jueves, 29 de agosto de 2019


En el brete


Propongo significar que el gobierno de Cambiemos no carece de políticas, ni plan económico, ni su situación es tan vulnerable como la de la Alianza, ni debe estar ansioso por establecer un acuerdo con la oposición tipo pacto de la Moncloa. Además, tiene imaginación; es portador de una propuesta novedosa de gestión con un acorde más que resonante en la historia argentina: no roba pero hace. Lo que sí está urgido es por pasar un momento complicado como el que estamos viviendo: está cruzando el río y no la queda otra que llegar a la orilla. Tiene a favor: la herencia hace que no haya opciones y facilite la toma de decisiones; primero reparar (no obstante ya está preparando el terreno para lo que viene con un ambicioso y transformador plan de transporte y otras obras públicas). La otra condición es la fuerte presencia de una multiplicidad de factores exógenos que claramente está actuando a favor de la nueva administración. Una vez más trato de poner de relieve el hecho tal vez más impactante que espera nuestra realidad política: el inevitable fin del peronismo. Muestro como, a pesar de que la mayoría del electorado sea peronista hasta ahora, ese movimiento está condenado al cese. La razón definitiva: la pérdida de sentido histórico que le dio entidad a su nacimiento. Acudiendo a una vulgata de la teoría cuántica, postulo que ha nacido un nuevo nivel en el sistema político argentina, de tono global, donde ya está instalado Cambiemos (aún siendo minoritario), y en el que irá tomando forma otro germen con potencial de amplificación compuesto obviamente por peronistas, pero también socialistas y, en general, “progres” de distinta proveniencia.. pero ya no será peronismo explícito. No obstante, mientras se van escabechando, tendrán que esperar por lo menos un período más para disfrutar de las mieles del poder.


Everything has to do with everything. Anónimo


El Macroscopio es un libro escrito en los setenta por Joël de Rosnay, biólogo molecular formado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), y en ese momento director del Instituto Pasteur de París. Era la época en que la intelectualidad francesa y europea se dirigía rauda a los EE.UU. a tomar de sus aulas y laboratorios los conocimientos de la revolución científica y tecnológica que hasta el día de hoy está marcando ritmo y dando sentido al proceso globalizador. El viejo continente, muy preocupado en rehacer su vida luego de la devastación que les significó la guerra, si bien no fue un lugar de creación sí lo fue de sistematización y difusión de una formidable producción de saberes generada en el nuevo continente (por cierto con el aporte de muchos europeos emigrados en la preguerra). De esa experiencia se desprenden una cantidad de conceptos de ayuda inestimable para explicar las nuevas realidades: complejidad, transdisciplinariedad, autoorganización, cibernética, entropía social, recursividad, efecto mariposa, sinergia, autopoiesis, homeostasis, prospectiva, y un larguísimo etcétera. En el podio de la creación sin duda está el enfoque sistémico que integra y supera el viejo enfoque analítico, y hace pasar a mejor vida cualquier intento de usar este último para explicar las nuevas realidades que tenían lugar principalmente en las sociedades más desarrolladas. El mismo nombre del libro de De Rosnay hace referencia a esa franja entre el microscopio y el telescopio, tomando posición entre las insondables profundidades de lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño. Más o menos la zona que habitamos los humanos, y donde se despliegan nuestros desvelos cotidianos. Uno de ellos, el que abordaré seguidamente, acude a una constelación de significados inspirada en aquellos precursores.
¿Cómo se entiende el gobierno de Macri?
vaso medio lleno
vaso medio vacío
vaso medio lleno y medio vacío
Un sistema se compone de elementos y sus interacciones; además, sus límites lo conectan con el exterior. Así, los países, sistemas por excelencia, se muestran cerrados o abiertos, pero ello no depende de la porosidad de sus fronteras sino de la funcionalidad de sus políticas, producto de las interacciones de las fuerzas que se despliegan internamente o de la intensidad con que se lo influencia desde afuera. El flujo dentro/fuera se compone de diversos factores que potencian las posibilidades endógenas de progreso. Uno de ellos, la consideración internacional, se expresa en el tipo de vínculo que despliega con los distintos países. En ese sentido, el actual gobierno se diferencia del que lo precedió como el día y la noche. El gobierno peronista, en su última etapa, se caracterizó por un aislamiento muy pronunciado; pocas veces la Argentina estuvo tan sola o mal acompañada. Si reparamos en las repercusiones suscitadas por nuestro desenvolvimiento, fuimos tratados al fin casi como un paria, absolutamente marginados de la escena de la que forman parte las naciones más desarrolladas. Por el contrario, el gobierno de Cambiemos, a pesar del poco tiempo transcurrido desde su asunción, ha recuperado las mejores tradiciones argentinas en su relación con el mundo.
