G20: emergente autopoiético de la
globalización.
publicado en la revista Mercado
https://mercado.com.ar/mercado-plus/g20-la-autopoiesis-de-la-globalizacion/?fbclid=IwAR2oDcJLMyoqLMHyTg5AB2brdRag1sFdyup7D9z7iueccs7jx3YrhHx7hu0
En 2008, el G20 irrumpió como un
cisne negro en Wall Street debido al colapso de la burbuja inmobiliaria que
puso en vilo a toda la economía mundial. Habiendo sido creado en 1999 -como
foro de cooperación y consulta entre países desarrollados y emergentes- el
Grupo de los Veinte despertó de su letargo de una década, se puso la crisis de
las hipotecas al hombro, y en tres meses la encaminó con medidas tan drásticas
como desusadas en los países del norte. El G20 es una creación sui generis. Por
su configuración, se sale de los cánones establecidos sobre las formas de
ejercer el poder, en este caso al nivel global, y se define más por lo que no
tiene que por lo que muestra. Veamos.
No se apoya
en una estructura; es un organismo que se maneja con formatos no asimilables a
lo convencional, tan alejados de lo inter-nacional como del multilateralismo. Carece
de sede y autoridades permanentes: el G20 se establece cada año en un país distinto,
el que estará a cargo de la presidencia pro-tempore, constituyendo una troika
con el país que lo ha precedido en la función y el que lo sucederá. El
anfitrión se hace cargo de organizar las actividades mientras dura su rol. No
tiene programas; hace suyos, para impulsar políticas, mecanismos pertenecientes
a distintos organismos multilaterales a los que subsume en la práctica.
Finalmente, no toma decisiones. Solo hace recomendaciones, las que están
plasmadas en las declaraciones finales de cada cumbre anual de los líderes…
pero tampoco esas recomendaciones son de aplicación obligatoria.
¿Qué poderes
posee entonces el G20 –presidido por la Argentina durante 2018- para que su
influencia en la escena global (aunque difusa no por ello menos determinante) sea
tan eficaz? ¿Cómo se explica que en tan pocos años se haya ubicado cómodamente
en la cúspide del poder mundial?
Configurar
un marco teórico no puede ser una labor individual ni se hace de la noche a la
mañana. Sí es necesario comenzar con un conjunto pertinente de observaciones
con vistas a un encuadre conceptual de la problemática. Ahora bien. Si me
propusiera buscar una aproximación de los porqués del fenómeno, me orientaría
preliminarmente por el lado de la autopoiesis.
La noción de
autopoiesis proviene de una resignificación operada en el ámbito de la
biología. Fue el chileno Maturana el que la promovió, y su difusión traspasó
los límites de dicha ciencia para incursionar en terrenos de las disciplinas
sociales. Así, tiempo después, el sociólogo alemán Luhman la utilizó para sus
desarrollos teóricos. Se dice que fue uno de los encuentros transdisciplinarios, entre ciencias
duras y blandas, más fructíferos del siglo pasado.
La clave del
enfoque es que ha permitido el abordaje cognitivo del fenómeno social desde el
acto mismo de su aparición. Así, observador y observado quedan, por
consiguiente, integrados en el proceso creativo del conocimiento.
La teoría
dice que las propiedades que caracterizan el fenómeno autopoiético, referido al estudio de la célula, el lugar
donde por primera vez se identificó, son por lo menos cinco: autonomía,
emergencia, clausura operativa, auto construcción de estructuras y
reproducción. La primera propiedad nos dice que la célula ya no es un
componente constituido sólo de átomos o moléculas, sino una forma específica de
combinación de dichos componentes. Por la segunda, las células dependen, en su
operación, de la forma en que están organizadas y de cómo esta organización se
lleva a cabo. Con respecto a la tercera, un conjunto autopoiético es un sistema
cuya operación es cerrada -siempre debe volver sobre sí mismo- mientras que sus
componentes son producidos al interior de un proceso recursivo que transcurre
dentro de una retícula clausurada (autorreferencia). Por la cuarta se dice que
dado que la operación de la célula está clausurada, no puede importar
estructuras: ella misma debe construirlas. No existe una intervención causal
del entorno en el sistema sin que el mismo sistema la provoque; todo cambio de
estructuras -trátese de procesos de adaptación o de rechazo- es, en última
instancia, autoinducido. Por último, autopoiesis significa determinación del
estado siguiente del sistema a partir de la estructuración anterior a la que
llegó la operación. Para wiki “autopoiesis es un neologismo que designa la
cualidad de un sistema capaz de reproducirse y mantenerse por sí mismo”.
Haciendo un traslado
al terreno de la interpretación del fenómeno G20, vemos lo siguiente.
· *El
G20 no es una organización constituida solo por la suma de líderes sino que
estos se atienen a una forma de funcionamiento que los integra y potencia.
· *Su
operación depende de la forma en que está organizado y, por la proveniencia de
sus componentes, genera su propio entorno con el que establece una relación de
interdependencia.
· *Su
dinámica es autónoma y su funcionamiento recursivo y autorreferente. Siempre
vuelve sobre sí mismo y no tiene instancia exterior en quien legitimarse.
Genera sus propios contenidos.
· *El
G20 no es una estructura; es un espacio funcional de convergencia consensual.
Así, el concepto de autoconstrucción, deberá entenderse como producción de
dinámicas propias, mediante operaciones ad-hoc. No existe una intervención
causal del entorno sobre el sistema en tanto el mismo sistema no la provoque:
todo cambio interactivo es, en última instancia, autoinducido.
· *El
funcionamiento del G20 implica una continuidad que se expresa en la propia
evolución de la realidad, a la que influencia, cuyos feedbacks son a su vez el motor de su dinamismo.
Una de las claves para entender la
existencia y el funcionamiento del Grupo de los Veinte, es que actúa en el
ámbito de lo global; esta disquisición sirve muy especialmente aunque no solo para
la economía y la producción. Entre China y EEUU puede haber conflictos por una
botella de bourbon, una Harley Davidson o un rollo de acero, pero nunca sobre
un bien o servicio que forme parte de las cadenas de valor transnacionalizadas,
ámbito en el que tiene lugar el grueso de la actividad comercial. Eso se ve
claramente, leyendo las declaraciones finales de las 12 cumbres habidas hasta
ahora. Todo lo bilateral, que es donde habitualmente se pone el foco, forma
parte del pasilleo, lo cual es obvio que ocurra desde el momento en que todos
los líderes del mundo conviven durante un par de días en la intimidad y con la
laxitud con que se desenvuelven las cumbres.
Pero nada de esas negociaciones constituyen la esencia del G20 aunque tengan
lugar en paralelo.
En algún momento, sea desde la
autopoiesis u otra referencia, la ciencia política y la academia en general
deberán ir bocetando ideas sobre este fenómeno que como se ve no cuadra dentro
de lo establecido, su existencia no parece ser efímera ni su eficacia despreciable.
En su evolución, también la comunicación pública podrá abordar los problemas
esenciales del mundo por encima de los paradigmas inter-nacional y endo-céntrico.
El problema es quien gira, si el sol o la tierra. Se impone ubicar la
imaginación en un espacio desde el cual hoy en día se generan las líneas
motrices que prefiguran más que conducen
los fenómenos de la globalización. Es un desafío estimulante desde el propio
punto de partida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario