Pobreza
territorial
La pobreza no es pues una causa
que deba ser tratada como tal para combatirla, es el resultado de procesos
complejos y extendidos en el tiempo, que son difíciles de apreciar a simple
vista y que requieren investigación sostenida para lograr su comprensión antes
de plantear cualquier intento de terminar con la pobreza.Taringa
Sumario
El lugar
donde se manifiesta es el condicionante principal de la pobreza.
La pobreza
es causa y consecuencia de los desequilibrios territoriales y demográficos que en
conjunto son el problema estructural con más peso en nuestro país.
Según la
variable entrópica los programas actuales de intervención en las villas no incrementan
las opciones de desarrollo y la experiencia demuestra que las cosas están cada
vez peor. La AUH.
El
unitarismo populista alimenta y se nutre de la pobreza.
Una
política productiva federal que promueva la relocalización poblacional es
necesaria para una inclusión ecosistémica de las familias.
No hay
política de microemprendimientos que en sus inicios no implique una cierta
informalidad. Las “saladitas” son motivo de controversia.
Promover
el desarrollo local como factor de atracción y arraigo de las familias.
Medidas
como los círculos concéntricos de fiscalidad decreciente pueden orientar las
inversiones productivas de manera de crear puestos de trabajo en las
“periferias” y equilibrar las cargas demográficas y el territorio.
La familia
pobre no es una cifra. Debe ser tratada en forma personalizada para facilitar
la búsqueda de mejores horizontes. Los modelos de circulación de oportunidades.
Pocos acontecimientos de la vida social muestran tantas
facetas como la pobreza, un flagelo universal[1] que
puede ser abordado desde distintos puntos de vista (económico, cultural,
ambiental, educativo, laboral, etc.). Esa diversidad de enfoques permite una
visión más pormenorizada del fenómeno lo que hace que no toda pobreza deba ser
tratada de igual manera debido a especificidades que habitualmente no son
tenidas en cuenta. Aquí se la considera en su dimensión territorial, es
decir, el modo en que el ecosistema incide para caracterizarla. La disquisición
no es ociosa; presupone reparar en los rasgos que son comunes a toda familia pobre
pero también en los que son inherentes al lugar donde se manifiestan.
En el territorio la realidad se presenta tal cual es, con
todos sus condimentos. Percibir esa totalidad es un desafío que supera la
capacidad de la mente humana, preparada para las visiones holísticas pero no
para capturar al mismo tiempo todos los elementos que conforman sistemas
complejos. Las mentes más entrenadas y con mayor capacidad como los maestros de
ajedrez solo pueden tener en el mate una cantidad limitada de jugadas. Sin
embargo, las computadoras, que dependen de mentes que las alimenten, pueden
almacenar y procesar una cantidad quasi ilimitada de información lo que ha
ampliada los límites del pensamiento a niveles antes inimaginables. Hay sofisticadas
herramientas alumbradas en el último medio siglo en los ámbitos de la ciencia y
la tecnología que debemos considerar. Una de ellas es la dinámica de los
sistemas. Obviamente cometidos de este tipo -recurrir a esas herramientas
que son imprescindibles para un planeamiento estratégico con muchos actores,
variables y escenarios- solo pueden estar al alcance de los recursos de una instancia
gubernamental.
Este trabajo no es una aplicación –no podría serlo- del
marco teórico de la dinámica de los
sistemas. Sí se puede decir que se lo hace pensando en ese enfoque el que podrá
ser distinguido a través de alguna de las nociones o figuras utilizadas[i]. Sintéticamente
nos dice wiki:
“La dinámica de sistemas es un
enfoque para entender el comportamiento de sistemas complejos a través del
tiempo. Lidia con ciclos de realimentación interna y retrasos en los
tiempos, efectos que perturban el comportamiento del sistema total. Lo que hace
diferente al enfoque de dinámica de sistemas de otros enfoques para estudiar
sistemas complejos, es el uso de ciclos de realimentación…”
La
diferencia está en la raíz
No toda la pobreza es igual a pesar de que los indicadores
habituales tienden a darle un tratamiento homogéneo. Así, la pobreza no adopta
la misma forma en el conurbano bonaerense que por tomar un caso en Formosa; incluso
al interior del propio conurbano difieren las características específicas. Es
dable ver que no tienen la misma actitud ni potencial de progreso los grupos
marginales más relevantes entre los que se encuentran cartoneros, piqueteros,
cooperativistas, jornaleros, cuentapropistas, albañiles, sirvientas, etc. A pesar de ser ubicadas en forma
indiferenciada en el lugar más bajo de la escala social las villas constituyen
un universo heterogéneo; la complejidad de ese espacio debería llevar diseñar programas
no universales con un grado de pormenorización que no es habitual en nuestras
políticas públicas. Para ello haría falta un marco teórico con las tipologías
sociológicas que distinguen a los habitantes de las villas. Por ejemplo,
¿en qué se diferencia un cartonero que no tiene tiempo de hacer piquetes de
quienes sí lo tienen de sobra?