Los países intercambian factores tangibles e intangibles. Por ejemplo, el comercio se compone de importaciones y exportaciones de bienes y servicios. O los recursos financieros que portan las inversiones extranjeras directas (IED), los préstamos, las remesas y la repatriación de capitales privados, las gastos del turismo y otro tipo de viajes hacia afuera o receptivo, etc. Es lo que reflejan las estadísticas. Lo que cae fuera de lo concreto son los intangibles difícilmente contabilizables pero que al final, en no pocos casos, terminan siendo la parte principal del valor agregado a bienes y servicios. Algunos ejemplos.
Desde que asumió el nuevo gobierno, hemos tenido visitas de líderes de los principales países desarrollados; otros ya las tienen programadas o han anunciado su intención de hacerlas. CEOs de las más grandes empresas del mundo se han hecho presente. Importantes delegaciones de empresarios, en algunos casos acompañando a los presidentes de sus países, han manifestado su intención de invertir o ya han realizado anuncios concretos. En el mes de setiembre se hará lo que ha sido denominado un mini-Davos en el CCK en el que está prevista la participación de centenares de los más altos ejecutivos del mundo. Se trata de un encuentro en el que se invitará a más de 1600 CEOs y directivos globales y a otros 500 locales… para reconquistar a los inversores internacionales que partieron durante la última década. Se ha publicado un resumen de las iniciativas empresarias en marcha y la cuantía de las inversiones previstas por un total de U$S 15.351 millones en 40 proyectosi. Por su parte, la prensa mundial en forma reiterada manifiesta su curiosidad y beneplácito con respecto a la experiencia abierta en la Argentina.
Sin embargo, una oposición aviesa (modelo Beatriz Sarlo) y comunicadores proclives a darle manija a la "las fraguas y los huracanes mediáticos” como dice Fernández Díaz en su excelente notaii publicada recientemente en La Nación, ven en el gobierno de Cambiemos solo los defectos; han llegado a compararlo con la dictadura militar. Se puede mentir ilimitadamente (“siempre algo queda”), pero hay cuestiones que merecen ser aclaradas. ¿Es cierto que el gobierno de Macri carece de un plan económico? ¿Su actividad de todos los días (y las expectativa estratégicas) carecen de un visión rectora que lo oriente en una situación heredada francamente dificultosa? ¿Es tan endeble su postura como para que se alimenten expectativas de voltearlo de un plumazo como pasó con la Alianza? ¿Es imperiosa una versión local del pacto de la Moncloa apoyado básicamente en un acuerdo con el peronismo?
Un rumbo económico
Pocos creen, mucho más allá de sus adláteres, en planes y escuelas económicas. Malas experiencias, sobre todo desde el advenimiento de la democracia, han debilitado la credibilidad de cualquier formulación al respecto. No obstante, a Macri se lo acusa de no tener un plan. ¿Se puede decir con fundamento que el gobierno de Cambiemos esté a la deriva como se desprende de la opinión de algunos economistas consultados en los medios? Veamos. En la determinación del rumbo actual de la economía hay dos componentes. El primero se basa en la imposibilidad de soslayar el poderoso efecto que tiene en la construcción de la agenda diaria el cometido de arreglar la lista de condicionamientos plantados por el gobierno peronista. Esa herencia es decisiva. Pero además una guía segura: la hoja de ruta se compone en gran parte de medidas contrarias a las realizadas por la administración saliente. El caso del agro es elocuente. El segundo, más decisivo y estratégico, se referencia en el clima externo que influencia nuestra realidad a medida que nos vamos consustanciando con las ideas y las prácticas dominantes en el ambiente global. La tozudez rayana en la necedad de los Kirchner, nos hacía quedar mal, y predisponían peor a nuestros eventuales interlocutores. Es ahí donde debemos apuntar; es el escenario propuesto por la existencia del G20, absolutamente transparente y no coercitivo, que cada país puede adoptar libremente. Es lo que está haciendo el gobierno de Macri en esta primera etapa. Y lo está haciendo a través de gente de alta calificación, que está gobernando con la eficiencia y la eficacia con que muchos de ellos lo han hecho en sus empresas u otras actividades privadas, altamente exitosas. Resolver los balurdos heredados no es para chapuceros ni improvisados. Entonces, decir que el actual gobierno carece de rumbo económico es desconocer cómo viene la mano aquí y afuera, dejando de lado aquellos que quieren sacar rédito denunciando supuestas carencias que están solo en su imaginación.
