lunes, 15 de mayo de 2017

Macri Global. El gran “juego” de Pekín

No es que no se conociera el sugerente proyecto de la Ruta de la Seda. Pero la puesta de hoy en Pekín para su lanzamiento ha sorprendido al mundo. Y no es solo por el boato que despliegan los orientales para estas ocasiones. Se trata de la cantidad y diversidad de los asistentes: 100 países de los cuales 30 son representados por sus líderes. Obviamente no todos ellos van en búsqueda  de financiamiento o inspiración para sus proyectos.  No. La característica de este megaproyecto que se pone China sobre sus espaldas es, sin embargo, un emprendimiento no solo de dimensiones globales sino que su propia entidad hay que visualizarla a ese nivel. En el trabajo se ve la forma en que el G20, con sus recomendaciones, está poniendo en primer plano la cuestión de la infraestructura de conectividad. Y si la recomendación viene de un foro de consenso, la génesis del proyecto tiene esa marca en el orillo. La Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) es la contraparte de nuestra región, obviamente más restringida, de lo que hoy se está lanzando en Pekín. A nuestro país, al gobierno de Cambiemos, le toca jugar en la región un papel impensado tiempo atrás. En el foro chino el Presidente –que estará al frente de la UNASUR este año-  dijo que “tenemos interés en que (la Ruta de la Seda) se articule con IIRSA para impulsar entre nuestras regiones la clave del siglo XXI: la conectividad”

El viaje de Macri a China se las trae. Argentina está actuando constructivamente, abierta e integrada a la escena global, y en un sentido de trascendencia. Sería una simplificación pensar que el viaje del Presidente se limita a la búsqueda de inversiones, aún con la importancia que revisten en este momento. Aparte de hacer los deberes nacionales, Macri será actor de un evento que pasará a la historia: el lanzamiento del mayor programa de infraestructura a nivel planetario de conectividad consensuada. Con recursos en juego superiores a los involucrados en el Plan Marshall que puso a Europa de pie luego de la Segunda guerra mundial, 100 países -treinta de ellos representados por sus líderes- estarán presentes hoy en el nuevo centro de convenciones en las afueras de Pekín para una puesta en escena con todo el fasto de que son capaces los orientales.

¿Por qué es importante el viaje de Macri? El mismo evento puede ver realzada su importancia según el contexto en que tiene lugar. Está claro que el modelo de Cambiemos necesita inversiones sostenidas por más de un período –hasta formar parte de políticas de estado- en una cuantía que se calcula en alrededor de los 30.000 millones de dólares anuales. Eso no se puede lograr solo con el ahorro argentino. En el mundo hay mucha plata (solo las reservas chinas dispuestas a la cooperación alcanzan a los 4 billones de dólares). Pero faltan proyectos. Hoy en Pekín hay de los dos condimentos en cantidades más que suficientes.

Nuestro mayor plan de infraestructura de la historia, en particular el Plan Belgrano,  tiene un elemento esencial de contacto con las obras involucradas en la llamada Ruta de la Seda (técnicamente se denomina “Una Franja y una Ruta para la Cooperación Internacional”, OBOR por sus siglas en inglés, One Belt, One Road): la conectividad. Análogamente en la región se avanza  en la misma dirección con la formulación del plan de Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA). En el foro chino el Presidente –que estará al frente de la UNASUR este año-  puntualizó que “buscamos alcanzar una mayor y más sostenible integración física”.

La conectividad facilita la sinergia, que es nada más ni nada menos que la ganancia que se produce al poner en contacto dos polos que puedan compatibilizar sus potenciales. Una acción de suma positiva, según la teoría de los juegos. El problema que tiene el planeta es que en la era de Internet  (en el que la conexión no se hace en un plano ni muestra grietas) los vínculos terrestres se asientan sobre una configuración heredada de la época de la dependencia. Así, para ir de nuestro país al África hasta no hace mucho tiempo había que pasar por Londres; igualmente, si un chaqueño quería volar a su vecina Santiago del Estero tenía que hacer escala en Aeroparque y cambiar de vuelo. El Presiente redondeó claramente la idea en Pekín: “tenemos interés en que 'Una Franja, Una Ruta' se articule con IIRSA para impulsar entre nuestras regiones la clave del siglo XXI: la conectividad”

No menos importante fue el viaje de Macri a los Estados Unidos. OBOR deja afuera ex profeso al hemisferio americano. Y está “omisión” comporta suspenso: la posibilidad cierta –como previmos desde el momento de la elección del presidente norteamericano- de que haya una acción conjunta de los EEUU con la Argentina, ambos países de los extremos del continente, para favorecer su desarrollo. Todo esto sobre la base de que la fase de la globalización en que estamos ingresando tendrá como una de sus características la regionalización.

La Ruta de la Seda está dirigida a tres continentes: Asia, África y Europa (esta última en una probable dinámica desintegradora si se miran diacrónicamente las tendencias manifiestas e inexorables de la actualidad). Como hemos escrito, los brotes verdes del proteccionismo no serían ajenos a esta acción de encierro parcial (el 70% del sistema productivo en el mundo es transnacional y no se ve condicionado por acción alguna desde la  ciudadela nacional) necesario para el desarrollo de procesos productivos tendientes a facilitar la creación de puestos de trabajo sustentables a nivel de las naciones/regiones para la inclusión decente de los mil millones de personas que en el mundo aun no disfrutan de las preseas de la globalización.

