Nueva Era
Este es un breve
trabajo que aborda algunos de los aspectos del cambio que se ha comenzado a
operar en el país luego de la derrota del peronismo en las últimas elecciones
de medio término. Básicamente son tres: lo que le espera al movimiento de Perón
de aquí en más, algunos indicadores de la política macroeconómica del gobierno
de Cambiemos (sobre todo endeudamiento, déficit fiscal y subsidios), y el poco
tenido en cuenta o tratado en forma descontextualizada asunto de la
infraestructura de conectividad, un factor clave relacionado al principal
problema de la Argentina para su modernización, el desequilibrio territorial y
su correlato demográfico
La derrota generalizada del peronismo ha abierto una nueva
situación en el país. Lo prueba el reciente discurso de Mauricio Macri en el
CCK, de corte fundacional, ante una atenta platea formada por gobernadores,
sindicalistas, empresarios y legisladores. En él, el Presidente definió algunos
de los ejes que van a orientar en lo sucesivo la gestión de Cambiemos. La oportunidad
es inédita. Muchas cosas van a cambiar. Está tomando forma en la Argentina el segundo ciclo largo de crecimiento si
consideramos que el primero duró ochenta años desde el inicio del modelo
agroexportador en la segunda parte del siglo XIX.
En este trabajo nos vamos a referir a tres cuestiones que
son motivo de atención en los análisis de estos días: la deriva del partido que
estuvo en el poder hasta 2015, algunos aspectos de la política macroeconómica
vigente, y la renovación de la infraestructura de conectividad. Con respecto a
las dos primeras, las preocupaciones son bastante coincidentes: giran en torno
a la forma que puede adoptar la supuesta reorganización del peronismo y, en el
otro caso, el riesgoso manejo de las cuentas públicas. Sobre el plan de obras,
los gobernadores quieren saber de qué se trata y cómo los afecta. Lo ven medio
enigmático.
Una crisis terminal
La cuestión del movimiento creado por Perón es de
importancia capital porque tiene que ver con la forma en que se reconfigurará
el sistema político en la transición que estamos viviendo. Al respecto, mi
opinión es clara y no es nueva: el
peronismo ha muerto[i].
Puede aparecer tajante la afirmación. En realidad la vengo
sosteniendo casi desde el momento en que Cristina sacó en 54% de los votos en
las presidenciales de 2011. No fueron razones coyunturales –obvio- las que me
llevaron a formularla. La primera y principal es que el peronismo ha perdido
sentido histórico, que es lo que sustenta cualquier organismo vivo… como
también lo son los partidos y movimientos. El peronismo nació (o se generaron
las condiciones para que ello sucediera), con la finalización del modelo
agroexportador en los años treinta del siglo pasado. Era el momento del inicio
del declive de la Argentina que duró hasta nuestros días luego de haber ocupado
un lugar expectante en el concierto de las naciones del mundo. En esas ocho
décadas al peronismo le cupo un papel protagónico ya sea estando a cargo de
gobiernos civiles o apoyando a dictaduras militares, como ocurrió con Onganía
en 1966. Ahora las cosas han cambiado.
No solo razones endógenas, sino también condiciones externas
son las que ponen en jaque un modelo que caracterizó a esa decadencia, basada
en un ideario que se hizo carne en el sistema político, pero también en gran
parte de la sociedad argentina. Sus rasgos principales fueron: centralismo, encierro
proteccionista, caudillismo, relación conflictiva con el mundo, atraso
tecnológico, empresariado prebendario, el estado como botín y fuente de trabajo,
empresas públicas ineficientes y corruptas, sindicalismo cómplice, mediocridad
cultural y estético, etc.
Hay otras razones para que la crisis del peronismo no sea
una cuestión de circunstancias, de las que se pueda salir como ha ocurrido en
el pasado. Por ejemplo, su configuración estructural y subjetivamente corrupta,
la incompetencia demostrada en la gestión, y la falta absoluta de una visión
estratégica. A esos obstáculos llamémoslos epistemológicos se suman
condicionantes tácticos que no son de despreciar: el rol obturador de Cristina,
sentada furiosamente en los tres millones de votos que la transforman en la
principal fuerza política (por lejos) afuera del oficialismo. No hay ninguna
posibilidad de que esa situación se pueda revertir en lo inmediato. En el
mediano plazo pasarán otras cosas que paso a describir y que van a explicar la
forma en que se puedan subsumir aquellos que sustentan con obstinación ese
ideario persistente pero declinante.