Presencia o ausencia de políticas
Otro de los sambenitos de uso frecuente se refiere a que el gobierno de Cambiemos carece de línea política. Muchos dirán ¡enhorabuena! Luego de tanto relato, sesudas definiciones ideológicas, y extravagantes elucubraciones, tal vez se haya llegado a un punto de saturación donde la gente reclama soluciones en lugar de imágenes fantasiosas y palabras grandilocuentes. Una de las antinomias esgrimidas se refiere a la contradicción entre mercado y estado. Los peronistas serían el estado y el actual gobierno, una expresión del neo-liberalismo, los adalides del mercado que excluye a los menesterosos. Nada más alejado; ambos términos, enfrentados, responden a antinomias del pasado. La fórmula actual, si uno lee materiales provenientes de los factores de poder (o mejor, por la actuación de los gobiernos de los países desarrollados para salir de la crisis del 2008), se verá que la fórmula no deja lugar a dudas: mercado con la regulación del estado, ¡la combinazione più bella! (y, si es necesario, en alguna circunstancia, en forma transitoria, con la ayuda de un estado en actitud intervencionista como cuando EEUU compró, en el momento más agudo de la crisis de 2008, el 25,6% de las acciones de la General Motors para salvarla del colapso, y el gobierno del Reino Unido lanzó su propio rescate, derivando 400.000 millones de libras a ocho de los más grandes bancos del Reino Unido y a empresas de vivienda a cambio de participación en ambos casos). Hoy la agenda posible, formas de gobernar, valores y modelos, son los que sustentan en sus líneas fundamentales (más allá de los vaivenes lógicos) las democracias de los países desarrollados. Es lo que acá se debe imitar fielmente. Luego, en la medida de la recomposición del cuadro, vendrán otras demandas que ya no podrán ser satisfechas sólo con eficiencia y eficacia en la gestión. Será el momento de recurrir a otro tipo de herramientas (“más políticas”) para la movilización participativa de la gente renuente, aquella que será motivo de acciones adecuadas para su inclusión en el desarrollo.
Zapatos de golf
Con clavos en la suela para no volcar. No es un secreto que el gobierno de Cambiemos, en los primeros tramos, tiene que caminar por terreno resbaladizo. No puede ser de otro modo. Es un gobierno sin mayoría en las cámaras, sometido a un asedio constante (incluso fuego amigo) y, en los cargos de mayor responsabilidad, formado por tecnócratas sin gran experiencia política si es que en las empresas, para sobrevivir y ser exitoso, se la pudiera dejar de lado. La administración saliente le dejó una bomba de tiempo que se va activando de improviso en los lugares más inesperados. La fortaleza del gobierno no solo surge de su legalidad de origen, su legitimidad también se apoya en un proceso que se va jalonando por cambios inéditos, algunos visibles y otros no tanto. Por tomar un caso, un ex funcionario de madrugada revoleando bolsos con dólares (diez millones) al interior de un convento. Una imagen vale mil palabras. Sería simplista pensar que es solo el kirchnerismo el que se ve afectado; es todo el peronismo. Nomás verlos frente al bochorno balbucear explicaciones que no convencen a nadie intentando, con brulotes, justificar lo injustificable. Las declaraciones vertidas fungen de defensa corporativa como flagrante expresión de una asociación ilícita. Muestran la marca en el orillo que define al peronismo desde su origen: una organización preparada para la toma del poder y hacer platita para mantenerlo o reconquistarlo, como en su momento lo proclamó cínicamente Néstor Kirchner.
En ese contexto, complejo pero complicado, es notable (y sorprendente) la imagen positiva del presidente, aún en medio del tarifazo y otras medidas de alto costo. Sin duda, el hartazgo que generó el gobierno anterior, más tal vez que el repudio a la corrupción, ha hecho que la sociedad argentina en su mayoría no quiera volver al pasado, un sentimiento que comparten algunos que no votaron a Cambiemos pero que le dan a su gobierno, en la coyuntura, un valioso crédito de confianza aunque no ilimitado pero suficiente para digerir el mal trago.
