lunes, 13 de mayo de 2024

 

La fórmula Milei

 

La estabilidad de Milei está sustentada en una ecuación con dos variables: el factor endógeno, de características no convencionales, que le permite al Presidente mantener el control en situaciones medianamente turbulentas, y una influencia exógena de intensidad desconocida en la historia política argentina, que tiende al establecimiento estratégico de su posición. Resolver la ecuación no es tarea simple por la puesta enrevesada de las fuerzas en juego y, sobre todo, por la falta de amplitud al concebir la disposición de los factores actuantes en el tablero de mando.

Por ejemplo, negar u omitir las influencias externas en la forma de concebir los vínculos internacionales, en este o en cualquier otro país, sobre todo en un mundo altamente globalizado, es como pretender explicar la digitalización prescindiendo del cero. En suma, es la acción sinérgica de los factores lo que contribuye al fortalecimiento de la gobernanza.

En ese contexto, las supuestas debilidades del Presidente en realidad obran de fortalezas; constituyen el oxímoron que le aporta una ventaja competitiva en su capacidad de alcanzar logros inéditos en condiciones desfavorables.

Finalmente, la gestión diaria del Presidente no es una consecuencia de lo que se le ocurre cada mañana mientras desayuna, por el contrario, en su programación intervienen las más modernas tecnologías del manejo de la información y las comunicaciones.

Esto y mucho más es lo tratado en el presente trabajo que presento a la consideración de mis amigos.

 

Hay acuerdo en que el gobierno de Milei no puede ser analizado solo con la experiencia derivada de las sucesivas administraciones habidas en la Argentina, incluso la del período menemista con cuyo conductor el Presidente se siente identificado.

No tanto por algunos ribetes ideológicos, pero sí desde la sinceridad y el compromiso, Milei se diferencia de un Menem trucho, que triunfó blandiendo el célebre apotegma “síganme que no los voy a defraudar” para hacer luego todo lo contrario, admitiendo ya en funciones que si hubiera transparentado sus verdaderas intenciones nadie lo hubiera votado.

Para abordar el análisis metodológico con que gobierna Milei, hay que ubicarse simultáneamente en dos dimensiones paralelas y adyacentes, como la disposición, diferenciada pero interactiva, de los orbitales por donde circulan los electrones de un átomo. Esa vinculación sinérgica sigue las generales de la ley.

Negar u omitir las influencias externas en la forma de concebir los vínculos internacionales, sobre todo en un mundo altamente globalizado, es como pretender explicar la digitalización prescindiendo del cero. Ni los países más cerrados pueden presumir de ser totalmente autónomos hasta el punto de ser autárquicos.

Sin que implique necesariamente relaciones de acatamiento obligatorio, los influjos que vienen desde afuera no pueden ser ignorados toda vez que se quiera participar activamente en el concierto de las naciones. Hay que tener en cuenta, sin sentirnos deshonrados, que los países amigos, por donde se los mire, están más (o mucho más) adelantados que nosotros, una admisión que no significa menoscabo de todos los aspectos positivos que componen nuestra idiosincrasia sino, por el contrario, debe ser tomada como un estímulo para progresar.

A priori, la gestión diaria del Presidente no es una consecuencia de lo que se le ocurre cada mañana mientras desayuna, por el contrario, en su programación intervienen las más modernas tecnologías del manejo de la información y las comunicaciones.

Sin embargo, hay un desfasaje evidente entre el menosprecio que sufre el gobierno de Milei en algunos medios locales -aunque cada vez en menor medida en favor de la sorpresa y la curiosidad, nunca de la autocrítica- con respecto a la valoración y las expectativas que crecen en el exterior sobre el futuro de nuestro país.

La relación con ese mundo hasta ahora distante es fundamental para contextualizar el gobierno de Milei, en particular, la relación incipiente con EEUU que no tiene antecedentes en nuestra historia. De haber vivido, Kissinger no se hubiera privado de venir a ver el fenómeno.

Ese camino es irreversible, no tiene retorno; se ha iniciado un ciclo largo de crecimiento, en el que habrá gobiernos de todos los colores. Lo único que no pasará es que Argentina deje de globalizarse. Argentina está tan determinada como China lo estuvo a inicios de los ochenta, cuando hubiera parecido descabellado pronosticar que alcanzaría el quasi desarrollo que muestra por estos días habiendo arrancado desde el páramo maoista.

