En el brete
Propongo significar que el gobierno de Cambiemos no carece de
políticas, ni plan económico, ni su situación es tan vulnerable
como la de la Alianza, ni debe estar ansioso por establecer un
acuerdo con la oposición tipo pacto de la Moncloa. Además, tiene
imaginación; es portador de una propuesta novedosa de gestión con
un acorde más que resonante en la historia argentina: no
roba pero hace. Lo que sí está urgido es por pasar un
momento complicado como el que estamos viviendo: está cruzando el
río y no la queda otra que llegar a la orilla. Tiene a favor: la
herencia hace que no haya opciones y facilite la toma de decisiones;
primero reparar (no obstante ya está preparando el terreno para lo
que viene con un ambicioso y transformador plan de transporte y otras
obras públicas). La otra condición es la fuerte presencia de una
multiplicidad de factores exógenos que claramente está actuando a
favor de la nueva administración. Una vez más trato de poner de
relieve el hecho tal vez más impactante que espera nuestra realidad
política: el inevitable fin del peronismo. Muestro como, a pesar de
que la mayoría del electorado sea peronista hasta ahora, ese
movimiento está condenado al cese. La razón definitiva: la pérdida
de sentido histórico que le dio entidad a su nacimiento. Acudiendo a
una vulgata de la teoría cuántica, postulo que ha nacido un nuevo
nivel en el sistema político argentina, de tono global, donde ya
está instalado Cambiemos (aún siendo minoritario), y en el que irá
tomando forma otro germen con potencial de amplificación compuesto
obviamente por peronistas, pero también socialistas y, en general,
“progres” de distinta proveniencia.. pero ya no será peronismo
explícito. No obstante, mientras se van escabechando, tendrán que
esperar por lo menos un período más para disfrutar de las mieles
del poder.
Everything
has to do with everything.
Anónimo
El Macroscopio es un libro escrito en los setenta por Joël de
Rosnay, biólogo molecular formado en el Massachusetts
Institute of Technology (MIT), y en ese momento director del
Instituto Pasteur de París. Era la época en que la intelectualidad
francesa y europea se dirigía rauda a los EE.UU. a tomar de sus
aulas y laboratorios los conocimientos de la revolución científica
y tecnológica que hasta el día de hoy está marcando ritmo y dando
sentido al proceso globalizador. El viejo continente, muy preocupado
en rehacer su vida luego de la devastación que les significó la
guerra, si bien no fue un lugar de creación sí lo fue de
sistematización y difusión de una formidable producción de saberes
generada en el nuevo continente (por cierto con el aporte de muchos
europeos emigrados en la preguerra). De esa experiencia se desprenden
una cantidad de conceptos de ayuda inestimable para explicar las
nuevas realidades: complejidad, transdisciplinariedad,
autoorganización, cibernética, entropía social, recursividad,
efecto mariposa, sinergia, autopoiesis, homeostasis, prospectiva, y
un larguísimo etcétera. En el podio de la creación sin duda está
el enfoque sistémico que integra y supera el viejo enfoque
analítico, y hace pasar a mejor vida cualquier intento de usar este
último para explicar las nuevas realidades que tenían lugar
principalmente en las sociedades más desarrolladas. El mismo nombre
del libro de De Rosnay hace referencia a esa franja entre el
microscopio y el telescopio, tomando posición entre las insondables
profundidades de lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño.
Más o menos la zona que habitamos los humanos, y donde se despliegan
nuestros desvelos cotidianos. Uno de ellos, el que abordaré
seguidamente, acude a una constelación de significados inspirada en
aquellos precursores.
¿Cómo se entiende el
gobierno de Macri?
vaso medio lleno
|
vaso medio vacío
|
vaso medio lleno y medio
vacío
|
Un sistema se compone de elementos y sus interacciones; además, sus
límites lo conectan con el exterior. Así, los países, sistemas por
excelencia, se muestran cerrados o abiertos, pero ello no depende de
la porosidad de sus fronteras sino de la funcionalidad de sus
políticas, producto de las interacciones de las fuerzas que se
despliegan internamente o de la intensidad con que se lo influencia
desde afuera. El flujo dentro/fuera se compone de diversos factores
que potencian las posibilidades endógenas de progreso. Uno de ellos,
la consideración internacional, se expresa en el tipo de vínculo
que despliega con los distintos países. En ese sentido, el actual
gobierno se diferencia del que lo precedió como el día y la noche.
