miércoles, 26 de agosto de 2020

 

La retícula y el embudo

 

La digitalización de la economía y de la vida social se va extendiendo aceleradamente. Algunos ejemplos como el de China, y, sobre todo, el de Estonia, nos muestran la forma en que se irán acomodando en lo sucesivo los distintos aspectos de nuestras vidas, tanto en la esfera privada como la pública. Sin embargo, esos impresionantes adelantos que se registran en el plano de la conectividad digital, no tienen su correlato en una conectividad física ya caduca.  Su renovación a nivel global es el objetivo principal del proyecto conocido como la Nueva Ruta de la Seda cuyo lanzamiento, a cargo de la RPCh, fue el acontecimiento político más trascendente de la década que está por finalizar. En el trabajo se hace una somera descripción de la situación creada por un aluvión de obras que están transformando los territorios –inicialmente en Asia- a los efectos de suplantar configuraciones radiocéntricas, heredadas de viejas dependencias, por entramados en red que permitan comunicar sin mediaciones los distintos puntos de la geografía global.

 

El mundo se está digitalizando a marcha acelerada. Es un fenómeno inquietante, invasivo de la vida individual y social, tan complejo que es difícil de procesar y entender en toda su magnitud. Algunas de sus facilidades son visibles y de alcance universal como las TICs (televisión, telefonía celular, computadoras en red para el acceso a internet con todos sus servicios). Otras son menos identificables aún pero están en camino de serlo, como la llamada Internet de las cosas (IoT), que permitirá el manejo autoorganizante y remoto de todos los dispositivos de uso cotidiano. Y la más enigmática de todas: el big data, de usos múltiples, que nos acosa a diario con el bombardeo permanente al celular o la computadora, para ofrecernos -luego de escuchar nuestras conversaciones o pispear lo que estamos leyendo- bienes y/o servicios que son necesarios según la interpretación de algún algoritmo diseñado al efecto.

La digitalización de la economía y de la vida social se va extendiendo aceleradamente. Algunos ejemplos como el de China, y, sobre todo, el de Estonia, nos muestran la forma en que se irán acomodando en lo sucesivo los distintos aspectos de nuestras vidas, tanto en la esfera privada como la pública. Sin embargo, esos impresionantes adelantos que se registran en el plano de la conectividad digital, no tienen su correlato en la conectividad física. Su renovación es el objetivo principal del proyecto conocido como la Nueva Ruta de la Seda cuyo lanzamiento, a cargo de la RPCh, fue el acontecimiento político más trascendente de la década que está por finalizar.

¿Un cuento chino?

El proyecto de la Nueva Ruta de la Seda (NRS) fue presentado en 2013 con dos modestas actividades, una en la Universidad de Astaná, capital de Kazajistán, y la otra en Yakarta, la capital de Indonesia. Inicialmente fue visto como un programa ferroviario para incrementar la conectividad en Asia, y de ella con Europa; sin embargo, pronto la percepción de sus objetivos se fue ampliando. En 2017 se hizo el lanzamiento con todo el boato con que los chinos son capaces de montar sus actividades protocolares. Se reunieron en Pekín representantes de 110 países de los cuales 29 fueron jefes de estado y primeros ministros. A esa altura la NRS ya era considerada un ambicioso proyecto de infraestructura de conectividad de 1 billón (millón de millones) de dólares. El interés por la iniciativa fue creciendo. Dos años después se hizo la Segunda Cumbre del Proyecto con la presencia en esa oportunidad de representantes de 150 países, entre ellos 37 jefes de estado y primeros ministros. Es una muestra de la importancia que se le atribuye a la propuesta.