Políticas de estado
Es mejor un gobierno que gasto poco con déficit fiscal que otro que gasto mucho con equilibrio fiscal. Milton Fridman


Cabe preguntar si es posible acordar con el peronismo políticas de largo plazo en un momento en que esa corriente no sabe con qué se va a encontrar mañana. Cunde el desconcierto en las filas del general; lo demuestra la reacción que han mostrado en estos últimos días, lo más parecido a un boxeador al borde del nocaut. La soberbia basada en la ilusión de creer que son los únicos que pueden gobernar nuestro país, se ha visto opacada por sucesivas evidencias de su verdadera esencia sistémica. Los sofocones producidos entre sus principales jefes vienen dando lugar a distintos comportamientos. Están los bocca chiusa (legiones que no han dicho esta boca es mía); los irónicos (Yoma llama “gorilín” a quienes según él disfrutan con el traspié K); los cínicos (Cristina en el podio); los victimizados (nadie como Recalde); los imaginativos (Bonafini y D’Elía profiriendo que el valijero es un infiltrado puesto por Macri); los ingratamente sorprendidos (algunos comunicadores llaman a contenerlos para que la frustración no los atormente en demasía y les impida jugar en el futuro un papel constructivo... así, un renombrado encuestador en un programa de medianoche se apiadó: “esta gente que está sufriendo, es parte de lo que viene”. A contrario sensu, Asís, haciendo gala de su proverbial mesura los llama “forros” de un banda de ladrones lo que en clave peronista vendría a ser una versión actualizada del tradicional “idiota útil”), etc.
Esa dispersión (cuando terminaba este trabajo se conoce la fuga de los diputados del movimiento Evita del FPV, de una importancia particular por sus implicancias futurasiii) impide que las huestes peronistas, fragmentadas y sin posibilidades de amalgamarse, alcancen masa crítica para brindarles sustentabilidad a cualquier conversación con cierta proyección de credibilidad. Estamos frente a una situación que no tiene visos de recomponerse en el futuro inmediato. Así, sería tan poco promisorio firmar en este momento un acuerdo estratégico basado en políticas de estado, como necio, apoyados en cualquier tipo de consideraciones, negar la premisa de que a este país lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie. Esto último es indiscutible: hacen falta políticas de estado para iniciar y recorrer en forma sostenida un camino de desarrollo. Pero tampoco se puede improvisar y volver a repetir experiencias fallidas del pasado. Sobre todo por lo siguiente.
Estamos al fin de la historia. El pobre Fukuyama, incomprendido si los hay, nunca se refirió la fruslería de que la historia se detiene como un reloj sin cuerda. El académico hacía alusión a una bipolaridad superada y el acceso al mundo uno, en los inicios de un proceso de alta determinación, sin necesidad de contrarios en interacción para darle vitalidad. En nuestro país pasa algo parecido o asimilable. La experiencia de ochenta años de decadencia plena, influenciada sin excepciones por concepciones nacionalistaburguesas, en particular la última extrapolación peronista, nos pone frente a un desafío en el que desaparecen las opciones y los procesos adquieren una dificultad inusitada. Recomponer el cuadro heredado y ponernos a tono con los aires globales, no nos deja otra que tocar la nota justa en el momento preciso, como proponía Juan Sebastián Bach.
Esto da lugar a una experiencia novedosa, propia de las condiciones que el tiempo real impone al movimiento: en configuraciones complejas, variopintas, en las que la conjugación de contingencias y decisiones, superpuestas y yuxtapuestas, que se van influenciando en simultaneidad, compensando y/o neutralizando al mismo tiempo sus efectos, de igual o signo contrario, dando la sensación de estar al borde del colapso debido a su imagen en algunos caso caótica, lo que provoca desconcierto en algunos analistas (en particular los de cabotaje), el sistema en su conjunto se hace estable, es capaz de mantener su sustentabilidad en el tiempo y revela, a quienes tienen el prisma adecuada, elementos verificables y fehacientes que demuestran una posibilidad cierta de administrar una crisis inevitable en estas circunstancias.