El gobierno peronista, en su última etapa, se caracterizó por un
aislamiento muy pronunciado; pocas veces la Argentina estuvo tan sola
o mal acompañada. Si reparamos en las repercusiones suscitadas por
nuestro desenvolvimiento, fuimos tratados al fin casi como un paria,
absolutamente marginados de la escena de la que forman parte las
naciones más desarrolladas. Por el contrario, el gobierno de
Cambiemos, a pesar del poco tiempo transcurrido desde su asunción,
ha recuperado las mejores tradiciones argentinas en su relación con
el mundo.
Los países intercambian factores tangibles e intangibles. Por
ejemplo, el comercio se compone de importaciones y exportaciones de
bienes y servicios. O los recursos financieros que portan las
inversiones extranjeras directas (IED), los préstamos, las remesas y
la repatriación de capitales privados, las gastos del turismo y otro
tipo de viajes hacia afuera o receptivo, etc. Es lo que reflejan las
estadísticas. Lo que cae fuera de lo concreto son los intangibles
difícilmente contabilizables pero que al final, en no pocos casos,
terminan siendo la parte principal del valor agregado a bienes y
servicios. Algunos ejemplos.
Desde que asumió el nuevo gobierno, hemos tenido visitas de líderes
de los principales países desarrollados; otros ya las tienen
programadas o han anunciado su intención de hacerlas. CEOs de las
más grandes empresas del mundo se han hecho presente. Importantes
delegaciones de empresarios, en algunos casos acompañando a los
presidentes de sus países, han manifestado su intención de invertir
o ya han realizado anuncios concretos. En el mes de setiembre se hará
lo que ha sido denominado un mini-Davos en el CCK en el que está
prevista la participación de centenares de los más altos ejecutivos
del mundo. Se trata de un encuentro en el que se invitará a más de
1600 CEOs y directivos globales y a otros 500 locales… para
reconquistar a los inversores internacionales que partieron durante
la última década. Se ha publicado un resumen de las iniciativas
empresarias en marcha y la cuantía de las inversiones previstas por
un total de U$S 15.351 millones en 40 proyectosi.
Por su parte, la prensa mundial en forma reiterada manifiesta su
curiosidad y beneplácito con respecto a la experiencia abierta en la
Argentina.
Sin embargo, una oposición aviesa (modelo Beatriz Sarlo) y
comunicadores proclives a darle manija a la "las fraguas y los
huracanes mediáticos” como dice Fernández Díaz en su
excelente notaii
publicada recientemente en La Nación, ven en el gobierno de
Cambiemos solo los defectos; han llegado a compararlo con la
dictadura militar. Se puede mentir ilimitadamente (“siempre algo
queda”), pero hay cuestiones que merecen ser aclaradas. ¿Es cierto
que el gobierno de Macri carece de un plan económico? ¿Su actividad
de todos los días (y las expectativa estratégicas) carecen de un
visión rectora que lo oriente en una situación heredada francamente
dificultosa? ¿Es tan endeble su postura como para que se alimenten
expectativas de voltearlo de un plumazo como pasó con la Alianza?
¿Es imperiosa una versión local del pacto de la Moncloa apoyado
básicamente en un acuerdo con el peronismo?
Un rumbo económico
Pocos creen, mucho más allá de sus adláteres, en planes y escuelas
económicas. Malas experiencias, sobre todo desde el advenimiento de
la democracia, han debilitado la credibilidad de cualquier
formulación al respecto. No obstante, a Macri se lo acusa de no
tener un plan. ¿Se puede decir con fundamento que el gobierno de
Cambiemos esté a la deriva como se desprende de la opinión de
algunos economistas consultados en los medios? Veamos. En la
determinación del rumbo actual de la economía hay dos componentes.