Si bien la NRS es una iniciativa gerenciado y financiado por la RPCh, no cabe duda que trasciende sus propios intereses. Sin embargo, hay mucha suspicacia. Se dice que el proyecto está en línea con su afán de dominar el mundo, que es parte de la disputa comercial que mantiene con EEUU, o que expresa la intención de reverdecer sus glorias del pasado. Puede que haya un poco de todo eso; ninguna actividad a ese nivel es químicamente pura. En todo caso, con el grado de sutileza con que se suelen manejar las relaciones internacionales, es difícil pensar que 150 (¡) países asistieran al lanzamiento de la iniciativa solo para sobarles el lomo a los chinos o por una cuestión de cortesía. Muchos de ellos no tienen problemas de infraestructura -como en el caso de los europeos que asistieron en tropel- y tampoco los mueve un interés económico ya que las obras son ejecutadas y financiadas por los anfitriones. 

La Nueva Ruta de la Seda está logrando resultados asombrosos con sus proyectos, algunos ya finalizados. La movida, con epicentro obvio en territorio chino (aunque más bien en el continente asiático), se condice con modificaciones de envergadura que se están produciendo en la región[i]. La nueva infraestructura de conectividad facilitará el manejo eficaz de las comunicaciones con vistas a la plena utilización de los recursos materiales y digitales que ofrece la ciencia y la tecnología. Hoy por hoy para ver la marcha de la globalización hay que poner el foco en el continente euroasiático. Es lo que viene.

Los cuidados del G20

El proyecto de la NRS forma parte del impulso que el Grupo de los Veinte está dando al desarrollo de la infraestructura de conectividad. En la cumbre del G20 de Hangzhou (2016) se afirmó: “Respaldamos la Alianza para la Conectividad de la Infraestructura Global con vistas a mejorar la sinergia y la cooperación entre los diversos programas de conectividad de la infraestructura de una manera holística”.

Impulsar un megaproyecto de infraestructura a nivel global tiene sus riesgos. En cualquier lugar del mundo la obra pública se ve sospechada, y las inversiones no siempre se justifican. Por ello el G20 se cura en salud. Aparte de la gestión de la Nueva Ruta de la Seda obviamente en manos chinas (financian, construyen y gestionan), hay un logicial de alta complejidad que monitorea el proceso. Son cuatro programas y una consultora de gran renombre:

·         Global Infrastructure Hub (GIH)[ii].

·         Global Infrastructure Facility (GIF)[iii] -World Bank

·         Public-Private-Partnership in Infrastructure Resource Center (PPP)[iv]-World Bank

·         Centro Anticorrupción del G20[v].

 

Es previsible una tensión entre los distintos mecanismos creados ad hoc para la erección de infraestructura de alcance global. En primer lugar, esa situación conflictiva puede ser incentivada por la magnitud del negocio. Segundo, no son descartables luchas de poder entre el sector público de los países, los organismos multilaterales (con tarjeta amarilla) y el sector privado (McKinsey, una de las consultoras más grandes del mundo[vi], como parte de las disposiciones del G20, formó una empresa exactamente igual al GIF del Banco Mundial). Por último, el juego de competencias para que un proyecto se haga bancarizable normalmente es engorroso y puede dar lugar a manipulaciones. De cualquier manera, las urgencias dadas por las “recomendaciones” de los líderes del G20, sumado a la visibilidad que tendrán proyectos de dominio público en cada país, aseguran eficacia y un creciente dinamismo de los actores comprometidos.

La conectividad dibuja el futuro del planeta

 

La descentralización es la encarnación geopolítica de la segunda ley de la termodinámica, según la cual todos los sistemas tienden hacia la máxima entropía.

Parag Khanna en Conectografía: mapear el futuro de la civilización mundial, Paidós, 2017.

 

El enigmático epígrafe extraído del best seller Conectografía de Parag Khanna -un empresario americano de origen hindú que obtuvo su PhD en relaciones internacionales en la London School of Economics- da una idea de la forma en que el incremento de la conectividad, fungiendo de canal de la descentralización, es un componente principal de la geopolítica. ¿Qué tiene que ver la entropía con la descentralización?

Es común asociar la entropía con el caos y el desorden. Sin embargo, una adaptación de dicha noción a fenómenos de la vida diaria nos dice que "la entropía es una propiedad que da cuenta de las opciones posibles de comunicar que tienen los sistemas, así como la velocidad con que se intercambian los mensajes”. En un caso, cuando mide las posibilidades de comunicación disponibles, la propiedad funciona como variable de estado, y, en el otro, cuando aborda la celeridad del contacto, como variable de cambio. Según ese enfoque, a medida que los sistemas van estableciendo las conexiones posibles (por medios preexistentes o creados ad-hoc) va disminuyendo el potencial de la comunicación; o, lo que es equivalente, va aumentando la entropía. Pero llega un momento en que se configura una situación nueva, cuando ya se hizo todo lo que se podía hacer en materia de contactos. Ese nuevo estado, que es consecuencia del anterior, presentará una cantidad de nuevas posibilidades de intercambio de información que podrá ir realizando. Es decir, el sistema recomienza su recorrido en su nuevo estado con un bajo nivel de entropía. Se pone en marcha otra vez el mismo mecanismo para la progresiva comunicación.

En el mundo, las grillas de comunicación establecidas por las metrópolis coloniales representaban situaciones de alta entropía; había muy pocas posibilidades de que por esas vías circulara otra información que no fuera la que había justificado el objetivo fundador: llevar materias primas al puerto. No había otras opciones. En cuanto a la forma, el cometido implicaba daños, humanos y ambientales, lo que se traducía en una alta velocidad de crecimiento entrópico. La entropía es siempre positiva; y no se queda inmóvil, nunca deja de crecer; lo que cambia es la forma y el ritmo con que lo hace. En síntesis, la entropía va aumentando, pero también aumentan las comunicaciones establecidas, y la posibilidad de establecer otras nuevas. En Voces, Antonio Porchia (1943) escribe: “Se me abre una puerta, entro y me hallo con cien puertas cerradas”.

La dinámica de sistemas[vii] es una metodología para analizar y modelar​ el comportamiento de los sistemas en sus diversas manifestaciones. La disciplina fue creada a principios de la década del ´60 por Jay Forrester en el MIT, inicialmente con el objetivo de analizar el comportamiento de las empresas (Industrial dynamics), y, en su evolución, de las ciudades (Urban dynamics) hasta estudiar el juego de distintas variables a nivel de todo el planeta (World dynamics).[viii]

Los trabajos realizados por Forrester dieron origen a una simulación realizada en 1972 por el equipo coordinado por su discípula Donella Meadows y su marido Dennis, por encargo del Club de Roma. El modelo construido y la simulación de escenarios que se podía hacer con el avance de la computación, tenía por objeto analizar el comportamiento de las principales variables mundiales, es decir la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales, y que dio origen a un informe que se publicó bajo el título "Limits to Growth" (Los Límites del Crecimiento), que se tradujo a varios idiomas y tuvo una fuerte difusión mundial.

Los trabajos de Forrester, Donella Meadows y otros especialistas entre los sesenta y los setenta del siglo pasado, fueron una medida del tiempo que había transcurrido desde la época en que la Tierra se representaba por una media esfera sostenida por cuatro elefantes apoyados en una tortuga gigante.

Ing. Alberto Ford

albertoford42@yahoo.com.ar

La Plata, agosto de 2020

 



[i] Por ejemplo, el cambio climático está reduciendo los hielos del Ártico lo que habilita dos nuevas rutas marítimas transitables todo el año. Por una de ellas, a lo largo de la costa de Siberia, el viaje entre el Lejano Oriente y Europa tarda dos semanas menos que si fuera por el Canal de Suez. Por la otra, atravesando el estrecho de Bering para rodear Canadá, el viaje es 10.000 Km más corto que yendo por el Canal de Panamá. Las nuevas rutas implican una estructura logística terrestre para asistirlas que son parte del proyecto; sus resultados incidirán fuertemente en los costos del comercio global. Al mismo tiempo, se está construyendo un tren de alta velocidad (TGV) ente Pekín y Moscú con un presupuesto de 250.000 millones (¡) de dólares (más del 50% del PBI de nuestro país). El TGV reducirá a dos días un trayecto para unir las dos capitales que el tren transiberiano lo hace en una semana. Larguísimas formaciones ferroviarias de carga viajan cada día a lo largo de Eurasia. Xinhua informa que Xi'an –conocida como extremo oriental de la vieja Ruta de la Seda y sede del ejército de figuras de terracota- tardó sólo 129 días en despachar 1.000 trenes de carga China-Europa este año, 76 días menos que el año pasado.