El gobierno de Milei es tributario de una situación original que comenzó a evolucionar en el mundo hace ya medio siglo pero que, sin embargo, recién ahora comienza a recalar en nuestras playas. Es imprescindible conocerla en sus trazos gruesos para vislumbrar por qué camino estamos comenzando a transitar.

El mundo sale del letargo. Alumbra una nueva vida.

Con la llegada de la misión Apolo a la luna en 1969 culmina un breve pero muy intenso período de la historia de la conquista espacial, que se inició en 1957 con la puesta en órbita de un satélite artificial, y en su transcurso contó con una diversidad de lanzamientos, entre ellos la llegada al espacio en 1961 de un vehículo cósmico con Yuri Gagarin en su interior, el primer ser humano en sortear la ley de la gravedad.

Por esos años, la creación científicotecnológica (C&T) mostró una gran actividad principalmente en los EEUU cuyos laboratorios generaron la mayoría de los conocimientos que han puesto a nuestro alcance las innovaciones que nos acompañan en la vida cotidiana.

En particular, la C&T dio respuesta a un problema que acompañó al ser humano desde que se bajó del árbol: producir suficientes proteínas como para que todos se puedan alimentar, creando las condiciones virtuales para la desaparición del hambre y la desnutrición. Al mismo tiempo, la innovación derivada de esos conocimientos, aplicada a la producción, ha permitido por primera vez que la oferta promedio de bienes y servicios sea mayor a cualquier demanda potencial en el mundo.

Obviamente, ambos milagros, proteínas y bienes y servicios para todos, están esperando para que la organización de la sociedad planetaria los ponga al alcance de todos los necesitados.

En esas condiciones inéditas, la capacidad del capitalismo de producir bienes y servicios en forma potencialmente ilimitada devino en un problema político por resolver, y las élites de las tres regiones más avanzadas –EEUU, Europa y Japón- se reunieron en la Comisión Trilateral (C3T) en 1972 para ponderar lo que estaba pasando e influenciar en lo sucesivo sobre la situación internacional.

Es así como se demuestra en la literatura disponible sobre esas deliberaciones -no secretas pero reservadas- de esas aproximadamente 300 personas entre CEOs de las más grandes empresas internacionales, ex o futuros gobernantes, y la intelectualidad más reputada disponible en el capitalismo, que apuntan sin ambages a la China de Mao para comenzar a dar respuesta a dos problemas básicos de interés empresarial: mano de obra abundante y barata para el reshoring industrial (relocalización en el Oriente comunista de fábricas provenientes del Occidente capitalista), y la posesión de un mercado potencialmente gigantesco en su afán de aumentar el consumo.

Los problemas nuevos de la gobernabilidad en el mundo

Las élites fueron generando opciones para incrementar la eficacia en el manejo de los aspectos críticos en la incipiente globalización, un desafío que les empezaba a quemar en las manos como papas calientes, ante unas Naciones Unidas (NNUU) burocratizadas en exceso, con perdida notoria de su capacidad de influir concreta y sostenidamente en los asuntos mundiales.

Años después, ya con el proceso chino en pleno auge, como un calco de la concepción generatriz de la C3T, aunque introduciendo un importante cambio en su constitución, en 1999 se crea el G20 sobre la base del G7 pero sumando a países emergentes, entre ellos el nuestro, para el tratamiento de la institucionalidad internacional en su máximo nivel. Nace así una especie de fórmula 1 de la carrera global con escuderías de vanguardia y otras de relleno, pero sin ninguna duda, viendo su trayectoria, dando lugar a que el G20 haya sido, desde su posición privilegiada, un aporte sustantivo a la administración comprehensiva de una agenda global en proceso de acelerada implementación.  

Hasta ahora el G20 sigue siendo la mejor opción para el tratamiento de los problemas fundamentales de la contienda internacional para cuyo debate recibe el aporte del expertise más calificado del mundo.

Su funcionamiento al nivel de los jefes de Estado, comenzado en 2008, cuenta con la asistencia de los organismos internacionales sumado a un grupo de fundaciones que son representativas en EEUU, UK y la FR, donde sobresalen think tanks como Atlantic Council, Chatham House y, del lado autocrático, el Club Valdai con sede en Moscú.