Es innegable el afán de los villeros por mejorar sus
condiciones de vida referidas al lugar de residencia: de tener que optar entre
dos males esas familias que habitan el conurbano han manifestado que prefieren aunque
sea una vivienda precaria en tanto accedan a servicios de salud y educación.
Esas dos variables son muy valoradas como medios para incrementar las
posibilidades de progresar socialmente[ii]. Sin
embargo, el agravamiento en las condiciones del hábitat de esas familias pobres
-debido a las crisis económicas que incrementan la desocupación y la falta de
capacitación que las privan de puestos de trabajo estables y condenan a la
informalidad- les produce una profunda frustración. La sensación de que no
valió la pena tanto esfuerzo para trasladarse desde sus pagos y no encontrar lo
que anhelaban, llena de sinsabor y desesperanza al núcleo familiar lo que se
trasmite a través de sucesivas generaciones.
Pero no todos reaccionan de la misma manera. Los grupos
familiares más fuertes apelan al petiso cartonero en los lugares donde pueden
transitar para hacer la diaria no pocas veces acarreando a los chicos en su
transporte elemental cuando los maestros en huelga los dejan sin aulas ni
comedor. Los cartoneros son altamente competitivos[iii] lo
cual es notorio en su cotidiana perseverancia. En el otro extremo, los más
débiles hacen changas de poca monta o vegetan en sus casas en una quietud promiscua
que solo se ve perturbada cuando los convocan para algún piquete o acto
partidario. Están en el medio los integrantes de las cooperativas de trabajo cuya
actitud y eficacia de por sí muy pobres dependen en gran medida del puntero que
las dirige. En general el panorama no es muy alentador pero igual merecería a
pesar de las dificultades para hacerlo una mayor disquisición en su abordaje.
Por su parte, la pobreza federal es de factura más dura. La
educación y sobre todo la salud en el interior profundo carecen de las
prestaciones del conurbano. Con referencia a las condiciones de trabajo aunque
más genuinas (trabajos estacionales relacionados a las cosechas) sin embargo
están la mayoría de las veces afectadas por una explotación de tipo estructural
tradicional en esos lugares. La vida cotidiana es miserable y el imaginario de
las familias se puebla crecientemente de fantasías ligadas a los grandes
centros urbanos en donde familiares ya instalados obran de atractores. Así, están
dadas las condiciones para la emigración y esa sensación de potencial
mejoramiento alimenta la esperanza. En
esos lugares del interior profundo la gente no muestra cuando se intima ese
aspecto sombrío que luego las opaca cuando se alejan de sus muertos y sufren en
carne propia la dura realidad del desarraigo.
Un
abordaje realista
De las cuestiones que más afectan la posibilidad de conocer
sobre la pobreza la muletilla del hambre es la más frecuente; ambos conceptos aparecen
habitualmente asociados. El argumento del hambre tiene buena prensa pero no
parece ser la mejor ayuda para visualizar con más precisión el problema de la
pobreza. ¿Hay realmente hambre en nuestro país o lo que se registra es una pésima
alimentación? A veces, como una
certificación de la existencia de hambre, aparecen retratados homeless revolviendo
tachos de basura en lugares donde abundan comedores comunitarios subutilizados
o indios chaqueños comiendo pescado crudo por obvias razones culturales. Otras
tomas muestran a niños con evidente raquitismo… al lado de su hermano rozagante
(por el contrario, no hay fotos de jovencitas de las villas con el cuerpo
deformado por la excesiva ingesta de farináceos).
Es procedente interrogarnos sobre la proliferación de no
pocas actividades, organizaciones empresarias y no gubernamentales, programas y
relatos que se mueven en torno a la problemática del hambre. ¿Los bancos de
alimentos son una ayuda para “combatir el hambre” o un recurso de los depósitos
para desprenderse de alimentos no perecederos ante el inminente vencimiento o
por exceso de stock para luego presumir de responsabilidad social empresaria? ¿Los
programas alimentarios impactan positivamente en el mejoramiento de la calidad
de la ingesta o son una herramienta de las burocracias enfilada a su
mantenimiento y reproducción? El
conurbano está lleno de lugares para pequeñas huertas pero no se cultivan frutas
y verduras ni tampoco los pobres las consumen en las dosis convenientes. ¿La
escuela aprovecha todo lo necesario el poder de influencia de los chicos en el
hogar para mejorar los hábitos alimentarios de las familias? ¿Hay verdadera
conciencia sobre el significado de que se pierdan en forma creciente las
tradiciones culinarias, saberes y hábitos culturales que son ricos aún entre
los más pobres? En resumen, se puede
decir que en materia de políticas alimentarias es pertinente un enfoque más
realista para no obnubilar la cuestión de la pobreza siendo que como hemos
dicho habitualmente ambas cuestiones aparecen vinculadas en la práctica.
Ni muy muy
ni tan tan[2]
El principal justificativo sobre la necesidad de la AUH para
los pobres, trastabilla con las últimas mediciones. Para Alieto Guadagni
(Clarín, 12 03 23) “es evidente que la AUH no ha generado un incremento
significativo en la escolaridad”. Hay que tener en cuenta que la AUH fue
anunciada con bombos y platillos por la presidente y el ministro de educación
para quienes ese programa es el “el sistema más redistributivo y más justo”.