El primero se basa en la imposibilidad de soslayar el poderoso efecto
que tiene en la construcción de la agenda diaria el cometido de
arreglar la lista de condicionamientos plantados por el gobierno
peronista. Esa herencia es decisiva. Pero además una guía segura:
la hoja de ruta se compone en gran parte de medidas contrarias a las
realizadas por la administración saliente. El caso del agro es
elocuente. El segundo, más decisivo y estratégico, se referencia en
el clima externo que influencia nuestra realidad a medida que nos
vamos consustanciando con las ideas y las prácticas dominantes en el
ambiente global. La tozudez rayana en la necedad de los Kirchner, nos
hacía quedar mal, y predisponían peor a nuestros eventuales
interlocutores. Es ahí donde debemos apuntar; es el escenario
propuesto por la existencia del G20, absolutamente transparente y no
coercitivo, que cada país puede adoptar libremente. Es lo que está
haciendo el gobierno de Macri en esta primera etapa. Y lo está
haciendo a través de gente de alta calificación, que está
gobernando con la eficiencia y la eficacia con que muchos de ellos lo
han hecho en sus empresas u otras actividades privadas, altamente
exitosas. Resolver los balurdos heredados no es para chapuceros ni
improvisados. Entonces, decir que el actual gobierno carece de rumbo
económico es desconocer cómo viene la mano aquí y afuera, dejando
de lado aquellos que quieren sacar rédito denunciando supuestas
carencias que están solo en su imaginación.
Presencia o ausencia de
políticas
Otro de los sambenitos de uso frecuente se refiere a que el gobierno
de Cambiemos carece de línea política. Muchos dirán ¡enhorabuena!
Luego de tanto relato, sesudas definiciones ideológicas, y
extravagantes elucubraciones, tal vez se haya llegado a un punto de
saturación donde la gente reclama soluciones en lugar de imágenes
fantasiosas y palabras grandilocuentes. Una de las antinomias
esgrimidas se refiere a la contradicción entre mercado y estado.
Los peronistas serían el estado y el actual gobierno, una expresión
del neo-liberalismo, los adalides del mercado que excluye a los
menesterosos. Nada más alejado; ambos términos, enfrentados,
responden a antinomias del pasado. La fórmula actual, si uno lee
materiales provenientes de los factores de poder (o mejor, por la
actuación de los gobiernos de los países desarrollados para salir
de la crisis del 2008), se verá que la fórmula no deja lugar a
dudas: mercado con la regulación del estado, ¡la
combinazione più bella! (y, si es necesario, en alguna
circunstancia, en forma transitoria, con la ayuda de un
estado en actitud intervencionista como cuando EEUU compró, en el
momento más agudo de la crisis de 2008, el 25,6% de las acciones de
la General Motors para salvarla del colapso, y el gobierno del Reino
Unido lanzó su propio rescate, derivando 400.000 millones de libras
a ocho de los más grandes bancos del Reino Unido y a empresas de
vivienda a cambio de participación en ambos casos). Hoy la agenda
posible, formas de gobernar, valores y modelos, son los que sustentan
en sus líneas fundamentales (más allá de los vaivenes lógicos)
las democracias de los países desarrollados. Es lo que acá se debe
imitar fielmente. Luego, en la medida de la recomposición del
cuadro, vendrán otras demandas que ya no podrán ser satisfechas
sólo con eficiencia y eficacia en la gestión. Será el momento de
recurrir a otro tipo de herramientas (“más políticas”) para la
movilización participativa de la gente renuente, aquella que será
motivo de acciones adecuadas para su inclusión en el desarrollo.
Zapatos de golf
Con clavos en la suela para no volcar. No es un secreto que el
gobierno de Cambiemos, en los primeros tramos, tiene que caminar por
terreno resbaladizo. No puede ser de otro modo. Es un gobierno sin
mayoría en las cámaras, sometido a un asedio constante (incluso
fuego amigo) y, en los cargos de mayor responsabilidad, formado por
tecnócratas sin gran experiencia política si es que en las
empresas, para sobrevivir y ser exitoso, se la pudiera dejar de lado.