[ii] Ver: http://globalinfrastructurehub.org El programa nace en 2014 por iniciativa del G20 en su Cumbre de Australia, donde tiene su sede. La función del GIH es controlar la calidad de proyectos de infraestructura potencialmente financiables. Su aprobación les permite contar con un sello de mérito para viabilizar la operación ante los inversores. A los servicios del GIH pueden acceder todos los países sean o no miembros del G20.

[iii] Ver: http://globalinfrafacility.org/what-is-the-gif Global Infrastructure Facility (GIF) es una asociación entre gobiernos, bancos multilaterales de desarrollo, sector privado de inversores y financieras. Su tarea es promover una nueva forma de colaborar en la concepción, el diseño y la implementación de proyectos de índole compleja cuya ejecución está más allá de las capacidades de un partícipe individual para concretarla. Gira en la órbita del Grupo Banco Mundial (GBM).

[iv] Ver: http://ppp.worldbank.org/public-private-partnership/overview/what-are-public-private-partnerships. Partenariado Público-Privado (PPP) es un mecanismo que se está estableciendo en todos los países del mundo. Tiene que ver de forma más o menos directa con las medidas de incentivo para la repatriación de capitales (convenios internacionales de transparencia, intercambio de datos bancarios, Panamá Papers, etc.). Inicialmente, el dinero que retornan los ahorristas se destina a la compra de bonos o acciones pero, al final, irá a parar a obras de infraestructura debido a la implementación de políticas de estado que estimulen la conveniencia de orientarlo a ese fin. Tanto la necesidad de obras de infraestructura globales como la liquidez del sistema financiero internacional, público y privado, están en sintonía. La intención de avanzar en ese sentido es pública, y se evidencia con la reiteración con que distintos gobiernos aluden a la necesidad de tener su Plan Marshall. Es un programa del GBM.

[v] Ver: https://mundo.sputniknews.com/asia/201609231063655164-g20-china-corrupcion/. La decisión de combatir la corrupción se expresó ya en la Cumbre 2010 del G20 en Canadá. Con ese fin se aprobó la creación del Grupo de Expertos Anticorrupción del G20 (GTAC) cuyos pasos iniciales estuvieron a cargo de Francia e Indonesia para dirigir las deliberaciones de expertos gubernamentales tendientes a adoptar un Plan de Acción. Pero donde el tema alcanzó su mayor relieve fue en la Cumbre 2016 del G20 que tuvo lugar en China. Dando la pauta de una creciente preocupación por el flagelo, fue creado el Centro internacional de lucha contra la corrupción con sede en la Universidad Normal de Pekín y fiscalizado por la Comisión Central de Control Disciplinario del Partido Comunista de China. El Centro está recopilando información para capturar a fugitivos por delitos económicos y confiscar los activos ilegales. Cai Wei, representante de dicha Comisión del PCCh, dijo que “el Centro sentaría una base sólida para el estudio de los delitos de corrupción transfronterizos y ofrecería apoyo de inteligencia para combatir la corrupción a nivel global”. Es interesante esta posibilidad vista en el contexto de la noticia de que el peronismo refuerza los vínculos con el Partido Comunista de China para la formación de cuadros políticos (https://www.infobae.com/politica/2020/08/12/el-peronismo-refuerza-el-vinculo-con-el-partido-comunista-de-china-para-la-formacion-de-cuadros-politicos/

[vi] La compañía de origen norteamericano da servicio a 2 de cada 3 empresas de la lista Fortune 1000, cuenta con 94 oficinas en 50 países y 9.000 consultores.