Aunque después de un tiempo las cosas comienzan a ser vistas de otro modo.
Según Aldo Isuani (Clarín, 12 08 29) “la AUH… fue diseñada para los sectores
más pobres… y exige condiciones para su vigencia que implican un sesgo clasista
al suponer que a los pobres no les interesa ni la educación ni la salud de sus
hijos”
La AUH
es como la nafta, necesaria pero contaminante. Es necesaria porque esa
enorme masa dineraria puesta en el bolsillo de los sectores más pobres va
directamente al consumo en beneficio de los circuitos marginales de
comercialización, una parte no menor de la economía. Es contaminante porque
actúa en detrimento de otro tipo de políticas asistenciales más activas que
deberían ser parte de un
estado no bobo tendientes a la inclusión social no por medios ilusorios
referidos al incremento del consumo de subsistencia sino por la creación de
puestos de trabajo que permitan al pobre recuperar su dignidad.
B. ¿Qué
hacer?
Dilemas
…tu
amor es el acero: ¡si me lo quitas, me muero; si
me lo dejas, me mata!
Rubén
Darío
El conurbano es un tembladeral. Si se lo privara de los
recursos que este gobierno asigna, el clima social empeoraría drásticamente; pero
si se los canaliza, como se lo hace habitualmente de diversas formas, tampoco
mejora la situación según los resultados que están a la vista. Esta paradoja hace
que no todos los involucrados reaccionen de la misma manera. Así, las distintas
agencias del gobierno se comportan como si tuvieran ante sí un barril sin fondo,
algunas de ellas sin importarles mucho resolver el tema de la pobreza; más bien
beneficiarse con ella. La consecuencias es que la política de subsidios crece a
límites inéditos y el asistencialismo de los programas sociales no provoca ninguna
consecuencia plausible. Desde distintos lados del sistema político se pone el
grito en el cielo ante los magros resultados obtenidos a pesar de que se
reivindica el papel de un subsidio universal. En general se carece de
propuestas alternativas frente al tema de la pobreza que vayan más allá de
aumentar y hacer más universal… el subsidio universal. Como ha ocurrido en otras
oportunidades se vacila cada vez que está en consideración algún tema sensible
a los principios aunque a ojos vista se lo esté manipulando con fines espurios[iv]. Al
igual que todos los procesos sociales, que no son blancos ni negros, la mejor
ubicación frente a la pobreza en el Conurbano–ahí se evidencia la escurridiza
paradoja- tampoco resultaría de pararse en la media aritmética de ambos
extremos.
Entropía
En este trabajo se adopta
una visión de la entropía que apunta a configurar una herramienta de evaluación
para optimizar la utilización de los recursos que se destinan a intervenciones
territoriales.
Aunque existe una idea que
la asocia al desorden y al caos, aquí se entiende a la entropía como “una
propiedad de los procesos referida a la disponibilidad de opciones realizables
y/o la velocidad con que dichas opciones se van realizando”. Así por ejemplo,
diremos que con una vida por delante, un recién nacido tiene baja
entropía porque está todo por hacerse en materia de opciones realizables; por el
contrario, quien ha decidido suicidarse tiene alta entropía porque solo le resta el tiro del final; no
dispone de otras opciones. En este caso nos
referimos a la entropía como variable de estado, una noción sincrónica que da la pauta del potencial de realización
que muestra un sistema en un momento dado.
Existe otra forma de aplicar
la noción de entropía. Imaginemos un joven prometedor, lleno de posibilidades,
cuya vida disipada hace que queme sus opciones en forma compulsiva. Diremos que
su crecimiento es aceleradamente entrópico;
todo lo hace a tontas y a locas desperdiciando su tiempo y logrando en la
ecuación de insumos y productos una baja
eficiencia y eficacia. Por el contrario, veamos el caso de otro joven con las
mismas oportunidades, pero que las va realizando en forma ordenada, con prudencia
e imaginación, privilegiando la utilidad al ponderar su accionar en cada paso
para prever sus consecuencias; diremos que su entropía crece más
lentamente. En esta otra modalidad se concibe a
la entropía como variable de cambio.
La entropía siempre es positiva
y su cuantificación – aún intuitiva porque aplicada a la marcha de la vida
personal o los procesos sociales no cuenta con una manera de medirla como sí se
lo puede hacer en los dominios de la fisicoquímica- permite tener una dimensión
de cuál va a ser el comportamiento de los recursos que comprometamos en un
proceso y los resultados esperables.
¿La pobreza es solo de plata?
Las villas de emergencia[3]
ya tienen alta entropía (falta de oportunidades) y, asimismo, el desarrollo
compulsivo de su vida la aumenta aceleradamente: “queman” las pocas opciones de
progreso que aparecen en procesos altamente disipativos[4].
