Infraestructura global
Ya no serán obras
desconectadas, concebidas según los “deseos de la gente” o por necesidades
electorales de intendentes y gobernadores. A partir de este momento, cierta infraestructura
que se realice en nuestro país con financiamiento internacional -como en
cualquier otro lugar del mundo en esas condiciones- responderá en forma más o
menos manifiesta a una lógica global inspirada en programas que se mueven en el
entorno del G20. Es lo primero que veremos en este trabajo. Lo segundo, para
dar una idea concreta de los alcances y la profundidad de esta nueva modalidad
de ejercer la gobernabilidad, veremos a vuelo de pájaro cómo se expresa en
África donde reside una parte considerable de los pobres del mundo. La globalización por abajo no se puede postergar;
urge la incorporación al consumo de un sexto de la población mundial que aún
espera engrosar una clase media que ya crece a ritmo acelerado. Se considera, con
razón, que los trenes y las carreteras, el manejo del agua, la electricidad, la
difusión de las TIC´s, y otras expresiones de infraestructura básica, obrarán
en favor de una creciente conectividad entre las regiones y océanos, y de esa
manera compatibilizar los diferentes grados de desarrollo. Alemania, a cargo en
2017 de la presidencia del G20, está promoviendo un notorio involucramiento del
Grupo con ese continente rezagado.
---o0o---
Me impactó
tomar conciencia sobre el proyecto del plan de riego anunciado en los últimos
días por el gobierno argentino para la recuperación de 250.000 hectáreas. La
inversión prevista es de U$S 1200 millones y los interesados –que actuarán en
el marco de la ley de participación público privada (PPP), aprobada el año
pasado- son empresas del ramo y agropecuarias. En el país hay 7 millones de
hectáreas que pueden ser recuperadas con riego de las cuales hasta ahora solo
lo han sido 1,6 millones; la diferencia da una idea del potencial del negocio. El
proyecto cuenta con el asesoramiento del Banco Mundial y puede ser comprendido
por un conjunto de programas adyacentes al G20.
Básicamente,
los programas globales referidos a la infraestructura son cuatro:
·
Global
Infrastructure Hub (GIH).
·
Global Infrastructure Facility (GIF) -World
Bank
·
Public-Private-Partnership in
Infrastructure Resource Center (PPP) -World Bank
·
Centro
Anticorrupción del G20.
Fundado en
2014 en la cumbre del G20 de Australia –donde tiene su sede- la función del GIH[i]
es controlar la calidad de proyectos de infraestructura potencialmente
financiables. Su aprobación les permite contar con un sello de mérito para
viabilizar la operación ante los inversores. A los servicios del GIH pueden acceder
todos los países sean o no miembros del G20.
Por su parte,
Global Infrastructure Facility (GIF)[ii]
es una asociación entre gobiernos, bancos multilaterales de desarrollo, sector
privado de inversores, financieras. Su tarea es promover una nueva forma de
colaborar en la concepción, el diseño y la implementación de proyectos de
índole compleja cuya ejecución está más allá de las capacidades de un partícipe
individual para concretarla.
Public-Private-Partnership
(PPP)[iii]
es un mecanismo que se está estableciendo en todos los países del mundo. Tiene
que ver de forma más o menos directa con la compulsividad con que se está
obligando a la repatriación de capitales (convenios internacionales de
transparencia, intercambio de datos bancarios, Panamá papers, Trump, etc.).
Inicialmente, el dinero que retornan los ahorristas se destina a la compra de
bonos o acciones pero, al final, irá a parar a obras de infraestructura debido
a la implementación de políticas de estado que estimulen la conveniencia de orientarlo
a ese fin. Tanto la necesidad de obras de infraestructura globales como la
liquidez del sistema financiero internacional, público y privado, están en
sintonía. La intención de avanzar en ese sentido es pública y se evidencia en
el máximo nivel.
Por último,
y no menos importante, está la decisión de combatir la corrupción. Ya en la
Cumbre 2010 del G20 en Canadá se aprobó la creación del Grupo de Expertos
Anticorrupción del G20 (GTAC) cuyos pasos iniciales estuvieron a cargo de
Francia e Indonesia para dirigir las deliberaciones de expertos gubernamentales
tendientes a adoptar un Plan de Acción. Pero donde el tema alcanzó su mayor
relieve fue en la Cumbre 2016 del G20 que tuvo lugar en China. Dando la pauta
de una creciente preocupación por el flagelo, fue creado el Centro internacional
de lucha contra la corrupción con sede en Pekín[iv].
El Centro está recopilando información para capturar a fugitivos por delitos
económicos y confiscar los activos ilegales. Cai Wei, representante de la
Comisión Central de Control Disciplinario del Partido Comunista de China, dijo
que “el Centro sentaría una base sólida para el estudio de los delitos de
corrupción transfronterizos y ofrecería apoyo de inteligencia para combatir la
corrupción a nivel global”.
