La sorpresiva victoria de Donald Trump
La
sorpresiva victoria de Donald Trump en las elecciones
estadounidenses, ha inaugurado una nueva fase en la marcha de la
globalización. Si nos atenemos a su discurso –aunque lo que se
dice en campaña no siempre coincide con lo que se hace en la
gestión-, la característica fundamental de lo que viene será la
tendencia al encierro, por lo menos de los EEUU. Cabe preguntarse,
entonces, habida cuenta de la importancia internacional del país de
norte (que no pocas veces viraliza sus posturas), si el alcance de la
influencia de una personalidad como la del presidente electo se
limitará solo a su país, o si se expandirá más allá de sus
fronteras. En cualquier caso, más relevante para nosotros
-perseverantes socios del Mercosur a pesar de todos los avatares-
será saber si esos eventuales cambios afectan y cómo en nuestras
realidades.
Siempre
hay que tener en cuenta un dato para evaluar los movimientos de la
economía y el comercio mundial: el 70 de la actividad productiva
está transnacionalizada; esa porción mayor de la torta mundial, se
maneja con total independencia de las normas nacionales, sean estas
de cualquier país, incluso de los EEUU. Sin embargo, en todos los
casos, las partes de las economías que aun mantienen su anclaje
nacional, seguirán teniendo una importancia en las políticas
territoriales y, sobre todo, un gran peso en la evolución de los
mercados laborales. Es tal vez como se dice, una de las razones del
triunfo de Trump, al haber puesto el acento en aquella parte de los
trabajadores norteamericanos que habían sido afectados con los
acuerdos con China que se pusieron en marcha partir de los años
setenta.
El
presidente electo ha manifestado que EEUU saldrá del Acuerdo
Transpacífico (TPP). Igual posición manifestó con respecto a la
puesta en vigor de la Asociación Transatlántica para el Comercio y
la Inversión (TTIP), que uniría a Estados Unidos con la Unión
Europea. Por el contrario, se muestra favorable a propiciar acuerdos
bilaterales. Aquí caben algunos interrogantes. ¿Esas barreras que
le propone a EEUU levantar hacia el este y el oeste, sobre en todo en
lo referido a las políticas comerciales, serán planteadas de la
misma forma si se mira hacia el sur, en el hemisferio americano? Las
opiniones divergen. Hay quienes como el académico de Harvard
Mangabeira Unger de nacionalidad brasilera cree que el triunfo de
Trump puede crear una nueva relación con Sudamérica.
No
cabe duda que la masa crítica en materia comercial es una ventaja
comparativa en el mundo. En nuestro caso, el potencial de los países
del cono sur como proveedores de proteínas vegetales y animales, es
más que la suma de los potenciales de las partes. En los últimos
años, hemos conquistado una posición en el mercado global cuya
envergadura hace muy difícil que sea subestimada. Es un hecho muy
auspicioso. En la medida que otros rubros de la producción de bienes
y servicios vayan alcanzando posiciones equivalentes -y provoquen
sinergia en los espacios comunes que nos contienen-, la proyección
de este proceso de integración que nos une, se irá incrementando.
El
camino que estamos recorriendo desde 1991 cuando se firmó el Tratado
de Asunción no está ni estará exento de dificultades. En esto no
nos diferenciamos de cualquiera de los otros agrupamientos que hay en
el mundo. Tampoco es esperable que esas u otras dificultades nuevas
desaparezcan del día a día de nuestro devenir común. No sería
realista pensarlo. Pero mucho menos lo sería pensar que los escollos
que vayan surgiendo lleven a situaciones irreparables. La experiencia
adquirida, luego de 25 años de caminar juntos, nos habilita para
afirmarlo.
El
Mercosur como otras agrupamientos macro regionales que se van
perfilando en el mundo, son parte de una realidad compleja. Compleja
en el sentido de lo difícil que es la gestión de una diversidad tan
pronunciada pero, sobre todo, desde el punto de vista de la enorme
cantidad de variables que están interactuando en tiempo real. Una
breve descripción de la evolución de las configuraciones regionales
en el presente, nos muestra el tablero donde tiene lugar el juego de
las grandes ligas. Aun en el caso de la retirada de EEUU, el TPP no
desaparece. Japón y Australia expresaron su compromiso con el pacto
horas después de que Trump anunciara el retiro. Por su parte, un
funcionario japonés afirmó con realismo que “el TPP no morirá
aunque Estados Unidos no lo ratifique…simplemente sigue en una
situación de no estar en efecto”. Por su parte, China juega su
ambicioso proyecto de la Ruta de la Seda, una actualización del
trazado seguido por Marco Polo, pero ahora tapizada con el aporte de
una parte de los U$S 4 billones (doce ceros) de las reservas chinas
traducidas en rutas, trenes de alta velocidad, y todo tipo de obras
de infraestructura para el desarrollo de los países atravesados. Se
dice que “la nueva Ruta de la Seda habrá de convertirse en el
programa de economía diplomática más grande desde el Plan Marshall
de Estados Unidos para la reconstrucción de la Europa de posguerra,
con un alcance de decenas de países con una población total de 3000
millones de habitantes”. Hay que decir que, además, China tiene en
la Organización
de Cooperación de Shanghái (OCS)
una sólida alianza con Rusia, y por la mediación de este país, ha
logrado el ingreso de la India a la OCS, indicativo de una superación
de los conflictos ancestrales que han separado a los dos gigantes de
la demografía. El continente euroasiático ya está ejecutando un
plan de construcción de infraestructura no fácil de concebir. Solo
el TGV que unirá Moscú con Pekín tiene 7.000 Km y costará 242.000
millones de dólares.
