viernes, 30 de agosto de 2019


Crecimiento con pobreza


Las implicancias del “viento de cola” que hoy hace posible el crecimiento de la economía argentina pueden ser analizadas desde dos puntos de vista: 1) las alternativas emergentes de la permanencia o no de ese influjo, 2) la evaluación que hace el gobierno de esas condiciones excepcionales y su actitud frente a ellas.

Una reciente nota1 alerta sobre los riesgos de un optimismo exagerado derivados de pensar que no pueden cambiar los factores externos que favorecen a nuestro país. Razones no faltan; los argentinos tenemos predisposición a acostumbrarnos fácil a los tiempos de bonanza y hacernos a la idea de que nunca serán interrumpidos…

¿Se puede acabar el viento de cola? ¿De seguir, continuará favoreciendo a la Argentina? ¿Cuáles son las razones de su gestación?

Hoy ya aparece claro hasta para los más remisos que el proceso desatado con la globalización no es un fenómeno coyuntural. Responde a profundas motivaciones y consensos de los factores decisivos de poder, adoptados hace ya décadas, suficientemente metabolizados, con resultados concretos a la vista, y que han salido a la luz luego de permanecer en reserva como los “tapados” de la arqueología, reflejados fielmente -en algunos casos casi textuales- en las resoluciones emanadas de la insólita retahíla de reuniones del G20 luego de la “crisis” del 2008.

Uno de sus platos fuertes es el tema de la lucha contra la pobreza mundial siendo al respecto la mejora de la ingesta de proteínas uno de sus principales indicadores de eficacia. Se decía por aquellos años que resolver el problema de la pobreza era una cuestión de “autointerés” para el capitalismo. ¿Qué había pasado? En 1977, merced a los trabajos del Premio Nobel Norman Borlaug responsable de la revolución verde, por primera en la historia de la humanidad se producen en conjunto las proteínas suficientes como para alimentar en forma equilibrada a toda la población mundial. O sea, se daban las condiciones objetivas para pasar de un humanismo declamativo en materia de hambre en el mundo a visualizar a los menesterosos como potenciales bocas de consumos para el negocio de los alimentos. Empezaba otra batalla (que todavía continúa y lo hará por décadas): poner esas proteínas al alcance de todos.

Pero había cambiado algo fundamental. La motivación primordial del centro desarrollado para volcarse sobre la periferia ya no era el de extraer sus recursos naturales sino incrementar la capacidad de consumo de sus habitantes. Así, el consumo pasaba a ser la variable crítica en la ecuación de un sistema mundial capaz de producir bienes y servicios en forma quasi-ilimitada.

Una anécdota. Estando vez pasada con un intendente santafecino de la pampa gringa tuve la oportunidad de ver una de las bolsas escritas en inglés del lote inicial de soja de la buena que trajeron por avión de EEUU a fines de los setenta. Era el inicio de la revolución verde en estas latitudes. Luego la creatividad de los fierreros y hombres de campo pusieron lo suyo, lo mismo que los técnicos que venían trabajando en el tema desde antes… pero la bolsa vino de afuera con una intencionalidad concreta. No es el único indicador que refiere a intereses exógenos.

Las faraónicas inversiones realizadas por las 7 hermanas cerealeras han dado lugar en unos pocos años al complejo sojero de Rosario este sí el más grande del mundo; lo hicieron siguiendo los dictados de sus horóscopos infalibles en materia de escenarios futuros. Y si las empresas que manejan el comercio mundial de granos han hecho esas inversiones, se puede inferir que el consumo de soja se irá incrementando en el mundo y que la Argentina (y el Mercosur) seguirán jugando en primera durante décadas2...

Se afirma que la clase media mundial pasó en solo tres lustros de contener un tercio a dos tercios de la población merced principalmente pero no solo a los aportes de países con grandes poblaciones como India y China3. En esas cuentas hay que incluir unos 39,5 millones de brasileños que entre 2003 y mayo de 2011 llegaron a la clase media, según un estudio de la Fundación Getulio Vargas4 (la noción de clase media presupone otros logros y capacidades más allá de los alimentos, los celulares, la asistencia al colegio y un trabajo remunerado; pero esa disquisición no es el motivo de los presentes comentarios).

El intríngulis está en el uso del viento de cola que está haciendo este gobierno para impulsar el “modelo productivo”. Su política parece hecha a propósito para dificultar o impedir el crecimiento real de la economía sobre todo en los sectores que permitirían profundizar en forma sustentable su internacionalización. Hay una tozuda pertinacia en dificultar las labores del campo; las inversiones no se concretan por falta de seguridad jurídica y estamos en medio de una crisis energética de pronóstico reservado. Los subsidios y el asistencialismo estructural generan una situación irreal de la cual será difícil salir sin grandes costos, por ejemplo, en lo atinente a la cultura del esfuerzo y del trabajo5. No son cuestiones de poca monta.

--o0o--

Conclusión: los problemas no están en el futuro con los vaivenes de la situación internacional. Están hoy en las consecuencias de un modelo populista de crecimiento con pobreza que está desperdiciando oportunidades. Se crece pero el desarrollo brilla por su ausencia. Tampoco es cierto que el tren de la historia pase una sola vez, menos ahora en el contexto de una globalización totalmente inclusiva (aunque lo haga por medio de la exclusión despiadada de muchos millones de personas que nunca se verán adentro6). Sin embargo es sabido que no es lo mismo subir después al tren, sobre todo cuando es posible hacerlo antes…


Ing. Alberto Ford
Julio de 2011
1 Lafferrière, Ricardo, El viento de cola, http://www.notiar.com.ar/contenido/opinion/opi_12292.htm#1
2 El anterior modelo agroexportador duró siete décadas hasta que en los años treinta del siglo pasado el pacto Roca Runciman nos desplazó de la posición de privilegio que ocupábamos en el mercado internacional de alimentos. La crisis que comenzó en ese momento por falta de alternativas que agregaran valor a nuestra producción primaria ha seguido hasta nuestros días…
3 Cada año, el equivalente a una Argentina completa, sólo en China, se suma a la clase media urbana. Alrededor de 40 millones de personas deja el campo por la ciudad. Y la mudanza trae aparejados varios cambios, entre los más importantes, el de una dieta alimentaria con productos de mayor contenido de proteínas, aceites y grasas". http://www.lanacion.com.ar/1384974-darle-de-comer-al-mundo.
5 En La Rioja y Catamarca hay dificultades para recoger la cosecha de aceitunas porque los braceros prefieren quedarse en casa por miedo a perder los planes sociales. http://www.cadena3.com/contenido/2011/04/06/73782.asp
6 Este tipo de dialógicas paradojales que permean la globalización (inclusión/exclusión, homogeneidad/diversidad, global/local, etc.) no pueden ser abordadas dentro de los cánones de la lógica formal.

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