La administración saliente le dejó una bomba de tiempo que se va
activando de improviso en los lugares más inesperados. La fortaleza
del gobierno no solo surge de su legalidad de origen, su legitimidad
también se apoya en un proceso que se va jalonando por cambios
inéditos, algunos visibles y otros no tanto. Por tomar un caso, un
ex funcionario de madrugada revoleando bolsos con dólares (diez
millones) al interior de un convento. Una imagen vale mil palabras.
Sería simplista pensar que es solo el kirchnerismo el que se ve
afectado; es todo el peronismo. Nomás verlos frente al bochorno
balbucear explicaciones que no convencen a nadie intentando, con
brulotes, justificar lo injustificable. Las declaraciones vertidas
fungen de defensa corporativa como flagrante expresión de una
asociación ilícita. Muestran la marca en el orillo que define al
peronismo desde su origen: una organización preparada para la toma
del poder y hacer platita para mantenerlo o reconquistarlo,
como en su momento lo proclamó cínicamente Néstor Kirchner.
En ese contexto, complejo pero complicado, es notable (y
sorprendente) la imagen positiva del presidente, aún en medio del
tarifazo y otras medidas de alto costo. Sin duda, el hartazgo que
generó el gobierno anterior, más tal vez que el repudio a la
corrupción, ha hecho que la sociedad argentina en su mayoría no
quiera volver al pasado, un sentimiento que comparten algunos que no
votaron a Cambiemos pero que le dan a su gobierno, en la coyuntura,
un valioso crédito de confianza aunque no ilimitado pero suficiente
para digerir el mal trago.
Políticas de estado
Es mejor un gobierno que
gasto poco con déficit fiscal que otro que gasto mucho con
equilibrio fiscal.
Milton Fridman
Cabe preguntar si es posible acordar con el peronismo políticas de
largo plazo en un momento en que esa corriente no sabe con qué se va
a encontrar mañana. Cunde el desconcierto en las filas del general;
lo demuestra la reacción que han mostrado en estos últimos días,
lo más parecido a un boxeador al borde del nocaut. La soberbia
basada en la ilusión de creer que son los únicos que pueden
gobernar nuestro país, se ha visto opacada por sucesivas evidencias
de su verdadera esencia sistémica. Los sofocones producidos entre
sus principales jefes vienen dando lugar a distintos comportamientos.
Están los bocca chiusa (legiones que no han dicho esta boca
es mía); los irónicos (Yoma llama “gorilín” a quienes según
él disfrutan con el traspié K); los cínicos (Cristina en el
podio); los victimizados (nadie como Recalde); los imaginativos
(Bonafini y D’Elía profiriendo que el valijero es un infiltrado
puesto por Macri); los ingratamente sorprendidos (algunos
comunicadores llaman a contenerlos para que la frustración no los
atormente en demasía y les impida jugar en el futuro un papel
constructivo... así, un renombrado encuestador en un programa de
medianoche se apiadó: “esta gente que está sufriendo, es parte de
lo que viene”. A contrario sensu, Asís, haciendo gala de su
proverbial mesura los llama “forros” de un banda de ladrones lo
que en clave peronista vendría a ser una versión actualizada del
tradicional “idiota útil”), etc.
Esa dispersión (cuando terminaba este trabajo se conoce la fuga de
los diputados del movimiento Evita del FPV, de una importancia
particular por sus implicancias futurasiii)
impide que las huestes peronistas, fragmentadas y sin posibilidades
de amalgamarse, alcancen masa crítica para brindarles
sustentabilidad a cualquier conversación con cierta proyección de
credibilidad. Estamos frente a una situación que no tiene visos de
recomponerse en el futuro inmediato. Así, sería tan poco promisorio
firmar en este momento un acuerdo estratégico basado en políticas
de estado, como necio, apoyados en cualquier tipo de consideraciones,
negar la premisa de que a este país lo arreglamos entre todos o no
lo arregla nadie. Esto último es indiscutible: hacen falta políticas
de estado para iniciar y recorrer en forma sostenida un camino de
desarrollo. Pero tampoco se puede improvisar y volver a repetir
experiencias fallidas del pasado. Sobre todo por lo siguiente.
Estamos al fin de la historia. El pobre Fukuyama, incomprendido si
los hay, nunca se refirió la fruslería de que la historia se
detiene como un reloj sin cuerda. El académico hacía alusión a una
bipolaridad superada y el acceso al mundo uno, en los inicios de un
proceso de alta determinación, sin necesidad de contrarios en
interacción para darle vitalidad. En nuestro país pasa algo
parecido o asimilable. La experiencia de ochenta años de decadencia
plena, influenciada sin excepciones por concepciones
nacionalistaburguesas, en particular la última extrapolación
peronista, nos pone frente a un desafío en el que desaparecen las
opciones y los procesos adquieren una dificultad inusitada.
Recomponer el cuadro heredado y ponernos a tono con los aires
globales, no nos deja otra que tocar la nota justa en el momento
preciso, como proponía Juan Sebastián Bach.
Esto da lugar a una experiencia novedosa, propia de las condiciones
que el tiempo real impone al movimiento: en configuraciones
complejas, variopintas, en las que la conjugación de contingencias y
decisiones, superpuestas y yuxtapuestas, que se van influenciando en
simultaneidad, compensando y/o neutralizando al mismo tiempo sus
efectos, de igual o signo contrario, dando la sensación de estar al
borde del colapso debido a su imagen en algunos caso caótica, lo que
provoca desconcierto en algunos analistas (en particular los de
cabotaje), el sistema en su conjunto se hace estable, es capaz de
mantener su sustentabilidad en el tiempo y revela, a quienes tienen
el prisma adecuada, elementos verificables y fehacientes que
demuestran una posibilidad cierta de administrar una crisis
inevitable en estas circunstancias.
A pesar del poco tiempo transcurrido, el gobierno de Cambiemos
muestra algunos aspectos de su gestión en apariencia contrapuestos.
Así, el endeudamiento, la ampliación del gasto por medio de DNU, el
creciente déficit fiscal, la inflación, la inseguridad, la supuesta
incompetencia en algunos aspectos de la gestión, etc., todas
realidades transitorias que son motivo de acérrimas críticas de la
oposición o del fuego amigo de antikirchneristas probados, conviven
en simultaneidad con otro tipo de medidas y hechos, de signo
contrario, que alimentan el optimismo. En poco más de medio año de
administración de Cambiemos hemos visto con beneplácito el
mantenimiento y la ampliación de los beneficios de las políticas
sociales, la satisfacción a jubilados en pleito con el estado, la
puesta en marcha de importantes proyectos de infraestructura y otras
innumerables obras públicas y terminación de las pendientes del
anterior gobierno que ya se sabe solo les interesaba encanutar el
adelanto de los contratos, paquetes de leyes reparadoras, combate a
la corrupción y demostración clara de que no se casa con ella (el
mensaje de Vidal rechazando las valijas que la policía hacía llegar
todos los meses a los gobernadores anteriores que no las habían
rechazado en forma explícita y pública, producto de las distintas
explotaciones ilícitas que recaudan para las fuerzas del orden), la
apertura a todos los países del mundo sin excepción y sin
relaciones carnales, el trato amistoso con todos los gobernadores
independientes de su color político, la asunción sin hesitar de los
panamá papers, etc.. Se puede apelar a la axiología y ponerle un
signo de valor (o de desvalor) a cada uno de estos eventos, pero cabe
preguntar si se puede obrar de otro modo (por ejemplo en forma menos
drástica) o dejar de tomar alguna de esas medidas y otras que
vendrán en lo sucesivo.
Lo que vendrá
Hace casi tres años que preanuncié el fin del peronismo. En
realidad lo venga haciendo desde mucho antes. La premonición no fue
basada en la crisis irreversible ya constatable en ese momento de la
fase kirchnerista, ni siquiera en la antipatía que me ha generado
ese movimiento, sino en una crisis irreversible de sus bases
fundamentales. Los partidos y los movimientos, como todos los cuerpos
vivos, nacen, crecen, se desarrollan y mueren. Al peronismo le ha
llegado la hora.
Obviamente no está previsto que los peronistas desaparezcan ni
siquiera cuando dejen de ser mayoría en el electorado como muestran
que son ahora las votaciones de los últimos años. La cuestión son
las condiciones en las que nació el peronismo, y cómo adquirió
significado y permanencia. En un trabajo girado este año se dice:
“En el nuevo contexto es de gran atractivo
para la atención de periodistas, comunicadores y políticos lo que
está pasando en el peronismo. En su nuevo rol de partido no oficial,
las alternativas en juego son más de una, aunque son mayoría
quienes apuestan a un proceso de renovación de sus huestes. No lo
veo así. Mi opinión es que en el peronismo se
ha iniciado un período irreversible de fragmentación.
No solo porque el desbarajuste siempre afecta, de diversa manera, a
quienes pierden el poder, aun en el caso del peronismo que ha sabido
sortear esa determinación más de una vez. El problema es sistémico.
El peronismo nació en 1945 indiscutiblemente promovido desde las
altas esferas como alternativa al comunismo. Dispuso con ese fin de
herramientas estatales de las cuales hizo uso y abuso para el armado
de una estructura hegemónica en la sociedad argentina que supo
aprovechar: a lo largo de casi tres cuartos de siglo, coincidente con
la decadencia argentina, el peronismo ha predominado en el ejercicio
del poder sustentado en una filosofía cuyo fundamento principal
-como un bucle de retroalimentación- ha sido justamente el
mantenimiento y/o la persecución implacable del mismo en los pocos
momentos que no lo ha tenido”
“Una semblanza del movimiento justicialista
desde sus orígenes nos muestra que el élan
vital de
Perón nace de sus simpatías con la Italia fascista de los treinta.
Ya desde la cartera de trabajo y previsión del gobierno nacido del
golpe de estado de 1943, el entonces coronel elabora su estrategia de
captación obrera con letra y música de ex funcionarios franquistas.
En lo económico, el peronismo, aunque no en exclusividad, encarna
como nadie las ideas prácticas de un supuesto patriotismo que en la
mayoría de los casos no ha dejado de ser una falaz caricatura. Desde
el punto de vista del desarrollo, el lapso entre las mitades de los
cuarenta y cincuenta (cuando Perón ejerce sus dos primeras
presidencias) fue otra década perdida para el verdadero desarrollo:
la cleptocracia, el estado empresario, la burguesía industrial
proteccionista, el sindicalismo corrupto, los militares y otras
corporaciones protagonizando o haciendo de partenaire tuvieron, entre
otras medidas, efectos que se fueron agravando con el tiempo. En ese
contexto, la supuesta defensa de la soberanía nacional -obrando en
realidad como distractor de una xenofobia más o menos explícita- ha
sido un rasgo distintivo de ese movimiento. Así, las ideas del
justicialismo supieron cautivar a una parte mayoritaria aunque
decreciente de la sociedad argentina. Por cierto, no se puede dejar
de reconocer que la oposición ha mantenido con el justicialismo
profundas diferencias políticas pero -he aquí lo contradictorio-
una visión económica coincidentes en muchos aspectos”
“Una cosa es su dinámica interna, la suma de
sus experiencias, que le dan permanencia a un cuerpo vivo. Otra es el
sentido dado por una acción exógena que lo trasciende y le da o no
legitimidad. El peronismo ha demostrado ser un movimiento de
geometría variable. En estos últimos veinticinco años ha gobernado
el país con dos posiciones diametralmente opuestas vistas desde la
óptica económica; empero, tanto el menemismo como el kirchnerismo
gozaron del más amplio consenso dentro de sus filas. Los