En la historia
argentina hay un solo caso de partido hegemónico que desapareció de la noche a
la mañana: el partido federal rosista como consecuencia de la batalla de
Caseros. Lo que sucedió en esa oportunidad fue indubitable. La situación creada
hizo imposible ni siquiera imaginar cualquier representación de esa fuerza en
los acuerdos de San Nicolás o en la constituyente de Santa Fe, ambos acontecimientos
que tuvieron lugar en seguida. El impedimento tuvo su razón de ser. En nuestro
país se estaban gestando las condiciones para un cambio de paradigma lo que sucedió
al poco tiempo con el inicio de la Organización Nacional a partir de 1859.
De la misma manera que la concepción semifeudal del rosismo
no tuvo puntos de contacto con el capitalismo incipiente característico del
modelo agroexportador -proyecto que fue tomando forma en nuestro país por
influjo de condiciones externas y la inspiración de lo que luego fue la
Generación del Ochenta- el peronismo en la actualidad, por más preciso que sea
el escaneo, no sintoniza con el proceso de globalización en el que estamos
ingresando raudamente. Las visiones demodé de Cristina y Kicillof en materia
socioeconómica, entre otros aspectos, pueden parecer burdas, pero la realidad
es que encarnan un sentimiento dominante en ese movimiento, más allá de lo
grotesco de las formas.
La pregunta
del millón: ¿cuál es el destino de los muchos peronistas que todavía perduran?
En realidad el interrogante no afecta solo a ellos. La crisis del ideario
nacionalista-burgués deja legiones de pensantes desorientados.
¿Grieta o
salto?
Es más fácil
explicar uno que el otro. La grieta se da en un plano. En lo político
institucional implica separación pero también alternancia. Ese tipo de
divisiones tuvieron lugar en el 1955 con la Revolución Libertadora. Los bandos
formados se mostraron irreconciliables, pero con el tiempo se vio que las
posiciones, sobre todo en materia económico social, no eran tan dispares. Aún
ahora hay dirigentes que valoran positivamente las políticas sociales de Evita
o incluso las nacionalizaciones de los años cuarenta. A partir del ´55, una
convergencia forzada de convivencia democrática fue difuminando progresivamente
los enconos, hasta culminar en el abrazo de Balbín y Perón.
La división ahora también existe pero, a similitud de lo
ocurrido con la derrota del rosismo, no se expresa en un mismo plano; así, no
puede haber diálogo entre adversarios. Los códigos de la conversación no son
compartidos. En la campaña electoral Cristina demostró que no quiere saber nada
en materia ya no de acuerdos sino, ni siquiera, de asumir la otredad; ese
comportamiento también había sido puesto de relieve en la ceremonia de cambio
de gobierno, cuando se negó a entregar a Macri los atributos del mando. Ese
ninguneo se ha mantenido incólume hasta esta semana en que no asistió a la reunión
convocada por el Presidente que tuvo lugar nada menos que en el edificio que
lleva el nombre de su marido. Naturalmente, a partir de la imposibilidad de
alcanzar una masa crítica de densidad opositora, gran parte del peronismo en
dispersión tendrá una actitud más condescendiente con el gobierno de Cambiemos
cuando no oportunista (sobre todo a partir de un cálculo realista de sus
posibilidades inmediatas) en la que no pocos se incorporarán al espacio que
hasta ahora han vituperado.
El salto es otra cosa. Como lo veo, tiene que ver con una
vulgata de la teoría cuántica. Imaginemos dos andariveles paralelos que no se
tocan pero que se influencian. Los elementos que circulan por cada uno de esos ellos
lo hacen en forma independiente, y las interacciones que se puedan producir
ocurren sin que los caminos se mezclen. Esa independencia de itinerarios no
obsta para que, en determinadas condiciones, los elementos que circulan puedan
saltar de un andarivel al otro. Esta simplificación de imágenes la hacemos para
representar uno de los escenarios posibles, probables y factibles de lo que
puede suceder en materia de institucionalidad política.