Es
previsible una tensión entre los distintos mecanismos creados ad hoc para la erección
de infraestructura de alcance global. En primer lugar, esa situación crítica
puede ser incentivada por la magnitud del negocio (solo el TGV Pekín-Moscú que
ya se está construyendo demanda U$S 250.000 millones!). Segundo, no son
descartables luchas de poder entre el sector público de los países, los
organismos multilaterales (con tarjeta amarilla) y el sector privado (McKinsey,
una de las consultoras más grandes del mundo[v],
formó una empresa exactamente igual al GIF del Banco Mundial). Por último, el
juego de competencias para que un proyecto se haga bancarizable normalmente es
engorroso y puede dar lugar a manipulaciones. De cualquier manera, las
urgencias dadas por las “recomendaciones” de los líderes del G20, sumado a la
visibilidad que tendrán proyectos de dominio público en cada país, aseguran
eficacia y un creciente dinamismo de los actores comprometidos.
Es difícil
imaginar la cuantificación de una panoplia global de proyectos en el ramo. Ya
el hecho de sacar de la órbita nacional la parte más significativa en cuanto a
la concepción de la infraestructura para ponerla en el marco de un logicial
global, aumenta hasta límites insospechados la cantidad y la diversidad de opciones
que se puedan crear y la eficacia de los emprendimientos. En este contexto,
existen cantidades cuasi ilimitadas obras para hacer y se cuenta en demasía con
los recursos financieros y tecnológicos necesarios para llevarlas a cabo. Sus
resultados serán de alto impacto: conectividad transfronteriza, facilitadoras
de intercambio comercial, tránsito de factores productivos, sinergias por
contraste de situaciones diversas, factores reconfigurantes de alcance
territorial y demográfico, soberanía nacional atenuada, etc. La incomprensión y
las reacciones adversas estarán presentes, pero no habrá marcha atrás aunque los
pasos en cada caso se deberán dar dentro de andariveles políticamente transitables.
África será el laboratorio de ensayos
para este desafío insólito de la terra patria.
La “recolonización” del África
Esta vez no
serán exploradores, aventureros ni mercenarios ávidos de riquezas. El tráfico
de diamantes, petróleo, maderas finas, cobre, titanio, oro, marfil, petróleo,
cobalto, uranio, bauxita, plata, frutas tropicales, etc., está ya consolidado
desde hace siglos; funciona a pleno con sus casas matrices reposando
plácidamente en el acogedor suelo europeo. Las consecuencias: el 60 % de
los trabajadores africanos realiza actividades rurales, y el 80 % de lo
que el continente exporta son materias primas, mientras que los productos
industrializados representan la casi totalidad de sus importaciones. Solo el
15 % de la población está empleada en el sector industrial siendo
Sudáfrica, Egipto, Marruecos, Túnez, los que poseen la mayor parte de
dicha actividad. Así, África es el continente más pobre del planeta; su PBI representa tan solo el
2,6 % del total mundial.
Lo que se
busca con esta movida global es la incorporación al consumo de centenares de
millones de personas. Y esa facilidad no se logra con sueldos miserables. La
inclusión competitiva implica la creación de puestos de trabajo dignos que, en
un plazo no breve pero tampoco indefinido[vi],
pueda poner a las masas africanas en la situación que muestra actualmente la
población china y sus vecinos, con sus clases medias en crecimiento acelerado.
Es bien sabido que esos países asiáticos arrancaron hace unas pocas décadas
desde situaciones parecidas a las que hoy muestran los africanos.
A principios
de este mes tuvo lugar en Sudáfrica una conferencia organizada conjuntamente
por el T20 (grupo de think tanks) de
la actual presidencia alemana del G20 con diversas organizaciones multilaterales,
académicas y de gobiernos, alemanas, locales y de otros países africanos[vii]
. Como su nombre lo indica, estos espacios de pensamiento creativo e innovador son
los que le dan letra al G20[viii].
Un repaso de los documentos de las deliberaciones muestra, explícitamente y en
subtextos, el vigor, la convicción y la rapidez con que desde el mundo
desarrollado se está actuando frente a la postergación africana… como si se
quisiera evitar un debate estéril sobre las culpas históricas de ese estado de
cosas. Esos documentos se refieren a los mecanismos necesarios para sostener la
cooperación Africa-G20 así como la participación académica de los africanos en
el proceso del T20. Asimismo, grupos de trabajo temáticos formularon
recomendaciones de políticas específicas sobre cómo el G20 y África pueden
fortalecer la cooperación en los siguientes temas: 1) infraestructura, 2)
e-commerce y economía digital, 3) agricultura, seguridad alimentaria y acción
climática, 4) comercio e inversiones, 5) cooperación internacional en cuestiones
de fiscalidad, 6) desarrollo político y social ambientalmente sustentable.
Ejemplos de
fuerte interdependencias entre África y el G20 son el cambio climático, las
consecuencias de la crisis financiera y económica, las pandemias, el
terrorismo, la migración y los refugiados. Se acordó en que el proceso del G20
ofrece una oportunidad para que África fortalezca sus compromisos
multilaterales. En consecuencia, el éxito de estas iniciativas depende de la
comunicación pública y de consultas políticas intensivas y de alto perfil con
los socios africanos. Ya los frutos de esa cooperación intensiva que se pone en
marcha, se comienzan a ver con la acción de los chinos en la costa oriental.
Una nota
publicada este mes en el NYT[ix]
se refiere a la inauguración de una línea ferroviaria entre Djiboutí y Addis
Abeba, capital de Etiopía. Es el primer
FFCC transnacional que se construye en el continente. No es de extrañar.
Para referirse a los tendidos coloniales –hace ya más de un siglo- el autor de
la nota usa la palabra “maraña”: cantidad de líneas desconectadas, con trochas incompatibles,
y solo útiles para llevar materias primas al puerto. En este caso, de acuerdo a
los nuevos tiempos, el ferrocarril vincula dos puntos de gran valor estratégico
ya que Djiboutí, siguiendo el diseño de Hong Kong, puede llegar a constituir
una nueva zona manufacturera libre de impuestos y un hub para el comercio regional. La apuesta es importante. Solo en Djiboutí
China está invirtiendo la friolera de U$S 14.000 millones (tres puertos, dos
aeropuertos, una serie de centrales eléctricas, y una tubería para traer agua
del país vecino) si se tiene en cuenta que ese pequeño país tiene apenas 23.000
Km2 y una población de menos de un millón. Según las expectativas de
una autoridad local, los 750 Km de la nueva línea serán “apenas el primer tramo
de una ruta transafricana, del Océano Índico al Atlántico” (¡)
Sin duda, las
obras de infraestructura serán la que mayores recursos insuma en África. Pero
la cooperación, como se viene dando, será multifacética, y ya es una
preocupación central de los países del G20. La cuestión cobra interés entre
otras por dos razones. El año que viene, la Argentina ser hará cargo de la
presidencia del G20 que hará su descomunal cumbre en algún lugar del país
adecuado a la circunstancia (¿Bariloche?). En el programa, la actividad sobre
África cobrará un espacio central y bien podría ser organizada en forma
conjunta con los países vecinos. En segundo lugar, la costa occidental del
África cuyo dibujo muestra, en forma evidente, que alguna
vez estuvo unida a la costa oriental de América del Sur, está esperando de los
países del Mercosur, sus provincias y distritos, el inicio de una corriente de
cooperación como lo hace China del otro lado.
Ing. Alberto Ford
La Plata, febrero de
2017
[i] globalinfrastructurehub.org
[ii] http://globalinfrafacility.org/what-is-the-gif
[iii]
http://ppp.worldbank.org/public-private-partnership/overview/what-are-public-private-partnerships
[iv]
https://mundo.sputniknews.com/asia/201609231063655164-g20-china-corrupcion/
[v] La compañía de origen norteamericano da servicio a 2
de cada 3 empresas de la lista Fortune 1000, cuenta con 94 oficinas en 50
países y 9.000 consultores
[vi] El máster plan para el continente es la Agenda 2063
[vii] Participaron 240 delegados pertenecientes a
organizaciones africanas (Unión africana, NEPAD, Banco africano de desarrollo),
del gobierno sudafricano y alemán, Unión europea, OECD, y de otros grupos
pertenecientes al G20 como el B20 (business group). La conferencia fue parte
del programa del T20 que discurre en el marco de la actual presidencia alemana
del G20. Las asistencias registradas muestran también cómo en forma más o menos
sutil van quedando de lado organizaciones multilaterales tradicionales.
[viii]
Desde 2008, cuando tuvo lugar la Primera Cumbre
del G20 en Washington, los encargados principales de dar forma a las propuestas
que luego aprobarían los líderes mundiales, son dos: Atlantic Council (USA) y Chatham
House (The Royal Institute of International Affaires, UK). Posteriormente, a
partir de la Cumbre de México en 2012, se fue abriendo más el juego a los
aportes intelectuales del resto de los países miembros en reuniones del
denominado T 20 (“grupo de compromiso”, engagement
group of think tanks).
[ix] https://www.nytimes.com/2017/02/07/world/africa/africa-china-train.html?_r=1
No hay comentarios:
Publicar un comentario