[vii] La dinámica de sistemas es una metodología para analizar y modelar el comportamiento temporal en entornos complejos. Se basa en la identificación de los bucles de realimentación entre los elementos, y también en las demoras en la información y materiales dentro del sistema. Lo que hace diferente este enfoque de otros usados para estudiar sistemas complejos es el análisis de los efectos de los bucles o ciclos de realimentación, en términos de flujos y depósitos adyacentes. De esta manera se puede estructurar a través de modelos matemáticos la dinámica del comportamiento de estos sistemas. La simulación de estos modelos actualmente se puede realizar con ayuda de programas computacionales específicos.

[viii] Analizando la contradicción entre la protección de la capacidad productiva de un país y el objetivo de un mercado mundial abierto, en la Trilateral se admitía que la controversia solo se podía administrar aumentando la planificación de la producción y las políticas sociales a nivel global, decidiendo lo que cada país debería producir (subr. AF). Pero que el camino no era viable por la dificultad de establecer “la autoridad política que decidiría tal asignación (y) ¿de quién sería el conocimiento y los modelos de intercambio económico a usarse?”  Ver: Richard N. Cooper, Karl Kaiser, Masataka Kosaka, Robert R. Bowie, Towards a Renovated International System, TFR #14, pág. 237, 1977.  http://trilateral.org//download/doc/renovated_international_system_1977.pdf . Obviamente, luego de la disolución de la Unión Soviética, las transformaciones también fueron radicales en el ámbito del comercio.

lunes, 10 de agosto de 2020

 

Para guerras, las de antes.

 

La pandemia del coronavirus ha puesto al mundo en pausa. Pero los procesos que venían despuntado antes de la aparición del virus no solo no cesarán sino que se verán acelerados. Uno de ellos es la guerra comercial entre China y Estados Unidos; es el objeto del presente trabajo. No es fácil abordar el universo del comercio internacional por sus laberintos, complejidades y ocultamientos. Para ello, hago una somera clasificación de los bienes y servicios que son transportados por redes y contenedores, para ver en qué consiste esencialmente la disputa entre los dos gigantes de la economía. Las características de la guerra no son las mismas para los dos países aunque, si reparamos en las implicancias, hay consecuencias similares. Esos efectos, dado el peso específico con que interactúan en la escena internacional, se notarán fuertemente en la evolución de los procesos globalizadores.

 

Aunque todo será distinto al final de la pandemia, luego de que se haya descubierto la vacuna del COVID-19, las tendencias que venían despuntando antes de la irrupción del virus no solo se mantendrán sino que, según algunos analistas, se verán aceleradas. Una de ellas es la evolución de la guerra comercial entre los EEUU y la RPChina. Hablar de un conflicto de esas características –tal vez con una denominación un tanto exagerada para quien se pasa la cuarentena viendo videos de la Segunda Guerra Mundial, particularmente los de Europa del Este- requiere de algunas precisiones habida cuenta de la complejidad del comercio, cuyos andariveles son recorridos por la mayor cantidad de flujos de los que conectan las distintas geografías del planeta.

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El comercio internacional se compone de bienes y servicios[i]. Unos son tangibles y los otros intangibles. Los servicios circulan por las redes en tiempo real, y son difícilmente controlables. A su vez, los bienes se dividen entre productos terminados, y las partes con que se ensamblan esos productos. Todos los bienes van por contenedores que son cargados en grandes barcos, pero también, en menor medida, son trasladados por tren y por avión. La proporción entre los bienes comerciados es muy desigual: el 90% está compuesto de partes; son las que forman las llamadas cadenas globales de valor (GVC por su sigla en inglés); el 10% son bienes terminados. Es lógico: a un automóvil le corresponde 1 (una) posición arancelaria; pero la misma unidad le corresponde a cada una de las miles de partes con que se ensambla. Como las terminales normalmente operan con piezas que provienen de distintos países, el paso de cada una de ellas por la aduana explica la disparidad.

Aunque la presentación de las posiciones arancelarias en disputa se cuantifica por montos en dólares, sin especificar, por lo menos en público, los bienes involucrados, se supone que el litigio entre los dos gigantes de la producción y el comercio está referido básicamente a productos terminados[ii]. Si eso no fuera así, la guerra ya no sería binacional, involucraría para cada bien final a los distintos países que proveen sus partes, y la producción global se vería seriamente afectada por un caos inmanejable.

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El comercio estadounidense con la RPChina sufre un déficit de U$S 375.000 millones (¡). Cuando Trump sube los aranceles de miles de posiciones, esa medida tan inconveniente para los chinos le significa a EEUU recuperar cuotas gigantescas de mercado; son las que comenzaron a perder, a partir de los ´80 del siglo pasado, cuando miles de fábricas norteamericanas (y de otros países capitalistas industrializados) se relocalizaron llave en mano en el Lejano Oriente. Se inició así la operación logística más grande la historia que fue capaz de llevar a un país diezmado, como era la RPChina en ese momento, a ser la primera infraestructura productiva del planeta. Ahora ha llegado el momento de poner las cuentas en orden y pagar los favores recibidos.

Siendo medidas de efectos simétricos, lo que EEUU gana lo pierde China en cuotas de mercado[iii]. China y sus 8 millones de empresas (de ellas 99% son pymes)[iv] se ven ante el desafío de encontrar la forma de sustituir a los clientes que se llevaban la mayor parte de su producción. Por ahora la respuesta china es débil. La restricción a la importación de soja norteamericana, aparte de poco sostenible, no es una medida estratégica[v]. Además, China sigue dependiendo de EEUU porque carece de la tecnología necesaria para la fabricación del chip que va en los dispositivos 5G de la firma Huawei. La dependencia tecnológica de China, desde el origen de su reindustrialización, es un tema no siempre bien comprendido[vi].

Obviamente, acciones de la envergadura de las que se están tomando para desandar el camino iniciado a principios de los setenta con las conversaciones organizadas por Henry Kissinger entre Richard Nixon y Mao Tse-tung con el fin de dar inicio al proceso modernizador chino, no podrían haber tenido lugar si no estuvieran en juego, como pasa siempre en estos casos, cuestiones que no son las que aparecen en la primera plana cuando se describen los conflictos.

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Sin ser totalmente como parte de la guerra, pero simultáneamente, EEUU continúa intensificando la relocalización en territorio nacional de sus empresas provenientes de distintos lugares del mundo; el retorno está acompañado de una fuerte repatriación de capitales. Solo Apple anunció la vuelta de 350.000 millones de dólares y la creación de 20.000 puestos de trabajo.

La combinación de los distintos factores, al calor de la consigna del “American First” de Trump (una reivindicación de la que forma parte “Buy American” a la que desde ya ha adherido Joe Biden, el candidato de la oposición), genera condiciones expansivas para su economía que no necesariamente son solucionables en los marcos restringidos de su territorio. El aislacionismo norteamericano promete derivaciones; depende de para dónde se apunte.

El inicio de la fase superior de la globalización, que coincide con (o será favorecido por) la pandemia desatada por el coronavirus, implica, como he sugerido en un trabajo anterior[vii], la disposición temporal del mundo en macrorregiones. Una de ellas, que nos interesa en forma directa, es el hemisferio americano.

Varios países de la región, entre ellos el nuestro, se pronunciaron el mismo día hace dos semanas sobre la importancia de tener un Plan Marshall para recomponer los daños causados por la pandemia. Se da una coincidencia entre oferta y demanda. EEUU cuenta con los suficientes recursos (capital, tecnología y cuotas de mercados para asignar) como para jugar el mismo papel que le cupo en la reconstrucción de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial. La ecuación tiene unas pocas variables y es muy factible de llevarse a cabo.