Cambiemos ya está ubicado en un nivel cuántico superior de
claro tono global. En el nivel inferior Cristina está instalada en una posición
hegemónica pero residual de la que no podrá emerger. La soledad de Cambiemos no
se va a mantener para siempre. En sintonía (confrontación/complementariedad)
queda un lugar predispuesto a ser ocupado por quienes van a sucederle en un
juego de alternancias más equilibradas de las que hemos visto hasta ahora. Ese
polo es previsible que tenga una impronta social demócrata aggiornada -tipo tercera vía- como la que propugnó
hace unos años el sociólogo inglés Anthony Giddens. Los candidatos ya están en
la grilla. Son justamente peronistas con ánimos renovadores aunque para poder
despuntar el vicio van a tener que esperar algunos períodos. En ese entonces no
lo harán en soledad sino convenientemente acompañados por todos aquellos para
quienes ahora Macri es un límite. En conjunto, podrán configurar una nueva
expresión política desprovista de la simbología tradicional del peronismo y, ni
siquiera, la patriada podrá ser encabezada por alguien proveniente de ese
movimiento.
En esa reconfiguración inexorable, hay dos intríngulis: el
radicalismo y los movimientos sociales. Es claro que la crisis del 2001 le pegó
fuerte a la UCR; la performance de Moreau en las elecciones siguientes fue un
indicador elocuente. Ahora parecía que la alianza Cambiemos mostraba un camino
de recuperación. Sin embargo, no ha sido del todo así. En el caso de la
Capital, una mayoría de radicales -aunque minoritarios en las recientes
elecciones de medio término- se ha enfrentado a Cambiemos, provocando una
división interna que en estos momentos está en la justicia. Hay otros
movimientos en Santa Fe que podrían adoptar actitudes similares. El significado
de estas alternativas –especies de cisnes negros provenientes la política
tradicional- hay que buscarlo por el lado de los cambios epocales que estamos
comentando en este trabajo, y que no pueden dejar de tener manifestaciones al
interior de los partidos al revelar posiciones ideológicas que han permanecido
larvadas.
El de los movimientos sociales (MS) es unos de los aspectos
más interesantes, complejos y poco analizados. Los MS están fuera o en las
márgenes del sistema político. Se mueven al compás de la billetera lo que no
implica que carezcan de objetivos estratégicos. Son la expresión local de la
principal problemática de la globalización en esta etapa: la inclusión de 1000
millones de personas pobres en el mundo que todavía no gozan de sus frutos.
Constituyen la razón de ser de la labor pastoral del Papa Francisco… y de las
empresas productoras de bienes de consumo masivo (Unilever mandó a uno de sus
gerentes a vivir un tiempo en la casa de un vecino en una favela carioca para
estudiar en el terreno los hábitos de consumo de las familias brasileñas). Los
ingentes recursos que se inyectan a través de distintos programas de asistencia
en ese campo no son objeto de ahorro y van, sin escalas, a dar vida a los
circuitos de consumo en la economía marginal, aparte de contribuir a generar un
ambiente de tranquilidad social, lo que no es poco.
El desafío de la “macro”
Los indicadores del manejo de las finanzas públicas parecen
preocupar más a los analistas que al gobierno (de la gente ni hablar, ¿dónde
hay un mango viejo Gómez? hubiera dicho Tita Merello). No son tantas las
variables que están en juego ni tan difícil su correlación. Sin embargo, las
experiencias habidas en el pasado generan resquemores que impiden ver que la
actual situación no puede ser evaluada con los parámetros vigentes en aquellos
momentos. Se está mirando el presente con el espejo retrovisor. Vayamos por
partes.
La deuda externa. Es cierto que hemos tenido pésimas
experiencias. Para salir de los compromisos asumidos por Rivadavia con la
Baring Brothers estuvimos casi un siglo. En años más recientes, la economía se
vio totalmente condicionada por préstamos solicitados por los militares y los
peronistas, de los que costó mucho salir (Kirchner en el 2005 lo hizo
parcialmente en el momento menos indicado, comprometiendo las reservas
internacionales de la Argentina y dejando a cambio el “muerto” de los holdouts).
