les conviene o quieren
quedarse; en esos casos el Estado debe asistir y no mucho más.
Un
ejemplo son las políticas de inmigración que han existido en otros
momentos de la historia de nuestro país y contribuido a darle forma.
Por cierto las condiciones no son las mismas que hace 100 años. Las
corrientes migratorias son distintas. ¿Qué nos dice el caso de la
inmigración boliviana que parece ser en este momento la que más
presiona? Se puede realizar una matriz que tiene en cuenta la rama de
actividad de los inmigrantes. Están los que trabajan en la
construcción. Una política estratégica que regule la actividad en
el área metropolitana en beneficio de la ciudad y no de las
inmobiliarias, debe establecer las restricciones que sean necesarias
de manera que no sean los vecinos los que de hecho se vean en la
obligación de hacerlas. Un cambio de tendencia en la actividad de la
construcción caracterizada por el desenfreno3
como hay ahora en la ciudad de Buenos Aires, no puede ver en el
albañil boliviano el rol estratégica que ha jugado hasta ahora.
Distinto es la producción y comercialización de frutas y verduras,
que se está reconfigurando con predominio de miembros de esa
colectividad mostrando gran eficiencia, sentido de la pertenencia y
arraigo por lo menos en una parte de ella. El servicio doméstico
(para que nuestras señoras no se arruinen las manos) puede esperar
en materia de medidas estratégicas pero no en regularización de las
condiciones de trabajo como se está haciendo. El caso es
diametralmente distinto con la utilización de mano de obra en
algunos casos en condiciones de semiesclavitud en los talleres
textiles. Esa actividad es solo en beneficio de las grandes marcas
que hacen faÇon
en negro y de los feroces capangas del país hermano, duchos si los
hay. Esa actividad se debe hacer en Bolivia. Evo hizo declaraciones
en el mismo sentido refiriéndose a las ocupaciones de tierras frente
a lo cual ofreció facilidades en su país. Es una tendencia que se
debe fortalecer en beneficio de ambos países de las políticas
regionales y globales. En materia de educación el servicio
invalorable que presta nuestro país debe trasladarse a territorio
boliviano, siguiendo el modelo sarmientino de las maestras
norteamericanas. El narcotráfico y la trata de personas deben ser
reprimidos por fuerzas que no tengan intereses en el negocio.
No
existen las migraciones espontáneas.
En ese sentido hay hechos indignantes que “no forman parte de la
realidad” pero que están ahí a la vista del que los quiera ver.
Los intercambios con los dominicanos adonde nosotros mandamos
turistas a Punta Canas y ellos nos retribuyen con pulposas mulatas
que hacen la calle en Once y Constitución, es claro, con protección
policial. Con Rumania, por el contrario, el intercambio es
asimétrico. Nosotros no les mandamos nada pero en cambio ellos sí:
son los indigentes de origen rom
que podemos ver en la calles de nuestras principales ciudades4.
Pero de todo eso no se habla.
Un
estado serio debe establecer una política en materia de migraciones
que dé los resultados de las del siglo XIX sobre las cuales se
construyó la Argentina. Simultáneamente, con el fin de atenuar las
pulsiones migratorias descontroladas de los países vecinos, por la
existencia de sus recursos humanos nuestro país está en condiciones
de asumir compromisos en materia de cooperación regional e
internacional que la alivie de las presiones y la prestigie en ese
tipo de labores.
La cohesión territorial y los
estados europeos. La gran urbe
En
un proceso como el desatado en Soldati, como hemos visto intervienen
en forma simultánea una gran cantidad de variables. Entrando por
cualquiera de ellas al análisis de la situación por medio de
inferencias podemos llegar fácilmente a conclusiones que se nos
aparecerán como coherentes. Por tomar un caso, el de la pobreza, las
crudas imágenes aparecidas por estos días, nos dicen que la pobreza
existe, es importante, y su cuantía no se compadece con las cifras
oficiales. La inseguridad no es una sensación, otro de las
conclusiones que podemos sacar. Lo mismo con la xenofobia que
adquirió proporciones alarmantes, o con la vivienda precaria donde
es difícil ver el uso de mampostería para la construcción de las
casillas como un signo del progreso nacional en comparación a cuando
se las construía de cartón. Si seguimos así llegamos a pensar que
estamos frente a un problema de índole compleja, tal vez de los
problemas de más difícil solución de los que han aparecido
últimamente.