Cuando se trata de repatriar empresas desde China, no está previsto que tengan que retornar las máquinas y las instalaciones. El entorno de su base fabril no cambiará como tampoco el tipo de organización de sus grandes empresas. Estas, que arrancaron como propiedad compartida, ya son empresas globales solo que identificadas con nombres chinos. Si nos tomamos el trabajo de averiguar cómo están constituidas dos de las más grandes y representativas -TCL y Huawei- veremos que en su capital accionario hay pluralidad de intereses con empresas provenientes del universo trilateral[viii].

Todo quedará como era entonces. La diferencia es que esa gigantesca infraestructura fabril ya no podrá gozar de la demanda con que era favorecida por los mercados occidentales. La ventaja es que la envergadura poblacional del Lejano Oriente permite encarar proyectos de cualquier magnitud. El otro aspecto decisivo, es la Nueva Ruta de la Seda, que le reportará a China una vía segura para la colocación de sus productos.

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Esta es una guerra sui generis. Cuando todas las fuerzas estén desplegadas, y lo que hoy se presenta como conflictivo muestre su verdadero rostro schumpeteriano, veremos que la globalización se verá fortalecida. La destrucción creadora de sistemas que pueden y deben ser perfeccionados sumado a la disposición de suficientes recursos, tecnológicos y políticos, son los objetivos que se plantearon las esferas de máxima decisión del sistema capitalista hace algo más de cuatro décadas.

En 1977 la Comisión Trilateral puso manos a la obra con los siguientes fundamentos, expresados sin tapujos ni medias tintas:

“mitigar la pobreza es una imposición de los principios éticos básicos de Occidente, así como del simple auto-interés. En el largo plazo es improbable un mundo ordenado si el alto ingreso de una de las partes coexiste con una pobreza extrema de la otra, mientras cobra vida el ´mundo único´ de la comunicación, de los problemas mutuos y de la interdependencia”[ix]

Los asombrosos resultados obtenidos en China en unos pocos años demostraron que esas élites estaban dispuestos a abordar el cometido, sabían cómo hacerlo y tenían con qué. Esos logros con más razón pueden ser hoy alcanzados en todo el mundo, en condiciones políticas, financieras y tecnológicas mucho más favorables.

Desde hace 10 años el G20 ha tomado la posta en forma visible y participativa. Lo certifica la existencia de una esfera de actuación conjunta a nivel personal de los líderes de los países que aportan el 85% del PBI mundial. El Grupo de los Veinte viene operando con gran eficacia para que sus recomendaciones se cumplan, y las rendiciones de cuentas de su labor estén publicadas en Internet. De ahí para abajo, como es natural, pueden darse diversos tipos de ingenierías conflictivas -como la “guerra” que nos ocupa- pero ninguna de ellas lo hará contradiciendo la voluntad inquebrantable de un poder transformador de consenso como nunca se vio en la historia. 

 

Ing. Alberto Ford

albertoford42@yahoo.com.ar

La Plata, agosto de 2020

 



[i] McKinsey enumera los siguientes sectores de servicios: telecomunicaciones, servicios empresariales, servicios de viajes, finanzas y seguros, transporte. Se calcula que los servicios generan alrededor de un tercio del valor representado por los bienes manufacturados. Menciona algunos de los servicios que hacen posible la llegada de los bienes físicos al mercado: I+D, ingeniería, ventas y marketing. Finanzas, recursos humanos.

[ii] Hay algunas escaramuzas con respecto a propiedad intelectual y las GVC, pero son menores y tienen otras causales. Por ejemplo, el tema de la copia y la propiedad intelectual en el primer caso (y la provisión a Huawei por parte de EEUU del chip para los dispositivos de las 5G que tiene motivaciones ligadas más a la seguridad de las comunicaciones y la manipulación de los datos), y las cadenas demasiado extendidas en el segundo caso, en función de lograr una mayor racionalidad territorial para incrementar la eficiencia de los procesos productivos (la tónica, como se ve en los documentos del G20, es que con las GVC no se jode). Estos contenciosos acompañan pero no integran la médula propiamente dicha de la guerra.