¿Qué se quiere decir? Por un lado, que las pocas opciones disponibles se
reflejan en la falta de trabajo, de crecimiento, de calidad de vida, y muchas
otras variables que se puedan considerar; por el otro, cuando se prende una
chispa de cualquier tipo, individual, familiar o comunitaria, la deflagración
corre como reguero de pólvora porque todo se vive al límite, no existen
mecanismos de contención entre otras razones por la falta de arraigo. En esos
casos, una política habitual de asignar recursos en lugar de promover e
incrementar la disposición de opciones de desarrollo, puede no alcanzar los
resultados buscados y/o, por el contrario en no pocos casos, agravar la
situación. Por ejemplo, ante la inseguridad proclamar políticas de exterminio o
disponer más policía con todas las consecuencias que ello acarrea.
¿Donde poner los ladrillos?
Una misma intervención causa
distintos efectos según el capital social del contexto. Para la ponderación del
capital social se considera la sociabilidad de un conjunto humano, y aquellos
aspectos que permiten que prospere la colaboración, la solidaridad y la
concreción por parte de los actores individuales de las oportunidades que
surgen en estas relaciones sociales. El capital social se basa en la confianza
y el respecto entre los individuos, las normas que los rigen y las redes que
los vinculan; considera los factores de alteridad, lo que acerca a las personas
y las familias al tenerse en cuenta mutuamente, y cómo esa convivencia
comprometida incrementa el bienestar de un colectivo través de la acción
comunitaria.
Si se encara el cometido de
“mejorar la calidad de vida” aparecerá como más conveniente otro tipo de
proyectos que le generen al beneficiario más satisfacción: por ejemplo ayudar a
crear una alternativa sustentable de puestos de trabajo lo cual puede implicar
una reubicación de su residencia. Así, puede ser preferible evitar la
construcción de viviendas que arraiguen al pobre a un contexto en el cual no
tiene perspectiva de desarrollo. Al respecto se
puede traer a colación el caso de las casas de dos pisos para villeros que la municipalidad
de La Plata con fondos nacionales ha levantado con ostentación a la entrada de
la autopista a Buenos Aires. Con sorpresa uno comprueba la existencia de
palenques en los que están amarrados los carritos de cartonero con sus petisos
pastando. Ello demuestra que el populismo actúa con una visión conservadora
de la pobreza. Obviamente la discusión no pasa
por plantearla en los términos de “casas sí o casas no” porque en última
instancia los villeros tienen todo el derecho a verse favorecidos con una dada
política estatal de acción social. El problema pasa por si se puede tener una
expectativa de progreso en una ciudad como la capital bonaerense donde como se
ve no se puede generar otro tipo de puestos de trabajo que no sean los del
estado y si ese tipo de medidas populistas son un aporte para el mejoramiento
del clima social.
Con esta sí, con esta no…
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Villa 31. Retiro. Buenos Aires
|
En una curiosa idea de
progreso la imagen de la derecha llevó a la presidenta a valorar el uso del
ladrillo cerámico en la Villa 31 de Retiro; lo hizo al comparar las actuales
construcciones en propiedad horizontal con las casillas precarias que ella veía
de paso a Aeroparque durante los primeros años de su actividad legislativa.
Trascartón, desde el ministerio de Desarrollo Social se incrementó el flujo de
ladrillos, chapas y otros medios de cambio de favores clientelares para
continuar con ese “modelo de desarrollo”.
En contraposición, la imagen
de la izquierda nos sugiere que los ladrillos deberían ser puestos en la
toldería. En ese caso cabe preguntarse sobre las reales necesidades que se la
plantean a la comunidad wichi. ¿Ladrillos primero o una efectiva campaña contra
el mal de Chagas? Ciertamente poco importa que los ladrillos sean cerámicos o
de adobe si los ambientes no están bien desinfectados. Mientras tanto puede que
sea más importante una solución habitacional provisoria que una construcción
nueva, dicho esto en consideración a los recursos invertidos y la necesidad de
aumentar las alternativas productivas para una radicación sustentable entre las
poblaciones más pobres del interior y evitar así la emigración[5].
En resumen: hacia las
soluciones definitivas (trabajo sustentable-salud-educación-vivienda-calidad de
vida, amor al pago) de lo que se trata es de ir aumentando el potencial de
progreso con medidas de gobierno y la sociedad civil en una combinación
sinérgica que permita a cada territorio y familia avizorar un horizonte
distinto. Aquí es donde hay que poner el acento de las políticas de estado.
Mientras tanto las medidas inmediatas deberán ir orientando la marcha de los
acontecimientos hacia el escenario deseado el que estará determinado, a su vez,
por las medidas de largo plazo. En todo este proceso, se debe incorporar
la variable entropía para monitorear el real impacto de las intervenciones. De esa manera más allá de los relatos voluntaristas
se podrá ver si el proceso muestra un aumento o una disminución de las oportunidades.