El Grupo de los Veinte (G20) en su concepción inicial, es la instancia efectiva de mayor representatividad alcanzada por las naciones más poderosas. Sin embargo, su carácter consensual para el tratamiento de los problemas internacionales, que era su máxima virtud, se ha visto afectado por una grieta global profundizada con la guerra de Ucrania.

¿Qué es gobernar?

Cibernética viene de la transliteración del griego Κυβερνήτης (kybernḗtēs), que significa justamente gobernar. Etimológicamente el término se refiere al timonel, el que "gobierna" la embarcación, una alegoría plena de insinuaciones.

En el mar, los barcos batallaban contra la lluvia, el viento y las mareas, todos eventos no fácilmente predecibles en la antigüedad. Sin embargo, si el timonel, operando en la emergencia, podía mantener el foco sobre un faro lejano, era capaz de manipular la embarcación, ajustando constantemente su derrotero, para llevarla a destino… si el timonel hubiera sido Milei podríamos decir que el faro lejano era el ¡déficit cero!

El Presidente recibe y procesa la información circundante a la gestión dando la impresión que los aspectos específicos de las problemáticas no son de su interés o son considerados menores, lo que se evidencia, más de una vez, al mostrar un indisimulado desprecio por los medios, como si solo se interesara por los fines, pero no por el camino para llegar a ellos. En el layout de las medidas tomadas aparece el input (no siempre) y el output, sin prestar atención o mostrando despreocupación por los pormenores de un proceso decisional lo que no implica, obviamente, desinterés por los resultados producidos.

Se trata de un gobierno del que no se conocen fehacientemente las reglas de funcionamiento. Los ejemplos no faltan. Entre ellos se puede mencionar la constitución del plantel de gobierno donde son otros funcionarios, principalmente pero no solo su hermana, los que proponen y se encargan de las designaciones, con el Presidente limitándose a poner bolilla negra cuando alguien no le gusta.

Similar actitud Milei muestra por la labor parlamentaria, el poco interés demostrado por ver en el terreno la situación de las provincias, o en el manejo a veces desmesurado de la comunicación. En la literatura sobre la cibernética se hace alusión al concepto de caja negra como uno de los métodos desarrollados para dar explicación a fenómenos parcialmente desconocidos en su composición y transcurso.

En términos técnicos, ese manejo de la información se centra en funciones de control y el manejo de la comunicación: ambos fenómenos externos e internos al sistema remiten a la noción de retroalimentación, a medida que la organización que los contiene se va reacomodando motu proprio a la marcha de los procesos.

Si la cibernética estudia los flujos de información inherentes a un sistema, así como la forma en que esa data es usada para el control del mecanismo, las organizaciones involucradas en ese proceso muestran un grado de adaptación y reconfiguración para auto controlarse como si estuvieran gobernadas por algoritmos de inteligencia artificial, pero diseñados internamente por ellas mismas. La imagen del movimiento remite a otra noción de enorme importancia en el enfoque de la dinámica de las organizaciones de todo tipo, en este caso una administración gubernamental.

Un fenómeno autopoiético

La gestión de Milei es un claro ejemplo de dinámica autopoiética. En el ámbito de la biología la autopoiesis (una transliteración del griego autoποίησις, que significa ‘a sí mismo; creación, producción’) es un concepto que designa la cualidad de un sistema molecular capaz de reproducirse y mantenerse por sí mismo. Fue propuesto por los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela en 1973 para definir la química de auto mantenimiento de las células vivas. Una descripción breve es que la autopoiesis es la condición de existencia de los seres vivos en la continua producción de sí mismos; busca dar un nuevo significado al proceso que designa la cualidad de un sistema molecular capaz de auto reproducirse para mantener su existencia.

En su evolución el concepto traspasó los límites de dicha disciplina para difundirse en terrenos de las ciencias sociales; así, tiempo después, el sociólogo alemán Niklas Luhmann la utilizó para sus desarrollos teóricos. Se dice que la readaptación de la noción de autopoiesis fue uno de los encuentros transdisciplinarios más fructíferos del siglo pasado.

De sus propiedades nos interesa aquella que dice que un conjunto autopoiético es un sistema cuya operación es cerrada -siempre debe volver sobre sí mismo- mientras que sus componentes son producidos al interior de un proceso recursivo que transcurre dentro de una retícula clausurada en forma autorreferente. Aunque un sistema autopoiético se mantenga en desequilibrio, es capaz de conservar una coherencia sistémica al metabolizar permanentemente la energía de su medio. El gobierno de Milei tiene una comunicación del todo abierta para mantener suficientemente encriptados sus aspectos enigmáticos.

