Macri Global. El gran “juego” de
Pekín
No es que no se conociera el sugerente proyecto de la Ruta de la Seda. Pero
la puesta de hoy en Pekín para su lanzamiento ha sorprendido al mundo. Y no es
solo por el boato que despliegan los orientales para estas ocasiones. Se trata
de la cantidad y diversidad de los asistentes: 100 países de los cuales 30 son
representados por sus líderes. Obviamente no todos ellos van en búsqueda de financiamiento o inspiración para sus
proyectos. No. La característica de este
megaproyecto que se pone China sobre sus espaldas es, sin embargo, un emprendimiento
no solo de dimensiones globales sino que su propia entidad hay que visualizarla
a ese nivel. En el trabajo se ve la forma en que el G20, con sus
recomendaciones, está poniendo en primer plano la cuestión de la
infraestructura de conectividad. Y si la recomendación viene de un foro de
consenso, la génesis del proyecto tiene esa marca en el orillo. La Infraestructura
Regional Sudamericana (IIRSA) es la contraparte de nuestra región, obviamente
más restringida, de lo que hoy se está lanzando en Pekín. A nuestro país, al
gobierno de Cambiemos, le toca jugar en la región un papel impensado tiempo
atrás. En el foro chino el Presidente –que estará al frente de la UNASUR este año-
dijo que “tenemos interés en que (la
Ruta de la Seda) se articule con IIRSA para impulsar entre nuestras regiones la
clave del siglo XXI: la conectividad”
El viaje de Macri a China se las trae. Argentina está
actuando constructivamente, abierta e integrada a la escena global, y en un
sentido de trascendencia. Sería una simplificación pensar que el viaje del
Presidente se limita a la búsqueda de inversiones, aún con la importancia que
revisten en este momento. Aparte de hacer los deberes nacionales, Macri será
actor de un evento que pasará a la historia: el lanzamiento del mayor programa
de infraestructura a nivel planetario de conectividad consensuada. Con recursos
en juego superiores a los involucrados en el Plan Marshall que puso a Europa de
pie luego de la Segunda guerra mundial, 100 países -treinta de ellos representados
por sus líderes- estarán presentes hoy en el nuevo centro de convenciones en
las afueras de Pekín para una puesta en escena con todo el fasto de que son
capaces los orientales.
¿Por qué es importante el viaje de Macri? El mismo evento
puede ver realzada su importancia según el contexto en que tiene lugar. Está
claro que el modelo de Cambiemos necesita inversiones sostenidas por más de un
período –hasta formar parte de políticas de estado- en una cuantía que se
calcula en alrededor de los 30.000 millones de dólares anuales. Eso no se puede
lograr solo con el ahorro argentino. En el mundo hay mucha plata (solo las
reservas chinas dispuestas a la cooperación alcanzan a los 4 billones de
dólares). Pero faltan proyectos. Hoy en Pekín hay de los dos condimentos en
cantidades más que suficientes.
Nuestro mayor plan de infraestructura de la historia, en
particular el Plan Belgrano, tiene un elemento
esencial de contacto con las obras involucradas en la llamada Ruta de la Seda (técnicamente
se denomina “Una Franja y una Ruta para la Cooperación Internacional”, OBOR por
sus siglas en inglés, One Belt, One Road): la conectividad. Análogamente en la región se avanza en la misma dirección con la formulación del
plan de Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA). En el
foro chino el Presidente –que estará al frente de la UNASUR este año- puntualizó que “buscamos alcanzar una mayor y
más sostenible integración física”.
La conectividad facilita la sinergia, que es nada más ni
nada menos que la ganancia que se produce al poner en contacto dos polos que
puedan compatibilizar sus potenciales. Una acción de suma positiva, según la
teoría de los juegos. El problema que tiene el planeta es que en la era de
Internet (en el que la conexión no se
hace en un plano ni muestra grietas) los vínculos terrestres se asientan sobre
una configuración heredada de la época de la dependencia. Así, para ir de nuestro
país al África hasta no hace mucho tiempo había que pasar por Londres; igualmente,
si un chaqueño quería volar a su vecina Santiago del Estero tenía que hacer
escala en Aeroparque y cambiar de vuelo. El Presiente redondeó claramente la
idea en Pekín: “tenemos interés en que 'Una Franja, Una Ruta' se articule con
IIRSA para impulsar entre nuestras regiones la clave del siglo XXI: la
conectividad”
No menos importante fue el viaje de Macri a los Estados
Unidos. OBOR deja afuera ex profeso al hemisferio americano. Y está “omisión” comporta
suspenso: la posibilidad cierta –como previmos desde el momento de la elección
del presidente norteamericano- de que haya una acción conjunta de los EEUU con
la Argentina, ambos países de los extremos del continente, para favorecer su
desarrollo. Todo esto sobre la base de que la fase de la globalización en que
estamos ingresando tendrá como una de sus características la regionalización.
La Ruta de la Seda está dirigida a tres continentes: Asia,
África y Europa (esta última en una probable dinámica desintegradora si se
miran diacrónicamente las tendencias manifiestas e inexorables de la actualidad).
Como hemos escrito, los brotes verdes del proteccionismo no serían ajenos a
esta acción de encierro parcial (el 70% del sistema productivo en el mundo es
transnacional y no se ve condicionado por acción alguna desde la ciudadela nacional) necesario para el
desarrollo de procesos productivos tendientes a facilitar la creación de
puestos de trabajo sustentables a nivel de las naciones/regiones para la
inclusión decente de los mil millones de personas que en el mundo aun no
disfrutan de las preseas de la globalización.