A pesar del poco tiempo transcurrido, el gobierno de Cambiemos muestra algunos aspectos de su gestión en apariencia contrapuestos. Así, el endeudamiento, la ampliación del gasto por medio de DNU, el creciente déficit fiscal, la inflación, la inseguridad, la supuesta incompetencia en algunos aspectos de la gestión, etc., todas realidades transitorias que son motivo de acérrimas críticas de la oposición o del fuego amigo de antikirchneristas probados, conviven en simultaneidad con otro tipo de medidas y hechos, de signo contrario, que alimentan el optimismo. En poco más de medio año de administración de Cambiemos hemos visto con beneplácito el mantenimiento y la ampliación de los beneficios de las políticas sociales, la satisfacción a jubilados en pleito con el estado, la puesta en marcha de importantes proyectos de infraestructura y otras innumerables obras públicas y terminación de las pendientes del anterior gobierno que ya se sabe solo les interesaba encanutar el adelanto de los contratos, paquetes de leyes reparadoras, combate a la corrupción y demostración clara de que no se casa con ella (el mensaje de Vidal rechazando las valijas que la policía hacía llegar todos los meses a los gobernadores anteriores que no las habían rechazado en forma explícita y pública, producto de las distintas explotaciones ilícitas que recaudan para las fuerzas del orden), la apertura a todos los países del mundo sin excepción y sin relaciones carnales, el trato amistoso con todos los gobernadores independientes de su color político, la asunción sin hesitar de los panamá papers, etc.. Se puede apelar a la axiología y ponerle un signo de valor (o de desvalor) a cada uno de estos eventos, pero cabe preguntar si se puede obrar de otro modo (por ejemplo en forma menos drástica) o dejar de tomar alguna de esas medidas y otras que vendrán en lo sucesivo.
Lo que vendrá
Hace casi tres años que preanuncié el fin del peronismo. En realidad lo venga haciendo desde mucho antes. La premonición no fue basada en la crisis irreversible ya constatable en ese momento de la fase kirchnerista, ni siquiera en la antipatía que me ha generado ese movimiento, sino en una crisis irreversible de sus bases fundamentales. Los partidos y los movimientos, como todos los cuerpos vivos, nacen, crecen, se desarrollan y mueren. Al peronismo le ha llegado la hora.
Obviamente no está previsto que los peronistas desaparezcan ni siquiera cuando dejen de ser mayoría en el electorado como muestran que son ahora las votaciones de los últimos años. La cuestión son las condiciones en las que nació el peronismo, y cómo adquirió significado y permanencia. En un trabajo girado este año se dice:
En el nuevo contexto es de gran atractivo para la atención de periodistas, comunicadores y políticos lo que está pasando en el peronismo. En su nuevo rol de partido no oficial, las alternativas en juego son más de una, aunque son mayoría quienes apuestan a un proceso de renovación de sus huestes. No lo veo así. Mi opinión es que en el peronismo se ha iniciado un período irreversible de fragmentación. No solo porque el desbarajuste siempre afecta, de diversa manera, a quienes pierden el poder, aun en el caso del peronismo que ha sabido sortear esa determinación más de una vez. El problema es sistémico. El peronismo nació en 1945 indiscutiblemente promovido desde las altas esferas como alternativa al comunismo. Dispuso con ese fin de herramientas estatales de las cuales hizo uso y abuso para el armado de una estructura hegemónica en la sociedad argentina que supo aprovechar: a lo largo de casi tres cuartos de siglo, coincidente con la decadencia argentina, el peronismo ha predominado en el ejercicio del poder sustentado en una filosofía cuyo fundamento principal -como un bucle de retroalimentación- ha sido justamente el mantenimiento y/o la persecución implacable del mismo en los pocos momentos que no lo ha tenido”
Una semblanza del movimiento justicialista desde sus orígenes nos muestra que el élan vital de Perón nace de sus simpatías con la Italia fascista de los treinta. Ya desde la cartera de trabajo y previsión del gobierno nacido del golpe de estado de 1943, el entonces coronel elabora su estrategia de captación obrera con letra y música de ex funcionarios franquistas. En lo económico, el peronismo, aunque no en exclusividad, encarna como nadie las ideas prácticas de un supuesto patriotismo que en la mayoría de los casos no ha dejado de ser una falaz caricatura. Desde el punto de vista del desarrollo, el lapso entre las mitades de los cuarenta y cincuenta (cuando Perón ejerce sus dos primeras