La
tendencia natural en estos casos es tratar de reducir la complejidad
del problema, es decir, reducir el número de variables que
intervienen en la interpretación. Así se aborda la solución de la
cuestión habitacional como una panacea. Imaginemos entonces que le
construimos una vivienda social a cada familia indigente. ¿Qué
situación se plantearía? Otras familias también indigentes pero no
oKupas que hace tiempo vienen esperando su solución se verían
postergadas en la adjudicación lo cual generaría resentimiento y
malestar social. Las familias se establecen pero el asentamiento trae
aparejado todos los otros problemas que no resuelve la vivienda. En
Fuerte Apache, de propiedad horizontal, hizo falta un destacamento de
la Gendarmería establecido ahí en forma permanente para cuidar a la
mayoría de los moradores decentes; en La Plata, como se puede ver a
la entrada de la autopista, construyeron viviendas sociales de dos
pisos con palenque en la puerta para atar el petiso cartonero. En
suma, un problema de este calibre solo puede ser abordado en forma
compleja, con un
enfoque que englobe no la menor sino la mayor cantidad de variables.
Para
representar este intríngulis que se ha armado en Soldati, vamos a
apelar a la figura de un poliedro conceptual. Para ingresar a él
por alguna de sus caras, elijo la cuestión de los desequilibrios
territoriales y demográficos.
Los
desequilibrios
territoriales y demográficos que
ahora
alcanzan
tintes dramáticos, afectan a nuestro país desde lejos y se
manifiestan como una “tendencia a la concentración, una fuerza
centrípeta que se puede representar por un vector (que) viene desde
la época de la colonia”5.
Esa fuerza concentradora, vista muy contadas veces y ocultada o
subestimada en otras, nunca fue conceptualizada como problema y, por
el contrario, fue utilizada con los más diversos fines (el caso del
peronismo, no el único, es el más visible), ha sido favorecida o
promovida de hecho por “distintas políticas industrialistas,
fiscales, tarifarias y otras como la subordinación administrativa
del interior a la capital (que) han resultado a lo largo de la
historia en una tendencia a la migración periferia-centro”, como
se dice en el documento citado. Con la magnitud de la crisis de estos
días y por decantación epistemológica, el problema se instala en
los medios de una manera que no lo hacía antes. Abós (cit.)
paradojalmente nos dice que “La macrocefalia de la Capital es un
problema consustancial de la Argentina. Pero parece irreversible,
sobre todo porque ni siquiera dan señales de advertirlo quienes lo
padecen”. Para otro calificado formador de opinión, la ciudad de
Buenos Aires “forma parte de una megalópolis desproporcionada por
su magnitud con el resto del país…es un gigantesco centro de
gravitación que atrae a las poblaciones miserables del país y de
los países limítrofes”6.
Desde nuestro equipo hace bastante tiempo que venimos viendo que los
desequilibrios territoriales y demográficos de la Argentina son su
principal problema
estructural de los que padece, es decir, en el conjunto de sus muchos
problemas, es el que determina
la viabilidad de cualquier solución propuesta y ejecutada en otras
áreas de actividad
7.
La
complejidad no es solo una noción cualitativa; también lo es
cuantitativa. La ley de la “variedad requerida” de Ashby nos dice
que la complejidad de un sistema puede ser medida por la cantidad de
elementos que contiene y sus interacciones. Hace falta un marco de
la suficiente potencia como para poder abordar estratégicamente
problemáticas como la del parque de Villa Soldati. Al respecto, la
noción de cohesión territorial es un concepto tan nuevo como el
blackberry que está haciendo furor en Europa. ¿Qué es?