El G20 y la infraestructura de conectividad

Es uno de los ítems de presencia permanente en las recomendaciones de este foro de consenso del máximo nivel.  La promoción de obras de conectividad global está contenida en diversos programas ejecutados a nivel de los países, consultoras, diversos organismos multilaterales y programas independientes. Es decir, por primera vez en la historia, la infraestructura internacional no es incumbencia en particular de ningún país. Obviamente, la puesta en escena del OBOR en Pekín está asentada en una representatividad absolutamente fuera de lo común tanto por las presencias como por las ausencias que hablan por sí mismas (solo están afuera EEUU, UK, Francia Alemania, por razones obvias de protagonismo pero no de colisión de intereses). Así, la presencia de la Presidenta de la Federación Suiza y su marido, en una foto con el matrimonio chino viralizada como símbolo del foro, obra de metáfora de la representatividad: Suiza no tiene problemas de infraestructura ni esta acuciada por necesidad de financiamiento alguno. Básicamente, los programas globales referidos a la infraestructura son cuatro:
·         Global Infrastructure Hub (GIH).
·         Global Infrastructure Facility (GIF) -World Bank
·         Public-Private-Partnership in Infrastructure Resource Center (PPP) -World Bank
·         Centro Anticorrupción del G20.
Fundado en 2014 en la cumbre del G20 de Australia –donde tiene su sede- la función del GIH[i] es controlar la calidad de proyectos de infraestructura potencialmente financiables. Su aprobación les permite contar con un sello de mérito para viabilizar la operación ante los inversores, en particular los organismos multilaterales de crédito. A los servicios del GIH pueden acceder todos los países sean o no miembros del G20. Por su parte, Global Infrastructure Facility (GIF)[ii] en la órbita del Banco Mundial es una asociación entre gobiernos, bancos multilaterales de desarrollo, sector privado de inversores, etc. Su tarea es promover una nueva forma de colaborar en la concepción, el diseño y la implementación de proyectos de índole compleja cuya ejecución está más allá de las capacidades de un partícipe individual para concretarla. El Public-Private-Partnership (PPP)[iii] también del Banco Mundial es un mecanismo que se está estableciendo en todos los países del mundo. Tiene que ver de forma más o menos directa con la repatriación de capitales (convenios internacionales de transparencia, intercambio de datos bancarios, Panamá papers, investigaciones y denuncias periodísticas, etc.). Por último, y no menos importante, está la decisión de combatir la corrupción. El tema alcanzó su mayor relieve en la Cumbre 2016 del G20 que tuvo lugar en China. Dando la pauta de una creciente preocupación por el flagelo, fue creado el Centro internacional de lucha contra la corrupción con sede en Pekín[iv]. El Centro está recopilando información para capturar a fugitivos por delitos económicos y confiscar los activos ilegales. Es previsible una tensión entre los distintos mecanismos creados ad hoc para la erección de infraestructura de alcance global. En primer lugar, esa situación crítica puede ser incentivada por la magnitud del negocio (solo el TGV Pekín-Moscú que ya se está construyendo como parte de OBOR demanda U$S 250.000 millones!). Segundo, no son descartables luchas de poder entre el sector público de los países, los organismos multilaterales y el sector privado (McKinsey, una de las consultoras más grandes del mundo[v], formó una empresa exactamente igual al GIF del Banco Mundial). Por último, el juego de competencias para que un proyecto se haga bancarizable normalmente es engorroso y puede dar lugar a manipulaciones. De cualquier manera, las urgencias dadas por las “recomendaciones” de los líderes del G20, sumado a la visibilidad que tendrán proyectos de dominio público en cada país, aseguran eficacia y un creciente dinamismo de los actores comprometidos.

Ahora Pekín

Tanto la necesidad de obras de infraestructura globales como la liquidez del sistema financiero internacional, público y privado, están en sintonía. La intención de avanzar en ese sentido es pública y se evidencia en el máximo nivel. Para la Argentina (como para Chile que junto al nuestro constituyen los dos únicos países del hemisferio americano presentes en el foro) es una distinción que obra como una muestra de la consideración con que la comunidad internacional está valorando la nueva etapa abierta con el gobierno de Cambiemos. Argentina puede ir a China y tener una multiplicidad de encuentros con los países presentes. Puede ir a EEUU y entrevistarse con Trump a pesar de que sus enfoques tengan -sobre en lo relativo al proteccionismo- alguna diferencia de matiz. Pero lo cierto es que la Argentina está entrando en calor para jugar en la liga mayor. Y esa nueva actitud tiene que ver con el cambio epocal que estamos viviendo para dejar en el pasado, más temprano que tarde, las rémoras que nos impusieron una decadencia de 80 años.

Ing. Alberto Ford
Área de Relaciones Globales
H. Senado de la Provincia de Buenos Aires
La Plata, 15 de mayo de 2017





[i] globalinfrastructurehub.org
[ii] http://globalinfrafacility.org/what-is-the-gif
[iii] http://ppp.worldbank.org/public-private-partnership/overview/what-are-public-private-partnerships
[iv] https://mundo.sputniknews.com/asia/201609231063655164-g20-china-corrupcion/
[v] La compañía de origen norteamericano da servicio a 2 de cada 3 empresas de la lista Fortune 1000, cuenta con 94 oficinas en 50 países y 9.000 consultores

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