Hay
otros procesos a tener en cuenta desde nuestro lugar. El África
subsahariana, con el comando de Sudáfrica, es un mercado cercano que
crece rápidamente, en algunos países a “tasas chinas”. Es toda
una oportunidad para los países del Mercosur, no solo para exportar
alimentos sino, principalmente, servicios, agrícologanaderos, y
acciones de cooperación que ayuden al desarrollo de esta zona
postergada del planeta.
De
Europa, no hay mucho más que decir que lo que reflejan los medios
para describir padeceres actuales. El Brexit –o mejor la concreción
de sus resultados- irá actuando de acicate para la reducción de
una burocracia enquistada en la UE que le quita dinamismo a su
gestión. En paralelo con lo ocurrido en EEUU, surgen posiciones
proteccionistas, de tinte populista, que llenan de alarma a los
analistas políticos. En el mismo sentido, el auge de los
regionalismos y las tendencias separatistas. A este cuadro, se le ha
sumado en el último tiempo el problema de las migraciones
impetuosas. Sin embargo, para el Mercosur el camino está claro.
Tendremos que seguir impulsando un acuerdo con la UE que sea de mutua
conveniencia en las condiciones actuales de la globalización.
Medio
Oriente hay que esperar que se aquieten las aguas, en primer lugar
con la derrota del Estado Islámico. En esa zona se superponen más
de un conflicto que muestra un cuadro de intereses cruzados, donde ya
no es más cierto que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. A pesar
de las dificultades actuales, es una zona de gran interés para
nuestras exportaciones, incluso, políticas de cooperación.
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En
América Latina conviven el Mercosur con la Alianza del Pacífico
(AP) que está integrada por Chile, Perú, Colombia, México. Esos
dos bloques suscitan en este momento el mayor interés del
subcontinente. La razón principal son los acuerdos que esas
macrorregiones -o sus integrantes en forma individual- han concretado
o están en vías de hacerlo referidos a cuestiones comerciales (los
países de la AP integran conglomerados del Asia Pacífico, APEC y
TPP ya mencionados). Desde el punto regional, se pone atención a la
eventualidad de si esos dos agrupamientos principales de América
Latina pueden desenvolverse cada uno por su lado, con los países
buscando vincularse en distintas direcciones, o si terminarán
primando las pulsiones integradoras o de variados entendimientos de
mutua conveniencia.
En
una reunión celebrada el año pasado entre los mandatarios de Brasil
y México, Dilma Rousseff declaró solemnemente que "no seremos
causales de falsas rivalidades o prisioneros de la geografía…México
y Brasil saben que la relación entre la Alianza
del Pacífico y el Mercosur debe ser vista
como complementaria y no como alternativa"i.
La precisión no es de menor importancia siendo que se refiere a las
relaciones existentes entre las dos economías más grandes de
América Latina.
Otro
aspecto a tener en cuenta es de las obras de infraestructura que
pueden incidir en la conectividad regional. Debemos mencionar la
importancia de la Hidrovía Paraguay-Paraná, así como todas
aquellas obras que faciliten una conexión fluida entre el Atlántico
y el Pacífico.
La
infraestructura, a ciertos niveles, va dejando de ser un cometido de
alcance nacional para ser abordada en forma coordinada por el
conjunto de las naciones. Ello básicamente, tiene explicación en
aquellas construcciones que contribuyen a la conectividad global.
Para ello, el G20 ha creado cuatro programas:
- Alianza para la Conectividad de la Infraestructura Global (GII)
- “Hub” de la Infraestructura Mundial (GIH)
- Partenariado Publico Privado (PPP)
- Plan de Acción Anticorrupción 2015-16 del G20
Cada
uno de esos programas está ubicado en distintos países. El artículo
39 de la declaración de la reciente Cumbre del G20 de Hangzhou dice
“Respaldamos la Alianza para la Conectividad de la Infraestructura
Global lanzada este año para mejorar la sinergia y la cooperación
entre los diversos programas de conectividad de la infraestructura de
una manera holística”. Por su parte, El “Hub” de la
Infraestructura Mundial se constituyó en la cumbre de 2014 y su sede
está en Australia (http://globalinfrastructurehub.org/).
Tiene el mandato de controlar la calidad y favorecer el flujo de
iniciativas relacionadas a proyectos de infraestructura de alcance
global. Por su parte, el PPP
(https://en.wikipedia.org/wiki/Public%E2%80%93private_partnership)
está vigente en una cantidad creciente de países en de todo el
mundo. Con respecto al tema de la corrupción, en el punto 22 de la
declaración de Hangzhou reconoce “los efectos nocivos de la
corrupción y las corrientes financieras ilícitas en la distribución
equitativa de los recursos públicos, crecimiento económico
sostenible y la integridad del sistema financiero mundial y el
imperio de la ley”; al mismo tiempo dice que “reforzaremos los
esfuerzos del G20 por fortalecer la cooperación internacional contra
la corrupción, respetando plenamente el derecho internacional, los
derechos humanos y el imperio de la ley, así como la soberanía de
cada país…respaldamos los principios de alto nivel del G20 sobre
cooperación sobre personas buscadas por la corrupción y la
recuperación de activos...sobre cooperación internacional sobre
personas buscadas por la corrupción y la recuperación de activos en
los Estados Miembros del G20, que será operado en consonancia con
las normas internacionales”.
La
realización de la Cumbre 2018 del G20 en la Argentina, abre una
posibilidad con proyección para la región en el diálogo de los
factores de poder decisivos en la etapa que se abre de la
globalización.
i
Dilma
Rousseff: "La Alianza del Pacífico y el Mercosur deben ser
complementarios"
http://www.infobae.com/2015/05/27/1731350-dilma-rousseff-la-alianza-del-pacifico-y-el-mercosur-deben-ser-complementarios
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