3. Un país con estilo
Hay que terminar con el federalismo retórico. Hacer
una verdadera distribución de riqueza… de oportunidades. Ello implica una
organización de la asignación de los recursos según un plan estratégico. Las
expectativas que son orientadas a la solución coyuntural de las urgencias
surgidas de la pobreza desesperada, deben serlo en el sentido de soluciones
sustentables. Hay varias herramientas que se pueden poner en marcha. El rol de
un estado tan poderoso como pequeño -eficiente, eficaz y efectivo- es
insoslayable para comenzar a producir un cambio cultural profundo en las
tendencias viciosas que nos condicionan desde hace muchos años.
Romper los fatalismos
El territorio es un sistema
y como tal debe ser tratado si lo que se busca es equilibrar las cargas que lo
afectan. Básicamente, consideremos dos polos que a veces se los suele
identificar según el par “centro/periferia”. Entonces veamos la proyección
desde el centro y la atracción desde el territorio profundo o viceversa según
la variable considerada.
Podemos decir que la
diferencia de valores entre dos variables cualesquiera da lugar a un flujo, es
decir, una corriente que se dirige desde el lugar donde la variable tiene mayor
valor al lugar donde dicho variable vale menos. Ejemplo: el agua de una casa que
reposa en un tanque elevado, con solo abrir la canilla de la pileta, sin hacer
ningún esfuerzo, se dirige sin dudar hacia abajo para desembocar en la pileta.
En ese caso la variable es la altura del agua que se pone en movimiento si
abrimos la canilla, y el flujo es el chorro de agua. Si consideramos la
variable pobreza y sus distintos valores entre las regiones de un país, habrá
una tendencia natural a las migraciones desde donde hay más pobreza hacia donde
hay menos pobreza. En este caso las corrientes o flujos son migratorios. La
mayor pobreza que se registra en el NEA el NOA y en Cuyo, fuerza migraciones de
familias que tratan escaparle a la miseria. Como hemos visto esas corrientes se
vienen registrando sin interrupciones desde hace mucho tiempo. Las motivaciones
de ese flujo pueden ser de lo más variadas: escaparle a la miseria, posibilidades
de trabajo, protagonismo político social, acceso a la educación, servicios de salud,
la atracción de las luces del centro, y otras que se puedan imaginar.
Desde la dinámica de los
sistemas, que se ocupa de la disposición territorial de las variables, sus
valores (potenciales) y los desplazamientos a que dan lugar las diferencias
entre ellas, los flujos (corrientes) que se producen se pueden representar por
un vector centrípeto (periferia àcentro) como los que vemos en el siguiente mapa que muestra las
proporciones actuales de la pobreza en nuestro país. Ese vector estructurado a
través del tiempo provoca lo que se denomina desequilibrio territorial.
UNA ARGENTINA APLASTADA POR LA
POBREZA (La Nación, 11 01 25)
¿Cómo romper las inercias,
los lugares comunes, las actitudes rutinarias, la fuerza de la costumbre, la maraña de
factores e intereses que están presentes en estos casos? Para equilibrar un
sistema que está desequilibrado desde hace mucho tiempo, y que se va
desequilibrando cada vez más, hay una sola forma: a los vectores centrípetos
hay que superponerle vectores centrífugos con la fuerza y el tiempo suficiente
como para doblarles el codo. Eso son políticas de estado que tienen que
formularse con tiempo para orientar en el sentido deseado el imaginario
nacional y los círculos viciosos se transformen en la virtud de una esperanza
compartida. Veamos una forma de que las esperanzas pueden ponerse en movimiento.
Dos polos
Un trasvasamiento de
población en democracia desde los conurbanos a los lugares de origen de las
familias no puede operar desde la expulsión sino desde la atracción que mueva a
las familias a buscar nuevas oportunidades de vida. No hay episodios más
dramáticos en la vida de los pueblos que todos lo implicado en la expatriación
y el exilio. La aclaración es pertinente. Las familias se han trasladado en
forma voluntaria, más o menos compulsiva, en algunos casos corridas por
regímenes dictatoriales, en otros atraídas por promesas que no fueron
cumplidas, detrás de ilusiones inalcanzables o abiertamente engañadas por
triquiñuelas ligadas a las amenazas u otros medios de coerción. Es por ello que
lo decisivo en el planteamiento del problema es la activación del “atractor” lo
que hará que la familia se traslade voluntariamente ante la posibilidad de
mejorar su existencia.
El proceso de “vuelta al pago” requiere de tres condiciones
iniciales: 1) no querer vivir más como se lo ha venido haciendo y que las
familias quieran darle un mejor porvenir a sus hijos, 2) que el interior
aparezca con suficiente fuerza de atracción como para que la gente se anime a
cambiar de domicilio; como antes se venía a “hacer la América”, ahora haya que
“hacer el interior”, 3) incentivos de todo tipo, en primer lugar estatales,
pero también de la esfera privada y no gubernamental que ayuden a modelar las
condiciones de la vida nueva. En el Conurbano hay que fortalecer los mecanismos
de asociación por pertenencias principalmente lugareñas; aquellos que
fortalezcan la identidad y vayan acrecentando el deseo de recrear sus
antecedentes que siempre fueron más promisorios. Los intendentes se deben poner
al frente: La gente debe migrar con trabajo ya establecido no en la incierta
búsqueda de él.