La metáfora de los dos sombreros

La dualidad de Milei como gobernante de la Argentina y, al mismo, un novedoso referente libertario, lejos de ser una debilidad es una posibilidad de aumentar la presencia de nuestro país en la escena internacional.

Sus logros en el exterior son significativos. Que el empresario más rico del mundo promueva las inversiones en la Argentina, entre ellas la suya, por medio de un X donde Milei aparece con Elon Musk levantando ambos los pulgares, es un showing que no tiene precio.

Se ha transformado en una personalidad global en un escenario altamente competitivo. En las búsquedas de argentinos en Internet obtiene 2.260.000 resultados solo superado por Messi con 10.700.000 y muy por encima de Maradona, 1.250.000, Perón, 317.000, el Papa Francisco, 304.000, el Che Guevara, 258.000 y CFK con apenas 161.000 luego de tres presidencias. Hay críticas porque viaja afuera y no visita las provincias; sin embargo, según otras opiniones, puede que más estratégicas, el Presidente debería intensificar sus salidas internacionales.

En cualquier caso, una potencial conflictividad derivada de esa relación de ambigüedad entre los intereses del país y las obligaciones emergentes de su protagonismo exterior, constituye una paradoja que fue analizada oportunamente por Robert Putnam (1988) en su genial trabajo (de reminiscencias cuánticas) Diplomacia y políticas domésticas: la lógica del juego de los dos niveles.

Para el filósofo, matemático e informático estadounidense “a nivel nacional, los grupos corporativos persiguen sus intereses. A nivel internacional, los gobiernos nacionales buscan maximizar su propia capacidad para satisfacer las presiones internas, al tiempo que minimizan las consecuencias adversas de los desarrollos extranjeros”. El desafío es la búsqueda de las sinergias que hagan exitosa la puesta.

Caos del bueno

A través de Murray Rothbard y Robert P. Murphy se emparentan el anarcocapitalismo y el caos, una mixtura sorpresiva de donde emerge la libertad que da nacimiento a un nuevo orden de diseño original.

El sentido de una frase poco convencional, disruptiva y generadora de incomodidad, responde a los enfoques de dos reputados académicos americanos del más alto nivel. Milei toma el sentido de esa combinación en forma no literal para dar sentido a sus exposiciones en los escenarios más diversos con la ventaja comparativa que le da su desparpajo. Puede ser en Davos, en un programa amistoso de TV o luego de la ducha cuando ensaya los vítores frente al espejo.

Por medio de refinados procedimientos comunicativos y para desconcierto de no pocos comunicadores que no saben cómo tomar el toro por las astas (en este caso al león por la melena), la situación social en curso, seguida con un interés expectante, ha devenido en el ambiente más favorable para llevar adelante sin respiros ni anestesia el ajuste más grande de la historia argentina.

La caja de herramientas

- O sea que no tenéis una única respuesta  para vuestras preguntas? 
- Si la tuviera Adso, enseñaría teología en París.
- ¿En Paris siempre tienen la respuesta verdadera?
- Nunca, pero están muy seguros de sus errores.

Umberto Eco en El nombre de la rosa.

 A diferencia de esa genial novela de misterio, el Presidente no está con las manos vacías para ejercer su “trabajo de presidente” como gusta decir. Hay suficiente literatura de fuentes originales (no de interpretadores) para abordar la difícil comprensión -no tanto por su lógica sino por carencias en la competencia analítica- de la modalidad de gobernar que se ha establecido irreversiblemente en nuestro país.

Conocimientos y tecnologías generados luego de la Segunda Guerra Mundial, que dieron lugar a los mecanismos materiales y virtuales, de mayor o menor complejidad, que usamos todos los días, sumado a la constelación de innovaciones que giran en torno a la ahora actualizada noción de inteligencia artificial ya acuñada por aquellos años, dan el sustento epistemológico suficiente como para intentar una comprensión de la galaxia Milei.

 Ing. Alberto Ford

IRI / UNLP

albertoford42@yahoo.com.ar

Buenos Aires, mayo de 2024

 

 

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