[iii] no solo pierde mercado con respecto a EEUU también lo irá perdiendo con respecto a los demás países trilaterales (Norteamérica, industrializados de Europa occidental y Japón) que en conjunto relocalizaron desde el inicio sus fábricas en suelo chino; estos países están haciendo lo mismo que EEUU en materia de restricciones con respecto a China salvo que con menor exposición. Muchas empresas “chinas” (en realidad de propiedad mixtas con capitales occidentales, sin excepción en el caso de las grandes) han comenzado a reubicarse en otros países del sudeste asiático o volver a repatriarse a sus lugares de origen.

[v] Está en marcha una disminución de la producción de cereales en EEUU (por cambio climático o medidas fiscales) lo que obraría para descentralizar al mundo de los emergentes la explotación agropecuaria extensiva (una tendencia que es ley en el capitalismo: centrifugar producciones primarias, de tecnologías más simples o contaminantes con el fin de irle haciendo lugar a la innovación).

[vi] China carece de una investigación y desarrollo (I+D) autónomos. Su punto de partida como país “normal” es muy reciente como para completar el ciclo que va desde el descubrimiento científico hasta la puesta a punto de una tecnología aplicable a la producción. Es una de las consecuencias malditas de la situación de atraso que sufría cuando fue fundada la República Popular en 1949, y de la Gran Revolución Cultural de los sesenta que destruyó totalmente lo poco que se había formado en la vida académica, científica y tecnológica, una infraestructura que para su maduración necesita un largo período de labor continuada. La gran fuerza del conocimiento que sin duda China posee, ha sido utilizada para la adaptación y mejoras (modelos de utilidad) de tecnologías generadas afuera, que vinieron embarcadas en las miles de fábricas que EEUU y el resto de los países industrializados instalaron a partir de los ochenta. Para evaluar el potencial tecnológico de un país no alcanza con tomar en cuenta el número de inventos o mejoras que ha patentado sino la importancia crítica de cada una de esas patentes en los procesos productivos. Por ejemplo, todo el proyecto 5G de Huawei depende de un chip de origen norteamericano que China no está en condiciones de producir. La innovación es como la línea del horizonte que siempre se puede ver pero nunca se alcanza. La masa crítica que expresa la supremacía norteamericana, generada en sus laboratorios a partir de los años ´30 del siglo pasado (cuando recibieron a todos los científicos perseguidos por el nazismo que luego hicieron posible hace 75 años el proyecto Manhattan, punto de partida visible de la Revolución científico tecnológica que estamos viviendo), es inalcanzable incluso para los países europeos y Japón. Basta con ver la cantidad relativa de premios Nobel el Física y Química. En relación a sus limitaciones, China ha tomado medidas inteligentes: más de medio millón de sus jóvenes están estudiando en EEUU. Obviamente, en las universidades americanas los cazatalentos no se dan respiro. Así, los mejores egresados se quedarán allá para continuar trabajando en sus laboratorios, y los que eventualmente regresen a su país, ya lo harán como participantes en líneas de investigaciones que son normalmente bi o multinacionales. Hay usos y costumbres que en las ciencias duras, la tecnología y la educación, no se pueden soslayar…

[viii] Las empresas grandes chinas sufrieron un tratamiento comparable al que sufrieron las empresas de los países derrotados en la Segunda Guerra Mundial. De empresas botín de guerra, sobre todo las alemanas y japonesas, pasaron a ser multinacionales y luego globales. En el caso chino no son una reparación de guerra sino empresas extranjeras que se instalan en su territorio aunque conservando, obviamente, la propiedad que, en el caso chino, porque así fue dispuesto en los convenios fundacionales, es compartida.

[ix]  Richard N. Cooper, Karl Kaiser, Masataka Kosaka, Robert R. Bowie, Towards a Renovated International System, TFR #14, pág. 189, 1977.  http://trilateral.org//download/doc/renovated_international_system_1977.pdf