presidencias) fue otra década perdida para el verdadero desarrollo: la cleptocracia, el estado empresario, la burguesía industrial proteccionista, el sindicalismo corrupto, los militares y otras corporaciones protagonizando o haciendo de partenaire tuvieron, entre otras medidas, efectos que se fueron agravando con el tiempo. En ese contexto, la supuesta defensa de la soberanía nacional -obrando en realidad como distractor de una xenofobia más o menos explícita- ha sido un rasgo distintivo de ese movimiento. Así, las ideas del justicialismo supieron cautivar a una parte mayoritaria aunque decreciente de la sociedad argentina. Por cierto, no se puede dejar de reconocer que la oposición ha mantenido con el justicialismo profundas diferencias políticas pero -he aquí lo contradictorio- una visión económica coincidentes en muchos aspectos”
Una cosa es su dinámica interna, la suma de sus experiencias, que le dan permanencia a un cuerpo vivo. Otra es el sentido dado por una acción exógena que lo trasciende y le da o no legitimidad. El peronismo ha demostrado ser un movimiento de geometría variable. En estos últimos veinticinco años ha gobernado el país con dos posiciones diametralmente opuestas vistas desde la óptica económica; empero, tanto el menemismo como el kirchnerismo gozaron del más amplio consenso dentro de sus filas. Los cuestionamientos vinieron, claro está, luego de que esas dos expresiones fueran derrotadas: se dice que los peronistas tienen por costumbre acompañar al féretro hasta la puerta del cementerio pero no entran, se quedan afuera”
Erradamente se ha instalado la creencia que las viudas actuales del peronismo están solo en La cámpora; en realidad, los más afectados son esos miles y miles de punteros, que de la noche a la mañana se han quedado sin la manipulación de ingentes recursos estatales en la fase final de su adjudicación (o sea, cuando los contacto lo son en forma directa con la clientela del barrio, sin intermediación). Muchos punteros, siendo que la intensidad de su militancia los llevó a descuidar lo laboral, ni siquiera se han enriquecido en forma obscena (la condición económica no puede ser demasiado distinta a la de su clientela al compartir el mismo barrio). Su capital principal son la cercanía y el ascendiente que les da el tráfico de influencias a esa escala. Es cierto que normalmente esos cuadros, siendo valiosos para el peronismo, sus prácticas transitan por las fronteras de la legalidad: la mayoría de las veces conocen, protegen o participan de las diversas actividades delictivas que se desarrollan en su territorio (narcotráfico, trata, robos, juego, etc.). Es obvio: si logran mandar en sintonía con los códigos imperantes es porque están en todo y lo controlan; la labor populista es así (de lo contrario siempre habrá otro cuadro con más manejo de la situación que tomará el mando territorial). La situación es harto conflictiva habida cuenta de la fuga dispersiva del oficialismo saliente. El destino de esos punteros se diferencia de los camporistas que solo pierden privilegios, por más importantes que sean, porque no tienen ni han tenido nada que ver con el territorio de la pobreza. Solo les resta reubicarse y seguir siendo y haciendo lo que eran y hacían hasta 2011. Poco tiempo para dejar huellas demasiado profundas...”
El resto del peronismo es muy dependiente como para que sus cuestionamientos al gobierno vayan más allá de algunos escarceos. Con los gobernadores se puede negociar y de hecho se lo irá haciendo en forma permanente; incluso con algunos recursos ingeniosos como poner a los intendentes de cancerberos de las remesas de la coparticipación que habitualmente se subliman en los innumerables intersticios al nivel de la gestión provincial. Con el sindicalismo pasará lo mismo; algunos ya se sienten perteneciendo a otra órbita como el mandamás de Smata a quien se le atribuye pensamiento en clave binacional (vive pendiente del mercado automotor de los brasileros). Los legisladores, influenciados por Massa y Urtubey, más allá del floreo, irán siendo crecientemente funcionales (por lo menos hasta la proximidad de las elecciones 2017) a las necesidades del ejecutivo para el manejo del congreso. La apretada situación financiera en curso los hace navegar a todos juntos sin necesidad de ningún tipo de amenaza explícita (como hubiera sido por ejemplo lo que todos sabían: no arreglar con los buitres impedía el financiamiento internacional, se paraban las remesas a las provincias, y el ajuste hubiera sido salvaje lo que no convenía a ningún gobernador)”