Una experiencia innovativa
Hace poco salió en el diario
que La Salada abre una sucursal en la frontera con Brasil. Este emprendimiento multitudinario
ha sido motivo de intensas controversias sobre todo pero no solo por parte de
las cámaras de comerciantes que lo ven como una amenaza para sus ventas. Y
puede que haya algo de eso. Sin embargo, La Salada funciona de noche, apartada
de los centros urbanos y abre una vez por semana. Esa si se quiere módica
presencia no obsta para las ventas sean cuantiosas (se calcula que centenares
de millones al mes en sus más de 10.000 puestos que dan trabajo en negro a
decenas de miles de personas), y que vengan a comprar hasta de los países
vecinos.
Fue el diputado Prat Gay
(Clarín, 09 03 31) el que tiró la primera piedra. Con un tajante "es
imposible estar a favor de la microempresa y en contra de La Salada", el
economista respondió una por una a las acusaciones más comunes que recibe el
original emprendimientos conformado por tres centros comerciales en el partido
bonaerense de Lomas de Zamora.
¿En qué se basó la defensa
de La Salada?
Son emprendedores. Hacen ropa
y artesanías en sus talleres que funcionan la mayoría de los casos en el hogar.
Una de las acusaciones más frecuentes de que son objeto es que comercian con
mercadería robada. Una acusación inconsistente. ¿A quien van robar su misma
producción? Que falsifican las prendas. El hecho merece una aclaración. Las
grandes marcas no fabrican lo que venden; façonean en esos talleres. Y a los talleristas que fabrican
10 unidades y las venden a $ 1 para que las remarquen a $ 10 en los shoppings,
¿qué les impide salvo algunos pruritos de tipo moral fabricar 15 en lugar de 10
y vender las cinco restantes a $ 3 en La Salada, o sea $ 7 más barato que en el
shopping? Con respecto a lo de la marca habría que indagar sobre las culpas sin
dejar de tener en cuenta a los consumidores que prefieren preocuparse por la
marca “cool” que lucen ostentosamente más que por la calidad de la prenda[6].
Las tres principales ferias están organizadas y tributan impuestos. Se llaman
Urkupiña, Punta Mogotes y Ocean. Cada dueño de puesto paga expensas. Se los
acusa de trabajar en negro, pero Prat Gay repara en las veces que tenemos que
pedir el ticket en restaurantes o comercios de barrios pudientes; igualmente en
los locales de ropa que ofrecen descuento si uno paga en efectivo... por
supuesto sin factura.
La
Salada había concitado mi curiosidad desde que comencé a percibir sus resonancias. A medida que fui conociendo su funcionamiento
tomó forma la idea de que estábamos frente a un hecho no circunstancial -como sí
lo fue el trueque en la crisis del 2001- sino de trascendencia, condenado a
persistir y desarrollarse. Ahora tengo la convicción que La Salada es una de
las originales creaciones económicosociales de la historia de nuestro país, como
lo fue en su momento el nacimiento del barrio comercial del Once. Solo falta un
poco más de tolerancia y tiempo para verla en perspectiva, con sentido
estratégico y, además, aventar prejuicios y pensamiento trivial.
Experiencias exitosos y con
prensa un poco anterior como la fabricación de guardapolvos en la cooperativa La
Juanita regenteada en La Matanza por el diputado Toti Flores demuestran por
añadidura cómo la adopción de normas de calidad y diseño catapultan estos
emprendimientos al plano global por medio de una estrategia comercial adecuada.
El empuje de los feriantes
nos hacen pensar que con una política estatal de cuño global (basada en una
demanda externa que como en China condiciona la totalidad de su sistema
productivo) puedan reorientar sus ansias de progreso y ver la conveniencia de
radicarse en el interior con sus familias. Es un tema de relativamente fácil puesta
en marcha en tanto exista la voluntad de hacerlo con la ayuda de medios hoy a
mano como por ejemplo normas ambientales (huella de Carbono, etc.) que
determinan qué es lo que se compra y la forma como se lo produce y dónde. Lo
mismo vale para los migrantes paraguayos y bolivianos. En este caso –dejando de
lado la hipocresía que lleva a denostar la presencia de familias de países
vecinos que prestan servicios para los que en nuestro país no todos ni muchos estarían
dispuestos- se puede pensar en una política en gran escala de cooperación
regional llevando al territorio de los países vecinos los servicios de salud y
educación que esas familias encuentran en el área metropolitana.
Desarrollo local
Una multiplicidad de
factores de atracción y retención de las familias deben evidenciarse en las
localidades del interior, sobre todo las de mediano y pequeño porte. Es ahí
adonde deben dirigirse las inversiones productivas para la generación de puestos
de trabajo. Pero ese cometido implica políticas de estado de enorme complejidad
derivadas necesariamente de un planeamiento estratégico participativo, es
decir, con el compromiso emergente de todos los actores potencialmente
interesados. Cuando pensamos a esos niveles nuestra atención se dirige a lo que
se conoce como desarrollo local. Vamos a especificar el significado de algunas variables
implicadas en la noción de desarrollo local.