Finalmente, el nuevo gobierno de Cambiemos, a través de arduas negociaciones,
pudo resolver los desaguisados financieros heredados del peronismo. La dura
experiencia muestra, no obstante, que finalmente todo se arregla. ¿Cuál es el
problema real?
Para paliar el déficit de las cuentas públicas, el gobierno
está contrayendo deuda en el exterior. Prima facie el acto genera preocupación
en analistas y comunicadores. Ahora bien, ¿cuál es, con relación a otros
países, el grado de endeudamiento argentino?
Deuda
externa por países. Porcentaje del PBI
|
|
EEUU
|
106
|
Inglaterra
|
406
|
Alemania
|
142
|
Francia
|
182
|
Japón
|
250
|
Irlanda
|
1008
|
España
|
148
|
México
|
36
|
Brasil
|
22
|
Chile
|
39
|
Argentina
|
18
|
https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Deuda_externa_por_pa%C3%ADs
Como se ve, comparativamente la situación argentina en
materia de deuda externa está dentro o un poco por debajo de los porcentajes
regionales. Además, la situación de mayor endeudamiento de los países
desarrollados (en algunos casos exorbitantes como Irlanda), no es indicativa de
que buscar plata en el extranjero implique necesariamente un riesgo o que a los
contrayentes les haya ido mal. Entonces, ¿por qué el gobierno de Cambiemos se
endeuda? Básicamente con dos fines: palear el déficit fiscal y hacer
infraestructura de conectividad.
El déficit fiscal tiene varios componentes, pero hay dos que
resaltan: los subsidios y los gastos corrientes. De estos, los sueldos
estatales ocupan gran parte; es un tema a resolver que se lo irá haciendo
gradualmente buscando fortalecer la capacidad de la gestión. No hay otra
alternativa si no se quiere provocar un grave problema de desocupación. En el
caso de los subsidios, los hay del tipo del transporte o servicios que se
tendrán que ir acomodando con los meses, progresivamente. Por su parte, la
asistencia a la pobreza desocupada -a la que todavía el sistema económico y
productivo no puede brindar nuevos puestos de trabajo bien remunerados, en
blanco y con sentido federal-, tendrá no solo que subsistir hasta donde sea
necesario sino que deberá formar parte institucionalmente de sus ingresos. La
AUH y otras del mismo tipo vinieron para quedarse.
El gran desafío de la administración de Cambiemos es
mantener la paz social. Eso implica que rindan los recursos disponibles para
los sectores carenciados. En ese marco, es clave controlar e ir bajando la inflación. No es un tema fácil por las
distorsiones heredadas (sí, heredadas y que estarán vigentes por muchos años),
pero se está logrando. ¿A qué costo? Ahí actúa nuestro Merkel, también de
apellido alemán: Sturzenegger, piloteando desde al Banco Central las tasas de
interés, recibiendo todas las maldiciones de una parte de los empresarios
porque el crédito se encarece. Y bueno, piensa uno, que pongan la que juntaron
con pala en los años festivos. En fin, todo tiene que ver con todo…
La economía va creciendo lentamente, pero no todos los
sectores lo hacen por igual. Es el precio de una progresiva apertura de
nuestros mercados, apostando al aumento de la competitividad para una inserción
sustentable en el medio internacional. Ese desafío, es el desafío de nuestros
empresarios para subsistir y crecer. Algunos van a quedar en el camino si no
innovan; pasa en las mejores familias y en los países más avanzados. Se acabó
el tiempo de las concertaciones globales, donde todo da lo mismo y lo malo se
tapa con lo bueno. El rasero del mediopelismo.
Un poliedro de sorpresas
El principal déficit estructural de nuestro país no forma
parte de los análisis: los desequilibrios territoriales y su correlato
demográfico. Como dijo Macri en oportunidad de la Cumbre del G20 en China, conectividad es la palaba clave que
lleva a entender lo que verdaderamente se está jugando hoy en la escena global.
La cadena virtuosa de factores que llevar a poner el foco en la problemática,
está llena de curiosidades por los eslabones que se vinculan.
El mundo y nuestro país se están redibujando. El lema que
presidió la reciente cumbre del G20 en Alemania fue: “diseñando un mundo
interconectado”. La expresión más clara de las acciones globales emprendidas lo
da el recientemente lanzado proyecto de la “Ruta de la Seda” a cargo de la
República Popular China. Están reconfigurando los continentes euroasiático y africano.
El diagrama de la información y las comunicaciones
existente, es una herencia de un mundo dependiente de los grandes centros de
poder que rigió durante siglos. En la era de Internet, esa configuración se
vuelve disfuncional, por las saturaciones que provoca la falta de canales
horizontales de vinculación. Lo radio céntrico se va ir
reemplazando/complementando progresivamente con diseños de trama y urdimbre
(como si fuera una manta) para promover la relación entre partes, facilitando
la interdependencia, sin la necesidad de tributar en las aduanas de todo tipo
que se sitúan en las partes más desarrolladas del planeta.
El caso argentino es un ejemplo palmario de lo que estamos
diciendo. Con centro en la ciudad de Buenos Aires y su puerto, todo el tendido
de vías de comunicación en los siglos XIX y XX adoptó una forma de embudo.
Incluso las expectativas del imaginario de la gente del interior desde la
colonia, y luego de los países vecinos, tuvieron su destino en la Reina del
Plata. Obviamente, con el tiempo, se fue produciendo la saturación del
conurbano bonaerense.
Por primera vez en la historia nacional está en marcha un
plan de obras de infraestructura que tiene en cuenta los vínculos horizontales.
Así, es el Plan Belgrano que rediseña el Norte Grande. El paso de Aguas Negras
en San Juan debajo de los Andes. Los ferrocarriles a Chile para acceder por el
camino más directo a los mercados del Asia Pacífico. Las líneas low cost que permiten nuevos vínculos
entre las provincias y de estas con el exterior sin la obligación de pasar por
Aeroparque. Las más críticas y de gran valor histórico por la vocación
centralista de nuestros factores de poder, son dos obras que se están haciendo
en la ciudad de Buenos Aires: el Paseo del Bajo y el RER. Ambas permitirán, por
primera vez sin desembarcar, el paso por la ciudad de Buenos Aires. Todas las
obras del plan de infraestructura de conectividad más importante de la historia
argentina deberán ser vistas desde la perspectiva que da este marco conceptual.
El tema del financiamiento de este gigantesco programa es de lo más curioso por
sus formas.
El Partenariado Púbico Privado (PPP) se va instaurando
aceleradamente en todo el mundo bajo los auspicios y las recomendaciones del
G20. La cadena de factores que da lugar al hecho se gesta de la siguiente
manera. Los programas de transparencia y de anticorrupción del Grupo de los
Veinte dieron lugar en forma más o menos visible a la conformación de una
asociación global de periodistas de información que dijeron poseer los archivos
de los llamados “panamá papers”. Ese solo anuncio (en realidad nunca se
publicaron los archivos; los especuladores se comieron el amague como se dice)
dio clima a una ristra de blanqueos de capitales en muchos países. En el
nuestro se repatriaron la friolera de U$S 120.000.000.000 de dólares (CIENTO
VEINTE MIL MILLONES DE DOLARES) de ahorristas argentinos que tenían sus
depósitos en los paraísos fiscales. Cuando esa plata llegó al país lo hizo sin
retorno posible por una cuestión de tasas y vigilancia. Aquí compraron LEBACS,
acciones y bonos, y pusieron plazos fijos. Al toque el gobierno de Cambiemos
anuncia que va a enviar al congreso una ley para gravar la renta financiera.
¡Como por un tubo esa masa gigantesca de recursos se va a ir dirigiendo a los
PPP!
---o0o---
En la nueva situación abierta en el país con la derrota
generalizada del peronismo, muchas cosas van a cambiar. Pero hay una que todo
lo resume: cambia el paradigma. La globalización se solapa con el nacionalismo
burgués hasta su completa suplantación. Lo atestigua la presencia simultánea de
los líderes mundiales sentados a una misma mesa para dar su conformidad en la
cumbre del G20 del año que viene. Argentina ha iniciado su segundo ciclo largo de desarrollo.
Ing.
Alberto Ford
La Plata, noviembre de 2017
[i] volcada en algunos trabajos que mis amigos habrán
tenido la paciencia de leer o que pueden consultar en mi blog ingenieroalbertoford.blogspot.com.ar
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