Crecimiento
con pobreza
Las
implicancias del “viento de cola” que hoy hace posible el
crecimiento de la economía argentina pueden ser analizadas desde dos
puntos de vista: 1) las alternativas emergentes de la permanencia o
no de ese influjo, 2) la evaluación que hace el gobierno de esas
condiciones excepcionales y su actitud frente a ellas.
Una
reciente nota1
alerta sobre los riesgos de un optimismo exagerado derivados de
pensar que no pueden cambiar los factores externos que favorecen a
nuestro país. Razones no faltan; los argentinos tenemos
predisposición a acostumbrarnos fácil a los tiempos de bonanza y
hacernos a la idea de que nunca serán interrumpidos…
¿Se
puede acabar el viento de cola? ¿De seguir, continuará favoreciendo
a la Argentina? ¿Cuáles son las razones de su gestación?
Hoy
ya aparece claro hasta para los más remisos que el proceso desatado
con la globalización no es un fenómeno coyuntural. Responde a
profundas motivaciones y consensos de los factores decisivos de
poder, adoptados hace ya décadas, suficientemente metabolizados, con
resultados concretos a la vista, y que han salido a la luz luego de
permanecer en reserva como los “tapados” de la arqueología,
reflejados fielmente -en algunos casos casi textuales- en las
resoluciones emanadas de la insólita retahíla de reuniones del G20
luego de la “crisis” del 2008.
Uno
de sus platos fuertes es el tema de la lucha contra la pobreza
mundial siendo al respecto la mejora de la ingesta de proteínas uno
de sus principales indicadores de eficacia. Se decía por aquellos
años que resolver el problema de la pobreza era una cuestión de
“autointerés” para el capitalismo. ¿Qué había pasado? En
1977, merced a los trabajos del Premio Nobel Norman Borlaug
responsable de la revolución verde, por primera en la historia de la
humanidad se producen en conjunto las proteínas suficientes como
para alimentar en forma equilibrada a toda la población mundial. O
sea, se daban las condiciones objetivas para pasar de un humanismo
declamativo en materia de hambre en el mundo a visualizar a los
menesterosos como potenciales bocas de consumos para el negocio de
los alimentos. Empezaba otra batalla (que todavía continúa y lo
hará por décadas): poner esas proteínas al alcance de todos.
Pero
había cambiado algo fundamental. La motivación primordial del
centro desarrollado para volcarse sobre la periferia ya no era el de
extraer sus recursos naturales sino incrementar la capacidad de
consumo de sus habitantes. Así, el consumo pasaba a ser la variable
crítica en la ecuación de un sistema mundial capaz de producir
bienes y servicios en forma quasi-ilimitada.
Una
anécdota. Estando vez pasada con un intendente santafecino de la
pampa gringa tuve la oportunidad de ver una de las bolsas escritas en
inglés del lote inicial de soja de la buena que trajeron por avión
de EEUU a fines de los setenta. Era el inicio de la revolución verde
en estas latitudes. Luego la creatividad de los fierreros y hombres
de campo pusieron lo suyo, lo mismo que los técnicos que venían
trabajando en el tema desde antes… pero la bolsa vino de afuera con
una intencionalidad concreta. No es el único indicador que refiere a
intereses exógenos.
Las
faraónicas inversiones realizadas por las 7 hermanas cerealeras han
dado lugar en unos pocos años al complejo sojero de Rosario este sí
el más grande del mundo; lo hicieron siguiendo los dictados de sus
horóscopos infalibles en materia de escenarios futuros. Y si las
empresas que manejan el comercio mundial de granos han hecho esas
inversiones, se puede inferir que el consumo de soja se irá
incrementando en el mundo y que la Argentina (y el Mercosur) seguirán
jugando en primera durante décadas2...
Se
afirma que la clase media mundial pasó en solo tres lustros de
contener un tercio a dos tercios de la población merced
principalmente pero no solo a los aportes de países con grandes
poblaciones como India y China3.
En esas cuentas hay que incluir unos 39,5 millones de brasileños que
entre 2003 y mayo de 2011 llegaron a la clase media, según un
estudio de la Fundación Getulio Vargas4
(la noción de clase media presupone otros logros y capacidades más
allá de los alimentos, los celulares, la asistencia al colegio y un
trabajo remunerado; pero esa disquisición no es el motivo de los
presentes comentarios).
El
intríngulis está en el uso del viento de cola que está haciendo
este gobierno para impulsar el “modelo productivo”. Su política
parece hecha a propósito para dificultar o impedir el crecimiento
real de la economía sobre todo en los sectores que permitirían
profundizar en forma sustentable su internacionalización. Hay una
tozuda pertinacia en dificultar las labores del campo; las
inversiones no se concretan por falta de seguridad jurídica y
estamos en medio de una crisis energética de pronóstico reservado.
Los subsidios y el asistencialismo estructural generan una situación
irreal de la cual será difícil salir sin grandes costos, por
ejemplo, en lo atinente a la cultura del esfuerzo y del trabajo5.
No son cuestiones de poca monta.
--o0o--
Conclusión:
los problemas no están en el futuro con los vaivenes de la situación
internacional. Están hoy en las consecuencias de un modelo populista
de crecimiento
con pobreza
que está desperdiciando oportunidades. Se crece pero el desarrollo
brilla por su ausencia. Tampoco es cierto que el tren de la historia
pase una sola vez, menos ahora en el contexto de una globalización
totalmente inclusiva (aunque lo haga por medio de la exclusión
despiadada de muchos millones de personas que nunca se verán
adentro6).
Sin embargo es sabido que no es lo mismo subir después al tren,
sobre todo cuando es posible hacerlo antes…
Ing. Alberto Ford
Julio
de 2011
1
Lafferrière, Ricardo,
El viento de cola,
http://www.notiar.com.ar/contenido/opinion/opi_12292.htm#1
2
El
anterior modelo agroexportador duró siete décadas hasta que en los
años treinta del siglo pasado el pacto Roca Runciman nos desplazó
de la posición de privilegio que ocupábamos en el mercado
internacional de alimentos. La crisis que comenzó en ese momento
por falta
de alternativas que agregaran valor a nuestra producción primaria
ha seguido hasta nuestros días…
3
Cada
año, el equivalente a una Argentina completa, sólo en China, se
suma a la clase media urbana. Alrededor de 40 millones de personas
deja el campo por la ciudad. Y la mudanza trae aparejados varios
cambios, entre los más importantes, el de una dieta alimentaria con
productos de mayor contenido de proteínas, aceites y grasas".
http://www.lanacion.com.ar/1384974-darle-de-comer-al-mundo.
5
En
La Rioja y Catamarca hay dificultades para recoger la cosecha de
aceitunas porque los braceros prefieren quedarse en casa por miedo a
perder los planes sociales.
http://www.cadena3.com/contenido/2011/04/06/73782.asp
6
Este
tipo de dialógicas paradojales que permean la globalización
(inclusión/exclusión, homogeneidad/diversidad, global/local, etc.)
no pueden ser abordadas dentro de los cánones de la lógica formal.
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