cuestionamientos vinieron, claro está, luego de que esas dos
expresiones fueran derrotadas: se dice que los peronistas tienen por
costumbre acompañar al féretro hasta la puerta del cementerio pero
no entran, se quedan afuera”
“Erradamente se ha instalado la creencia que
las viudas actuales del peronismo están solo en La cámpora; en
realidad, los más afectados son esos miles y miles de punteros, que
de la noche a la mañana se han quedado sin la manipulación de
ingentes recursos estatales en la fase final de su adjudicación (o
sea, cuando los contacto lo son en forma directa con la clientela del
barrio, sin intermediación). Muchos punteros, siendo que la
intensidad de su militancia los llevó a descuidar lo laboral, ni
siquiera se han enriquecido en forma obscena (la condición económica
no puede ser demasiado distinta a la de su clientela al compartir el
mismo barrio). Su capital principal son la cercanía y el ascendiente
que les da el tráfico de influencias a esa escala. Es cierto que
normalmente esos cuadros, siendo valiosos para el peronismo, sus
prácticas transitan por las fronteras de la legalidad: la mayoría
de las veces conocen, protegen o participan de las diversas
actividades delictivas que se desarrollan en su territorio
(narcotráfico, trata, robos, juego, etc.). Es obvio: si logran
mandar en sintonía con los códigos imperantes es porque están en
todo y lo controlan; la labor populista es así (de lo contrario
siempre habrá otro cuadro con más manejo de la situación que
tomará el mando territorial). La situación es harto conflictiva
habida cuenta de la fuga dispersiva del oficialismo saliente. El
destino de esos punteros se diferencia de los camporistas que solo
pierden privilegios, por más importantes que sean, porque no tienen
ni han tenido nada que ver con el territorio de la pobreza. Solo les
resta reubicarse y seguir siendo y haciendo lo que eran y hacían
hasta 2011. Poco tiempo para dejar huellas demasiado profundas...”
“El resto del peronismo es muy dependiente
como para que sus cuestionamientos al gobierno vayan más allá de
algunos escarceos. Con los gobernadores se puede negociar y de hecho
se lo irá haciendo en forma permanente; incluso con algunos recursos
ingeniosos como poner a los intendentes de cancerberos de las remesas
de la coparticipación que habitualmente se subliman en los
innumerables intersticios al nivel de la gestión provincial. Con el
sindicalismo pasará lo mismo; algunos ya se sienten perteneciendo a
otra órbita como el mandamás de Smata a quien se le atribuye
pensamiento en clave binacional (vive pendiente del mercado automotor
de los brasileros). Los legisladores, influenciados por Massa y
Urtubey, más allá del floreo, irán siendo crecientemente
funcionales (por lo menos hasta la proximidad de las elecciones 2017)
a las necesidades del ejecutivo para el manejo del congreso. La
apretada situación financiera en curso los hace navegar a todos
juntos sin necesidad de ningún tipo de amenaza explícita (como
hubiera sido por ejemplo lo que todos sabían: no arreglar con los
buitres impedía el financiamiento internacional, se paraban las
remesas a las provincias, y el ajuste hubiera sido salvaje lo que no
convenía a ningún gobernador)”
“En síntesis, la fragmentación del
peronismo -que será el obstáculo principal e insalvable para
alcanzar masa crítica conducente a la toma de decisiones políticas-
obrará en dos niveles. En el primero, el que hemos llamado Ĝ
(espacio de tonalidad global), -donde ya está instalado Cambiemos
que en forma paulatina deberá ir creciendo a partir más del
convencimiento que del interés- claramente se irán consolidando
dirigentes como Massa, Urtubey y algún otro tapado, que dará lugar
al nacimiento de una nueva coalición (ya no de las de antes con
peronistas y partenaires) aún claramente con mayoría inicial de sus
partidarios, pero conviviendo con fuerzas de centro izquierda o
progresistas como los socialistas, Margarita, Pino, Donda, etc. que
se irán amalgamando en la práctica legislativa... y en la tirria
antimacrista. Esa reconfiguración Premium presupone otra donde
vegetarán los sin destinoiv.