El G20 y la infraestructura de
conectividad
Es uno de los ítems de presencia permanente en las
recomendaciones de este foro de consenso del máximo nivel. La promoción de obras de conectividad global
está contenida en diversos programas ejecutados a nivel de los países,
consultoras, diversos organismos multilaterales y programas independientes. Es
decir, por primera vez en la historia, la infraestructura internacional no es
incumbencia en particular de ningún país. Obviamente, la puesta en escena del OBOR
en Pekín está asentada en una representatividad absolutamente fuera de lo común
tanto por las presencias como por las ausencias que hablan por sí mismas (solo
están afuera EEUU, UK, Francia Alemania, por razones obvias de protagonismo
pero no de colisión de intereses). Así, la presencia de la Presidenta de la
Federación Suiza y su marido, en una foto con el matrimonio chino viralizada
como símbolo del foro, obra de metáfora de la representatividad: Suiza no tiene
problemas de infraestructura ni esta acuciada por necesidad de financiamiento alguno.
Básicamente, los programas globales referidos a la infraestructura son cuatro:
· Global
Infrastructure Hub (GIH).
· Global
Infrastructure Facility (GIF) -World Bank
· Public-Private-Partnership
in Infrastructure Resource Center (PPP) -World Bank
· Centro
Anticorrupción del G20.
Fundado en
2014 en la cumbre del G20 de Australia –donde tiene su sede- la función del GIH[i]
es controlar la calidad de proyectos de infraestructura potencialmente
financiables. Su aprobación les permite contar con un sello de mérito para
viabilizar la operación ante los inversores, en particular los organismos
multilaterales de crédito. A los servicios del GIH pueden acceder todos los
países sean o no miembros del G20. Por su parte, Global Infrastructure Facility
(GIF)[ii]
en la órbita del Banco Mundial es una asociación entre gobiernos, bancos
multilaterales de desarrollo, sector privado de inversores, etc. Su tarea es
promover una nueva forma de colaborar en la concepción, el diseño y la
implementación de proyectos de índole compleja cuya ejecución está más allá de
las capacidades de un partícipe individual para concretarla. El Public-Private-Partnership
(PPP)[iii]
también del Banco Mundial es un mecanismo que se está estableciendo en todos
los países del mundo. Tiene que ver de forma más o menos directa con la
repatriación de capitales (convenios internacionales de transparencia, intercambio
de datos bancarios, Panamá papers, investigaciones y denuncias periodísticas, etc.).
Por último, y no menos importante, está la decisión de combatir la corrupción. El
tema alcanzó su mayor relieve en la Cumbre 2016 del G20 que tuvo lugar en
China. Dando la pauta de una creciente preocupación por el flagelo, fue creado
el Centro internacional de lucha contra la corrupción con sede en Pekín[iv].
El Centro está recopilando información para capturar a fugitivos por delitos
económicos y confiscar los activos ilegales. Es previsible una tensión entre
los distintos mecanismos creados ad hoc para la erección de infraestructura de
alcance global. En primer lugar, esa situación crítica puede ser incentivada
por la magnitud del negocio (solo el TGV Pekín-Moscú que ya se está
construyendo como parte de OBOR demanda U$S 250.000 millones!). Segundo, no son
descartables luchas de poder entre el sector público de los países, los
organismos multilaterales y el sector privado (McKinsey, una de las consultoras
más grandes del mundo[v],
formó una empresa exactamente igual al GIF del Banco Mundial). Por último, el
juego de competencias para que un proyecto se haga bancarizable normalmente es
engorroso y puede dar lugar a manipulaciones. De cualquier manera, las
urgencias dadas por las “recomendaciones” de los líderes del G20, sumado a la
visibilidad que tendrán proyectos de dominio público en cada país, aseguran
eficacia y un creciente dinamismo de los actores comprometidos.
Ahora Pekín
Tanto la
necesidad de obras de infraestructura globales como la liquidez del sistema
financiero internacional, público y privado, están en sintonía. La intención de
avanzar en ese sentido es pública y se evidencia en el máximo nivel. Para la Argentina
(como para Chile que junto al nuestro constituyen los dos únicos países del hemisferio
americano presentes en el foro) es una distinción que obra como una muestra de
la consideración con que la comunidad internacional está valorando la nueva
etapa abierta con el gobierno de Cambiemos. Argentina puede ir a China y tener
una multiplicidad de encuentros con los países presentes. Puede ir a EEUU y
entrevistarse con Trump a pesar de que sus enfoques tengan -sobre en lo
relativo al proteccionismo- alguna diferencia de matiz. Pero lo cierto es que
la Argentina está entrando en calor para jugar en la liga mayor. Y esa nueva
actitud tiene que ver con el cambio epocal que estamos viviendo para dejar en
el pasado, más temprano que tarde, las rémoras que nos impusieron una
decadencia de 80 años.
Ing. Alberto
Ford
Área de Relaciones
Globales
H. Senado de
la Provincia de Buenos Aires
La Plata,
15 de mayo de 2017
[i] globalinfrastructurehub.org
[ii] http://globalinfrafacility.org/what-is-the-gif
[iii]
http://ppp.worldbank.org/public-private-partnership/overview/what-are-public-private-partnerships
[iv]
https://mundo.sputniknews.com/asia/201609231063655164-g20-china-corrupcion/
[v] La compañía de origen norteamericano da servicio a 2
de cada 3 empresas de la lista Fortune 1000, cuenta con 94 oficinas en 50
países y 9.000 consultores
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