Crecimiento y desarrollo, en
el área económica, se usan en forma indistinta.
Pero no son lo mismo. Argentina creció todos estos años mucho más que
Bélgica aunque sus desarrollos son incomparables. El desarrollo puede implicar crecimiento –de
hecho en los países emergentes o en vías de desarrollo es así- o también, como
en los países ya desarrollados, lo que conoce como “crecimiento cero” para jerarquizar
el desarrollo.
Tomemos algunos casos
testigos que pongan en evidencia que una política de estado no siempre coincide
“con lo que la gente quiere” ni está llamada a tener réditos electorales. Sobre
todo, que los escenarios de futuro que
se puedan imaginar no surgen de una extrapolación de las condiciones presentes.
Una política de estado implica una ruptura profunda de conceptos lo cual no
quiere decir que se tire todo por la borda ni que la imaginación arranque de
cero, desechando los valores y las culturas que nos animan.
La reorientación de los recursos
a invertir y en general de todos los recursos que se ponen en juego en las
intervenciones, ameritan un cambio en la concepción del locus (lo local). Hoy a diferencia del pasado la masa
crítica no se logra con la concentración territorial; más bien, en no pocos
casos, ocurre lo contrario. Internet es una herramienta que ha cambiado la
noción de lo tridimensional a lo n-dimensional, de manera que en un punto
cualquiera del mundo, como en un holograma, se pueden evidenciar la totalidad
de las demandas y las ofertas que animan a la sociedad planetaria.
El desarrollo local debe ser
una política nacional. En cada pueblo y ciudad del país, que son miles, se debe
organizar la producción de manera de agregarle el mayor valor posible a los
insumos locales para generar bienes y servicios destinados al mercado local y
global. De esa manera las familias van a
tener a donde ir o regresar, sin disparar de ninguna miseria y al encuentro del
bienestar. Un nuevo imaginario nacional irá tomando forma en las próximas
décadas.
Herramientas de gestión avanzadas
Una política de círculos
concéntricos de fiscalidad decreciente, establecida y ejecutada en el largo
plazo, actuará para canalizar las inversiones y la generación de puestos de
trabajo desconcentrados que es la condición necesaria para reorientar las
expectativas poblacionales. Es sabido que la relación de sumisión
centro-periferia se manifiesta en todos los niveles. Se da una dependencia del
estado nacional con las provincias, de estas con las cabezas de distrito las
que a su vez la implementan con los pueblos más pequeños donde por cierto
tampoco dejan de manifestarse asimetrías del mismo tipo. Esa dependencia (que
en el presente alcanza en no pocos casos el rango de sumisión) no le hace bien
al país ni a sus habitantes.
Un cambio copernicano en las
estrategias de manera de ir poniendo en marcha procesos virtuosos (una larga
marcha comienza por un pequeño paso) depende de una afinada labor política y de
comunicación. Así, las familias pobres comenzarán a repensar el futuro de sus
hijos en condiciones de credibilidad y previsión. Un fuerte sentido de
rearraigo debe inspirar a los pobladores para que su vínculo con el medio sea
duradero, como se daba antes pero en las condiciones que ahora se pueden
alcanzar. Hay que darle vida a los lugares más desatendidos, dejados de las
manos de Dios.
La familia pobre es algo más que una
cifra
Existe hoy en nuestro país,
en sus institutos y universidades, la capacidad suficiente para dotar de las
herramientas más modernas para la implementación y gestión de una política como
la que estamos imaginando. Estamos pensando en los modelo de circulación
atmosférica que entienden todo lo referido a la
marcha del cambio climático (recopilación de datos, simulaciones, modelos
operativos, pronósticos, etc.). Se
pueden ver en la bibliografía trabajos al respecto realizados en nuestras
universidades. En el caso de un programa de “erradicación de la
pobreza/reubicación de la población/desarrollo local de carácter nacional” -con
el nombre que sea - se requeriría un trabajo pormenorizado de diseño de las
variables a controlar y la formulación de los indicadores adecuados para
realizar las mediciones; los mecanismos de recopilación de la información y su
ingreso a las bases de datos; de los modos de hacer corridas para simular escenarios para diseñar los
programas en función de los objetivos gubernamentales; para elaborar
pronósticos. Por cierto no es tarea fácil y requiere mucho talento y sabiduría
el logro de una tal herramienta. Y un área de la actividad pública en nuestro
país comenzaría a ser gestionada con la ayuda de recursos que hoy ya están
maduros y probados. Preliminarmente, podemos ver cómo se pueden gestionar alternativas
de flujos y reflujos poblacionales, resultados de las medidas impositivas
implementadas, marcha de las inversiones, variación de las oportunidades de
negocio a lo largo del territorio, evolución de indicadores convencionales,
etc.
En suma un modelo de
circulación de oportunidades, implementado en forma transparente en el más
alto nivel, puede ser un medio que permita comenzar a construir el país
de la segunda vez con un aprovechamiento al
máximo de las excepcionales condiciones que se nos presentan en esta fase inicial
de la globalización.