En
la Unión Europea (UE) con cohesión
territorial8
se hace referencia a “la solidaridad a las distintas escalas del
territorio… reducción de las disparidades de desarrollo entre las
regiones… igualdad de acceso a los servicios”. Así, el
desarrollo equilibrado y sostenible del territorio le puede permitir
a todas sus partes igualdad de oportunidades. Aunque en menor medida
que en nuestro país, en los países europeos la población ha
tendido a concentrarse en las ciudades debido, sobre todo, al cambio
en las formas de producción derivado de los procesos de
industrialización causante de que las demandas de mano de obra
fueran disminuyendo en el campo para aumentar en las fábricas. Sin
embargo, en la UE se le confiere la mayor importancia a atenuar y a
revertir estas asimetrías generadas en la modernidad.
Un
estado moderno, capaz de pactar consensos estratégicos, tiene que
abordar enérgicamente la cuestión de los desequilibrios. El
cometido llevará décadas hasta poder revertir las tendencia y
lograr resultados tangibles y sustentables; pero es sabido, toda la
larga marcha comienza por un pequeño paso… No podemos perder de
vista que si el problema no se aborda, no hay ninguna posibilidad de
tener un
país moderno de perfil claramente europeo,
como nunca dejamos de serlo a pesar de los desbarajustes producto de
esta prolongada crisis en la que estamos inmersos desde los ’30 del
siglo pasado. Es la única verdad, es mentira lo demás.
Ing. Alberto Ford
Ringuelet, diciembre de 2010
1
Álvaro
Abós, La Nación, 14/12/10. Ver:
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1333342.
La nota es imperdible. Se comienza a reflejar en los medios el
desequilibrio territorial y demográfico que padece nuestro país
como uno de sus problemas más graves, sino el más.
3
La
firma propietaria de La Imprenta, uno de los emblemas de Las
Cañitas, quería tirar abajo todo el edificio para levantar una
torre aduciendo que las modificaciones realizadas en el viejo
edificio le habían hecho perder valor testimonial. La demolición
tuvo que ser parada por la Legislatura porteña por presión de los
vecinos porque la dirección correspondiente al patrimonio del
gobierno de la Ciudad le había dado luz verde.
4
Esa
pintoresca fauna se compone de: a) mocosos que aporrean la balalaika
produciendo melodías indescifrables pero con aire centroeuropeo, b)
jóvenes madres que ponen abrojos entre los pañales y activarlos
como si fuera una tecla con el fin de provocar el llanto de sus
bebes para conmover incautos, c) abuelitas con arcaicas pañoletas
europeas en sus cabeza que echadas en la vereda limosnean emitiendo
unos sonidos guturales incomprensibles salvo “ayuda”, d) nenitas
que venden en los bares curitas y otras enseres hasta que
amenazándolas por lo bajo el mozo harto las vuelve a la calle
prácticamente de una oreja, e) jóvenes saludables que piden en los
semáforos con alguna mutilación simulada con vendajes por lo que
solo usan las muletas en horario de trabajo, f) los hombres mayores
que no aparecen y que las malas lenguas dicen que esperan
pacientemente en sus casas los frutos del trabajo familiar... Son
los representantes en nuestras ciudades de la “internacional de
la mendicidad” que hace unas semanas hizo perder los estribos a
Sarkozy.
5
Ver:
Cavallari, Juan José, Ford, Alberto, “Buenos Aires, La Provincia.
Presente y futuro”. La Plata, mayo de 2010
7
Ver:
Cavallari, Juan José, Ford, Alberto, “UCR: Aportes al debate
sobre la construcción de un proyecto de desarrollo nacional y
provincial”, La Plata, enero de 2010. En él se dice con
referencia al Conurbano
bonaerense
“nuestro país padece problemas estructurales sin cuya revelación,
abordaje y continuidad de políticas relacionadas, todas las
acciones coyunturales que implementemos parecen obrar como una
situación de difícil solución”.
8
Ver:
Libro
Verde de la Unión Europea sobre Cohesión Territorial {SEC (2008)
2550, Bruselas, 6.10.2008}.
http://ec.europa.eu/regional_policy/consultation/terco/paper_terco_es.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario