viernes, 30 de agosto de 2019


Ford Hurtado, Alberto albertoford42@yahoo.com.ar

Desarrollo local, cambio climático y nuevas demandas de participación[1]

H. Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires
Relator de la Comisión de Asuntos Regionales y del Interior
La Plata, Argentina, marzo de 2010
Español
Profundizando la democracia en espacios organizados por el estado
Ponencia académica

1. El ámbito del desarrollo local, lugar donde se despliega la participación, se encontrará sometido en forma creciente a una doble presión; desde afuera, por las nuevas condiciones de la política emergentes de la crisis en curso, principalmente, las relacionadas con el cambio climático; desde adentro, debido a las formas desarticuladas (jerárquico-piramidales) de gestión tradicionales que obstaculizan una circulación más ágil de los flujos decisionales. Un esfuerzo de integración de ambas perspectivas solo puede ser resuelto por una aproximación transdisciplinaria capaz de configurar nuevas relaciones conceptuales en el cometido de romper compartimientos estancos en la generación de conocimiento específico y la formulación de políticas públicas.

2. Para Anthony Giddens no hay “en este momento ninguna política que esté a la altura de la magnitud del problema del cambio climático… hace falta un nuevo modelo de desarrollo… una gran cuota de pensamiento creativo y este debe ser en su mayor parte social y político” (Giddens, 2009). Toda una definición señera sobre el tema del cambio climático en el que habitualmente se repara en sus manifestaciones meteorológicas más que la complejidad de sus implicancias profundas y extendidas. El incipiente mercado de bonos de carbono está llamado a jugar a nivel global un rol similar al de las revoluciones industriales de antaño; al igual que en aquella oportunidad, el nivel micro se verá perturbado -con todas las contradicciones que ello acarrea- por la diseminación del saber, la promoción del progreso y la configuración de nuevas pautas de organización social.

3. Evidencias de la situación internacional (el vertiginoso crecimiento de la clase media mundial uno de cuyos indicadores es el consumo de proteínas animales) nos pueden estar indicando que la Argentina está por ingresar en su segundo ciclo largo de crecimiento, luego del primero de 70 años abruptamente finalizado en 1930. Las pequeñas y grandes batallas que traerá aparejado el esfuerzo por transformar el crecimiento en desarrollo (cometido que no estuvo presente en el primer ciclo), se dirimirán en ámbitos más cercanos al barrio, el individuo y su familia. El desafío no puede ser abordado con formas inadecuadas de concebir la cosa pública. Amerita un cambio de cultura: desarrollar configuraciones en red que faciliten las sinergias derivadas de la participación de los ciudadanos.

4. Progresivamente, se irá evidenciando la relación existente entre lo global y lo local al punto de que se ha acuñado la formula del desarrollo glocal; aunque, huelga decirlo, más allá de las dificultades epistemológicas para articularlos, todavía en la práctica ambos conceptos ocupan espacios muy distantes: por un lado lo global, por el otro lo local (a pesar de que diariamente desfila el mundo por la pantalla en lo que se ha dado en llamar el “tiempo real”, la simultaneidad de la emisión y la recepción de los flujos comunicativos). Sin embargo, lo que hoy aparece lejano irá acortando sus distancias con la evolución de la crisis. Lo global irá irrumpiendo en lo local, debido a los condicionamientos emergentes de la nueva división internacional del trabajo.

Nuevos escenarios

5. ¿Cómo opera el mercado de bonos de carbono (MBC)? A medida que los países más contaminantes se vayan imponiendo restricciones consensuadas en materia de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) -según tratados internacionales como el Protocolo de Kyoto o el que lo sucederá en 2012- al no poder cumplirlas en lo inmediato, se verán obligados a comprar bonos emitidos por empresas de países menos contaminantes entre los que está el nuestro. Esos bonos son emitidos por 1) alguna reducción verificada de GEI en el caso de producciones ya en marcha (por ejemplo, por el cambio en el uso de energías: en lugar de combustibles fósiles apelar a otros no contaminantes; o, también, realizando algún cambio en los métodos de fabricación), 2) en el caso de proyectos que se están por implementar, por la adopción de tecnologías limpias o de mejor performance que otras más contaminantes que hubieran podido usarse. Dos situaciones: una real (reducción) y otra virtual (proyectos más promisoriamente “verdes”), las dos formas que va a asumir el MBC (a la forestación y reforestación hasta ahora se le ha concedido menor valor estratégico porque tanto la reducción como la prevención de emisiones de GEI, a diferencia de capturas de GEI desde la foresta, son generadoras de negocios de mayor cuantía y/o disponen de un poder reconfigurante más dinámico, inmediato y tangible, de mayor impacto popular en el contexto de la globalización).

6. Las implicancias de la actividad del MBC serán omnicomprensivas: llegarán a afectar hasta los niveles micro de actividad. Una forma de penetración de los flujos globales más invasiva aún de lo que hemos visto en los últimos años, por ejemplo, con las inversiones externas que comenzaron con la compra de grandes empresas para luego irse extendiendo hacia las de menor porte o, también, comparable a la llegada de nuevas tecnologías, como en el caso de los celulares, un producto exclusivo todavía en los ’90 cuyo número hoy sobrepasa la cantidad de  habitantes. Las transacciones en el MBC estarán compuestas de flujos financieros y tecnológicos, oportunidades de nuevos negocios, apertura de mercados para bienes y servicios derivados de la innovación, y asociaciones empresarias. Se dirigirán desde el centro a la periferia sin que el vector, a diferencia de antaño, tenga connotaciones territoriales.

7.  ¿Cómo se dejará sentir ese nuevo mercado, aun incipiente, en la realidad de nuestro país?
Para imaginar los escenarios probables, podemos situarnos en la Argentina de 1850, inicio del primer ciclo largo de crecimiento cuando, por un lado, se estaba saliendo de una situación pre-moderna basada en una economía pastoril y, por el otro, se desplegaba la segunda revolución industrial, principalmente en Inglaterra, con presiones concretas hacia nuestro país, en particular, con demandas territoriales para acomodar excesos de población europeos, y a transformar su economía en un sentido capitalista con la instalación del modelo agro exportador capaz de satisfacer de alimentos a las nuevas poblaciones urbanas en el viejo continente como consecuencia de su industrialización. Si ahora la Argentina, como se deja traslucir por la nueva división global del trabajo, y acudiendo a hipótesis deductivas basadas en las tendencias evidenciadas en los últimos años, está por iniciar su segundo ciclo de crecimiento largo, las influencias externas se dejarán sentir vehiculizadas principalmente a través de los mecanismos inherentes al cambio climático, que se corporizan en el MBC.

8. Los mecanismos reconfigurantes del cambio climático pueden obrar en la dirección de avanzar hacia una mayor cohesión territorial y demográfica de nuestro país, cuyos desequilibrios son, sin duda, su principal problema. Para muestra basta un botón: a pesar de la crisis actual externa e interna, cada una en su medida, la economía argentina se desenvuelve en una situación que dista de ser crítica. Sin embargo, si nos salimos de los indicadores económicos que habitualmente poco dicen sobre el estado de la gente, estamos frente a gravísimos problemas de todo tipo, algunos evidentes, como la inseguridad y la exclusión social, y otros para los cuales no hay suficientes medios de ponderación salvo el sentido común y la percepción cotidiana de la gente… que no es poco. ¿Cómo actuaría el cambio climático como factor reconfigurante? Tomemos un caso: el del Río Bermejo.

9. Canalizar el Río Bermejo haría posible transformar un desierto de 250.000 Km2 (casi una Italia o media España), zonas improductivas hasta ahora postergadas por su lejanía de los centros de consumo, en un generador de riquezas con impacto tanto en Bolivia como en la Argentina. Un diseño adecuado de las obras permitiría construir embalses y puertos de manera de conectar los territorios puestos en valor con el Río Paraná, dándoles salida al mar. Eso en lo referido a infraestructura. El impacto es más significativo cuando vemos lo que hace posible esa infraestructura: alternativas de nuevas formas de vida a miles de personas hacinadas hoy en los conurbanos, muchos de ellos originarios de esas zonas. La densidad actual es de 1,5 habitantes por Km2 mientras que en el conurbano bonaerense el 40% de la población del país en 7000 Km2 se amontona sin sentido. En lo referido al transporte fluvial los datos comparativos son elocuentes: el costo de transporte por camión por tonelada y por kilómetro es cinco mayor que lo que constaría hacerlo por barcaza a través de los canales. Se regarían 800.000 hectáreas. Todos los proyectos involucrados: rectificación de canales, obras portuarias, de transporte, proyectos familiares de reubicación y productivos, construcción de infraestructura urbana, reforestación, serían fácilmente negociables en el MBC. Naturalmente, será un cometido estratégico de décadas de duración como, por ejemplo, llevó alcanzar la actual configuración de la pampa gringa; pero toda larga marcha comienza con un pequeño paso, en este caso no tan pequeño si se trata de que en nuestra país se formulen y ejecuten políticas estatales de largo plazo. Sobresale el rol que deberían jugar en las nuevas poblaciones las políticas de desarrollo local para la redistribución de opciones de crecimiento individual y familiar.

El enfoque del desarrollo local

10. Cuando pensamos en niveles micro nuestra atención se dirige a lo local. Vamos a especificar el significado de algunas variables implicadas en la noción de desarrollo local.
Crecimiento y desarrollo, en el área económica, se usan en forma indistinta.  Pero no son lo mismo. Muchos países africanos crecieron el año pasado más que Bélgica aunque sus desarrollos son incomparables. En nuestro país crece el número de escuelas y se asignan recursos para la construcción de nuevas aulas; sin embargo, la enseñanza no mejora, por el contrario existe la convicción de que cada vez está peor, la enseñanza está en crisis y los maestros, mal pagos, son de baja calificación. El desarrollo puede implicar crecimiento –de hecho en los países en vías de desarrollo es así- o también, como en países ya desarrollados, el objetivo puede ser el “crecimiento cero”. Pero más allá de un punto, el crecimiento no garantiza desarrollo el que se mide por otros indicadores como el acceso a la educación, un trabajo digno, la salud, el bienestar colectivo, etc. No es infrecuente entre nosotros que se confundan ambas nociones. Una expresión de ello es el incremento de los planes sociales lo que luego es reflejado en las estadísticas como aumento del empleo y del ingreso de las familias. Así, los pobres no se ven incentivados y desaprovechan las pocas opciones que les ofrece el sistema para salir de su situación. Para el populismo mantener la pobreza es condición de poder; es una fuente de sustento y perduración. Por el contrario, la gente debe tener la posibilidad de progresar con la contención, ayuda y dirección del estado (también a  través de planes sociales verdaderamente transitorios concebidos en función de aumentar las capacidades y poner en marcha microemprendimientos), en la medida que su acción se base en el principio de la promoción y no en la suplantación de los esfuerzos. La verdadera redistribución es de oportunidades.

11. ¿Qué es el desarrollo? Des-arrollo significa desplegar lo que está arrollado; permitir que emerja lo que está contenido en el interior de un organismo en tanto exista una acción, una fuerza, que impulse esos contenidos a hacerse presente en la superficie. Desarrollo está asociado a la idea de lo endógeno; lo implica. Normalmente, el desarrollo no se puede poner en marcha sin una fuerza externa que lo promueva. El estímulo puede ser de carácter promocional (desaparece cuando el desarrollo se inicia y alcanza autodinamismo) o dependiente (permanece más allá de lo necesaria para movilizar, y crea vínculos perniciosos habitualmente de tipo políticos). Las intervenciones de este último tipo, tradicionales, han sido avasalladoras, desvalorizante de lo propio a desarrollar, y termina suplantando los esfuerzos locales que pueden hacer posible alcanzar la madurez organizativa. Las razones de esas prácticas son profundas y extendidas. Un caso emblemático es el del “bottom up”, una noción creada en el ámbito del Banco Mundial tal vez con la sana intención de corregir sus conocidos desaciertos. Bottom up hace alusión a lo que sube del fondo; una especie de emergencia endógena que se pone en marcha, se despliega en una serie ordenada de actividades y políticas, y desemboca en un proceso de desarrollo local. Con el afán de jerarquizar el rol de los factores locales, la noción de bottom up tuvo cierta trascendencia; por ejemplo puede ser relacionada a la de “desarrollo endógeno”. Sin embargo, existen multitud de ejemplos de cómo comunidades cerradas, con insuficiente conexión al exterior, pueden vegetar durante generaciones, reproduciendo hasta el cansancio las mismas pautas, los mismos patrones que los caracterizan, sin ninguna posibilidad de incorporar innovaciones que crecen afuera. Es por eso que los procesos de desarrollo local necesitan ser puestos en movimiento por una intervención externa. ¿Por qué es así?

12. Para que un proceso se desate debe existir una diferencia de potencial informativo  para establecer la comunicación. Las pequeñas fluctuaciones que se puedan producir en el interior del sistema considerado son naturalmente absorbidas por un reacomodamiento autopoiético en forma de movimientos imperceptibles que terminan por ser autorreferenciales sin establecer ninguna conexión externa. Y si no hay comunicación no hay diálogo. El progreso no se percibe. El desarrollo, por naturaleza, es endógeno, justamente porque hace alusión a lo que viene desde adentro. Por el contrario, exógeno es, en todo caso, el disparador, esa fuerza necesaria para activar y revelar lo que está contenido en un sistema. Sin embargo, no todos los adjetivos de desarrollo son redundantes.  El adjetivo “local” es funcional porque le da el contexto y la escala; no se refiere a la emergencia de los elementos del sistema considerado sino que determina en lugar donde ocurre. De la misma manera se puede hablar de desarrollo “microrregional”, “regional”, “global”, etc. Recientemente en el Formez, la agencia del gobierno italiano que se entiende con el desarrollo en pequeña escala, Dolores Deidda, responsable del Centro de Políticas de Competencia y Herramientas para el Desarrollo Local, ha dictado una conferencia donde el aspecto sobresaliente es la percepción de que la época del bottom up ha finalizado. Básicamente, se le atribuye a dicho enfoque la falta de conexión externa, la focalización de los aspectos internos sin tener suficientemente en cuenta los condicionantes de contexto que producen las sinergias, entre ellas las políticas públicas de niveles superiores que contienen y condicionan lo local. Se impone a partir de ahora una agenda más extendida que comprenda “la mejora y crecimiento de los servicios públicos, el fortalecimiento de las redes de empresas, la mejor valorización de los bienes culturales y ambientales, la innovación tecnológica, etc.” que, según Deidda, influyen positivamente en los procesos de desarrollo, y que  son “directamente atribuibles a la política pública” (Deidda, 2008)

13. Para que haya desarrollo hace falta un terreno abonado. Una manera de medir la “fertilidad” es a través de las potencialidades multifacéticas que muestra (o esconde) el sistema focalizado. Los llamados “capitales” son dimensiones de institucionalidad que, si bien no todos son mensurables, la sola noción cualitativa (intuitiva) da la pauta del potencial de un determinado sistema para el desarrollo local. La afirmación no obsta para que en el proceso de pormenorización de los aspectos que hagan al desarrollo, puedan diseñarse indicadores que correctamente aplicados, nos den una medida de aquellas potencialidades. Pero de la larga lista de capitales intangibles: capital  natural, capital sinergético, capital económico, capital cognitivo, capital simbólico, capital cultural, capital institucional, capital psicosocial, capital social, capital cívico, capital humano, (Boisier, 1999) que dan cuenta de las distintas facetas de una comunidad local para describir su potencial, nos referiremos solo al más conocido de todos, el capital social. Derivados de los trabajos de Robert Putnam en Italia del Norte (Putnam, 1993) hay diversas definiciones de capital social que básicamente se refieren a las variables que miden la colaboración social entre los diferentes grupos de un colectivo humano, y el uso individual de las oportunidades surgidas de esa colaboración a partir de tres fuentes principales: la confianza mutua, las normas efectivas y las redes sociales; así, el capital social mide la sociabilidad de un conjunto humano y aquellos aspectos que permiten que prospere la colaboración y el uso, por parte de los actores individuales, de las oportunidades que surgen en estas relaciones sociales. Una sociabilidad entendida como la capacidad para realizar trabajo conjunto, la de colaborar y llevar a cabo la acción colectiva. El enfoque remite a lo posibilidad de amplificar los recursos que una comunidad recibe. Para tomar dos extremos: se puede dar la situación del “agujero negro”, en el sentido de que el recurso que ingresa es absorbido sin que tenga un impacto visible debido a su pronta esterilidad o, por el contrario, el recurso puede realizarse virtuosamente dando lugar a la creación de mayores oportunidades que las que había antes de introducir el mismo. Es importante, para el desarrollo local, una apreciación certera de cual es el ambiente en el que vamos a intervenir.

14. Hay muchas formas de concebir el DL. En nuestro caso haremos hincapié en la

…capacidad de los actores de un sistema definido, de escala micro, comprometidos en la captura de recursos externos así como en la identificación y movilización de los propios (explícitos e implícitos), con el fin de realizarlos de una forma sustentable en la producción de bienes y servicios tangibles e intangibles para beneficio de la población y el cuidado del medio ambiente involucrados.

Una rápida desagregación de la definición nos muestra lo siguiente. Capacidad se refiere a saberes, metodologías y técnicas especiales que permiten el logro del objetivo: capturar recursos en una forma que diferencia la lógica del cazador (dinámico, asume riesgo) a la del trampero (estático, espera, especula). La definición de actores es difusa y profusa en la bibliografía, remite a alguien o algo capaz de relación y/o asociación con un fin: un científico, un texto, un mecanismo, una institución, una idea fuerza, etc."  A los efectos prácticos estamos pensando en personas y de estas las más comprometidas en las acciones de DL (a veces llamadas también “agentes”). Cuando pensamos en un sistema definido, le estamos poniendo límites normalmente basados en la contigüidad (hoy con el cíber espacio se pueden definir sistemas no contiguos). Recursos pueden ser de diverso tipo: financieros, tecnológicos, humanos, organizacionales, etc. que puedan ser útiles para abordar los problemas del DL; se hace mención a los externos, provistos desde fuera del sistema, y los internos que pueden estar a la vista o ser motivo de excavaciones arqueológicas en la memoria colectiva. La realización de recursos da la idea de que puestos en movimiento en forma organizada a través de un proyecto pueden dar lugar a resultados o productos. Cuando se dice en forma sustentable quiere decir que los esfuerzos de realización no se agotan con el tiempo electoral y dan lugar a políticas de estado que pueden favorecer más a las generaciones futuras que a las actuales, como cuando se planta un roble. En este siglo el desarrollo será sustentable o no será desarrollo, dijo recientemente el ex presidente Lagos. La producción de bienes y servicios se toman en un sentido amplio, no solo lo que es motivo de transacciones comerciales; por ejemplo un servicio social. Los beneficiarios no son solo la población, también lo es el entorno.
Sinergias de la participación

15. El mundo que viene no está caracterizado por la escasez de recursos sino, por el contrario, por la abundancia de los mismos y el acrecentado potencial de su disponibilidad por parte de la población. Cuando hablamos de recursos lo hacemos en un sentido general, no solo en lo referido a los aspectos materiales. Sin embargo, al reparar en el modo potencial estamos diferenciando dos cosas: la existencia de recursos, del acceso a los mismos. Hoy se producen más recursos de los que pueden ser demandados; se ha invertido la relación oferta/consumo. Empero, el acceso es una cuestión básicamente del modo de organización social en lo referido a la equidad y no tanto al poderío económico de un sistema. Es la red el tipo de configuración que, en forma crítica, puede comenzar a poner en evidencia estos desequilibrios: en las urdimbres tradicionales propias de los sistemas jerárquico-piramidales, que es por donde se transmiten los flujos decisionales, comienzan a entrelazarse las tramas, para formar abigarradas texturas como las enredaderas de una glorieta. Deleuze recurre a la noción de rizoma, haciendo alusión a la estructura de algunas plantas, cuyos brotes pueden ramificarse en cualquier punto sin importar su posición relativa en la configuración de la planta. La metáfora sirve para representar el modelo de un sistema de conocimiento en el que no hay posiciones determinantes. (Deleuze & Guattari 1972). En forma preliminar, se puede decir que las relaciones verticales, las que se pueden identificar con la urdimbre, tienden a la concentración y manejo discrecional de los recursos. Para usar nociones de la cibernética, una retroalimentación positiva que opera sin la suficiente función de regulación que proveería una retroalimentación negativa. La eventualidad, es una manifestación de un deficiente rol de incentivación y control de de la institucionalidad democrática. Por el contrario, cuando los recursos comienzan a transcurrir por las tramas horizontales, se producen los efectos sinérgicos que hacen posible un funcionamiento más fértil del sistema considerado que es cuando toma forma y se potencia a su vez la participación.

16. Vemos que existe una estrecha relación táctica y estratégica entre acceso virtuoso y amplificable a los recursos, y la participación. Las manifestaciones jerárquico piramidales cuyas expresiones habituales son las configuraciones radio céntricas, han sido características de la modernidad. El mundo es elocuente en ese sentido. Antes para comunicarnos con África teníamos que pasar por Europa; ahora lo hacemos en forma directa. Geopolíticamente acrecienta su participación el Sur-Sur: los países emergentes se conectan en forma directa e incrementan su protagonismo en la conversación global. Hacia el interior de los países, se repite el mismo fenómeno. Veamos, por ejemplo, la relación del estado central con las provincias o, en su totalidad, el diagrama de las comunicaciones. Todo se rige por una forma de embudo que hace desembocar los flujos en el puerto; también los vectores poblacionales y la administración del territorio. En forma alentadora, desde hace un tiempo, tímidamente, las cosas empiezan a cambiar.

17. Apartando la noción del ámbito termodinámico y extendiendo su incumbencia a otro tipo de procesos, podemos definir la entropía como “la propiedad que mide el grado y la velocidad de realización de las opciones en un sistema dado”. De dos formas, como variable de estado y como variable de cambio. En el primer caso, estática, se relaciona con el almacenamiento de la información que refleja el conocimiento existente en el sistema. En el segundo caso, dinámica, relaciona la información en movimiento, que es transmitida por medio de la comunicación. Entropía e información son las dos caras de una misma moneda; a medida que la información se va realizando en la construcción de realidad, crece en la misma medida la entropía. Por ello, a diferencia de lo que a veces se sostiene, la entropía nunca es negativa (no puede serlo porque la reversibilidad de los procesos es una abstracción; el progreso se da en un sentido, aún en los retrocesos, y cualquier cambio de configuración requiere un gasto positivo de energía y/o información organizacional). El ideal del desarrollo se mide con la triple E: eficiencia, eficacia y efectividad; todas refieren a lograr “más con menos”. Se pueden desarrollar sofisticados modelos para medir las 3 E de la participación. O en forma intuitiva, cuando no existen prejuicios ideológicos, se puede vislumbrar la diferencia entre una participación genuina y el simulacro de participación que a veces se da.

18. El ideal es la amplificación de los insumos que ingresan en la red de manera de lograr mejores resultados referidos a los objetivos de la participación. Sobre todo que, en las nuevas condiciones de la aplicación de políticas derivadas del cambio climático, y la puesta en marcha del MBC, se incrementarán ostensiblemente la cuantía de los insumos y su diversidad, lo que traerá aparejado un esfuerzo organizacional muy distante de lo acostumbrado en el trabajo habitual con precariedad de medios. No es cierto que el tren pase una sola vez y que haya que tomarlo de cualquier manera aún colgándose del furgón para no quedar fuera de circuito (es claro, si se pierde hay que esperar su próximo paso). Sin duda: una gestión centralizada tradicional no haría más que recalentar los circuitos y dificultar el ingreso de recursos. Las redundancias en la forma de gestión se transformarían en ruidos; el sistema todo, malgastando las opciones de realización, ralentizando terminaría por detenerse. El crecimiento entrópico adquiriría proporciones alarmantes.

Conclusión

19. Hemos tratado de articular las tres nociones contempladas en el título del trabajo: cambio climático, desarrollo local y participación. Sin duda, los tres aspectos de la gestión socioeconómica son novedosos; no tienen más que unos pocos lustros. Por cierto, la conceptualización de  los nuevos enfoques siempre va algo por delante de su expresión en la realidad. Sin embargo, también en ese sentido los tiempos van cambiando y las demandas para la circulación de los flujos decisionales, están fuertemente condicionados por factores globales, expresados como hemos visto de diversas formas que antes no formaban parte de la dotación de recursos disponibles para la gestión. Ese condicionamiento, coercitivo, es lo que plantea los nuevos escenarios donde nada ni nadie podrán sustraerse de los influjos globales que están produciendo transformaciones asombrosas en todo el planeta.



Bibliografía.


Boisier, Sergio (1999). El desarrollo territorial a partir de la construcción de capital sinergético, en Estudios Sociales, N°99, C.P.U., Santiago de Chile.
Giddens, Anthony (2009), Politics of climate change, Polity Press.
Putnam, Robert (1993). Making Democracy Work: Civic Traditions in Modern Italy, Princeton University Press.
Deleuze, Gilles & Guattari, Félix (1998). Capitalismo y esquizofrenia. Paidós.






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[1] Congreso Internacional Rosario 2010 “Profundizando la democracia como forma de vida”

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