En síntesis, la fragmentación del peronismo -que será el obstáculo principal e insalvable para alcanzar masa crítica conducente a la toma de decisiones políticas- obrará en dos niveles. En el primero,  el que hemos llamado Ĝ (espacio de tonalidad global), -donde ya está instalado Cambiemos que en forma paulatina deberá ir creciendo a partir más del convencimiento que del interés- claramente se irán consolidando dirigentes como Massa, Urtubey y algún otro tapado, que dará lugar al nacimiento de una nueva coalición (ya no de las de antes con peronistas y partenaires) aún claramente con mayoría inicial de sus partidarios, pero conviviendo con fuerzas de centro izquierda o progresistas como los socialistas, Margarita, Pino, Donda, etc. que se irán amalgamando en la práctica legislativa... y en la tirria antimacrista. Esa reconfiguración Premium presupone otra donde vegetarán los sin destinoiv. Son los del segundo nivel, inferior, residual, de menor intensidad política y de influencia decreciente, transitando resentidos o sin saber bien que trole hay que tomar, tratando (infructuosamente) de renovarse conviviendo en permanente conflicto con distintos resabios propios de situaciones de reciclaje político. Entre ambos andariveles, hay que poner atención en una interfase muy activa donde los eslabones provenientes del nivel inferior (no sólo peronistas sino de todas las fuerzas políticas con influencia nacionalista burguesa) irán engrosando el nivel superior de proyección global”v
(Terminando este trabajo se anuncia la reforma política: boleta electrónica y adiós a listas colectoras y candidaturas múltiples. Un acertijo: ¿quién cree usted que se sentirá afectado?)
Corolario
Argentina ha iniciado su segundo ciclo largo de crecimiento. Un nuevo paradigma ya está instalado en ese proceso, y la conciencia del mismo irá tomando su lugar en el imaginario colectivo aunque a una velocidad mucho menor que las vertiginosas realizaciones en curso. Esa disparidad no acarrea ningún problema de gestión aunque signifique una pérdida de eficiencia y eficacia en el comportamiento social que de no existir, o haciendo que sea menor, podría evitar unos cuantos sinsabores.
El déficit fiscal se puede mantener, incluso aumentar. Se puede ahorrar bajando los subsidios donde no hacen falta (por ejemplo gas y electricidad en barrio norte) y reforzándolo donde por ahora son imprescindibles. El control del gasto innecesario propio de los gobiernos peronistas puede proveer recursos adicionales para utilizarlos en otros lugares críticos. Los sobreprecios en la obra pública están denunciados y puestos a la luz del día (el ex presidente de la UIA, Méndez, hizo un chiste de dudoso gusto por su pasada complicidad: a la gestión peronista de la obra pública se la llamaba Movicom porque va con el 15 adelante). Se ha dejado de robar sin necesidad de cortarle las manos a nadie como hacen los islamistas. La situación internacional facilita como nunca la toma de financiamiento con las mejores tasas. Hay reservas internas (Banco Central, ANSES) que pueden ser utilizadas en condiciones totalmente distintas a las imperantes en los gobiernos peronistas. Esos y otros recursos están a mano para pasar la coyuntura mientras se reactiva la economía. Tomar nota y hacerse cargo de un sino pletórico de compromiso augurado hace ya más de veinte años por el eminente politólogo brasileño Helio Jaguaribe: Argentina está condenada al éxito. Un desafío para la mentalidad argentina media mucho más difícil de metabolizar que el llevadero eso no va a andar. Presupone una renovación de todo el sistema político para aventar definitivamente cualquier tipo de ambición unitaria y excluyente. Si no se realiza, luego como opción solo quedará el muro de los lamentos.
Ing. Alberto Ford
La Plata, 24 de junio de 2016


i Ver http://www.lanacion.com.ar/1905679-inversion-extranjera-del-desembolso-forzado-al-regreso-genuino. Fecha 5 de junio; hoy esa cifra se ve aumentada con las inversiones anunciadas por Macri en Colombia en Foro Económico Mundial realizado en Medellín
iii En otro trabajo hemos tratado de darle una explicación a las idas y venidas de la relación de Francisco con el gobierno argentino y su ya inocultable injerencia en la realidad política de nuestro país. Ver: http://ingenieroalbertoford.blogspot.com.ar/2016/03/grieta-o-desnivel-las-transformaciones.html
iv Una vulgata de la teoría cuántica nos lleva a imaginar distintos niveles de realidad, que fluyen paralelos, sin tocarse, pero interactuando de manera que sus elementos pueden ir en ambos sentidos de un nivel al otro, ganando o perdiendo energía.

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