Son los del segundo nivel, inferior, residual, de menor intensidad
política y de influencia decreciente, transitando resentidos o sin
saber bien que trole hay que tomar, tratando (infructuosamente) de
renovarse conviviendo en permanente conflicto con distintos resabios
propios de situaciones de reciclaje político. Entre ambos
andariveles, hay que poner atención en una interfase muy activa
donde los eslabones provenientes del nivel inferior (no sólo
peronistas sino de todas las fuerzas políticas con influencia
nacionalista burguesa) irán engrosando el nivel superior de
proyección global”v
(Terminando este trabajo se anuncia la reforma
política: boleta electrónica y adiós a listas colectoras y
candidaturas múltiples. Un acertijo: ¿quién cree usted que se
sentirá afectado?)
Corolario
Argentina ha iniciado su segundo ciclo largo de
crecimiento. Un nuevo paradigma ya está instalado en ese proceso, y
la conciencia del mismo irá tomando su lugar en el imaginario
colectivo aunque a una velocidad mucho menor que las vertiginosas
realizaciones en curso. Esa disparidad no acarrea ningún problema de
gestión aunque signifique una pérdida de eficiencia y eficacia en
el comportamiento social que de no existir, o haciendo que sea menor,
podría evitar unos cuantos sinsabores.
El déficit fiscal se puede mantener, incluso
aumentar. Se puede ahorrar bajando los subsidios donde no hacen
falta (por ejemplo gas y electricidad en barrio norte) y reforzándolo
donde por ahora son imprescindibles. El control del gasto innecesario
propio de los gobiernos peronistas puede proveer recursos adicionales
para utilizarlos en otros lugares críticos. Los sobreprecios en la
obra pública están denunciados y puestos a la luz del día (el ex
presidente de la UIA, Méndez, hizo un chiste de dudoso gusto por su
pasada complicidad: a la gestión peronista de la obra pública se la
llamaba Movicom porque va con el 15 adelante). Se ha dejado de robar
sin necesidad de cortarle las manos a nadie como hacen los
islamistas. La situación internacional facilita como nunca la toma
de financiamiento con las mejores tasas. Hay reservas internas (Banco
Central, ANSES) que pueden ser utilizadas en condiciones totalmente
distintas a las imperantes en los gobiernos peronistas. Esos y otros
recursos están a mano para pasar la coyuntura mientras se reactiva
la economía. Tomar nota y hacerse cargo de un sino pletórico de
compromiso augurado hace ya más de veinte años por el eminente
politólogo brasileño Helio Jaguaribe: Argentina
está condenada al éxito. Un desafío
para la mentalidad argentina media
mucho más difícil de metabolizar que el llevadero eso
no va a andar. Presupone una renovación
de todo el sistema político para
aventar definitivamente cualquier tipo de ambición unitaria y
excluyente. Si no se realiza, luego como opción solo quedará el
muro de los lamentos.
Ing.
Alberto Ford
La Plata, 24 de junio de 2016
i
Ver
http://www.lanacion.com.ar/1905679-inversion-extranjera-del-desembolso-forzado-al-regreso-genuino.
Fecha 5 de junio; hoy esa cifra se ve aumentada con las inversiones
anunciadas por Macri en Colombia en Foro Económico Mundial
realizado en Medellín
iii
En otro trabajo hemos
tratado de darle una explicación a las idas y venidas de la
relación de Francisco con el gobierno argentino y su ya inocultable
injerencia en la realidad política de nuestro país. Ver:
http://ingenieroalbertoford.blogspot.com.ar/2016/03/grieta-o-desnivel-las-transformaciones.html
iv
Una vulgata de la teoría
cuántica nos lleva a imaginar distintos niveles de realidad, que
fluyen paralelos, sin tocarse, pero interactuando de manera que sus
elementos pueden ir en ambos sentidos de un nivel al otro, ganando o
perdiendo energía.
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