Ing. Alberto Ford
La Plata, 21 de setiembre de 2012
[1] la progresiva disminución de la pobreza constituye
una prioridad de las políticas globales conforme a la ecuación empresaria que
relaciona el (sub)consumo de más de mil millones de personas con la capacidad
hoy quasi ilimitada de producción de bienes y servicios
[3] No es necesario aclarar (como ya lo hizo un ex presidente)
que muchos de los comportamientos que se describen no son solo patrimonio de
los villeros; simplemente a los efectos de ejemplificar, focalizamos en ese
universo de “beneficiarios” la atención de las políticas enfiladas a erradicar
la pobreza.
[4] Los evaluadores de programas sociales han recopilado
en el territorio ejemplos que muestran esa dilapidación de opciones, algunos
con tintes tragicómicos como el conocido del beneficiario al que le habían
asignado una gallina para la producción de huevos y terminó echándola a la olla
del puchero.
[5] En la Argentina tampoco faltan viviendas en general;
lo que pasa es que la gente se ha ido de sus lugares y no tiene mucha
justificación resolver un problema de vivienda definitiva a un poblador
transitorio. En los pequeños pueblos (hay miles a lo largo del país) existen
cantidad de viviendas desocupadas algunas taperas producto del abandono.
[6] Me toco ver en un país
vecino una situación en la que el vendedor le consultó al joven que
había elegido un jean genérico de qué marca lo prefería. Luego de que el
comprador manifestara sus preferencias marketineras el vendedor fue a la parte
de atrás del negocio y al rato trajo el jean con la etiqueta ya pegada.
[i] Esta rama de la ciencia no
es vieja; es una aplicación de la de la “teoría de los sistemas” formulada por Ludwig von Bertalanffy en 1954, sin duda, uno de los
platos fuertes de la revolución C&T nacida a mitad del siglo pasado. La
noción de sistema introduce un salto cuántico en la génesis del saber: la
práctica de la compartimentación característica del análisis, vigente hasta ese
momento (por ejemplo la aplicación de la dialéctica hegeliana/marxista), se ve
contenida y superada dando lugar a una nueva forma de conocer, la epistemología
de la complejidad. Así, el todo permite ver las partes pero en su relación con
las demás partes y sin dejar de considerar de ser necesario las partes
individualmente al mismo tiempo que las interacciones producidas entre ellas.
Rápidamente las distintas disciplinas incorporan esta
herramienta de enorme potencial. Es en este entorno de explosivo despliegue de
la información donde aparece a fines de los sesenta la “dinámica de los
sistemas”. El hecho se produce justo en
el momento de la llegada del hombre a la luna y Jay Forrester desde el MIT revela
sus fundamentos. Este hombre de ciencia
(que vive aún) aplica los principios de la visión sistémica a sistemas
complejos (industrial, urbano, social, global, etc.) de manera de desentrañar la realidad con un grado de
pormenorización que ninguna de las metodologías existentes hasta ese momento
había logrado.
Una de sus aplicaciones más conocidas a este nivel es el exitoso
modelo del Club de Roma “los límites del crecimiento” que fue de gran utilidad
para generar conciencia sobre los peligros de despilfarrar los recursos
naturales del planeta de donde se desprenden las políticas ambientales que hoy
son de uso corriente.
En ese contexto de enorme creatividad, se dan las
condiciones para el nacimiento de la prospectiva como una posibilidad de
abordar no solo la predicción sino diseñar y alcanzar los escenarios deseados
del porvenir con el uso de herramientas computacionales y modelos sistémicos
formulados matemáticamente. Se decía ya en los setenta que “el futuro no se
enfrenta, se construye”
[ii] Ahora se sabe que la AUH poco y nada ha hecho a este
respecto. La gente de las villas vacuna y manda al colegio a los chicos sin
necesidad de incentivos externos al hogar más allá de los propios derivados de
la ambición de darles un futuro mejor a sus hijos. Las conductas degradantes
que se puedan observar en una minoría de hogares desquiciados no prefiguran
ninguna tendencia.
[iii] Actúan en grupo; por lo menos el conductor del carro
y el recolector. Tienen ritmo para optimizar el
tiempo en la recolección. Esa actitud competitiva no obsta para que haya
ciertas reglas de convivencia que se respetan (no son frecuentes las peleas por
el espacio). A pesar de ser individualistas, de ser necesario muestran
predisposición a la cooperativización. Cuidan a su familia; cuando hay huelgas
de docentes cargan a los chicos en el carro, llueva o truene. Tienen método,
circuitos establecidos a partir de información experimental que recorren
diligentemente. Tienen una gran rapidez visual para distinguir a la distancia
la existencia de bolsas de interés. Han
desarrollado una logística específica (incluso una raza de sufridos petisos
cartoneros cuya genética aun no ha sido reconocida por la Sociedad Rural). Sin
duda es un sector social con potencial de progreso si se le dan condiciones
adecuadas.
[iv] Pasó con el
tratamiento de los distintos tipos de soberanías (energética/ YPF, territorial/Malvinas, monetaria/ Ciccone,
alimentaria/AUH)